jueves, 16 de mayo de 2013

CAPITULO XIII-III





EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA

UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

 

ÉPOCA COLONIAL: SIGLO XVI


DECADA 1581-1590


CAPITULO XIII-III





Guayre Adarguma Anez’ Ram n Yghasen
1582.
 Las flotas de Indias fueron dispersadas al regreso, no sabemos si por de la tormenta o los corsarios. Cargada la plata de Nueva España  La Gallega, vino a parar a la Madeira, que Gomera o Hierro para los castellanos. Estando el marqués de Santa Cruz en San Miguel, a 8 días de camino, Alonso de Guzmán aconsejó que fuese a recogerla, advirtiendo que el regreso se prolongaría un mes, por ser obligado "tomar altura”, para buscar la "vía" de España. En primavera los barcos de Holanda salieron a la mar. Al correr que Francia e Inglaterra preparaban armada, Felipe II se inquietó: "siendo la isla de Madera de la importancia que es" , por estar en la ruta de Indias, el Conde de Lanzarote pasaría el verano en Funchal o en otra fortaleza, con 250 o 300 canarios, quedando en su isla 25 soldados de leva, procedentes de Andalucía.
No pudo impedir Felipe II que los del Algarbe portugués, viajasen a las "Islas" y Cabo Verde, llevando "frutos de la tierra" en embarcaciones menores. (Luisa Álvarez de Toledo)
1582.
Una gran epidemia en la zona de Añazu (Santa Cruz) inclina la balanza en beneficio de Garachico, que se convierte en el puerto principal de Tenerife. Una hegemonía que, según Acosta, habría arrancado probablemente ya desde 1580, “según testimonios de toda índole y procedencia, así como algunas cifras de aduanas”. En aquella época era tal el movimiento de personas y mercancías que aquel puerto de una población de apenas 300 vecinos llegó a compararse con una lonja de Sevilla. Acosta subraya que a Garachico llegaban barcos de Yucatán (México), Angola, Inglaterra, Flandes o Portugal que descargaban especias, esclavos, paños de Inglaterra, telas de Francia, productos manufacturados y obras de arte flamencas, mientras que se llevaban azúcar, vino y cereales.

1582. Fundación de la ermita de San Juan Bautista, por la secta católica, en Eguerew n Chinech (La Laguna-Tenerife).

1582. Una terrible epidemia de peste de Levante o peste de landres, se cebó sobre Eguerew n Chinech (La Laguna-Tnerife). La mortalidad fue enorme y hubo que enterrar a los muertos, más de dos mil, en zanjas profundas, algunas en el solar que hoy ocupa la Ermita de San Juan. Y cuando el mal comenzó a remitir en Eguerew (La Laguna), aún se padecía con fuerza en Añazu (Santa Cruz).

1582 Enero 20.
El mismo monarca español, por cédula expedida en Lisboa, prevenía a las autoridades coloniales isleñas para que estuviesen en "vigilancia contra los enemigos de la Corona.

Dicha cédula fué pregonada en la ciudad de La Laguna el l0 de .marzo de 1582, siendo todavía gobernador de la isla don Juan Alvarez de Fonseca, quien dispuso inmediatamente las acostumbradas medidas de seguridad: visita de las fortalezas, alarde general, acantonamiento de milicias en Santa Cruz de Tenerife, provisión de bastimentos y establecimiento de vigías fijos en la Mesa de Tejina.

Meses después, en mayo de 1582, el comerciante inglés avecindado en Tenerife Richard Grafton tuvo aviso de sus corresponsales en Amberes y Londres de que don Antonio, el pretendiente al trono portugués, se disponía a salir para fecha próxima con una poderosa escuadra hacia las costas de Portugal e islas del Océano, e inmediatamente, dando una prueba de solidaridad con su patria de adopción (donde había contraído matrimonio),  lo puso en conocimiento de las autoridades coloniales locales. Discutido el asunto en la sesión del Cabildo de 4 de mayo de dicho año, tanto el gobernador, que lo era ahora Lázaro Moreno de León, como el Regimiento acordaron como lo más conveniente escribir al Rey dándole cuenta del peligro, y el 16 de mayo de 1582 la carta era entregada a un navío de aviso que zarpaba sin pérdida de tiempo para Lisboa.

Por otra parte el gobernador, atento a la seguridad de la isla bajo su mando, acordó tomar prestada la artillería de los navíos refugiados en el puerto, seis piezas en total, que instaló en la fortaleza, y en atención al prestigio y fama adquiridos por don Francisco Valcárcel en las guerras de Europa lo nombró segundo jefe militar de la isla para que le auxiliase en la defensa de la misma y ocupase su lugar durante las ausencias,

El 19 de agosto de 1582 don Felipe II escribía desde Lisboa al Cabildo de la isla de Tenerife, y al par que le daba las gracias por sus avisos y aprobaba las medidas de guerra tomadas le prometía el envío "de la artillería que estaba acordada para la fortaleza de Santa Cruz".

Por su parte, el conde de Lanzarote recibió en la Madera desde Lisboa un auxilio de varias compañías de tropas veteranas para la defensa de la isla cuyo gobierno le estaba encomendado, y aunque bloqueado por los franceses y perturbado por la acción de los espías que aquéllos introducían por las costas, pudo mantener la isla en orden en espera de mejores tiempos.

Los avisos que se recibieron indistintamente desde la corte o por medio de los corresponsales extranjeros por todo el invierno y primavera de 1582, prueban la buena información de que disponían las islas para hacer frente a eventuales peligros.

Pero en este caso los temores eran en absoluto reales. El pretendiente don Antonio, después de obtener de Isabel de Inglaterra facilidades para armar algunos navíos a su costa, se trasladó con ellos a Francia, y al hallar mejor disposición en Catalina de Médicis que en la Reina protestante pudo, entrando en tratos con ella, preparar la flota combinada fran-co-lusitana, que al mando del teniente general Philippe Strozzi, deudo y pariente de la misma Reina, se proponía sentarlo de nuevo en el trono de los Avis. ¿ Qué tratos eran éstos y cómo Catalina de Médicis se mostraba tan desinteresada frente a la egoísta reina de Inglaterra ? Los historiadores franceses han descorrido el velo sin 'esfuerzo a través de la documentación de la época, y por indicios patentes en el propósito: Francia aspiraba a salir gananciosa con su ayuda, incorporando a su mengua-
do imperio los vastos territorios del Brasil, y hacia tal lugar se dirigiría la flota de Strozzi, una vez que hubiese sublevado a Portugal en favor del prior de Crato, devolviéndole su fantástico reino. Estos acuerdos se firmaron en la villa de Eu, el 6 de octubre de 1581, por el duque de Anjou y don Antonio, sin otros testigos presenciales por ambas partes que Philippe Strozzi y el conde de Vimioso.

Desde esa fecha, los franceses se volcaron en la preparación de la flota. Los navíos se fueron concentrando en Belle Isle, mientras los tercios de infantería acampaban en Brouage en espera de ser embarcados. El 21 de mayo de 1581 don Antonio de Portugal era conducido desde Nantes, abordo de la galera Real  a revistar la escuadra y quedó admirado y lleno de esperanzas cuando pudo contemplar el espectáculo impresionante de los 64 navíos engalanados. El 16 de junio siguiente la flota alzó velas, y a la señal de partida dada por el "rey" Antonio los navíos avanzaron majestuosamente bajo la dirección de Strozzi. Acompañaban al capitán general como segundos de la expedición el teniente general Brissac, el mariscal de campo Borda y los maestres de campo Sainte-Souline y Bus, y formaban en las filas los más famosos capitanes de su tiempo.

Un mes antes había partido con dirección a la isla Tercera el vicealmirante Charles Ronault de Landreau llevando refuerzos de arcabuceros, cañones y pólvora, y un mes después de la fecha indicada, el 16 de julio, la flota francesa estaba a la vista de la isla sometida de San Miguel, intentando apoderarse de los navíos de la escuadra española allí surtos, al mando de Pedro Peijoto, así como de la fortaleza de Punta Delgada. Si su primer proyecto les fue favorable, no lograron en cambio llevar a cabo el segundo, pues aunque desembarcaron en tierra no consiguieron intimidar a su jefe, Juan del Castillo, que se dispuso a resistir hasta gastar el último barril de pólvora.

Mientras tanto, tuvieron aviso los franceses de la proximidad de la flota española de Bazán, y Strozzi dispuso el inmediato reembarque de todas sus tropas para estar prevenidos contra las disposiciones de aquel hábil estratega naval. (En: A. Rumeu de Armas, 1991)

1582 Agosto 19.
En Lisboa, fol. 188. Real carta haciendo merced á Tenerife de 4.000 ducados con destino á la adquisición de municiones y armamento para tender á su defensa, en Madrid 17 de Agosto de 1641 fol. 417. En el folio anterior hay otra R.C. autorizando al Cabildo de Tenerife para hacer una compra de armamento en Inglaterra, en Madrid á 6 de Marzo de 1641.

1582 Octubre 7. Ante el temor del ataque de otros piratas, el obispo de la secta católica Hernando de Rueda ordenó, trasladar la ermita de San Nicolás al interior del valle, cerca del primigenio caserío El Barrio.   Los colonizadores que decidieron unir su destino a aquel lejano territorio formaron el pequeño y disperso caserío de «la aldea de Niculas», ubicado al fondo del valle, lejos de una costa bajo la constante amenaza pirática, que en sus aguadas utilizaban la abandonada ermita mallorquina de San Nicolás como alojamiento, por lo que el obispo mandó tapiarla.

De todas formas la colonización fue muy lenta. El pueblo se vino a configurar como tal entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, cuando la familia del regidor de Tenerife, Tomás Grimón, ya se había conformado por diversas compras un gran espacio de tierra fértil con lomas y hoyas anexas, comprendida entre el barranco principal y la cordillera Sur. Estos derechos pasaron por herencia a un nieto de aquel regidor, Tomás de Nava y Grimón, primer marqués de Villanueva del Prado, quien tras vencer en el primer pleito por la posesión de estas tierras planteado por el Cabildo y primeros colonos (1645), vincula esta propiedad al mayorazgo de su familia (1667). Este noble criollo había venido promocionando roturaciones de nuevas parcelas, cedidas luego al partido de medias perpetuas, generando una atracción de medianeros, entre 1650 y 1670.

Las tierras apetecidas para roturarse eran los espacios realengos de Furel y de los valles de Guguy, Tasarte y Tasartico, además de la zona interior de Linagua, que recibieron nuevos colonos desde principios del siglo XVIII. Estos ocuparon primeramente las terrazas antaño cultivadas por la comunidad guanche y luego se extendieron por planos y laderas con la construcción de cadenas o terrazas abancaladas. Se trataba de un proceso roturador de carácter clandestino, de modo que en 1772 y 1777

1582 Era rey de Portugal el español Felipe II, cuando tormenta o armada del Prior de Ocrato y sus aliados, dispersó la flota de Nueva España. La Gallega, que llevaba la plata, fue a dar en Madeira. Trasladado el tesoro a la Gomera, Alonso de Guzmán aconsejó que lo recogiese el Marqués de Santa Cruz, que estaba en la isla de Benahuare (La Palma), por ser travesía "muy fácil" y de 8 días, aunque al regreso se complicase, pues "tornar a ponerse en altura, la buelta de Madera", para tomar la vía de España, exigía un mes[1][24]. En primavera, corrió que Francia e Inglaterra, preparaban armada. Estando en la mar barcos de Holanda y Ocrato, Felipe II se inquietó, por provincia recién adquirida: "siendo la ysla de Madeira... de la importancia que es", el Conde de Lanzarote pasaría el verano en Funchal, o en otra fortaleza, con 250 o 300 canarios, guardando su isla 25 soldados de leva[2][25]. Por entonces preocuparon al Austria los naturales del Algarbe, que "so color de ir a las Islas y Cabo Verde, con frutos de la tierra", entraban en Indias, para quedarse. No habiendo encontrado solución, ma!Final de fórmula inesperadondó buscarla al duquede Medina.
1582. Ya rey de Portugal y de su conquista, el Austria celebró consejo en Lisboa, en 1582. En el orden del día, figuraba la organización de las comunicaciones con Indias. Bajo control del Austria Guinea, la cantera de negros más próxima a los mercados europeo y americano, se reguló la navegación de los barcos de la trata: los de Santo Tomé y Cabo Verde, se unirían a la flota de Tierra Firme, apartándose en las Canarias, donde sacarían licencia para cargar en los depósitos. Los de Angola y Congo irían con los navíos de Brasil, siendo el permiso innecesario, al no estar comprendida la costa de destino, en las concesiones pontificias. Los negros serían llevados a Lisboa o Sevilla, quedando prohibido desembarcarlos en puerto de Indias, aunque el barco entrase con pretexto de tormenta, corsarios o avería. Alimentado el depósito de Cartagena, de los que se capturaban en los límites de la conquista de Castilla, las reservas eran pobres, pues a más de haber sido esquilmado el territorio, el que pudo huyó a los controlados por el Xarife. Coronado Felipe II rey de Portugal, los castellanos pudieron aprovechar la Guinea. Revitalizado el tráfico a partir de 1580, libre la trata y caros los negros, intervino la corona, haciendo del negocio regalía real, a través de los "asientos" de negros. Firmado el primero en 1595.  (L. Alv.
1582. En la isla de Chinet (Tenerife), posiblemente en el puerto de Garachico, se fue a pique una goleta de aviso, la cual iba comisionada para América.

1582. El mestizo Cairasco de Figueroa, del clero católico de San Pedro compones entre otras obras literarias "Comedia del Recibimiento", parte del texto está redactado en lengua guanche, posiblemente aprendido de su abuela materna .

1582 7 de octubre. Ante el temor del ataque de otros piratas, el obispo de la secta católica Hernando de Rueda ordenó, trasladar la ermita de San Nicolás al interior del valle, cerca del primigenio caserío El Barrio.   Los colonizadores que decidieron unir su destino a aquel lejano territorio formaron el pequeño y disperso caserío de «la aldea de Niculas», ubicado al fondo del valle, lejos de una costa bajo la constante amenaza pirática, que en sus aguadas utilizaban la abandonada ermita mallorquina de San Nicolás como alojamiento, por lo que el obispo mandó tapiarla.

De todas formas la colonización fue muy lenta. El pueblo se vino a configurar como tal entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, cuando la familia del regidor de Tenerife, Tomás Grimón, ya se había conformado por diversas compras un gran espacio de tierra fértil con lomas y hoyas anexas, comprendida entre el barranco principal y la cordillera Sur. Estos derechos pasaron por herencia a un nieto de aquel regidor, Tomás de Nava y Grimón, primer marqués de Villanueva del Prado, quien tras vencer en el primer pleito por la posesión de estas tierras planteado por el Cabildo y primeros colonos (1645), vincula esta propiedad al mayorazgo de su familia (1667). Este noble criollo había venido promocionando roturaciones de nuevas parcelas, cedidas luego al partido de medias perpetuas, generando una atracción de medianeros, entre 1650 y 1670.

Las tierras apetecidas para roturarse eran los espacios realengos de Furel y de los valles de Guguy, Tasarte y Tasartico, además de la zona interior de Linagua, que recibieron nuevos colonos desde principios del siglo XVIII. Estos ocuparon primeramente las terrazas antaño cultivadas por la comunidad guanche y luego se extendieron por planos y laderas con la construcción de cadenas o terrazas abancaladas. Se trataba de un proceso roturador de carácter clandestino, de modo que en 1772 y 1777.







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