sábado, 23 de noviembre de 2013

MATRIOTAS CANARIOS EN EL RECUERDO-IV




BENAHUYA (Chucho Dorta).



Eduardo Pedro García Rodríguez

Jesús Eustaquio Dorta Díaz

Benahuya  nació en La Orotava, en Chinech (Tenerife) en el mes de Abril de 1950; y se crió con sus abuelos en el seno de una familia campesina de viejo arraigo en el Valle. Independentista, con vocación de kanku, fue un acérrimo defensor y propagador de la ancestral cultura guanche.

Extraordinario ser humano dotado de una singular generosidad, fue un claro exponente de las virtudes heredadas de nuestros antepasados.

Fue un destacado escritor, poeta y folklorista.

Lucho tanto por nuestras tradiciones y nuestra cultura guanche, en romerías en arrastres de ganado o quizás bañando las cabras en el muelle portuense , también en el estadio en esa grada de general animando a nuestro “tete” el godo consideraba a nuestro chucho dorta una persona extravagante para decirlo de manera suave, pero para nosotros los que hemos tenido el placer de verlo en más de una ocasión era nuestro chucho dorta la canariedad personificada la tradición hecha hombre , era una persona preparada y culta que hablaba varios idiomas el dia que fallecio canarias lloro su muerte , nuestra cultura sufrio una perdida irreparable,  en cualquier fiesta popular, allí estaba el con su vestimenta guanche, con su tambor de cabra o tocando el buzo amenizaba cada lugar, sabía hablar en tamazight el idioma guanche, esos ancestros guanches a los que el tanto admiraba el se consideraba uno de ellos ... si ser guanche era el ser honrado honesto y luchador , chucho tu eras uno de ellos ya las romerias han perdido su imagen más ancestral y las reses no son lo mismo, el rito de las cabras en el muelle no tiene el mismo colorido el tambor de cabra no suena con la misma alegría. (realejerosblospot).


El profesor mercantil Juan Álvarez Abreu, nos ofrece un bello retrato del entorno de Benahuya en el siguiente relato: “Se tropezó a una vieja amiga de la familia, Francisca Gregoria Santos Mesa, propietaria del Restaurante Casa Pedro “El Crusantero”, en la Cuesta de la Villa. Francisca pasaba por la acera de su casa con unos familiares y la invitó a entrar; y sobre la barra de tea del mostrador de la bodega, le contó con todo cariño: Mi niño, aquí, en tu casa, vivía una tal Inocencia, que el marido se llamaba Oramas, y que todavía tienen hijos vivos, como un tal Domingo que se casó con una hija de Emilio “El Carnicero”, de La Orotava. Pues bien, ellos tenían unos panales, donde tienes tú el pasillo que sube del patio, y hacían miel. Resulta que pasaba por aquí una mujer vendiendo tortas de acemite, que se hacen con millo, e Inocencia le ponía la miel por encima y eran muy sabrosas. Nosotros nacimos en unos pajales en la finca de los Osuna, que la tenía arrendada Don Enrique Ascanio. Recuerdo de esa época que tu bisabuelo, padre Miguel, escondía los billetes en los muros de piedra de la finca; ellos eran muy amigos de nuestra familia, pues vivíamos a dos pasos, casi junto. Ahí debajo, en el campo, habían muchos frutales y recuerdo que el día de San Juan a los niños quebrados los llevaban al mimbrero, que estaba más alladito de donde nosotros vivíamos, por encima de donde estuvo más tarde la medianera Carmen “La Monja”, que era una mujer muy Santa. A los niños los solían llevar a las 6 de la madrugada al mimbrero. Hacían un corte en una rama y luego cosían las dos partes separadas de la rama y, según iba cicatrizando y pegando el corte, el niño se iba curando. En el mismo mimbrero, ese día echaban rezados al niño y después, sentados junto al mimbrero hacían un brindis con vino dulce, refrescos, galletas, bizcochos, mimos y otros dulces de las conocidas y famosas dulcerías de la Villa. Esto que te cuento, mi niño, yo creo que era en tiempos de la República, y recuerdo que ondeaba la bandera republicana en el colegio de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, conocido hoy como Colegio de los Salesianos. Chucho desconsolado por descubrir el antiguo mimbrero, se dio una vuelta por Carmenati, allí se paseó por todas partes y mirando por los estanques y por las pocas tajeas que quedan de la hecatombe del cemento, no vio ni un mimbrero, hasta los nispereros que quedaban se secaron en el abandono. Entonces buscó en el viejo arcón de los recuerdos y se vio trepado haciendo malabarismo sobre el canal, a dos metros y medio de las huertas de millo, jugando con los barquitos de madera que se llevaba la luminosa corriente. Vio la cometa en forma de estrella volando sobre la iglesia de La Concepción y el caserío histórico de La Orotava. Esperanzadora cometa que le hizo su abuelo paterno Ángel Dorta, artesano de pura sepa, tanto que cuando era joven, aunque parezca exagerado, un campesino le quiso cambiar el burro por la cometa estrellada con flecos que jugaban en el aire. Vio a su querida y recordada madre Fefa, desesperadita, gritándole al atardecer: Jesús, sube ya que la noche esta encima; ven a estudiar que te van a suspender. Y a pesar de los coscorrones, reglazos, llavazos, puntapiés, de los salesianos, sólo aprobó la gimnasia porque estaba siempre subido, ejercitándose, sobre los aguacateros, higueras, nispereros, sobre el canal de los mimbreros: Y le mandaron por consejo de los benditos curas a un colegio interno en Teror, Gran Canaria. Total, pa nada, porque volví igual o peor y me metía a bañarme en el canal. Un día después de pasear por la Orotava artística, le dio por entrar en casa de su prima Juanita Bello, en la calle del Calvario, y aunque no va a menudo, siempre que va, pasa unos ratos tan buenos como en la niñez, porque las primas le adoran. Allí, gozando con el patio lleno de macetas con plantas y flores, entre muebles y cuadros viejos llenos de vivencias familiares, con su prima Juanita y Pino merendando café con leche y galletas, Juanita muy cariñosa, le contó: Tú sabes, mi verdadero nombre es Clorinda Hernández Y Hernández, aquí, en la Villa, en la víspera de San Juan, se cogían tres agujas y se ponían a flotar sobre un platito con agua; con el pensamiento, se marcaban las agujas con el nombre de la rival del pretendiente que uno tuviera y el suyo propio; y entonces donde fuera la aguja señalada del pretendiente esa era la elegida por él. A mí siempre me pasaba que la aguja se iba pa la rival y soltera me quedé y San Juan no medió simpatía. Juanita le seguía contando con mucho empeño y dulzura testimonios imborrables; "...en una mesa cuadrada y en cada una de sus esquinas se colocaba un ramo de flores, un libro, un rosario y una fuente con agua; entonces se vendaba una los ojos, se le daba vueltas a la mesa y se decía: San Juan Bendito / por ser tu día / píntame aquí la suerte mías /. Palabras que se decían también con lo de las agujas. Se le seguían dando vueltas a la mesa con los ojos vendados y si cogías el ramo de flores era que iba a haber boda; si tomabas el rosario, que ibas a ser monja; si cogías la fuente significaba embarque, y si agarrabas el libro quería decir que una se iba a dedicar a los estudios. Juanita a despedirse de Chucho, le contó: A mí todos los años me hacían el arco de frutas aquí, en casa, y lo poníamos en el comedor; tu madre Fefa, que Dios la tenga en la gloria, me traía la fruta de la finca de Carmenati de tu abuelo Eustaquio, que me la enviaba con mucho cariño tu abuela Pino, que como tú sabes es tía mía. (Bruno Juan Álvarez Abreu). Viajó al seno de Magek cuando contaba 52 años de edad el 27 de septiembre de 2002. Fue hallado sin vida sobre la 14:00 horas, en la bañera de su domicilio en La Orotava en la zona de Los Frontones, en la parte alta de La Villa.



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