viernes, 3 de julio de 2015

DON MANUEL BETHENCOURT DEL RÍO, CONCEJAL DE LA VILLA DE LA OROTAVA Y MÉDICO DE LOS POBRES

1939.

En este año quedó en libertad  el médico canario Manuel Bethencourt del Río, pero fue de nuevo encarcelado por ser masón y en base a la Ley de la Represión de la Masonería y el Comunismo. 

Nacido en Teror (Gran Canaria) en 1882, médico de profesión y uno de los organizadores del republicanismo tinerfeño, fue consejero del Cabildo de Tenerife desde 1915 a 1918, años en los que, según reflejan las actas, fue de los consejeros más activos de la Corporación Insular, en la que realizó una política de carácter reformista dirigida a la mejora de las condiciones de vida de las clases populares. El 22 de octubre de 1917, en el Centro Obrero de Santa Cruz de Tenerife se celebró una reunión en la que Bethencourt del Río mostró la conveniencia de crear una Agrupación socialista debido a "la necesidad de constituir una organización de defensa de los obreros para llevar a los escaños municipales a representantes de las clases trabajadoras", propuesta que fue aceptada, eligiéndose el primer Comité Local del PSOE en Tenerife y a su primer presidente, Manuel Bethencourt del Río, quien así lo comunicó por escrito al dirigente Julián Besteiro en Madrid. La sede santacrucera del partido se estableció en la calle Canales, hoy Ángel Guimerá, compartida con el sindicato socialista UGT. Precisamente fue Bethencourt del Río quien fundara el semanario "El Socialista", que comenzó a publicarse regularmente el uno de diciembre de 1917 bajo su dirección. Un año después surge en Santa Cruz la primera Agrupación de Juventudes Socialistas de Tenerife.


Al revisar "El Socialista" de aquella época llama la atención su tendencia moderada y a la vez reformista, ignorando un acontecimiento tan significativo y trascendental como la Revolución de Octubre de 1917, posiblemente por la contrariedad que para el PSOE podía suponer entonces el nuevo poder ruso en manos de bolcheviques radicales, con una política alejada de la moderada de los dirigentes socialistas de entonces. Quizás esto explique la escasa sintonía histórica que desde entonces ha existido entre el Partido Comunista de España (PCE) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en Tenerife, salvo en circunstancias muy concretas de intereses afines. Hay que tener en cuenta que el PCE en Tenerife surgió como una escisión del PSOE.

En esta cuestión debió de tener influencia la condición del fundador del PSOE en Santa Cruz de Tenerife de hijo de un liberal grancanario, Francisco Bethencourt Montesdeoca, vinculado a la terratenencia de entonces por su matrimonio con María Rivero y del Castillo Olivares, hermana de la condesa de la Vega Grande de Guadalupe. La extracción burguesa del médico Bethencourt del Río puede explicar la política moderada del PSOE en aquellos momentos, hecho que contrasta con su actitud ante otras cuestiones como las sociales -muy radical y reivindicativo-, como en su actuación como concejal socialista en el Ayuntamiento conservador deLa Orotava, donde el 2 de marzo de 1916, a los dos meses de su elección como tal, protagonizó la defensa de las clases populares, exponiendo que "...por el alza de los fletes, el hundimiento de buques y otras circunstancias, se han encarecido de un modo extraordinario las subsistencias; los adinerados, por egoísmo particular, no se ocupan del problema, que puede ser gravísimo, habiendo jornaleros que sólo pueden comer una vez al día, por no alcanzarles para más el mezquino producto de su trabajo, no consumiendo otra cosa que gofio...". Por ello exigió que fuera el Ayuntamiento quien resolviera la situación, que nunca llegó por la coincidencia de intereses del resto de concejales y la clase adinerada de La Orotava.

Vicepresidente del Cabildo y leal a la República el 18 de julio de 1936, ingresó en la prisión santacrucera de San Miguel el 9 de agosto de ese año, desde donde pasó primero al barco cárcel "Adeje" y luego a la prisión de Fyffes, en la que permaneció desde el 9 de septiembre de 1936 al 11 de marzo de 1939.

Don José María Segovia Cabrera, escribía en el matutino EL DÏA sobre la vida de Don Manuel Bethencourt del Río, médico de familia, que trascribo a continuación en mi Blog personal y Altruista EFEMÉRIDES; “El doctor don José Vicente González Bethencourt, senador por el PSOE, en el fascículo 11 (y anteriormente en el 9) de su serie "Recuperando la memoria" nos contaba la actuación política anterior al 18 de julio de 1936 del dr. don Manuel Bethencourt del Río, vicepresidente en aquellos días del Cabildo Insular de Tenerife y circunstancialmente presidente del mismo por ausencia en Madrid de su titular. El artículo nos relata las incidencias a que se vio sometido don Manuel por su carácter de socialista de la primera hora y de su puesto de consejero del Cabildo de procedencia socialista, pero poco o nada nos dice de su figura como médico y persona, con lo cual esa recuperación de memoria es sumamente parcial y hace que el pueblo soberano, ese que tanto gusta citar a los "progres" de hoy en día, se quede sin saber nada de don Manuel en cuanto a persona, médico, amigo y ciudadano ejemplar. Si algo tiene de bueno esta naciente y creciente Memoria Histórica (que unos bautizan como "histérica" y otros de "histriónica") a que nos tienen sometido quienes ni siquiera vivieron con intensidad y conciencia no ya el período franquista sino el de transición, que tiene ya sus 30 años cumplidos; si algo tiene de bueno esa memorización es la posibilidad que se nos brinda a todos de puntualizar de forma global y no parcial y partidista, y si es posible por experiencia directa, las circunstancias que concurrieron en determinadas personas de la última conflagración civil a que se ha visto sometido este país y que Dios quiera que, con la voluntad y el deseo de todos, sea realmente la última para siempre.

Como primera aclaración, hemos de indicar que don Manuel era de una ascendencia familiar elevada, de lo que antes se decía "una buena familia", de educación esmerada, médico por la Facultad de Medicina de Cádiz como tantísimos otros canarios a lo largo de un siglo. Según me recordaba recientemente el doctor Enrique González, con ampliación de estudios en Francia, Austria, Alemania e Inglaterra, lo que bien indica su extracción social en una época en la que prácticamente no se viajaba ni existían las becas y demás ayudas actuales, lo que al par de una amplia formación científica en su materia profesional le confirió una vasta cultura y el dominio de varios idiomas, caso también muy poco corriente en la España de primeros del siglo pasado, aunque no tanto en Canarias, siempre ligada en lo económico y como país eminentemente agrícola, a la exportación de frutos al extranjero, principalmente a Inglaterra, donde en la actualidad la principal y novísima zona bancaria y de negocios de Londres lleva precisamente el nombre de Canary Wharf; en recuerdo a los barcos que allí descargaban los productos de las islas. Don Manuel perteneció a una gran generación de médicos que comenzando por don Diego Guigou y siguiendo por Alonso Felipe, con su clínica en Costa y Grijalba, se complementaba por los doctores Gabarda, Zerolo, Rodríguez López, Castro, Barajas, Cerviá, Robayna, algunos de ideas más o menos avanzadas para aquellos años y que a la llegada del levantamiento militar contra los desmanes tolerados por la República (que culminaron con el asesinato por la propia policía de uno de los jefes de la oposición parlamentaria, el ex ministro de Hacienda de la monarquía Calvo-Sotelo) motivaron que algunos terminasen en prisión, como el propio don Manuel o también el dr. don Ernesto Castro.

Pero yo recuerdo principalmente al doctor Bethencourt del Río como médico de casa, de nuestra casa, y me parece estar viéndolo llegar a la nuestra de Lucas Fernández Navarro para ver a una de mis hermanas ligeramente enferma, conduciendo su propio coche en una visita domiciliaria, quitándose los guantes que algunos conductores se ponían entonces para conducir, y con aquel olor especial, como a medicinas que se nos antojaba a los críos, y que igual era solo limpieza y tabaco. Cuando llegó la guerra y detuvieron a don Manuel pasados unos días, su puesto en casa fue cubierto por el doctor don Francisco Trujillo, que además era por casamiento medio pariente nuestro, y que llegaba también en su coche, un Opel de matrícula 4.000 y algo más, que me parece ver aún parado en la puerta de casa.

La guerra, los estudios y la marcha a la Península el 39 hicieron que no volviese a ver por entonces al dr. Bethencourt que, además de su profesión médica, fue el creador del Club de Tenis Bethencourt, con una cancha de cemento en los jardines de su casa, en la subida a Las Mimosas, en la confluencia de las calles Numancia y Enrique Wolfson, espléndido chalet que ya no existe, víctima del desmedrado urbanismo a que estamos sometidos, y que, con las canchas del Club Náutico en la calle Méndez Núñez, donde luego se construyeron unas casa militares y enfrente del cine Rex, fueron la cuna de este deporte en Tenerife. Excepto una vez en Madrid, a donde fue acompañado por su mujer Dolly Thomas, no volví a ver a don Manuel Bethencourt, por lo que la mayor parte de la información que sigue a estas primeras líneas provienen de mi mujer, ya que su madre y Dolly Thomas eran grandes amigas desde la infancia, amistad que duró hasta el fallecimiento de ambas. Aquella visita a Madrid del matrimonio Bethencourt fue con motivo del expediente que le hicieron como perteneciente a la masonería, tan perseguida en aquellos años, expediente que como recuerda el senador González Bethencourt, fue sobreseído, pues su afiliación a esta entidad había durado menos que el canto del gallo, no así el instruido a mi tío Juan Vicente Mandillo, que a pesar de haber pertenecido durante la contienda a aquella Acción Ciudadana, en la que personas ya mayores en edad no militar prestaban servicios de vigilancia, arma al brazo, durante las noches, sí que fue sancionado y se pasó una larga temporada en el penal de Burgos.

En aquella excepcional cuna del tenis fue donde mi mujer aprendió con gran aprovechamiento este deporte, con el que llegó a ser campeona de Canarias, ya que, según expresión de un entonces famoso tenista italiano Romanoni, tenía "el mejor revés de Canarias". En aquella cancha se encontraban en amigable competición los mejores tenistas de Tenerife, como eran Joaquín Ahlers, o Juan Antonio Muñoz Reja, o Pepito Maldonado, y entre las mujeres Dolly Thomas o Angelita Baudet, todos ellos de la generación que tomó parte en la contienda nuestra o en la Guerra Mundial del 39-45, y también las nuevas generaciones de Salvador Lecuona, Allan Kelly, Joe Hamilton, Alejandro Luque y los hermanos Sobrón, entre los mas jóvenes, o Ricardo Keating o Marcos Guimerá, entre los menos jóvenes; así como Nena Cañadas, Mercedes Kearing, Pily Sobrón, Lolita Gorostiza o Magdalena Fernández Ponte, entre las chicas. Don Manuel, aparte de gran aficionado, era también un exigente maestro y hacía practicar durante horas a sus jóvenes discípulos los movimientos correctos, sin el empleo de la pelota, hasta perfeccionar un estilo lo más correcto posible según las aptitudes de cada uno. Y aparte de un club de tenis, era también un improvisado lugar de reunión de representantes consulares destinados en Tenerife, generalmente ya jugadores de tenis, y que en aquella cancha y aquel chalet encontraban asistencia para el juego y camaradería para la charla y el comentar los entonces inquietos e inciertos momentos políticos en España y en Europa, con tan triste y bélico final en ambos casos. La diversa procedencia de algunos de aquellos jóvenes aficionados hizo que la contienda mundial colocara en bandos opuestos a jóvenes tan solo días antes amigos sinceros, cambiando la amistad por las armas, y esta sincera amistad dio lugar, ya terminada la guerra mundial, a un consuelo para una conocida familia alemana, muy preocupada por la falta de noticias de uno de sus jóvenes miembros desplazado a Europa a la zona en guerra y del que hacía tiempo que nada se sabía; pero un buen día, la revista americana LIFE traía en su páginas un reportaje de prisioneros de guerra alemanes del AFRIKA KORP de Rommel en un campamento en Canadá, con fotos diversas y una de la captura de los mismos en África; y entre ellos se podía distinguir el del soldado en desconocido paradero y a través de amistades comunes con don Manuel pudo la que luego fue mi mujer llevar a la familia angustiada noticias de su hijo.

Don Manuel era también el médico de familia de la de mi mujer y con motivo de su detención tan prolongada su asistencia fue reemplazada por la de don Ernesto Castro, cuya permanencia en la prisión de Fyffes fue menos larga. Como sucedía en aquellos tiempos, el médico había de atender toda clase de enfermedades y de asistencias y la especialidad era algo que empezaba y para afecciones muy concretas como la tuberculosis o el riñón; pero, en general, la actividad del médico era muy variada y así don Manuel atendía tanto a las parturientas como a los niños, como a las roturas derivadas de una caída, especialidad esta que le era muy grata y a la que, probablemente, le debió la vida. La llegada del Movimiento supuso para el dr. Bethencourt del Río, como para otros de sus ideas políticas, no sólo el arresto, detención, ingreso en prisión y hasta la muerte en ciertos casos, sino en alguna ocasión la pérdida de destinos o puestos que la envidia y la venganza hicieron posible como uno de los aspectos más odiosos y miserables de las guerras civiles entre hermanos. Don Manuel fue detenido y llevado en primera instancia a la tristemente famosa prisión de Fyffes, instalada en los almacenes de esta compañía exportadora de frutos, donde coincidió con su amigo y colega don Ernesto Castro. De allí lo llevaron a un triste famoso barco fondeado en la bahía que hacía de prisión flotante, creo recordar que frente a los que fueron los laboratorios de la Junta de Obras, donde lo visitaba su mujer, Dolly Thomas, una vez a la semana. Se decía que de allí sacaban a algunos para hacerlos desaparecer, quizás en el mar, o fusilados, para lo que los conducían a "los platillos" en el comienzo del muelle, y fue allí donde un buen día una antigua clienta del doctor Bethencoiurt pudo verlo y acudió con toda diligencia a sus amistades para darles noticia de lo visto y gracias a la gestión de los cónsules de Alemania y de Italia pudo conseguirse que el doctor fuese reintegrado a su casa, si bien con la presencia física continua de un policía, que casi llegó a integrarse en la familia de don Manuel, a quien llegó realmente a respetar profundamente.

Fue también don Manuel lo que hoy se diría una persona muy progre. Con él llegó un poco el escándalo, y aparte de separarse pronto de su primera mujer, acción en la que tuvo la ayuda y el consejo de su correligionario político, el abogado y diputado Rodríguez Figueroa, un buen día no se le ocurrió otra cosa que fugarse a París con una señora casada, con la que luego se casó una vez que la República legalizó el divorcio, que para muchos fue una verdadera tabla de salvación y permitió regularizar muchas situaciones. La amistad con Rodríguez Figueroa fue grande y mi mujer recuerda verlos en su casa de Enrique Wolfson, en los primeros días del Movimiento Nacional, hablando de qué hacer, si presentarse o no y qué actitud tomar. De todos es conocido que tanto él como su hijo Guetón fueron detenidos en aquella ocasión y desaparecieron. La historia de la familia Rodríguez Figueroa está aún por escribir, confío se haga con la debida ecuanimidad y justicia y recuerdo cómo allá por el año 37, estudiante de 6º año de bachillerato en el Instituto de La Laguna, alguna vez nos metíamos en la casa de don Luís Rodríguez Figueroa, media abandonada en las proximidades del Juego de los Bolos y el Camino de San Diego. Hace poco falleció también un hijo suyo, Elio, luchador incansable por sus ideas comunistas e independentistas desde su vuelta a Canarias, como hijos suyos eran también, entre otros, Layo y Hostilio, éste último actualmente en una república sudamericana.

Hasta aquí algunos comentarios y recuerdos en torno al doctor don Manuel Bethencourt del Río. De su vida social y profesional, poco va quedando en el recuerdo de quienes lo conocieron (que ya quedamos pocos), aunque será permanente en las instituciones políticas y profesionales a las que perteneció. De su vida política, se encargan de resucitarla los que se dicen sus correligionarios ideológicos. Por el contrario, es de su actividad en el campo del deporte, de un deporte como el tenis antes de élite y hoy de multitudes gracias a los Santana, los Sánchez Vicario y ahora los Nadal, es en esa actividad donde va quedando un recuerdo permanente por su destacadísima intervención en la fase inicial del mismo en nuestra isla, que los buenos aficionados asocian al de Salvador Lecuona, que en la cancha de cemento de Enrique Wolfson, en el Club de Tenis Bethencourt, inició su luego tan destacada andadura.

Estimo que, en estos días que nos ha tocado vivir de reactivación de recuerdos y refuerzo de nuestra identidad canaria, nuestra Federación de Tenis o la autoridad deportiva pertinente debería instituir algún trofeo o torneo con el nombre de don Manuel Bethencourt del Río, tanto en recuerdo de su nombre como en memoria de quien fue, sin duda, el gran introductor de ese deporte en nuestra tierra. Simple cuestión de justicia, a mi modesto parecer”

En el periódico tinerfeño la Opinión del 13 de noviembre del año 2007 se hablaba de la figura de Manuel Bethencourt del Río, conmemorando el 90 cumpleaños del partido socialista obrero Español tinerfeño, que también trascribo en mi Blog personal y Altruista EFEMÉRIDES;; “Estos días, los socialistas conmemoran el 90 aniversario de la fundación del partido en Tenerife. El senador José Vicente González Bethencourt ha centrado el acto que tendrá lugar hoy en el Círculo de Amistad XII de enero en torno a la figura de Manuel Bethencourt del Río. Este médico canario fundó el partido en la isla tinerfeña y llegó a ser concejal de La Orotava y presidente accidental del Cabildo. En 1882 nació Manuel Bethencourt del Río en Teror, Gran Canaria. Ahora, 125 años después, José Vicente González Bethencourt, senador del PSOE por Tenerife, ha comenzado una investigación sobre aquel hombre "inquieto" que el 22 de octubre de 1917 fundó el Partido Socialista Canario en la isla tinerfeña. En el empeño no está solo. El senador asegura que hay más gente que le está echando una mano. Lo que más le gustaría es, si duda, conocer a algún pariente de Bethencourt del Río para recopilar más datos y poder invitarle a la conmemoración del 90 aniversario del PSOE en Tenerife. No obstante, González Bethencourt ha descubierto muchas cosas ya. Entre ellas, que estudió medicina en Cádiz y que después perfeccionó su carrera en ciudades como París, Berlín, Viena y Londres. Este médico canario que ejerció en Tenerife era de una familia muy acomodada, que "procedía de un estrato burgués".

Sin embargo, cuando llegó a esta isla "ya vino con inquietudes políticas socialistas" y, al parecer, con muchas ganas de defender a los más maltratados socialmente.
Es más, "se convirtió en un hombre muy radical, políticamente hablando". De hecho, continúa el senador, "en Tenerife era la persona más radical que había a la hora de defender de los trabajadores". Para lograr sus objetivos fundó el partido socialista. "Él decía que la única manera de luchar era fundar el partido y conseguir concejales". Y con él llegaron los primeros concejales socialistas al Ayuntamiento de la capital tinerfeña. Pero no sólo fundó el PSC-PSOE, sino también el sindicato UGT. Incluso ambas organizaciones llegaron a compartir un local en la calle Ángel Guimerá.

El amigo y convecino de Santa Cruz de Tenerife DOCTOR JOSÉ VICENTE GONZÁLEZ BETHENCOURT autor de su biografía, recuerda que cuando el fundador socialista era concejal de La Orotava se produjo una crisis económica en el sector agrícola. "Los agricultores pasaron mucho hambre y él propuso que el ayuntamiento les subvencionara". Pero no hubo forma; "no consiguió ser aprobada porque la mayoría del ayuntamiento era muy conservadora", asegura. Este es uno de los gestos y actos que el fundador del PSC en Tenerife realizó en su vida. El senador desvelará muchos más en el acto previsto hoy a las 20 horas en el Círculo de Amistad XII de enero. En el acto también participarán el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Jerónimo Saavedra, y el secretario general de los socialistas canarios, Juan Fernando López Aguilar, entre otros. González Bethencourt asegura que si Bethencourt del Río levantara la cabeza estaría orgulloso "porque en el partido aún hay gente como él". Pero, claro, ahora los socialistas no se juegan tanto como él se jugó en aquella época. El 18 de julio de 1936, cuando ejercía como presidente accidental del Cabildo de Tenerife, fue arrestado y encarcelado por Francisco Franco. Primero estuvo en la prisión de la calle San Miguel, luego fue trasladado a la cárcel habilitada en el barco ´Adeje´ y, finalmente, terminó su condena en la prisión de Fyffes, cerca de lo que ahora es el instituto de El Chapatal. Quedó en libertad en el año 1939, pero fue de nuevo encarcelado por ser masón y en base a la Ley de la Represión de la Masonería y el Comunismo.  Fue, según los datos de González Bethencourt: “el propio colegio de médicos el que informó de su pertenencia a la logia masónica del templo que aún existe en la calle San Lucas. Cuando salió de prisión lo hizo ya enfermo y poco después murió. Además, el régimen franquista le impidió ejercer como médico”.

(Bruno Juan Álvarez Abreu)

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