viernes, 8 de febrero de 2013

GUANCHES CON NOMBRES CATÓLICOS Y ALGUNOS DE SUS DESCENDIENTES







APUNTES PARA UN ESTUDIO DE LA ONOMÁSTICA CRISTIANA IMPUESTA AL PUEBLO GUANCHE


Capitulo II


Eduardo Pedro García Rodríguez

La invasión católica de las islas “realengas”


Es probable que algún conmatriota (compatriota) pueda sentirse molesto por el contenido de algunos aspectos de este libro, de antemano mis disculpas, puedo asegurarles que no me guía ningún sentimiento de animadversión hacía los fieles católicos practicantes de buena fe, por el contrario, cuentan con mi consideración y profundo respeto, pero determinado hechos históricos y sus nefastas consecuencia para nuestro pueblo fueron promovidos por el clero católico de la época y, por tanto, forman parte de nuestra Historia colonial, puedo asegurarles que por razones de espacio solamente toco una mínima parte de la documentación consultada, existen testimonios que pondrían los “pelos de punta” a cualquier persona con un mínimo de sensibilidad, quizás en otra oportunidad trataré de ellos.

Estimado lector, al estar leyendo estas líneas demuestras que el tema tratado merece tu atención, posiblemente ostentes nombres y apellidos españoles y ello te induzca a pensar que desciende de los mismos, craso error, puedo asegurarte que tienes el noventa por ciento de posibilidades de descender de guanches y no de españoles o portugueses como con tanto ahínco se empeñan en hacérnoslo creer los estamentos dominantes, te recomiendo que eches un vistazo a la lista de nombres católicos recogidos en los capitulos correspndientes, quizás en algunos de ellos encontrarás rasgos comunes con tu familia.

   Cuando comenzó la denominada Guerra de Canaria declarada unilateralmente por el reino de Castilla,  para invadir y conquistar las  islas de Tamarant (Gran Canaria,) Benahuare (La Palma,) y Chinech (Tenerife,)  por iniciativa de los nefastos Reyes Isabel de Castilla y Fernando de Aragón  (1478-1496.) Necesitados de fondos para su guerra, los denominados Reyes Católicos solicitaron bula de indulgencias, para la conversión de Guinea y unas Canarias, donde a tales alturas, no debía quedar bicho viviente sin bautismo católico, consiguen el patrocinio de del Papa Sixto IV, quien por breve de 8 de abril de 1478 concede indulgencias para la conversión es decir, para la invasión conquista y esclavización de las islas que aún no habían sido sometidas. Estas bulas eran de adquisición obligada en los reinos de Aragón, Navarra, Castilla y Portugal.

   Es decir, el cristianismo ha sido una forma de control social en diferentes sociedades y diferentes etapas de la historia: ha controlado la economía, comportamiento social, etc. a lo largo de la historia. En la Edad Media, por ejemplo, la iglesia católica feudal controlaba a los campesinos: sometiéndolos a la renta (el diezmo, etc.), dictando la forma de vivir (edad de casamiento, natalidad, etc.) e incluso la muerte estaba controlada (testamento: por el cual obtenían ingresos económicos cuantiosos, lugar de enterramiento, etc.). Pero incluso después de la época medieval, encontraremos la iglesia católica vinculada al poder, un ejemplo lacerante de ello lo podemos encontrar en la Historia colonial del Archipiélago Canario.

   El 13 de mayo de 1478, en  Sevilla (f.106), se confirma, a petición del secretario y cronista real Alonso de Palencia, de la capitulación asentada por éste, en nombre de Su Alteza, con don Juan de Frías, obispo de Rubicón, y con los capitanes .don Juan Bermúdez, deán de las islas de Canaria, y Juan Rejón, criado de la reina, sobre la armada para la conquista de Gran Canaria y otras islas pobladas de infieles. En dicha capitulación, Sevilla 20 de abril 1478, se concede al obispo la orchilla de las islas mientras dure la conquista y los reyes se obligan a aportar 20 lanzas de la Hermandad. La Reina. Ávila. Reg; Diego Sánchez. (E. Aznar Vallejo. 1981)

   El 24 de junio de 1478 la flota invasora recala en Las Isletas, bajo el mando nominal de Juan Rejón, siendo los verdaderos jefes y coordinadores de la invasión el Obispo de Rubicón Juan de Frías y el Deán Juan Bermúdez, estos fueron los encargados de la coordinación de la operación, el gobierno de la parte de la isla ocupada por los europeos estaba a cargo del Obispo Juan de Frías, siendo el capitán responsable de la invasión y conquista Juan Bermúdez, y Juan Rejón, criado de la reina Isabel, como capitán ejecutivo de las tropas, mercenarias.

Celoso el Obispo Juan de Fría de los diezmos pertenecientes a su mitra no estaba dispuesto a que otros esclavistas mermaran el censo de sus diezmeros, por ello denuncia ante el Consejo de Castilla a los depredadores no autorizados, obteniendo sentencia a su favor con fecha 6 de febrero de 1478: “Sevilla (f.119). Orden a las justicias de Sevilla e islas de Canaria y La Gomera, para que ejecuten la sentencia pronunciada por los drs. Andrés de Villalón y Nuño Ramírez de Zamora, oidores de la Audiencia y miembros del Consejo, en el pleito habido entre don Juan de Frías, obispo de Rubicón y de las islas de Canaria, y los capitanes de carabelas Alfonso Gutiérrez, Juan Martínez Nieto, Diego Gil, Alonso Yanes Nainas, Juan de Triana y Juan Martínez de las Monjas, vecinos de las villas de Palos y Moguer, por la que condenaron a éstos apagar las costas y a poner en libertad a los 99 canarios que habían traído de La Gomera, cuyos nombres se relacionan. Dicho pleito tuvo su origen en la petición presentada por el obispo en favor de la libertad de dichos gomeros, en la que alegó que éstos eran cristianos, recibían los sacramentos y pagaban el diezmo de sus cosechas y ganados, y en su posterior comisión a los citados jueces, por carta de 18 de octubre 1447 que va insertada, a pesar de que la otra parte adujese que el obispo no era parte para hacer tal demanda. Andrés.  Nunius. Villarreal. Reg: Diego Sánchez.” (E. Aznar Vallejo. 1981)

   Este grupo de naturales  de Gomera que debían ser devueltos a su isla,  el Obispo estimó más práctico emplearlos en la invasión y conquista de Tamaránt. Pero la acción de conquista tuvo escasos resultados debido entre otras cuestiones a las diferencias entre los capitanes invasores y a la escasez de recursos. En este intento, tanto el obispo Frías como el deán Bermúdez cortaron más cabezas de guanches que las tropas de Rejón.

         El Papa Sixto IV, por la bula Varíís quamvís dístractí curís, de Roma a 22 de noviembre de 1480, anula la bula de indulgencias debido a las depredaciones y abusos cometidos, y retira de la jurisdicción del nuncio apostólico de Canarias, a Fray Andrés Zumis, de la secta católica de los franciscanos establecidos en Canarias, pasándolos a la del vicario general de las mismas, Fray Alonso de Zamora. 1480. Fray Alonso de Zamora, (O.F.M.), parece que fue nombrado este año “nuncio y comisario apostólico” de Guinea, pues figura cómo tal el 20 de diciembre de 1480. Parece asimismo que poco después fue suprimida la nunciatura (¿En 1487, a la vez que la vicaría general?). El nombramiento de nuncios para Guinea y Canarias nos indica que por aquellas fechas, el Vaticano consideraba a las Islas Canarias como un reino africano por someter, pero no como una colonia de las coronas de Castilla y Aragón.

   A partir de ese momento el clero invasor de la iglesia católica que ya llevaba 85 años establecida en las islas orientales y en la Gomera decidió abandonar la política pretendidamente evangelizadora que habían venido propugnando y tomó la vía de la agresión armada como medio de sometimiento imponiendo la cruz mediante la espada y la pólvora, la intolerancia, especialmente religiosa se manifiesta en las relaciones de dominación, en la creencia de la superioridad de los invasores sobre la supuesta inferioridad guanche. La supuesta superioridad europea ha sido un pretexto para encubrir la más perversa injusticia, mellando nuestra condición de seres humanos, saqueando nuestros recursos, induciéndonos al abandono de nuestra forma de ser y de pensar, provocando el auto odio. Otro componente del colonialismo católico es la endofobia, que consiste en el odio, la repugnancia o la hostilidad hacia el mago (el otro guanche).

   La aparente defensa del clero católico de los naturales, en el fondo no era otra cosa que una confrontación de intereses, pues los bautizados pasaban ser siervos de la iglesia, obligados a pagar el diezmo de sus cosechas y ganados, además de las tarifas impuestas en los consuelos religiosos, bautismos, bodas, entierros etc. Por este motivo la iglesia católica se oponía a la esclavización de los naturales de los bandos de paces argumentado que eran cristianos y por tanto no debían ser esclavizados, pero si participaba de la esclavización de los de los bandos de guerra aunque estos estuviesen bautizados.

   El mantenimiento de la esclavitud era ciertamente gravoso para los invasores, pues les obligaba a mantener destacamentos armados para controlar a los sometidos, así como mantener normas crueles que aplicaban a los guanches que escapaban y eran capturados los cuales eran azotados hasta la muerte como ejemplo para los demás aunque estos asesinatos tolerados suponían una perdida económica para el invasor esclavista, los aplicaban con objeto de mantener el orden impuesto.

   La solución como siempre que se trata de mantener oprimido a los pueblos surge de la mano de la iglesia católica, esta prometía la no esclavización de nuestros ancestros guanches que no habían tomado las armas contra los invasores en defensa de la matria (patria) siempre que asumieran el cristianismos, a los que se habían defendido, no sólo eran considerados esclavos de buena guerra según la terminología de la época, sino que la propia iglesia católica los esclavizada y comercializaba, muchos templos católicos en nuestras islas fueron construidos con el producto de la venta de nuestros antepasados.

   Mantener esclavizado a un pueblo recién dominado mediante la fuerza armada  es relativamente fácil, pero mantener la esclavitud por este medio durante las generaciones siguientes es ciertamente complicado y costoso, por ello es aquí donde entra la religión como forma mas barata y perenne de continuar manteniendo esclavizado a un país, al inducir en el sometido que esa es la voluntad del nuevo Dios. Así la iglesia católica se convierte en la verdadera garante de la continuidad de la esclavitud.

   Así el clero católico dirigió todos sus esfuerzos catequizadores a inducir en la mente de los neófitos sometidos la aceptación resignada del estado de sometimiento como  designio de Dios y, por consiguiente, el revelarse contra su situación de esclavitud seria oponerse a la voluntad divina con lo cual con toda seguridad sus almas estarían por toda una eternidad condenadas achicharrándose en las calderas de aceite hirviendo de Pedro Botero en el infierno, esta prédica caló en la mente de  los sometidos debido a la profunda espiritualidad innata del pueblo guanche y sus creencias ciertas de que después de la muerte el espíritu libre viaja al Seno de Majek, así tenemos que en la generación siguiente los esclavos no ofrecían resistencia a su condición de tal aceptándola como un mandato divino, además había un Cristo para los esclavos y otro para los hombres ricos y libres.

   En la isla Chinech (Tenerife) como también esta contrastado en la isla  Tamarant (Gran Canaria,) así como en Benahuare (La Palma) se produjo un hecho incuestionable: que una vez invadidas conquistada las islas seguían viviendo en las mismas junto con los castellanos invasores y colonos los guanches, awuaras y canarii y,  en menor medida gomeros. De los documentos existentes podemos comprobar que en Chinech esta convivencia era integradora en cuanto a la población de menceyes y notables guanches que habían quedado en el bando de paz, con cesión  de tierras y aguas para dedicarlas al cultivo y pastoreo. Los guanches alzados, al no tener prerrogativas, y al no considerarse realmente sujetos a ningún orden social establecido por el colonialismo, acudían a los núcleos menos vigilados y se hacían con provisiones de alimentos como trigos, cebada, ganados, etc., como medio de recuperación de lo que habían sido despojados, así como para hostigar a los invasores. Lo cual provocaba cierto revuelo, ya que era difícil determinar donde se encontraban estos alzados, ya que eran en la mayor parte de las veces encubiertos por los propios naturales de la isla; por la similitud de rasgos no resultaba fácil averiguar quien era de paz y quien alzado, lo cual ocurría más en las zonas de montañas y especialmente en las bandas de Chasna.

   Durante siglos la Historia de las Islas Canarias ha tenido una premisa propagada por los colonizadores que se fue repitiendo de generación en generación: “La raza aborigen que habitaba en las Islas se exterminó”. Esta base llegó hasta el siglo XX, cuando en sus comienzos un grupo de investigadores vinculados a la Universidad de España en Canarias trataron de mostrar lo equivocado del planteamiento; pero las líneas de estudio quedaron suspensas durante más de cuarenta años. Aún hoy en algunos círculos dependientes se escucha que la etnia guanche pertenece más a la leyenda que a la realidad, que es un mito su supervivencia, cuando la realidad es que es un mito la teoría del supuesto exterminio.

   No debemos perder de vista que el término aborigen tiene un carácter peyorativo, discriminatorio, pues mantiene presente el discurso neocolonial y las relaciones sociales de dependencia económica, social, política y cultural de los conquistados en relación con los conquistadores. El término, además, está asociado con seres que aún no han llegado al estadio de la "civilización" e implica la infravaloración de la identidad e historia de sociedades a las que se consideran diferentes e inferiores. (J. Farrujia de la Rosa)


   Los bautismos masivos por el rito católico

   Al igual que ayer, la iglesia es una institución que resguarda los sagrados intereses de la clase colonial. Es un poder de Estado o arma ideológica de los colonizadores para idiotizar a los pueblos sometidos hasta saquear el último céntimo de las riquezas de un país. De ahí que no es de extrañarse que la iglesia haya salido en defensa de sus "pobres angelitos" capitalistas que destruyen a la sociedad canaria proliferando toda clase de vicios, no hay que olvidar que sobre nuestras mentes pesa una programación imperial de mas de 500 años donde la religión católica ha sido el arma fundamental para la dominación.

   Es a partir del siglo XI que la nobleza europea empieza a acompañar su nombre personal con la fórmula "de + topónimo" para marcar de alguna manera sus posesiones territoriales.

   Del mismo modo, las clases populares se valen de una construcción similar a la anterior, en que el topónimo puede ser menor (Vall, Coma, Vinya) o de la población, zona o país de procedencia. Además, con el tiempo, el conjunto de lo que después será los apellidos se enriquece con elementos procedentes de apodos, circunstancias del nacimiento, fórmulas de buenos augurios, etc.

   Es a partir del siglo XIV cuando podemos afirmar que el apellido se fija a una determinada familia y se transmite, más o menos rígidamente, de padres a hijos dando lugar a los linajes.

   La fijación ortográfica de los apellidos, con muchas matizaciones y muy sometida a la influencia de las lenguas dominantes en cada momento y lugar, se consolida a partir del Concilio de Trento (1545-63) que establece la obligación parroquial de llevar libros de registro sometidos a la revisión y aprobación de los obispos en las visitas pastorales.

   La norma general, al menos entre las clases populares, fue el empleo de un solo apellido hasta bien entrado el siglo XIX. Algunas veces se añadía a este apellido algún modificador que ayudara a la distinción entre personas del mismo nombre y apellido en una determinada sociedad ("mayor", “el viejo”  “el mozo” apodos diversos, nombres de casa, topónimos de origen o residencia). Hay que decir,  que la costumbre de la nobleza de usar el apellido paterno más que el materno fue imitada en mayor o menor medida por otras clases sociales.

   La regla de sucesión del mismo apellido de padres a hijos no se siguió siempre de manera estricta, siendo frecuente que uno o varios hijos de un mismo matrimonio ostenten apellidos diferentes a los de sus padres. (Tomado de:

   En 1496 sucede en el obispado de Canarias  Diego de Muros, natural de la villa de Muros de Noya, en Galicia (España), de la cual tomó el apellido, siendo deán de Compostela al ser elevado a la dignidad de obispo de Canarias. Cuando llegó a Wniniwada (Las Palmas) se hallaba ya conquistada la isla de Chinech (Tenerife,) en cuyo repartimiento de la tierras usurpadas se le asignaron ciertos terrenos que luego donó a los templos católicos de la Concepción de Eguerew (La Laguna,) Puerto de Añazu (Santa Cruz) y Santiago del Realejo.

   Su primera diligencia fue celebrar sínodo en su Catedral, siendo el primero que tenía lugar en la colonia desde la creación de la diócesis.

   Las constituciones aprobadas dan una idea exacta del estado moral de la colonia en aquella época y llevan la fecha de 23 de octubre de 1497.  En ellas se manda abrir en cada parroquia libros de bautismos, expresando en cada asiento el día, mes y año, los nombres del bautizado y los de sus padres, abuelos y padrinos. Fundado en la poca gente que había en las islas y en la necesidad de disminuir los impedimentos de parentesco espiritual, se ordenaba que sólo asistiesen como padrinos una persona de cada sexo.

   Es sabido que las autoridades coloniales españolas no dejaron nada al azar en la lucha que mantuvieron en esta colonia durante todo los siglos  XV y XVI; persiguen toda práctica, toda costumbre que se aparte de la norma. He tenido ya ocasión de examinar los esfuerzos desplegados por la Corona para romper la solidaridad familiar tradicional. En este contexto, el apellido y el eventual sobrenombre de origen guanche se hallaban amenazados. Pero la identidad canaria pasa también por el nombre, por lo que los legisladores ven la necesidad de ocuparse muy especialmente de que éste desaparezca. Su objetivo es borrar la conciencia diferente del pueblo  canario.

  La iglesia católica celosa siempre del control de su rebaño vigilaba escrupulosamente que sus neófitos no portasen nombres autóctonos, con algunas raras excepciones permitidas a algunos notables a los cuales en un principio se les toleró su nombre de origen, pero que con el transcurso del tiempo fue creando mecanismos sociales que obligaban a estos a renunciar a sus nombres originarios.

    “ ... Así somos informados que algunos de los nuevamente convertidos se llaman nombres y sobrenombres de guanches; mandamos que de aquí adelante no se lo llamen, y si alguno de ellos tiene agora nombre o sobrenombre que suene a guanche, lo quite y no se lo llame más y tome otro nombre de cristiano..."

   Pero ni el nombre cristiano ni el guanche se imponen en circunstancias fortuitas.

La imposición del nombre coincide con la consagración del niño al dios cristiano.

De ahí que las autoridades civiles y eclesiásticas españolas tengan imperiosas razones para interesarse por un fenómeno aparentemente poco importante. Dada la estrecha relación existente entre nombre y bautizo, no cabe la indecisión o la indulgencia; todo aquel que no tiene nombre cristiano o no lo utiliza, no es cristiano. Por ello ponen mucha insistencia en que los niños guanches sean bautizados y que sus padrinos sean cristianos viejos. Una cédula de 20 de junio de 1511 hace obligatoria esta última disposición, confirmada en repetidas ocasiones a pesar de las protestas de la comunidad guanche.
   ¿Cómo lograr que el padrinazgo pasase de ser una obligación a ser una opción?
  ¿Cómo conseguir que el acto del bautismo implicase un parentesco espiritual entre padrino y ahijado, un contrato otorgado por ambas partes? Esto entrañaba una considerable dificultad que las autoridades coloniales españolas del siglo XVI se vieron obligadas a afrontar. De ahí que aparecieran textos normativos sobre el tema de la elección de padrinos y madrinas, textos cuyas vacilaciones y silencios reflejan la confusión, por no decir la perplejidad, de los legisladores.
   El padrino (o la madrina) debe estar bautizado, tener uso de razón, tener intención de cumplir su misión, no pertenecer a ninguna secta herética o cismática ni pesar sobre él una sentencia de excomunión. Se consideraba que los guanches estaban muy superficialmente cristianizados -por no decir que no lo estaban en absoluto como para confiar en ellos. Además, se esperaba que la presencia y el celo de unos padrinos cristianos viejos impidiesen los ritos que acompañan al nacimiento o los primeros días de vida del guanche.
  
  Los nombre propios guanches comienzan a disminuir a partir del 25 de julio de 1496, cuando se firma el pacto de Los Realejos, aceptado por la mayoría de los confederados en la lucha contra los invasores, pacto que no fue asumido por el último Mencey de Taoro Bentor, digno heredero de las virtudes heroicas de su padre el gran Kebehi Benchomo, prefiriendo el suicidio ritual arrojándose al vació desde el Risco de Tigaiga antes que rendirse a los invasores españoles. Tampoco aceptaron la rendición un número considerable de notables así como un importante grupo de guerreros (unos cinco mil) que optaron por continuar la defensa de la matria (patria) replegándose a lo más abrupto del territorios, estos guerrero posteriormente fueron conocido como los guanches alzados.

   Con este acto de Los Realejo comenzaron los bautismos masivos por el rito católico, algunos cronistas recogen que en dicho acto los Menceyes que se habían sometido y sus familias, fueron bautizados en un librillo de barro barnizado de verde, el rito fue dirigido por un clérigo portugués, el invasor Rui Blás, de la secta católica que acompañó al masacrador Alonso Fernández de Lugo en la conquista de esta Isla Chinech (Tenerife.)

   Como consecuencia de la cristianización además de desintegrarse los sistemas religiosos, políticos,  económicos y culturales que existían en la sociedad precolonial, los guanches sufrimos una perdida del sentido de nuestras vidas y de la existencia de nuestras comunidades. En medio de ese desmoronamiento se introdujeron las bases de la cultura española. El primer paso consistió en despojar al individuo de su identidad despersonalizándolo, para ello se le obliga a renunciar a su nombre autóctono y se le sustituye  por otro cristiano.

   A partir de ese momento en los incipientes núcleos de población de corte europeo fue como si los guanches hubiésemos dejado de existir, a pesar de que caminábamos por sus embarradas callejuelas ya no se nos reconocía, nos habían obligado a abandonar nuestra vestimenta tradicional y a vestir de burdos paños de gruesa lana o basto lino, suministrados a precios abusivos por mercaderes sin escrúpulos. Se nos obligó a renunciar a nuestros sonoros y melódicos nombre:Tigáyga; Teguayco; Sunta; Rosalía; Rukaden: Ruyman: Sebensuí; Romén; Círma; Collarampa; Dácil; Tenesoya Vidina; Ayoze; Doramas; Taoro: Tahodio; Chaurero; Teyda; Garachico; Guadameñe; Pelinor; Roesmo; Ramagua; Chindia; Agoney; Aniaga; Faina; Guadarfía, Guanareme: Teguise; Armiche; Amaluyge; Mayantigo: Atanausú; Aythamy; Arminda; Benthejuí; Guayarmina; Kataysa; Abora; Guanche; Abenaura; Abenchara; Acerina; Adasat; Anagua; Arecida; Aremoga; Chaxiraxi; Chimaye;  Dafra; Daida, Daniasa, Meagens, Moneyba, Tassa, Tassat, Talegaza, Tazirga, Tegina, Tegueyga, Tenercina; Abian; Abtejo; Adargota; Aday; Adargota; Adxoña; Azur; Aguahuco; Aguaberque; Uramas o Doramas; Chimenchia: Benchomo; Bentor; Archinife; Akaymo; etc.,

   Muchos de estos nombres si queremos oírlos en la actualidad tendríamos que desplazarnos a América donde los descendientes de los forzados emigrantes canarios los han perpetuado y donde muchos de ellos perduran hoy en día como apellidos ostentados por relevantes personajes de la política, las artes, las letras, la medicina, las ciencias etc. En cambio en nuestra matria fueron ninguneados y eliminados, sustituidos por los Pedro; Antón; Fernando; Luis; Gonzalo; Petra, María, Josefa, Ana, Luisa, Diego, Antonio, Alonso, Jorge, Bernardo, Eduardo, Felipe, etc. etc.

La participación del clero católico en la esclavización del pueblo guanche

   Para cualquier religión medianamente sensible un rito sagrado lo es sin duda el acto de purificación o bautismo, pero este no fue el caso para la iglesia católica establecida en esta colonia. Dicho rito fue utilizado por los invasores para esclavizar a nuestros ancestros en actos ciertamente desalmados propio solamente de gentes de la más baja condición humana, de vándalos carentes del mínimo sentimiento de dignidad.

   Pero lo más censurable de estos execrables actos, es que la iglesia católica otrora supuesta defensora de los naturales no levantó la voz a favor de nuestros ancestros ni denunció estas tropelías, a pesar de ser públicas y notorias,  porque indudablemente era mucho más rentable la complicidad que el recabar justicia para los sometidos.

   Alonso de Lugo era generoso con lo ageno –siempre que no le afectara al bolsillo propio-, con aquellos que secundaban sus planes sin cuestionárselos, de ello poseemos abundante documentación, por ello no es extrañar su largueza con el obispo Muros y con el clérigo portugués Rui Blas, quienes indudablemente fueron cómplices en la esclavización de cientos de nuestros ancestros.

   Como queda dicho en 1496 sucede en el obispado de Canarias   Diego de Muros, cuando llegó a Winiwada (Las Palmas) se hallaba ya ocupada la isla de Chinech (Tenerife,) en cuyo repartimiento como hemos dicho se le asignaron ciertos terrenos situado en la Sierra de Sejeita (El Bronco-Lomo Largo). La cuestión es, si el obispo Muros no participó en la invasión y conquista de Chinech, ¿que motivos tuvo Alonso de Lugo para premiarle a titulo personal con tan importante lote de tierras?

   El 25 de julio de 1496, uno de los Capellanes de la secta católica que acompañó al invasor Alonso Fernández de Lugo en la Conquista de esta Isla Chinech (Tenerife), llamado Rui Blás,  asistió como tal Capellán a la  misa de ocupación que se celebró en el improvisado altar del Realejo alto el día 25 de julio de 1496, al firmar algunos de los notables guanches el Pacto de paz con los invasores.

   Al hacerse más tarde el reparto como botín de guerra de las tierras usurpadas entre los invasores conquistadores, se le agració a título personal al clérigo esclavista Rui Blás con una Data en Icod; consistente en las tierras que se sitúan en la cordillera que por el Occidente cierra el Valle de Icod, que aun conservan el nombre de aquel clérigo, y entonces se prolongaban hasta la orilla del mar, donde hoy está la finca de la Coronela.

   El investigador Antonio Rumeu de Armas nos ofrece una documentada visión de los hechos:

   “Una vez finalizada la conquista, los atentados contra la libertad de los guanches de las paces fueron reiterados. Véanse como ejemplo las denuncias que formula contra su censurable actuación Francisco de Albornoz, “para guardar su ánima y conciencia” de los remordimientos que le embargaban: “Se le acuerda al tiempo que se ganó la isla, él fue conquistador, y después de ganada, el gobernador hizo llamar y traer ante sí algunos clérigos, estando en el reino de Taoro, hasta cien almas de guanches de esta isla, los cuales eran del reino de Tegueste, y estaban subidos en un risco de la sierra diciendo que querían ser cristianos. Venidos ante el gobernador y los clérigos, los bautizaron y tornaron cristianos, y, después de bautizados, los hicieron embarcar forzosamente y los llevaron a vender, y algunos de ellos vendieron en la isla. Esto parece al testigo contra razón, porque decían que querían ser cristianos y vivir en su tierra, y no les fue hecha justicia.”

   Como los guanches de Tegueste, refugiados en el reino de Taoro, pero pertenecían a los bandos de guerra, jurídicamente podían ser reducidos a esclavitud, de acuerdo con las prácticas de la época, que no reconocían al bautismo en general virtudes liberatorias si era recibido en estado de servidumbre. Lo que se censura es el procedimiento: la trampa y el engaño utilizados para la captura, máxime invocando una finalidad espiritual.

   En cambio, lo que no tiene perdón fue la fechoría cometida con los guanches de Abona, Adeje y Anaga, por la triple circunstancia de pertenecer a los bandos de las paces, la ocultación perpetrada al obispo de Rubicón-Canaria de las perversas intenciones de captura a traición, y, lo que es aún más grave, la artera y sacrílega maniobra de utilizar un siniestro sicario disfrazado de prelado para sucios fines de lucro a costa de indefensos seres humanos

   En 1497 había estado en Tenerife, en visita pastoral -como acabamos de referir-, el obispo de Rubicón-Canaria don Diego de Muros, circunstancia que aprovechó para impartir personalmente el bautismo a infinito número de guanches. Pues bien, véase ahora lo que nos revelan dos testigos de cargo.

   El primero, Alonso de las Hijas, confiesa que…“los canarios de Abona e Adexe... heran de paces, e avían servido a Sus Altezas al tiempo de la, conquista... contra los otros canarios que heran en deservicio de Sus Alteza;  e el obispo asimismo los mandó veenir diziendo que se viniesen a tornar Cristianos, y ellos vinieron a la Iglesia seguramente, en que seran mas de  doscientas ánimas, y el obispo los tornó christianos; y a la ora después de ser christianos, el dicho adelantado [Alonso de Lugo] los mandó encerrar en una casa, donde los cautivó e los vendió, los quales davan vozes e reclamaban diziendo que heran christianos servidores de Sus Altezas, que cómo hera aquello que los vendían, e los llevaron a Valencia e a Barcelona e a otras partes...”

   Más repugnante es la declaración de Francisco de Albornoz. Este destacado mílite atestigua: “Después no se ha guardado justicia; especialmente otra vez, al dicho tiempo, el adelantado [Alonso de Lugo] hizo traer ante sí a los guanches del reino de Anaga, unas doscientas ánimas entre hombres y mujeres, los cuales eran de paces, y en la conquista ayudaron a conquistar a los otros en favor de Sus Altezas. No se acuerda si los tornaron cristianos o no, pero vio cómo los cautivaron y enviaron a vender. Y asimismo en dicho tiempo, el adelantado hizo parecer ante sí hasta doscientos guanches del reino de Adeje y de las paces, que asimismo ayudaron a conquistar los otros. En esta manera y con tal engaño que como estaban escarmentados de lo pasado, pusieron en un corral, cercado de piedra, un hombre (que se dice Sepúlveda) y cubriéronlo de ropa y dijeron que el adelantado les llamaba para que viniesen a tornar cristianos, que estaba allí el obispo, y al momento que los tuvieron dentro en el corral, los cautivaron y los repartieron y embarcaron por cautivos.

   Hoy sabemos, por las denuncias que luego se formularon, que el número de los cautivos de los reinos de las paces pasaron de mil, de 1os cuales permanecían en Tenerife, en 1498, unos trescientos. Otro importante grupo de guanches horros los tenía ocultos, en sus posesiones de Sanlúcar de Barrameda, don Juan Alfonso de Guzmán, duque de Medina Sidonia; era parte del precio de la colaboración prestada en la conquista de la isla.

   Las quejas contra la censurable conducta del conquistador se dejan sentir en la corte en las postrimerías de 1497. Portavoz de los oprimidos será el mensajero Rodrigo de Betanzos, quien aboga con tesón en defensa de los guanches de las paces, víctimas de inicuas vejaciones.” (A. Rumeu de Armas, 1975: 403-481)

   Está ampliamente demostrado documentalmente que la mayoría de la población guanche sobrevivió a pesar del holocausto que supuso las masacres persecuciones y esclavizaciones llevadas a cabo por los españoles durante los primeros tiempos de la invasión y conquista de la isla, especialmente en los menceyatos denominados de paces. La rápida imposición de nombres católicos a la población guanche quedó registrada en los libros parroquiales y en los protocolos notariales, en los que por cierto no deja de ser curioso los encabezamientos de los testamentos los cuales seguían un formulario oficial dictado por la iglesia católica en lo que se daba por supuesto  los deseos de testamentarios en cuanto a la mandas dedicadas a la iglesia.

   A estas familias de las bandas del sur de origen guanche se refiere el via­jero escocés George Glas en el año 1764, aclarando que en el siglo XVII "...se conocía la diferencia entre muchos guanches y los españoles; pero ahora [año 1764] están mezclados, a excepción de algunas pocas familias por Candelaria, Güímar y Chasnia [sic por Chasna]". Este curioso viajero británico tuvo oportunidad de conocer a las familias chasneras que a me­diados del siglo XVIII, dos siglos y medio después de la conquista de la isla, se preciaban de ser descendientes puros de guanches, sin mezcla con europeos. Glas las describe así: "...ambas ciudades [Chasna y Güímar] tienen algunas familias que viven en ellas, que se consideran a ellas mismas como los auténticos descen­dientes de los guanches. He visto y he hablado con esas personas, pero no pudieron satisfacer mi curiosidad en ninguna cosa que se refiera a los hábitos y costumbres de sus antepasados, cuyo lenguaje han perdido por completo. Me parecieron ser de una tez más blanca que los españo­les de la provincia de Andalucía". (Goerge Glas, 1982:80)
   Este viajero escocés prueba a través de su testimonio cómo, más de 250 años después del fin de la conquista de Tenerife, todavía existían fami­lias en Chasna (que en aquella época se extendía también por Arona y San Miguel) que se consideraban descendientes de los guanches, sin mezcla con europeos.

   Debemos tener en cuenta que no todos los que fueron bautizados por el rito católico generaron documentación escrita, aún así, es muy abundante la generada por las familias guanches más notables mediante contratos y últimas voluntades. Al final de este trabajo ofrecemos un amplio listado de guanches con nombres católicos, los cuales hemos agrupado por nombres de pila ya que al principio de la cristianización a nuestro ancestros solamente se les imponía el nombre de pila, fue posteriormente a finales del siglo XVI cuando comenzaron a aplicarles apellidos.

   Tal como recoge el historiador Nelson Díaz Frías, refiriéndose a la población autóctona de las bandas del sur de la isla Chinech, pero que creo aplicable al resto de la isla: “A pesar de la mortandad producida por la conquista y los subsiguien­tes cautiverios, parece ser que, como ya dijimos, la mayor parte de la po­blación de Abona durante la primera mitad del siglo XVI estaba formada por guanches, que vivían en cuevas y pequeños poblados dispersos, dedi­cándose a lo que mejor sabían hacer: el pastoreo.

   De algunas de estas fa­milias guanches ha quedado rastro en la documentación de la época, preci­samente por su condición de nobles en la estratificada sociedad aborigen. Además, seguramente, entre los habitantes de Chasna que figuran en los re­gistros sacramentales, a partir de 1570, se deben encontrar numerosos des­cendientes de guanches cuyos nombres y apellidos europeos, en la mayor parte de los casos, hace imposible determinar su verdadero origen, salvo en los supuestos de guanches pertenecientes a familias de origen noble, al­gunos incluso descendientes de los menceyes sureños, en los que precisa­mente su distinguido origen permite, con la ayuda de informaciones de no­bleza o testamentos, salvarlos del anonimato en el que seguramente se encuentran otros muchos de sus hermanos de raza, difuminados junto con pobladores castellanos y portugueses con sus mismos nombres y apellidos en los registros parroquiales conservados.” (Nelson Díaz, 2002:87)

   Recordar que en la antigua Corona de Castilla y en sus colonias, es frecuente que los nombres patronímicos se asuman como apellidos, se utiliza principalmente la desinencia "-ez". Por ejemplo, del nombre propio Fernando deriva Fernandez o de Diego deriva Díaz etc.. Si bien los habitantes primigenios de cada isla poseen su propio gentilicio tale como Awuaras (palmeros) Canarii (canarios) Gomeros (gomeros) Bimbaches (herreños) Maxoreros o Majoreros (naturales de Lanzarote y Fuerteventurta) hemos preferido aplicar el termino guanche para todos, ya que es comúnmente aceptado en la misma medida en que se acepta el termino Canarias para todas las islas. Así mismo, en el lenguaje de la época que tratamos el vocablo “Natural” era sinónimo de guanche, es decir, los guanches y sus des­cendientes, posteriormente este concepto quedó diluido en el termino “vecino”.

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