viernes, 13 de enero de 2012

NOTAS AL DIARIO DE LAS HERMANAS CASALON (XIII)

 Eduardo Pedro García Rodríguez

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 Esta complicada maniobra, digna del genio de Nelson, no fue intuida por Villeneuve, empecinado en su idea de mantener una sola línea –y tan imperfecta como hemos visto- todos sus barcos; pero si por Gravina, que, valiéndose del telégrafo de señales, pidió a aquél autorización para maniobrar independientemente con los doce navíos que componían la escuadra de observación, no obstante lo cual le fue ordenado mantenerse en línea como hasta entonces con lo que perdería una posibilidad de contrarrestar la maniobra británica.

       Cabe asegurar que bien distinto habría sido el resultado de la acción si el almirante en jefe de la armada combinada se hubiese aceptado las indicaciones de Gravina.

       A las once y media las fuerzas británicas llegaban a tiro de cañón de la línea aliada. El Victory, buque insignia del vicealmirante Nelson, un gran tres puentes de 100 cañones, guiaba la primera columna, seguido de otros dos navíos de tres puentes, el Temeraire y el Neptune, ambos de 98 cañones; detrás iban el Conqueror y el Leviathan, de 74, y a continuación el Britannia, tres puentes de 100 cañones (barco insignia del contralmirante Nortesk); luego, tras un amplio espacio, el Agamemnon, de 64; el Ajax, el Orion, el Minotaur y el Spartiate, todos de  74, y el Africa, de 64, que sotaventeando durante la noche, forzaba de vela para ocupar su puesto. La segunda columna estaba encabezada por el magnifico tres puentes Royal Sovereign, de 100 cañones, navío insignia de Collingwood; seguíanle  el Belleisle y el Mars, ambos de 74; el Tonnant, de 80; el Bellerephon, de 64; el Colossus, y el Achi,lles, los dos de 74, el Polyphemus, de 64; más a la derecha componían una segunda fila el Revenge, el Swiftsure, el  Thunderer, y el Defence, todos de 74, y, finalmente los tres puentes de 98, Dreadnought y Prince, un poco más alejados hacía la columna de Nelson, navegavan a toda vela haciendo grandes esfuerzos, ya que eran malos veleros para mantenerse en sus puestos.

      Era medio día cuando Nelson dirigió a su armada, por medio del telégrafo de señales, la famosa alocución: “England expects that every man to do his duty”. (Inglaterra espera que cada cual cumpla con su deber)

       A las 12 y veinte minutos el Victory, a unos quinientos metros de la línea aliada, comienza a recibir el fuego varios navíos enemigos, pudiendo decirse que éstos, con mejores artilleros y encontrándose el mar en calma, habrían logrado que el barco de Nelson resultara casi destrozado tras soportar un cañoneo de enfilada de más de 200 piezas durante cuarenta minutos; pero sólo experimentó ligeras averías y cincuenta bajas, por lo que prosiguió derecho a cortar la línea aliada entre el Bucentaure y el Santísima Trinidad.  A todo esto, el Royal Sovereign, que era uno de los más veloces navíos ingleses, se adelantó a las demás unidades de su columna, soportando un fuego semejante al que llovía sobre el Victory, y fue a cortar la línea de la escuadra hispano francesa entre el Fougeux y el gran tres puentes Santa Ana, al pasar a popa del cual le disparó de enfilada los 50 cañones de sus baterías de babor cargados con doble y triple proyectil, que tuvieron graves efectos pues produjole terribles averías, haciendo que quedaran fuera de combate 200 a 300 de sus hombres; abarloándose después al navío español, se cañonean ambos durante más de media hora, resultado los dos casi destrozados.  El Belleisle, que seguía de cerca al buque de Collingwood, atravesó la línea aliada por la popa del Santa Ana, y situándose por la amura de éste comenzó a cañonearle, con lo que la situación del español se hizo insostenible, y más aún cuando nuevas unidades inglesas que atravesaban la línea le disparaban al pasar, como consecuencia del brutal acoso a que fue sometido, y con 300 a 400 bajas entre ellas el general Álava, a las dos y media, el Santa Ana, se vio obligado a rendirse.

       El Royal Sovereingn, resultó prácticamente inutilizado por el fuego del Santa Ana, y Collingwood hubo de abandonarlo, pasando a una fragata.

       Los navíos ingleses que avanzaban tras el Belleisle, o sea: el Mars, el Tonnani, el Bellerophon, el Colossus, y el Achilles, habían atravesado la línea aliada, en tanto que el Revegenge, el Defiance, el Thunderer, Swiftsure y el Defence, al llegar a ella viran a estribor para completar la maniobra tendente a envolver la retaguardia hispano francesa, buscando entre dos fuegos a los navíos aliados próximos al Santa Ana, abrumándolos con una superioridad local de tres a uno, a fin de, que cuando estuviesen rendidos correrse hacía el extremo de la retaguardia venciendo a los buques aliados uno tras otro a favor de la ventaja  que le daba el viento, en tanto que a Gravina le era casi imposible maniobrar para acudir en auxilio de los buques aliados situados en la cabeza de la retaguardia. Además el Pholipemus, y los tres puentes Dreaadnought y Prince,  aún muy retrasados, constituían una reserva presta a reforzar a los atacantes.

             Pocos minutos después  del momento en que collignwood- adelantado al almirante en jefe Nelson gracias a su más veloz navío – cortaba la línea aliada, lo hacía una milla más al Norte Nelson, con el Victory. Este marchaba directo a penetrar por el espacio existente entre la popa del Santísima Trinidad, y la proa del Bucentaure,  navío insignia del almirante jefe de escuadra aliada, Villeneuve; pero los dos barcos mencionados cerraron distancias entre sí, y el Victory víóse obligado a orzar, maniobrando para atravesar la línea por la popa del Bucentaure, y al pasar le disparó  de enfilada las cincuenta piezas de las baterías de babor cargadas con doble y triple proyectil que produjeron verdadero estrago y considerable número de bajas en navío galo. El Redoutable, que seguía en la línea al Bucentaure, maniobró para apoyar a éste y abordó al Victory cuando se hallaba ya algo a sotavento de la línea, combatiéndose tan próximos ambos barcos que  casi no podían utilizar la artillería. Sobre el Victory llueve el fuego de fusilería que desde las cofas del buque francés hacen grupos de tiradores, y Nelson que según su costumbre, se hallaba sobre cubierta, cae herido por una bala que le penetra por el hombro izquierdo con trayectoria hasta la columna vertebral. En aquellos momentos los tres puentes  Temeraire y Neptune atraviesan la línea aliada por el hueco producido entre el Bucentaure y Redoutable, acudiendo en apoyo del Victory, rodeado de enemigos. El Temeraire va a situarse por la otra banda del Redoutable  y el Neptune cierra contra el insignia de Villneuve, que poco después soporta también el fuego de del Conqueror por la otra banda. El Redoutable, ya muy mal trecho por el fuego del Victory, acabó de ser destrozado por los disparos de éste navío y del Temeraire, ambos de mayor potencia. Desmantelado por completo, reducido a un casco acribillado y con 522 bajas a bordo, de su dotación de 643, se rendía minutos antes de las dos de la tarde, media hora después de haber herido mortalmente a Nelson uno de sus hombres, con lo que causó una pérdida irreparable a Inglaterra. El  Bucentaure, encerrado en un círculo de fuego, al ser batido por el Neptune a estribor y por el Conqueroro a babor, soportando además el fuego cruzado de una banda del Victory, situado en ángulo de tiro utilizable quedó en poco tiempo completamente inutilizable y desmantelado, con el casco acribillado y más de doscientas bajas entre muertos y heridos. Villeneuve hubiera querido pasar a otro navío para proseguir desde allí la acción, pero tenía todas las lanchas inutilizadas por el fuego enemigo, viéndose precisado a rendirse antes de las dos y media.

                Después los británicos concentraron sus esfuerzos contra  el gigantesco Santísima Trinidad, ya atacado por el Leviathan y el Africa, reforzados después por el tres puentes Neptune y por el Conqueror, y tan horroroso es el fuego que recibe el navío español de todas las bandas que acaba por quedar desmantelado y raso como un pontón, con su inmensa arboladura vergas y velamen tapando las baterías que por ello no pudieron ser utilizadas. A pesar de tener a bordo más de 600 muertos y heridos, entre éstos  al general Cisneros, que llenan cubiertas y entre puentes, la gran nave española no se rinde y los buques enemigos que la asedian, atendiendo a combatir contra otras unidades de la vanguardia aliada que se les echa encima, la abandonan momentáneamente. El gigantesco navío queda inmóvil, sin que hasta el final de batalla tomaran posesión de él los británicos.

            Durante el transcurso de éstos hechos, la maniobra tan acertadamente llevada a cabo por la columna de Collingwood, tendente a envolver la retaguardia de la flota aliada, va ofreciendo sus frutos. El Bellisle, después de batir al Fougeux, obligandole a salirse de la línea y abatir hacía el Norte – donde será atacado y rendido por varios navíos de la primera columna ataca temerariamente al grupo formado por tres navíos franceses, que parece van a dar cuenta de él; pero acuden el Polyphemus, el Defence y el Swiftsure, que restablecen la supremacía británica. El Mars ataca al Pluton y el Tonnant al Algésiras, buque insignia del contralmirante Magon. Nuevos navíos ingleses entran en liza, y su esfuerzo combinado irá abrumando a los enemigos. De dos a cuatro de la tarde nada menos que diez buques franceses y españoles son puestos fuera de combate y capturados por la implacable tenaza que forma la columna de Collingwood. El Tonnant obliga a rendirse al Algésiras, casi destrozado y con 450 bajas a bordo, después de haber muerto el valeroso Magon; el Aigle, combatido primeramente por el Bellerephon,  sucumbe al esfuerzo combinado del Revenge y el Defence; el Berwick  es rendido por el Achilles  y el Defence; el Swiftsure, es dejado fuera de combate por el Coossus y el Bellerophon; el Achille, rodeado por tres navíos enemigos, Polyphemus, Bellisle y Swiftsure, que le dejan destrozado, al tres puentes Prince cuando éste, que entra en liza completamente fresco, le dispara sus andanadas, con lo que el navío francés, convertido en acribillado pontón, con más de 400 bajas a bordo, arde vorazmente para acabar volado al final de la acción.

              Mientras tanto, el discurrir de la batalla no marchaba con mejor suerte para los españoles, el navío Monarca, mandado por Argumosa, y Bahama, que dirigía el brigadier Alcalá Galiano, tuvieron que rendirse ante el ataque combinado de varios buques ingleses; el Argonauta, al mando de Pareja, sucumbía igualmente ante el Swiftsure y el Belleisle, y el San Juan Nepomuceno, mandado por el heroico  Churruca, fue acometido por el Defiance, el Tonnant  y otro navío más contra los que se sostuvo valerosamente, sí bien poco tiempo después le atacaron otros tres barcos más, uno de ellos el Dreadnought, de tres puentes dejándole completamente desarbolado. Una bala de cañón destrozó a Churruca una pierna, pero continuó dirigiendo el fuego, pese a que se desangraba por momentos, no permitiendo que fuese arriada la bandera mientras él viviese; mas, imposibilitado de romper el círculo de fuego que formaba los seis barcos enemigos, el San Juan Nepomuceno  sucumbió después de tan increíble resistencia, con más de 400 muertos y heridos a bordo.

             La vanguardia aliada al mando de Dumanoir, había permanecido inactiva durante la primera parte de la batalla. El comandante en jefe de la flota aliada Villeneuve había enviado señales en su apurada situación repetidas veces a Dumanoir, para que virase yendo al centro y retaguardia, atacados por las cabezas de las columnas inglesas,  a fin de restablecer la situación; pero Dumanoir desconfiaba de poder realizar dicha maniobra dada la débil brisa reinante, por lo que los navíos españoles que formaban parte de la vanguardia decidieron acudir por su cuenta en auxilio del centro, por lo que, virando trabajosamente el San Francisco de Asis, el San Agustín y El Rayo, éste de tres puentes, avanzan desde sotavento, seguidos de los franceses Héros y Intrépide, gobernando derechos sobre el Santísima Trinidad y Buncentaure. Pero las cinco unidades van llegando escalonadamente y encuentran cortado el paso por los seis barcos ingleses más retrasados de la columna de Nelson, que todavía no han intervenido en la acción: Britannia, de tres puentes; Ajax, Orion, Agamemnon, Minotaur y Spartiate. El Rayo, el San Francisco de Asís y el Héros logran atravesar la barrera de barcos enemigos y se dirigen a retaguardia, donde aún resiste Gravina; pero el San Agustín es atacado por el Minotaur, el Spartiate y el Leviathan, siendo derrotado por el violentísimo fuego concentrado, que le deja completamente desarbolado y con gravísimas averías. Dumanoir, decidido finalmente a virar, logra hacerlo, pese a las dificultades derivadas de la falta casi total de viento, y hacía las tres, con el Formidable en cabeza, seguido del Montblanc, el Scipion, el Duguay Trouin y el español Neptuno, pasa a barlovento por el través del Victory y encuentra el centro aliado completamente reducido  y a siete de los navíos vencedores frescos o casi indemnes, preparados para recibirles, por lo que, considerando inútil intervenir, cambia  a distancia algunas bordadas con los enemigos y orzando luego se aleja por el Oeste. No le puede seguir el Neptuno, que atacado por el Spartiate y el Minotaur, quien después de una valerosa resistencia no le queda más remedio que rendirse.

              A retaguardia de la ya deshecha línea aliada resistía un último grupo de navíos, apelotonados alrededor del buque insignia de Gravina. Atacado el Príncipe de Asturias, por el Defiance y el Revenge, se defendió con ventaja; pero acuden sucesivamente, para rendirle el Thunderer, el Polyphemus y el Dreadnought, combatiendo durante algún tiempo con cinco enemigos a la ves. Llegan en su defensa el Pluton y el Neptune; pero Gravina, que se encontraba herido, hace señales de reunión, y con su desarbolado navío a remolque de una fragata y siguiéndole  el Montañez, el San Justo y el San Leandro, españoles, y los franceses Indomptable, Neptune, Pluton, y Argonaute y Héros, se dirige hacía Cádiz, sin que los británicos, bastantes de cuyos navíos no estaban en condiciones de intentar la persecución, se lo impidieran. El último barco aliado rendido por los ingleses fue el Intrépide, después de mantener un combate con cinco navíos enemigos, que le dejaron casi destrozado y con más de trescientas bajas a bordo. Eran más de las cinco y media de la tarde cuando finalizó el combate, hora en que Nelson quedaba liberado de las glorias y miserias de ésta vida, en medio de su mayor triunfo naval, en la que posiblemente fue la más grande batalla marítima entre buques de vela llevada a cabo en todos los tiempos, y donde se empleó quizás por primera ves una táctica de combate que podríamos denominar de “ataque en manada” o de “acoso y derribo”, y cuya eficacia quedó sobradamente demostrada.

De los treinta y tres navíos que formaban la armada franco-española, dieciocho fueron derrotados por los buques británicos, once lograron retirarse hacía el puerto de Cádiz,  siguiendo a Gravina, y cuatro franceses lo hicieron siguiendo a Dumanoir, quien tomó rumbo hacía el Oeste. La batalla no dio una victoria fácil a los británicos, pues como en todas las grandes batallas las pérdidas sufridas por ambos bandos fueron cuantiosas, entre las pérdidas humanas sufrida por ingleses, hay que destacar (aunque toda vida es valiosísima) la de Sir Horacio Nelson, abatido por un disparo efectuado desde la cofa del palo de mesana del navío Redoutable por el marino Robert Guillermard, natural de Six Fours, cerca de Tolón, atraviesa el pecho del ilustre marino y se aloja en su espina dorsal.

 Unas horas más tarde el ídolo del pueblo Británico muere acabando así la carrera de quien fue sin lugar a dudas el mayor caudillo naval de todos los tiempos, quien con su genio y valor ayudó a crear el mayor imperio marítimo que jamás tuvo Europa y cuyo punto de referencia será siempre el de antes y después de la batalla de Trafalgar.

       La victoria inglesa tuvo un alto coste, tanto en vidas humanas como en navíos, entre las unidades seriamente dañadas se encuentran el Victory, buque insignia, Royal Sovereign, Temeraire. Mars, Colossus, Tonnat, Bellerephon, Belleisle, Achilles, Defiance y Revenge, las que sufrieron grandes desperfectos y más de 1.400 bajas a bordo. Aquella victoria se debió en gran parte a la nueva táctica artillera empleada por los ingleses, pues, además de que disparaban sus cañones con mayor rapidez que los artilleros franco-españoles, - por tener un mejor adiestramiento - los ingleses dirigían sus tiros preferentemente hacía las partes vitales de los buques enemigos, especialmente contra las baterías, además de cargar las piezas con dos o más proyectiles, mientras que los aliados lo hacían a las arboladuras, por ésta razón, los británicos causaron tantas bajas a los aliados. Las españolas fueron de 35 jefes y oficiales y 1.022 marineros y soldados muertos y 31 jefes y oficiales y 2.405 marineros y soldados heridos. El de las bajas francesas fue mayor, por lo que cabe asegurar que los aliados perdieron más de 7.000 hombres. Una  relación inglesa dio como bajas sufridas por su armada 449 muertos y 1.241 marineros y soldados heridos, lo que da un total de 1.690 bajas. Mientras la armada inglesa después de la batalla navegaba rumbo a su base en Gibraltar remolcando a los navíos de presa y a los propios averiados durante la travesía, se desató un violento temporal de varios días de duración, que alcanzó a la flota, y como consecuencia del mismo la mayor parte de los buques remolcados se perdieron, salvándose solamente cuatro de ellos, el San Juan Nepomuceno, Swiftsure, Bahama y San Idelfonso, mientras que el Santísima Trinidad, el Fougueux, el Berwick, el Redoutable y el Argonauta, se fueron a pique o se estrellaron contra escollos y arrecifes,  Por parte de la escuadra franco-española se recuperaron cinco navíos, los Santa Ana, Neptuno, Aigle, Algésiras y Bucentaure, con los que hicieron rumbo a Cádiz, pero recrudecido aparatosamente el temporal, se hundieron en las proximidades del puerto los  Indomptable, Bucentaure, Aigle, San Francisco de Asís, Neptune y Rayo, muriendo ahogados más de 2.000 hombres.

       Los cuatro Navíos de Dumanoir, después haber doblado el cabo de San Vicente y haber costeado el litoral lusitano, fueron sorprendidos el 4 de Noviembre junto al cabo Ortegal por la escuadra del vicealmirante Strachan, que sostuvo con ellos rudo combate, consiguiendo rendirlos.

   La derrota de la armada aliada frustró los planes de Napoleón para la invasión de Inglaterra, y como consecuencia de la misma, murieron varios distinguidos marinos españoles, entre ellos Gravina, Churruca, Alcalá y Galiano.

      Villeneuve una vez puesto en libertad por los ingleses, prefirió suicidarse antes que  enfrentarse a las iras de su emperador.

       Después de la batalla de Trafalgar, la Armada española que había llegado a ser una de las más importantes del mundo, jamás pudo recuperarse de las consecuencias inherentes a la derrota, lo que supuso el total declive de su anterior poderío, después de la batalla de Trafalgar.

             La victoria inglesa tuvo un alto coste, tanto en vidas humanas como en navíos, entre las unidades seriamente dañadas se encuentran el Victory, buque insignia, Royal Sovereign, Temeraire. Mars, Colossus, Tonnat, Bellerephon, Belleisle, Achilles, Defiance y Revenge, las que sufrieron grandes desperfectos y más de 1.400 bajas a bordo. Aquella victoria se debió en gran parte a la nueva táctica artillera empleada por los ingleses, pues, además de que disparaban sus cañones con mayor rapidez que los artilleros franco españoles, - por tener un mejor adiestramiento - los ingleses dirigían sus tiros preferentemente hacía las partes vitales de los buques enemigos, especialmente contra las baterías, además de cargar las piezas con dos o más proyectiles, mientras que los aliados lo hacían a las arboladuras, por ésta razón, los británicos causaron tantas bajas a los aliados. El número de las españolas fue de 35 jefes y oficiales y 1.022 marineros y soldados muertos y 31 jefes y oficiales y 2.405 marineros y soldados heridos. El de las bajas francesas fue mayor, por lo que cabe asegurar que los aliados perdieron más de 7.000 hombres. Una  relación inglesa dio como bajas sufridas por su armada 449 muertos y 1.241 marineros y soldados heridos, lo que da un total de 1.690 bajas. Mientras la armada inglesa después de la batalla navegaba rumbo a su base en Gibraltar remolcando a los navíos de presa y a los propios averiados en la contienda, se desató un violento temporal de varios días de duración, que alcanzó a la flota, y como consecuencia del mismo la mayor parte de los buques remolcados se perdieron, salvándose solamente cuatro de ellos, el San Juan Nepomuceno, Swiftsure, Bahama y San Idelfonso, mientras que el Santísima Trinidad, el Fougueux, el Berwick, el Redoutable y el Argonauta, se fueron a pique o se estrellaron contra escollos y arrecifes,  Por parte de la escuadra franco-española se recuperaron cinco navíos, los Santa Ana, Neptuno, Aigle, Algésiras y Bucentaure, con los que hicieron rumbo a Cádiz, pero recrudecido aparatosamente el temporal, se hundieron en las proximidades del puerto los  Indomptable, Bucentaure, Aigle, San Francisco de Asís, Neptune y Rayo, muriendo ahogados más de 2.000 hombres. Los cuatro Navíos de Dumanoir, después haber doblado el cabo de San Vicente y haber costeado el litoral lusitano, fueron sorprendidos el 4 de noviembre junto al cabo Ortegal por la escuadra del vicealmirante Strachan, que sostuvo con ellos rudo combate, consiguiendo rendirlos.

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