miércoles, 12 de octubre de 2011

(14). BENCOMO-BENCHOMO- O WEN-N-KUMU






 Como bien comentan las hermanas Casalón en su “diario”, por esas fechas de 1826 don Pedro José Bencomo y Rodríguez,  primer deán de Tenerife y primer Rector de la Universidad de San Fernando, hoy más conocida como de La Laguna,  era ya un anciano venerable.

Don Pedro José, al igual que sus hermanos don Cristóbal y don Santiago,  fueron preclaros sacerdotes católicos que contribuyeron en gran medida a la consecución del establecimiento de la Universidad de San Fernando, impulsaron las obras de la catedral de La Laguna y contribuyeron a la creación del Obispado Nivaríense.

Don Santiago Bencomo y Rodríguez fue deán y canónigo de la iglesia catedral de Canarias, caballero pensionado de la Real y distinguida Orden de Carlos III, obispo electo de Astorga y doctor en sagrada teología. Es digno de destacar que siendo canónigo de Canarias en 1810, cuando se desató en las islas la epidemia de fiebre amarilla, los responsables políticos, militares y eclesiásticos, en las Palmas huyeron en desbandada hacía el interior de la isla, excepción hecha de don Santiago Bencomo, quien se mantuvo en su puesto prestando inestimable ayuda a los afectados.

Don Pedro José, canónigo de la catedral de Canarias y primer deán de Tenerife, como hemos dicho, fue comisionado regio conjuntamente con don Alonso de Nava y Grimón, para el establecimiento de la Universidad de San Fernando de la cual fue su primer rector, interinamente en un principio por una cuestión de posible incompatibilidad al ser uno de los dos  miembros de la comisión regia encargada de ponerla en marcha, siendo titular posteriormente. Asimismo fue el primer doctor en cánones, doctorado concedido por el claustro en su primera reunión de apertura llevada a cabo el domingo 12 de enero de 1817, fecha histórica para todo el archipiélago canario.

             Don Cristóbal Bencomo y Rodríguez  fue el alma mater, el verdadero impulsor de la creación  de la Universidad española en Canarias. Su situación privilegiada en la corte española le permitió abogar por algunos asuntos del máximo interés para el desarrollo de algunos aspectos culturales y sociales de la burguesía Canaria, pero lamentablemente, no supo o no quiso aprovechar su situación predominante en la corte de la que llegó a ser el hombre más influyente, para arrancar a ésta algunas medidas de gobierno en beneficio del pueblo llano.

Veamos algunos rasgos biográficos de este ilustre descendiente del gran Kebehi Benchomo, el último gran caudillo del pueblo guanche.
  
Nace don Cristóbal en la calle del Agua (hoy de Nava y Grimón) de la ciudad de La Laguna, el 30 de agosto de 1758. Descendiente por línea directa del Gran Kebehi Benchomo de la Casa Real de Taoro, pero de reducida fortuna aunque portadores tanto él como sus hermanos de una gran inteligencia, estarían predestinados a recuperar parte del protagonismo que por derecho propio les correspondía en la sociedad Canaria, derecho del cual habían sido  desposeídos sus antecesores por la fuerza de las armas de los invasores conquistadores europeos. De los primeros años de la vida de Cristóbal y de sus hermanos tenemos pocas noticias. Posiblemente Cristóbal inicio sus estudios bajo la tutela de los frayles de convento de San Miguel de las Victorias, decidiéndose por estudiar una de las carreras que más demanda laboral tenía en aquellos tiempos, la eclesiástica,  campo éste, que, con el militar era a los que podían acceder con cierta facilidad los jóvenes canarios que no formaban de la burguesía española dominante. Siendo un excelente estudiante se aplicó con gran aprovechamiento y en seis años concluyó los estudios de Filosofía y Teología, no teniendo la edad reglamentaria para obtener el presbiteriado, haciendo uso de la astucia solicitó y obtuvo, con el objeto de mejorar su currículo vitae, tomar parte en las oposiciones para los beneficios vacantes en el obispado, haciendo luego lo propio en las Cátedras de Filosofía del Seminario de Canarias.

Se destacó de tal manera en las referidas oposiciones que, el Obispo Fr. Joaquín de Herrera le confirió, en el mismo año de 1790, la tonsura y el título de predicador, así como el nombramiento de maestro de pajes y sagradas ceremonias.

Atendiendo al dicho de que nadie es profeta en su tierra, don Cristóbal se desplazó a la metrópoli con la esperanza de conseguir mejores horizontes donde desarrollar sus talentos y donde su condición de indígena sería vista con mayor beneplácito que en la cerrada élíte criolla Canaria, y donde además podría ampliar sus estudios. Domiciliado en Madrid, se dedicó al estudio de la literatura y la lengua griega, cuyas materias dominó en sólo seis meses, lo que unido a sus amplios conocimientos de la lengua y literatura latina, le valió en gran manera para el ulterior desarrollo de sus actividades docentes.

Las dotes académicas del Presbítero Bencomo debieron ser lo bastante sobresalientes como para captar la atención del monarca español Carlos IV, quien le nombró en 1793 maestro de Filosofía y Política de sus caballeros pajes primero, y posteriormente profesor de latinidad del príncipe Asturias, con la dignidad de Chantre de Plasencia, después en 1780 confesor del príncipe, cargo que era de los más espinosos y delicados, lo cual justifica la prudencia y el talento que revestían la figura del entonces canónigo Bencomo, quien a partir de aquel momento siempre tuvo sobre el voluble e indeciso y futuro Fernando VII, de quien supo sacar buen partido en beneficio de sus hermanos y de la oligarquía local.

La lagunera calle del Agua, lugar de nacimiento de Bencomo. Foto: Archivo del Autor.
 
El desastre de Trafalgar movió a Napoleón a variar los planes que tenía concebidos sobre la  Península Ibérica, aunque mantenía vigente el tratado de Fontainebleu (1807). Ante el incumplimiento de Portugal del bloqueo continental impuesto por Napoleón contra la marina Británica, Éste decide invadir Portugal y dividirlo en tres partes: una para la reina viuda de Etruria; otra para el ministro español Godoy y la tercera parte restante se fijaría el destino una vez finalizada la guerra. Con tal objeto entró en España un cuerpo de ejército francés al mando de Junot, que pasaron por Madrid e invadieron Portugal en condiciones bastantes precarias. Ante las dificultades que tenían las tropas francesas para mantener la ocupación de Portugal y para evitar la total destrucción de las mismas, Napoleón envía varios cuerpos de refuerzos al mando de Murat, quien obtuvo del gobierno español se le facilitase la vía del Duero en su camino hacía el país Luso. En tal estado de cosas, afloran una vez más las corrupciones internas en la corte española, decantándose en dos facciones, una la de los godoyistas y la otra de los fernandistas, dirigida esta por el príncipe de Asturias, Fernando, y su preceptor el canónigo Ezcoiquiz y del cual indudablemente formaba parte Bencomo; en su odio hacía Godoy llegó este partido a solicitar el apoyo de Napoleón, descubierta la conjura por Carlos IV prendió a su hijo y le sometió a proceso. En este estado de cosas, Junot ordenó el avance del ejército francés de refuerzo maniobra que ya había sido prevista con anterioridad por Napoleón. La maniobra intimidó de tal manera a la familia real española que abandonó la corte para embarcarse rumbo a América, viaje que se hubiera llevado a cabo de no haber estallado un motín hábilmente preparado por el partido fernandista, que obligó a Carlos IV a abdicar en su hijo Fernando para salvar la vida de Godoy.

La anárquica situación de España aceleró los planes de Napoleón, y para evitar una posible ocupación del estratégico territorio por parte de Inglaterra, decidió formar un gobierno estable que le permitiese contar con el país como base de operaciones francesas. Estos planes fueron el motivo de la reunión de Bayona, en la cual Napoleón trató de conciliar a Carlos IV con su hijo.

 Ante la intransigencia de Carlos IV, Napoleón arrima la braza a su sardina, y cortando por lo sano, nombra a su hermano José Bonaparte rey de España, que ya lo era  de Nápoles. Deseando iniciar su reinado con algunos cambios en la retrograda  decadente, y absolutista  monarquía española, crea la junta de Bayona compuesta por noventa y dos miembros procedentes de todas las clases sociales quienes votaron una constitución que no pasó de papel mojado a pesar de su magnifica orientación.

Ante la nueva situación impuesta por Napoleón, los absolutistas fernandinos optaron por retirarse a sus cuarteles de invierno entre ellos nuestro ilustre don Cristóbal Bencomo, quien retorna a su patria, sentando sus reales en su ciudad natal, y queda a la espera de que mejoren las circunstancias políticas en el reino de España. Durante su estancia en la isla mantiene continuos contactos con los grupos absolutistas locales pero no toma conciencia de los problemas populares posiblemente porque éstos no formaban parte de sus planteamientos políticos.

            Al implantarse de nuevo en España el régimen absolutista con el regreso y subida al trono de Fernando VII, éste se hace rodear de muchos de sus antiguos correligionarios del partido fernandista, y reclama la presencia en la corte de don Cristóbal Bencomo, y desplaza a la isla un buque de guerra con el sólo propósito de trasladar a España a don Cristobal. En esta segunda etapa al lado de Fernando VII, el arzobispo  gestionó una serie de nuevas prebendas obtenidas a la sombra de su protector que beneficiaron su situación personal. En 1815 se le confiere honores de miembro del consejo y cámara de Castilla y la gran Cruz de la real y distinguida Orden de Carlos III cuya insignia le fue puesta por el propio monarca en 1817, en este mismo año fue presentado por el monarca  y preconizado Arzobispo de Heraclea in partibus por el Papa Pío VII, siendo apadrinado en la consagración por el infante Carlos, quien le regaló un valioso pontifical.

En medio del fausto y boato de aquella corte Borbonica, nuestro Arzobispo no olvidó por completo los intereses de la clase dominante de las islas y desplegó sus influencias para la consecución de algunos proyectos que venían gestándose desde hacía tiempo, entre ellos la implantación de una Universidad de letras cuyo proyecto tomó visos de realidad por R.C. de 15 de septiembre de 1830, y el Obispado nivaríense, aspiración que se venía gestando desde 1707, en ambos proyectos la actuación de Bencomo fue decisiva como tendremos oportunidad de ver en otro lugar de esta obra. 

 En 1818 es nombrado por el monarca inquisidor general, institución que afortunadamente estaba bastante quebrantada desde la constitución de las Cortes de Cádiz, Bencomo hombre sagaz e inteligente comprendió que el Santo Oficio era una institución a extinguir, que no gozaba de las simpatías de la mayoría de los estamentos seglares e eclesiásticos,  que a pesar del sistema absolutista trataban de adecuar sus actuaciones a los nuevos tiempos. Ante la delicada situación en que le colocaba la designación como inquisidor general, Bencomo opta por renunciar al cargo y presenta la renuncia  al mismo ante el Rey, tras varias negativas por parte del monarca éste termina aceptándola, dando así comienzo la pérdida de influencia de nuestro Arzobispo con Fernando VII.

Los largos y fríos inviernos de Madrid acabaron afectado a la salud de nuestro biografiado, quien enfermo y achacoso yante la pérdida de influencia en la corte pidió permiso al Rey para fijar su residencia en un lugar más cálido, pero no deseando alejarse demasiado de la corte, instaló su residencia en la señorial Sevilla, en cuya metropolitana disfrutaba la dignidad de Arcediano de Carmona, asistiendo como tal a coro. Instalado en la capital andaluza desde 1822, su vida fue allí retirada de las intrigas palaciegas, dedicándose a las prácticas religiosas y al ejercicio de la caridad. Prestó su apoyo a la población en casos de calamidad pública, como fue en el caso de la célebre epidemia de cólera que azotó a la ciudad 1823, donando sumas de consideración en beneficio de los desvalidos, en ocasiones directamente y en otras a través del párroco de San Esteban. Como prueba del reconocimiento de los sevillanos a la figura de Bencomo su retrato está expuesto junto a los de otros ilustres personajes en la biblioteca colombina de la Catedral Sevillana, cita en el patio de los Naranjos.

Durante los últimos años de su vida, fue protector de un destacado miembro de la iglesia española, consultor del concilio del Vaticano, fundador de la institución religiosa de las hermanas de la Cruz, el insigne gomero, doctor Torres y Padilla.

De la obra literaria del Arzobispo Bencomo se ha publicado muy poco permaneciendo inédita la mayor de ella. Donó su biblioteca personal a la catedral de Tenerife además de muchas joyas, pontificales y cuadros de gran valor, más tres mil duros con destino a las obras del frontis catedralicio, en su testamento dispuso que su cuerpo reposara en la nueva catedral.

Don Cristóbal Bencomo fallece el 15 de abril de 1832. Fue sepultado provisionalmente en la  Catedral de Sevilla, en la capilla de nuestra Señora de Concepción la Grande, contigua a la capilla real, desde allí sus restos mortales fueron trasladados en 1837 a la ciudad de La Laguna, siendo inhumados en el presbiterio de la catedral, al lado de la Epístola, en un modesto sepulcro y sin la magnificencia que acompaña a otros cuyos inquilinos tuvieron en vida menos protagonismo.

 

ASCENDENCIA DE CRISTÓBAL BENCOMO


 I. Constanza Antonia Alonso, casa con el colonizador portugués Gil Marrero, otorga testamento ante Juan Marques el 20 de septiembre de 1518. De este matrimonio nacen entre otros:

II. Juan Marrero, quien casó con Juana Díaz Hernández, hija legítima de Juan Gaspar Hernández hijo primogénito de Gaspar Hernández (Adxoña), Mencey que fue de Abona, y de Mencía Bencomo (Dácil), hija de Kebehi Benchomo, y nieta paterna de Andrés de Llerena También conocido como Andrés de Güimar , príncipe de Güímar y de María Díaz Bencomo y Lugo, hija ésta de don Diego de Adexe (Pelinor), y de su esposa Dña, Catalina de Lugo, de Juan Marrero y Juana Díaz fue hija legítima:

 III. María Díaz, quien casó con Alonso Gomes, quienes fueron padres a su vez, de:
 IV. Cristóbal Marrero Bencomo, casado en la ciudad de La Laguna, en la Parroquia de la Concepción, el 25 de agosto de 1608, con Leonor Marrero o González, con quien tuvo a:
 V. María de las Nieves Marrero Bemcomo, quien casó con Salvador Salgado, hijo de Hernán Martín y de María Francisca, habiendo celebrado su enlace en la Parroquia de los Remedios en 1636. (folio 80, lib, 2º.), siendo aquellos padres de:

VI. Cristóbal Marrero, casado en los Remedios en 1669 (folio 62 vº, lib.) 5.º), con María Negrín, hija de Juan Negrín y de Juliana Marrero, siendo hijo legítimo de aquellos:

VII. Cristóbal Marrero Bencomo, quien casó también en los Remedios (1711, lib.) 7º, folio 168 vº), con María de la Encarnación Alfonso, hija de Asensio Alfonso y de María Sebastiana, aquellos fueron causantes de:

VIII. Francisco Basilio Bencomo, casado en los Remedios con Bárbara Rodríguez de Fleitas, hija de Cristóbal Rodríguez, oriundo de Tacoronte, y de Teresa María de Fleitas, padres que fueron éstos de: Don Cristóbal Bencomo y Rodríguez, Arzobispo de Heraclea, don Santiago, Obispo electo de Astorga, don Pedro, primer deán de Tenerife y primer Rector de la Universidad de San Fernando.

Por lo expuesto queda claro la ascendencia Real de los hermanos Bencomo y Rodríguez, por vía materna descienden directamente del Gran Kebehi Benchomo, y por la paterna del Menkey de Abona Adxoña, y por ambas líneas son descendientes directos del legendario Gran Tinerfe.

La familia Bencomo, como otras muchas familias Canarias, aportó su tributo de sangre a la colonización de América, veamos algunos ejemplos: Diego Bencomo, en 1707 embarca para La Habana como cirujano del navío San José, alias Los dos Leones.

Domingo Martín Bencomo, hizo un viaje a la Habana, del que regresó en la fragata Nuestra Señora de la Rosa, que llegó a Santa Cruz el 13 de septiembre de 1773. Posteriormente, regresó a América, pues en 1788 figuraba como vecino de Coro.
Eusebio Bencomo, su esposa Francisca Vizcaína y los hijos de ambos, Nicolás, Francisca Juana, Rosa y María Bencomo. Fueron una de las muchas familias tinerfeñas que pasaron a repoblar Santo Domingo, con los emigrantes que llegaron en enero de 1737 a la población del Puerto de Plata. La familia fue diezmada rápidamente. Francisca falleció el 22 de junio, el mismo día que su hija Rosa, y Juana había muerto el día 22 de abril.

Los supervivientes se instalaron en sus nuevas tierras. Bencomo, en quien animaba el espíritu de justicia de sus antepasados fue uno de los menos contentos con el asentamiento, se le acusa de fomentar protestas e incluso se alude a la posibilidad de detenerlo por sedicioso. Las cosas en la nueva colonia debieron arreglarse ya que en 1738 era uno de los diez colonos que habían trabajado sus tierras de labranza.

Francisco Basilio Bencomo (padre de nuestro biografiado), que falleció en Santo Domingo, siendo sepultado el 25 de  mayo de 1778. Francisco Basilio se dedicó al tráfico de Indias, en 1732 viajó a La Habana como pasajero de “combés” del navío Nuestra Señora del Rosario alias La Estrella del Mar, pagando 14 pesos al contado como importe de su pasaje. Hizo numerosos viaje a La Habana, el primero conocido fue en 1760, con escritura riesgo de 232 reales. Por los años de 1764-1765 viajaba como maestre de la fragata Jesús Nazareno. Su comercio no debió estar muy acorde con las normas de la Casa de Contratación pues en 1766-1767 ésta, le abre un proceso sobre cuentas y flete de algunos de éstos viajes.

            José Bencomo, embarcó en calidad de mozo en el barco Nuestra Señora de los Remedios alias La Perla, que arrumbaba a la Guaira en 1765.

Nicolás Bencomo, natural de Tenerife, estaba avecindado en La Habana en 1709, fecha en que hace escritura de deuda por 667 reales a José de Torres, vecino y soldado del castillo de Santa Cruz de Tenerife.

Rafael Bencomo, fue conquistador de Indias, participó en la campaña de Pedro de Valdivia en Chile, muriendo en un enfrentamiento con los indios araucanos.



ORIGEN DE ALGUNOS APELLIDOS ESPAÑOLES EN CANARIAS

Es frecuente que cuando se trata del  tema de la identidad Canaria, quienes defienden el origen español o portugués de todos los canarios suelen basar sus argumentos en dos falacias históricas mantenidas durante centurias por los estamentos dominantes: la primera afirma sin ningún tipo de pudor, que los guanches fueron exterminados a raíz de la conquista; en la segunda, se suele argumentar que si somos descendientes de guanches ¿cómo es que portamos apellidos españoles tales como Delgado, Rodríguez, García, Hernández, Lugo, González, Pérez, Albertos, Bonilla, Vizcaíno, hidalgo, Regla, Moreno, Flandes, Galván, Romano, etc.? Es indudable que quienes así se expresan hacen gala de su desconocimiento de los pocos humanitarios método de evangelización que los conquistadores empleaban en sus campañas de rapiñas, conquistas y “cristianización”. Una de las primeras medidas aplicadas por los invasores en los pueblos dominados consistía precisamente en  cortar de raíz la identidad nacional del pueblo sometido; para ello no dudaban en imponer por todos los medios la eliminación los elementos unificadores más importantes, como son la lengua y la religión de los pueblos conquistados, dando a elegir a los sometidos entre la aceptación de la nueva religión y lengua, o la esclavitud, como alternativa para poder conservar la cabeza unida a los hombros.

Ante tal situación los sometidos, unos de grado y los más por conservar la vida, se sometían al rito cristiano del bautismo, en este acto de anulación de la identidad personal era frecuente que los nuevos neófitos tomasen el nombre o los apellidos del circunstancial padrino, quien solía ser el nuevo dueño de las tierras y personas las cuales eran incluidas en una misma data.

             Posteriormente a la conquista, los guanches que de una manera u otra se vieron obligados a integrarse en el nuevo orden impuesto, mantuvieron una lucha soterrada para ocupar un puesto en la nueva sociedad que por derecho les correspondía, la situación de discriminación étnica en que vivían las familias guanches propiciaron el que éstas creasen falsas genealogías o ocultasen sus orígenes guanches, única formula que les permitía el que algunos de sus miembros pudiesen acceder a empleos civiles, militares o eclesiásticos, pasando el tamiz de los expedientes de limpieza de sangre instruidos por la “Santa Inquisición” para aquellos que aspiraban a realizar estudios superiores en las universidades españolas o deseaban formar parte de los ejércitos reales e incluso del clero. No deja de tener una gran carga de cinismo el hecho de que un pueblo como el español compuesto de multitud de naciones y culturas y, que en gran parte esta compuesto por descendientes de Mazighios, -Bereberes-, Árabes y Judíos, instituyera los expedientes de limpieza de sangre cuyo fin último era impedir el ascenso social de éstos últimos. Por otra parte debemos tener en cuenta que los apellidos familiares se imponían en honor de alguno de los padrinos o parientes, siendo frecuente que los hijos de un mismo matrimonio ostentasen diferente apellidos.

              Para en parte, ilustrar lo expuesto, damos a continuación una breve lista de canarios que asumieron o le fueron impuestos nombres o apellidos españoles. Por otra parte no es infrecuente el hecho de que en ocasiones cuando estamos hablando con un Mago o campesino, un artesano, un modesto ventero o una amable ama de casa etc., lo estamos haciendo con un descendiente de las antiguas realezas isleñas o de su nobleza, quienes a pesar de las penurias sufridas durante centurias, aún conservan el porte, la prestancia,  nobleza y el orgullo en la mirada, de sus ancestros.
Guize. Último rey de Maxorata (Fuerteventura), fue bautizado el 18 de enero de 1405 tomando el nombre cristiano de Luis.

              Amaluyge. Rey de la isla de la Gomera en 1372, quien se enfrentó a la invasión del  conde de Ureña, Fernando de Orimel. Después de acorralados los invasores, Amaluyge, tuvo piedad de los sitiados perdonándoles la vida. Tomó el nombre cristiano de Fernando, llamándose Don Fernando Amaluyge.

             Hera;Hupalupu;Hupalupa, Pablo. Uno de los artífices de las rebeliones de los gomeros, consiguió escapar de la masacre organizada contra los gomeros por la sanguinaria Beatriz de Bobadilla, y Pedro de Vera, conquistador de Gran Canaria. En una balsa de fóles se desplazó a Tenerife refugiándose en una cueva de la playa de Alcalá. La familia Álvarez, de Chio son descendientes directos de Hupalupu.

   Aythamy. Hermano de Thenesor Shemdan (Fernando Guanarteme), se entregó a los españoles se hizo bautizar tomando el nombre de Diego.

            Guayarmina. Princesa hija de Thenesor Semidan, llamada después de bautizada Doña Margarita o Catalina Guanarteme, caso con el conquistador Miguel de Trexo Carvajal.

             Thasirga;Tazirga. Aya de la noble Tenesoya Vidina, fue hecha prisionera con su ama y una sierva por los hombres de una fusta de Diego de Herrera en las playas de Galdar, tomó el nombre de María.

            Teneguana; Thenesoya o Thenesoya Vidina. Fue raptada por hombres de Diego de Herrera en las playas de Galdar. Casó con Maciot Perdomo Bethencourt, y tomó el nombre cristiano de Luisa. El 30 de agosto de 1528, hace información de nobleza en Galdar, ya viuda de Maciot II de Bentaconr, quien dice ser <<hija de Armide Iacocon, hermano de Ventagoo, Guanarteme de Telde,>>; en dicha información fue testigo entre otros doña Catalina de Guzmán (Tenesoya), y declara que <<es parienta de la dicha Luisa de Ventancor, e de sus hijos, porque su padre de la dicha Luisa de Ventacor e el padre de este testigo fueron primos, hijos de dos hermanos>>.

              Thenesor Semidán conocido como Fernando Guanarteme, de la casa real de Telde, frecuentemente confundido por algunos historiadores con Guanache Semedán, su tío, Guanarteme de Telde. Fue hecho prisionero en unas cuevas (quizás de manera concertada) por tropas de Alonso Fernández de Lugo, que estaban acantonadas en la torre del Gaete. Conducido a España y presentado como trofeo de guerra a los reyes católicos en el bautizo se le impuso  el nombre de Fernando en honor del rey aragones y tomó como apellido el título de su tío, Guanarteme, de regreso a Canaria luchó al lado de los españoles en la conquista de su isla, consiguiéndose por su mediación la rendición de Ansite, y con ella, la de la isla.  Posteriormente tomó parte en la conquista de Tenerife, siendo pieza clave en la batalla de La Laguna donde su intervención hizo posible la victoria de los españoles. Éstos lo distinguieron con importantes datas de tierras.

            Fue de los primeros en recibir repartimiento en 6 de junio de 1499 se le conceden 60 fanegadas de sembradura en las lomadas de Acentejo, el 4 de agosto de 1504 se le confirman, en el mimo año le conceden 3 cahizes también en Acentejo; en 1508 le asientan otros 3 cahizes; en 1507, recibe unas fuentes en tejina de Guía y unas cuevas en la fortaleza de adeje en Abiyo; en 1508, una fuente y tierras entre Terasuy y Tegueste; unas cuevas más 3 cahizes de tierras en Abona, un solar en La Laguna, en 1517, además obtuvo repartimientos en Icod y  Teno.

            Había casado con una canaria, María Fernández Vizcaína, quien aportó como dote al matrimonio 3 esclavos guanches y una casa en Santa Cruz la cual conservaba aún en 1525. No tuvo descendencia según Ciuranescu, pero es posible que este autor estuviese en un error, pues el 7 de diciembre de 1564, Juan Alonso, presenta un alvalá de fecha 20 de junio de 1522, de las tierras de Abona, en nombre de Leonor Hernández, ya difunta, como hija y heredera de Fernando Guanarteme, quien pide el asentamiento en el registro en nombre de sus hijos y de Leonor Hernández, su mujer ya difunta.

              Fernando Guanarteme fállese en Tenerife y, según presumen algunos autores murió envenenado, fue enterrado en la ermita de San Cristóbal de La Laguna, ermita que está ubicada en los terrenos donde tuvo lugar la batalla de Aguere  en la que él había dado las máximas pruebas de fidelidad a los españoles.

Tenesoya  hija del Guanarteme Guanache Semedán, era la heredera de su padre y de la isla estaba bajo la tutela de Fernando Guanarteme, Bautizada como Catalina y la casaron con el conquistador Hernando de Guzmán, por lo que fue conocida como Catalina de Guzmán. Marín de Cubas la llama Arminda, dice que tenía 18 años y estaba casada con un hijo del Guanarteme de Telde llamado Tazartico. Ésta debía obediencia a su tío Fernando Guanarteme su tutor, a instancias de éste decidió seguirle y entregarse a los españoles como hemos apuntado en otro lugar. El acto de entrega de la princesa a los españoles Marín de Cubas nos lo describe de la siguiente manera:

              <<Después del mes de junio envió Pedro de Vera recado á D. Fernando Guadharteme, que hiciese venir a su sobrina, con los demás nobles sus parientes, al Real á entregarse como estaba pactado, y luego dieron orden de traerla desde Tirajana por Telde, sin que viniese con ella ningún cristiano español; traíanla en hombros de cuatro capitanes nobles, de cabello largo y rubio, en unas andas de palo á modo de parihuelas, sentada, vestida de gamuza á modo de badanas ó pieles adobadas, de color acanelado; venían delante de las andas cuatro capitanes con capotillos de badana llamados tamarcos, braguillas de junco, majos en los píes y guapiletes en la cabeza, y lo demás desnudo; al lado de las andas algo hacía atrás, dos tíos suyos faisajes, y después se seguía un grande acompañamiento de hombres todos que servían de traer las andas á remuda. Salió Pedro de Vera con mucha gente al recibimiento, y ellos hicieron su entrega por medio de la lengua ó interprete, diciendo que allí venía la Señora de toda la tierra, heredera única y legítima hija de su señor Guanartemy Guanachy Semidán, legítimo dueño y señor de la verdadera línea y sucesión de dominio y señorío de la tierra; y que ella hacía entrega voluntaria, y todos sus tíos y parientes que allí venían, gobernadores de la tierra, en nombre y debajo de la palabra de su señor muy y católico Rey D. Fernando entregaba su persona y personas al Capitán Mayor de los cristianos que allí presente se halla que es Pedro de Vera, del Rey de Castilla y León. Pedro de Vera y demás caballeros la recibieron a píe, y fue abrazando a todos con mucho cariño; Traían todos los canarios el cabello suelto por las espaldas, y la Señora Arminda, que los españoles llamaron Almendrabella, vestido un ropón de gamuza con medias mangas hasta la sangradera y largo hasta los píes, y zapatos de lo mismo pespunteados, y vestía una tunicela debajo de la ropa con cuerpo de jubón á modo de justillo, de más delgada badana; era el cabello largo y rubio, aderezado con arte, y en él puestas algunas cosas de tocado que le habían dado a uso de España; y el faldellín pintado á colores; tendría veinte años, era gruesa y más de mediano cuerpo, robusta, el color algo moreno, ojos grandes y vivos y el rostro algo alegre y celebrada de hermosura, la boca algo larga, la nariz pequeña, algo anchas las ventanas, el cuello redondo y crecida de pechos...>>. 

             Tiferan. Encontrándose Gadifer en la rada de Gando, donde descansaba de una de sus rondas de saqueo, se acercó a nado hasta el navío un canario que portaba al cuello un zurroncito que contenía una relación escrita por unos náufragos españoles, quienes referían el siniestro sufrido en el año 1382. Este canario había sido bautizado en secreto y se le puso por nombre Pedro.

             Aguaberque. Auxiliar de los conquistadores españoles, también conocido por Fernando aguaberque el viejo, sus hijos fueron datados en Tesegue, Valle de Guamara y Punta del Hidalgo. Una de las datas consigna: Francisco Hernández, hijo de Hernando Aguaberque el viejo. 24 f. De s. En Tesegue, donde está la cueva en vos queseais. Vos he dado dos cahices. 15-XUU-1513, y la otra fue dada conjuntamente a Juan y a Hernando Aguaberque el mozo... 35 f. De s. En Dartinamara 27 y 8 en la Punta del Hidalgo, arriba de las tierras de Hernando Aguaberque vuestro padre a la cueva do vos quesais. Vos las do, la cuales tierras vo dí en Heneto de las cuales os desestistes. 15-XII- 1513.

             Francisco  Hernánez o Fernández, casó con la viuda Catalina Gaspar, madre de Asensio Martín, el mozo.

              Anagua. Fue mujer de Deriman, nieto de Kebehi Benchomo, se cristianizó como Ana Hernández.

              Ayateronte. Noble de la familia real de Adexe, conocido después por Agustín Delgado.

              Badeñol. Conocido por Francisco Hernández.

              Gáima;Guáima. Miembro de la familia real de Tahoro, mujer de color claro y rubia, era dueña de los terrenos situados entre los barrancos de Guanaba (hoy de la Arena) y el de la vieja o el Pinito, la Orotava, tomó el nombre de Beatriz Sánchez.
   Guindama. Uno de los guanches que acompañaron al adelantado en una de sus razzias a berbería, conocido como Diego Guindama.

             Izora. Hermano de del rey Pelinor y Achimencey de Guía de Isora en el tiempo de la conquista. Los españoles le mantuvieron algún tiempo preso en La Laguna(de donde fue liberado con maña por los hermanos Tacoronte, como se vera en más adelante) por creerle implicado en el alzamiento del Mencey Ichasagua, llevado a cabo cinco años después de la conquista. Después de bautizado se le impuso el nombre de Hernán Pérez (testamento de su hija Catalina Pérez, ante Sancho de Urtarte, año 1575), pero fue más conocido como D. Pedro de Adeje.

             Uno de los episodios más divulgados de este personaje ha sido el de su prisión en La Laguna, acusado de amparar al último Mencey de Tenerife, Ichasagua, es probable que así fuera, pues la solidaridad entre los guanches “libres” y los alzados fue siempre manifiesta. Creemos oportuno insertar el acuerdo tomado por el cabildo en la sesión  del 25 de noviembre de 1505, referente a esta cuestión y en la que actuó como interprete Guillén Castellano, canario y regidor,  donde unos guanches de Tacoronte vieron la oportunidad de conseguir la libertad de don Pedro y la aprovecharon. El contenido del acuerdo del cabildo fue como sigue:  <<...E luego paresçió ende presente Simón e Fernando Tacoronte e Gaspar e Fransico de Tacoronte, guanches, por lengua de Guillén.

              E hizieron un requerimiento al dicho señor alcalde mayor Pero Mexía que estava presente, que por cuanto el señor Gobernador Alonso de Lugo e por la señora Bovadilla e regidores les ha sydo mandado que tomen los guanches ladrones, que ellos están presto de lo hazer e cumplir e trabajar en ello con todo su poder, con tal que le sean dados los mantenimientos y espensas necesarias y las otras cosas; e que por cuanto al presente el señor alcalde tyene preso a un guanche que se dize  don Pedro de Adexe, el cual sabe la tierra del reyno de Adexe do andan los alçados, que por tanto se lo mandase dar e que ellos se obligavan e obligaron con sus personas e bienes muebles e raíces para se lo dar cada que se lo pediese e demandare, so pena de sus personas a merced del rey e los bienes perdidos.

   E luego el dicho señor alcalde dixo que lo requerido por los dichos guanches le paresce bien, pues que le dan fiador de la faz que les da el dicho guanche; que pedía a los señores regidores le digan su parecer.

   E luego todos los dichos regidores dixeron que su voto e parecer es que al dicho guanche que asy está preso se lo de el dicho alcalde a los dichos guanches para sacar los dichos alçados, pues que es servicio de Dios e bien e pro de la ysla; con tanto que el dicho alcalde reciba fiança bastante de la haz del dicho guanche.

   E luego el dicho alcalde respondió al voto e parescer de los dichos regidores, en que dixo que en presencia de todos, que la señora Bovadilla le encomendó la vara de justicia, con acuerdo de todos ellos, para que él feziese justicia a servicio // de Dios e de sus Altezas, y que el dicho guanche él le tenía preso por ciertas querellas que dél dieron, de las cuales el dicho ha quesydo saber la verdad y no ha hallado por do pueda proceder contra él por ningund rigor de justicia, e que el dicho guanche está preso y que él no lo ha soltado fasta más se ynformar, y pues que al parescer de tos los señores regidores  e suyo es que el dicho guanche puede aprovechar para ayudar a tomar los alçados que andan robando la tierra e vecinos della, e que le plaze  dar en fiado a todos los cuatro guanches que hizieron la dicha obligación, para que e cuando se lo pediere el alcalde u otro juez lo pornán en la cárcel segund que se obligaron>>.

              Que sepamos don Pedro de Adeje jamás volvió a la cárcel, y los Tacoronte, continuaron manteniendo sus vínculos con el cabildo e incluso algunos de ellos fueron jefes de cuadrillas de los ganados, y algunos alcaldes de la Mesta.   

                Malagua. Después de bautizado fue conocido como Hernando Malagua.

               Moreque. Príncipe de Adeje, segundo hijo de D. Diego, gobernador de la “provincia” de Chasna, bautizado como Alonso Díaz, casado con Catalina Ferrandes (Fernández?), Fue persona bien situada económicamente tal como se desprende de algunos documentos de la época y donde se titula <<Alonso Díaz, hijo del rey de Adeje>>. En 1514, cede a su primo Juan Delgado, seis fanegas de tierras en Maca (Mazca), en la madre del agua en el lugar de Çeque, con toda el  agua que le correspondía. El 20 de octubre de 1514, fue presentada la data por Juan Delgado, y en 7 de diciembre de 1534, presentó el documento Juan de Bonilla (de la familia real de Adeje), heredero de Mazca quien daba por buena la venta ante el escribano Rodrigo Fernández, en San Pedro de Daute.

              Napay Guacherbe. Mayoral de los ganados que los guanches tenían asignados a la Chaxiraxi (Virgen de Candelaria). Estos rebaños tenían destinado como lugar de pastoreo el término de Igueste de Candelaria, donde los pastores tenían prohibido entrar con otros ganados bajo pena de muerte,  fue conocido como Francisco Napay.

   Ruyman. Hijo de Kebehi Benchomo, después de bautizado se llamó Antonio Bencomo, casó con la princesa Guacimara, de Naga, quien tomó el nombre de Ana Hernández.

   Tacorote. Mayoral de la cuadrilla de pastores que cuidaban de los ganados que pastaban entre Behía y Benehian, y entre Tejina y las montañas (acuerdos del Cabildo. Año 1503), bautizado como Francisco Tacorote.

             Texena. En 1512 elevó un mensaje de protesta a la corona española, fue conocido por Juan Texena.

             Andrés de Güímar, también conocido como Andrés de Llerena, fue esclavo de Lugo, y después del conquistador y regidor Fernando de Llerena, siendo de los bandos de paces, la esclavitud de Andrés fue ilegal.  Por este motivo Andrés de Güímar en cuanto se vio libre gracias a una herencia dejada para su ahorramiento por su tía Catalina Fernández, en 1505, puso demanda al adelantado ante la corona reclamándole a éste y a Llerena los años que estuvo privado de libertad y sirviéndoles los cuales cifró en 50.000 maravedíes. Por carta de fecha 9 de diciembre de 1508, se cita a Andrés de Güímar para que comparezca ante el consejo para declarar en el pleito que sigue contra el adelantado. La resolución del consejo debió ser favorable a Andrés pues siete años más tarde el consejo remite una orden al teniente de gobernador de La Palma y Tenerife, para que ejecute una sentencia del Ldo. Lebrón, juez de residencia al adelantado de canarias, y gobernador ambas islas, a pagar a Andrés 5.000 maravedíes que aún le adeudaba más las costas.

              Andrés de Gúímar o de Llerena, mantuvo otros pleitos con el adelantado Alonso Fernández de Lugo, éste era un enemigo peligroso por los métodos expeditivos que acostumbraba a emplear para eliminar obstáculos en su camino o simplemente a quienes se oponían a su “santa” voluntad, por ello era frecuente que los vecinos de la isla – incluso los poderosos-acudieran a la corona en solicitud en de cartas de seguro, y autorización para portar armas, pues no era infrecuente que quienes osaban enfrentarse a Alonso de Lugo, fueran victimas de accidentes mortales.

             En 1515, el consejo cursa comisión al licenciado Cristóbal de Valcárcel, teniente de Gobernador de La Palma y Tenerife, para que entienda en la demanda presentada por Andrés de Güímar, natural y vecino de Tenerife, que se queja del adelantado de canaria, gobernador de dichas islas, en nombre de los restantes guanches. Los motivos de agravios son los siguientes: expulsarles de la isla cada vez que lo desea, impedir el regreso de quienes se hallan fuera de ella, prohibirles el llevar armas en el campo, los caminos y en sus casas, ordenar que se presenten en la villa de San Cristóbal y permanezcan en ella cuatro o cinco días descuidando sus haciendas y ganados, y obligarles a perseguir malhechores (alzados) sin pagarles por ello.

             Andrés de Güímar pesar de sus años de esclavitud al servicio del conquistador Fernando Llerena, después de horro continuó manteniendo relaciones amistosas y comerciales con el regidor.

Octubre de 2011.

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