1842 junio 15.
Falleció en su domicilio de Arico, José Antonio de la Cruz (1792-1842), Párroco
propio de Guía de Isora, teniente de cura de Fasnia y servidor de Arico1
El presente
artículo está dedicado
a uno de
los pocos sacerdotes
nacidos en el municipio de Fasnia que, a pesar de que no
ostentó cargos de relieve, se ganó el cariño de los feligreses en los tres
municipios en los que desarrolló su labor pastoral. En su pueblo natal ejerció
como cura encargado, teniente de cura y cura servidor. En Guía de Isora estuvo
al frente de la parroquia durante siete años y medio, como teniente de cura,
cura rector interino y cura rector propio. Y en Arico ejerció como cura
servidor los cinco últimos años de su vida, hasta su muerte, que se produjo en
dicha localidad.
El personaje que nos ocupa nació
en Fasnia el 25 de marzo de 1792, siendo hijo de don Juan de la Cruz Ramos y doña María
Juliana Hernández González. El 31 de dicho mes fue bautizado en la iglesia de
San Juan Bautista de Arico, a cuya jurisdicción pertenecía por entonces dicho
lugar, por el párroco don Josef Hernández de Ara; se le puso por nombre “José
Antonio” y actuó de padrino don Juan Díaz Flores, vecino de la primera
localidad.
Don José Antonio de la Cruz nació en Fasnia y fue
bautizado en la iglesia de San Joaquín, de cuya parroquia fue luego cura
encargado, teniente de párroco y cura servidor.
Creció en el seno de una familia
relativamente acomodada, pues su padre había sido diputado del común, apoderado
y fiel de fechos del Ayuntamiento de Fasnia. Con él aprendió sus primeras
letras, continuando con su educación el presbítero escobonalero don Juan de Castro
y Baute, párroco propio de Fasnia. Fomentada por este último, se fue
despertando en él una profunda vocación religiosa, motivo por el cual, su padre
lo envió al convento y colegio de Santo Domingo de La Laguna, para que cursara
los estudios eclesiásticos, y al mismo tiempo fundó una capellanía sobre fincas
de su propiedad, para que a título de ella pudiese recibir las órdenes
sagradas.
Capellania y
patyrimonio
El 1 de septiembre de 1809 don
Juan de la Cruz
otorgó en Fasnia un patrimonio vitalicio a favor de nuestro biografiado2, ante
el fiel de fechos don Agustín de Frías y varios testigos, que fueron el párroco
don Juan de Castro y Baute, el clérigo tonsurado don Luis José Gómez, el
alcalde don Isidoro Texera, el notario público de la localidad don Domingo de
Castro y Baute, y don José Díaz Flores, de dicha vecindad:
[…] por quanto D. Josef de la Cruz su hijo menor se halla
aplicado al estado Eccô. y no tiene Capellania para ascender a las Sagradas
Ordenes mayores compadecido de la gran necesidad de Sacerdotes qe. padece su
Pueblo que componiendose de poco mas de quatro cientos vecinos no se encuentra
en toda la jurisdicion otro que el Parroco
y este es de Pueblo extraño.
Por tanto y considerando la
buena aplicacion del enunciado
su hijo funda establece e instituye un Patronato o Patrimonio Vitalicio a favor del mismo su
hijo Dn. Jose de la Cruz
para que con el pueda ordenarse y servirle de congrua, y en atencion de tener
otros hijos del mismo matrimonio que son Da. Maria, D. Juan, Da. Josefa, D.
Apolinario, D. Geronimo y Da. Maria Antonia a
quienes en nada quiere perjudicar, quiere qe. se entienda esta
fundacion en un pedazo de tierra donde llaman las Vistas con higueras y huertas
de papas por el naciente lindando con tierras de Juan Santiago Diaz por el
poniente con Camino Real por abajo bienes de Antonia Gonzales y por arriva de
Pedro Marrero, cuya tierra tiene de valor cincuenta pesos y redituara 5
anualmte.; otro en la Era
del Breso, lindando por el naciente con camino Rl. por el poniente el Volcan,
por abajo con bienes de Geronimo
Gonzales y otros herederos por
arriba con la de Josef Diego Dias y
otros coherederos, cuya tierra esta cultivada de huertas para papas, viña,
arboles de leche, y alguna parte labrantia cuyos reditos ascienden a cinquenta
y mas ps. y su valor a doscientos poco mas ó menos; y otro donde dicen Agea
cuyos linderos son por naciente D.
Gaspar Delgado, por
poniente herederos de D.
Bartolome Delgado, por abajo D. Diego de
Torres por arriba tierras del otorgante pertenecientes á la gracia Real de Valdios,
cuya tierra es de huerta de papas y de sembrar; cuyos pedasos de tierra libres
de toda pencion le asigno para el fin
que queda explicado y este ultimo rinde diez ps. anuales libres asi estos como
los demas reditos.
Asimismo, en dicha otorgación
dispuso que tales bienes no los podrá vender, cambiar ni enajenar en manera
alguna, sino tenerlos “en ser”, debiendo fabricarlos y adelantarlos. Nombró
como patrono al citado su hijo don José de la Cruz, “para que los gose y perciva sus
emolumentos desde que se coloque en ellos”.
Dicho documento fue protocolado
ante don Matías Ruiz, escribano público de Santa Cruz, el 4 de dicho mes de septiembre. Con esa fecha,
don Juan de la Cruz
inició un expediente ante el Obispado de Canarias para que se erigiesen en “quasi
espirituales” los bienes de que se componía el Patrimonio que había fundado a
favor de su hijo, para que sus rendimientos le sirviesen de “congrua pa.
poderse ordenar y ser admitido al clericato, a cuyo estado se halla
aplicado”. El 7 de ese mismo mes don Juan otorgó un poder a
varios procuradores de Gran Canaria, para que llevasen a cabo todas las
diligencias necesarias ante jueces y tribunales, conducentes al fin deseado,
ante el fiel de fechos Frías, el párroco Castro Baute, el tonsurado Gómez y don
Pablo González, vecinos todos de Fasnia.
El 14 de octubre inmediato se
procedió a la presentación de documentos ante el párroco de Fasnia, don Juan de
Castro Baute, quien comenzó a recibir la declaración de diversos testigos de la
localidad, quienes informaron sobre las cualidades del otorgante y del
beneficiario del Patrimonio, sobre la existencia y valoración de las
propiedades incluidas en él, así como de la necesidad que existía en el pueblo
de otro sacerdote y de las virtudes del aspirante; todos informaron
favorablemente. El primero fue don Luis Díaz Marrero, de 60 años, vecino y
síndico personero de la localidad, quien entre otras cosas afirmó: “qe. es
tanta la falta de eccôs. qe. hay en este dho Pueblo, qe. a pesar de componerse
de mas de trecientos vecinos dispersos, qe. componen mas de mil personas de
comunion, no hay otro qe. el Parroco solo, y este no es natural de este Lugar,
qe. el D. Jose de la Cruz
es muy aplicado al estudio, y a los exercicios de su Iga., muy recogdo. a su
casa, y de una conducta irreprehensible y que da pruebas de ser muy util a la Iga. y a su Pueblo, siendo
Eccô”.
El segundo testigo fue don Juan
Viera, también de 60 años, “que ha desempeñado distintas veces el oficio de
Personero y diputado del comun”, quien afirmó que don Juan de la Cruz “ha desempeñado algunos
oficios Publicos en cuyo desempeño ha comprovado con mas particularidad su honradez, providad y hombria de bien cuya
conducta resplandese en el citado su
hijo”. Asimismo insistía en los mismos argumentos que su predecesor:
[…] qe. es tanta la falta de
Eccôs qe. hay en este dho Lugar qe. solo esta el Parrco. a qn. es preciso
celebrar dos veces el Santo Sacrificio
de la Misa todos los Domingos y
dias festivos, pa. qe. sus feligreses cumplan con el precepto eccô. de asistir
a el, pues para la feligresia de trecientos
vecinos dispersos, y de mil las personas
de comunion, cuyas causas con sus habituales desazones han obligado al
dho Parrco. a solicitar otro eccô. qe. le acompañe y ayude a
llevar tan insoportable
peso, y a pesar de no poder
cumplir exactamente con tan sagdo. ministerio no lo ha podido conseguir
por la falta general de Eccôs. seculares y regulares, y a fuerza de mucha
solicitud apenas ha podido conseguir algun confesor, qe. le ayuda a oir
confesiones en algunos tiempos del año asi por el cumplimto. de Yga. como fuera
de el sufriendo tal vez gastos, qe. no admite la pobreza del Curato; y qe. el
D. Jose es de una conducta muy distingda. y arregda. muy bien exercitado en su
estudio y en los servicios de la
Yga. y muy recogido a su casa de manera, qe. se hace amable
pr. sus buenas circunstancias a todos sus becinos, y de muy buenas esperanzas
de ser un buen Eccô. y de vastante utilidad al pueblo y a la Iga.
El tercer testigo fue don Juan
Díaz Flores, quien también había tenido algunos oficios públicos, afirmando
del pretendiente: “qe.
este esta muy aplicdo.,
qe. es de muy
buena conducta, muy recogido a su casa, bien quisto y amante de su yglesia y en
fin qe. a lo que parese sera un verdadero Eccô. y de mucha utilidad a su
Yglesia y a sus convecinos”. Y el cuarto, don Juan Alonso González, también
opinaba lo mismo: “D. Jose es de muy buena conducta bien visto, amante de su
Yga. bien recogido a su casa y estimado de todos sus vecinos y en fin, qe.
su porte es irreprehensible que al
pareser sera muy exemplar y buen clerigo, y muy util a su Iga.
y a su feligresia”.
El 17 de octubre se recibió
declaración a otros dos testigos, que también respondieron favorablemente. El
primero fue don José Diego Díaz, uno de los justipreciadores de tierras de la
localidad, quien afirmó que don Juan de la Cruz poseía “otros muchos bienes”, aparte de los
señalados en el Patrimonio. El segundo fue don Amaro Díaz, personero y diputado
que había sido del Ayuntamiento de Fasnia, de más de 60 años. Con esa misma
fecha emitió su informe el párroco don Juan de Castro Baute:
Constame qe. los testigos son
sugetos de toda providad, e integridad pues los conosco muy bien; por sus
declaraciones, y por la notoria y vos publica estoy seguro, qe. quanto han
expuesto es cierto; y en quanto a la honradez del D. Juan de Cruz sus buenos
procedimtos. buena fama y arregda.
conducta tengo vastante conocimto. por ser vecino cercano mio, y mucho
mas de su hijo Dn. Jose a quien estoy enseñando Latinidad,
y me consta qe.aprobecha que no se mezcla en cosas opuestas,
o repugnantes al servicio de Dios y oposicion de los hombres
antes se mira estimado de todos por su buen porte pues no se ve en el cosa
reprehensible, es buen servicial de su Yga. y bien exercitado con sus vecinos,
y en fin de esperanzas de ser un Eccô.
exemplar de manera, qe. aun
parescen virtud su recogimto. y su vida.
Su padre tiene bienes heredados y adquiridos, qe. por su fallecimto. pueden
pertenecer a este hijo mas de otros tantos de los inclusos en la fundacion. De
la falta de Eccôs. en este Pueblo nada
tengo qe. añadir pues los tgôs.
dicen lo qe. hay y quanto dicen es cierto y me consta.
El 15 de noviembre de ese mismo
año 1809 el provisor y vicario general del Obispado de Canarias, Lcdo. Arbelos,
aprobó la fundación de dicho Patrimonio, que adjudicó a don José Antonio de la Cruz; por lo que dispuso:
[…] admitia la fundacion y
aprobando como aprobava las diligencias quanto ha lugar pr. drô. erigia y
erigio los bienes de su dotacion en quasi espirituales, y las adjudicaba y adjudico al citado Dn. Jose Cruz para que sus rendimtos. le sirvan de congrua con
que poder ascender a las ordenes mayores los quales no se pueden vender, ceder,
cambiar, atributar, y en manera alguna enagenar sin expresa licencia deste
Tribunal; y tenido este auto efectos de cosa juzgada se le despache titulo de
mandamiento y pocesion en forma.
Ordenación sacerdotal
De este modo, una vez que hubo
alcanzado los conocimientos necesarios, parte de ellos con la ayuda del párroco
Castro Baute, en la tarde del 15 de junio de 1810 recibió la Tonsura clerical en la
iglesia del Monasterio de San Bernardo de la ciudad de Las Palmas de Gran
Canaria, de manos del arzobispo de Caracas, don Narciso Poll y Praz, con
licencia del de Canarias don Manuel Verdugo. Tres años más tarde, en la mañana
del 3 de junio de 1813, se le impusieron las Órdenes Menores, con dispensa de
intersticios; como tal clérigo de menores actuó de testigo en varios
testamentos otorgados en Fasnia en
el mes de julio inmediato.
En mayo de 1814, el obispo pidió
informes sobre nuestro biografiado al párroco de su localidad natal, don Juan
de Castro, para poder concederle las órdenes mayores, y éste pidió a su vez un
certificado al prior del convento lagunero, relativo a la vida y costumbres de
don José Antonio de la Cruz
durante el tiempo que por motivo de cursar sus estudios vivió en el mismo. El
contenido de los informes fue muy favorable, por lo que el sábado 4 de junio de
1814 pudo ser ordenado de Subdiácono en el oratorio del palacio episcopal de
Las Palmas de Gran Canaria, a título de Patrimonio. En el mismo lugar recibió
el Diaconado el sábado 11 de marzo de 1815 y el Presbiterado el domingo 22 de
octubre del mismo año, éste último con dispensa de intersticios y de cinco
meses y tres días de edad. Las tres órdenes mayores le fueron impuestas por don
Manuel Verdugo y Albiturria, obispo de Canarias.
Nuestro flamante presbítero
regresó a Fasnia, donde celebró su primera misa y quedó colaborando con el
mencionado párroco don Juan de Castro y Baute, con cuya licencia celebraría bautismos,
entierros y matrimonios en la iglesia de San Joaquín, desde el mes de noviembre
de 1815 hasta finales de 1817; en ese período también participó como testigo en
la otorgación de testamentos por vecinos de la localidad.
Luego, don José de la Cruz trasladó su residencia a
La Laguna,
desarrollando su labor pastoral en las parroquias de la ciudad. El 25 de enero
de 1820 el provisor, vicario capitular de la Diócesis Nivariense,
le concedió licencia para celebrar en La Laguna y en el resto del Obispado el Santo
Sacrificio de la Misa,
por el tiempo de cuatro años. Meses más tarde, el 1 de agosto del mismo año, se
le concedió licencia para predicar y confesar a personas de ambos sexos por el
tiempo de dos años; por entonces figuraba como “presbº natl del lugar de Fasnia
y Vº de esta Ciudad”.
Según el padrón parroquial de
Fasnia de 1820 don José figuraba como “Clérigo presbº ausente”, de 28 años de
edad; estaba domiciliado en la casa nº 57 de la localidad y su familia estaba
compuesta además por sus padres: don Juan de la Cruz, de 64 años, y doña María Juliana Hernández,
de 63; y sus hermanos: doña María, de 32 años, don Juan, de 30, doña Josefa, de
26, don Apolinario, de 23 y “ausente”, don Gerónimo, de 22 y también ausente, y
doña María Antonia, de 20 años.
Al frente de la parroquia de Guía
de Isora permaneció don José Antonio durante siete años y medio, como teniente
de cura, cura rector interino y rector propio.
Parroco propio de Guía de Isora,
Capellan de ermitas, teniente de parroco y cura servidor de Fasnia.
Poco después, nuestro biografiado
regresó a su pueblo natal, donde quedó encargado de la iglesia el 25 de agosto
de 1821 por ausencia del párroco propio don José Nicolás de Torres, con quien
continuaría colaborando en lo sucesivo en la celebración de los sacramentos
ministeriales.
Al año siguiente, el 17 de abril
de 1822, el provisor expidió a su favor el título de teniente de cura de la
parroquia de Ntra. Sra. de la Luz
de Guía de Isora; a partir del 11 de mayo inmediato se hizo cargo de ella como
cura rector interino, pasando el 4 de junio de 1823 a cura rector propio de la
misma, cargo en el que permaneció hasta el 16 de octubre de 1829, en que, por
renuncia a dicho destino, fue propuesto en su lugar para párroco de Guía el
presbítero don José Pérez, dominico secularizado, natural de Güímar y vecino
del Puerto de La Orotava.
Mientras estuvo destinado en Guía
sólo contó con la ayuda de don José de San Alipio Alfonso, coadjutor suyo en
1824. Pero en 1829, debido a su mala salud, le sustituyó durante algunos meses
el presbítero don Miguel de Melo; en este sentido, el 27 de agosto de dicho año
don José Abad y Martínez remitió al obispo Folgueras una carta que le había
enviado el cura de Guía, don José Antonio de la Cruz, por la que: “se enterará V. S. I. de la situación deplorable, en qe. se halla la
salud de este Parroco y su legitima
imposibilidad pa. contiuar por si en aquel Ministerio, el qe. ha mucho tiempo
no ejercia por tener alli al Prô Dn. Migl. Melo, quien se ha retirado
a la Villa
de la Orotava
Pueblo de su
naturaleza”; por ello solicitaba que se
hiciese retornar al presbítero Melo a aquella Parroquia, interín no hubiese
otra determinación.
Tras siete años y medio de
brillante labor pastoral en este pueblo sureño, don José Antonio de la Cruz regresó de nuevo a su
pueblo de Fasnia y sirvió una Capellanía en una de las ermitas de los pueblos
colindantes (San José de El Escobonal o Ntra. Sra. de la Luz de Arico el Nuevo).
Luego fue nombrado teniente de
cura de la parroquia de San Joaquín de Fasnia, de la que era titular don
Domingo González de Marina. Desde su pueblo natal elevó un escrito al obispo de
Tenerife don Luis Folgueras, fechada a 8 de septiembre de 1833, en que
solicitaba las prórrogas de sus licencias ministeriales para ejercer como
servidor en Fasnia, a la vez que intentaba
aclarar los malentendidos
que habían surgido
como consecuencia de una
enfermedad sufrida mientras estaba al frente de la parroquia de Guía de Isora,
en cuya difícil curación implicaba a algún médico:
Mui venerado Señor
mio: por cuanto
se aprocsima el
termino de mis licencias
de celebrar, oir confeciones y predicar, el cual concluido, no puedo
exercerlas sin lexitima autoridad: las
que, no solamte. me presisan para el cumplimiento de mi Ministerio, en mejor
servicio de Dios, segun pueda, sino tambien porqe. habiendome presisado dexar una
Cappellania que servia
en otra Jurisdicion
para venir a
administar los Stôs Sacramentos a este Ve. Señor Cura, a
decir Misa al Pueblo, a avilitar a diferentes que han finado &a.; y que corriendo ya cinco meses sin el actual Parroco
hallarse del todo suficiente para
desempeñar su encargo, ser de mi obligacion suplir sus faltas, ya por ser
natural de este Lugar, y ya por creer que ningun sacerdote se atrevera a servir
Parroquia sindicada, como generalmte. miran a esta, como por la de su
antesesor, a quien declaró el doctor
Saviñon por etico; y que a
continuacion de el,
murieron dos jovenes que lo
acompañaban en las noches, el uno mandado separar, y el otro sin este requisito porqe. no se
dejó ver. Por todo esto remito dichas mis licencias suplicando a V.S.Y.
humildemte. me las avilite por algun tiempo mas, siendo de su bondadoso agrado.
Con este motivo, y habiendo tenido
el honor de haber ablado, por escrito, con V.S.Y. desde el Pueblo de
Guia, espero se me perdone, como a bien reconosido desir algo de la ultima
carta que alli resivi, por haberme llamado la atencion y vivir aun neutra en mi
pecho. Aquel medico del Pueblo de Ycod Dn. Gaspar Pons que habia entendido en
la irritacion de mi pierna, dandome personalmte. y de voluntad propia
satisfacion me dixo: el Señor Obispo tenia pronto un serbidor que mandar a Vd.,
y presentandome yo con las diligs. acerca de lo que me restaba de la deuda mudo
de pareser, y ni fue una carta que Vd. mando con Antonio Sacristan ni ninguna
otra cosa lo acuso de no haberle mandado el Servidor, vd. la habra sentido =
Luego me vino a la memoria que despues de yo haber esperimentado la contradiccion de mi
cura por
haberle tocado a
la pierna con un
unguentito blanco que yo le pedi, por si acaso, despues de darle gracias de mejoria, y tocado con el la segunda ves lo
noté de color de asabache porque como vivo asufre me informó tambien la otra
pierna; a tiempo que resivi aviso de tres sugetos vicibles de Icod,
abocados al Alce. de Guia
para que me avisasen como el medico aconsejado de mi Servidor Dn. Domingo Magdaleno me habia
entretenido la Cura
con fin de tomarse cada uno la mitad del producto del Curato; y no creyendo yo
que fuese posible, el medico me dió a entender que si hubiera querido podría, puesto que en carta con que me quiere satisfacer solamente me
dice: que no creyera yo el seria capaz de hacerme semejante agravio.
Como quiera que, lo cierto es que desde entonces
cundieron la vos de que yo nunca mejoraria
porque quebrantaba la dieta
tomando vino; y que corrio este dice con tan estensa rapides, mayormte. por los
Ecctôs. que creo llegaria hasta Palacio, segun que, alegrandose S.S.Yma. de mi salud me añade en su
carta; que se alegraba tanto mas por razon de mis flatos. Y de aqui he formado el juicio prudente de
que el llamado medico, a las diligs. que presentara (aunque fuese una injusta obligacion que dice
mi madre haber hecho sin orden mia) era regular que añadiera a fabor de su
medicina lo mismo que tenia publicado, porque de otra manera no me se pudiera
citar en la carta cosas reservadas a S.S.Ymâ. Mas siendo así, no debe ella
tener otro sentido que este “Te amó, y me da lastima no poderte servir como
hasta aqui, pero tu perdicion nace de ti, vete en paz”. Y como la medicina de
todo defecto es la enmienda, y donde no hay que enmendar callar; siendo ello
asi, me redusgo solamente a repetir todas las gracias que ha meresido para conmigo la buena
voluntad de V.S. Ymô. con toda la sencilles de mi corazon afectuoso.
Dios guê. a V.S.Ymo. en mayor y
mas tranquila Prosperidad todo el tiempo
que le sea este su Servidor y cappn. que = B.L.M. de V.S.Yma. = Jose Antonio de
la Cruz.
Como respuesta a lo solicitado,
el 5 de diciembre de 1833 se le prorrogaron las licencias de celebrar el Santo
Sacrificio de la Misa,
confesar y predicar el Santo Evangelio, en los mismos términos que lo tenía y
por tiempo de cuatro años, “en razon de estar sirviendo aquella Parroqa. de Fasnia”. En 11 de febrero de 1834 se le
encargó de su parroquia natal por enfermedad e imposibilidad física del cura
propietario, don Domingo González de Marina. Al fallecer éste, el 12 de abril
del mencionado año, don José de la
Cruz fue mantenido como cura encargado, a pesar de presentar
por entonces graves indisposiciones, pues así lo dispuso el beneficiado de
Güímar don Agustín Díaz Núñez, quien lo comunicó al obispo Folgueras en esa
misma fecha: “Ilmo. Sr. / Acabo de dar sepultura en la mañana de hoy al Ve Cura
de esta Yglesia del Sr. Sn. Joaquin de Fasnia Dn. Domo. Gonzalez de Marina que
fallecio en la del dia de ayer, y hasta la superior disposicion de V.S.Y. queda
encargado de esta Iglesia, en la parte que sus muchas y graves indisposiciones
le permitan, el Presbitero Dn. Jose de la Cruz, siendo urgente la
provicion de nuevo Parroco de dha. Yga.
en las actuales circunstancias. / Fasnia
de Tenerife 12. de Abl. 1834”3. Don José cesó en tales funciones el 28
de mayo del mismo año, pero
continuó viviendo en
Fasnia, adscrito como
capellán y teniente
a la parroquia de San Joaquín.
Según el
padrón parroquial de
1835 vivía en
la casa nº
60 de Fasnia,
como “presbítero” de 42 años de edad, en compañía de su criada Antonia
Díaz de 56 años. Y el 10 de noviembre de 1836 se hizo cargo de nuevo de la
iglesia parroquial de San Joaquín por ausencia del párroco propietario. En ésta
época ya habían fallecido sus padres y era atendido por la citada criada.
Cura servidor de
Arico
Hacia 1837, nuestro biografiado
trasladó su residencia a Arico, donde desarrollaría sus
licencias ministeriales
hasta su prematura
muerte, como cura
servidor del párroco
don Hipólito Casiano Bello (natural de Güímar), con cuya licencia
celebraba bautismos, matrimonios y entierros. En estos, sus últimos años de
vida, residía en el Lomo, en la casa del mencionado párroco, con el monaguillo
Fermín Rivero y la criada María. Con motivo de su cargo quedó al frente de la
parroquia de San Juan Bautista en varias ocasiones, por ausencia del titular,
como ocurrió en abril y julio de 1841 y entre el 6 de febrero y el 3 de abril
de 1842.
El presbítero don José Antonio de
la Cruz falleció
en su domicilio de Arico el 15 de junio de 1842, a los 50 años de edad; se le
habían administrado todos los Auxilios Espirituales a excepción del Santo
Viático, por no permitirlo su enfermedad, pero no había testado. Al día
siguiente se oficiaron las honras fúnebres en la iglesia de San Juan Bautista y
a continuación recibió sepultura en el cementerio parroquial de dicho lugar. Su
sepelio constituyó una sentida manifestación de duelo popular, al que asistió
la mayor parte del vecindario y muchos de sus paisanos de Fasnia, que se
trasladaron a esta localidad con tal fin. (Octavio Rodríguez Delgado) [blog.octaviordelgado.es]
Notas:
1
Sobre este personaje pueden verse también los artículos de este mismo
autor: “Personajes del Sur (Fasnia-Arico): El sacerdote don José Antonio de la Cruz”. El Día (La Prensa del domingo), 14 de
agosto de 1988. Con posterioridad, la reseña biográfica se ha visto enriquecida
con nuevos datos.
2
La documentación sobre este patrimonio vitalicio se conserva en su
expediente personal, que se custodia en el Archivo Diocesano de La Laguna.
3 Archivo Diocesano de La Laguna. Documentos
varios del pueblo de Fasnia.
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