miércoles, 18 de junio de 2014

FORTUNATO GOMEZ CUBAS





1926 diciembre 14.
Nació en El Escobonal, Güimar,  Fortunato Gómez Cubas (1926.2002), Minero, cantero, labrador. Emigrante, músico de orquesta, folklorista, director musical y compositor

El presente artículo está dedicado a un entrañable escobonalero, don Fortunato Gómez Cubas, un hombre sencillo, a quien tuve la fortuna de conocer y tratar personalmente. En su juventud trabajó en una galería de agua, en una cantera y en la agricultura, aunque fue esta última la que marcó casi toda su vida. Además, como otros muchos canarios de su época, buscó mejorar su fortuna en el extranjero, habiendo emigrado en una ocasión a Brasil, en dos a  Venezuela  y  en  otra  a  Holanda. Pero,  sobre todo,  destacó  como  músico  autodidacta, llegando a dominar la guitarra, el laúd, el violín y el acordeón, aunque también cantaba. Perteneció a las orquestas “La Alegría” y “Ritmo del Sur” de El Escobonal, así como a varias agrupaciones folclóricas: la Rondalla “El Escobonal”, “Los Cinco de Agache”, la Rondalla del Club de la Tercera Edad de Güímar, la Rondalla de África Alonso y la Agrupación Musical “Antón Guanche” de Candelaria, de la que fue director. Asimismo, destacó como compositor de numerosas canciones canarias populares.

Su conocida familia

Nuestro biografiado nació en El Escobonal el 14 de diciembre de 1926, siendo hijo de
don Carlos Gómez Rodríguez y doña Peregrina Cubas Castro. Fue bautizado en la parroquia de San Joaquín de Fasnia por el cura párroco don Celso González Tejera, encargado por entonces de la iglesia de San José. Siempre fue conocido en su pueblo natal como “Nato”.

Creció en el seno de una familia sencilla de agricultores, pero de cierto prestigio local, pues  su  abuelo  gomero,  don  Abelardo  Cubas  Padilla  (1850-1914),  fue  escribiente, agrimensor, sochantre, alcalde pedáneo de Agache y fielatero de El Escobonal. También sobresalieron dos de sus tíos: don Pedro Indalecio Cubas Castro (1885-1948), quien era apreciador de tierras, hacía particiones y ejerció como tercer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Güímar; mientras que don Evaristo Cubas Castro (1888-?) fue agrimensor y escribiente, así como presidente de la Sociedad Cultural “El Porvenir” de El Escobonal y de la Quinta Canaria de La Habana. Además, destacaron algunos de sus primos hermanos: don Patricio Rigoberto Cubas Huertas (1911-1960), caballero mutilado de Guerra; Sor Erudina Cubas Hernández “Madre Nazaret” (1915-1983), religiosa de la Santa Casa de Nazaret y maestra; don Urbano Cubas Hernández (1917-1947), sargento de Artillería; doña Alfonsina Hernández Cubas (1923), Licenciada en Filosofía y Letras; doña Agustina Censa Hernández Cubas (1931), maestra; y don Ernesto Cubas Delgado (1940), contable. En cuanto a sus hermanos, don Agustín Otero, don Luciano David y don Dionisio Gómez Cubas, también fueron músicos y pertenecieron a la orquesta “La Alegría” de El Escobonal.

Minero, cantero y labrador

Volviendo a don Fortunato, cursó los estudios primarios en la escuela de niños nº 2 de
El Escobonal, situada en La Montaña, con el maestro gallego don Manuel Tejelo Guerrero, casado en dicho pueblo. Simultáneamente, desde niño se fue iniciando en el  trabajo, al colaborar con sus padres en las tareas agrícolas. Luego, tras ser alistado por su quinta en el Ayuntamiento de Güímar, prestó el servicio militar como soldado de Infantería en Santa Cruz de Tenerife.

Después de licenciado, el 23 de junio de 1951, a los 24 años de edad, contrajo matrimonio en la parroquia de San José de El Escobonal con doña María del Carmen García Díaz, conocida por Carmela, hija de don Tomás Fortunato García Marrero y doña Benigna Díaz Perdomo, naturales de dicho pueblo; los casó el cura ecónomo Dr. don Felipe García Peñalvo y actuaron como padrinos don Nicolás García García y doña Mercedes García Díaz. Se establecieron en Lomo de Montijo, donde han vivido siempre.

Por entonces, nuestro biografiado trabajó durante varios años en la galería “Morro Negro”, picando y sacando escombros. Posteriormente estuvo trabajando unos dos años en una cantera de piedra en la costa de Arico. No obstante, dedicó la mayor parte de su vida, a la agricultura, oficio en el que permaneció hasta su muerte, cultivando sobre todo papas, batatas, pimientos, zanahorias y hortalizas, además de viña, en su finca de El Cercado, en el Lomo de Pablo de Lomo de Mena, así como en los trozos de terreno que tenía dispersos por El Cubacho, El Mocán y el Risco de la Viña.

Músico de orquesta y emigrante en Brasil, Venezuela y Holanda.

Pero a Nato lo recordamos, sobre todo, como músico, pues al igual que el resto de su familia, siempre poseyó un gran oído. Así, desde su niñez él solo aprendió a tocar la guitarra, tomando prestada a escondidas la que poseía su hermano Otero, y asistiendo a los ensayos de las dos orquestas de cuerda que por entonces existían en el pueblo; luego se dedicó al laúd, que fue el instrumento al que estuvo más unido, aunque también aprendió a tocar el violín, así como a cantar los aires de la tierra o un sentido bolero, con una voz personal y melodiosa, que deleitaba al público1.

Una vez adquiridos los conocimientos básicos, hacia 1940, con tan solo 13 años, se unió a otros chicos del Lomo de Montijo que habían formado una orquesta de cuerda, la cual, al ser cuatro de sus miembros hijos de doña Peregrina Cubas (Otero, Nato, David y Niso), pasó a ser conocida como “Los Peregrinos”. Ensayaban en La Hoya, en la casa paterna de don Octavio Rodríguez, que asumía la dirección, y con un repertorio centrado en el folclore canario,   al   que   fueron   añadiendo   pasodobles   y   melodías   bailables   sudamericanas. Comenzaron actuando, sobre todo, en los bailes de asalto del antiguo casino de La Fonda, así como en las verbenas de la plaza. Cuando don Octavio fue al servicio militar, en 1944, la orquesta siguió actuando bajo la dirección de don Fortunato, quien pasó a tocar el violín. Apartir de 1946, tras la reincorporación de aquel, la orquesta pasó a denominarse “La Alegría”, como figuraba escrito en el bombo. Poco tiempo después la orquesta se enriqueció con una batería y una trompeta, llegando a actuar en casi todos los pueblos del Sureste de Tenerife: El Escobonal, Lomo de Mena, La Medida, Fasnia, La Zarza, Arico, Porís de Abona, El Bueno, Chajaña, etc., hasta los que se desplazaban en guagua o, en muchas ocasiones, a pie.

Nato abandonó la orquesta hacia 1953, dos años antes de su disolución, para emigrar a Brasil, donde trabajó en el campo durante un par de años, hasta 1955, en que regresó a Tenerife. Durante su estancia en ese gran país sudamericano compró una guitarra, que tocaba como entretenimiento después del trabajo. Ese instrumento le acompañó también en sus dos viajes a Venezuela, a donde emigró por primera vez hacia 1956, permaneciendo en dicho país durante tan solo nueve meses, y al que regresó en 1959, para trabajar durante dos años con sus paisanos los hermanos Pérez Castro, cargando mercancía para los puestos del mercado.

Antes  del  segundo  viaje  a  Venezuela,  nuestro  biografiado  había  comprado  un acordeón a don Argelio por 1.500 pesetas. Pero no contento con las prestaciones del instrumento lo vendió y compró otro de más calidad en Santa Cruz de Tenerife, que le costó 9.000 pesetas. Tras su regreso a El Escobonal, hacia 1962 se integró con su acordeón en la nueva orquesta “Ritmos del Sur”, formada dos años antes y dirigida por don Ambrosio Domínguez “El Panadero”. Pero en 1966 la abandonó para emigrar a Holanda, donde solo permaneció  un  año,  trabajando  en  una  fábrica.  En  ese  país  europeo  adquirió  su  tercer acordeón, del que ya no se separaría y con el que pasaba tocando los ratos de ocio, para alegría de sus compañeros de trabajo.

De regreso a El Escobonal, Nato intentó rifar el anterior acordeón que había comprado en Santa Cruz, pero al haber quedado en su poder el número premiado, terminó vendiéndolo. Hacia 1967 se integró de nuevo en la orquesta de su pueblo, ahora bajo el nombre de “Los Cinco del Sur” y dirigida por don Octavio Rodríguez, pero que tras su incorporación volvió a la denominación original, aunque con una pequeña variante, “Ritmo del Sur”. En su última etapa, esta orquesta, la última que ha tenido nuestra comarca, contaría con batería, acordeón, saxofón, trompeta, bajo y vocalista, y ensayaba en la casa del director, en la plaza. Se disolvió en 1970, tras actuar el domingo de Piñata en el Parque Recreativo de Santa Cruz de Tenerife, dejando atrás una década de existencia, en la que había recorrido gran parte de la geografía insular, dentro de la franja comprendida entre Adeje, por el Sur, y Camino de Chasna, por el Norte.

Componente destacdo de las rondallas de El Escobonal y de la tercera edad de Güimkar, y fundador de “Los Cinco de Agache”

En cuanto a la vertiente folclórica, don Fortunato perteneció a la Rondalla de “Coros yDanzas de El Escobonal”, que existió entre 1967 y 1974 bajo la dirección musical de don Joaquín Rodríguez, y que llegó a actuar en el Teatro Guimerá y a salir en dos programas de televisión; en dicha agrupación, nuestro biografiado tocaba el laúd y participaba en el canto. Años más tarde, al crearse en 1980 la Rondalla “Axantemir” del mismo pueblo, también se integró en ella, que por entonces era dirigida por don Juan Campos de la Rosa.

Pero en 1981 abandonó dicha agrupación, junto a cuatro de los miembros más veteranos: don  Juan Rodríguez  Díaz  (Juanillo), don  Bernardo Rodríguez Díaz  (El  Cojo Facundo), don Vicente Díaz Marrero y doña María de la Luz Díaz Palenzuela (Adita). Con ellos fundó el grupo “Los Cinco de Agache”, al que luego se unió don José Díaz Palenzuela (Josefillo) y en el que nuestro biografiado, además de tocar el laúd y el acordeón, también cantaba. Durante cinco años recorrieron, con su extenso y variado repertorio, los escenarios festivos de la isla, así como numerosos hoteles y restaurantes del Sur. Y cuando este grupo se disolvió, en 1986, Nato siguió cumpliendo los compromisos adquiridos con algunos restaurantes, acompañado solamente por su compañero Juanillo.

Al término de dicha etapa, pasó a formar parte de la Rondalla del Club de la Tercera Edad de Güímar, en la que permaneció durante cuatro años tocando el laúd, bajo la dirección de su paisano don Julio Díaz Gómez (Yuyo). Luego se integró en la Rondalla de África Alonso, de la misma ciudad y dirigida también por Yuyo, en la que estuvo unos tres años y medio tocando el mismo instrumento. Con esa agrupación, que ensayaba en la finca “Las Palmeritas” del director, llegó a grabar un cassette en los estudios Acentejo, en 1992, que contenía tres de las canciones compuestas por Nato.

Director de la agrupación musical “Antón Guanche” de Candelaria y composittor

Finalmente, hacia 1995 don Fortunato se incorporó como director a la Agrupación
Musical “Antón Guanche” del Club de la Tercera Edad de Candelaria, al frente de la cual permaneció durante siete años, hasta su muerte, y para la que compuso una canción que es considerada el himno de la rondalla, titulada “Candelaria bonita”. Con dicha agrupación, no solo recorrió numerosas localidades tinerfeñas sino que también actuó en Teror, con motivo de la festividad de la Virgen del Pino; en El Hierro, por la bajada de la Virgen de los Reyes; y en Cuba, a donde fueron en 1997, durante 15 días, en los que actuaron en Santiago de Cuba, Camagüey, Morón, Cienfuegos, Santa Clara, La Haban, Pinar del Río y, como no, ante la Virgen del Cobre, patrona de dicha isla. Pero, sin duda, una de las actuaciones más emotivas para su director tuvo lugar en la plaza de El Escobonal, donde actuó en un festival organizado por el Club de la Tercera Edad de dicha localidad y celebrado en el mismo año de su muerte, pues hacía muchos años que Nato no actuaba ante el público de su pueblo natal.

Desde su juventud, don Fortunato había mostrado una cierta facilidad para componer. Por ello, aunque no tuviese estudios académicos musicales ni llegase a conocer el Solfeo, compuso a lo largo de su dilatada vida musical numerosas canciones, pero, probablemente, las primeras pasarán a la historia de la música canaria como de autor desconocido, ya que ni él mismo recordaba algunas de sus letras, al no haber tenido la precaución de anotarlas en algún papel para que de ellas quedase constancia documental2. Afortunadamente, sí dejó escritas las últimas once canciones que compuso en las dos últimas décadas, en letra y música, a veces rescatando  obras  que  dormían  desde  hacía  tiempo  en  un  rincón  de  su  memoria.  Esas canciones, en las que cantó a diversos lugares de la isla y a nuestra gente, fueron interpretadas por los últimos cuatro grupos en los que estuvo; sus títulos son: “El campesino”, “Mujer canaria”, “Mi bella Laguna”, “Bonito Valle de Güímar”, “Mi terruño”, “Taganana”, “Roque Negro”, “El labrador”, “Que viva el Mesías”, “Añorando mi tierra” y “Candelaria bonita”. La letra de esta última fue publicada en el periódico Tagoror en marzo de 2003, tras su muerte, mientras que la de “El campesino” se reprodujo en el mismo periódico en abril y diciembre de dicho año.

A su faceta de compositor se refirió en un bello artículo una componente de la Agrupación “Antón Guanche” de Candelaria, doña Imagelia Orihuela Cruz, aunque confunde el nombre de nuestro biografiado:

Si yo supiera escribir, le pediría al Sr. Gómez Cubas: Escríbeme una canción; se lo diría a ese hombre sencillo y humilde, pero con una capacidad inmensa para la creación de las canciones (letra y música) a su tierra, a su pueblo. Me estoy refiriendo al Sr. Donato [sic] Gómez Cubas, nacido y vecino del pueblo del Escobonal, Güímar, director del grupo musical Antón Guanche de Candelaria, que dirige a un grupo de amigos  (jóvenes y mayores), que se reúnen todas las semanas para ensayar los cantos de nuestra tierra; casi todas las canciones son creadas por él, pero nunca hace alarde de ello, todo lo contrario, a veces le preguntamos por qué no las publica, y así la gente las conoce, y nos contesta con esa característica suya, de ese honrado canario bajando la cabeza, y una humildad en su voz diciendo: bueno, ahí están, yo disfruto mucho en hacerlas y me recreo en oírlas, el día de mañana éste será mi recuerdo, mi paso por la vida para que las nuevas generaciones no las olviden y se animen a seguir.3

Fallecimiento y homenaje postumo

En la tarde del sábado 9 de noviembre de 2002, mientras se encontraba en Candelaria
ensayando con la Rondalla, don Fortunato Gómez Cubas comenzó a sentir un dolor agudo en el pecho y, a pesar de que su esposa trató de convencerlo de que fuese al médico, no quiso ir y conduciendo su “land rover” llegó hasta su casa del Lomo de Montijo, en El Escobonal, donde, nada más entrar y tras colocar el laúd en su sitio habitual, falleció a consecuencia de un infarto; eran las siete de esa misma tarde y se puede decir que prácticamente murió al pie del cañón, con un instrumento musical en las manos. A las cuatro de la tarde del día siguiente se efectuó el sepelio, desde la cripta de San José de El Escobonal a la parroquia del mismo nombre, donde se oficiaron las honras fúnebres por el cura párroco don José Agustín León Rodríguez, y a continuación recibió sepultura en el cementerio de dicha localidad. Le faltaba un mes para cumplir los 76 años de edad.

Pocos  días  después,  la  mencionada  doña  Imagelia  Orihuela,  componente  de  la Rondalla de Candelaria, se hizo eco de su muerte en un emotivo artículo, que sería publicado en El Valle: “El pasado sábado día nueve de noviembre, nos dejó para siempre nuestro querido director de la rondalla Agrupación Musical “Antón Guanche” de Candelaria, don Fortunato Gómez Cubas. / Después de haber pasado toda la tarde en nuestra compañía ensayando, como de costumbre todos los sábados, nos hemos quedado afligidos de la triste noticia de su muerte, una hora después, pues todos nos sentíamos muy orgullosos de su amistad, de sentirnos sus amigos y compañeros”. Y, tras enumerar las canciones que había compuesto, concluía el artículo con las siguientes frases: “Aquí cerramos este capítulo, esta fue su vida, nos ha dejado un grato recuerdo por su sencillez, su humildad y su honradez que todos supimos apreciar. / No te olvidaremos querido Nato, descansa en paz”.4

Pasados unos días de su muerte se ofició una misa por su alma en la misma iglesia de El Escobonal, que en reconocimiento a su trayectoria tuvo un acompañamiento musical, asumido por tres componentes del Grupo “Herques” (su nieto Josué Rodríguez, Juan Carlos




Díaz y Jorge Hosp), quienes tocaron un “Arrorró” y unas “Folías”. Y el jueves 28 de ese mismo mes de noviembre, a las seis de la tarde, se ofició otra misa por su alma en la Basílica de Ntra. Sra. de Candelaria, por encargo del Centro de la Tercera Edad “Antón Guanche” y los componentes de su agrupación musical, que actuaron en la misma, como despedida a su querido director.

Le sobrevive su esposa, doña Carmela García Díaz, reconocida caladora, que, además de un sinnúmero de trabajos retribuidos para el Cabildo y varias empresarias particulares, ha confeccionado 23 manteles y 38 pañitos pequeños para diversas iglesias y ermitas de la isla, así como para las capillas del cementerio de El Escobonal y de algunos centros sanitarios, habiendo participado, además, en numerosas ferias de artesanía.

Don Fortunato y doña Carmela procrearon dos hijas: doña Peregrina, casada con don Argimiro Rodríguez de la Rosa; y doña Benigna Gómez García, esposa de don José Enrique Rodríguez Pérez; ambas con sucesión. Y dos de sus nietos han heredado la vocación musical de Nato: Josué Rodríguez Gómez, que actualmente es componente del Grupo “Herques”, además de presidente del Tagoror Cultural de Agache; y Moisés Rodríguez Gómez, que se inició en la Banda de Música de Güímar, aunque luego no continuó la carrera musical.

Casi once años después de su muerte, el 21 de septiembre de 2013, se le tributó un homenaje póstumo al recordado músico y folclorista don Fortunato Gómez Cubas en la plaza de San Carlos de El Tablado, dentro del XII Festival folclórico “Cirilo El Tamborilero”, organizado por la Asociación Cultural “Atenguajos” de dicho barrio, en el marco de las Fiestas en honor de San Carlos Borromeo.

Quisiera acabar esta reseña con una copla de la recordada canción que Nato dedicó “El
Campesino”, emotiva descripción de sus raíces en la comarca que lo vio nacer:
Que viva El Escobonal y su patrón San José, esa es mi tierra natal, tierra que no olvidaré,
tierra alegre y campesina que no se puede igualar, donde nació la Berlina, tan alegre y popular.
Deseo que este artículo sirva como tributo a un hombre de la tierra, a un modesto agricultor y emigrante, que dedicó gran parte de su vida a la música, especialmente al folclore de la tierra, como  intérprete, director y compositor, contribuyendo con entusiasmo y entrega a mantener la rica tradición folclórica de la comarca de Agache.

(Octavio Rodríguez Delgado, 2013)   (Cronista Oficial de Güímar) [blog.octaviordelgado.es]

 Notas:
1 Luisa CHICO PÉREZ (1997). Agacheros. 60 años de folclore. Pág. 99.
2 CHICO P3 Lamentablemente, en el recorte que conserva la familia no figura el nombre del periódico ni la fecha de publicación.

ÉREZ, op. cit.
4 AILEGAMI (Imagelia Orihuela Cruz). “Esta fue su vida”. El Valle, nº 6, enero de 2003, pág. 2.

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