1904 febrero 2.
Debilitado física y anímicamente,
don Francisco Peraza Pérez falleció en su domicilio
de la calle de la Caza de La Laguna (donde poco tiempo
antes lo había hecho su madre), a las once y media del día, víctima de la
tuberculosis pulmonar; Francisco Peraza y Pérez, abogado y notario de La Laguna1
Recordamos en este artículo a un
destacado hijo de Arico, que obtuvo el título de Bachiller en el Instituto de La Laguna y el de Licenciado
en Derecho en la
Universidades de Sevilla y Granada. Abogado en ejercicio,
obtuvo por oposición la
Notaría de La
Laguna, que sólo desempeñó durante cuatro años por haberle
sorprendido la muerte cuando sólo contaba 29 años de edad. Fue, además,
secretario del Casino de La
Laguna, subdelegado en Tenerife del Colegio Notarial de Las
Palmas de Gran Canaria, socio transeúnte del Gabinete Literario de Las Palmas,
y socio de número de la
Asamblea española de la Cruz Roja y de la Real Sociedad
Económica de Amigos del País de Tenerife. Definido políticamente, fue atacado
cruelmente por sus enemigos, lo que debilitó su quebrantada salud y aceleró su
muerte.
Bachiller, abogado y
propietario
Nació en el pago de Arico el Nuevo el 24 de abril de 1874, a
las tres y media de la
tarde, siendo hijo de don Francisco Peraza y Mejías y doña
María del Pilar Pérez y Martín. El 4 de mayo inmediato fue bautizado en la
iglesia de San Juan Bautista del Lomo de Arico, por don Antonio Martín
Bautista, párroco propio de la misma; se le puso por nombre “Francisco Marcos
del Sacramento” y actuó como madrina doña Joaquina Méndez, casada y
propietaria, natural del Puerto de la Orotava y vecina de dicho lugar.
El pequeño Paco, como le llamaban
por entonces, pasó su infancia en su pueblo natal, creciendo al abrigo de una
de las familias más destacadas de la localidad, pues su padre era teniente
coronel graduado del Batallón Ligero Provincial de Abona, retirado con uso de
uniforme y fuero entero de guerra, y había ocupado importantes cargos en el
Ayuntamiento de la localidad. Cuando éste falleció en 1882, se puso al frente
de la familia su hijo mayor don Ramón Peraza Pérez, que a la sazón tenía
solamente 17 años y vio truncada la posibilidad de acabar los estudios que
realizaba, para ponerse al frente de sus importantes propiedades agrícolas.
Deseando que su hermano cursara la carrera que el no pudo concluir, se propuso
que Francisco ingresara en el Instituto Provincial de Canarias de La Laguna, como así lo hizo
hacia 1887.
Con un brillante expediente,
logró obtener nuestro personaje el título de Bachiller hacia 1891 y, en ese
mismo año, con 17 años y el apoyo de su hermano, embarcó hacia Sevilla para
matricularse en la Facultad
de Derecho de su Universidad. En los cinco años que permaneció en esta
importante capital cursando la carrera, el Sr. Peraza pasaba sus horas de
esparcimiento en el Casino Militar de Sevilla, sin por ello abandonar el
estudio, en el que destacó notablemente. A comienzos de mayo de 1896 se
trasladó a Granada, y en la
Universidad de esta bella ciudad acreditó su suficiencia el
27 de junio siguiente para obtener el título de Licenciado en Derecho,
facultándosele para ejercer la profesión de abogado.
Como rico
propietario, en 1895 figuraba como el tercer mayor contribuyente de Arico y,
como tal, entre los electores que tenían derecho a tomar parte en la elección
de compromisarios para Senadores; por entonces le superaba su hermano Ramón.
Acabados sus
estudios, don Francisco regresó a su entrañable Arico el Nuevo, donde instaló
su bufete provisional, manteniendo una rica correspondencia con las
personalidades más relevantes de la época en el Archipiélago. Siendo vecino de
su pueblo natal, por sorteo verificado el 24 de abril de 1899 quedó incluido en
la lista de jurados, en concepto de capacidad, para las causas que habrían de
verse en ese cuatrimestre en el partido judicial de La Orotava.
Con frecuencia,
se trasladaba a Santa Cruz, La
Laguna y Las Palmas de Gran Canaria. En esta última ciudad se
le autorizó el 12 del mencionado mes de abril de 1899, para que como socio
transeúnte pudiese concurrir
al Gabinete Literario,
Artístico, de Fomento
y Recreo; se encontraba por entonces en Las Palmas interesándose por las
oposiciones convocadas para cubrir las notarías vacantes en Canarias, que eran
cuatro: La Laguna,
Valverde, Antigua y Granadilla. Y el 20 de junio de ese mismo año presentó la
solicitud para tomar parte en ellas, expidiéndosele cuatro días después en
Madrid una certificación de su título de Licenciado en Derecho.
Notario de La Laguna, subdelegado del
colegio notarial y secretario del casino de dicha ciudad
De este modo, el 11 de septiembre
de dicho año 1899 concurrió don Francisco Peraza a las mencionadas oposiciones,
celebradas en la Audiencia
territorial, resultando aprobado en los distintos ejercicios y propuesto en
primer lugar de la terna para la
Notaría de San Cristóbal de La Laguna; en la misma
convocatoria obtuvo el número 1 de la terna para la Notaría de Granadilla don
Diego Wood y Melián, quién solicitó a nuestro biografiado la permuta en abril
de 1900, a lo que éste no accedió. Por lo tanto, el 12 de septiembre de este
último año se le expidió en San Sebastián por la Reina Regente, el
título de notario de San Cristóbal de La Laguna que se hallaba vacante, especificándose
que debía residir en el referido punto. Al mes siguiente encontramos a don Francisco
de nuevo en la capital de Gran Canaria, pues el 8 de octubre de 1900, a las 3
de la tarde quedó colegiado, tras la presentación de su respectivo título y
previo juramento ante la junta directiva, en el Colegio Notarial de Las Palmas.
Inmediatamente, el Sr. Peraza
Pérez tomó posesión de su destino, como recogió el periódico La Región Canaria el
18 de ese mismo mes de octubre: “Ha tomado posesión de la notaría que se
hallaba vacante en esta Ciudad, nuestro particular amigo el Ldo. en Derecho Don Francisco Peraza
y Pérez, el cual, nos participa tener ya abierto su estudio, ofreciendo al público sus servicios. / Al dar la
enhorabuena al Sr. Peraza,
le deseamos numerosa clientela y nos felicitamos de contar entre
nosotros con tan inteligente y recto funcionario”. A partir de entonces,
nuestro biografiado se anunciaría en este periódico: “NOTARIO / Ha tomado
posesión de la notaría vacante en esta Ciudad, el Licenciado en derecho D.
Francisco Peraza y Pérez, el cual ha establecido su estudio en la calle de la Caza núm. 22”. Dos días
después, La Opinión
también se hacía eco de su incorporación: “Ha tomado posesión de su cargo el
nuevo Notario de la Laguna,
nuestro amigo el joven Ldo. en Derecho, don Francisco Peraza Pérez. / Al
participarlo así, ponemos en conocimiento del público que ha abierto su
despacho en la calle de la Caza,
número 22, de aquella ciudad”. Desde esa
misma fecha, nuestro biografiado también se anunciaría en este diario: “D.
Francisco Peraza Pérez / NOTARIO / Ciudad de la Laguna, calle de la Caza, núm. 22. / 2.468.5”.
Pero dos días después, el 22 de octubre, había completado este anuncio al
sustituir “NOTARIO” por “ABOGADO Y
NOTARIO”, como se mantendría desde entonces, durante algunos meses. A
partir de noviembre, también se anunciaría en el Diario de Tenerife: “D.
FRANCISCO PERAZA PÉREZ / Abogado y
Notario / Calle de la Caza
núm 22, / LAGUNA / (12-11-14)”.
En 1901 era el cuarto mayor
contribuyente de Arico, con derecho a tomar parte en la elección de
compromisario para Senadores. También figuraba entre los contribuyentes de La Laguna por industrial, en
concepto de notario (tarifa 4), con un débito en la Tesorería de Hacienda de
la provincia de 71.36 ptas.
Como notario, nuestro biografiado
alcanzó rápidamente un gran prestigio en la sociedad local y provincial; prueba
de ello lo es el hecho de que en la sesión celebrada el día 1 de enero de 1902
por la junta directiva del Colegio Notarial de Las Palmas, se acordó nombrarlo
subdelegado de la propia junta en ese distrito notarial para el siguiente
trienio. El 31 de ese mismo mes, la Asamblea Española
de la
Asociación Internacional de la Cruz Roja, con sede en
Madrid, acordó incluirlo en las listas de la misma como socio de número, por
cumplir los requisitos que exigían los Estatutos. Por otro lado, en la sesión
celebrada el l de abril del mencionado año, por la Real Sociedad
Económica de Amigos del País de Tenerife, se acordó nombrarlo también socio de
número. Además, en este, para él, importante año de 1902 ingresó en el Colegio
de Abogados de La Laguna.
Asimismo, en enero de 1903 fue elegido secretario de la
junta directiva del Casino de La
Laguna, para ese año; siendo reelegido en dicho cargo en el
mes de diciembre para el siguiente 1904.
Enfermedad y
denuncias políticas
Sin embargo, cuando solamente
había comenzado a dar muestras de su gran capacidad
de trabajo e inteligencia, y
comenzaba a consolidar su posición social y profesional, la salud de don
Francisco comenzó pronto a resquebrajarse, al ser afectado por la lacra más
terrible de aquella época, la tuberculosis. Así, a finales de 1902 ya tuvo que
cerrar su despacho, que volvió a abrir a mediados de enero de 1903, de lo que
se hizo eco La Región
Canaria el 17 de dicho mes: “Nuestro distinguido y apreciable
amigo el notario de esta Ciudad Don Francisco Peraza y Pérez, restablecido de
la enfermedad que le aquejaba, nos participa haber abierto nuevamente su
estudio en la calle de la Caza
núm. 22, el cual ofrece al público. / Celebramos de todas veras el
restablecimiento del Sr. Peraza y el
volverle á tener nuevamente entre nosotros”. Pero pocas semanas después volvió
a recaer, tal como informó La
Opinión el 4 de marzo: “Se encuentra enfermo
de gravedad el Licenciado D.
Francisco Peraza y Pérez, inspirando su estado inquietud á sus
amigos entre los que nos contamos. / Hacemos votos porque su enfermedad tenga
un desenlace favorable”. Y el 24 de julio de dicho año, el mismo periódico ya
daba la noticia de su regreso a Tenerife desde la Península, aparentemente
restablecido de su afección: “Saludamos muy cariñosamente á
nuestro querido amigo el Notario de la ciudad de la Laguna, D. Francisco Peraza
y Pérez, que ha llegado en estos días de la Península restablecido
por completo de la enfermedad que padecía”.
Su enfermedad física se vio
incrementada por su decaimiento anímico, al ser fruto de los ataques políticos,
pues al ser afín al Partido Liberal fue víctima de una campaña de desprestigio,
hasta el punto de ser denunciado por falsedad en un acta que levantó con motivo
de las elecciones de diputados provinciales y, en virtud de ello, procesado y
suspenso de su actividad profesional por el juez don Joaquín María Becerra,
hasta que la causa fue sobreseída y declarado inocente de cualquier delito, tal
como informó La Región
Canaria el 10 de junio, bajo el título “Era de justicia”: “En
la tarde del dia de ayer, llegó hasta nosotros la grata noticia, que posteriormente hemos visto confirmada, de haberse
dictado por la Sala de Justicia de la Excma. Audiencia
Territorial, auto de sobreseimiento
libre con toda clase de pronunciamientos favorables, en la causa seguida contra
nuestros queridos amigos D. Francisco Peraza y Pérez, Abogado y Notario de esta
Ciudad, D. Juan Clímaco Bacallado y D. José Olivera y Cruz por supuesto delito
de falsedad en un acta que levantó el primero con motivo de las pasadas
elecciones de Diputados Provinciales
y de la que fueron testigos
instrumentales los dos últimos. / La resolución de la Excma, Audiencia, deja, como
no podia ser menos, en su lugar y fama
los nombres de nuestros amigos. / En cambio á muy poca altura queda la del
denunciante, de todos conocido, y no decimos mas, porque á clasificarla no atinaría
el mejor filólogo. / Pero no solamente merece plácemes el valiente Gasparito
del municipio del Rosario, que al fin y á la postre solo hizo lo que le ordenó
el Perico tramoyista del pactismo en esta localidad; sino que la mancha de la
denuncia falsa, cae sobre todo el abigarrado
grupo leonino y muy especialmente sobre sus conspicuos mantenedores, que
no se avergüenzan de la desalentada obra de venganzas ,y persecuciones que
están llevando á la práctica. / Reciban,
pues, nuestros amigos la más cordial
enhorabuena”. De ello también
informó tres días después La
Opinión, recogiendo parte de la información publicada en su
colega lagunero y alegrándose de la exoneración de los denunciados, “á quienes
felicitamos asimismo cordialmente”.
Como este
ataque no surtió
el efecto pretendido,
para hacerle más
daño fue denunciado por
ser “deudor de
la contribución industrial”
y el 29 de agosto
de ese inolvidable año fue
“privado del ejercicio de la
profesión”, en virtud de una
orden del delegado de Hacienda, inserta en los boletines oficiales del 7 y el
14 de septiembre inmediato; esta inhabilitación temporal hizo que se pidiera la
anulación del acta notarial que levantó en el Ayuntamiento de La Laguna el 7 de octubre
siguiente, en el proceso electoral municipal que estaba en marcha.
Prematuro
fallecimiento y semblanzas neurológicas
Debilitado física y anímicamente,
don Francisco Peraza Pérez falleció en su domicilio
de la calle de la Caza de La Laguna (donde poco tiempo
antes lo había hecho su madre) el 2 de febrero de 1904, a las once y media del
día, víctima de la tuberculosis pulmonar; aún no había cumplido los 30 años de
edad y continuaba soltero. Consciente de su grave enfermedad, había otorgado
testamento abierto el 31 de enero, por el que dejaba como heredero universal a
su hermano Ramón, y en el que pedía que se le enterrase en La Laguna, como así se hizo.
Su sepelio constituyó una gran manifestación de duelo popular, al que
asistieron las máximas autoridades locales y provinciales, así como personas de
todas las clases sociales de La
Laguna y de su Arico natal, acompañándole en todo el
recorrido fúnebre la banda de música de la Sociedad Filarmónica
La Fé de dicha
ciudad, dirigida por don José Darmanin.
El mismo día de su entierro, el 3
de febrero, La Opinión
recogía una amplia semblanza de nuestro biografiado, bajo el título escueto de
“Franciso Peraza”: “Ayer, á las once de la mañana, falleció en la vecina ciudad de la Laguna nuestro querido y
consecuente amigo el Notario D. Francisco Peraza y Pérez. / Cuando el teléfono nos comunicó la
noticia, honda tristeza se apoderó de nosotros é instintivamente se nos
apareció el espectro del odiado y odioso
caciquismo con su horrible cohorte de injusticias, opresiones y vejámenes.
Porque el Notario Peraza fué una victima
más del caciquismo. / Joven y con las risueñas
y dulces esperanzas que engendra la edad, vivía tranquilo y feliz
desempeñando á conciencia el cargo que honrosamente ganó en buena lid. Pero la
hydra política que esperaba el momento
de hincar sus emponzoñados dientes, escogió para víctima al joven Notario cuya muerte hoy lloran
todos cuantos pudieron y tuvieron ocasión de apreciar las excelentes cualidades de que se hallaba
adornado. / Peraza
fué perseguido encarnizada
é injustamente. Cuando todavía la Sala de la Audiencia no había
acabado de dictar el sobreseimiento con toda clase de pronunciamientos
favorables en aquel proceso que llevó consigo la suspensión provisional del
cargo, ya los enemigos políticos
acechaban otra ocasión de mortificarle y ésta se les
presentó en las últimas elecciones municipales en que llevaron su saña y su
maldad hasta rechazarle del Ayuntamiento» «por deudor á la hacienda, decían con
cínicas carcajadas de triunfo. / Su
naturaleza no podía resistir tantos atropellos. Sus padecimientos, más morales
que físicos se exacerbaron y, próximo el momento de entregar su alma á Dios,
aún tuvo quesufrir otra nueva prueba: se le multó por no haber remitido unos
índices ó cosa así. / Peraza murió. Fué víctima propiciatoria, como lo fué Felipe Viera. Los dos eran jóvenes, ambos fueron mordidos por el feroz caciquismo. / Al enviar á su distinguida y querida familia nuestro muy sentido pésame,
depositamos en la tumba del malogrado e infortunado amigo las impresiones del
recuerdo y de la amistad”.
Al día siguiente, 4 de febrero, La Región Canaria
también publicó una emotiva reseña sobre la muerte de “D. Francisco Peraza
y Pérez”, en la misma línea del anterior: “Aún cuando, desde largo
tiempo, presentíamos con
dolor el
próximo término de los crueles sufrimientos que venían consumiendo
su existencia, el funesto desenlace que hoy lamentamos, ha ocasionado en
nosotros hondo sentimiento, al ver desaparecer para siempre el que en vida fue
correcto caballero y cariñoso y
consecuente amigo. / El ineludible y fatal tributo de la existencia, siempre es
transe triste rodeado de amarguras; pero
éslo mucho más, cuando, como en el caso
presente, vemos emprender la
marcha cruel á
quién, hallándose en la
primavera de la
vida, y rodeado,
de los elementos
necesarios para hacer
frente victoriosamente á las contingencias que son anexas á la
existencia, podía presagiársele un
porvenir risueño rodeado
de bienandanzas y
felicidades. / Contaba nuestro
desgraciado amigo, treinta años escasos de edad; era abogado
distinguido, en cuyos escritos advertíase ya claramente una
bien dirigida inteligencia unida
á una
cultura profesional no común.
Notario público de conciencia y formado á
conciencia: esto és; conociendo á
fondo las materias relacionadas con su profesión y rindiendo culto constante
al sacerdocio de la fé pública. / ¿Influyó para algo en el desenlace prematuro
que han tenido los padecimientos de nuestro amigo, las persecuciones de que fué
objeto por parte del caciquismo imperante? / … / No queremos en este punto,
emitir juicio alguno. / Si fuere así, en la conciencia lo tendrán sus
perseguidores. / Réstanos sólo
pedir á
Dios conceda resignación cristiana
que sirva de lenitivo á la
distinguida familia del que en vida fue un excelente ciudadano, y al asociarnos
de todo corazón al legítimo dolor que aquella experimenta, hacemos votos por el
descanso eterno de nuestro cariñoso amigo”.
En mayo de 1904, por la Dirección general de los
Registros Civil, de la
Propiedad y del Notariado, se dispuso que por la Presidencia de la Audiencia territorial se
publicase la vacante de la
Notaría de La
Laguna por defunción de don Francisco Peraza Pérez.
Después de muerto nuestro
personaje, la justicia cayó sobre sus detractores, pues en marzo de 1905 el
juez de instrucción de la
Laguna condenó al secretario del Juzgado municipal, así como
al regidor síndico y secretario interino del Ayuntamiento del Rosario, en un
auto de procesamiento por delito de falsedad en juicio verbal civil, que se
siguió á instancia del cacique de aquel pueblo, disponiendo la suspensión de
los dos primeros y que se comunicase el procesamiento al gobernador civil, por
si estimase que dicho delito podía determinar
causa grave para
la suspensión del secretario
del Ayuntamiento; también
se disponía que los procesados prestasen fianza para permanecer en
libertad provisional. El periódico La Opinión se alegraba de ello en su edición del 2
de abril inmediato, pues: “Entre dichos procesados se cuenta la persona que denunció por falsedad á nuestro
inolvidable amigo, el Notario de la
Laguna, D. Francisco Peraza y Pérez, que procesado y
suspenso, por el Juez Sr. Becerra, sufrió con ello tan terrible disgusto que
precipitó en meses, si acaso, no lo fué en años, el término de su vida. / Es
verdad, que el superior Tribunal de la Audiencia sobreseyó inmediatamente en el sumario
con toda clase de pronunciamientos favorables, cosa que no acontecerá seguramente en el sumario de que damos
cuenta, pues en éste se trata de una
resolución dictada, no por D. Joaquín María Becerra, sino por D. Francisco
Lorenzo Montesdeoca. / Nuestro malogrado amigo, Don Francisco Peraza, alimentó
siempre la esperanza de que sus perseguidores tendrían el merecido castigo, y
como Dios consiente pero no para
siempre, fué nombrado Juez de la Laguna el integérrimo Sr. D. Francisco Lorenzo y
la predicción se ha cumplido en parte. / El Gobierno y el Excmo. Sr. Fiscal del
Supremo Tribunal de Justicia, pueden hacer, pues medios tienen para ello, que
la predicción se cumpla en un todo. / En tanto no olviden aquellos
perseguidores del Sr. Peraza, que Dios consiente pero no para siempre”.
Curiosamente, pasados cuatro años
desde su fallecimiento, en 1908, nuestro personaje aún figuraba
en una relación
de partidas fallidas
de la
Administración de
Hacienda de Canarias, como cuotas incobrables por Industria y Comercio,
con 44,98 ptas por abogado y 142,74 ptas por notario, cantidades correspondientes
al primer y segundo trimestre de 1903. (Octavio
Rodríguez Delgado) [blog.octaviordelgado.es]
Notas:
1 Sobre este personaje puede
verse también otro artículo de este mismo autor: “El notario don Francisco
Peraza y Pérez”. El Día (La
Prensa del domingo), 8 de mayo de 1988. Con posterioridad, la
reseña biográfica se ha visto enriquecida con nuevos datos.
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