UNA HISTORIA
RESUMIDA DE CANARIAS
ÉPOCA COLONIAL: DECADA 1911-1920
CAPITULO-XXXVIII
Eduardo Pedro García
Rodríguez
1918 Octubre 29.
Se proyecta la ampliación del muelle de Santa
Cruz de Tenerife, por el Ingeniero de Caminos Canales y Puertos D. Pedro Matos
Massieu, que se aprobó el4 de Julio de 1921 y en él se preveía una línea de
atraque de 2.196,00
metros, de los cuales 1.026 se destinaban a mercancías
en general y 1.170 para tráfico de maderas, carbones y explosivos, con un total
de 12 hectáreas
de superficie de muelles, llegando el dique a profundidad de 40,00 metros para
ganar superficie dejando una anchura de borneo de 500 metros. Con estas
normas se construyó gran parte del dique Sur.
1919. El doctor Luís Rodríguez Ortega
nació en Barlovento, Benahuare (La Palma). Funcionario del
Cuerpo de Médicos Titulares con ejercicio en San Andrés y Sauces, pero en
realidad era el médico de toda la zona norte de Benahuare (La Palma). Estudió el Bachillerato
en Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma), Eguerew (La Laguna) y La Línea de la Concepción en Cádiz
(España), coincidiendo con el servicio militar y la Guerra Civil de los
españoles. La carrera la realizó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Madrid,
1943‑49, realizando el cuarto y quinto curso en un sólo año. De sus tres hijos,
dos han estudiado Medicina, especializándose ambos en Reumatología; uno, jefe
de Servicio de Reumatología en el Hospital del Pino, Guiniwada; la otra,
adjunta en el Hospital Universitario de Canarias. Entre sus principales
aficiones destacan: la pesca de caña ‑en barco‑, la natación, la lectura y la
música clásica.
Su vida
profesional se desarrollo en Los Sauces (municipio de San Andrés y Sauces)
desde 1949 hasta su jubilación, en 1985, como médico titular de APD y zona de la Seguridad Social,
pero su ámbito de actuación abarcaba toda la zona norte de Benahuare (La Palma): Garafía, Barlovento
y Puntallana. En un principio con mulos como medio de transporte, tardando en
algunas visitas hasta 25 horas, bajo condiciones atmosféricas y del terreno
totalmente adversas. Asistió centenares de partos ‑dos generaciones‑ y como
médico general de una zona rural extensa con falta de medios materiales y de
comunicación hacia una zona hospitalaria próxima, tuvo que resolver todo tipo
de situaciones médicas, tales como accidentes, fracturas, partos,
envenenamientos, etc. Falleció el día 1 de diciembre de 1998.
1919. Asta este año el movimiento
obrero no se reafirmará, año en que se produce una verdadera «explosión»
organizadora: casi todos los gremios logran constituir su sindicato en las
capitales de Chinet (Tenerife y Tamaránt (Gran Canaria), donde, dato curioso,
hasta las criadas se asocian; es el comienzo del arraigo con fuerza del
sindicalismo en diversos pueblos de la colonia fuera de las capitales, aunque
ello no suponga una fuerte penetración entre los trabajadores agrícolas. Se
forman federaciones locales en los pueblos y ciudades como Eguerew (La Laguna), Arucas, Valle de
La Orotava. En estos años la fundación de Agrupaciones Socialistas en Añazu n
Chinet ( Santa Cruz de Tenerife) en 1918 y 1920 en Winiwuada n Tamaránt (Las
Palmas de Gran Canaria), permitirá a los partidarios de esta ideología hacerse
con la dirección de las organizaciones sindicales, si bien en Chinech
(Tenerife) tienen que compartirla con los anarquistas y en Tamaránt (Gran
Canaria) con los federales.
1919. Se declara una epidemia de gripe en casi toda la isla de La Gomera que seguiría el año
siguiente que fue el denominado “año de la gripe”.
1919.
La Laguna-Tenerife se ve sacudida por la epidemia que asola a todo
el Archipiélago obligando a la
Junta de Defensa Sanitaria a la adopción de
tardías e inútiles medidas higiénicas, al cierre de los centros
de enseñanza y a la apertura de suscripciones en favor de las familias
más necesitadas. Las reuniones se suceden en el Ayuntamiento y las
autoridades eclesiásticas promueven rogativas por la pronta desaparición
de la gripe. La
Junta
de Caridad creada a tal efecto estaba presidida por Guadalupe González de Mesa, esposa de Juan Ascanio
y Nieves.
Entre
quienes murieron víctimas de la epidemia destacan Antonio Zerolo y Álvarez y el doctor Olivera, quien contrajo la
enfermedad en el ejercicio de su profesión.
1919 Enero 2.
Pocos años más
tarde, muerto ya León y Castillo, la lucha por la división de la colonia se
recrudece. En una reunión celebrada entre el presidente del Cabildo de Gran
Canaria, don José Mesa y López, y el alcalde de Las Palmas, don Bernardino
Valle y Gracia, se acuerda ir a la celebración de una asamblea grancanaria que
contrarrestase los efectos de la que proyectaba realizar Tenerife, en la cual
se pediría la división de la provincia; y si ésta no se consiguiera una
autonomía insular absoluta, con supresión de la Diputación provincial,
organismo contra el cual iban siempre los tiros de Mesa.
Al advenir la Dictadura de Primo de
Rivera en 1923 en Las Palmas se manifiesta inquietud por las aspiraciones
regionalistas de Tenerife; lo que hace que sea nombrada una comisión que se
entrevistaría con el dictador el II de noviembre; fueron miembros destacados
los abogados Emilio Valle, Rafael Cabrera y el propio Mesa, que tuvo que
informar suficientemente a Primo de Rivera; y éste les prometió que se
respetarían los cabildos.
Pero ni la Mancomunidad
obligatoria interinsular, decretada por el Estatuto Provincial de 20 de marzo
de 1925 (tit. VI, lib. I) en sustitución de la Diputación ya caduca,
fue suficiente para contrarrestar la fuerte tendencia divisionista de Gran
canaria.
En efecto, en
1927, Gran Canaria, Las Palmas, obtiene de Primo de Rivera el real decreto-ley
de 21 de septiembre por el cual se divide la “provincia” de Canarias en dos: la
occidental, integrada por Tenerife, Palma, Gomera y Hierro, con el nombre de
Santa Cruz de Tenerife y capitalidad en dicha ciudad; y la oriental, compuesta
por Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura, con el nombre de Las Palmas y
capitalidad en Las Palmas de Gran Canaria.
El real
decreto-ley de 8 de mayo de 1928 crea "para atender a los servicios de
carácter interinsular", dos mancomunidades provinciales interinsulares,
con su reglamento orgánico de 7 de agosto de 1929. Entidades de contornos más
borrosos y de contenido y eficacia muy inferiores a los cabildos insulares.
Hasta el punto de que ha podido decir Leopoldo de la Rosa que "la Mancomunidad de la
provincia de Las Palmas no redactó su Reglamento ni asumió servicio alguno,
funcionando en el propio Cabildo de Gran Canaria y con el personal de esta Corporación",
y sin embargo, podemos sostener -como ha dejado escrito García de
Enterría- que la división de la
“provincia” de Canarias "está hoy ya consagrada en la realidad de nuestro
país". (Marcos Guimerá Peraza, en: Millares Torres, 1997:240-256).
1919
febrero 11.
Estudiantes y obreros fueron
abatidos por las fuerzas de ocupación españolas en Canarias, denominadas
como del orden, lo que produjo un amplio movimiento de
protesta en todo el país.
1919 Marzo 13.
Nace en Aldea Blanca del Llano, Achbuna. Arabia Alonso Alayón, más conocida
como Doña Arabia. Su madre fue Doña
Eloísa Alayón Delgado, muy recordada por los delicados y acertados poemas que
componía con motivo de las más variadas ocasiones. Junto a sus diez hermanos
tuvo la infancia que solían tener los niños en aquellos tiempos: pobre pero
imaginativa.
Cuando ella y sus hermanas
eran pequeñas, su madre les cosía muñecas de trapo, a las que les hacían la
boca, los ojos o la nariz con hebras de hilo de colores. Cuando iban creciendo,
eran ellas las que aprendían a hacerlas solas.
También jugaban a las casitas, y con conchas de lapas que eran
los platos, y una mesa de penca a la que le hacían las patas con palillos.
Otros juegos habituales eran el tejo, la soga, el anillito... Y es que las niñas
jugaban con las niñas y los niños con los niños. En aquella época, pocos padres
podían o querían mandar a sus hijas a la escuela; algunos decían incluso que
podían aprender a escribir para mandarles cartas a los niños, cosa que,
lógicamente, no estaba bien vista.
La propia Arabia fue poco
a la escuela (a la de Dña. María Díaz), porque en casa hacían falta las 8
perras y media que ganaba en su primer trabajo, espantando a los pájaros en La Estrella, para que no
picaran los canteros sembrados. Las espantadoras tocaban latas con palos para
asustar a los pájaros con el ruido.
Más tarde, trabajó de
sirvienta en muchas casas, donde pronto empezaron a hacerse populares los
sandwiches de Arabia, que solía preparar para las bodas de entonces. El secreto
de la cocinera, que ya no lo es tanto, porque con el paso del tiempo todos los
secretos se descubren, era una mayonesa con un pelín de ajo, con la que se
untaba el pan que luego albergaría el jamón, el fiambre o el queso de rigor. El
relleno del bocadillo iba en función del presupuesto de la boda en cuestión,
porque había ocasiones en las que se mataban dos gallinas y ocasiones de
matanza de cohino (cerdo) o de cabra, según la cantidad de invitados a
alimentar y el lucimiento de la fiesta. Ella también preparaba la tarta o
dulces que se sirvieran luego.
Hubo veces que
coincidieron dos bodas, y Dña. Arabia recuerda una en particular en que fue y
vino varias veces desde El Roque a San Miguel el mismo día para preparar dos
comilonas. Muchas veces, el pago era en especias, desde varias cajas de dulces
hasta puros, vino, papas, etc.
Y tanta fama adquirió
organizando comidas de boda, que entró por casualidad a trabajar 15 días en el
comedor del colegio (cuando estaba en los sótanos de la Casa Azul, el actual
Ayuntamiento), que le duraron 6 años. En ese tiempo, alguna que otra anécdota
salpicó su paso por el comedor escolar; desde el día en que le congelaron los
pimientos, hasta el día de cierto despiste, en que sirvió rancho sin fideos y
los alumnos tocaron palmas para quejarse de la comida. Dña. Arabia atesora
muchos recuerdos de los tiempos de antes; cuando había que volver a casa antes
de la oración (que era justo al anochecer), en una época en la que la vida del
pueblo estaba gobernada por el toque de las campanas de la iglesia. Sólo en el
día de la fiesta se les permitía a los hijos volver un poco más tarde, al toque
de animas, ya de noche cerrada, que marcaba el momento de retirarse a dormir.
Por sus ojos han pasado
los cambios de aspecto del pueblo a lo largo de los años. Lo que conocemos como
el puente eran dos muritos que estaban donde hoy encontramos el cruce de la
calle General Franco con la carretera a Los Abrigos. En esos muritos, que
enmarcaban la calzada a modo de puente, se sentaban los chicos a ver pasar las muchachas
que iban o venían del Barrio del Pino. Hoy ocupan el lugar de esos muritos las
casas construidas por D. Avelino y Dña. Magdalena sobre el barranquillo que ya
no vemos. Un momento que marcó la vida de los vecinos del Pino fue el incendio
que arrasó la Casa
del Capitán en 1979. Esa noche, D. Esteban, el cabrero, que vivía en ella, se
refugió en la casa de Dña. Arabia.
Otro acontecimiento en la
vida del barrio fue el traslado del Ayuntamiento a la casa que se alquiló a D.
Antonio Miguel Alfonso y Alfonso, hoy desaparecida. En su planta baja estaban
los calabozos, la primera escuela de párvulos de la localidad y los lavaderos,
que utilizaban las esposas de los guardias civiles españoles que vivían en la
casa. En la planta alta estaban las dependencias del Ayuntamiento. Dña. Arabia
también ayudaba a quien necesitara que le leyera la carta de un familiar lejano
o enviar una carta al hijo que estaba haciendo el servicio militar. Muchos
recuerdos, en fin, de una mujer que ha visto pasar los años desde el trabajo
cotidiano y constante. Hoy a sus 83 años, queremos reflejar aquí algunos
momentos de su vida, que seguro les serán familiares a muchos lectores mayores
y jóvenes, en claro contraste con el desarrollo y las comodidades de hoy en
día.
1919
Abril 24. César Manrique Cabrera nació el 24 de Abril de 1919 en Puerto
Naos, barrio de Arrecife en Titoreygatra (Lanzarote), hijo de Francisca y Gumersindo. De padre representante de
comercio, en el ramo de la alimentación, y abuelo notario. César precedió solo
algunos minutos a su hermana gemela Amparo. Tenía otra hermana y hermano,
todos los cuales aún viven. Don Gumersindo procedía de una buena familia de
Erbania (Fuerteventura) y emigró a Lanzarote.
Los Manrique constituían una
familia típica de clase media insular, sin agobios económicos. En el año 1934,
su padre compró un solar en Caleta de Famara y construyó una casa junto al mar.
Esta casa marcó mucho en su vida, rememorando con fruición: " La
alegría más grande que tengo es la de recordar una infancia feliz, veraneos de
cinco meses en La Caleta
y en la playa de Famara, con sus ocho kilómetros de arena fina y limpia,
enmarcada por unos riscos de más de cuatrocientos metros de altura que se
reflejan en una playa como un espejo. Esa imágen la tengo grabada en mi alma
como algo de una belleza extraordinaria que no podré borrar en mi vida. ".
Participó en la Guerra Civil española
como voluntario del lado franquista. Su experiencia de la guerra fue atroz, y
nunca quiso hablar de ella. En el verano de 1939, una vez concluida la guerra
de los españoles, César regresó a Arrecife. Llegó vistiendo aún el uniforme
militar. Tras besar a su madre y a sus hermanos, subió a la azotea de la casa,
se desnudo, pisoteó con rabia la ropa, la roció con petróleo y le prendió
fuego.
Terminada la Guerra Civil, ingresó
en la Universidad
de Eguerew (La Laguna)
para estudiar Arquitectura Técnica, que a los dos años abandonaría. En 1945 se
traslada a Madrid (España) para entrar becado en la Academia de Bellas Artes
de San Fernando, donde se graduaría como profesor de arte y pintura.
En otoño de 1964, siguiendo los
consejos de su primo el Dr. Manuel Manrique Psicólogo y escritor en Nerw York,
marchó a esta ciudad, donde estuvo hasta verano de 1966. Se hospedó al llegar
en casa de Waldo Diaz-Balart, pintor de origen cubano, en el lower East side,
vecindario de artistas, periodistas y bohemios, de esa época. Gracias a
su primo Manuel, consiguió una generosa beca en el Institute of International
Education que patocinaba Nelson
Rockefeller. Ello le permitió alquilar su propio estudio y
empezar a pintar una amplia obra que fué exhibida con éxito en la prestigiosa
Galería en New York "Catherine Viviano".
Estando en New York, escribía a su amigo Pepe Dámaso "(...) más que nunca siento verdadera nostalgia por lo verdadero de las cosas. Por la pureza de las gentes. Por la desnudez de mi paisaje y por mis amigos (...) Mi última conclusión es que el hombre en N.Y. es como una rata. El hombre no fué creado para esta artificialidad. Hay una imperiosa necesidad de volver a la tierra. Palparla, olerla. Esto es lo que siento." Comenzó a sentir nostalgia de Lanzarote.
" Cuando regresé de New
York, vine con la intención de convertir mi isla natal en uno de los lugares
más hermosos del planeta, dadas las infinitas posibilidades que Lanzarote
ofrecía ".
Y esta es realidad actual: Es
imposible imaginarse Titoreygatra (Lanzarote) tal y como es hoy sin César
Manrique. Era pintor, escultor, arquitecto, ecologista, conservador de
monumentos, consejero de construcción, planeador de complejos urbanísticos,
configurador de paisajes y jardines.
Quienes conocían a Manrique sólo
superficialmente ignoraban la carga de puritanismo que ordenaba su conducta.
Manrique fue realmente un hombre frugal; no bebía alcohol, no fumaba ni
permitía fumar junto a él, se acostaba regularmente muy temprano, y madrugaba,
comenzando muy pronto su trabajo en el estudio.
Falleció a los 73 años en un
trágico accidente de tráfico, el 25 de Septiembre de 1992, al lado de la Fundación, cerca de
Arrecife. Las paradojas del destino determinaron que encontrara la muerte en un
accidente automovilístico, cuando él detestaba la masificación de los
vehículos.
1919
mayo 8.
A comienzos del siglo XX murieron las
hermanas Cruz Bello de Teseguite, Lanzarote. Una, María del Rosario, a manos de
sus asesinos. La otra, Petra, a causa de una justicia que protegió a los
criminales por tratarse de los lacayos de los caciques locales. Los asesinos de
María Cruz fueron detenidos e indultados, mientras la hermana de la víctima falleció
en el manicomio de Las Palmas de Gran Canaria después de ser condenada sin
pruebas, vejada, violada y enloquecer. Sesenta años después. Un libro recogió
la historia en 1936, pero fue quemado por orden del cura de Arrecife. El
silencio se rompió con la publicación en primicia en la revista Interviú por el
periodista José Luís Morales.
“Llevaban tres días de juerga y se habían
gastado todo el dinero que habían mancomunado. Bailes en las localidades
lanzaroteñas de Haría, Los Valles, Teguise y Arrieta, enlazados con apuestas en
la baraja, borrachera ininterrumpida y sólo durmiendo en las banquetas de los
bares en los que recalaban”. Así comienza la crónica de Morales de una parranda
protagonizada por los amigos Luís Hernández, Marcos Concepción Pérez y Tomás
Valiente Morales, los cuales se presentaron a las ocho de la tarde del ocho de
mayo de 1919 en la casa de María del Rosario Cruz Bello. Los tres tenían claro
que para continuar con su tenderete particular tenían que conseguir dinero
porque ya no les quedaba ni un céntimo al llegar a Teseguite.
María Cruz tenía una tienda y la cuadrilla
sabía que guardaría la recaudación en su casa. Tocaron la puerta y el relato
del periodista recoge que María Cruz preguntó quiénes eran y qué querían antes
de abrir. “Soy Luís el del Mojón y vengo para que me venda una caja de
fósforos”, le contestaron. A los pocos minutos, María Cruz abrió una de las
hojas de la ventana y se asomó para entregarle la caja de cerillas. Sin mediar
palabra, Luís Hernández la tiró de los pelos al tiempo que Marcos Concepción
Pérez la degollaba con una navaja. La sangre inundó la habitación y las afueras
de la vivienda.
Los asesinos empujaron el cuerpo hacia
dentro mientras todavía se retorcía en saltos de muerte. Entraron en la casa y,
con frialdad, registraron la casa hasta encontrar cuatrocientas pesetas –un
buen dinero en aquellos años- y a propuesta de Tomás Valiente se sentaron en la
mesa de la cocina para cenar lo que María Cruz tenía preparado para ella. Eran
ya las nueve y media de la noche cuando salían a continuar la juerga camino de
Arrecife.
Descubierto el cadáver por Pedro Barrera,
un campesino que vivía en un pago próximo, se personó el juez en el lugar y
comenzó la investigación. Las sospechas recayeron de inmediato sobre los tres
individuos. Pero habían desaparecido. Ni estaban en sus domicilios ni nadie
sabía de ellos. El juez Emilio Gómez Miranda investigó entonces a Petra de los
Dolores, la hermana menor de la asesinada. Sorprendentemente, la investigación
no vuelve a mencionar a los asesinos para nada.
José Luís Morales entrevistó a Félix
Suárez, que fuera secretario judicial de Lanzarote cuando se revisó el sumario.
En aquel momento contaba ya con 86 años y le señaló que “en la isla era ‘vox
populi’ que Petra Cruz era inocente. Y por tanto el juez que instruía el
sumario actuaba con parcialidad contra ella. Y así se produjo un error judicial
de trágicas consecuencias”.
Se da la circunstancia que los autores del
asesinato eran, junto con otros, los que se dedicaban a recabar votos durante
las elecciones para los conservadores caciques del norte de Lanzarote. El
investigador lanzaroteño, Agustín de la
Hoz, dijo al periodista “los caciques presionaron para que no
se culpara a los auténticos asesinos. Primero porque sus patrocinados eran las
avanzadillas que ellos tenían en los pueblos para ganar, a base de engaños y
chantajes, las elecciones de cualquier tipo. Y además si lograban culpar a
Petra Cruz, mataban dos pájaros de un tiro. Una mujer sensible, avanzada para
su tiempo, exquisita y que nada les convenía. Así empezó el calvario mortal de
Petra”. “La pareja de la
Guardia Civil la detuvo por orden judicial, en el momento que
Petra ponía flores en el altar de la iglesia de Teseguite –señala Agustín de la Hoz- dedicado a la patrona.
Fue esposada dentro de la iglesia y de allí la llevaron a Teguise”.
Fue procesada inmediatamente por
‘fraticidio y robo con homicidio’ sin que ella hiciera declaración, según
figura en el sumario 31/19 de nueve de mayo. Se le ‘encontraron’ dos cómplices:
el labrador Pedro Barrera (el que descubrió el cadáver) y Tomás Robayna, un
campesino progresista que decían “tenía relaciones con Petra”. El juez manda a
la prisión vieja de Lanzarote a Petra “hasta que cumpla a condena”. “Le
hicieron de todo, le tiraban orines, estiércol, basura y porquerías en la
celda. No le dejaron cambiar de ropa ni una vez y hasta la tiraban al aljibe.
En una cadena de torturas, vejaciones y humillaciones como nunca se había
visto”, recuerda Félix Suárez. “Nunca se declaró culpable. La violaron en
muchas ocasiones, entre varios, y sobre todo un personaje muy macabro que era
director de la prisión, Pedro Romero, que cuando se emborrachaba le daba unas
palizas de muerte después de violarla. El hijo que tuvo en la cárcel lo llevaron
a un hospicio y nunca más se supo de él. Fue así como la convirtieron en la
loca de Lanzarote”.
Pese a que el sumario estaba concluido no
se señalaba el juicio y Petra agotó su capacidad de resistencia y quedó
totalmente enajenada. Se arañaba las manos en la pared, con las pocas fuerzas
que le quedaban, hasta arrancarse las uñas y ensangrentar el suelo donde se
desvanecía. El juez decidió enviarla al manicomio de Las Palmas por miedo a que
se muriese allí.
Félix Suárez afirma que “fue peor el
remedio que la enfermedad, porque las monjas del manicomio evitaron que se
arrancara las manos amarrándola a la pared con unas argollas. Tras un año
amarrada murió sola, sin carnes y con los ojos a salírsele. Cuando las monjas
la vieron no se atrevieron a tocarla porque decían que estaba embrujada. Fue
enterrada en la fosa común del cementerio de Tafira”.
La noticia de su muerte provocó escritos,
protestas y manifestaciones en Lanzarote. Al juez Emilio Gómez Miranda le
sustituye José Miura y Casas que, obligado por los acontecimientos, hace
revisar el caso. Ordena cerrar el sumario y pide traslado, al igual que el
nuevo juez Francisco Valera Fernández, hasta que cinco años después de que se
cometiera el asesinato, el 9 de mayo de 1924, se dicta sentencia absolutoria “con
toda clase de rehabilitaciones”.
Se detuvo a Tomás Valiente y a Marcos
Concepción, pero Luís Hernández se había marchado a Argentina poco después del
crimen. Tomás Valiente fue detenido en Las Palmas, donde pretendía huir a
Uruguay. Al llegar a Arrecife, cientos de personas le gritaban cuando era
conducido a la misma prisión en la que Petra enloqueció. Pasaron varios meses a
la espera del juicio hasta que el 14 de abril de 1928 llega un indulto
particular del Gobierno de Primo de Rivera para los tres inculpados, “a
petición del Ministerio Fiscal”.
Durante la República fue publicado
un libro titulado ‘Toda la verdad sobre el asesinato de María Cruz’, libro que
en 1936 fue quemado por orden del párroco de Arrecife. La casa donde se produjo
el asesinato sigue sin habitarse. Sus habitaciones están igual aunque con la
ruina sobre sus techumbres. Un monumento sombrío a uno de los capítulos más
trágicos de la historia de Lanzarote. (Resumen del artículo publicado por José
Luís Morales en la revista Interviú en 1981)
1919 Mayo 9.
Los empleados
españoles de Hacienda, Caja Postal y Fomento en Winiwuada n Tamaránt (Las
Palmas de Gran Canaria) deciden constituir una agrupación en la colonia para el
uso generalizado de las alpalgatas. Pronto se sumaron a la iniciativa los
funcionarios del Ayuntamiento y los periodistas. En pocas semanas, este cómodo
calzado era utilizado por las señoritas de la ciudad, ya que en la sociedad
criolla impera la máxima de que “todo lo que viene de fuera es mejor”.
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