1889 junio 5.
Falleció en el Puerto de la Cruz Tenerife, Domingo González
y Morales (1829-1889), Párroco servidor de Tejina y La Laguna, párroco propio
condecorado de San Francisco en Santa Cruz de Tenerife, emigrante en Cuba, cura
servidor de San Juan de La
Rambla y Tijarafe, capellan de religiosas en Garachico, cura ecónomo
de La Laguna,
Arafo y Puerto de la Cruz..
Aunque Arico siempre ha sido un
municipio prolífico en hijos dedicados a la vida religiosa, llama la atención
que en todo el siglo XIX sólo viera la luz en él un sacerdote, don Domingo
González y Morales. Tras su ordenación y pasar como cura servidor por Tejina y La Laguna, obtuvo por
oposición la importante parroquia auxiliar (luego titular) de San Francisco en
Santa Cruz de Tenerife, a cuyo frente permaneció durante 14 años, en el
transcurso de los cuales fue nombrado mayordomo de fábrica de dicha iglesia y
de la imagen del Señor de las Tribulacio- nes que se veneraba en ella, además
de condecorado con la Cruz
de Beneficencia de tercera clase por los servicios prestados durante la
epidemia de fiebre amarilla que azotó a dicha capital; también perteneció como
vocal a la Junta Local
de Instrucción Pública y a la Junta Provincial de Instrucción Primaria; destacó
como orador sagrado, perteneció a la Sociedad Económica
de Amigos del País de Santa Cruz y fue elector en las elecciones de diputados a
Cortes y senadores. Renunció a su parroquia para, como tantos otros canarios de
su época, emigrar a Cuba, donde residió durante unos siete años y perteneció a la Asociación Canaria
de La Habana. Se
reintegró luego a su Diócesis, sin derecho a la propiedad parroquial y como si
acabase de ser ordenado, pues los destinos que obtuvo a partir de entonces
fueron temporales: cura servidor de San Juan de
la Rambla,
servidor y ecónomo de Tijarafe, capellán
del convento de religiosas de la Concepción de
Garachico, cura ecónomo de La
Laguna, Arafo y Puerto de la Cruz. No obstante su
modesta trayectoria final, todos reconocieron en él a un hombre culto y
capacitado.
Carrera eclesiástica
Nuestro biografiado nació en el
Lomo de Arico el 12 de mayo de 1829, siendo hijo de don Juan Antonio González
Martínez, natural de Santa Cruz de Tenerife, y de doña María del Pilar Morales
y Cartaya, que lo era de dicho pueblo. Cinco días después fue bautizado en la
iglesia de San Juan Bautista por el cura párroco don Zoylo Pablo Herrera y
Cruz; se le puso por nombre “Domingo Segundo” y actuó como madrina su tía
materna doña Rosa Morales Cartaya.
Creció en el seno de una familia
en la que destacaron varios de sus miembros, entre ellos: su bisabuelo, don
Pedro Rodríguez Cartaya, alcalde de Arico; su tío abuelo, don
Anastasio Rodríguez Cartaya (1763-1841),
sacerdote, capellán de la ermita de Abona y emigrante, que pasó gran parte de
su vida sumido en la demencia; su padre, don Juan González Martínez, alcalde constitucional y
mayordomo de la fábrica parroquial de Arico; un primo hermano de su madre, don
Diego Gómez Cartaya (1800-1866),
tazmiero, sochantre, notario público eclesiástico y teniente de alcalde de
Arico; y un hijo de este último, don Agustín Gómez Rodríguez (1844-1927), que
fue alcalde, guarda mayor de montes “de a caballo”, colector de la parroquia y
juez municipal de Arico.
El pequeño Domingo aprendió las
primeras letras con su padre, quien fue el que le encaminó hacia la carrera
eclesiástica, pues como curador3 de la
persona y bienes de su tío político, el presbítero güimarero don Anastasio
Cartaya (que murió demente en Arico en 1841), sabía que su hijo podía contar
para ordenarse con las capellanías que aquel poseía. Por ello, nuestro
personaje comenzó a estudiar Moral privadamente, gracias a las enseñanzas del
presbítero don Hipólito Casiano Bello, quien se había hecho cargo de la
parroquia de Arico en 1837. De este modo, el 12 de junio de 1841, con tan solo
12 años de edad, don Domingo González Morales y Cartaya recibió la primera
Tonsura clerical, colaborando desde entonces con el mencionado párroco en la
iglesia de San Juan Bautista.
Años después se trasladó a La Laguna
para estudiar Filosofía en el Instituto y en esta ciudad residía en febrero de
1847 como clérigo tonsurado. Una vez que adquirió los conocimientos necesarios,
el 5 de abril de 1854 se le concedieron letras dimisorias dirigidas al obispo
de Canarias, don Buenaventura Codina, para que pudiese recibir las cuatro
Órdenes Menores y la mayor del Subdiaconado, como así sucedió el 15 de ese
mismo mes. Un año después, el 14 de febrero de 1855, volvieron a concedérsele
dimisorias a favor del ya clérigo subdiácono don Domingo González y Morales,
para la recepción de las sagradas órdenes de Diaconado y Presbiterado,
dirigidas a los obispos de España, que le fueron conferidas en los meses
inmediatos.
Cura servidor de Tejina y La
Laguna
Tras su ordenación sacerdotal, el
5 de mayo de ese mismo año se le concedió licencia a
don Domingo para celebrar su
primera misa y continuar haciéndolo por el tiempo de un año, que luego se le
iría prorrogando hasta su muerte. Sus primeras actuaciones como sacerdote las
llevó a cabo en su pueblo natal, donde celebró la primera y sucesivas misas en
la iglesia de San Juan Bautista de Arico; además, entre el 22 y el 28 de ese
mismo mes de mayo celebró diversos bautizos en dicha parroquia, con licencia
del cura propio don Antonio Martín Bautista.
El 1 de junio inmediato se le
expidió su primer nombramiento, el de cura servidor de la parroquia de San
Bartolomé de Tejina en La
Laguna, en la que sustituyó a don Rafael Gutiérrez y
González. Tras permanecer medio año al frente de la misma, el 24 de enero de
1856 recibió el título de beneficiado ecónomo servidor de la parroquia matriz
de Ntra. Sra. de la
Concepción de la ciudad de La Laguna, por traslado a la
parroquia del Sagrario del mencionado don Rafael Gutiérrez, que la atendía. Su
labor pastoral en la parroquia matriz lagunera fue muy destacada, como así
quedó de manifiesto en las testimoniales expedidas a su favor el 30 de junio de
ese mismo año 1856.
Sirvió este tercer Beneficio de la Concepción durante más
de dos años, hasta el 29 de julio de 1858. Durante ese tiempo hizo alguna
escapada a su pueblo de origen para ver a su familia; aprovechaba también estas
cortas estancias en Arico para acercarse a la parroquia de San Juan Bautista,
como ocurrió en 21 de junio de 1856, en que celebró bautizos en dicha iglesia
con licencia y por ausencia de don Antonio Martín Bautista, venerable párroco
servidor; igualmente, se encontraría en su pueblo desde el 26 de septiembre
hasta el 11 de octubre de 1858.
En esa etapa sufrió la pérdida de
su padre, don Juan González y Martínez, quien murió en La Laguna a los 61 años de
edad y el 6 de febrero de 1858 se le hizo el funeral de corpore insepulto en la
parroquia de Ntra. Sra. de la
Concepción, “por convenio con los párrocos del Sagrario”,
pues era vecino del pueblo de Arico y “residente en esta ciudad en la Feligresia de la Parroquia Catedral”. Era natural de
Santa Cruz de Tenerife e hijo de don Alejandro González, natural de la isla de la Madeira, y de doña Rosa
Martínez, que lo era de la capital tinerfeña. Dejó siete hijos:
doña Cecilia, doña
María Antonia de
los Dolores, por entonces
ausente, don Domingo, “Ve.
Párroco servidor de esta Iglesia”, doña
Petra, doña Juana, don Juan y don Alejandro González Morales.
Párroco propio de la iglesia auxiliar de San Francisco en Santa Cruz de
Tenerife y condecoración con la cruz beneficencia.
Entre los
días 4 y 14
de mayo de
1857 se verificaron
ante el sínodo
Diocesano
oposiciones a parroquias vacantes, a
las que se
presentó “don Domingo González, de la Concepción de esta ciudad”. Según las crónicas
publicadas en el periódico “La Fe”,
el 14 y el 29 de dicho mes, el presbítero que nos ocupa desempeñó su cometido
con dignidad y saber, haciendo “brillantes actos literarios”, en los que dio
pruebas de estar muy versado en materias teológicas, siendo acreedor al
desempeño del ministerio parroquial que hacía tiempo ejercía en este Obispado
de Tenerife, pues “dejó en honrosa altura el saber e ilustración eclesiástica
de nuestro país”. El gobernador eclesiástico de la Diócesis, atendiendo al
mérito y saber del párroco examinado, le dio la colocación a la que se había
hecho merecedor, concediéndole en propiedad la parroquia auxiliar de la Villa de Santa Cruz de
Tenerife, la de San Francisco de Asís, también denominada en diversos
documentos como de Ntra. Sra. del Pilar.
Así, en noviembre de 1858
abandonaría La Laguna,
al tomar posesión de dicha parroquia auxiliar de San Francisco, de lo que
informó el Eco del Comercio el 17 de dicho mes: “Ha sido nombrado Beneficiado
de esta Iglesia
de San Francisco,
el presbítero D.
Domingo González”. El 20 de ese mismo mes se le expidió el título de
mayordomo de fábrica de dicha iglesia y de la imagen del Señor de las
Tribulaciones que se veneraba en ella. Al mes siguiente ascendió al Beneficio
en propiedad, recibiendo el 18 de diciembre inmediato el título de colación y
mandamiento de posesión del Curato, de lo que se hizo eco al día siguiente El
Fénix: “Por el último correo, ha recibido
el titulo de propiedad del beneficio de la Parroquia de San Francisco el presbitero D. Domingo
González. / Nos damos la enhorabuena, por las bellas cualidades é ilustración
que concurren en este eclesiástico”; y el lunes 20 tomó posesión ante el
gobernador eclesiástico del Obispado. A partir de entonces también estuvo
encargado en varias ocasiones de la parroquia matriz de Ntra. Sra. de la Concepción de dicha
capital.
La prensa aprovechó su
nombramiento para reivindicar la creación de la parroquia de San Francisco,
como hizo el Eco del Comercio el 22 de ese mismo mes de diciembre:
Hace tiempo que se experimentaba
la necesidad de crear una nueva parroquia en esta Capital, instalàndola en el
bonito templo del Ex-convento de San Francisco, situado muy á propósito para
este objeto. La necesidad de este nuevo servicio parroquial es muy obvia, y no
tenemos que ocuparnos en probarla, porque el continuo aumento que esperimenta
el vecindario es por sí solo una razón mas que suficiente. La reciente
promoción à este Beneficio del Sr. Presbítero D. Domingo González, opositor
nombrado por S. M. para ponerse al frente de esta ayuda de Parroquia, y cuya
posesión difinitiva le ha sido conferida por el Sr. Gobernador del Obispado en
persona, el lunes último, da margen
a pensar que
pronto se darà
curso al espediente
formado con el
objeto de establecer la nueva
parroquia con todas sus preeminencias saliendo del estado de auxiliar que antes
tenia. Tenemos entendido
que depende la
cuestión de límites
de ambas parroquias de un informe
que ha de dar el M. I. Ayuntamiento, y esperamos que con toda preferencia se
ocupará nuestra Corporación Municipal de un asunto que interesa en sumo grado
al mejor servicio espiritual del vecindario. […]
Bajo su cuidado se emprendieron
en febrero de 1859 reparaciones y mejoras en el templo de San Francisco, sede
de la parroquia auxiliar, de lo que informó el mismo periódico Eco del Comercio
el 5 de marzo inmediato, en una editorial que reivindicaba de nuevo la creación
de una parroquia independiente en dicha iglesia:
Hemos visto con la mayor
satisfacción el celo que el Sr. Beneficiado D. Domingo González despliega en el
aseo del templo que se halla á su cargo y que es uno de los mas bien planteados
de esta Capital. La Iglesia
del ex-convento franciscano, que hoy sirve de Parroquia auxiliar, se halla
situada en el centro de la población y está llamada á ser uno de los templos
mas importantes de ella. Por tanto, es de toda necesidad mantener aquel
edificio en el mejor estado de aseo y conservación, dotándole ademas de cuanto
sea necesario para el culto divino. El Sr. Beneficiado González asi lo ha
comprendido y aunque falto de recursos, no ha titubeado en hacer desde luego lo
mas indispensable para la conservación del edificio, como era recorrer sus
tejados, levantar el muro del patio de la sacristía, hacer una puerta nueva,
jalvegar las paredes interiores del templo y darle al fin un aire
de aseo y
limpieza de que
tenia suma falta,
sobre todo acercándose
las solemnidades de la
Semana Santa.
Algunas almas
piadosas del vecindario
contribuyeron con algunas
limosnas á suplir estos gastos y
no podemos menos de encarecer la necesidad de que los fieles contribuyan en
lo posible á
dotar nuestros templos
de cuanto sea
necesario á su ostentación, pues careciendo generalmente,
como carecen de recursos, las funciones y demás actos ostensibles de nuestra
Religion solo se efectuan en fuerza muchas veces de la abnegación de los dignos
sacerdotes que están al frente de ellos, y cuyo personal harto escaso, no basta
á las necesidades espirituales de una Capital como la nuestra.
Es pues necesario, como ya lo
hemos dicho dar á la parroquia de San Francisco todas las preeminencias de tal,
dotándola de un personal en armonía con las aspiraciones de la población,
interesándose el vecindario en ello y sobre todo el Cuerpo Municipal,
especialmente encargado de
promover todas las mejoras
convenientes, y de remover cualquier obstáculo que paralize la
erección de la Parroquia
auxiliar en parroquia titular, cumpliendo de este modo los deseos de la mayor
parte del vecindario.
En marzo de 1861, nuestro
biografiado figuraba como “Beneficiado Curado” del Arciprestazgo de Santa
Cruz4. Siendo “Beneficiado de San Francisco” de la capital tinerfeña, en julio
de 1861 participó con 20 reales de vellón a la “suscripción por mensualidades á
favor de Su Santidad”5. No obstante, en esa época tampoco olvidaba su pueblo de
cuna, pues el 31 de ese mismo mes se encontraba bautizando en Arico con
licencia del venerable párroco don Antonio Martín Bautista. Como venerable
párroco de las iglesias de Santa Cruz, “con residencia en San Francisco”, en el mes de agosto inmediato, también
colaboró con 320 reales de vellón a la suscripción abierta para la compra del
órgano de la iglesia parroquial matriz de dicha ciudad, cantidad solo superada
por el párroco rector don Agustín Pérez y las hermandades y cofradías de dicha
parroquia6.
En octubre de 1863 se le concedió
la Cruz de
tercera clase de la Orden
civil de Beneficencia, “Teniendo en consideración la
Reina (q D. g.) los servicios extraordinarios prestados
durante la invasión de la fiebre amarilla en la ciudad de Santa Cruz el año
pasado y principios del presente”, condecoración que también recibieron los
demás sacerdotes de la capital tinerfeña7.
Miembro de la junta local de de instrucción publica, orador sagrado y
elector.
En los días 22, 23, 25, 27 y 28
de junio de 1864 se practicaron los exámenes generales en las escuelas públicas
y privadas de primera enseñanza de Santa Cruz de Tenerife, presididos por una
comisión de la Junta
Provincial de Instrucción Pública, de la que formaba parte
“Don Domingo González venerable beneficiado de San Francisco en representación
de D. Agustin Perez”, como destacó el 5 de julio inmediato El Fénix, periódico
que concluyó la reseña de dichos actos exponiendo “nuestra gratitud á la Escma. Junta de
Instruccion pública por sus constantes desvelos en favor de la enseñanza de la
juventud”. El 23 de agosto de ese mismo año, El Guanche recogió el nombramiento
de la nueva Junta Local de Instrucción Pública, de la que formaba parte nuestro
biografiado:
La Junta local de Instruccion
pública nombrada para esta Capital se compone de las personas siguientes.
Sor. Alcalde Constitucional,
Presidente. Concejal D. Juan García.
Eclesiástico D. Domingo González.
Padres de familia D. Luís Marin.
« Rafael Garcia de la Torre.
« Matías La-Roche.
« Enrique Pérez.
« Eduardo Calzadilla.
De las dignas personas que
constituyen esta Junta, esperamos mucho en favor de la enseñanza pública en
esta población, pues con el acreditado celo que les distingue coadyuvarán al
mejor exito de las acertadas disposiciones de la Junta provincial que tanto
se desvela por la enseñanza”.
El 24 de enero de 1865, el
alcalde don Patricio Madan entregó 2.000 reales de vellón “A
los Sres. Beneficiados D. Agustín
Pérez y D. Domingo Gonzalez para familias pobres”, de los 10.000 rs. vn. que le
había remitido el Infante don Enrique María de Borbón con destino a obras de
Caridad; el resto se invirtió en ropas de cama y vestuario de los acogidos en
el Hospital de Desamparados, en la
Cuna de Expósitos y en la Casa de Misericordia y Huérfanos8.
Por entonces, el párroco González
y Morales ya había destacado como orador sagrado, tal como reseñó el Eco del
Comercio el 15 de abril de dicho año 1865, al mencionar el sermón que impartió
el Jueves Santo, en el que no salió la procesión debido al mal tiempo (vientos
atemporalados, lluvias y mar gruesa): “En la noche de este dia, predicó D.
Domingo González Beneficiado de San Francisco,
un sermón digno de la reputación
que como orador tiene adquirida
este ecleciástico”.
El 21 de agosto de ese mismo año
fue incluido en la lista de electores de Santa Cruz de Tenerife, con arreglo a
lo dispuesto en la Ley
electoral del 18 de julio anterior, dentro del caso 2º del artículo 19, que
incorporaba a los sacerdotes con ejercicio en dicha capital9. En virtud de
ello, el 3 de diciembre participó en la elección de diputados a Cortes, en el
colegio electoral de la
Sección 7ª de Santa Cruz de Tenerife; figuraba con el número
40 de los votantes y con domicilio en dicha capital10.
También predicó en el Martes
Santo de 1866, como recogió El Mensajero el 24 de marzo de dicho año: “En
la auxiliar de S. Francisco misa solemne á las 9
de la mañana con esposicion de J. C. en las
tribulaciones.– Por la noche completas
miserere y sermón que pronunciará el
Venerable párroco D. Domingo González”.
El 10 de abril inmediato se le expidieron nuevamente testimoniales a su favor.
El 13 de agosto de dicho año 1866
perdió a su madre, doña María del Pilar Morales, quien falleció en Arico ya
viuda de don Juan González, dejando seis hijos vivos, aparte de don Domingo:
doña Cecilia, casada con don Francisco Amaral; doña Dolores, casada en América
con don José Candelas; doña Petra, casada con don Alejandro Marrero; doña
Juana, don Juan y don Alejandro, solteros.
Por entonces, don Domingo seguía
manteniendo sus vínculos con su Arico natal, pues el
12 de julio de 1867 tenía
detenida una carta a su nombre, con destino en el Lomo de Arico, en la Administración
principal de Correos de Santa Cruz de Tenerife11.
Vocal de la junta provincial instrucción primaria y primer titular de
la nuevfa parroquia de San Francisco
Por entonces ingresó también en la Sociedad Económica
de Amigos del País de Santa Cruz de Tenerife, a la que perteneció hasta su
muerte y a cuya biblioteca donó dos libros religiosos, que ya figuraban en el
catálogo de la misma en 1867: Historia Bethlehemítica. Vida ejemplar y
admirable del Siervo de Dios y Padre
Pedro de S. Joseph Betancur, natural
de Vilaflor, por el P. Fr. Joseph García de la Concepción (Sevilla,
1723, Imprenta de Juan de la
Puerta); y Oración fúnebre de el Illmo. y Rmo. Sr. D. Juan
Francisco Guillen, Obispo de
Canarias y Arzobispo de Burgos. Dixola
el Rmo. P. M. Juan Antonio de Huidobro (Burgos, 1757, Imprenta de la Fábrica de la Santa Iglesia)12.
Como curiosidad, por pertenecer a esta sociedad, disfrutaría del derecho de
participar en la elección de Senadores, en virtud de la Ley electoral del 8 de febrero
de 1877.
Como párroco de la Auxiliar de Santa Cruz,
en 1868 contribuyó con 40 reales de vellón a la suscripción abierta en las dos
Diócesis canarias “para atender á las necesidades de Su Santidad”13. Y
a comienzos de julio de ese mismo
año se constituyó la nueva Junta Provincial de Instrucción Primaria, de la que
formó parte como vocal el venerable párroco don Domingo González, tal como
recogió el periódico El Auxiliar y reprodujo el resto de la prensa local:
Tomamos de El Auxiliar.
«El dia
1.º del actual,
y bajo la
presidencia del Sr.
gobernador, ha quedado instalada la nueva junta provincial
de instruccion primaria, con los vocales siguientes:
Dr. D. José Trujillo, como
director del instituto de segunda enseñanza. Dr. D. Bartolomé J. Saurin, como
promotor fiscal de este juzgado.
D. Manuel de Lezcano, como
diputado provincial.
» Agustin E. Guimerá. como
concejal.
» Agustin Pérez, como venerable
párroco.
» Domingo González, id. id.
» Vicente Clavijo, como vecino.
» Pedro Maffiotte. id. id.»14
El 12 de octubre de dicho año
1868, don Domingo González prestó su adhesión a la Junta Superior de
Gobierno de la Provincia
de Canarias, recién constituida, como cura párroco “del Pilar de esta Capital”
15.
A pesar de su alejamiento físico
logró mantener el cuidado de sus propiedades agrícolas de Arico e incluso fue
uno de los promotores de los aprovechamientos de agua en dicha jurisdicción,
como se desprende del siguiente anuncio publicado por la Sección de Fomento del
Gobierno Civil de la provincia, fechado en Santa Cruz de Tenerife a 10 de
diciembre de 1869 y publicado tres días después en el Boletín Oficial de la Provincia de Canarias:
Presentados en este Gobierno los
planos y memoria descriptiva para el aprovechamiento de las aguas públicas
situadas en la jurisdicción municipal de Arico, y conocidas con los nombres de
“Fuente de Albarderos” y “Fuente de Maljuradas”, que intentan efectuar D.
Domingo González y Morales y D. Martin Rodríguez; se hace saber por el presente
anuncio para que en el término de treinta dias, á contar desde su publicación,
espongan las corporaciones ó particulares lo que á su derecho convenga, á cuyo
fin quedan de manifiesto en la
Sección de Fomento la memoria y planos mencionados.
Por auto del Gobierno
Eclesiástico fechado a 28 de julio de 1869, se ultimó el expediente instruido a
instancia de la Junta
Superior de Gobierno de la Provincia (a la que
había prestado su adhesión nuestro párroco), para la erección de dos parroquias
nuevas e independientes; dicho auto se aprobó con carácter de interinidad hasta
que se aprobase definitivamente el arreglo parroquial de la Diócesis. En virtud
del mismo se declaró a la
Auxiliar del Pilar como parroquia de término independiente y
con el nombre de Parroquia de San Francisco, en su mismo templo, siendo su
párroco el que lo era propio del Pilar, don Domingo González y Morales, con la
asignación de 700 escudos.
Como curiosidad, en 1871
participó con una acción en la formación de la “sociedad de ensayos sobre la
navegación aérea”, constituida en Santa Cruz de Tenerife con 135 acciones16.
Larga estancia en la isla de Cuba
Tras permanecer durante casi 14
años al frente de su parroquia, don Domingo consideró
necesario tomarse un descanso y
alejarse de sus ocupaciones habituales. De esta manera, el 1 de abril de 1872
se le concedió licencia para retirarse a su casa, nombrándose para desempeñar
el curato en comisión al venerable cura de Arafo, Lcdo. don Claudio Marrero
Delgado. Tres años más tarde decidió cambiar de aires y dar el salto hacia
América, donde residían algunos de sus hermanos, por lo que el 22 de septiembre
de 1875 se le expidieron comendaticias a su favor para permanecer en la isla de
Cuba, a donde se trasladó inmediatamente.
Durante su estancia en Cuba, don
Domingo ingresó en la
Asociación Canaria de Beneficencia y Protección Agrícola de La Habana, asistiendo a la
reunión de canarios que se verificó en la noche del 10 de agosto de 1878,
víspera de la llegada del vapor francés «Villa de Brest», para tratar de los
“contratos inhumanos” a los que eran
sometidos los inmigrantes isleños. “A esa reunión, además de los individuos de
esta Directiva, asistieron los Sres. Pbro. D. Domingo González; Dr, D. Pablo
Valencia; Dr. D. Rafael Fleitas; D. Antonio Serpa; D. Manuel Linares; D. Juan
M. Castañeda y D. Matías Duque”, tal como se recogió en la memoria de
la junta general celebrada por dicha asociación el 20 de octubre de 1878, que
fue publicada en dicha capital en 1879.
A pesar de su ausencia, nuestro
biografiado continuó siendo cura párroco propio de la iglesia de San Francisco
de Santa Cruz de Tenerife, hasta que por Real Orden de 23 de agosto de 1879, y
en virtud de sentencia del Tribunal Eclesiástico, se declaró a ésta vacante,
por estimarse demasiado larga la ausencia de don Domingo.
Después de permanecer durante
siete años en la Perla
del Caribe, donde desconocemos la labor desarrollada por el Sr. González y
Morales, en 1882 regresó definitivamente a Tenerife.
Cura servidor de San Juan de La Rambla, capellan de religiosas en Garachico y
cura ecónomo de Tijarafe.
Tras solicitar y obtener su
reincorporación al clero diocesano, el primer destino que se leencomendó fue el
de cura servidor de San Juan de la
Rambla, según el título expedido el 15 de marzo del mismo
año, que debía ejercer mientras durase la delicadeza de salud del cura propio.
Pocos meses más tarde, el 12 de julio, recibió licencias para decir una segunda
misa en las ermitas de dicha jurisdicción parroquial, por el tiempo de un año.
El 30 de julio de 1882 se le
nombró capellán del convento de religiosas de la Concepción de
Garachico, cargo del que tomó posesión el 1 de agosto inmediato, cesando el 1
de enero de 1883, al ser nombrado cura servidor de Tijarafe, en La Palma. En esta parroquia
sustituyó a don Juan Alberto López Leal, y pasó a ser ecónomo de ella el 1 de
febrero siguiente. El 7 del mismo mes se le concedieron licencias de celebrar,
confesar, predicar, absolver de casos reservados y habilitar “ad petendum
debitum” por tres años; diez días después se le refrendó el título de mayordomo
de fábrica de esta parroquia. El 26 de julio se le concedió licencia para
duplicar la misa en su jurisdicción parroquial en los días festivos, con tal de
que no hubiese otro sacerdote que la dijese y sin recibir estipendio alguno.
Permaneció al frente de esta parroquia palmera durante solo un año.
Cura ecónomo de La
Laguna, Arafo y Puerto de La Cruz y encargado de Candelaria.
El 1 de diciembre de 1883 fue
nombrado cura ecónomo de la importante parroquia de
Ntra. Sra. de la Concepción de La Laguna, para sustituir a
don Joaquín Amaral y Ramírez, cesando en Tijarafe el 31 de ese mismo mes.
Transcurridos casi dos años en su nuevo destino lagunero, el 1 de agosto de
1885 se le encargó del Economato de Arafo, sustituyendo al cura propio de ésta
Lcdo. don Claudio Marrero Delgado, quien tomó posesión con la misma fecha de la
de Ntra. Sra. de la
Concepción, que regentaba nuestro sacerdote, al ser nombrado
en propiedad por el Rey; esos nombramientos fueron recogidos por el Boletín
Oficial del Obispado de Tenerife el 25 de ese mismo mes de agosto:
“El Sr. Licenciado D. Claudio Marrero,
cura propio que fué de la parroquia de Arafo, tomó posesión en 1.º del
corriente de la de Nuestra Señora de la Concepción de esta Ciudad, para la que fué
nombrado por Su Magestad el rey (q. D. g.), encargándose en ese mismo día el
economato de Arafo al presbítero D. Domingo González Morales que venía
desempeñando antes en calidad de Ecónomo la
expresada parroquia de Nuestra Señora de la Concepción”.
El 13 de enero de 1886 se le
prorrogaron por seis años a don Domingo González las mismas licencias y en los
mismos términos en que le habían sido otorgadas por el prelado en 7 de enero de
1883. Siendo cura ecónomo de Arafo, se le encargó también de la parroquia de
Santa Ana de Candelaria, por ausencia del párroco de ésta don Antonio de la Barreda y Payba, cometido
que desempeñó desde el 21 de enero hasta el 14 de marzo de 1886. Permaneció en
Arafo durante casi tres años, en cuyo período celebraron en la iglesia de San
Juan Degollado con su licencia los presbíteros: don Fidel Farré Pujol, don
Pedro Pérez Fariña y don Eduardo Fausto de Mesa y Hernández. Siendo aún cura
ecónomo de dicho pueblo, en 1887 don Domingo contribuyó con 20 pesetas a la
suscripción abierta por la
Diócesis para hacer un obsequio al Papa17.
El 1 de marzo de 1888 se le
nombró cura ecónomo del Puerto de la
Cruz, cesando en su anterior destino. El día 7 de ese mismo
mes se le nombró colector de esta parroquia. Y el 31 de octubre de dicho año
informó favorablemente la Coronación Canónica de la Virgen de Candelaria. Pero
su fidelidad a la ortodoxia católica más inflexible dio lugar a encontronazos
con los extranjeros que ya abundaban en dicha población y pertenecientes a
otras religiones, como recogió El Memorandum el 10 de abril de 1889 y reprodujo
al día siguiente el Diario de Tenerife,
con una fuerte crítica a este sacerdote:
De un
hecho, por muchos
conceptos lamentable y
que pudiera ser
de trascendencia, se hace eco, en su número de ayer, nuestro estimado
colega El Memorandum, en los siguientes términos:
“Tres damas inglesas de alto
rango, una, esposa de un Lord, otra de Mr. Beanes, Director de la Compañía de hoteles y
sanatorium, y otra, como aquellas, respetabilísima, cuyo nombre no recordamos,
se propusieron abrir un bazar en los preciosos jardines de la casa de la Sra. D.ª Antonia Dehesa,
en que se encuentra hoy el gran Hotel, destinando generosamente el importe de
las entradas al Hospital de la
Trinidad de la
Orotava, tan necesitado de recursos, y el de los objetos que
se vendiesen, al templo protestante proyectado.
Se improvisaría un
paseo en los
jardines, amenizado por
una banda de música. Para la fiesta se señaló el
domingo, 7 del actual.
Nada hay en esto que no sea
loable; y sin embargo, en la misa de las 8 de la mañana del día de la apertura
del bazar, el Cura Párroco, D. Domingo González, á quien, por muchos motivos,
debíamos creer más tolerante, dirije en forma de plática tremenda filípica
contra los que concurriesen al paseo, condena el objeto de la fiesta, amenaza
con
excomuniones y trae y lleva á
Calvino y Lutero, que es un primor. En la siguiente misa, celebrada a las 11 de
la mañana del mismo dia, segunda edición, aumentada y corregida.
La noticia produjo en la colonia
extranjera la impresión que es de suponer y en el público en general, no fué
menos penosa.”
Si hoy que el interés del país
exige más que nunca que miremos con el respeto y
las consideraciones que se
merecen á los muchos extranjeros que á él vienen por placer ó en busca
de salud, y
que contribuyen poderosamente
al adelantamiento material
de nuestros pueblos, faltamos
para con ellos
á los más
rudimentarios principios de delicadeza, haciéndoles molesta su
permanencia entre nosotros, contraemos una responsabilidad que puede costamos
cara, y es necesario evitar á todo trance la repetición de hechos como el que
nos ocupa, pues no es justo que paguen los más las genialidades ó las
intemperancias de los menos.
Los extranjeros que buscan
hospitalidad en nuestro clima se hacen acreedores á nuestra gratitud, y
siquiera por egoísmo, ya que no fuera en cumplimiento de los más elementales
deberes sociales, estamos obligados á procurar que esa hospitalidad les sea
grata y provechosa, como es
provechosa para nosotros su predilección por esta isla.
Por fortuna, tenernos hoy al
frente de la Diócesis
un Prelado tan ilustrado como virtuoso y abrigamos la seguridad de que si estos
hechos, que todos lamentamos, llegan á su conocimiento, no sólo encontrara
medios de corregirlos sino que procurará que no se repitan.
Fallecimiento
Pero don Domingo González y
Morales sólo permaneció poco más de un año en este último destino, pues
falleció en dicho Puerto de la
Cruz en la madrugada del 5 de junio de 1889, cuando contaba
60 años de edad, y por expreso deseo suyo fue trasladado a Santa Cruz de
Tenerife, donde había sido párroco propio. Se ofició el funeral en el Sagrario
Catedral de esta Diócesis y luego fue conducido su cadáver a la capital,
acompañándole hasta el cementerio de San Rafael y San Roque las cruces y clero de
ambas parroquias; allí fue enterrado, en sepultura propia, a las siete y media
de la tarde de ese mismo día.
El mismo día de su sepelio,
Diario de Tenerife se hacía eco de su
muerte, aunque confundiendo su segundo apellido: “Ya entrada la noche, fué ayer
sepultado en el Cementerio de San Rafael
y San Roque, el cadáver
del que en
vida fue Beneficiado
propio de la Parroquia
de San Francisco
de esta Capital,
D. Domingo González
Marrero, y que últimamente desempeñaba en comisión el
beneficio del Puerto de la Cruz.
/ D. E. P.”.
(Octavio Rodríguez Delgado, 2013)
[blog.octaviordelgado.es]
Notas:
1
Sobre este personaje puede verse también otro artículo de este mismo
autor: “Personajes del Sur (Arico): El sacerdote don Domingo González y Morales
(1829-1889), Párroco Propio de San Francisco en Santa Cruz de Tenerife”. El Día
(La Prensa del domingo), 17 de diciembre de 1989. Con
posterioridad, la reseña biográfica se ha visto enriquecida con nuevos datos.
2
Todas sus órdenes, nombramientos y licencias figuran en los
correspondientes libros del Archivo Diocesano de Tenerife (La Laguna). También puede
consultarse su expediente personal en el mismo Archivo (Expedientes de
clérigos, legajo 119, nº 1).
3 Curador es la persona encargada de cuidar la
persona y administrar los bienes de un menor o discapacitado.
4 “Continúa el estado de la Diócesis de Tenerife”.
Boletín Oficial Eclesiástico de la
Diócesis de
Canarias, 20 de marzo de 1861,
pág. 64.
5 “Continúa la suscripción por
mensualidades á favor de Su Santidad”. Boletín Oficial Eclesiástico de la
Diócesis de Canarias, 30 de julio
de 1861, pág. 168.
6 Eco del Comercio, 17 de agosto
de 1861, pág. 2.
7 “condecoraciones á los
Sacerdotes de Tenerife”. Boletín
Oficial Eclesiástico de la
Diócesis de Canarias, 25 de octubre de 1863, pág. 239
8
“Remitidos”. Eco del Comercio, 28 de enero de 1865, pág. 2; “Crónica
isleña”. El Guanche, 27 de enero de 1865, pág. 2;
9 Boletín Oficial de la Provincia de Canarias,
30 de agosto de 1865, pág. 4.
10 Ibidem, 6 de diciembre de
1865, pág. 3.
11 Ibidem, 15 de julio de 1867,
pág. 3.
12 El Amigo del País, 1 de enero
de 1867, pág. 327.
13 Boletín Oficial Eclesiástico
de las Diócesis de Canarias y Tenerife, 20 de marzo de 1868, pág. 45.
14 El Progreso de Canarias, 6 de
julio de 1868, pág. 3; Eco del Comercio, 8 de julio de 1868, pág. 2; El
País, 10 de julio de 1868, pág.
3; El Guanche, 11 de julio de 1868, pág. 2.
15 El Progreso de Canarias, 19 de
octubre de 1868, pág. 1.
16 La Propaganda, 16 de
diciembre de 1871, pág. 1; La
Federación, 18 de diciembre de 1871, pág. 4.
17 Boletín Oficial Eclesiástico
de las Diócesis de Canarias y Tenerife, 15 de julio de 1887, pág. 947.
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