1887 diciembre 5.
Dejó de existir en Arico el Nuevo,
a las nueve de la mañana, a consecuencia de
“ancianidad” Antonio Peraza y Mejías (1804-1887), comandante graduado de
milicias de Arico y mayordomo ermita de Aona1
Este artículo está dedicado a un
ilustre personaje sureño, cuya vida transcurrió íntegramente en su Arico natal.
Al igual que sus antepasados fue un destacado militar que ascendió desde cadete
hasta capitán de Milicias, empleo con el que desempeñó durante algún tiempo la Mayoría y la
primera Comandancia del
Regimiento Provincial de
Abona, retirándose con el sobregrado de comandante. Heredó de su padre
varias vinculaciones y la
Mayordomía de la ermita de las Mercedes de Abona, que
ostentaba cuando ésta sufrió el incendio que la destruyó en 1835. Además,
desarrolló una incipiente actividad política como miembro del Comité
Republicano de Arico.
Su ilustre familia
Nació en Arico el Nuevo el 5 de
septiembre de 1804, siendo hijo del capitán graduado
don Francisco Basilio Peraza y
Ayala, natural de Granadilla de Abona, y de doña Bárbara Luisa Mejías y Torres,
que lo era del mencionado Arico. Cinco días después recibió el bautismo en la
iglesia de San Juan Bautista, de manos de fray Nicolás Peraza y Ayala,
predicador jubilado y guardián del convento franciscano de Granadilla, con
licencia del cura párroco propio don Francisco García y Castillo; se le puso
por nombre “Antonio Esteban Francisco” y actuó como padrino su tío don Fernando
Peraza y Ayala, vecino del citado pueblo de Granadilla de Abona. Fue el mayor
de ocho hermanos.
Don Francisco creció en el seno
de una destacada familia de propietarios agrícolas y militares, pues lo habían
sido desde hacía numerosas generaciones por sus distintas ramas. Entre ellos
destacaron: sus tatarabuelos, don Francisco Peraza de Ayala y del Castillo
(1674- 1756), ayudante y capitán de Milicias; don Diego de Torres Vera
(1654-1712), alférez de Milicias; y don
Francisco González Mexía (1674-1751), clérigo minorista
y capitán de Artillería. Sus bisabuelos, don Francisco
Peraza de Ayala y del Castillo (1710-?), clérigo tonsurado, capitán de Milicias
y emigrante a América; don Diego Antonio de Torres (1711- 1779), capitán de
Milicias y alcalde de Arico; y don Bartolomé Delgado Mexías (1709-1777),
teniente capitán de Milicias. Sus abuelos, don Francisco Antonio Peraza y Ayala
del Castillo (1732-1800), capitán de Milicias, alcalde real de Granadilla,
patrono de la ermita de San Isidro de dicho lugar y mayordomo de la de Santa
María de las Mercedes de Abona; y don Bartolomé Delgado y Mejías (1742-1807),
teniente capitán de Milicias, síndico personero y alcalde de Arico, y mayordomo
de las Mercedes de Abona. Sus tíos-abuelos: don Juan Antonio de Torres
(1747-1815), capitán de Milicias graduado de Infantería y alcalde de Arico, y
don Diego Antonio Estanislao Torres (1749-1832), teniente de Milicias,
mayordomo de la fábrica parroquial, promotor de la independencia y primer
síndico personero del Ayuntamiento de Fasnia. Su padre, don Francisco Basilio
Peraza y Ayala (1774-1834), capitán graduado de Milicias, sargento mayor
interino del Regimiento de Abona, alcalde real de Granadilla y mayordomo de la
ermita de Ntra. Sra. de Abona. Sus tíos, don Antonio Esteban Peraza y Ayala
(1772-1830), primer párroco de San Miguel de Abona, cura servidor de La Laguna, beneficiado propio
de Vilaflor, cura encargado de Arona, examinador sinodal del Obispado, orador
sagrado y diputado provincial don Marcos Pantaleón Peraza y Ayala (1789-1858),
alcalde de mar y real de Arico, diputado provincial y miembro de la Junta Gubernativa
de La Laguna;
y don Francisco Antonio (Delgado) Mexías (1780-1803), cadete de Milicias. Y sus
dos hermanos varones, don Francisco Peraza y Mejías (1809-1882), pionero en el
cultivo de la cochinilla, teniente coronel graduado de Milicias, comandante de
armas, depositario del Comité Republicano y alcalde de Arico; y don Bartolomé
Peraza y Mejías (1812-1873), subteniente de Milicias, alcalde y diputado
provincial.
También destacaron dos de sus
sobrinos: don Ramón Peraza Pérez (1865-1954), Bachiller, importante propietario
agrícola, miembro del Comité Republicano-Liberal local, presidente de la Sociedad “La Palmera”, adjunto del
Juzgado municipal de Arico, varias veces alcalde de dicha localidad,
consejero-fundador del Cabildo Insular de Tenerife en dos ocasiones, poeta,
director y redactor de dos periódicos literarios manuscritos; y don Francisco
Peraza y Pérez (1874-1904), Licenciado en Derecho, abogado en ejercicio,
notario público de La Laguna
por oposición, subdelegado en Tenerife del Colegio Notarial de Las Palmas,
socio de número de la
Asamblea española de la Asociación Internacional
de la Cruz Roja,
con sede en Madrid, y de la
Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, y
miembro del Colegio de Abogados de La Laguna.
Volviendo a nuestro biografiado,
vivió siempre en su casa natal de Arico el Nuevo, hasta su muerte. Así, por el
padrón parroquial de Arico de 1820, conocemos la situación de la familia, que
vivía en la casa nº 2 de Arico el Nuevo: don Francisco Peraza y Ayala figuraba
con 44 años y doña Bárbara Mexías con 39; les acompañaban ocho hijos: Antonio,
de 15 años, Paula, de 14, María, de 12, Ana, de 11, Francisco, de 10, Bárbara,
de 9, Bartolomé, de 7, y Rosa, de 4 años; y tenían una criada a su servicio:
Candelaria, de 15 años. En igual situación continuaban en 1821 y 1823.2
De cadete a capitán
de milicias y comandante de armas de Arico
Siguiendo la tradición familiar,
el 18 de octubre de 1824 don Antonio Peraza y Mejías ingresó por elección como
cadete del Regimiento de Milicias Provinciales de Abona3.
Casi cinco años más tarde, el 22
de julio de 1829, fue promovido al empleo de teniente de la 2ª Compañía del
mismo cuerpo por el inspector general de las Milicias Canarias; dicha plaza se
hallaba vacante por ascenso a capitán de don José García González. Este
nombramiento le sería ratificado mediante Real Despacho dado en palacio a 4 de
diciembre de 1830 por don Fernando VII: “Por cuanto para el empleo de Teniente
en la 2ª Compañía del Regimiento Provincial de Abona que resultó vacante por
ascenso a Capitán de Don José García González que la servía, he tenido a bien
nombrar a D. Antonio Peraza y Ayala, Cadete del mismo cuerpo, declarándole la
antigüedad de 22 de julio del año próximo pasado en que le fue conferido por el
Inspector General de las Tropas regladas y Milicias de Canarias”4.
En el padrón parroquial de 1830, su familia figuraba en la
casa nº 4 de Arico el Nuevo, don Francisco Peraza y Ayala con 53 años y doña
Bárbara Mexías con 49; les acompañaba su cuñada, doña María Mexías, de 47 años,
y sus ocho hijos: Antonio, de 26 años, Paula, de 24, María, de 22, Ana, de 20,
Francisco, de 19, Bárbara, de 18, Bartolomé, de 17, y Rosa, de 14 años; además,
tenían dos criados a su servicio: Isabel Galdón, de 41 años, y Antonio Pacheco,
de 25 años.5
Atendiendo a los importantes
servicios prestados y a los méritos en ellos contraídos, el
12 de noviembre de 1832 don
Antonio fue ascendido a capitán de la misma compañía y regimiento, empleo que
se hallaba vacante por haber obtenido la licencia absoluta don Diego de Torres.
También le fue
aprobado este nombramiento
mediante otro Real
Despacho, fechado en palacio a 20 de febrero de 1833 y firmado por el
Rey: “Por cuanto atendiendo a los servicios y méritos de vos Don Antonio Peraza
Teniente del Regimiento de Milicias Provinciales de Abona, he tenido a bien
conferiros el empleo de Capitán de la 2ª Compañía del mismo Cuerpo, vacante por
haber obtenido licencia absoluta Don Diego de Torres que la servía, con la
antigüedad de 12 de noviembre último” 6.
Como tal capitán y comandante de
armas de Arico, don Antonio debía informar las solicitudes de matrimonio
presentadas por soldados y suboficiales de su Compañía, residentes en Arico.
Así lo hizo por lo menos entre 1832 y 1834, y en 18407.
Tras la muerte de su padre en
1834, en 1835 la familia vivía en la casa nº 3 de Arico el Nuevo; doña Bárbara
Mexía figuraba con 54 años y viuda; le acompañaba su hermana, doña María Mexía,
de 52 años y soltera, y sus ocho hijos: Antonio, de 31 años, Paula, de 29,
María, de 27, Ana, de 25, Francisco, de 23, Bárbara, de 22, Bartolomé, de 21, y
Rosa, de 19 años; y tenían dos criados: María Galdón, de 25 años, y Domino
Pacheco, de 33 años. En igual situación continuaban en 1836 y 1839. En 1840
solo vivían con doña Bárbara 7 de sus hijos y mantenía 2 criados. En 1842,
1843, 1844 y 1845 vivían en la casa nº 2 de Arico el Nuevo y en el segundo de
dichos años tenían 4 criados.8
Sargento mayor y
primer comandante del Regimiento
Hacia 1840 don Antonio Peraza
figuraba como primer capitán del Regimiento de Abona. Al ser éste suprimido, el
1 de agosto de 1844 pasó al Regimiento de Garachico, donde continuó hasta fin
de octubre de 1845. Al día siguiente fue destinado al nuevo Batallón Ligero
Provincial de Abona nº 3 de Canarias, en el que ya permaneció hasta su retiro.
En éste desempeñó durante algún tiempo la Mayoría, por disposición del capitán general de
Canarias.
El 23 de marzo de 1848, la máxima
autoridad militar de la región dirigió un escrito al general subinspector de la
tropa veterana y milicias de dichas islas, en el que, tras felicitar al capitán
don José García Torres por su diligencia, dispuso: “que prevenga al de la misma
clase D. Antonio Peraza se esmere mas en la conservación del armamento de la 2ª
Compañía qe. tiene á su cargo, y practique con mas asiduidad los ejercicios
doctrinales pa. qe. sus indivs. lleguen á tener el grado de instrucción de qe.
son suceptibles”9.
En 1851, también por mandato del
capitán general de Canarias ocupó la primera Comandancia del mismo cuerpo en
1851. Y por una hoja de servicios, fechada a 17 de junio de 1852, conocemos las
notas de concepto que nuestro capitán merecía a sus jefes: bastante
aplicación, capacidad y
progresos “en su
instrucción durante el
tiempo que lleva
de servicios”; tenía buena conducta, pero era regular en táctica,
ordenanza, causas o procedimientos militares, documentos y contabilidad. Por
entonces poseía mala salud, muchas conveniencias y continuaba soltero,
residiendo en Arico.
Por resolución de la Reina doña Isabel II,
fechada a 31 de mayo de 1853, se le concedió el grado de comandante de Milicias
Provinciales, lo que se le comunicó mediante Real Despacho dado en el palacio
de Aranjuez a 25 de junio siguiente: “Por cuanto por mi resolución de 31 de
mayo ultimo, vine en concederos á vos D. Antonio Peraza y Mejía, Capitan que
fuisteis del Batallon Provincial de Abona nº 3, el grado de Comandante de
dichas Milicias, que os corresponde con arreglo á lo dispuesto en el artículo
57 del Reglamento provisioal de 22 de Abril de 1844”. Simultáneamente, y por
otro Real Despacho de igual fecha, se le concedió el retiro con uso de uniforme
y fuero entero de guerra, que le correspondía por sus 28 años y medio de
servicio: “Por cuanto he venido en conceder el retiro con uso de uniforme y
fuero entero de guerra á D. Antonio Peraza y Megía, Capitán del Batallon
Provincial de Abona nº 3, que le corresponde pos sus años de servicio conforme
al arto. 57 del Reglamento provisional de 22 de Abril de 1844”.
Rico propietario agrícola
y accionista del agua destinada a usos agrícolas
En otro orden de cosas, nuestro
biografiado fue un destacado propietario agrícola. Tras la muerte de su padre
el 4 de abril de 1834, solicitó, como hijo primogénito, los bienes de las doce
vinculaciones que aquel disfrutaba y que habían sido fundadas por varios
antepasados11. Por ello, el 10 de abril de 1834, ante el escribano público don
Domingo Ruiz y Mora y varios testigos:
[...] compareció personalmente
estando en sus casas el Capitán Don Antonio Peraza y Megía, de esta vecindad,
de cuyo conocimiento certifico y dijo: Que por fallecimiento del Capitán D.
Francisco Peraza y Ayala su Padre, acaecido el cuatro del corriente, ha
sucedido el compareciente en las pequeñas vinculaciones que por varonía, es
decir por sus abuelos paternos poseía el finado, por cuya razón debe entrar en
la posesión real y corporal de ellos por tener ya la civil y natural; y no
pudiendo verificarse aquella sin que satisfaga ante todas cosas, el impuesto
gradual que le corresponde pagar al real erario o prestar obligación de
verificarlo en favor del mismo dentro del término de nueve meses, con arreglo a
la Real
instrucción aprobada por el Real Decreto de 31 de Diciembre de 1829, el
compareciente, ha determinado extender la presente y por lo tanto otorga: que
se obliga a satisfacer a S.M. dentro del término señalado de los nueve meses el
impuesto gradual que por la indicada sucesión directa se ha ocasionado, sin ser
necesario para ello, se le apremie en manera alguna, pues en este caso serán de
su cuenta y cargo las costas que para la cobranza se ocasionen, a cuya
responsabilidad obliga todos sus bienes libres, afianzando especialmente con
los productos de los vinculados el referido impuesto, sujetándose a poderío y
sumisión de las justicias de esta causa, con renunciación de su propio fuero y
leyes que le puedan favorecer.
Una vez cumplidos
dichos trámites, nuestro biografiado fue amparado
en dichos bienes por providencia
del 28 de enero de 1835, por lo que tomó posesión de ellos y continuó
disfrutándolos hasta su muerte12.
Los mencionados vínculos tenían
varias pensiones impuestas a favor del convento franciscano de Granadilla de
Abona y, tras la desamortización, don Antonio tuvo que seguir pagando a la Administración
principal de Bienes nacionales de la Provincia de Canarias. Así, el 23 de julio de
1848, don José Martínez y Ocampo, administrador de los Bienes nacionales del
partido de Garachico, certificó que: “He recibido de Dn. Antonio Peraza vecino
de Arico, doscientos veinte nueve reales vellón y ocho maravedíes, á saber
ciento cincuenta dos reales y veinte y ocho maravedíes por la paga del año de
1841 que parece vence en Febrero y el resto que con setenta y seis reales y
catorce maravedíes prorrata de 1º de Marzo á 31 de Agosto que paso al clero
secular: importe de varias pensiones impuesta á favor del Convento Franciscano de
la Granadilla,
bajo el concepto de que presentará los últimos recibos”. Pero, después de que
dichos bienes pasaron a la parroquia de San Antonio de Padua de Granadilla de
Abona, el Sr. Peraza siguió pagando a ésta, como certificó el párroco de
Granadilla, don Francisco Rodríguez Méndez, el 12 de enero de 1851: “Recibi del
Capn. Dn. Anto. Peraza y Mexias diez pesos dos reales que en metalico pagaba al
Suprimido Convento de este Lugar por varias mendas piadosas á que esta efecta
su Casa; como tambien ocho reales de dos libras de cera según el precio
corriente que tambien pagaba al mismo Convento, y asimismo siete almudes de
trigo por el mismo respecto y es la paga del año de 1850”.
Simultáneamente, en el año 1836,
bajo la dirección de don Matías Crisóstomo, nombrado alcalde de agua, se fabricaron unos
lavaderos, abrevadero y un estanque para depositar los sobrantes del agua de
abasto público que llegaba al Lomo por canales de tea desde la Fuente denominada “La Madre del Agua”. Y el 31 de
julio de dicho año se reunieron con el alcalde de Arico, don José Antonio Bello
de Morales, los vecinos “que han costiado el Tanque para recoger el agua que
biene á este lugar [El Lomo] con el objeto de repartir el agua que recibe dicho
Tanque sobrante del abasto del público” e hicieron un reparto “en proporción
del costo que cada uno suplió, ya en dinero ya en peones”; el agua del tanque
se repartió en 19 acciones o tancadas (equivalente cada una a 60 reales de
vellón) y una fracción, correspondiéndole la segunda tancada a don Antonio
Peraza, por su participación en dicha obra; luego se organizaron los turnos de
los distintos partícipes (más de 60 personas) y se acordó que cada tancada
debía pagar al canalero un peso corriente por año.
El 12 de mayo de 1844 se
reunieron los partícipes y dueños del agua, bajo la presidencia del alcalde
don Pedro de
Torres, para reestructurar el reparto,
debido a las muertes, herencias y compraventas habidas
desde su constitución; se acordó que cada tancada contribuiría en cada año con
el “importe del coste de una canal” de madera de tea, para la conservación y
sostén del acueducto, “cuyo importe satisfará al Sor. Alcalde del Pueblo cada
partícipe en proporción de la cantidad de riego que disfruta”; en el nuevo
reparto le correspondía la primera tancada entera a don Antonio Peraza y sus
hermanos, así como la número 18 y medio duro de la tancada 19, por diversas
compras, que desglosadas eran las siguientes: a don Francisco Morales, medio
duro (cinco reales y cinco maravedíes); a don Antonio Gaspar, cuatro reales; a
don Juan González, 4 reales; a don Antonio Rodríguez, por su suegro don
Anacleto González, cuatro reales; a doña María Clara, cuatro reales; a don
Pedro Delgado, por su padre don Juan Delgado, 12 reales; a don Domingo “El Ciego”
y su hermana doña María González, cuatro reales; en total 37 reales y 5
maravedíes.
El 19 de mayo de 1869, bajo la
presidencia del alcalde don Andrés Hernández, se volvieron a reunir todos los
dueños de aguas que existían por entonces, excepto tres, para acordar una
reforma en todo el acueducto, “a fin de evitar los desmanes que se adviertan en
él”, para lo que acordaron gravar cada tancada con 15 escudos, lo que suponía
un total de 300; el 1 de junio inmediato comenzó la reforma, pagándose los
gastos de oficiales del fondo común, mientras que los vecinos contribuyeron con
las peonadas que fueron necesarias; se nombró una comisión directiva, compuesta
de un director, un depositario y un secretario; se hizo la distribución del
dinero, en proporción del agua que cada uno representaba; se cobró la mayor
parte de lo repartido; y se procedió a la obra acordada, empleándose el trabajo
en los puntos de más necesidad, que se logró concluir, a pesar de diversos
problemas y dilaciones.
La herencia recibida de su padre,
hizo que don Antonio fuese uno de los mayores contribuyentes de Arico. Así, en
el año económico 1873-74, don Antonio figuraba en repartimiento individual
formado por el Ayuntamiento de Arico,
como el cuarto
mayor contribuyente de dicho término, con una riqueza imponible de 2.250
pesetas (2.145 ptas por rústica, 88 ptas por urbana y 17 ptas por pecuaria), lo
que suponía una cuota de contribución anual de 517,50 pesetas; por entonces
seguía figurando como vecino de Arico el Nuevo.
El 8 de agosto de 1876, don
Antonio y tres de sus hermanos, don Francisco, doña Paula y doña Rosa Peraza y
Mexía, aún solteros y propietarios, otorgaron un contrato de compromiso en
Arico, en el que se repartían la herencia dejada por su hermana Bárbara, en el
testamento otorgado en 1862, y estipulando que don Antonio y don Francisco,
“quedan facultados para dividir
entre sí un
adjudicado, como mejor
les plazca” y
que ambos hermanos “se heredarán
recíprocamente, pasando al fallecimiento del último de ellos todos los bienes
que componen un adjudicaco á los herederos propietarios de los mismos”. Iguales
derechos se confirieron a las hermanas doña Paula y doña Rosa, entre sí.
Mayordomo de la
ermita de Abona y miembro del comité republicano de Arico.
En virtud de su patrimonio
hereditario, el 17 de abril de 1834 se expidió a favor del Sr.
Peraza Mejías el título de
mayordomo de la ermita de Ntra. Sra. de las Mercedes de Abona, por muerte de su
padre que lo era anteriormente13. En el tiempo que desempeñó este cometido le
tocó la desgracia de asistir a la destrucción del santuario costero, que sufrió
un terrible incendio en la noche del 22 de agosto de 1835, quedando reducido a
cenizas. Por este motivo, nuestro personaje decidió en 25 de mayo de 1836
recoger toda la madera y tejas de los cuartos donde se alojaba la gente que iba
a la fiesta, por miedo a que los contrabandistas de tabaco provocasen un nuevo
incendio14. Dado que su nombramiento había perdido la razón de ser don Antonio
renunció al cargo de mayordomo, nombrándose en su lugar al presbítero don
Felipe José Díaz y Gómez el 2 de diciembre de ese último año15.
Don Antonio también tuvo una
pequeña actividad política, pues al constituirse el Comité Republicano de Arico
el 21 de noviembre de 1873, del que era fundador y depositario su hermano don
Francisco, pasó a integrarse en él, contribuyendo con dos duros al fondo común
formado en dicho día destinado a “sufragar los gastos que se ocasionasen en la
política”. En total contribuyeron diez personas, a dos duros cada una, lo que
suponía un fondo de 20 duros del que fue depositario don Francisco Peraza.16
Fallecimiento
Dedicado el resto de su vida a
las ocupaciones agrícolas, don Antonio Peraza y Mejías
dejó de existir en Arico el Nuevo
el 5 de diciembre de 1887, a las nueve de la mañana, a consecuencia de “ancianidad”17; contaba 83 años de edad y
permanecía soltero. Al día siguiente se
ofició el funeral de primera clase en la iglesia parroquial de San Juan
Bautista del Lomo de Arico por el párroco propio don Antonio Martín Bautista y
a continuación fue trasladado su cadáver al cementerio de la localidad, donde
recibió sepultura, con el acompañamiento de las dos Hermandades de la
parroquia.
El 13 de dicho mes, el Diario de
Tenerife se hizo eco de su muerte: “Enviamos en estas líneas á nuestro
respetable amigo el Sr. D. Alejandro Peraza y Torres, la expresión de nuestro
sentimiento por la desgracia de familia que acaba de sufrir en la persona de su
señor tío D. Antonio Peraza (q. e. p. d.)”18.
Había otorgado testamento cerrado
en Arico el 16 de enero de 1884 ante el notario de Granadilla de Abona don
Vicente Vivas y Perdomo. Como dato curioso, poseía una preciosa guitarra y un
bastón con puño de oro, que donó a su sobrino don Ramón Peraza Pérez. (Octavio Rodríguez
Delgado, 2014) [blog.octaviordelgado.es]
Notas:
1
Sobre este personaje puede verse también otro artículo de este mismo
autor: “Personajes del Sur (Arico): Don Antonio Peraza y Mejías (1804-1887),
comandante graduado de Milicias y mayordomo de Abona”. El Día (La Prensa del domingo), 19 de
julio de 1992. Con posterioridad, la reseña biográfica se ha visto enriquecida
con nuevos datos.
2
Archivo Parroquial de San Juan Bautista de Arico. Padrones parroquiales,
1820, 1821 y 1823. Hoy depositado en el Archivo Diocesano de Tenerife (La Laguna).
3 Casi todos los datos de su
carrera militar figuran en su expediente personal, con su hoja de servicios y
los reales despachos con el grado de comandante y el retiro, que se custodia en
el Archivo General Militar de Segovia.
4
José HERNÁNDEZ MORÁN (1982).
Reales Despachos de oficiales de Milicias en Canarias que se custodian en la Real Sociedad
Económica de Amigos del País de Tenerife. Años 1771-1852. Nº 915, pág. 228.
5 Archivo Parroquial de San Juan
Bautista de Arico. Padrones parroquiales, 1830.
6 HERNÁNDEZ MORÁN, op. cit., nº 916, pág. 228.
7 Archivo Parroquial de San Juan Bautista de Arico.
Expedientes matrimoniales, 1832-1840.
8 Ibidem. Padrones parroquiales: 1835, 1836, 1839, 1840,
1842, 1843, 1844 y 1845.
9 Archivo Regional Militar de Canarias. Caja 6281.
10 Archivo de la
familia Peraza de Ayala (Arico el Nuevo). Hoy depositado en el Archivo
Histórico
Provincial.
11 Las doce vinculaciones habían
sido fundadas por los siguientes antepasados: tres habían sido establecidas por
don Lucas Rodríguez del Castillo, en su testamento otorgado el 14 de septiembre
de 1699; una instituida por doña Ana García del Castillo, en su testamento
fechado a 19 de agosto de 1710; tres fundadas por don Esteban de Morales, en su
testamento otorgado el 20 de abril de 1750; dos establecidas por don Carlos de
Morales, en su testamento otorgado el 30 de noviembre del mismo año 1750; una
instituida por el capitán don Francisco Peraza del Castillo, en testamento
fechado a 10 de mayo de 1756; otra fundada por doña Gabriela Peraza del
Castillo, en su testamento otorgado el 19 de febrero de 1761; y otra establecida
por doña María Luisa del Castillo, en su testamento otorgado el 14 de junio de
ese mismo año 1761.
12 Boletín Oficial de la Provincia de Canarias,
26 de octubre de 1888, pág. 3.
13 Archivo Diocesano de Tenerife
(La Laguna). Libros
de nombramientos, 1834.
14 Archivo Parroquial de San Juan Bautista de
Arico. Hoy depositado en el Archivo Diocesano de Tenerife (La Laguna).
15 Archivo Diocesano de Tenerife
(La Laguna).
Libros de nombramientos, 1836.
16 Archivo de la familia Peraza de Ayala (Arico
el Nuevo). Hoy depositado en el Archivo Histórico Provincial.
17 En la partida del Registro Civil de Arico,
figura fallecido a consecuencia de “reblandecimiento cerebral”.
18 “Crónica”. Diario de Tenerife,
13 de diciembre de 1887, pág. 2.
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