lunes, 7 de mayo de 2012

LA EXPLOTACIÓN CAPITALISTA, AYER COMO HOY


 Eduardo Pedro García Rodríguez*

Canarias es producto del choque violento de dos culturas; es decir, la colonia Canaria nace a partir de la invasión española. Antes de eso lo que existía era el pueblo Mazigio, la sociedad guanche, que fue una suerte de culminación de la civilización generada a lo largo de siglos, por los primeros pobladores de nuestro territorio. Estrictamente hablando, Canarias ya es un producto del cruce de varias etnias aunque perdura mayoritariamente la Guanche-Mazigia (entendida en sentido étnico), ubicado totalmente en la etapa colonial de nuestra historia que se extiende hasta el presente, en que sufrimos la dominación colonial del capital imperialista.
Pero esto, que eufemísticamente se ha venido a llamar "encuentro de dos culturas", no fue sino una contradicción muy violenta que abrió un abismo de diferencias sociales, culturales, raciales, ideológicas y políticas, que hasta hoy no se subsanan. De nada ha servido la supuesta autonomía para superar este abismo; por el contrario, la miserable actuación de las clases explotadoras durante todo el período transcurrido, ha profundizado la brecha. Nuestra raquítica burguesía, que hasta hoy no puede constituirse en clase dirigente, no logró cumplir una tarea que dio autoridad a las burguesías de otros países: plasmar un Estado nacional y la nación Canaria, claro está. Ante la incapacidad histórica de la burguesía, esta tarea debe pasar a manos de los trabajadores de los profesionales libres, de los pequeños y medianos empresarios, es decir, a manos del pueblo que, al fin y al cabo, es la base de toda nación.
Para que exista la Nación Canaria, es menester un territorio, una fluida trama económica que le de base y la articule internamente, una personalidad cultural definida y una tradición histórica. Como puede verse, sólo algunos de estos aspectos existen actualmente, pero ni la base económica articulada, ni el definido perfil cultural, existen. Este es el problema por resolver y viene desde la conquista, del mismo modo que desde la invasión española data la dominación colonial del Archipiélago.
Canarias existe como nación sólo en la medida que todo el conjunto de personas que vivimos en este espacio territorial, hemos pasado el mismo conjunto de experiencias históricas durante siglos. O sea, los que vivimos aquí, los gomeros, palmero, herreños, conejeros, majoreros, canarios, tinerfeños, hemos sido no sólo testigos sino partícipes de un proceso histórico común; consecuentemente, somos parte de una experiencia histórica de carácter nacional, que es algo de lo que nosotros no podemos prescindir. Eso está total y absolutamente presente en nuestra existencia. Entonces, somos nación. Esto es definitivamente claro, pero como país somos fluctuantes en función de los intereses del capital imperialista.
La cultura Canaria, lo mismo que para los demás pueblos del mundo, significa una población en relación con condiciones materiales dadas, en donde la relación hombre-medio determina una manera específica de ser. Es lo que los antropólogos llaman cultura.
En 1402, cuando llegaron los normandos y españoles, aquí estábamos en la primera sociedad de clases, mientras que en Europa ya se estaba avanzando del feudalismo al capitalismo.
Los estudios realizados muestran que aquí se dio un desarrollo singular, ya que la nueva sociedad impuesta tuvo que enfrentar condiciones materiales diferentes. Fue necesario resolver la creación de un conjunto de instrumentos de producción altamente especializados para la producción azucarera, los que no eran necesarios en Europa, para poder, a partir de estos instrumentos de producción especializados, someter el medio a las necesidades capitalistas.
Esta es una diferencia con España o con otros países, en donde la reproducción de la sociedad humana, que es una de las primeras tareas que cubre la sociedad, podía realizarse a través de la explotación de los medios materiales de existencia enteramente formados; de agricultura adaptada a las condiciones del medio, sin grandes especializaciones, sin la necesidad de crear instrumentos muy complejos.
Por el contrario, la explotación intensiva requerían la creación de instrumentos muy complejos; porque difícil es también la orografía. Lo que ocurre es que en Europa esas condiciones difíciles de la orografía se pueden resolver con mínimas transformaciones del medio; en cambio, aquí, era absolutamente indispensable, vamos a decir artificial, elevar el medio, para poder lograr los niveles de asistencia básicos. Esto permitió que el desarrollo de las fuerzas productivas, desde muy pronto, adquiriera un grado muy complejo; era necesaria una población esclava para dominar estas condiciones. Al mismo tiempo, estas condiciones requerían instrumentos de producción muy complejos y esta relación, entre medios e instrumentos sofisticados, hicieron que las fuerzas productivas aquí se desarrollaran de manera diferente y mucho más compleja; lograron un mayor desarrollo que en otras partes.
Es decir, nuestra historia específica no tiene las mismas condiciones y características que las que tuvo Europa, o las tuvo China. Como modo de producción en su conjunto sí, pero como formas específicas de desarrollo histórico, no. Dentro de estas condiciones, nosotros estábamos en un nivel de desarrollo clasista inicial pero muy avanzado, a tal punto, que cuando llegaron los españoles se estaba dando un proceso de descomposición, de disolución de la formación clasista inicial y en el paso hacia una formación de tipo, llamémosle, feudal, en donde los medios de producción, fundamentalmente la tierra, comenzaban a ser propiedad privada; en donde la tierra se convertía en el medio de producción fundamental y en donde la fuerza de trabajo comenzaba a dejar de ser el factor determinante del proceso productivo.
Una de las falacias sostenidas por el colonialismo es aquello de que porque no teníamos instrumentos de hierro éramos inferiores; que porque teníamos instrumentos de madera piedra o hueso, éramos inferiores y que ellos tenían instrumentos de hierro y que por eso tenían un nivel cultural superior.
Esto es falso, total y absolutamente falso. A nosotros el hierro no nos ha servido absolutamente de otra cosa más que de deterioro de nuestras condiciones materiales de existencia. Si nosotros, por exigencias de nuestro propio desarrollo, de nuestro medio ambiente, hubiéramos elaborado eso, sería totalmente válido, porque el hierro le sirve al agricultor para romper tierras muy duras, sirve para cortar árboles de bosques muy fríos; nosotros no teníamos necesidad de eso. Desde luego que el hierro nos sirve, pero nosotros estábamos desarrollando toda una cultura propia sin necesidad del hierro, por una simplísima razón: las condiciones materiales nuestras eran diferentes a las del viejo mundo europeo.
Nuestra edad de los metales, que en el caso de Europa representó el período de paso a la ciudad, de paso a la civilización, etc., nosotros la hicimos con otro tipo de instrumentos que ellos no tuvieron. Con gentes que calendarizaron al milímetro los procesos de producción. Con gentes que lograron desarrollar técnicas complejísimas de manejo de los pastos el agua y de la tierra.
Con gentes que lograron desarrollar técnicas del manejo de la tierra, de transformación de la tierra, cosa que para los europeos es un descubrimiento del medioevo y de períodos posteriores. Su paso a la civilización se dio gracias al hierro porque las condiciones específicas lo exigían. Nuestro paso a la civilización es gracias al manejo del agua, por ejemplo. Son condiciones distintas de desarrollo. Nuestras formaciones sociales, nuestros modos de producción, obedecen a leyes generales; a las mismas leyes, pero, en lo particular, nuestras diferencias son cualitativamente diferentes.
Ninguno de los pueblos nuestros estuvo en la prehistoria cuando llegaron los europeos. En el caso nuestro la situación es muy singular, es algo importante de entender. Cuando llegaron aquí los europeos, todas las Islas habían logrado niveles altísimos de sometimiento del medio a las necesidades humanas; es decir, habían logrado que las fuerzas productivas alcancen un nivel de desarrollo superior al de la subsistencia y en condiciones en las cuales estaba en avance, en ascenso, hacia modos de producción similares a los que se daban en otras partes del mundo. Ello hizo posible que los guanches mantuviesen contactos comerciales desde las Islas aún no invadidas con los europeos, al margen de los actos de piratería y saqueo a que éstos estaban habituados.
El hecho de que en las Islas, por ejemplo, no se hubiesen logrado desarrollar civilizaciones como la China o cualquier otra civilización similar: la India, la Maya o la Andina, no significa que los guanches hayan estado en el período neolítico europeo; (afirmación ésta arteramente sostenida por los colonizadores) nosotros estábamos como hemos dicho en un periodo pre-clasista, pero ese período pre-clasista no ha podido ser superado en pleno desarrollo capitalista. Incluso, lo único que ha logrado el capitalismo colonial con ese desarrollo, que ya el pueblo canario había logrado sobre la base de su propia experiencia, es deteriorarlos más y convertirlos en la cola de un proceso que no tiene nada que ver con los canarios. Los canarios estábamos mucho más avanzados que los colonialistas en el aprovechamiento de nuestro medio ambiente. Nuestra capacidad de explotar los bosques, nuestra capacidad de someter las condiciones dificilísimas del medio ambiente, había logrado un optimo desarrollo. Estábamos en pleno proceso de desarrollo. Cuando llegó Occidente, el capitalismo colonial en su conjunto asumió la tarea de absorber todo esto para su propio desarrollo, y lo único que logró fue bajar a niveles previos a los que tenía la población guanche y deteriorar totalmente las posibilidades de un desarrollo adecuado. Eso significa que no estábamos en la prehistoria, en el sentido europeo. En Europa se asume como tesis válida que nuestro pueblo estaba en uno de los escalones de la evolución que ellos tuvieron. No. Nosotros estábamos en uno de los escalones de la evolución que nosotros tuvimos, que es diferente a la evolución que ellos tuvieron, y que teníamos cosas paralelas, en términos de producción, pero con nuestras propias singularidades.
Europa cuando nos invadió en el siglo XV, era un territorio, especialmente España, que por esas fechas estaban saliendo del feudalismo, y el feudalismo fue lo que permitió el gran desarrollo económico europeo a costa del saqueo y exterminio de otros pueblos. No olvidemos que fueron banqueros y mercaderes judíos, genoveses y catalanes quienes financiaron la invasión y conquista y saqueo de nuestra nación.
Ahora bien, para poder explotar con cierta tranquilidad por parte de los invasores al país dominado, primero debe cambiar, por todos los medios a su alcance, los fundamentos sociales y morales que sustenta la población invadida, al fin de que asuma los presupuestos económicos, morales y religiosos de los invasores. Así los invasores someten a los invadidos a un proceso de desenraizamiento, conocido como culturización. Muy similar a los lavados de cerebros que los ejércitos aplican en el entrenamiento de sus soldados, anulando drásticamente en éstos, mediante la humillación continuada, la personalidad de los individuos, incrustando en sus cerebros solamente parámetros de obediencia ciega, anulándoles cualquier posibilidad de hacer uso de criterios propios.
En el caso de los pueblos invadidos, está función de alienación mental de la sociedad sometida está encomendada a la religión, en nuestro caso a la iglesia católica, quien ha venido prestando eficazmente su labor hasta nuestros días, en que poco a poco ha sido sustituida en esta misión alienadora por los denominados medios sociales de comunicación, dirigidos desde la metrópolis.
En nuestro caso, la iglesia católica actuó inteligentemente, al encontrarse con unas prácticas morales, religiosas y espirituales muy superiores a las que portaba el etnocentrismo europeo, y, al no poder erradicar totalmente del pueblo sometido sus ancestrales creencias, a pesar de los crueles y sanguinarios métodos empleados por los conquistadores en sus intentos de erradicación de las prácticas religiosas de la sociedad guanche, optaron por aceptar y sincretizar la mayoría de ellas, convirtiendo a la Diosa-Madre en la Virgen María, del Pino, de Candelaria, de Las Nieves etc., sustituyendo con estas advocaciones católicas a la Diosa Tanit, Tara, Chaxiraxi, Abora, Moneiba, Magek, de la Luz, Celeste etc., sustituyendo, así mismo, a los dioses o espíritus mediadores por santos católicos.
Con esta situación los colonizadores han conseguido crear en la población canaria un trauma en nuestra identidad, un complejo de inferioridad que cargamos sobre nuestra espalda; un complejo de inferioridad y servilismo que pesa sobre nuestra espalda desde 1402.
Incentivada desde el siglo XIX, gran parte de nuestras culpas contemporáneas son del siglo XIX a esta parte. Hasta 1900 había república de Magos, era una categoría social definida y era racial, étnica, más que otra cosa. Era una cosa muy definida. Magos y caciques colonizadores.
Estaba clarísimo. Los colonizadores eran de España en particular y de Europa en general; criollos, los hijos de aquellos que vivían aquí. En ningún momento tenía el Mago problema en llamarse canario, para él no era un problema. Y nadie en ese momento tenía ese problema de identidad. El grave problema de desidentificación nuestro está asociado al desarrollo del capitalismo en su fase imperialista, tras la segunda invasión masiva del continente africano por Europa.
En el mundo canario, el problema de identidad comienza a finales del siglo XIX, con la fase del desarrollo pleno del imperialismo, y se agrava drásticamente a partir de los años sesenta del siglo XX, con la llegada de grandes contingentes de españoles, al amparo del desarrollo del turismo masivo en nuestras islas. Contingentes que no sólo han aumentado en los últimos tiempos, sino que, además, tenemos que absorber el excedente de mano de obra de Europa, además de la población no deseable de aquel continente. El racismo como tal, en su forma contemporánea, brutal, es un producto del desarrollo capitalista. O sea, del desarrollo capitalista en su fase colonial-imperialista, que es la que nosotros tenemos desde el siglo XV, y el problema de la identidad nacional impuesta es producto de eso.
A nosotros nos hacen avergonzarnos (después de habernos extirpado nuestra lengua madre) por no hablar castellano con el acento y dicción de Castilla. Nosotros quisiéramos apellidarnos en castellano, catalán, vasco, gallego, o portugués, francés, inglés o alemán; ya nuestros apellidos guanches o canarios en general, nos resultan insuficientes. Se nos hace pasar por la humillación de que, para que nuestros profesionales del periodismo puedan tener acceso a puestos de locutores o presentadores de los medios de comunicación sociales de España en Canarias, tengan que pasar por unos vergonzantes cursos de dicción castellana.
Un apellido en inglés o en alemán es para algunos jilufos un apellido elegante. Para algunos un apellido español es como si fuese descendiente de conquistadores o colonizadores (en la mayoría de los casos el sujeto desconoce la causa porque portan esos apellidos europeos). El portar apellido guanche o canario nos han hecho creer que es más vergonzoso. Y eso es un problema de identidad que nace con el desarrollo imperialista del capitalismo colonial, que somete a las conciencias a una crítica interna sobre sus valores, que no existía antes. Esto es una de las cosas que nosotros necesitamos que la gente tenga muy claro, porque nuestra lucha no está solamente en tratar de recuperar nuestros valores guanches en contra de la supuesta multiplicidad étnica y cultural cosmopolita. Se trata de recuperar nuestros valores canarios africanos frente a la alienación que en este momento supone el peso del desarrollo imperialista sobre nuestros hombros.
Canarias, como hemos dicho, es un país mestizo. Todos los países del mundo son mestizos. Lo que ocurre es que aquí escondemos con el nombre de mestizo una posición tercerista con relación a lo que representó nuestra historia. Nos cuesta mucho reconocernos indígenas. Ser guanche en Canarias es un estigma; En consecuencia, la gente prefiere llamarse descendiente de conquistadores o colonizadores. En este país, tan "cosmopolita", decirse guanche es no sólo una blasfemia, es algo más grave que eso. Entonces, mestizo es el tercerismo formidable porque entonces así uno no se reconoce como guanche, que para algunos huele mal, ni se tiene que reconocer como europeo, que cae mal. Entonces, con lo de mestizo, uno resuelve todo. Es la posición tercera, claro, es la que está al medio: ni con los unos, ni con los otros. Así, uno se salva de tener que decir que es indígena, en este país, donde una buena parte de la población sufre del síndrome del colonizador, y la otra parte el síndrome del colonizado. Y por encima de éstas, están los criollos explotadores al servicio de los colonizadores capitalistas.
*Secretaría de Documentación y Prensa de A.P.I.F.D.I.C.
Ciudad colonial de Eguerew, mayo de 2004.
Fuentes: http://www.conocimientosweb.net/mestizos/article31.html
¿Quiénes somos los mazigios canarios?
¡¡CANARIAS PARA LOS CANARIOS!!

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