viernes, 24 de febrero de 2012

512 AÑOS DEL VIAJE AL SENO DE MAGEK DEL ESPIRITU LIBRE DEL MENCEY BENTOR

No puede morir jamás quien de esclavo se libera.

Muertos durante la Batalla de Aguere, el Mencey Benchomo y su hermano Chimenchia-Tinguaro, el Tagoror de los menceyatos enfrentados a los invasores y el pueblo de Taoro nombró al hijo primogénito de Benchomo, Bentor o Ventor, como nuevo Mencey y líder.
Este, se negó a rendirse ante las tropas castellanas, pese a la sangría que la batalla había representado para el ejército guanche diezmado por la denominada “modorra” causada por el envenenamiento de las fuentes de agua por parte de los invasores españoles.
Retirándose estratégicamente los Tabores guanches establecieron su Real del Peñón (Tacoronte), donde a las pocas horas se hallaban reunidas todas las fuerzas útiles.
Como explica la declaración de los testigos aportada en la información de Margarita Guanarteme (1526), hija del converso y traidor Thenesor Semidan (Fernando Guanarteme) que indica como en dicha acción de Aguere "mataron al Rey Grande que se llamaba el Rey Venitomo de Taoro, y don Alonso de Lugo envió a Fernando Guanarteme para que se viera con el rey Ventor, hijo de Venitomo, para requerirle se diese volviendo con la respuesta que el nuevo rey no se quería dar…"
Según recoge Bethencourt Alfonso: “En este campamento y en la misma noche o al siguiente día de la batalla de La Laguna, pues las tradiciones únicamente dicen a las pocas horas, la nobleza del reino de Taoro en cumplimiento de sus costumbres legendarias convocó el Beñesmer y proclamó mencey de Taoro a Benytomo, hijo primogénito del Rey Grande y achimencey que era del Araotava. Después de su exaltación al trono fue nombrado por Acaymo y Beneharo, jefe de la Liga.

Era Benytomo (Bentor) hombre de grandes alientos y guerrero valeroso, pero sin aquellos prestigios ni supremo don de mando de su padre, único entre los guanches capaz de salvar a la patria mientras alentara.

Cuéntase que en el primer tagoror o consejo celebrado por los reyes y grandes de los tres Estados bajo la jefatura de Benytomo, acordaron aleccionados por la batalla de la laguna no presentar ni aceptar combate alguno donde jugara la caballería, ni llevar las añepas reales ni enseñas a los campos de batalla, ni abandonar como solían sus posiciones para atacar cuando eran provocados por los españoles.

Noticioso el general Lugo de la situación del ejército guanche, después de ordenar quedara custodiando el Real de Gracia la mitad del cuerpo auxiliar güimarero con una compañía de los invasores, movió sus fuerzas en dirección del enemigo acampado en el Peñón.

Llegados los castellanos hicieron alto en orden de batalla y envió el Adelantado a D. Fernando Guanarteme con un mensaje para el rey Benytomo, “a le requerir que se diése e tornáse cristiano e que le faría toda la cortesía que quisiése...”, cuya respuesta negativa como ya dijimos, motivó un segundo mensaje con el mismo Guanarteme y Pedro Mayor, llevando la cabeza de Bencomo clavada en una pica, para decirle de parte del general: “Que aquella cabeza le sirviése de escarmiento, pues si no se sujetaba al Rey de España con otro tanto le amenazaba”; a lo que contestó Benytomo: “Diréis a vuestro capitán que esta cabeza no me espanta, que donde quedó el cuerpo la pueden poner; y que cada cual mire por la suya”.

Entonces los españoles empezaron a provocarlos al combate y los guanches a ellos, actitud que sostuvieron como cosa de dos horas, pero sin abandonar ninguno de los ejércitos sus respectivos campos; hasta que de pronto el tiempo que estaba de invierno comenzó a llover a cántaros, y los españoles dejando la cabeza de Bencomo contramarcharon el mismo día al Real de Santa Cruz para establecer sus cuarteles de invierno.” (Bethencourt Alfonso 1997 t.III:127)

La resistencia de los Tabores guanches era cada día más débil debido a la terrible epidemia provocada por el envenenamiento de las aguas que hacía cada vez más difícil hacer frente a las hordas invasoras, las cuales al no consumir las aguas envenenadas ya que los auxiliares isleños conocían perfectamente las fuentes que dejaron sin empozoñar, indujeron a algunos notables a pactar con los invasores.

Cuando el 25 de Julio de 1496 descubrieron nuestros ancestros en el campamento del Realejo lo tramado por la nobleza, se alzaron furiosos desautorizando a los menceyes y tratándolos de traidores y cobardes e injuriando a los personajes de mayores prestigios; replegándose a los altos de Tigaiga aleccionando a sus  tagoros, con objeto de salvaguardar sus medios de vida y de mantener viva la llama de la independencia, el pueblo siguió combatiendo a los castellanos,  efectuando ataques de guerrilla aleccionados por el clero guanche de los Kankus y Babilones, con los que continuamente hostigaron a los invasores.  Mientras, un sector de la nobleza y notables  aceptaron las condiciones impuestas por los mercenarios invasores antes que consentir la merma de sus privilegios.

El elevado espíritu y profundo amor a la Matria y a la libertad de que estaba dotado el penúltimo gran Mencey de Chinech (Tenerife) Bentor, le indujeron a reprobar la actitud de entrega y sumisión a los extranjeros adoptadas por los notables de la liga, así, decidió ser heraldo ante los espíritus de nuestros ancestros llevando personalmente las noticias de las desgracias que afligían a la Matria y los tiempos de esclavitud que se avecinaban y, desde los altos de Tigaiga inició su espíritu libre el viaje hacía el seno de Magek, donde desde un espacio atemporal cuida con los demás espíritus de los ancestros de  que los actuales canarios recuperemos a la Matria mancillada devolviéndole la libertad que un día le fue arrebatada por la insaciable sed de rapiña de una horda de bárbaros europeos.

Eduardo Pedro García Rodríguez.  Chinech julio de 2008.

Fuentes consultadas:

Juan Bethencourt Alfonso
Historia del Pueblo Guanche. Tomo III, págs. 127-138-160.

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