miércoles, 15 de julio de 2015

EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA



UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERIODO COLONIAL 1501-1600
DECADA 1531-1540

CAPITULO VII-IV

Eduardo Pedro García Rodríguez




1534 marzo 20.
ALONSO   DE MATOS VENDE   SUS DERECHOS  A  DOS SUERTES DE TIERRAS CON AGUA EN AGUIMES. “Alonso de  Matos,vecino  de  Gran  Canaria,vende  a Alonso  de  León, escribano  público  de igual vecindad, como  representante de los herederos de Diego de León, escribano público de Telde,difunto, sus derechos    a  dos suertes de tierras en Agüimes, con el agua para regarlas.Tierras  que a pedi- mento  de Diego de León,por una cantidad  que le debía,fueron  subastadas y rematadas  a Diego  Jara que  las vendió  a Diego  de León.Este en su testamento  deja a  Alonso de Matos el derecho de compra por ciento veintiocho doblas de oro.Derecho  que él vende por ciento treinta y ocho doblas.”

1534 abril 23.
FRANCISCO SÁNCHEZ DE LOS PALACIOS SE OBLIGA A DEVOLVER LAS TIERRAS  QUE TENÍA PLANTADAS DE CAÑA DE SOCA EN LA PASTRANA POR INCUMPLIMIENTO   DE PAGO.
Las  Palmas.   “Francisco Sánchez de los Palacios, vecino de Gran Canaria, reconoce que  debe  a Alonso Piasco el pago del arrendamiento de unas  suertes  de tierra  con  su  agua  en  Agüimes.  Tierra  que  Alonso  Piasco  compró   a Bartolomé  Pelos y le arrendó  a él por  precio  de  110  doblas  de  oro. La mitad  tenía  que pagarla a los dos años y como  ya se han  cumplido  y no puede  hacerlo se obliga a devolver las tierras arrendadas  y dejar la soca de cañas que tiene  plantadas  en las tierras de la Pastrana; una  de las suertes aumentadas.” 
1534 Mayo 3. Los colonos invasores de la secta católica sin duda tomaron gusto por el  olor de carne humana quemada,  como sublime aroma capaz de despertar la gratitud y reconocimiento de su dios, un dios según ellos infinitamente justo  fuente de misericordia y de amor al prójimo. Pero en esta ocasión no habían victimas dignas por sus pecados de ser ofrendadas en la hoguera, ya que los que reunían esta condición, en su pertinaz herejía prefirieron huir de la cárcel que ser victimas propicias en la ofrenda.
A pesar de ello la   “Santa Inquisición” española procede a llevar a cabo su tercer auto de fe en la colonia de Canarias, cuyos reos ya había pasado por un proceso de purificación de sus almas mediante la aplicación  de determinados dispositivos de convicción de que disponían y utilizaban los oficiales católicos españoles de la “Santa Inquisición”. Los cuales inscribían en los artefactos confeccionados para la tortura las palabras: “Soli Deo Gloria (Gloria solo a Dios”) , para evitar los conjuros del maligno Guayota los inquisidores  rociaban los instrumentos de tortura con “agua bendita”. Algunas de las creaciones de éstos clérigos católicos iluminados por su dios era los siguientes: El “estante”, un cajón en el que la víctima era acostada y atada de manos y pies. Entonces, los verdugos estiraban las cuerdas hasta descoyuntar los brazos y piernas del acusado. Las pinzas grandes utilizadas para arrancar las uñas de las manos y de los pies. Las botas españolas, utilizadas para aplastar las piernas y los pies. La Virgen de hierro”, un cajón hecho a semejanza de una mujer, con cuchillos afilados fijados por dentro en ambos lados. Obligada la víctima a entrar en el cajón, los verdugos le cerraban la tapa encima, desgarrando los cuchillos la carne del infortunado y matándolo. El hierro candente vertido en los ojos o los oídos.  Sacar los ojos de algunos acusados. El “látigo de hierro”. Ahogar con orina o excremento a algunos “herejes”. Suspender al acusado de las manos. Las manos de la víctima eran atadas a espaldas; luego la víctima era suspendida en el aire por una soga atada a sus manos, haciendo fuerza en sus manos y muñecas todo el peso del cuerpo. La víctima era inmovilizada y luego dejaban gotear agua por su garganta hasta casi ahogarla. La “santa trinidad” era un casco de acero calentado a rojo vivo, luego colocado sobre la cabeza del denunciado. Al sacarlo las bestias encargadas de las torturas se quedaba la piel quemada pegada al acero, y en ocasiones a los reos les explotaba el cerebro. Además contaban con otras torturas como: “Las peras del Papa.” “El taburete de Judas.”  “La araña de hierro.”   “La pata de gato, con uñas.”   “La cama de estirar el cuerpo hasta romper coyunturas.” “El aplasta cabezas Etc.
Este tercer auto de fe llevado a cabo como los anteriores en Tamaránt (Gran Canaria) nos lo describe D. Agustín Millares Torres en los siguientes términos: “No se había equivocado el pueblo. El incansable y activo Tesorero D. Luis de Padilla, trabajaba con empeño en acumular procesos sobre procesos, auxiliado en tan noble empresa por el fiscal .Juan de Fullana, que veía en cada persona un hereje, y en cualquier acto de la voluntad una ofensa á Dios.
Pero, no todo lo qué un Juez se propone lo consigue, aún cuando esté inspirado por tan levantados propósitos, con los que impulsaban al Sr. Tesorero.
En cuatro años solo pudo descubrir veinte y siete reos dignos de figurar por sus crímenes en el nuevo auto de fe. Pocos eran, sin embargo, entre ellos solo dos aparecían con la pena de relapso.

 Ya no se encontraban aquellos caracteres enérgicos, es decir, perversos y endurecidos, que declinaban la honra de ser católicos. Todos los que se veían amenazados con la hoguera, abjuraban inmediatamente de sus errores, y prometían reconciliarse con la Iglesia. ¡Beneficio incalculable debido sin duda á los penosos trabajos del Santo Tribunal!.

Es verdad que esas conversiones, después del tormento y el azote, y ante la amenaza del fuego, no eran en sí mismas muy edificantes; pero de todos modos, la mala semilla se arrancaba; y los reconciliados, condenados todos á penas infamantes. inhábiles para ejercer toda clase de oficios, desposeídos de sus bienes, desterrados, ó encarcelados por toda la vida el en inmundos calabozos, no podían pervertir con su ejemplo a los buenos católicos.

El auto se disfrutó y tuvo lugar, el domingo 3 de Mayo de 1534, en la misma plaza
mayor de Santa Ana, y delante de la Iglesia Catedral, en un hermoso tablado, que se
levantó con ese objeto.

El contingente de los relapsos lo suministró la secta judaica, aunque con la pequeña diferencia, de que la Inquisición solo pudo quemar sus estatuas.

Los nombres de estos nuevos herejes eran:
Duarte González, conocido por Francisco Ramos, zapatero. vecino de la Palma, y cristiano nuevo de judío.
Duarte Pérez, de la propia vecindad,
Y por  la misma causa.
Ambos fueron relajados al brazo seglar,
y quemadas sus estatuas, con las accesorias de confiscación de bienes, é inhabilitación perpetua á sus descendientes.

Los reconciliados eran en mayor número:

véase la lista.

Andrés, esclavo de Bernardino Justiniani, vecino de Tenerife.
Amón, esclavo de Hernando de Jerez, vecino de Canaria.
Ana de Salazar, vecina de Lanzarote.
Ana, de la misma vecindad.
Alonso de Lugo ó de la Seda, vecino de Lanzarote .
Alonso, esclavo de Pedro de Cabrera, vecino de Lanzarote.
Antonio, esclavo de Ruiz Leme, vecino de Lanzarote.
Diego, esclavo de Juan de Alarcón, Deán de Canaria.
Diego Alonso  ó Mura, vecino de Lanzarote.
Francisco, esclavo del pertiguero Andrés
de Medina vecino de Canaria.
Felipe, indio, esclavo de Francisco Sánchez de los Palacios, vecino de Canaria.
Francisco Bujama  u Ortega,  vecino de Lanzarote.
Gonzalo Baéz, vecino de Gáldar.
Jorge, esclavo de Juan Hernández, cerrajero, vecino de Canaria.
Juan de Alfaro, esclavo del Licenciado Alfaro, vecino de Tenerife
Juan de Palomares, esclavo de Diego Felipe, vecino de Lanzarote.
Juan, negro, esclavo de Hernando Magader,  vecino de Lanzarote.
Juan, esclavo de Adán Acedo, vecino de Galdar.
Juana, mujer de Juan Jansen, vecina de Lanzarote.
Luís Déniz de Salazar, por otro nombre Alí Bojador, vecino de Lanzarote.
Luis Perdomo, vecino de Lanzarote.
Luís, esclavo de Juan. Perdomo, vecino Lanzarote.
Pedro Berrugo,o ó sea. Pedro Cabrera, ve-
Cino de Lanzarote.
Pedro, esclavo de Juan Perdomo, vecino de Lanzarote.
Pedro, negro esclavo, del mismo Juan y de la propia vecindad.

Estos fueron los veinte y siete reos, que según la relación que se conserva de este
Auto de  fe se presentaron en él con  en él fin de sufrir las penas a que fueron condenados.

No consta las penas á que fueron condenados, porque la relación detallada de sus causas ha desaparecido, como la mayor parte de las que figuran en los autos anteriores.

La incuria el abandono y el desaseo han convertido en polvo muchos de aquellos curiosos documentos,

De suponerse es por las que aparecen de procesos análogos de los posteriores, que
serían tan difíciles de cumplir, como fáciles de imponer .

En general puede decirse, que estos reconciliados, como ya hemos dicho, desaparecían del país, sin que jamás  volviera  saberse de ellos. Cuando la pena era de cárcel perpetua, enviaban 1os reos á Sevilla, y en las cárceles  de aquella  Inquisición, eran enterrados vivos, hasta su último día.

Entre tanto, la peste había desaparecido desde el año anterior, y el regocijo de la población era grande, creyendo que el comercio de los azúcares y el de los vinos que principiaba á desarrollarse, traería algún bienestar a los propietarios, y ocupación a la clase jornalera.

El movimiento, sin embargo, era muy lento, y apenas aparecía en la superficie.
Una tranquilidad, mal sana, que á veces interrumpía la noticia de alguna irrupción de
corsarios berberiscos, en las islas de Lanzarote ó Fuerteventura, venia á variar esta
monótona existencia.

Los herejes cesaron de turbar la conciencia de los fieles; una escrupulosidad minuciosa presidió á todos los actos externos de devoción, aun en aquellas familias, que por su acrisolada piedad, .podían inspirar menos recelos á la inquisición; y en todas las Islas reinó una ortodoxia tan completa,  que el Cabildo eclesiástico, teniendo en cuenta que
D. Luis de Padilla no asistía a coro y, siendo notorio que en el Santo Oficio no había que hacer, por cuya razón tanto al dicho inquisidor como á los dichos oficiales se les había  quitado el salario, se acordó notificarle ganase las horas canónicas.

Esta notable circunstancia de habérseles quitado el salario, debió influir muy pode rosamente en el ánimo. de D. Luis y de sus subalternos. Su celo adquirió duplicada
energía, y su vista se hizo más penetrante y escudriñadora.

U n proceso de nuevo género, pero que  también contribuyó á la edificación de los
fieles, turbó por entonces la plácida quietud de Las Palmas.

La Catedral estaba en posesión, como otras Catedrales de España., del derecho de dar asilo á los criminales, que en su recinto se refugiaban. Los Canónigos eran muy celosos de conservar esta inapreciable prerrogativa que les servia para sobreponerse en ciertas ocasiones al poder civil.  Fue pues, el caso que el Gobernador de Canaria, D. Bernardino de Lesma, se había atrevido quebrantar la inmunidad de la Iglesia, introduciéndose en ella, y sacando á viva fuerza á un mozo llamado Pedro Fuensalida,  procesado por un delito común, á quien hizo que el verdugo le cortase luego la mano.

Tan violento proceder no podía quedar sin correctivo. El Previsor y Vicario general, de acuerdo con el Cabildo, excomulgó al Gobernador con todas las ceremonias propias del ritual; y el Sr. Ledesma se vio privado, no solo de ejercer su empleo, sino de tener comunicaciones y trato con la población, de entrar en la iglesia, de oír misa y de recibir los sacramentos, y en fin, de ser un súbdito católico español, y hasta un hombre cualquiera. En efecto, el excomulgado de entonces era un hombre apestado, del que todos huían y se apartaban con horror, temiendo contaminarse con su lepra heretical.

El pobre Gobernador, viendo las fatales consecuencias de su imprudente conducta, bajó la cabeza, y fue á postrarse á los pies del Provisor, quien lleno de indulgencia, le perdonó, imponiéndole una pena pecuniaria, y obligándole en día feriado a hacer penitencia pública á las puertas de la Catedral; penitencia cumplida por Ledesma con humilde contrición, .á presencia del pueblo, que suspenso y maravillado, contemplaba á la orgullosa potestad civil bajo el irresistible poder de la autoridad eclesiástica. 

Diverso era el espectáculo; pero todo provenía del mismo origen, y su efecto moral era el mismo.” (Agustín Millares Torres; 1981)
1534 mayo 12.
El colono Alonso Pacheco de Solís
“De la documentación existente en el Tribunal de la Inquisición conservada en el Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria se desprenden los siguientes datos: Alonso Pacheco de Solís llevo como verdadero nombre el de Alonso Solís. Natural de un pueblo de Albacete de nombre La Roda de la jurisdicción del marquesado de Villena.
Nació en fecha de 1506 y fue su familia de humilde extracción y de origen totalmente judío y avecindada en Villafranca, en tierras de Toledo.
 En la documentación referida, de fecha 12 de mayo 1534, que es declaración que hace su padre en Toledo, ante el Santo Tribunal, se deduce que es hijo de Andrés de Solís, mercader y su esposa Leonor Méndez y son sus abuelos paternos Alonso de Solís y Elvira (para otros se llamo Clara) todos ellos de familias judías y luego judeoconversas. Algunos autores dan por cierto que sus cuatro abuelos murieron como judíos sin renuncia de su fe.
Una declaración obtenida del propio Alonso Solís en Toledo año de 1531 señala que su padre es Isaac Abenxuxen vecino de Villafranca y es su madre de nombre Cahal. Es ese el nombre Clara que a algunos confunde? ( Museo Canario. Estudiado por el Sr. Anaya Hernández).

Y un dato valiosísimo para confirmar su personalidad sin error posible. Su padre Andrés de Solís, en la misma declaración, de 1534 confirma que su hijo
“Alonso de Solís vive casado en Canaria, dicen vive en la ciudad Real de Canaria (hoy, Las Palmas de Gran Canaria)”. Museo Canario, Inquisición.
A la pregunta de cómo firma y dice llamarse su hijo contesta que en carta que ha recibido “su hijo se llama Alonso Pacheco.”
Ya podemos ver que por parte de Alonso hay una clara intención de evitar el uso del apellido Solís, o de evitar su reconocimiento, ante una nueva sociedad cuyo comportamiento hacia los judíos y judeoconversos conoce. La Inquisición en Canarias fue instaurada curiosamente el mismo año de su nacimiento 1506. Su familia se mueve en el entorno de la jurisdicción de Villena. Y el marquesado de Villena en el momento de su aparición en la vida canaria esta en poder de la familia Pacheco. ¿Hay mejor argumento para cambiar su apellido sospechosamente judaizante, Solís, por un apellido de casa noble e influyente, Pacheco? O porque no el de Alonso Pacheco, Comendador de Villafranca en 1489. Registro General del Sello.
Algún genealogista con tintes de fantasía provinciana hace descender a Alonso Solís o Alonso Pacheco, de Alonso de Solís Señor de Minaya. Una interesada confusión o una mala lectura de la referencia a Rodrigo Pacheco Señor de Minaya y su hermano Alonso de Pacheco. Pero el documento es de fecha 1516 cuando nuestro Alonso Solís. Apenas tiene 10 y por demás es nula la relación entre ambas familias. (Archivo General de Simancas). Lo mas cercano a Alonso Solís o Pacheco en Minaya es que fue residencia de un hermano de su padre llamado Lorenzo Solís.

Inició su vida laboral como comerciante en paños en sus primeros años en Canarias, donde se labro alguna regular fortuna y el respeto de la sociedad a la que sirvió ejerciendo de mensajero en varias ocasiones en sus viajes entre las islas y la península española. Fue en estas visitas a la corte de Felipe II donde adquirió su prestigio por su trabajo ordenado en relación a las defensas de las islas. Existe documentación fehaciente de esta actividad de los 1547 a 1557 con reiteradas solicitudes de artillería y medios defensivos. Fue Alférez Mayor de Gran Canaria y La Palma y Regidor de Gran Canaria entre 1552 y 1559.
De su dedicación obtuvo el mandato del Rey Felipe II en el año de 1558 de hacer una valoración y proyecto de defensa de las islas de Tenerife y Gran Canaria. A sus consejos se debieron las fortificaciones de Santa Cruz de Tenerife, Puerto de La Cruz, o Garachico. Preparo igualmente las disposiciones para organizar las islas con Milicias al no poseer ejército permanente. Este encargo obedecía al interés del rey Felipe II de librar a las islas de ataques piratas e impedir el asalto a los navíos que llegaban de América

Caso en Gran Canaria con Teresa Herrera Contreras hija del judeoconverso Juan de Herrera y de su esposa Francisca Núñez del mismo origen. Juan de Herrera era a su vez hijo del converso Diego de Herrera. Tuvo Alonso Pacheco o Solís una numerosa descendencia de su matrimonio con Teresa Herrera. De sus hijos destacaremos a Francisco Alférez Mayor de la isla de La Palma.
En el devenir de su descendencia se daría una conjunción que ratificaría el uso el apellido Pacheco-Solís .Juan Vázquez Pacheco, hijo de Juan Pacheco e Isabel Vázquez de Alcalá, casa en Gran Canaria con Inés de Solís Aguilar. De esta forma se vincula el apellido Pacheco con el apellido Solís que ya ostentaran todos sus descendientes. Caso su hijo Tomas Pacheco Solís y Aguilar con Juana de Vergara y Nava. Era Juana de la descendencia de Pedro de Vergara, converso, que ya hemos estudiado.
Don Jerónimo Boza de Lima y Pacheco Solís fue creado marques de Boza de Lima en 1736.

Miguel Pacheco Solís Caraveo de Grimaldi fue gobernador de Thalco y Hualca en México.

Si el Señor no construye la casa,
En vano se afanan sus constructores.
Si el Señor no guarda la ciudad,
En vano vigilan los centinelas.

(Salmo)

(Juan Manuel Valladares, 2011. Director sección "Historia judía de Canarias")


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