martes, 21 de abril de 2015

LA GRUTA DE LOS MUERTOS"





Había entre sus antepasados una tribu particular que poseía el arte de embalsamar los cuerpos, y que le ocultaba como un misterio sagrado que no debía jamás ser comunicado al pueblo. Esta misma tribu que formaba una especie de sacerdocio, no se mezclaba jamás con las otras familias o tribus por matrimonio. Pero después del acontecimiento anexo a toda conquista, y su secreto pereció con ellos. La tradición no ha conservado más que un pequeño número de ingredientes de los que entraban en esta composición. Tales son la manteca mezclada con unto de oso que se guardaba expresamente en las pieles de cabra.

Este ungüento lo hacían cocer con ciertas yerbas, tales como una especie de espliego que crece en abundancia entre las rocas, y otra yerba llamada laya de una sustancia gomosa y glutinosa que se encuentra en la cima o cumbre de los montes.

Además otra planta que era una especie de ciclamen o criadilla de tierra, salvia silvestre que crece con abundancia en los montes, y en fin otros varios simples que hacían ser este mejunge uno de los mejores bálsamos del universo. Después de esta preparación se empezaba por vaciar el cuerpo de los intestinos, y a labarle con una cocción hecha de corteza de pino secada al sol por el verano, o en una estufa en el invierno.

Esta purificación se repetía varias veces. En seguida se hacía la unción por dentro y fuera con un gran cuidado de dexarla secar a cada vuelta o lavadura. Se continuaba hasta que el bálsamo había enteramente penetrado los cadáveres, y la carne consumiéndose hacía parecer todos los músculos. Conocían que la operación estaba concluida, y no faltaba ya nada quando el cuerpo quedaba extremadamente tieso y ligero. Y entonces se le cosía en las pieles de cabra como ya hemos observado
arriba. Es cosa digna de notarse que para evitar gastos, quando el difunto era pobre le quitaban el cráneo: también estaban cosidos con pieles; pero a éstas se las dexaha el pelo; quando las de los ricos estaban tan finas, y curtidas tan limpiamente que se conservan tersas y flexibles hasta hoy.

Los Guanches cuentan que 'tenían más de veinte cuevas de sus reyes y grandes hombres, incógnitas aún entre ellos, excepto algunos viejos que eran los depositarios de un tan respetable secreto, y que no debían jamás revelar. En fin, el auto observa que la Gran Canaria tenía también sus cuevas como Tenerife, y que los muertos están igualmente envueltos en sacos; pero que lejos de conservarse tan bien estaban los más de los cuerpos consumidos.

Los Guanches tenían en estos lugares fúnebres unos vasos de tierra tan dura que era dificultoso romperlos. Los españoles hallaron bastantes en algunas cuevas, y se sirvieron de ellos al fuego para los usos de la cocina.

Fuente LA GRUTA DE LOS MUERTOSDE GÜÍMAR POR ANTONIO RUMEU DE ARMAS .
Publicado por Maria Gómez Díaz. Abril de 2015.


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