(II)
Extraído del libro Luz o
Tinieblas
Índice del Tema
- El monaquismo (breve apunte)
- Volvemos a Roma
- La formación de los Estados Pontificios
- Las Falsificaciones Simaquianas
- La Fórmula Hormidas
- Luchas internas y compra del cargo
- Hijos de papas
- El papa Vigilio, la disputa de los tres capítulos, y el monofisismo
- No era Roma la única “Santa Sede”
- Gregorio I el Grande y la “columna de Focas”
- Sabiniano el usurero
- El primer “papa” coronado como Sumo Pontícipe: Bonifacio III
El monaquismo (breve apunte)
Sería un error avanzar sin prestar, aunque
someramente, atención a uno de los hechos destacables, consecuencia del error
de la supuesta iglesia del siglo V. Me estoy refiriendo al monaquismo.
Los frailes, palabra que viene por
corrupción de la voz latina fratres (hermanos), es el nombre dado a
aquellos que se proponen vivir, bajo voto formal, lejos del mundo y sujetarse a
reglas de, a veces, severo ascetismo, formando comunidades dirigidas por un superior
y agrupados en tantas órdenes religiosas diferentes. También se les llama monjes,
y su condición de vida, el monaquismo, es debido a lo solitario a lo
cual muchos se consagran. Viven en conventos, en claustros, en monasterios. El
monaquismo es una de las más conspicuas instituciones de Roma, y una que a lo
largo de la historia, le ha producido mayores recursos, sin exceptuar aquí la
fachada de santidad. Pero de hecho el monaquismo es una invención
totalmente pagana.
Ya existía en el lejano Oriente mucho antes de la
venida de Jesucristo, y mil años antes de Benedicto, el que levantara la orden
de los Benedictinos. Buda organizaba sus frailes en la India. Cuando vino
el Señor Jesús, enseñó todo lo contrario a los principios monacales: los
discípulos suyos tenían que ser sal y luz en la sociedad; aun no siendo del
mundo, debían estar en el mundo, para llevar el Evangelio.
De los primeros tres siglos de la era cristiana,
no se halla ningún vestigio de frailes o algo por el estilo. Quizás deberíamos
apuntar a la figura de Basilio como el verdadero fundador de una orden de
frailes en Oriente, entrando el siglo V. Cien años más tarde, Benedicto de
Nersia erigió en Montecasino el primer y verdadero monasterio en Occidente.
El monaquismo entre los así llamados cristianos
apareció cuatro siglos después de Cristo y sus apóstoles, y nada absolutamente
tiene que ver con el cristianismo auténtico. Muchos, llevados por un equivocado
sentido de fervor cristiano, se han hecho monjes para así, con pobreza,
celibato, cilicio y castigos corporales, vencer las tentaciones y alcanzar
imaginarios méritos. Creen que a fuerza de sacrificios y privaciones,
obtendrían la purificación de sus almas. Esto es contrario a la enseñanza de la Biblia. El
monaquismo como tal, ha estimulado la ociosidad; ha sustraído a la sociedad,
tanto hombres como recursos; ha fomentado el fanatismo religioso, y lo ha
empujado al derramamiento de sangre (los dominicos y la Inquisición , por
ejemplo). Ha sustituido paulatinamente la salvación por la fe en Cristo Jesús
por la búsqueda de la salvación mediante las obras y prácticas rituales.
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“Monaquismo”
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Frailes arrodillados ante
s. Francisco de Paula, fundador de los “frailes mínimos”
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Volvemos a Roma
León I tuvo otras preocupaciones, esta vez de
orden interno. Es HILARIO I -san - (461-468), que intentó resistirle.
En esa lucha por el poder, gana León. Hilario más tarde sería su sucesor.
SIMPLICIO - san - (468-483), el siguiente obispo de Roma, también
lucha contra los griegos por la supremacía episcopal. Una de las
características del falso cristianismo, es justamente la lucha por el poder.
Recordemos que el Señor Jesús dijo que quien quisiera ser el primero, debería
ser el servidor de todos. Esto ya se había olvidado por aquel entonces.
Fue durante el pontificado de Simplicio
que se produjo el derrumbamiento final del imperio de Occidente. No obstante,
el incipiente papado, como sucesor del imperio, no sólo seguía en pie, sino que
sería exaltado. Prácticamente a todos los papas que lucharon por imponerse ante
el patriarca de Oriente, Roma les ha hecho “santos”.
A Simplicio, le siguió FÉLIX II o III -san
Félix- (483-492). Este fue el primer obispo romano nacido de la nobleza
del senado romano. Fue obispo de Roma siendo viudo y con hijos. A causa de la
controversia monofisita (*), Félix excomulgó al patriarca
Acacio. También se enfrentó al emperador bizantino. Todo ello sólo constituyó
un agigantar la separación entre Oriente y Occidente.
(*El monofisismo es la doctrina que dice que
en Cristo hay una sola naturaleza).
GELASIO I (492-496), el que llegara a ser san
Gelasio según Roma, y rechazara la doctrina de la transubstanciación,
en un escrito dirigido al emperador Atanasio I en el año 494, formulaba por
primera vez la teoría de los “dos poderes”, a saber: El mundo está
regido por la autoridad papal y la autoridad imperial. La
segunda tiene el poder temporal, (démonos cuenta que en ese momento, todavía no
se esgrimía la “llave del poder temporal” del papa como sucedería más
adelante). Sin embargo, acerca del poder temporal del emperador sobre las cosas
de este mundo, como el emperador es miembro de la iglesia, está subordinado a
ella, por lo tanto, su poder temporal está subordinado al primero de los
poderes, es decir, a la autoridad del papa. Esta definición es la “carta
magna” del papado universal. No es de extrañar que, a pesar de todo, al
obispo romano Gelasio le hicieran “santo”.
“El dogma de la
transubstanciación, la que supersticiosamente asegura que el pan se convierte
en el auténtico cuerpo de Cristo cuando lo conjura el cura romano, sólo era un
rumor en la época del papa Gelasio I, y este la negó”
“Representación de Gelasio I”
Al finalizar el siglo V, el último y único gran
antagonista del incipiente papado es el emperador bizantino (el antiguo imperio
romano del oriente), y el patriarca ortodoxo. La política tradicional de Roma
fue la de fomentar el desmembramiento de Italia y la separación de Oriente y
Occidente en aras de consolidar su poder. Según el
comentarista católico- romano Beynon, “fue una política que, perniciosa o no
para la sociedad...fue de sumo beneficio para la organización religiosa. Prueba
de ello es que a pesar de los desmanes de los papas, a pesar de la corrupción,
a pesar de los - en ocasiones - altísimos impuestos, a pesar de las guerras y
represiones, la organización política católico-romana siguió adelante”. En
otras palabras, el papado creció a base de manipulación política.
La formación de los Estados Pontificios
Para que hubiera un estado del papa, tenía que
haber un territorio. Cuandoel papa decidió ser como el emperador, y
más aún, estar por encima de él, necesariamente requería tener lo que el
emperador, y más todavía. Ya no eran suficientes las basílicas, ni siquiera las
catedrales que más tarde fueron construidas. Tierra es poder. El papa tenía el
poder, ¿por qué no tener la tierra?
Resulta tremendamente paradójico que estos papas
fueran escogidos por los propios emperadores. Reyes ostrogodos, emperadores
bizantinos, gobernadores, lombardos, y luego los francos, fueron los encargados
de hacer sentar en la “Cátedra de San Pedro” o “Silla de San Pedro” a
los dirigentes político-religiosos de la “cristiandad”.
Por cierto, y en cuanto a la “Silla de San
Pedro”. Una comisión científica nombrada por Pablo VI, en julio de 1968,
declaró que ninguna de las partes de esa Silla era de la era
apostólica. Usando un sistema que se conoce para medir la antigüedad de
los objetos (siempre que no tengan más de 4.000 años), midiendo la actividad
radioactiva del carbono en la madera, puede determinarse la fecha en que se
cortó el árbol. En el informe oficial consta que la célebre Silla data a lo
sumo del siglo IX de nuestra era. En ella, además, apareció mientras se
limpiaba, la representación pagana de las “Doce obras de Hércules”,
por lo tanto, el origen de la “Cátedra o Silla de San Pedro”, objeto
de culto, y prueba esgrimida por el Vaticano de que el apóstol Pedro la había
hecho construir para él, es absolutamente falsa.
“Pío XII llevado en volandas y
sentado sobre la “silla gestatoria”
A pesar de las continuas luchas entre Oriente y
Occidente, Teodosio el Grande aparentemente logró unir el Imperio, aunque sólo
en su tiempo. Cuando muere en el año 395, su hijo Arcadio recibe el Oriente, y
Honorio el Occidente. El imperio romano occidental, con capital en Rávena desde
el año 404, subsiste ochenta años más, pero siempre bajo la amenaza de los
bárbaros.
En el año 476, con la derrota de Rómulo Augusto
infligida por Odoacro, expira el imperio occidental. Mientras Occidente se
dividía en reinos independientes, según la costumbre de las tribus bárbaras, el
trono imperial oriental siguió. Este Odoacro, rey de la tribu germánica de los hérulos,
invadió Italia, tomó el título de rey de Italia, y fue reconocido por el
emperador bizantino Zenón (481). Así fueron las cosas hasta el año 493, año en
el cual fue destronado y asesinado en Rávena por Teodorico el Grande, rey de
los ostrogodos.
Se acomete el intento de reconquista del
Occidente, esta vez por parte de Justiniano en el 536. En el 553 acaba de
expulsar a los ostrogodos, y Roma cae bajo el control de los bizantinos
(Oriente). Esto es intolerable, especialmente para el obispo de Roma, el cual
llevaba muy mal su dependencia del emperador griego y su rivalidad con el
patriarca de Constantinopla.
Según Roma, todos los obispos de Roma hasta
Gelasio I (492-496) eran “santos”. ANASTASIO I (496-498) ya no lo fue,
todo porque se le consideró muy complaciente con los orientales, hasta el punto
de que en la Edad Media
se le tuvo por hereje (¿Sucesión Apostólica?); todo por cuestiones
meramente políticas. En el “Liber pontificalis” que se empezó a
escribir en el siglo VI, se anota tras su muerte con gran tinte de resignación:
“La voluntad de Dios lo ha permitido”.
Las Falsificaciones Simaquianas
SÍMACO-san Símaco- (498-514), tuvo que
enfrentarse a un oponente elegido por los partidarios bizantinos, es decir, por
los de Oriente. Buscó ayuda del rey de los godos, Teodorico el Grande, el cual
no era católico ¡sino arriano!, es decir, completamente hereje. Pero
claro, con tal de mantener el solio pontificio, cualquier cosa era
menester...Los partidarios bizantinos, por contra, acusaron a Símaco frente al
emperador, así que Teodorico, hombre relativamente tolerante, convocó un sínodo
en el año 502 para estudiar las acusaciones. No obstante él tenía muy en mente
que el papa romano no podía ser juzgado por sus súbditos, como había sido
previamente establecido. Así pues, lo dejaron “en las manos de Dios”.
Llegar a esa conclusión no fue algo baladí.
Requirió de un proceso manipulador importante. Fue decisiva la presentación de
las posteriormente llamadas “Falsificaciones Simaquianas”, conjunto de
documentos falsificados que pretendían proceder de otros sínodos y de la
historia papal. Según esas falsificaciones, el emperador Constantino
el Grande y el obispo Silvestre I, habían decretado que nadie podía someter al
papa de Roma a un tribunal (Prima sedes a nemine iudicatur).
Gelasio, como vimos, ya defendió algo por el
estilo. Ante esa invención, curiosamente no se levantaron voces en contra. Un
temor supersticioso flotó en el ambiente, y las ideas de la súper-primacía
papal penetraron en la mente y corazón de los católico romanos de aquel tiempo,
para quedarse. Hoy en día, en el Código Canónico, se incluye orgullosamente ese
mismo pensamiento: “La
Santa Sede no es juzgada por nadie”... añade a esto un
servidor: “Excepto por Dios, que sí lo hará, en Su debido tiempo”. Es
increíble la ceguera de Roma al levantar como santo a un hombre como
Símaco que no dudó en mentir, falsear, manipular y lo que hiciera falta con tal
de seguir en el poder político-religioso del papado. Claro que eso interesaba a
todos los que se beneficiaban de ese poder.
Le siguió HORMIDAS o Hormisdas -san-
(514-523), como sucesor de Símaco. Este formula el “primado doctrinal” de
la Iglesia
romana. Hurtando la declaración del Concilio de Constantinopla del año 381 en
la cual se dice que la Iglesia
de Jesucristo es “Una, Santa, Católica y Apostólica”, la llamada “Fórmula
Hormidas”, declara que esta Iglesia es sólo la iglesia que está
bajo el papa de Roma, por lo tanto, le añade el calificativo de “romana”.
Esto será retomado en el Concilio Vaticano I, y expuesto en la enseñanza
posterior de Pío X en su célebre catecismo. Este Hormidas fue otro buscador
de poder.
Le sigue a Hormidas, JUAN I -san-
(523-526). Mientras tanto, el emperador Teodorico, imponía su dominio sobre el
papado. Siendo él, arriano, veló por sus intereses religiosos. Al planearse
unos problemas derivados de ciertas medidas antiarrianas en Constantinopla, el
emperador envió a Juan, que se supone contrario al arrianismo, a defender los
intereses de los seguidores de tal herejía. Fracasó Juan en su cometido, y a su
regreso en el año 526 fue encarcelado, y murió. La realidad es que ese papa
estuvo dispuesto a apostatar de su fe católica, en vez de seguir los pasos de
los primeros obispos que enfrentaron el martirio antes que negar su fe. A este
papa indigno, Roma también le declara “santo”.
Teodorico, el rey ostrogodo, ordenó la elección
de FÉLIX III (o IV) -san- (526-530). Este papa romano quiso asegurarse
su sucesor, y designó a Bonifacio. No obstante, a su muerte, en vez de
Bonifacio, fue consagrado como papa de Roma, DIOSCURO (530), en la basílica de
Letrán con todos los honores, o sea, que no le hicieron caso (¿Sucesión
Apostólica?). No obstante al poco murió Dioscuro y esta vez fue elegido
BONIFACIO II (530-532), favorable a los godos. Este intentó designarse un
sucesor, pero no lo consiguió. El clero no se lo permitió. Es más no sólo le
obligó a revocar la decisión, sino que le hizo quemar el decreto de designación
emitido en favor del diácono Vigilio (¿dónde está aquí la infabilidad
papal, y la Sucesión
Apostólica ?).
Le siguió JUAN II (533-535). Este obispo romano
fue elegido gracias a una escandalosa simonía (*), es decir, compró
el cargo, comprando los votos. Fue el primer obispo romano en cambiar de
nombre, cosa que ha llegado a ser costumbre como se sabe. Cambió de nombre
porque el suyo original era Mercurio, y claro, le parecería demasiado
pagano, aunque muy acorde con la manera en que había llegado a la silla papal
(Mercurio era el dios romano de los comerciantes y los mercaderes,
y también de los ladrones).
(* Simonía: compra de los cargos
eclesiásticos incluyendo el papado)
“Las llamadas indulgencias y
los actos de simonía fueron claves para que en su día Lutero clavara sus 95
tesis en la catedral de Wittenberg en Alemania”
Viendo Atalarico (que sucediera a Teodorico), que
la diócesis romana se iba enriqueciendo, y que se movía dinero para conseguir
cargos eclesiásticos, incluido el de obispo, no quiso quedarse atrás, y decretó
ejercer como juez en las elecciones pontificias, estableciendo que por ello, en
cada elección, se le tenía que abonar una buena cantidad.
Respecto al asunto de la simonía, dice Teófilo Gay: “A través de la historia papal, nadie
ha dado al mundo ejemplo más horrible de simonía que aquel que dieron los
papas, los cuales todo lo vendían por dinero, el cielo, la tierra, tronos,
mitras, a Cristo mismo. Han hastiado al mundo con el cinismo de su impiedad, y
han hecho aborrecible el nombre santo del Señor, en el cual pretendían obrar”.
Aún no era la Roma religiosa suficientemente fuerte en aquella
época. Todavía no ejercía el papa soberanía verdadera sobre reyes y emperadores
como ocurriría más adelante. Al contrario, nos encontramos a veces con papas
que fueron obligados a complacer a los reyes hasta el servilismo. ¿Tendrá esto
algo que ver si lo comparamos con la actuación de Pedro y Juan ante el sanedrín
de Jerusalén cuando no se doblegaron ante aquellos políticos y exclamaron: “Es
necesario obedecer antes a Dios que a los hombres?”.
Hijos de papas
Esta actuación servil ocurrió con AGAPITO I -san-
(535-536), al igual que ocurriera con Juan I. Este papa, que era un hijo
bastardo (hijo de clérigos) al igual que Bonifacio I, y Gelasio I, fue
obligado por Teodojato, el nuevo rey godo, a viajar a Constantinopla para
tratar de convencer a Justiniano de que no emprendiera la conquista de Italia.
Falló en su misión, y murió allí. Entonces Teodojato, al conocer la noticia de
su muerte, hizo ascender al solio pontificio a un hijo del anterior papa
Hormidas. Este fue SILVERIO -san- (536-537).
¡Este no fue el primer hijo de papa como hemos
visto, ni sería el último! Le sucedió de inmediato VIGILIO o VIRGILIO
(537-555). Este Vigilio era el mismo que Bonifacio II quería como su sucesor, y
había estado todo el tiempo intrigando para llegar a ser papa. Fue elegido por
Belisario, general bizantino que conquistara Roma, ¿por qué?, el obispo católico Strossmayer lo dice: “el papa Vigilio
compró el Papado a Belisario, teniente del Emperador Justiniano...”.
Verdad es que compró con promesa y nunca pagó. El general Belisario, al tiempo
de recibir la propuesta simonítica de Vigilio, acusó de alta traición al papa
Silverio, el cual fue depuesto sin miramientos. Por disposición del recién
nombrado papa Vigilio, Silverio, el hijo del papa Hormidas, fue deportado a la
isla de Ponza, donde moriría rápidamente a causa de los malos tratos recibidos.
Un papa envía a otro papa a la muerte; no sería este un caso aislado.
El papa Vigilio, la disputa de
los tres capítulos, y el monofisismo
Vigilio, fue elegido papa, por orden del general
Belisario, a instancias de la emperatriz Teodora. Anteriormente, había viajado
acompañando a Agapito I en su viaje a Constantinopla. Allí aprovechó para negociar
con la emperatriz acerca de una disputa de orden doctrinal. La emperatriz
estaba empeñada en que se aceptara el punto de vista doctrinal de ella, en
concreto, su rechazo absoluto acerca de lo que se vino a llamar, la disputa de
los “tres capítulos” (*). A cambio de su designación para el papado,
Vigilio se comprometería a declarar nulas las actas del Concilio de Calcedonia
(451) relativas a ese asunto doctrinal. También declararía nula la declaración
contraria al monofisismo (el Concilio de Calcedonia decretó que Cristo
tiene dos naturalezas, la divina y la humana). Al hacer así, se ponía de
acuerdo con las tesis de la emperatriz que eran monofisitas,
contrarias a la teología de la iglesia occidental, y todo hay que decirlo,
también bíblica.
(* Este es el nombre que se da al conjunto de
los escritos de tres teólogos de Antioquía de tendencias nestorianas: Teodoro
de Mopsuestia, Ibas de Edesa y Teodoreto de Ciro.)
A Vigilio no le importó depender del emperador
del imperio Oriental o Bizantino, cambiar de teología, desterrar a su antecesor
y enviarle a una muerte segura, ¡y todo esto por conseguir el poder
papal! El papa Vigilio fue un ejemplo en la antigüedad papal de un hombre
sediento de poder que no paró de dar bandazos de un lado a otro entre una y
otra tendencia doctrinal con tal de conservar su puesto. Como él, muchos papas
negociaron con su cargo y con la doctrina según sus intereses personalistas.
Estos sólo son algunos ejemplos de esos obispos romanos “infalibles”.
En el año 543, el emperador Justiniano se
convirtió a las tesis monofisitas de Teodora, su esposa, por lo tanto condenó
a los ya desaparecidos teólogos nestorianos de la escuela de Antioquía
(los tres capítulos). La explicación es la siguiente: Así como el monofisismo
enseña que en Cristo sólo existe una naturaleza, la doctrina nestoriana
dice que en Cristo hay dos personas. Es decir, son doctrinas totalmente
opuestas. El Concilio de Calcedonia determinó que en Cristo no hay dos personas
sino una con dos naturalezas, la Divina y la humana. Esta última es la doctrina
cristiana tradicional y bíblica. Esa declaración de Calcedonia es la que quería
la emperatriz que se anulara.
En el 547, el emperador mandó al papa Vigilo que
se personara en Constantinopla y sin ningún rubor, éste aceptó la condena de
parte del mandatario aunque no anuló la declaración dogmática de Calcedonia,
por guardarse un as en la manga. Esto no satisfizo a la iglesia de
Occidente y en un sínodo de obispos africanos, Vigilio ¡fue excomulgado! El
emperador Justiniano y el mismo papa decidieron convocar un concilio general
para arreglar la cuestión, pero antes de reunirlo, Justiniano volvió a emitir
un edicto en el cual condenaba a los “tres capítulos”.
Vigilio, que a la sazón pretendía congraciarse
con los obispos que le habían excomulgado a través de ese nuevo concilio, se
enfadó y se encerró en el templo de san Pedro en Constantinopla. Los soldados
imperiales le detuvieron allí, contra los cuales arremetió con patadas y
puñetazos.
Finalmente el Concilio se celebró en el 553 en
Constantinopla en el cual se condenó la doctrina de los tres nestorianos,
radicalmente contraria al monofisismo profesado por el emperador y su
esposa. Sin embargo, Vigilio prohibió la condena. Poco después, presionado y
temeroso, revocó la prohibición y subscribió la declaración del concilio del
emperador, el famoso II Concilio de Constantinopla el cual dice Roma que fue
convocado por el papa Vigilio, cuando en realidad fue convocado por el
emperador Justiniano a instancias de su esposa Teodora. En ese tiempo, los
papas todavía no mandaban sobre los emperadores y reyes, y eran los emperadores
los que convocaban los concilios, no los papas; además, por una buena suma de
dinero nombraban a los papas. La corrupción era la moneda de cambio.
Josef Gelmi, comentarista
católico-romano, dice de ese papa: “Vigilio, que falto de carácter cambió
repetidas veces de opinión y que careció por completo de valor para dar
testimonio, es una de las figuras más trágicas de la historia del papado. Y lo
que más ha de sorprender en todo ello, es el neto contraste entre el desarrollo
de la doctrina soberana del papado y la triste realidad histórica”.
Este, es otro historiador católico-romano que se
sorprende de los hechos del papado romano. ¿Cómo pueden algunos creer de verdad
en la infabilidad papal ante tales evidencias históricas?, ¡y sólo
estamos empezando!
Al tristemente célebre Vigilio le sucedió PELAGIO
I (556-561). Se dice que fue instigador del envenenamiento de Vigilio. Recibió
el papado de manos del emperador Justiniano. Como no podía ser de otro modo,
acabó sujetándose al II Concilio de Constantinopla. Esto hizo que se levantaran
desconfianzas en Occidente, allí, el obispo Facundo de Hermiane llamó al papa “perseguidor
de muertos” refiriéndose a la condena de los tres teólogos antioqueños ya
muertos hacía tiempo.
A aquellos que siempre han pensado que en Roma,
desde tiempos apostólicos, ha estado sita la única Sede, les conviene saber que
no fue así. No había una única Sede “apostólica” o “Santa Sede” todavía
en la época del obispo de Roma Pelagio I. Esto lo
asegura Pedro de Rosa, entre otros historiadores imparciales, diciendo: “El
papa Pelagio (556-560), habla de herejes que se separan a sí mismos de las
Sedes Apostólicas, es decir, Roma, Jerusalén, Alejandría y Constantinopla. En
todos los primeros escritos de la jerarquía no se menciona una misión especial
para el Obispo de Roma, ni todavía el nombre específico de “Papa”...De las más
o menos ocho herejías en los primeros seis siglos...ni una sola es decidida por
el Obispo de Roma...Ninguno ataca la autoridad suprema del pontífice romano,
porque nadie había oído eso antes” (Pedro de Rosa, Vicars of Christ (Crown
Publishers, 1988, pp. 205-206).
PELAGIO II (579-590), pidió ayuda a los francos,
que no obtuvo, por el asedio de Roma por parte de los arrianos longobardos. A
la sazón, el emperador Justino II, no podía ayudar pues estaba enfrascado en
combate contra los persas y ávaros. Con todo, el papa Pelagio no había podido
recibir la confirmación de su cargo por parte del emperador, preceptiva desde
Justiniano, a causa del asedio de Roma.
Gregorio I el Grande y la
“columna de Focas”
Le sucedió GREGORIO I el Grande -san-
(590-604). Este era biznieto del papa Félix II. En aquel tiempo la rivalidad
entre las “iglesias” de Oriente y Occidente era acérrima; hasta el punto en que
Gregorio envió un escrito de felicitación y buenos deseos a Focas, un militar
que llegó al trono imperial habiendo asesinado al emperador Mauricio. La
historia completa es la siguiente:
Gregorio, irritado al ver al patriarca de
Constantinopla llamarse “patriarca ecuménico”, escribió furiosas
cartas diciendo que cualquiera que tomara ese título era precursor del
Anticristo. No obstante, cuando Focas, asesinando al emperador Mauricio para
sentarse sobre su trono, fue excomulgado por Ciríaco, patriarca de
Constantinopla, Gregorio, en cambio, hizo cantar un “Te Deum” en su
honor y le escribió una carta lisonjera en la esperanza de conquistárselo e
inducirlo a suprimir el título de “ecuménico” al patriarca de
Constantinopla para darlo al de Roma. ¡Y le resultó!; años más tarde, el
asesino emperador Focas con un decreto nombraba al obispo de Roma cabeza de la
cristiandad; pero Gregorio no pudo disfrutarlo, había muerto ya; de manera que
el primer “pontífice” como tal fue su sucesor Bonifacio III.
La “columna de Focas” por este levantada
aún existe en el foro romano, y es el monumento que recuerda el nacimiento del
papado como tal, fijando a la vez irrevocablemente la fecha.
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“La columna de Focas”
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“Representación del general
Focas, el asesino que coronó a un falso obispo de Roma como “Pontifex
Maximus” (Sumo Pontícipe)”
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Volviendo a Gregorio, este sabía que no podía
recibir apoyo de Bizancio (Oriente), y tuvo que pactar con los longobardos, que
eran arrianos, para que no conquistasen Roma. Para ello les proporcionó un
fuerte rescate. Todo ello hizo que se centralizasen los bienes eclesiásticos, y
en especial los territorios. De ahí se sentaron las bases del poder territorial
del papado.
Dadas las circunstancias, Gregorio, al que luego
llamarían el Grande, se transformó en soberano temporal de la ciudad de Roma,
con funciones políticas y administrativas. No obstante, después de Gregorio, el
papado estuvo bajo el dominio bizantino durante el siglo VII y parte del VIII.
Fue ese papa, Gregorio I el Magno, el que hizo oficial el uso pagano del
incienso en las iglesias.
Sabiniano el usurero
A Gregorio I el Grande le sucedió SABINIANO
(604-606). Este hombre fue consagrado papa antes de su ordenación sacerdotal.
Cuando llegó verdadera hambre a la ciudad de Roma, Sabiniano no tuvo ningún
problema en seguir mostrando una gran avaricia que le llevó hasta lo criminal.
Dice de él Mathieu-Rosay,
comentarista católico-romano: “un miserable aprovechado que, en los momentos
más sombríos de una época de escasez, vendió a los hambrientos el trigo de la Iglesia a precios
usurarios. El pueblo, indignado, no se lo perdonaría nunca”.
El primer “papa” coronado como
Sumo Pontícipe: Bonifacio III
Le siguió el papa BONIFACIO III (606-607). Este
fue coronado como “Sumo Pontífice” (Pontifex Maximus) por el asesino
emperador Focas en el año 606, el mismo título que tenían los antiguos césares.
Dice la enciclopedia católica de ese emperador: «Focas (o Phocas),
emperador de Bizancio, se proclamó a sí mismo emperador en el año 602 después
de matar a Mauricio. Su gobierno fue notable sólo por su crueldad con que lo
ejerció».
¡El papa fue coronado “Pontifex Maximus” por un
asesino!, y esto ha sido aceptado hasta hoy.
(Continuará)
© Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey,
Madrid, España. 2009
www.centrorey.org
www.centrorey.org
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