SOR CARMEN GONZÁLEZ DELGADO
Nació en Barranco el 16 de julio
de 1931 en Barranco Hondo Sor Carmen González Delgado, repartidora de pan,, agricultora,,
hija de la caridad, auxiliar de enfermería, cocinera y artesana.
Resulta curioso, que a lo largo
de su historia, sólo una hija del pueblo de Barranco Hondo (Candelaria) ha
seguido la llamada religiosa. Se trata de la recordada Sor Carmen González
Delgado, nacida en este pueblo y fallecida en Pozuelo de Alarcón, quien tras trabajar
como repartidora de pan y agricultora, profesó como religiosa Hija de la Caridad ; también obtuvo el
título de auxiliar de clínica y dedicó el resto de su vida a cuidar de los
ancianos; además, hacía labores
artesanas con fines benéficos. En
reconocimiento a sus méritos
sociales y religiosos, en vida fue nombrada Hermana Honoraria de la Hermandad del Santísimo
Cristo de la Buena Muerte
de su pueblo natal y el Ayuntamiento de Candelaria dio su nombre a una calle de
la urbanización “Rubén Marichal” de Barranco Hondo.
ESTUDIANTE,
REPARTIDORA DE PAN Y AGRICULTORA
Nació en Barranco Hondo el 16 de
julio de 1931, a las cinco de la tarde, siendo hija de
don Juan González Díaz, natural
de El Tablero (por entonces perteneciente a El Rosario), y de doña Consolación
Delgado Romero, que lo era del citado pago candelariero pero oriunda por su
madre de Arafo. El 12 de agosto inmediato fue bautizada en la iglesia de Santa
Ana de Candelaria por el cura ecónomo Fray Ángel Martín; se le puso por nombre
“María del Carmen” y actuaron
como padrinos don
Florentín Trujillo y
doña Hortensia Delgado, naturales y vecinos del mismo pueblo
de Barranco Hondo.
Tuvo siete hermanos: doña Eudoxia
(1912-1991), que murió a los 79 años de edad; doña Obdulia (1918-2000), hermana
del Cristo de la Buena
Muerte , que falleció soltera a los 82 años de edad; don Juan
(1921-1995), que murió a los 73 años de edad y fue el primer difunto que se
veló en la cripta de Barranco Hondo, por lo que se le puso a ésta el nombre de
“San Juan”; don Eleuterio (1923-1997), que murió a los 73 años de edad; don
Agustín (1933), también hermano del Cristo de la Buena Muerte ; don
Celso (1935); y don Héctor González Delgado (1938).
Nuestra biografiada cursó los
Estudios Primarios en la escuela pública de niñas de Barranco Hondo con doña
Guillermina Darias Padrón, una maestra muy piadosa, tal como ella aún recordaba
en su vejez. Luego, a partir de los 12 años de edad, continuó viviendo en su
pueblo natal, pero dedicada a las tareas de la casa y a repartir pan por el
pueblo, pues sus padres tenían una panadería. Además ayudaba a su familia en
las labores agrícolas.
RELIGIOSA
HIJA DE
LA CARIDAD , AUXILIAR DE
ENFERMERÍA, COCINERA, ARTESANA Y
HERMANA HONORARIA DE LA
HERMANDAD DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA BUENA MUERTE
En su juventud se fue despertando
en ella una profunda vocación religiosa, por lo que
se fijó como meta ser Hija de la Caridad , lo que ya era su
mayor ilusión. Por ese motivo, en 1955, a los 23 años de edad, ingresó en el
Colegio de la Milagrosa
de La Orotava ,
para hacer el Apostolado Apostólico; y en dicho centro permaneció durante un
año y medio. Luego hizo los seis meses de prueba en el Hospital Civil de Santa
Cruz de Tenerife, ayudando a los enfermos.
A continuación pasó a Madrid,
para hacer el Postulantado en la
Casa de las Hijas de la
Caridad, durante unos cinco
meses. Y el 15 de noviembre de 1957 ingresó en el Seminario de dicha Orden,
sito en la calle Abascal de Madrid, donde permaneció un año de Noviciado, en
compañía de otras 571 religiosas.
En noviembre de 1958 abandonó
dicho centro, ya como novicia, y fue destinada al Colegio “Ntra. Sra. de los
Ángeles” de Málaga, donde continuó durante 11 meses. Pero como tenía ganas de
trabajar con los ancianos, le manifestó sus deseos a la comisaria de dicho
colegio y ésta logró que la destinaran a la Residencia de Ancianos
“San Isidro” de Aranjuez, en la que permaneció durante seis años, de 1959 a
1965. En ese tiempo, el 31 de mayo de 1963 hizo su primera profesión y durante
algún tiempo estuvo destinada en la cocina del centro. Por entonces, la
provincia única de la Orden
se dividió en ocho y a Sor Carmen le tocó la de Madrid, por lo que en ella
permaneció y desarrolló su labor hasta su muerte.
Desde Aranjuez, en 1965 Sor
Carmen pasó a la Residencia
de Ancianos “Ntra. Sra. del Carmen” de Cantoblanco (en Madrid), donde
permaneció durante 30 años, hasta finales de 1995. En ese tiempo hizo su
profesión perpetua y obtuvo el título de Graduado Escolar, así como el de
Auxiliar de Enfermería en la Clínica de la Concepción
de Madrid, en una convocatoria restringida a las Hijas de la Caridad.
El macrocentro de Cantoblanco
albergaba a 800 ancianos de ambos sexos y en él Sor María del Carmen cuidaba a
los internos y mandaba en su departamento; en ese largo período estuvo al
frente de los módulos 11 y 8 de ancianos, 3 de ancianas y 10 de matrimonios.
Además, al comienzo estuvo destinada durante una temporada en la cocina de los
ancianos. Y las horas de recreo las dedicaba a las labores artesanas (bordado,
ganchillo, etc.).
Reconociendo tanto sus méritos
religiosos como humanos, y a propuesta de don Francisco Mesa Hernández, hacia
1975 Sor Carmen fue nombrada Hermana Honoraria de la Hermandad del Santísimo
Cristo de la Buena Muerte
de la parroquia de San José de Barranco Hondo, a la que también pertenecían dos
de sus hermanos, doña Obdulia y don Agustín.
El 20 de noviembre de 1995,
nuestra biografiada ingresó en la
Casa “Margarita Naseau”, Residencia de hermanas mayores y
enfermas que lleva el nombre de la primera Hija de la Caridad , sita en la Avda. Majadahonda
nº 4 de Pozuelo de Alarcón (en la comunidad de Madrid). En ella residían en
2001 unas 48 religiosas.
En sus últimos años en dicho
centro, la jornada diaria de Sor Carmen constaba de las siguientes actividades:
a las ocho de la mañana laúdes y oración, durante media hora; de 10 a 13 horas,
labores o terapia ocupacional; a la una del mediodía exámenes particulares y
misa (que los domingos se celebraba a las 11 de la mañana), impartida en el
propio centro por los Padres Paúles, aunque antes lo hacían capellanes
seculares; de cuatro y cuarto a cinco de la tarde, recreo, consistente en una
amena tertulia entre las religiosas y diversas labores; el resto de la tarde se
dedicaba a terapia ocupacional; a las ocho de la noche oración y vísperas,
durante media hora; y a las ocho y media de la noche exámenes particulares.
Las religiosas que no estaban
imposibilitadas, entre ellas Sor Carmen, confeccionaban labores artesanas para
los pobres, sobre todo mantelería y juegos de toallas. Cuando contaban con
suficientes labores realizadas se hacían exposiciones y se vendían; y el dinero
que se recaudaba se destinaba a las misiones, como ocurrió en el año 2001, en
que fue enviado a Angola.
NOMINACIÓN
DE UNA CALLE Y FALLECIMIENTO
Antes de su muerte, el 20 de
enero de 2004 la Junta
de Gobierno del Ayuntamiento de
Candelaria acordó, por
unanimidad, dar el nombre de “Sor Carmen González Delgado, Hija de la Caridad ” a una calle de la
urbanización Rubén Marichal en su pueblo natal de Barranco Hondo, como
reconocimiento a su dilatada labor humanitaria y religiosa, según la propuesta
efectuada por su paisano el primer teniente de alcalde don Domingo Tomás Ramos
Díaz.
Casi cuatro años más tarde,
y tras una larga enfermedad, Sor Carmen González Delgado
dejaba de existir en Madrid el jueves 22 de noviembre de 2007, a las nueve de
la mañana, en la mencionada Casa Margarita Nasseau de las Religiosas de la Caridad , cuando contaba 76
años de edad. A las once de la mañana del día siguiente se oficiaron las honras
fúnebres en la capilla de la Virgen Milagrosa de dicha Comunidad y a
continuación recibió sepultura en el cementerio de Pozuelo de Alarcón. El 28 de
ese mismo mes se ofició una Eucaristía en su memoria en la iglesia parroquial
de San José de Barranco Hondo, su pueblo natal.
A los tres meses de su sepelio,
el 23 de febrero de 2008, se ofició otra misa por su alma en
la iglesia que
frecuentó desde su
nacimiento y en la
que surgió su
vocación, sufragada por la
Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte , que
asistió a la misma en corporación, y
en la que
intervino el Cronista
Oficial de Candelaria,
don Octavio Rodríguez Delgado,
quien hizo una semblanza biográfica de la religiosa, y el teniente de alcalde y
sacristán de dicha parroquia, don José Francisco Pinto Ramos, quien leyó la
nota necrológica que el mismo día de su muerte habían escrito sus compañeras de
la Comunidad
de la Casa Margarita
Nasseau de las Hijas de la
Caridad de Pozuelo, bajo el título de “Pan partido y
repartido para la vida del mundo (Jn 6,51)”:
Jesús empezó una revolución en la Cruz. En ella cumplió la
obra más importante de su vida, haciendo de un abandonado, un inútil, un
crucificado, la causa de salvación para el mundo. Y todo éste Misterio
significado y perpetuado en un pan que partido se reparte.
Nuestra hermana Sor Carmen
González Delgado, entendió bien desde muy joven ésta paradójica enseñanza del
Maestro. Ya siendo niña, en la belleza de su tierra natal, Canarias, vio amasar
y cocer el pan y le tocó repartirlo! ¡Con cuánto orgullo nos contaba
-todavía ahora-, que ella, de
pequeña, fue panadera!
¡Y
ES QUE EL PAN!...
El pan marcó su vida. Ese pan que
a lo largo de los años alimentó su servicio, su amor fraterno y su andadura.
Ese pan de VIDA ETERNA que ella, con
tanto amor, repartía a su alrededor.
Era alegre, jovial y habilidosa,
sobre todo habilidosa. Nada se le ponía por delante:
pintaba, guisaba, cosía,
decoraba, bordaba.... todo con una destreza portentosa. Sus pequeñas manos,
entregadas a los pobres, participaban, ¡que duda cabe!, de la capacidad
multiplicadora del Creador. Consciente de su Don, Sor Carmen no lo guardó sino
que supo aprovecharlo y ponerlo a disposición de todos. Su toque delicado le
llevó a servir a los más pobres
con mucho esmero.
Cuenta una hermana,
compañera de ella
en la Residencia de
Cantoblanco, que atendía como nadie a los ancianos que comiendo se
atragantaban. Tal vez su propia experiencia del dolor le llevó a amar con tanta
intensidad a los “crucificados”.
A nosotras, en estos últimos
años, también es mucho lo que nos ha enseñado.
Destacamos su sinceridad para
pedir perdón y su prontitud para acogerlo. Con la sonrisa que la caracteriza lo
arreglaba todo. Era gran amante de la Virgen Madre y del rezo del Rosario. Mujer de
hondo fervor y vida interior. Sus gestos y actitudes nos lo demostraban de
continuo.
Pero volvamos de nuevo al Pan,
pues si en sus orígenes la marcó, ¿qué decir de éste otro pan bajado del cielo
del que ella gustó aquí en la tierra?. Ese sí que era el centro de su vida y
hay que ver con que emotiva compostura seguía siempre la Eucaristía. Al
verla, cualquiera podría exclamar: “Ciertamente el hombre es capaz de Dios”.
Sor Carmen, hermana, ¡que ejemplo
nos ha dado tu vida enferma y callada, ya prosternada, en aceptación sumisa a
esa mano de Dios que providente te portaba!. No has
rechazado nunca su voluntad para
ti. Unidas a tantos pobres a quienes con devoción serviste, y que tanto te
quisieron, damos gracias a Dios por la riqueza de tu vida: pequeña, humilde y
entregada. Tú que supiste de fidelidad, enséñanos a dejarnos amar.
Sor María del Carmen González
Delgado, como Hija de la
Caridad y auxiliar de enfermería, tuvo siempre como lema el
trabajar por los necesitados mientras las fuerzas la acompañaron. Por ello
sirvió a los ancianos y enfermos con todo su corazón, durante medio siglo. Y
después de tanta entrega, estamos seguros de que Sor Carmen González Delgado
descansa ahora en paz, al lado del Padre. Esperamos, que su vida sirva de
ejemplo y orgullo para sus paisanos, ahora y siempre.
(Cronista Oficial de Candelaria)
[blog.octaviordelgado.es]
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