jueves, 22 de enero de 2015

MUJERES AFRICANAS SINGULARES-CVIII


SOR CARMEN GONZÁLEZ DELGADO

Nació en Barranco el 16 de julio de 1931 en Barranco Hondo Sor Carmen González Delgado, repartidora de pan,, agricultora,, hija de la caridad, auxiliar de enfermería, cocinera y artesana.

Resulta curioso, que a lo largo de su historia, sólo una hija del pueblo de Barranco Hondo (Candelaria) ha seguido la llamada religiosa. Se trata de la recordada Sor Carmen González Delgado, nacida en este pueblo y fallecida en Pozuelo de Alarcón, quien tras trabajar como repartidora de pan y agricultora, profesó como religiosa Hija de la Caridad; también obtuvo el título de auxiliar de clínica y dedicó el resto de su vida a cuidar de los ancianos; además, hacía  labores artesanas con  fines  benéficos. En  reconocimiento a  sus méritos sociales y religiosos, en vida fue nombrada Hermana Honoraria de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte de su pueblo natal y el Ayuntamiento de Candelaria dio su nombre a una calle de la urbanización “Rubén Marichal” de Barranco Hondo.

ESTUDIANTE, REPARTIDORA DE PAN Y AGRICULTORA

Nació en Barranco Hondo el 16 de julio de 1931, a las cinco de la tarde, siendo hija de
don Juan González Díaz, natural de El Tablero (por entonces perteneciente a El Rosario), y de doña Consolación Delgado Romero, que lo era del citado pago candelariero pero oriunda por su madre de Arafo. El 12 de agosto inmediato fue bautizada en la iglesia de Santa Ana de Candelaria por el cura ecónomo Fray Ángel Martín; se le puso por nombre “María del Carmen”  y  actuaron  como  padrinos  don  Florentín  Trujillo  y  doña  Hortensia  Delgado, naturales y vecinos del mismo pueblo de Barranco Hondo.

Tuvo siete hermanos: doña Eudoxia (1912-1991), que murió a los 79 años de edad; doña Obdulia (1918-2000), hermana del Cristo de la Buena Muerte, que falleció soltera a los 82 años de edad; don Juan (1921-1995), que murió a los 73 años de edad y fue el primer difunto que se veló en la cripta de Barranco Hondo, por lo que se le puso a ésta el nombre de “San Juan”; don Eleuterio (1923-1997), que murió a los 73 años de edad; don Agustín (1933), también hermano del Cristo de la Buena Muerte; don Celso (1935); y don Héctor González Delgado (1938).

Nuestra biografiada cursó los Estudios Primarios en la escuela pública de niñas de Barranco Hondo con doña Guillermina Darias Padrón, una maestra muy piadosa, tal como ella aún recordaba en su vejez. Luego, a partir de los 12 años de edad, continuó viviendo en su pueblo natal, pero dedicada a las tareas de la casa y a repartir pan por el pueblo, pues sus padres tenían una panadería. Además ayudaba a su familia en las labores agrícolas.

RELIGIOSA HIJA  DE  LA  CARIDAD, AUXILIAR  DE  ENFERMERÍA, COCINERA, ARTESANA  Y HERMANA HONORARIA DE LA HERMANDAD DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA BUENA MUERTE

En su juventud se fue despertando en ella una profunda vocación religiosa, por lo que
se fijó como meta ser Hija de la Caridad, lo que ya era su mayor ilusión. Por ese motivo, en 1955, a los 23 años de edad, ingresó en el Colegio de la Milagrosa de La Orotava, para hacer el Apostolado Apostólico; y en dicho centro permaneció durante un año y medio. Luego hizo los seis meses de prueba en el Hospital Civil de Santa Cruz de Tenerife, ayudando a los enfermos.

A continuación pasó a Madrid, para hacer el Postulantado en la Casa de las Hijas de la
Caridad, durante unos cinco meses. Y el 15 de noviembre de 1957 ingresó en el Seminario de dicha Orden, sito en la calle Abascal de Madrid, donde permaneció un año de Noviciado, en compañía de otras 571 religiosas.

En noviembre de 1958 abandonó dicho centro, ya como novicia, y fue destinada al Colegio “Ntra. Sra. de los Ángeles” de Málaga, donde continuó durante 11 meses. Pero como tenía ganas de trabajar con los ancianos, le manifestó sus deseos a la comisaria de dicho colegio y ésta logró que la destinaran a la Residencia de Ancianos “San Isidro” de Aranjuez, en la que permaneció durante seis años, de 1959 a 1965. En ese tiempo, el 31 de mayo de 1963 hizo su primera profesión y durante algún tiempo estuvo destinada en la cocina del centro. Por entonces, la provincia única de la Orden se dividió en ocho y a Sor Carmen le tocó la de Madrid, por lo que en ella permaneció y desarrolló su labor hasta su muerte.

Desde Aranjuez, en 1965 Sor Carmen pasó a la Residencia de Ancianos “Ntra. Sra. del Carmen” de Cantoblanco (en Madrid), donde permaneció durante 30 años, hasta finales de 1995. En ese tiempo hizo su profesión perpetua y obtuvo el título de Graduado Escolar, así como el  de  Auxiliar de Enfermería  en  la  Clínica  de la  Concepción de  Madrid, en  una convocatoria restringida a las Hijas de la Caridad.

El macrocentro de Cantoblanco albergaba a 800 ancianos de ambos sexos y en él Sor María del Carmen cuidaba a los internos y mandaba en su departamento; en ese largo período estuvo al frente de los módulos 11 y 8 de ancianos, 3 de ancianas y 10 de matrimonios. Además, al comienzo estuvo destinada durante una temporada en la cocina de los ancianos. Y las horas de recreo las dedicaba a las labores artesanas (bordado, ganchillo, etc.).

Reconociendo tanto sus méritos religiosos como humanos, y a propuesta de don Francisco Mesa Hernández, hacia 1975 Sor Carmen fue nombrada Hermana Honoraria de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte de la parroquia de San José de Barranco Hondo, a la que también pertenecían dos de sus hermanos, doña Obdulia y don Agustín.

El 20 de noviembre de 1995, nuestra biografiada ingresó en la Casa “Margarita Naseau”, Residencia de hermanas mayores y enfermas que lleva el nombre de la primera Hija de la Caridad, sita en la Avda. Majadahonda nº 4 de Pozuelo de Alarcón (en la comunidad de Madrid). En ella residían en 2001 unas 48 religiosas.

En sus últimos años en dicho centro, la jornada diaria de Sor Carmen constaba de las siguientes actividades: a las ocho de la mañana laúdes y oración, durante media hora; de 10 a 13 horas, labores o terapia ocupacional; a la una del mediodía exámenes particulares y misa (que los domingos se celebraba a las 11 de la mañana), impartida en el propio centro por los Padres Paúles, aunque antes lo hacían capellanes seculares; de cuatro y cuarto a cinco de la tarde, recreo, consistente en una amena tertulia entre las religiosas y diversas labores; el resto de la tarde se dedicaba a terapia ocupacional; a las ocho de la noche oración y vísperas, durante media hora; y a las ocho y media de la noche exámenes particulares.

Las religiosas que no estaban imposibilitadas, entre ellas Sor Carmen, confeccionaban labores artesanas para los pobres, sobre todo mantelería y juegos de toallas. Cuando contaban con suficientes labores realizadas se hacían exposiciones y se vendían; y el dinero que se recaudaba se destinaba a las misiones, como ocurrió en el año 2001, en que fue enviado a Angola.

NOMINACIÓN DE UNA CALLE Y FALLECIMIENTO

Antes de su muerte, el 20 de enero de 2004 la Junta de Gobierno del Ayuntamiento de
Candelaria acordó, por unanimidad, dar el nombre de “Sor Carmen González Delgado, Hija de la Caridad” a una calle de la urbanización Rubén Marichal en su pueblo natal de Barranco Hondo, como reconocimiento a su dilatada labor humanitaria y religiosa, según la propuesta efectuada por su paisano el primer teniente de alcalde don Domingo Tomás Ramos Díaz.

Casi  cuatro años más  tarde,  y tras  una larga  enfermedad, Sor Carmen González Delgado dejaba de existir en Madrid el jueves 22 de noviembre de 2007, a las nueve de la mañana, en la mencionada Casa Margarita Nasseau de las Religiosas de la Caridad, cuando contaba 76 años de edad. A las once de la mañana del día siguiente se oficiaron las honras fúnebres en la capilla de la Virgen Milagrosa de dicha Comunidad y a continuación recibió sepultura en el cementerio de Pozuelo de Alarcón. El 28 de ese mismo mes se ofició una Eucaristía en su memoria en la iglesia parroquial de San José de Barranco Hondo, su pueblo natal.

A los tres meses de su sepelio, el 23 de febrero de 2008, se ofició otra misa por su alma  en  la  iglesia  que  frecuentó  desde  su  nacimiento  y en  la  que  surgió  su  vocación, sufragada por la Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, que asistió a la misma en  corporación,  y  en  la  que  intervino  el  Cronista  Oficial  de  Candelaria,  don  Octavio Rodríguez Delgado, quien hizo una semblanza biográfica de la religiosa, y el teniente de alcalde y sacristán de dicha parroquia, don José Francisco Pinto Ramos, quien leyó la nota necrológica que el mismo día de su muerte habían escrito sus compañeras de la Comunidad de la Casa Margarita Nasseau de las Hijas de la Caridad de Pozuelo, bajo el título de “Pan partido y repartido para la vida del mundo (Jn 6,51)”:
Jesús empezó una revolución en la Cruz. En ella cumplió la obra más importante de su vida, haciendo de un abandonado, un inútil, un crucificado, la causa de salvación para el mundo. Y todo éste Misterio significado y perpetuado en un pan que partido se reparte.
Nuestra hermana Sor Carmen González Delgado, entendió bien desde muy joven ésta paradójica enseñanza del Maestro. Ya siendo niña, en la belleza de su tierra natal, Canarias, vio amasar y cocer el pan y le tocó repartirlo! ¡Con cuánto orgullo nos contaba
-todavía ahora-, que ella, de pequeña, fue panadera!

¡Y ES QUE EL PAN!...
El pan marcó su vida. Ese pan que a lo largo de los años alimentó su servicio, su amor fraterno y su andadura. Ese pan de VIDA ETERNA que ella, con tanto amor, repartía a su alrededor.

Era alegre, jovial y habilidosa, sobre todo habilidosa. Nada se le ponía por delante:
pintaba, guisaba, cosía, decoraba, bordaba.... todo con una destreza portentosa. Sus pequeñas manos, entregadas a los pobres, participaban, ¡que duda cabe!, de la capacidad multiplicadora del Creador. Consciente de su Don, Sor Carmen no lo guardó sino que supo aprovecharlo y ponerlo a disposición de todos. Su toque delicado le llevó a servir a los  más  pobres  con  mucho  esmero.  Cuenta  una  hermana,  compañera  de  ella  en  la Residencia de Cantoblanco, que atendía como nadie a los ancianos que comiendo se atragantaban. Tal vez su propia experiencia del dolor le llevó a amar con tanta intensidad a los “crucificados”.

A nosotras, en estos últimos años, también es mucho lo que nos ha enseñado.

Destacamos su sinceridad para pedir perdón y su prontitud para acogerlo. Con la sonrisa que la caracteriza lo arreglaba todo. Era gran amante de la Virgen Madre y del rezo del Rosario. Mujer de hondo fervor y vida interior. Sus gestos y actitudes nos lo demostraban de continuo.

Pero volvamos de nuevo al Pan, pues si en sus orígenes la marcó, ¿qué decir de éste otro pan bajado del cielo del que ella gustó aquí en la tierra?. Ese sí que era el centro de su vida y hay que ver con que emotiva compostura seguía siempre la Eucaristía. Al verla, cualquiera podría exclamar: “Ciertamente el hombre es capaz de Dios”.

Sor Carmen, hermana, ¡que ejemplo nos ha dado tu vida enferma y callada, ya prosternada, en aceptación sumisa a esa mano de Dios que providente te portaba!. No has
rechazado nunca su voluntad para ti. Unidas a tantos pobres a quienes con devoción serviste, y que tanto te quisieron, damos gracias a Dios por la riqueza de tu vida: pequeña, humilde y entregada. Tú que supiste de fidelidad, enséñanos a dejarnos amar.

Sor María del Carmen González Delgado, como Hija de la Caridad y auxiliar de enfermería, tuvo siempre como lema el trabajar por los necesitados mientras las fuerzas la acompañaron. Por ello sirvió a los ancianos y enfermos con todo su corazón, durante medio siglo. Y después de tanta entrega, estamos seguros de que Sor Carmen González Delgado descansa ahora en paz, al lado del Padre. Esperamos, que su vida sirva de ejemplo y orgullo para sus paisanos, ahora y siempre.

(Cronista Oficial de Candelaria) [blog.octaviordelgado.es]



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