Eduardo Pedro García Rodríguez
Hay hombres que luchan un día y
son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan
muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son
los imprescindibles.
Esta cita de Bertolt Brecht, nos viene a la mente al ser
testigos de cómo muchos conmatriotas nuestros a pesar de la enorme y pesada
loza que supone para un pueblo sometido como el nuestro, la imposición cultural
foránea mediante un sistema que domina a
su antojo enormes medios de comunicación social para impone las materias
educativas etnocentristas a la sociedad sometida, a pesar de ello, insistimos,
existen hombres y mujeres capaces de luchar durante toda sus vidas en pro de
nuestras raíces identitarias, como es el caso de quienes conforman el colectivo
Auchón Guanil y, por eso son imprescindibles.
Para quienes amamos la Naturaleza
no de manera bucólica para aligerar el stress
en que nos sume esta sociedad consumista y deshumanizada que ha
expoliado nuestros espíritus y, nos ha convertido en meros consumidores de
bienes efímeros e intranscendentes, que nos aprisionan como modernas cadenas de
esclavitud. No como un lugar donde refugiarnos un fin de semana, sino con el
amor que profesamos a Nuestra Madre-Tierra donde cada ser tiene su lugar y se encuentra en relación
con otros seres y lugares en ritmos y procesos que deben ser reconocidos y
respetados con sabiduría y conciencia.
Esa relación sabia con el ritmo y
el lugar de todos los seres que hacen la vida es la ley de origen. Violarla o
violentarla, es el mayor crimen contra la Madre-Tierra, por ello nuestros
espíritus están atormentados y se retuercen impotentes ante las profundas e
irreparables heridas que la ambición desmedida de un pueblo invasor guiado por
Guayota, está causando a este trozo de la Naturaleza que nos fue dado habitar.
Para el pueblo guanche partiendo
de nuestra cosmovisión, el bosque, la montaña, el barranco, los valles, las
cuevas, los nacientes de agua, la mar, son espacios sagrados de vida, donde se
ubican los espíritus vitales de nuestros ancestros, lugares que día a día desde
hace siglos vienen siendo profanados de manera inmisericorde por quienes
desprecian nuestra milenaria cultura.
Ante este loco futuro de
desolación que proveemos para nuestra matria, damos gracias a Chayuga Dios de
la Naturaleza por permitir que la
sensibilidad anide en los espíritus de algunos de nuestros hermanos, como es el
caso de los hombres y mujeres que
conforman el Auchón Guanil, quienes con su empeño sostenido en preservar
los bienes de nuestra Madre-Tierra, así como los elementos que conforman lo más
ancestral de nuestra milenaria cultura guanche, son como refrescantes y
esperanzadores oasis repletos de energías positivas donde encuentran consuelo
nuestros fatigados sentimientos.
Por otra parte, es fecunda la
labor de Auchón Guanil en relación a nuestro folklore, gracias a ellos, la piel
de cabra y la madera, se convierten en sonidos que llaman nuestra ancestral
cultura, a la tradición que se aferra a
las raíces de nuestro pueblo aborigen.
Especialmente cuando gracias a
ellos la piel de cabra y la madera, se convierten en sonidos que llaman a
la tradición que se aferra a las raíces
de nuestros ancestros.
La supervivencia de nuestros rituales hoy día,
cuál es el sentido de la visión cósmica tradicional y la espiritualidad del
pueblo guanche, la permanencia de las tradiciones y, especialmente, el
conocimiento no sólo hacia el resto de la población, sino, muy especialmente, de
nuestra propia historia, por ello, resulta estremecedor escuchar cómo el sonido del Tajaraste a los golpes de tambor y los cánticos son algo
más que una expresión musical; son, una forma de canalizar de manera creativa toda la rabia y el dolor que siente un
pueblo que, estando encadenado, no renuncia a la consecución de su dignidad y
libertad.
Nuestras cumbres y barrancos han
sido y son mudos testigos y admiradores de la destreza con que las antiquísimas prácticas del astia o salto
del pastor son desarrolladas por los miembros de Auchón Guanil.
Pero quizás la faceta más destacada
de la infatigable labor cultural de Auchón Guanil sea la del milenario arte del
“juego” del palo canario. Nuestra lucha con palos con más de tres mil años de
historia, mantenida en el transcurso del tiempo a pesar de los avatares
históricos, pasando por la multitud de generaciones de pastores y campesinos
guanches que nos han precedido, este
arte de guerra se ha conservado intacto en el núcleo de diversos clanes
familiares y en diferentes colectivos.
Los colegios y plazas de nuestros
pueblos y barrios han sido beneficiarios del empeño mostrado por los
componentes de Auchón Guanil en enseñar el noble arte del “juego” del palo
canario del que han creado escuela, “juego” que si bien es tolerado por las
actuales autoridades coloniales no siempre fue así, por el contrario, siempre
ha sido observado con recelo, pues temen que cuando este pueblo despierte se
reproduzcan los hechos que fueron recogidos
por sus cronistas de la invasión y conquista, tales como las cruentas derrotas que sufrieron los invasores de mano de
nuestros antepasados guanches, poniendo en evidencia la maestría que
poseían-y poseen- estos hombres esgrimiendo sus palos.
Este temor de los invasores hacía
quienes manejan el palo, quedo de manifiesto desde el primer asentamiento
europeo en nuestro suelo, así tenemos que una de las primeras Ordenanzas
emitidas por el Cabildo colonial fue la de prohibir la entrada a sus poblados a
nuestros antepasados guanches portando palo, pues muchos de ellos habían
experimentado en carne propia la habilidad y precisión
tremenda con que dejaban fuera de
combate a sus adversarios, aunque tu fueran armados con la mejor espada.
Este temor de los invasores a
nuestro palo indudablemente es atávico, pues más recientemente, durante la
dictadura fascista del franquismo, en esta colonia fue nuevamente prohibido el
ejercicio del palo, quedando su práctica relegada a unas pocas familias.
El palo también ha servido como
sostén de nuestras leyes tradicionales, de hecho hasta no hace mucho tiempo, en
las zonas rurales alejadas de la influencia de las imposiciones legales
foráneas, las diferencias se solventaban mediante el palo.
Aún podemos escuchar de boca de
algunos ancianos como sus padres y abuelos se manejaban
con palos y se enfrentaban entre ellos, para decidir la propiedad de los
animales y las zonas de pastoreo, restituir el honor ofendido o bien para
bajarle los humos a alguno, retándose en singulares desafíos.
En fin, tal como recoge el maestro Alfonso Acosta Gil: “Practicar y mantener viva la tradición del
Juego del Palo, no solo nos hace ser más Canarios sino también mejores hombres”. Y nosotros añadimos,
esforcemos en ser mejores hombres, porque la mujer canaria es inmejorable.
Agradecemos profundamente a los
compañeros de Auchón Guanil el que nos permitan compartir con ellos este 14
homenaje al gran Bentor último Mencey de Taoro y penúltimo de la isla Chinech,
quien mostró a los hombres de su tiempo
la grandeza de morir con dignidad antes que vivir esclavizado, siendo
admiración de invasores y pusilánimes conmatriotas, legándonos con su ejemplo
el irrenunciable sentimiento de una Matria en libertad y justicia social.
Por todo lo expuesto y por mucha
razones más que la brevedad de este acto nos aconseja dejar para otra
oportunidad, desde la Asociación Sociocultural Kebehi Benchomo, deseamos rendir
un modesto pero merecidísimo homenaje a la Asociación Cultural Auchón Guanil en
las personas de dos de sus miembros; Cho Isidro Cedrés y Cho Juan Manuel
Figuera (Tahorino), a quienes reconocemos como Achimenceyes de Tigaiga y Taoro
respectivamente.
Tigaiga,
Chinech, Agategzi Aknaran, 25 n wanmendi n 10º achano n tallit taynay
tagwancet.
[Tigaiga, Tenerife, Archipiélago Canario 25 de julio del año
décimo de la nueva era guanche]
Escrito para el 14 homenaje a Bentor.
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