Un día típico de
vendimia (año 1975)
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En mi casa el día de la
vendimia tenía un marcado carácter festivo, era una jornada de concordia,
bromas entre familiares y amigos, aunque no hay que olvidar que se trataba de
un trabajo intenso. La vendimia estaba perfectamente organizada, cada individuo
realizaba una tarea determinada dentro de una cuadrilla y cada grupo de
personas desempeñaba una función determinada en base a sus características.
Juan Enrique de Luis Bravo
Los
niños a jugar y hacer pequeños "mandados" (recados) y
a la hora de repisar (pisar las uvas) todos dentro del lagar. Los
chavales entorno a los 15 años a cargar uvas en canastas .
Las
mujeres de la casa, madre y abuelas se
encargan de la comida típica de ese día: papas y pescados, además
de las viandas de media mañana.
Grupo
de hombres jóvenes, generalmente 4, con conocimiento de
las técnicas del lagar eran los engargados de recibir la uva en la prensa y
procesarla: pisado, desengasado, (quitar el raspón o raquis del
racimo) y puesta de el mosto en curtimiento (maceración -
fermentación).
Otro grupo de hombres en este
caso los más fuertes, eran los encargados de cargar los
pesados cestos de uvas desde la parcela hasta la prensa o el lagar. En otras
ocasiones esta faena recaía sobre animales, caballos, mulas y en menor
medida burros.
La secuencia de tareas
de La Vendimia
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Corte
de uvas
Se realizaba generalmente por mujeres contratadas a tal efecto, (se decía: las mujeres tienen las manos más livianas, cortan más rápido) también cortaban uvas hombres de cierta edad que ya no podían cargar. A este grupo se le sumaban el resto de personas sin una tarea específica. El racimo una vez cortado y en la manos, se giraba al revés , es decir se cogía por la punta quedando de esa forma "abierto" mostrando los bagos (bago: palabra de origen gallego con la que se denomina a cada uno de los granos de uva de un racimo). (Macial Valladares Núñez (1884): Diccionario gallego-castelano, Santiago, Imp. Seminario Conciliar) con esa acción teníamos una perfecta visión del racimo con el objetivo de eliminar todos aquellos bagos en mal estado: podridos, flojos, colorados, enfermos, etc.
Se realizaba generalmente por mujeres contratadas a tal efecto, (se decía: las mujeres tienen las manos más livianas, cortan más rápido) también cortaban uvas hombres de cierta edad que ya no podían cargar. A este grupo se le sumaban el resto de personas sin una tarea específica. El racimo una vez cortado y en la manos, se giraba al revés , es decir se cogía por la punta quedando de esa forma "abierto" mostrando los bagos (bago: palabra de origen gallego con la que se denomina a cada uno de los granos de uva de un racimo). (Macial Valladares Núñez (1884): Diccionario gallego-castelano, Santiago, Imp. Seminario Conciliar) con esa acción teníamos una perfecta visión del racimo con el objetivo de eliminar todos aquellos bagos en mal estado: podridos, flojos, colorados, enfermos, etc.
Cargar uvas
El racimo una vez limpio se depositaba en una canasta de castaño en las mejores condiciones. Esas canastas una vez llenas ( 17.5 Kg. de uvas ) eran cargadas por los chicos hasta un punto estratégico establecido de antemano.
El racimo una vez limpio se depositaba en una canasta de castaño en las mejores condiciones. Esas canastas una vez llenas ( 17.5 Kg. de uvas ) eran cargadas por los chicos hasta un punto estratégico establecido de antemano.
Escoger las uvas
Cuando llegaban los chicos cargados con las canastas llenas de uvas las apoyaban en el borde del cesto de carga y las iban volcando lentamente, el escogedor con sumo cuidado separa las uvas buenas de las malas, dicho de otra manera, las sanas y bien maduras de las enfermas, verdes, coloradas y flojas. Poco a poco iba llenando cestos del "bueno ", las uvas sanas y en buen estado, y cestos con el "verde", uvas en mal estado. Una vez los cestos estaban llenos se marcaba el verde con un pámpano verde o con hierbas verdes, en ocasiones como broma se ponía una piedra o el sombrero birlado al compañero.
Cuando llegaban los chicos cargados con las canastas llenas de uvas las apoyaban en el borde del cesto de carga y las iban volcando lentamente, el escogedor con sumo cuidado separa las uvas buenas de las malas, dicho de otra manera, las sanas y bien maduras de las enfermas, verdes, coloradas y flojas. Poco a poco iba llenando cestos del "bueno ", las uvas sanas y en buen estado, y cestos con el "verde", uvas en mal estado. Una vez los cestos estaban llenos se marcaba el verde con un pámpano verde o con hierbas verdes, en ocasiones como broma se ponía una piedra o el sombrero birlado al compañero.
El escogedor
La figura del escogedor recaía
sobre un viticultor experimentado y que seguía las directrices del propietario
de la finca. Había varias técnicas a la hora de seleccionar la uva. Lo primero
era elegir un sitio llano y amplio. La posición respecto al sol también era
importante. El escogedor tenía que hacer sombra con su cuerpo a las uvas
mientras pasaban de la canasta al cesto. Si a éstas les daba el sol
directamente todas parecían verdes y coloradas, y por lo tanto no serían
seleccionadas adecuadamente.
No era lo mismo escoger uva
para vender que para elaboración propia. En el caso de uvas para venta
interesa cosechar muchos kilos, por eso cuanto más racimos dudosos
para el bueno mejor. Esa picaresca tuvo como consecuencia que el escogedor en
los casos que se vendía era una persona de confianza del comprador en
estos casos los racimos dudosos pa el verde, el comprador sólo se llevaba lo mejorcito
de la finca. Podríamos estar hablando un buen rato de anécdotas de vendimia...
Traslado al
lagar
El traslado se realizaba normalmente en bestias desde
el punto donde se escogía la uva hasta el lagar, bien estuviera éste en la
propia finca o en otra. Cada animal llevaba dos cestos uno a cada lado de
la albarda. Para acomodar dichos cestos bastante pesados hacía falta
mucha maña y una buena dosis de fuerza. En los casos que el
lagar estaba en la propiedad estos cestos eran cargados por
los hombres más dispuestos y fuertes generalmente emparentados con la
familia del viticultor. Muchos cestos cargué y uno terminaba echo
un "cacharro"
En esos años, principios de los setenta ya había camiones
de 3.5 Toneladas que eran contratados para el transporte de las uvas en los
casos que el lagar estaba bastante distante de la parcela de vendimia.
Pesos y medidas
Las canastas llevan una capacidad de 17.5 kg. Un cesto de
carga lleva tres canastas es decir 52.5 kg de uvas. Mis
antepasados me enseñaron que un cesto bien lleno llevaba un barril
de mosto de los de a cuenta. En un barril de mosto o vino de los llamados
de a cuenta caben 40 litros. Sabemos por la experiencia
que el rendimiento de la uva a mosto y de forma muy general
lo podemos establecer en el 75 % Así que haciendo unos
números tenemos que :
Un cesto de carga bien lleno de
uvas 52.5 kg x 0.75 % nos dá 39.37 litros de mosto o lo que es lo
mismo un barril.
Resumiendo un cesto de
uvas es igual a un barril de mosto. De esa manera tan sencilla
sólo con contar los cestos el viticultor sabía de forma muy aproximada el
rendimiento de sus huertas. ¿Curioso? Todo esta información parte de
vivencias personales y las enseñanzas de mi padre, mis abuelos y amigos
de ambos.
Elementos de carga
Las uvas se cargaban en canastas (también llamadas
banastas) y cestos de carga. Ambos eran confeccionados con varas de
castaño. Hace unos días estuve conversando con el artesano de La Villa de La Orotava Norberto,
me contó algunas cosas interesantes sobre cestería tradicional del Valle.
Un cesto lleva tres veces la cantidad de carga (17.5Kg
* 3) que una canasta, para fabricar un cesto es necesario exactamente 3
veces la cantidad necesaria para confeccionar una canasta. En la foto podemos
observar que los cestos tenían dos hazas aunque los cestos para cargar las uvas
en las bestias, caballos y mulas, se hacían de forma ovalada y con tres
hazas con la finalidad de facilitar la operación de carga en el
animal, al perder su forma cilíndrica éste se acomodaba mucho mejor a la
albarda la bestia.
La dureza de la vara (follao)
permite elaborar trabajos muy resistentes como cestos de mano, barcas,
canastas, raposas, cestos de pan y de ropa, cestos con tapa, espuertas o
serones. Los cestos de vara son típicos de La Orotava y Los Realejos, en
Tenerife así como en Breña Alta y Breña Baja, en La Palma. (www.tenerife Vivela)
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