A lo largo de la década de los
80, y especialmente en los años de 1987 y 88, mantuvimos una serie de charlas y
entrevistas con distintos agricultores (generalmente personas de avanzada edad)
en todas las islas Canarias. La información recibida sobre los cultivos
tradicionales de papas (Solanum tuberosum L.) conforma el cuerpo principal de
este trabajo. Nos sorprendió de forma especial el ¡más de medio centenar! de
cultivares diferentes muestreados, reconocidos por los agricultores,
especialmente en las islas de Tenerife y El Hierro, pero también en La Gomera, La Palma y Lanzarote. Este
trabajo fue presentado en el Primer Congreso Internacional Etnobotánica 92 en
Córdoba y aquí ahora lo actualizamos.
Hasta fechas
recientes la única noticia sobre la llegada de las papas a Canarias era la
referida por Viera y Clavijo en su Diccionario de historia natural (1866),
indicando que fue plantada por primera vez en Icod el Alto hacia 1622. Sin
embargo, el profesor Lobo Cabrera (9) pone de manifiesto cómo en el Archivo
Histórico Provincial de Las Palmas existen datos sobre el envío de papas desde
el Puerto de Las Isletas en Gran Canaria a Amberes (Flandes) en 1567 y de una
partida, procedente de Tenerife, a Ruan (Francia) en 1574. Según comenta este
autor, es bastante probable que su cultivo en Gran Canaria se viniese
realizando desde décadas anteriores y que esta isla hiciera de puente para su
introducción en España y Europa. Los primeros datos fiables de su llegada a la Península Ibérica
se obtienen del Archivo Hispalense, en concreto de los libros de contabilidad
del Hospital de Sangre de Sevilla (8), donde se recogen entradas de “patatas”
en 1573 y en 1576. Estos datos supondrían el primer aporte de papas a Europa.
En cualquier caso, y desde el punto de vista taxonómico, tanto las papas
llegadas a Canarias como las que llegan al continente europeo pertenecían a
Solanum tuberosum grupo andigena. La primera evidencia de la presencia del
grupo tuberosum en Europa se tiene en 1750 cuando Linneo describe la especie,
cuyo tipo corresponde a dicho grupo, aunque la mayoría de especímenes de
herbario de esa época corresponden al grupo andigena.
Por otro lado, no contamos con
datos de la llegada de papas desde Europa a Canarias anteriores al siglo XIX,
siendo a principios de este siglo cuando empiezan a ser importadas desde
distintos países, especialmente de Irlanda, Inglaterra y Holanda. Pero esto no
nos lleva a descartar que en los siglos anteriores se diera un intercambio de
material con Europa, así como la llegada de nuevos cultivares desde el
continente americano. Como indica Lobo Cabrera (9), después de la conquista de
las islas Canarias, el archipiélago queda engarzado en la corriente
mercantilista europea del siglo XVI, presentando la ciudad de Las Palmas un
carácter “eminentemente mercantil, y uno de los puertos más importantes del
Atlántico meridional por su relación con los puertos del norte”, relaciones
comerciales que se extienden hasta África y América.
Los
cultivares que nos llegan del norte de Europa a principios del siglo XIX ya
presentan características de S. tuberosum grupo tuberosum, y debían ser muy
similares a muchos de los cultivares antiguos que aún se pueden encontrar en la Península Ibérica,
especialmente en Galicia y distintos valles de montaña de otros lugares.
En la
aparición del grupo tuberosum europeo ha tenido importancia tanto la selección
hacia la obtención de cultivares adaptados a la tuberización en días largos
como el aporte genético desde los cultivares primitivos del grupo tuberosum
chileno. En este sentido, existe evidencia de que hacia 1850 llegó a Estados
Unidos material genético de los cultivares chilenos del grupo tuberosum (7),
los cuales fueron utilizados para la mejora de los que habían sido importados
desde Europa. Es bastante probable que este aporte genético se intercambiara
con el viejo continente, contribuyendo en buena medida a la conformación de los
modernos cultivares del grupo tuberosum, hecho que parece comprobado con el
análisis aloenzimático.
Las papas primitivas canarias, o
que tradicionalmente se cultivan de “semilla” no importada, podrían pertenecer
a cualquiera de estos grupos o fases históricas de la mejora de los cultivares
(ver mapa).
Hacia 1955,
Zubeldia y colaboradores de la
Estación de Mejora de la Patata de Vitoria describen para Canarias hasta
diez cultivares primitivos. En dicho trabajo se pone de manifiesto la
existencia en dichas islas de un grupo relictual (siete cultivares) del grupo
andigena; un cultivar (“negra”) triploide, del grupo chaucha de la región de
Cuzco en Perú y único conocido con este nivel de ploidía fuera de la zona
andina; un cultivar (“peluca colorada”) del grupo tuberosum primitivo, con
ciertos caracteres intermedios; y finalmente un cultivar (“moruna”)
identificado posteriormente como la alemana “ragis 6002” del grupo tuberosum.
En el trabajo de campo y
charlas-entrevistas mantenidas con los campesinos de distintas islas, recogimos
aproximadamente un centenar de muestras de unos 50 cultivares diferentes,
obteniendo además información directa de otros 24 cultivares. La relación de
los mismos aparece en las tablas, donde se han ordenado según:
A.- Cultivares autóctonos
del grupo andigena, derivados de los primeros llegados a Canarias desde
mediados del siglo XVI.
B.- Cultivar triploide
“negra”, identificado como Solanum chaucha (S. x chaucha), a veces considerado
afín a S. mamilliferum, también del grupo chaucha.
C.- Cultivares actuales
suramericanos del grupo cf. andigena, que en las últimas décadas han ido
llegando desde distintas regiones de Venezuela, Colombia, Brasil, etc.
D.- Cultivares autóctonos
del grupo tuberosum, muy antiguos, llegados desde Europa (y quizás también
desde América) hacia los siglos XVIII y XIX.
E.- Cultivares comerciales
europeos del grupo tuberosum, llegados en el siglo XIX-XX de Inglaterra,
Holanda, Irlanda...
F.- Cultivares
comerciales modernos actuales del grupo tuberosum, cuya “semilla” procede del
norte de Europa (Irlanda del Norte, República de Irlanda, Escocia y Dinamarca)
y también de Chipre y Egipto, con cultivares de origen tanto europeo como de
EEUU, con aporte, en muchos casos, de material genético de los cultivares de
Chile y de diferentes grupos y especies relacionadas de las regiones andinas.
Para algunos
grupos la delimitación es arbitraria, pero creemos que ayuda a captar la idea
que queremos dar de diversidad y de orígenes. Por otra parte, la inclusión en
un grupo u otro de los 24 cultivares de los que no obtuvimos muestras resultó
bastante comprometida, ya que sólo contamos con las descripciones de los
campesinos y su identificación de “parecido” con otros cultivares conocidos.
En estudios más recientes se han
identificado y localizado otros cultivares antiguos, como la “mora”, que se
corresponde con “juan álvarez”, “bonita llagada”, que se corresponde con
“bonita rameada”, además de otros cultivares como “peluca blanca”, “peluca
negra”, “negra blanca”, “negra oro” o “negrita”. Pero el estudio exhaustivo de
todos los cultivares existentes en Canarias, la relación pormenorizada entre
los mismos y la concordancia entre el conocimiento empírico de los agricultores
y los resultados de los análisis, aún presenta lagunas que sería de gran
interés y urgencia ir completando. Entre estas lagunas podemos comentar, como
ejemplo, el hecho de que los estudios recientes se hayan centrado casi
exclusivamente en la isla de Tenerife, o que, en algunos casos, los resultados
de tales estudios no concuerdan con las diferenciaciones establecidas por los
campesinos, etc. De otros cultivares, probablemente lo único que nos quede y
para siempre sea su nombre.
Diversidad de los cultivares
Aparte de la
descripción de Bandini en 1816, recogida al comienzo de este trabajo, el primer
catálogo sobre la existencia de distintos cultivares de Solanum tuberosum en
las islas Canarias aparece a mediados del siglo XIX, hacia 1868, donde Álvarez
Rixo menciona hasta 14 cultivares diferentes (ver Tabla). En aquella época ya
se recibían en las islas aportes de los cultivares europeos, pertenecientes al
grupo tuberosum, especialmente desde Inglaterra, Holanda e Irlanda, y
posiblemente también desde España. Estos nuevos cultivares se plantarían junto
con los mas antiguos del grupo andigena, ampliando el lote de los cultivares
canarios. Esto queda reflejado en el catálogo mencionado, si se acepta la buena
concordancia entre los nombres aparecidos en el siglo XIX y los actuales, como
por ejemplo: “londreras”, “sietecueros” y “ojo de perdiz” (del grupo andigena);
“blanca rosada” o “peluquera” y “blanca de ojo azul” (del grupo tuberosum); y
“negra” (Solanum chaucha).
Muchos de
los cultivares conocidos actualmente como antiguos pueden crecer de forma
subespontánea, como papas de risa (riza) o redrojos: “peluquera”, “corralera”,
“marruecas”, “yema de huevo”, “negra”, “peluca colorada”, etc.; muchas
presentan una elevada fertilidad de los granos de polen y una buena
predisposición a la fructificación, lo cual, unido a su cultivo en ambientes
que en ciertas características recuerdan a los de las zonas andinas de origen,
permiten imaginar cierto grado de hibridación que han debido jugar algún papel
en la aparición de nuevas variedades.
Si por otro
lado se tiene en cuenta la curiosidad observada en los campesinos canarios de
separar las distintas formas (por el color de la piel, por ejemplo) y
sembrarlas independientemente, se puede entender la proliferación de distintos
grupos, como en el caso de la “bonita” o de la “palmera”, mediante selección
desde cultivares mas antiguos. Esto también se puede apreciar comparando las
listas antiguas con las actuales, como para el caso del grupo de “bonita”.
La
diversidad existente se manifiesta igualmente en otros aspectos, como
maduración de cosecha, estación de cosecha, precocidad, latencia, adaptación,
textura, sabor y materia seca. El cultivar “negra” de Tenerife es muy apreciado
por su consistencia y sabor dulce, de igual forma que “gobernadora” de El
Hierro; el cultivar “peluca”, por el contrario, es recomendado para personas
diabéticas, con problemas de azúcar. Los cultivares “gomera”, “gobernadora” y
grupo “bonita” resultan bastante apreciados para arrugar (guisado típico
canario); otros, como “liria”, “bonita rosada tardía” o “londrera”, son de
consistencia blanda y se deshacen en caldos apotajados, siendo muy apreciados
por distintos campesinos.
El hecho de que Canarias haya
sido encrucijada de las rutas comerciales Europa-América, junto a la orografía
accidentada y montañosa de las islas como factor de aislamiento campesino, así
como la posición geográfica hacia la zona subtropical, todo ello unido al celo
que manifiestan los campesinos canarios por los cultivares antiguos, incluso
frente a la llegada de otros más productivos, ha dado como resultado el que en
la actualidad se conserve en estas islas un elevado número de cultivares,
muchos de los cuales resultan autóctonos.
Esto queda
reflejado en los inventarios actuales al mostrar cerca de una treintena de
cultivares del grupo andigena antiguo, 3 ó 4 cultivares del tipo “negra” y
cerca de una veintena de cultivares del grupo tuberosum antiguo. A esto habría
que añadir los que tradicionalmente se vienen manteniendo sin aportación de
“semilla” nueva de otros cultivares más modernos, tanto del grupo andigena (de
Venezuela, Colombia, etc.) como del grupo tuberosum (procedentes de Europa).
La evaluación de la diversidad
genética en Solanum tuberosum, así como en especies afines, se viene abordando
en los últimos años desde distintos estudios moleculares como los
isoenzimáticos. Esta técnica permite localizar formas alelomórficas que pueden
ser utilizadas como marcadores varietales y podrían resultar de gran ayuda para
la identificación y clasificación de los cultivares autóctonos canarios,
pudiendo a su vez aclarar el grado varietal y establecer las relaciones de
parentesco y posibles líneas filogenéticas.
Zonas
de cultivo y conservación
Los cultivos tradicionales de papas se localizan principalmente hacia las medianías insulares, entre 200 y 800 m s.m. en las bandas del norte y hacia los 600-800 m s.m. en las del sur. Estas zonas se corresponden bastante bien con los territorios óptimos de los bosques termoesclerófilos de acebuchales, almacigales y sabinares (ambientes cálidos de semiáridos a secos), que describen un anillo circuninsular hacia los 200-600 m de cota, y los bosques de laurisilva (con ambientes menos calidos de subhúmedos a húmedos), que se sitúan por encima de aquéllos en la zona norte y noreste hasta los 1.200 m de cota. Los cultivos aparecen en pequeños bancales (terrazas, cadenas, bocados, etc.) en los bordes o de forma imbricada con las formaciones boscosas.
La
diferenciación de las comunidades boscosas se traduce de forma aproximada, y
según la terminología popular, en dos tipos de suelos diferentes para los
cultivos: “tierras de barro” y “tierras de polvillo” respectivamente. Las
tierras de barro, a cotas más bajas, son más apretadas, duras y cálidas, y
coinciden con espacios más abiertos y con mejor luminosidad. Las tierras de
polvillo son, por el contrario, más sueltas y con mayor aporte húmico, y están
ligadas a la laurisilva siendo más frescas, húmedas y umbrosas.
Aunque no es
regla general, existen cultivares que crecen mejor en un tipo u otro de suelo
(la papa “negra” se cultiva preferentemente en tierras de barro en la franja
del termoesclerófilo, en las bandas del sur de Tenerife; la “de baga” o “bonita
rosada tardía” también produce mejor en este tipo de suelo, pero en las bandas
del norte; por el contrario, la “londrera”, por ejemplo, se cría mejor en
tierras de polvillo), pero existe cierto consenso en que las tierras de
polvillo son mejores para la obtención de “semillas” y permiten controlar los
niveles de virosis, mientras que las tierras de barro ofrecen mejores cosechas
y mejores cualidades culinarias.
Esta observación empírica de los campesinos ha llevado con
el tiempo a la existencia de una compleja red de intercambio y trasiego de
“semillas” de unas zonas a otras, con un alto flujo desde las tierras altas,
productoras de buena “semilla”, hacia las bajas, productoras de buenas
cosechas. Resulta sorprendente comprobar cómo distintas variedades se mantienen
con un nivel de sanidad bastante aceptable, por ejemplo “bonita blanca”,
“borralla”, etc. y de buena producción para las exigencias campesinas (aunque
la misma sólo alcanza entre 1/3 y 1/2 de la de los cultivares comerciales).
Destacan
como zonas de producción: en El Hierro, la zona de Nisdafe e Isora; en
Lanzarote, la parte alta de los cantiles de Famara, los Tablones, Gallo, etc.;
y en Tenerife tenemos referencias como zonas importantes de producción Erjos
del Tanque, altos de la
Guancha, Aguamansa, La Esperanza, así como las estribaciones altas del
norte de Anaga: Carboneras, Taborno, etc. Zonas equivalentes se pueden
encontrar también en La Palma
y La Gomera,
pero no disponemos de información avalada por los campesinos. En Gran Canaria y
Fuerteventura los cultivos de papas antiguas y la cultura asociada a las mismas
han desaparecido.
“Hay
de ellas muchas variedades: tempranas y tardías; de flor blanca, rosada,
cenicienta o azul; de un epidermis blanco, pardo, amarillo, roxo, ó morado; de
figura redonda, larga, ovalada, esquinada, con excrecencias”.
J.
Bautista Bandini (1816).
Nota
del autor
Agradecimientos
Queremos agradecer de forma muy especial la atención prestada y la información facilitada por los agricultores y campesinos canarios: La Gomera: D. Manuel Placencia Martín (Las Rosas). El Hierro: D. Juan Antonio Oliva (Los Mocanes), D. Tadeo Casañas Reboso (San Andrés), D. Isidoro Padrón Padrón (Erese) y D. Isidel (Isora).
Queremos agradecer de forma muy especial la atención prestada y la información facilitada por los agricultores y campesinos canarios: La Gomera: D. Manuel Placencia Martín (Las Rosas). El Hierro: D. Juan Antonio Oliva (Los Mocanes), D. Tadeo Casañas Reboso (San Andrés), D. Isidoro Padrón Padrón (Erese) y D. Isidel (Isora).
Tenerife: Dña. Bonifacia Regalao y D. J. Ángel González
Abreu (Erjos), D. José Benítez (Las Rosas), D. Marcelino Martín (El Palmar), D.
Nicolás V. Afonso García y D. Domingo García González (Tosca de María, Santa
Úrsula) y D. Óscar Sosa Manríquez (Taganana). La Palma: D. Miguel Rodríguez
Lorenzo (Lomo Machines). Lanzarote: D. Tomás Hernández Machín (Haría).
Agradecimiento que hacemos extensivo a todos aquellos
otros campesinos que, después de ofrecernos su tiempo y todo su saber sobre
nuestras papas, quisieron quedar en el anonimato, especialmente en las islas de
Gran Canaria, La Gomera
y La Palma,
pero también en todas las demás.
Finalmente quisiera que esta pequeña aportación fuera
como modesto homenaje para todos ellos.
Águedo Marrero
Jardín Botánico Canario “Viera y Clavijo”
Fotos: Autor y Banco de imágenes
Jardín Botánico Canario “Viera y Clavijo”
Fotos: Autor y Banco de imágenes
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