Eduardo Pedro García Rodríguez
1676. Dos bajeles de
Argel vinieron a situarse frente a la entrada del puerto de Añazu, de tal
manera que no se podía entrar ni salir sin caer en sus manos: situación tanto o
más penosa para los habitantes, que era aquella una época de grandes escaseces
y se estaba esperando la llegada del trigo de fuera. Además los piratas
burlaban de este modo la vigilancia de los castillos, porque acechaban fuera
del alcance de sus cañones y, por otra parte, sabían que la isla era demasiado
pobre para ofrecerse los servicios de un guardacostas. Se había vuelto a los
tiempos del siglo anterior, en que era preciso mandar desde la ciudad de
Eguerew (La Laguna)
las tropas de protección: una compañía de cien hombres baja al puerto todos los
días "por allarse despoblado y todo lo más de la vecindad en Argel".
En realidad se había vuelto todavía más lejos en el tiempo, a la época anterior
de la conquista castellana, en que la
mejor mercancía que podían ofrecer las islas eran los esclavos guanches, sólo
que en esta ocasión las presas eran colonos europeos.
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