El artículo de la revista New York Times
sobre el Abuso Sexual:
Miembro Expulsado Contienden que Política de los Testigos de Jehová sobre Abuso Encubre Agravios
Miembro Expulsado Contienden que Política de los Testigos de Jehová sobre Abuso Encubre Agravios
Por LAURIE GOODSTEIN
[New York Times]
[11 de agosto de 2002]
William Bowen siempre se consideró así
mismo un devoto Testigo de Jehová. Cuando niño, él sentía que su deber era ir
de puerta en puerta llevando la revista de su congregación, La Atalaya. Posteriormente,
como anciano de su congregación en Kentucky, dice él que lo vio como un deber
informarle a los oficiales de la congregación que un compañero anciano había
abusado de un niño.
Pero cuando Sr. Bowen lo notificó a la oficina principal de la congregación en Brooklyn, dice que fue menospreciado. Frustrado por la inacción de la organización y por los requisitos de confidencialidad que le impedían compartir la información con otros, el Sr. Bowen renunció como anciano en diciembre del 2000. Un año después, él comenzó un grupo para monitorear el abuso sexual contra los niños en las congregaciones.
Pero cuando Sr. Bowen lo notificó a la oficina principal de la congregación en Brooklyn, dice que fue menospreciado. Frustrado por la inacción de la organización y por los requisitos de confidencialidad que le impedían compartir la información con otros, el Sr. Bowen renunció como anciano en diciembre del 2000. Un año después, él comenzó un grupo para monitorear el abuso sexual contra los niños en las congregaciones.
A finales del pasado mes, el Sr. Bowen,
de 44 años de edad, fue expulsado de la congregación. Él dijo que, tres
ancianos se reunieron en el Salón del Reino de la congregación en Draffenville,
Kentucky, en un cuarto con la puerta cerrada bajo llave, con bolsas plásticas
pegadas a las ventanas para evitar los espectadores, ellos lo encontraron
culpable de "causar divisiones".
El castigo fue “la expulsión” – y
completa evasiva e indiferencia.
En los últimos tres meses, otras cuatro
personas han sido echadas de los Testigos de Jehová después de acusarlos de
encubrir abusos sexuales a niños por sus miembros. Para el Sr. Bowen y otros
críticos de las políticas de la organización sobre el abuso sexual, las
expulsiones son parte de un esfuerzo convenido para mantener estos abusos
silentes.
Testigos que han sido expulsados dicen
que las propias políticas de la organización conspiran para ocultar los abusos.
Un panel de ancianos en la congregación, todos varones, se reúnen en secreto
para decidir cada caso, un procedimiento que los críticos dicen les impide a
los demás miembros saber quién es el abusador en medio de ellos. Para probar
una acusación, un niño tiene que tener un testigo del incidente, una condición
que normalmente es imposible conseguir.
"Ésta es evidencia para que el mundo vea cómo los Testigos de Jehová tratan a los sobrevivientes de abusos y también a aquellos que intentan ayudar", dijo el Sr. Bowen. "Ellos imponen el silencio con la amenaza de la “expulsión”.
"Ésta es evidencia para que el mundo vea cómo los Testigos de Jehová tratan a los sobrevivientes de abusos y también a aquellos que intentan ayudar", dijo el Sr. Bowen. "Ellos imponen el silencio con la amenaza de la “expulsión”.
J.
R. Brown, director de información pública en la oficina de la sede principal de
la organización, la Sociedad
de Biblias y Tratados, en Brooklyn, dice que la congregación tiene políticas
ejemplares para ocuparse de los abusos sexuales que están basadas en normas
bíblicas y se han publicado ampliamente en las revistas de la organización.
“No estamos intentando decir que
nosotros manejamos a todos de la manera correcta y que los ancianos son
perfectos y sabelotodo", dijo el Sr. Brown quien rechazó como asunto de su
política hacer comentarios sobre casos individuales, incluyendo el del Sr.
Bowen. “Pero expresamos, que si usted toma nuestra política como es, para
guardar nuestra organización moralmente limpia, ésta sobrepasa las demás.”
Mientras que la Iglesia Católica
Romana se ha enfrascado en su propio escándalo de abusos sexuales, el mismo
problema está empezando a plagar a los Testigos de Jehová, una denominación que
reclama un millón de miembros en los Estados Unidos y seis millones
mundialmente.
Pero la forma del escándalo es
completamente diferente a la de la iglesia católica dónde la mayoría de las
personas acusadas de abuso fueron sacerdotes y una inmensa mayoría de las
víctimas son varones adolescentes y hombres jóvenes. En los Testigos de Jehová,
dónde las congregaciones son a menudo colecciones de familias extendidas y de
ancianos de congregación que son escogidos de entre los miembros, algunos de
esos acusados son los propios ancianos, que en su mayoría son miembros de esa
congregación. Las víctimas que han salido a la luz pública son principalmente
muchachas adolescentes y mujeres jóvenes, y muchas imputaciones involucran el
incesto.
Es
una cuestión de debate considerable la trascendencia del abuso entre los
Testigos de Jehová. La organización ha sido demandada recientemente por ocho
demandantes en cuatro pleitos legales que implican abusos, uno de estos se
sometió en el mes de julio en Minnesota. El Sr. Bowen dice que su grupo, “silentlambs”,
[ovejas amordazadas] para dar apoyo a víctimas, ha recopilado más de 5,000
informes de testigos que contienden que la organización manejó de forma
irregular los casos de abusos sexuales contra niños.
La organización guarda los datos de los
miembros y asociados que han sido acusados o han sido hallados culpables de
abuso contra niños. El Sr. Bowen dijo que fuentes de las congregaciones le
habían dicho que los datos contienen los nombres de más de 23,000 personas en
los Estados Unidos, Canadá y Europa. La organización dice que el número es
"considerablemente más bajo”, pero no dicen de cuánto es.
La organización tiene un patrón-guía de cómo manejar los casos de abuso sexuales. Los miembros que son sospechoso de abusos se les aconseja ir primero a los ancianos, considerados como los líderes espirituales y morales a quienes los miembros acuden con sus problemas personales. El Sr. Brown dijo que la sección legal de la organización le aconsejó a los ancianos que siguieran las leyes de sus estados donde tienen que hacer un informe obligatorio, y de casos donde los niños puedan aparentar estar en peligro.
A los ancianos es a quien se les
requiere juzgar si alguien ha cometido un pecado como el abuso de un niño. Si
el abusador confiesa y es perdonado, el único aviso que se le da a la
congregación es un anuncio breve que la persona ha sido disciplinada. No se da
ninguna razón del por qué. Sin embargo, los ancianos informan el nombre de la
persona a la oficina de la sede principal dónde entra en un archivo de
antecedentes para que al abusador se le prohíba de servir en una posición de
autoridad.
"Si
una persona sabe como llorarles una buena melodía, virtualmente no sufre
repercusiones alguna ya que nadie además de los ancianos se entera, dijo Jean
Kraus, quien añadió que, ella fue a los ancianos de su congregación en Queens
unos años atrás para acusar a su anterior esposo de abusar de su hija. Ella
dijo que él lo confesó, le dieron una reprimenda y todavía era un Testigo
activo. “Ellos me dijeron que él no era un hombre malo, que fue una debilidad”,
nos dijo ella.
El portavoz de la organización, el Sr.
Brown, dijo: "Nosotros vemos estas audiencias judiciales como una
extensión de nuestra labor pastoral de nuestro ministerio. En otras palabras,
estamos para salvarle el alma a la persona. En estos casos no estamos para castigarles
porque éstos son nuestros hermanos, y nosotros esperamos que ellos cambien.”
Si
el acusado niega la alegación, el testimonio solo de la víctima no será
suficiente a menos que por lo menos haya otro testigo ocular del acto. La
organización dice que su política está basada en una orden escrita en
Deuteronomio 19:15 donde dice que dos o tres testigos son necesario al
presentar una acusación para probar que un hombre ha pecado.
Heidi Meyer, una Testigo de Jehová de
tercera generación residente en Annandale, Minnesota, dijo que ella fue a los
ancianos en 1994, cuando ella tenía 15 años, para decirles que desde la edad de
10 hasta los 13 años ella había molestada repetidamente por un Testigo
compañero ocho años mayor que ella, el hermano mayor de un amigo. El único
testigo ocular era ese hermano que había visto al hombre una vez cuando le
agarró sus nalgas al ella bajarse de un automóvil.
Ella dijo que los ancianos le hicieron preguntas explícitas que la hicieron sentir incómoda. Según un libro que es un documento interno titulado: "Presten Atención a sí Mismo y a Todo el Rebaño”, los ancianos deben determinar en qué categoría cae la imputación: si fue "suciedad", tocar una sola vez arriba de la cintura; la “conducta suelta”, tocar de la cintura para abajo o más de una ocasión arriba; o la más severa, "porneia”, que es estímulo sexual directo o actividad que produzca un orgasmo. Cada ofensa conlleva diferentes sanciones, con las más severas para la porneia.
Ella dijo que los ancianos le hicieron preguntas explícitas que la hicieron sentir incómoda. Según un libro que es un documento interno titulado: "Presten Atención a sí Mismo y a Todo el Rebaño”, los ancianos deben determinar en qué categoría cae la imputación: si fue "suciedad", tocar una sola vez arriba de la cintura; la “conducta suelta”, tocar de la cintura para abajo o más de una ocasión arriba; o la más severa, "porneia”, que es estímulo sexual directo o actividad que produzca un orgasmo. Cada ofensa conlleva diferentes sanciones, con las más severas para la porneia.
El hombre que ella estaba acusando
insistió que la
Señorita Meyer había mal interpretado lo que pasó. Y los
ancianos estuvieron de acuerdo.
"Yo estaba esperando tener un guía espiritual", dijo la Señorita Meyer. "Yo estaba esperando que ellos genuinamente y sinceramente intentaran conseguir justicia y proteger al resto de la congregación de la misma cosa. Y nada de eso sucedió".
Ella, así como otras víctimas que hicieron alegaciones y sus familiares, dijeron en entrevistas que los ancianos les advirtieron que tuvieran cuidado de no informar nada del abuso o hablar sobre esto con otros miembros.
Ella dijo: "Ellos me dijeron que si yo hablaba sobre esto con alguien, yo necesitaba tener cuidado porque yo pudiera enfrentarme a un comité judicial por chismosa o calumniadora ". "Si ellos hubiesen entendido que yo cometí ese pecado, a mí me hubieran expulsado”.
"Yo estaba esperando tener un guía espiritual", dijo la Señorita Meyer. "Yo estaba esperando que ellos genuinamente y sinceramente intentaran conseguir justicia y proteger al resto de la congregación de la misma cosa. Y nada de eso sucedió".
Ella, así como otras víctimas que hicieron alegaciones y sus familiares, dijeron en entrevistas que los ancianos les advirtieron que tuvieran cuidado de no informar nada del abuso o hablar sobre esto con otros miembros.
Ella dijo: "Ellos me dijeron que si yo hablaba sobre esto con alguien, yo necesitaba tener cuidado porque yo pudiera enfrentarme a un comité judicial por chismosa o calumniadora ". "Si ellos hubiesen entendido que yo cometí ese pecado, a mí me hubieran expulsado”.
La señorita Meyer dice que ella se
enteró sólo años después que Ámbar Long, otra mujer joven en la congregación, a
los 12 años de edad fue con sus padres a los ancianos para informar que ella había
sido molestada por el mismo hombre. La señorita Long, quien ahora tiene 23
años, dice que sus padres y ella recibieron una carta de los Testigos
aconsejándolos que “dejaran eso en las manos de Jehová”.
"Ellos dijeron que nosotros no
deberíamos guardar resentimientos hacia nuestro hermano", nos dijo la Señorita Long.
Ellos dijeron “Siendo que no habían dos testigos oculares no hay mucho que
podamos hacer ".
Ni la Señorita Long o la Señorita Meyer son
más Testigos de Jehová activas. El 2 de julio, las dos mujeres demandaron
legalmente al hombre que ellas acusaron de molestarlas, llamado Derek Lindala
de 30 años de edad, residente en South Haven, Minnesota, también a la
congregación local, y a las oficinas de la sede principal de los Testigos de
Jehová. El Sr. Lindala no contestó un mensaje que le dejamos en su casa
buscando sus comentarios.
Barbara Anderson, de Tullahoma,
Tennessee, dijo que cuando ella y su esposo vivieron y trabajaron en las
oficinas de la sede principal de la organización en Brooklyn para los años
1990, a ellos se les pidió que coleccionaran la información sobre los abusos de
los niños en las congregaciones. Ella dijo que ella las cartas las entregó por
docenas a los líderes de la organización, donde se quejaban del modo cómo se
manejaron estos casos. Esto fue una revelación para ella.
La Señora Anderson dijo: "A los Testigos de Jehová les encanta decir que nosotros tenemos la organización más limpia de crímenes”. “Pero todos los problemas son llevados a los ancianos, y los ancianos los ocultan”. Ella dijo que los documentos incitaron un debate interno entre los líderes de la organización, y cuando no se tomó acción alguna, entonces ella dejó las oficinas de la sede principal sintiéndose descorazonada en 1993, después de trabajar 11 años como voluntaria.
Carl A. Raschke, un profesor de estudios religiosos en la Universidad de Denver quien ha escrito sobre los Testigos de Jehová, dice que grupo no es en nada distinto a muchas otras religiones de miras estrechas que aspiran a la pureza teológica y moral.
La Señora Anderson dijo: "A los Testigos de Jehová les encanta decir que nosotros tenemos la organización más limpia de crímenes”. “Pero todos los problemas son llevados a los ancianos, y los ancianos los ocultan”. Ella dijo que los documentos incitaron un debate interno entre los líderes de la organización, y cuando no se tomó acción alguna, entonces ella dejó las oficinas de la sede principal sintiéndose descorazonada en 1993, después de trabajar 11 años como voluntaria.
Carl A. Raschke, un profesor de estudios religiosos en la Universidad de Denver quien ha escrito sobre los Testigos de Jehová, dice que grupo no es en nada distinto a muchas otras religiones de miras estrechas que aspiran a la pureza teológica y moral.
"Los grupos que tienden a ser
estrechamente unidos en su crecimiento interno, históricamente tienen la más
alta incidencia de abusos sexuales e incesto", dijo el Dr. Raschke.
"Esto es un hecho etnológico. Cuando una religión intenta ser
completamente santa o piadosa, no va a reconocer que las personas no van a
poder mantener esos ideales de fe".
El 25 de julio, la señora Anderson fue
expulsada. Una semana después su esposo, Joe quien antes había renunciado como
anciano después de 42 años también fue expulsado.
El Sr. Anderson escribió en su carta de
renuncia: “¿Es inconcebible pensar que los ancianos investiguen una alegación
de asesinato para determinar culpabilidad o inocencia, entonces por qué
nosotros investigamos una alegación de abuso de un niño?”. " Éste
simplemente no es nuestro campo de especialización. Nosotros somos ministros de
Dios, no policías”.
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