Iglesia sin Abusos pide a las víctimas que denuncien las agresiones y acusa a la jerarquía de mantener "un imperdonable silencio"
"Somos una voz en el desierto". En
2002, el abogado Carlos Sánchez era catequista en la vicaría VI de Madrid
cuando saltó el escándalo de un cura pederasta en su parroquia. Pese a sus
denuncias, el sacerdote, Rafael Sanz Nieto, fue trasladado de iglesia y luego
enviado a un monasterio. Los catequistas, que acudieron al cardenal Rouco
Varela en busca de ayuda, fueron expulsados de sus cargos y el silencio
se implantó en la diócesis. Aquel suceso llevó a Sánchez y otros compañeros
a crear la asociación Iglesia sin Abusos, que logró, finalmente, llevar ante
los tribunales al eclesiástico. Este fue condenado a dos años de cárcel.
"Es uno de los ocho curas que en España han sido condenados a la cárcel
por estos delitos", recuerda Sánchez. Además, la sentencia obligó al
Arzobispado de Madrid a pagar una indemnización de 30.000 euros por
responsabilidad civil.
Ocho años después, y cuando los escándalos por
abusos sexuales entre el clero proliferan por todo el orbe católico, comienzan
a conocerse casos en España. El último, el del religioso de San Viator José Ángel Arregi,
detenido en Chile en posesión de centenares de grabaciones de abusos a
menores en distintos colegios españoles. La investigación ha determinado
que el religioso poseía filmaciones de maltratos sexuales cometidos por él
mismo a 15 alumnos españoles de los colegios San Viator de Madrid, San Viator
de Vizcaya y el San José de Basauri. Además, un ex alumno del colegio de San
Viator de Huesca denunció la pasada semana un nuevo caso de abusos
presuntamente relacionados con Arregi durante el curso 92/03, cuando este
religioso era tutor de un curso de segundo de Primaria.
Un estudio reveló que el 4% de los abusos los
cometen
Informe de 1994
La
Iglesia española suele defenderse ante estos escándalos
asegurando que los casos de abusos sexuales entre el clero son residuales.
Sin embargo, la realidad demuestra lo contrario. Félix López Sánchez,
catedrático de Psicología de Sexualidad en la Universidad de
Salamanca, realizó en 1994 un estudio sobre este fenómeno, el único con datos
de todo el Estado español. En él se concluía que el 4,17% de los abusos contra
menores en nuestro país habían sido cometidos por religiosos. La cifra
aumentaba hasta el 9% si se hablaba únicamente de niños varones. El experto
daba especial relevancia a este dato, puesto que "en aquella época
especialmente en los años 50, 60 y 70 los religiosos tenían más acceso a los
niños que a las niñas".
En el caso de las niñas -abusos cometidos en
centros religiosos femeninos, gestionados por monjas- el porcentaje bajaba al
1%. "Los agresores son casi siempre hombres, sean homosexuales o
heterosexuales, laicos o religiosos", constataba ayer al diario Deia
el autor del estudio.
La mayor parte de las víctimas son varones, entre
9 y 14 años de edad
La mayor parte de las víctimas son varones, de
entre 9 y 14 años, de todas las clases sociales, que tuvieron contacto con
los religiosos. Los abusos se llevaban a cabo "especialmente en
internados, aunque también en parroquias o campamentos", añadía.
Ocho casos en estudio
Al calor de las últimas escándalos en Europa,
hasta Iglesia sin Abusos han llegado en las últimas semanas docenas de
supuestos casos de abusos pendientes de denuncia. Al menos ocho "son
absolutamente verosímiles", señala Carlos Sánchez. Hay casos de
religiosos, de curas diocesanos, en colegios o en parroquias, con niños y
adolescentes. "Sólo coinciden en una cosa, y es que todos son contra
chicos, ninguno contra chicas", incide el experto.
Cañizares asegura que el tema no le preocupa
"excesivamente"
Uno de los que la asociación está valorando se
produjo en Ibiza, y se trata de abusos a un menor que hoy sobrepasa los 20 años
de edad y cuyo presunto autor es un sacerdote diocesano. "Se llegó a un
acuerdo extrajudicial, auspiciado por la familia del chico, que no quería
denunciar al cura". Otro de los casos se produjo en Barcelona, esta vez a
manos de un religioso. "Es un caso de hace más de 30 años", señalan
desde Iglesia sin Abusos, donde reconocen que la víctima se resiste a
denunciar.
Manto de silencio
Todavía hoy, cuando el Papa incluso ha escrito
una carta a los católicos irlandeses pidiendo perdón y aplicando la
"tolerancia cero" para los culpables de abusos
dentro del clero, en la
Iglesia española se sigue imponiendo lo que el abogado Carlos
Sánchez califica como "un imperdonable manto de silencio". No
obstante, un religioso consultado por este diario que prefiere mantenerse en el
anonimato apunta que "es posible que pronto salgan más casos de denuncias,
seguramente de hace muchos años". Éste, responsable de una congregación
con sede en Madrid, insiste que "nosotros somos partidarios de que se
denuncie y se investigue, pero no queremos que se señale a todos los religiosos
por los pecados de unos pocos", añade.
Hasta ahora, la Iglesia trataba al cura
acusado como a un "enfermo"
Ni la Conferencia Episcopal
ni el Arzobispado de Madrid han querido hablar del caso del religioso de San
Viator, pero en el interior de estas organizaciones algunas voces advierten de
que "ahora comenzarán a salir casos en Iberoamérica". Y es que, según
explican a Público desde otra congregación religiosa masculina,
"antes se veían estos casos con un prisma diferente. El sacerdote era un
enfermo al que había que cuidar, y se le enviaba a misiones". Allí, con
menos control, muchos continuaron con los abusos.
Sólo el obispo de San Sebastián, José Ignacio
Munilla, ha expresado su "absoluta condena" ante estos
"gravísimos crímenes", aunque matizando que "sería injusto
que se encendiese el ventilador y se pretendiese extender a todo el conjunto
del clero esa lacra". Por su parte, el cardenal Cañizares aseguró que esta
problemática "no me preocupa excesivamente", alegando que las
denuncias formaban parte de una campaña de "ataques para que no se hable
de Dios".
Hasta ahora, la Iglesia española no ha
sufrido ningún proceso conjunto de este tipo de atrocidades contra menores al
estilo de EE UU, Irlanda o Alemania. Sólo casos aislados.
"Que las víctimas pierdan el miedo"
David P. es un religioso que, desde hace meses,
colabora con algunas víctimas de supuestos maltratos físicos y psicológicos en
colegios de su congregación en España e Iberoamérica. "Soy partidario de
que se denuncie, aunque sean casos de hace años. Un solo caso de violencia o
abusos es demasiado", indica.
En la mayor parte de los casos, nadie se atreve a
denunciar: "La mayor parte de las víctimas son del círculo de los
‘convencidos'. Es decir, ellos y sus familias pertenecen a la parroquia o
estudian en el colegio, y tras los abusos se sienten culpables y tienden al
silencio", explica. "Ojalá todo este escándalo sirva para que pierdan
el miedo y se decidan a denunciar", añade David.
Carlos Sánchez, de Iglesia sin abusos, opina
igual: "Con más denuncias contribuiríamos a limpiar la Iglesia de elementos
que no merecen estar, ni en ella ni en la sociedad". En alguna ocasión,
algún obispo planteó, con escaso éxito, la necesidad de que la Conferencia Episcopal
elaborara un documento sobre los abusos. "Los obispos piensan que hay que
lavar los trapos sucios en casa, y acusan a los que sacan a la luz estos casos
de ser enemigos de la Iglesia",
explica Sánchez.
En Irlanda, Alemania y Holanda, los obispos han
tenido que pedir perdón y actuar. "Tal vez lo hicieron obligados por las
circunstancias, pero aquí no", añade. "Por eso es necesario
denunciar. Sin presión, los obispos se enrocarán y no darán
explicaciones", concluye.
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