1939.
En
este año quedó en libertad el médico
canario Manuel Bethencourt del Río, pero fue de nuevo encarcelado por ser masón
y en base a la Ley de la Represión de la
Masonería y el Comunismo.
Nacido en Teror (Gran Canaria) en 1882, médico de profesión y uno de los organizadores del republicanismo tinerfeño, fue consejero del Cabildo de Tenerife desde 1915 a 1918, años en los que, según reflejan las actas, fue de los consejeros más activos de la Corporación Insular, en la que realizó una política de carácter reformista dirigida a la mejora de las condiciones de vida de las clases populares. El 22 de octubre de 1917, en el Centro Obrero de Santa Cruz de Tenerife se celebró una reunión en la que Bethencourt del Río mostró la conveniencia de crear una Agrupación socialista debido a "la necesidad de constituir una organización de defensa de los obreros para llevar a los escaños municipales a representantes de las clases trabajadoras", propuesta que fue aceptada, eligiéndose el primer Comité Local del PSOE en Tenerife y a su primer presidente, Manuel Bethencourt del Río, quien así lo comunicó por escrito al dirigente Julián Besteiro en Madrid. La sede santacrucera del partido se estableció en la calle Canales, hoy Ángel Guimerá, compartida con el sindicato socialista UGT. Precisamente fue Bethencourt del Río quien fundara el semanario "El Socialista", que comenzó a publicarse regularmente el uno de diciembre de 1917 bajo su dirección. Un año después surge en Santa Cruz la primera Agrupación de Juventudes Socialistas de Tenerife.
Al revisar "El Socialista" de aquella época llama la atención
su tendencia moderada y a la vez reformista, ignorando un acontecimiento tan
significativo y trascendental como la Revolución de Octubre de 1917,
posiblemente por la contrariedad que para el PSOE podía suponer entonces el
nuevo poder ruso en manos de bolcheviques radicales, con una política alejada
de la moderada de los dirigentes socialistas de entonces. Quizás esto explique
la escasa sintonía histórica que desde entonces ha existido entre el Partido
Comunista de España (PCE) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en
Tenerife, salvo en circunstancias muy concretas de intereses afines. Hay que
tener en cuenta que el PCE en Tenerife surgió como una escisión del PSOE.
En esta cuestión debió de tener influencia la condición del fundador del
PSOE en Santa Cruz de Tenerife de hijo de un liberal grancanario, Francisco
Bethencourt Montesdeoca, vinculado a la terratenencia de entonces por su
matrimonio con María Rivero y del Castillo Olivares, hermana de la condesa
de la Vega Grande de Guadalupe. La extracción burguesa del médico
Bethencourt del Río puede explicar la política moderada del PSOE en aquellos
momentos, hecho que contrasta con su actitud ante otras cuestiones como las
sociales -muy radical y reivindicativo-, como en su actuación como concejal
socialista en el Ayuntamiento conservador deLa Orotava, donde el 2 de marzo
de 1916, a los dos meses de su elección como tal, protagonizó la
defensa de las clases populares, exponiendo que "...por el alza de
los fletes, el hundimiento de buques y otras circunstancias, se han encarecido
de un modo extraordinario las subsistencias; los adinerados, por egoísmo
particular, no se ocupan del problema, que puede ser gravísimo, habiendo
jornaleros que sólo pueden comer una vez al día, por no alcanzarles para más el
mezquino producto de su trabajo, no consumiendo otra cosa que gofio...". Por
ello exigió que fuera el Ayuntamiento quien resolviera la situación, que nunca
llegó por la coincidencia de intereses del resto de concejales y la clase
adinerada de La Orotava.
Vicepresidente del Cabildo y leal a la República el 18 de julio
de 1936, ingresó en la prisión santacrucera de San Miguel el 9 de agosto de ese
año, desde donde pasó primero al barco cárcel "Adeje" y luego a la
prisión de Fyffes, en la que permaneció desde el 9 de septiembre de 1936 al 11
de marzo de 1939.
Don José María Segovia Cabrera, escribía en el matutino EL DÏA sobre la
vida de Don Manuel Bethencourt del Río, médico de familia, que trascribo a
continuación en mi Blog personal y Altruista EFEMÉRIDES; “El
doctor don José Vicente González Bethencourt, senador por el PSOE, en el
fascículo 11 (y anteriormente en el 9) de su serie "Recuperando la
memoria" nos contaba la actuación política anterior al 18 de julio de 1936
del dr. don Manuel Bethencourt del Río, vicepresidente en aquellos días del
Cabildo Insular de Tenerife y circunstancialmente presidente del mismo por
ausencia en Madrid de su titular. El artículo nos relata las incidencias a que
se vio sometido don Manuel por su carácter de socialista de la primera hora y
de su puesto de consejero del Cabildo de procedencia socialista, pero poco o
nada nos dice de su figura como médico y persona, con lo cual esa recuperación
de memoria es sumamente parcial y hace que el pueblo soberano, ese que tanto
gusta citar a los "progres" de hoy en día, se quede sin saber nada de
don Manuel en cuanto a persona, médico, amigo y ciudadano ejemplar. Si algo
tiene de bueno esta naciente y creciente Memoria Histórica (que unos bautizan
como "histérica" y otros de "histriónica") a que nos tienen
sometido quienes ni siquiera vivieron con intensidad y conciencia no ya el
período franquista sino el de transición, que tiene ya sus 30 años cumplidos;
si algo tiene de bueno esa memorización es la posibilidad que se nos brinda a
todos de puntualizar de forma global y no parcial y partidista, y si es posible
por experiencia directa, las circunstancias que concurrieron en determinadas
personas de la última conflagración civil a que se ha visto sometido este país
y que Dios quiera que, con la voluntad y el deseo de todos, sea realmente la
última para siempre.
Como primera aclaración, hemos de indicar que don Manuel era de una
ascendencia familiar elevada, de lo que antes se decía "una buena
familia", de educación esmerada, médico por la Facultad de
Medicina de Cádiz como tantísimos otros canarios a lo largo de un siglo. Según
me recordaba recientemente el doctor Enrique González, con ampliación de
estudios en Francia, Austria, Alemania e Inglaterra, lo que bien indica su
extracción social en una época en la que prácticamente no se viajaba ni
existían las becas y demás ayudas actuales, lo que al par de una amplia
formación científica en su materia profesional le confirió una vasta cultura y
el dominio de varios idiomas, caso también muy poco corriente en la España de
primeros del siglo pasado, aunque no tanto en Canarias, siempre ligada en lo
económico y como país eminentemente agrícola, a la exportación de frutos al
extranjero, principalmente a Inglaterra, donde en la actualidad la principal y
novísima zona bancaria y de negocios de Londres lleva precisamente el nombre de
Canary Wharf; en recuerdo a los barcos que allí descargaban los productos de
las islas. Don Manuel perteneció a una gran generación de médicos que
comenzando por don Diego Guigou y siguiendo por Alonso Felipe, con su clínica
en Costa y Grijalba, se complementaba por los doctores Gabarda, Zerolo,
Rodríguez López, Castro, Barajas, Cerviá, Robayna, algunos de ideas más o menos
avanzadas para aquellos años y que a la llegada del levantamiento militar contra
los desmanes tolerados por la República (que culminaron con el
asesinato por la propia policía de uno de los jefes de la oposición
parlamentaria, el ex ministro de Hacienda de la monarquía Calvo-Sotelo)
motivaron que algunos terminasen en prisión, como el propio don Manuel o
también el dr. don Ernesto Castro.
Pero yo recuerdo principalmente al doctor Bethencourt del Río como médico
de casa, de nuestra casa, y me parece estar viéndolo llegar a la nuestra de
Lucas Fernández Navarro para ver a una de mis hermanas ligeramente enferma,
conduciendo su propio coche en una visita domiciliaria, quitándose los guantes
que algunos conductores se ponían entonces para conducir, y con aquel olor
especial, como a medicinas que se nos antojaba a los críos, y que igual era
solo limpieza y tabaco. Cuando llegó la guerra y detuvieron a don Manuel
pasados unos días, su puesto en casa fue cubierto por el doctor don Francisco
Trujillo, que además era por casamiento medio pariente nuestro, y que llegaba
también en su coche, un Opel de matrícula 4.000 y algo más, que me parece ver
aún parado en la puerta de casa.
La guerra, los estudios y la marcha a la Península el 39
hicieron que no volviese a ver por entonces al dr. Bethencourt que, además de
su profesión médica, fue el creador del Club de Tenis Bethencourt, con una
cancha de cemento en los jardines de su casa, en la subida a Las Mimosas, en la
confluencia de las calles Numancia y Enrique Wolfson, espléndido chalet que ya
no existe, víctima del desmedrado urbanismo a que estamos sometidos, y que, con
las canchas del Club Náutico en la calle Méndez Núñez, donde luego se
construyeron unas casa militares y enfrente del cine Rex, fueron la cuna de
este deporte en Tenerife. Excepto una vez en Madrid, a donde fue acompañado por
su mujer Dolly Thomas, no volví a ver a don Manuel Bethencourt, por lo que la
mayor parte de la información que sigue a estas primeras líneas provienen de mi
mujer, ya que su madre y Dolly Thomas eran grandes amigas desde la infancia,
amistad que duró hasta el fallecimiento de ambas. Aquella visita a Madrid del
matrimonio Bethencourt fue con motivo del expediente que le hicieron como
perteneciente a la masonería, tan perseguida en aquellos años, expediente que
como recuerda el senador González Bethencourt, fue sobreseído, pues su
afiliación a esta entidad había durado menos que el canto del gallo, no así el
instruido a mi tío Juan Vicente Mandillo, que a pesar de haber pertenecido
durante la contienda a aquella Acción Ciudadana, en la que personas ya mayores
en edad no militar prestaban servicios de vigilancia, arma al brazo, durante
las noches, sí que fue sancionado y se pasó una larga temporada en el penal de
Burgos.
En aquella excepcional cuna del tenis fue donde mi mujer aprendió con
gran aprovechamiento este deporte, con el que llegó a ser campeona de Canarias,
ya que, según expresión de un entonces famoso tenista italiano Romanoni, tenía
"el mejor revés de Canarias". En aquella cancha se encontraban en
amigable competición los mejores tenistas de Tenerife, como eran Joaquín
Ahlers, o Juan Antonio Muñoz Reja, o Pepito Maldonado, y entre las mujeres
Dolly Thomas o Angelita Baudet, todos ellos de la generación que tomó parte en
la contienda nuestra o en la Guerra Mundial del 39-45, y también las
nuevas generaciones de Salvador Lecuona, Allan Kelly, Joe Hamilton, Alejandro
Luque y los hermanos Sobrón, entre los mas jóvenes, o Ricardo Keating o Marcos
Guimerá, entre los menos jóvenes; así como Nena Cañadas, Mercedes Kearing, Pily
Sobrón, Lolita Gorostiza o Magdalena Fernández Ponte, entre las chicas. Don
Manuel, aparte de gran aficionado, era también un exigente maestro y hacía
practicar durante horas a sus jóvenes discípulos los movimientos correctos, sin
el empleo de la pelota, hasta perfeccionar un estilo lo más correcto posible
según las aptitudes de cada uno. Y aparte de un club de tenis, era también un
improvisado lugar de reunión de representantes consulares destinados en
Tenerife, generalmente ya jugadores de tenis, y que en aquella cancha y aquel
chalet encontraban asistencia para el juego y camaradería para la charla y el
comentar los entonces inquietos e inciertos momentos políticos en España y en
Europa, con tan triste y bélico final en ambos casos. La diversa procedencia de
algunos de aquellos jóvenes aficionados hizo que la contienda mundial colocara
en bandos opuestos a jóvenes tan solo días antes amigos sinceros, cambiando la
amistad por las armas, y esta sincera amistad dio lugar, ya terminada la guerra
mundial, a un consuelo para una conocida familia alemana, muy preocupada por la
falta de noticias de uno de sus jóvenes miembros desplazado a Europa a la zona
en guerra y del que hacía tiempo que nada se sabía; pero un buen día, la
revista americana LIFE traía en su páginas un reportaje de prisioneros de guerra
alemanes del AFRIKA KORP de Rommel en un campamento en Canadá, con fotos
diversas y una de la captura de los mismos en África; y entre ellos se podía
distinguir el del soldado en desconocido paradero y a través de amistades
comunes con don Manuel pudo la que luego fue mi mujer llevar a la familia
angustiada noticias de su hijo.
Don Manuel era también el médico de familia de la de mi mujer y con
motivo de su detención tan prolongada su asistencia fue reemplazada por la de
don Ernesto Castro, cuya permanencia en la prisión de Fyffes fue menos larga.
Como sucedía en aquellos tiempos, el médico había de atender toda clase de
enfermedades y de asistencias y la especialidad era algo que empezaba y para
afecciones muy concretas como la tuberculosis o el riñón; pero, en general, la
actividad del médico era muy variada y así don Manuel atendía tanto a las
parturientas como a los niños, como a las roturas derivadas de una caída,
especialidad esta que le era muy grata y a la que, probablemente, le debió la
vida. La llegada del Movimiento supuso para el dr. Bethencourt del Río, como
para otros de sus ideas políticas, no sólo el arresto, detención, ingreso en
prisión y hasta la muerte en ciertos casos, sino en alguna ocasión la pérdida
de destinos o puestos que la envidia y la venganza hicieron posible como uno de
los aspectos más odiosos y miserables de las guerras civiles entre hermanos.
Don Manuel fue detenido y llevado en primera instancia a la tristemente famosa
prisión de Fyffes, instalada en los almacenes de esta compañía exportadora de
frutos, donde coincidió con su amigo y colega don Ernesto Castro. De allí lo
llevaron a un triste famoso barco fondeado en la bahía que hacía de prisión
flotante, creo recordar que frente a los que fueron los laboratorios de la
Junta de Obras, donde lo visitaba su mujer, Dolly Thomas, una vez a la
semana. Se decía que de allí sacaban a algunos para hacerlos desaparecer,
quizás en el mar, o fusilados, para lo que los conducían a "los
platillos" en el comienzo del muelle, y fue allí donde un buen día una
antigua clienta del doctor Bethencoiurt pudo verlo y acudió con toda diligencia
a sus amistades para darles noticia de lo visto y gracias a la gestión de los
cónsules de Alemania y de Italia pudo conseguirse que el doctor fuese reintegrado
a su casa, si bien con la presencia física continua de un policía, que casi
llegó a integrarse en la familia de don Manuel, a quien llegó realmente a
respetar profundamente.
Fue también don Manuel lo que hoy se diría una persona muy progre. Con él
llegó un poco el escándalo, y aparte de separarse pronto de su primera mujer,
acción en la que tuvo la ayuda y el consejo de su correligionario político, el
abogado y diputado Rodríguez Figueroa, un buen día no se le ocurrió otra cosa
que fugarse a París con una señora casada, con la que luego se casó una vez
que la República legalizó el divorcio, que para muchos fue una
verdadera tabla de salvación y permitió regularizar muchas situaciones. La
amistad con Rodríguez Figueroa fue grande y mi mujer recuerda verlos en su casa
de Enrique Wolfson, en los primeros días del Movimiento Nacional, hablando de
qué hacer, si presentarse o no y qué actitud tomar. De todos es conocido que
tanto él como su hijo Guetón fueron detenidos en aquella ocasión y
desaparecieron. La historia de la familia Rodríguez Figueroa está aún por
escribir, confío se haga con la debida ecuanimidad y justicia y recuerdo cómo
allá por el año 37, estudiante de 6º año de bachillerato en el Instituto
de La Laguna, alguna vez nos metíamos en la casa de don Luís Rodríguez
Figueroa, media abandonada en las proximidades del Juego de los Bolos y el
Camino de San Diego. Hace poco falleció también un hijo suyo, Elio, luchador
incansable por sus ideas comunistas e independentistas desde su vuelta a Canarias,
como hijos suyos eran también, entre otros, Layo y Hostilio, éste último
actualmente en una república sudamericana.
Hasta aquí algunos comentarios y recuerdos en torno al doctor don Manuel
Bethencourt del Río. De su vida social y profesional, poco va quedando en el
recuerdo de quienes lo conocieron (que ya quedamos pocos), aunque será
permanente en las instituciones políticas y profesionales a las que perteneció.
De su vida política, se encargan de resucitarla los que se dicen sus
correligionarios ideológicos. Por el contrario, es de su actividad en el campo
del deporte, de un deporte como el tenis antes de élite y hoy de multitudes
gracias a los Santana, los Sánchez Vicario y ahora los Nadal, es en esa
actividad donde va quedando un recuerdo permanente por su destacadísima
intervención en la fase inicial del mismo en nuestra isla, que los buenos
aficionados asocian al de Salvador Lecuona, que en la cancha de cemento de
Enrique Wolfson, en el Club de Tenis Bethencourt, inició su luego tan destacada
andadura.
Estimo que, en estos días que nos ha tocado vivir de reactivación de
recuerdos y refuerzo de nuestra identidad canaria, nuestra Federación de Tenis
o la autoridad deportiva pertinente debería instituir algún trofeo o torneo con
el nombre de don Manuel Bethencourt del Río, tanto en recuerdo de su nombre
como en memoria de quien fue, sin duda, el gran introductor de ese deporte en
nuestra tierra. Simple cuestión de justicia, a mi modesto parecer”
En el periódico tinerfeño la Opinión del 13 de noviembre del año
2007 se hablaba de la figura de Manuel Bethencourt del Río, conmemorando el 90
cumpleaños del partido socialista obrero Español tinerfeño, que también
trascribo en mi Blog personal y Altruista EFEMÉRIDES;; “Estos días, los
socialistas conmemoran el 90 aniversario de la fundación del partido en
Tenerife. El senador José Vicente González Bethencourt ha centrado el acto que
tendrá lugar hoy en el Círculo de Amistad XII de enero en torno a la figura de
Manuel Bethencourt del Río. Este médico canario fundó el partido en la isla
tinerfeña y llegó a ser concejal de La Orotava y presidente
accidental del Cabildo. En 1882 nació Manuel Bethencourt del Río en Teror, Gran
Canaria. Ahora, 125 años después, José Vicente González Bethencourt, senador
del PSOE por Tenerife, ha comenzado una investigación sobre aquel hombre
"inquieto" que el 22 de octubre de 1917 fundó el Partido Socialista
Canario en la isla tinerfeña. En el empeño no está solo. El senador asegura que
hay más gente que le está echando una mano. Lo que más le gustaría es, si duda,
conocer a algún pariente de Bethencourt del Río para recopilar más datos y
poder invitarle a la conmemoración del 90 aniversario del PSOE en Tenerife. No
obstante, González Bethencourt ha descubierto muchas cosas ya. Entre ellas, que
estudió medicina en Cádiz y que después perfeccionó su carrera en ciudades como
París, Berlín, Viena y Londres. Este médico canario que ejerció en Tenerife era
de una familia muy acomodada, que "procedía de un estrato burgués".
Sin embargo, cuando llegó a esta isla "ya vino con inquietudes
políticas socialistas" y, al parecer, con muchas ganas de defender a los
más maltratados socialmente.
Es más, "se convirtió en un hombre muy radical,
políticamente hablando". De hecho, continúa el senador, "en
Tenerife era la persona más radical que había a la hora de defender de los
trabajadores". Para lograr sus objetivos fundó el partido
socialista. "Él decía que la única manera de luchar era fundar el
partido y conseguir concejales". Y con él llegaron los primeros
concejales socialistas al Ayuntamiento de la capital tinerfeña. Pero no sólo
fundó el PSC-PSOE, sino también el sindicato UGT. Incluso ambas organizaciones
llegaron a compartir un local en la calle Ángel Guimerá.
El amigo y convecino de Santa Cruz de Tenerife DOCTOR JOSÉ VICENTE
GONZÁLEZ BETHENCOURT autor de su biografía, recuerda que cuando el
fundador socialista era concejal de La Orotava se produjo una crisis
económica en el sector agrícola. "Los agricultores pasaron mucho
hambre y él propuso que el ayuntamiento les subvencionara". Pero no hubo
forma; "no consiguió ser aprobada porque la mayoría del ayuntamiento era
muy conservadora", asegura. Este es uno de los gestos y actos que el
fundador del PSC en Tenerife realizó en su vida. El senador desvelará muchos
más en el acto previsto hoy a las 20 horas en el Círculo de Amistad XII de
enero. En el acto también participarán el alcalde de Las Palmas de Gran
Canaria, Jerónimo Saavedra, y el secretario general de los socialistas
canarios, Juan Fernando López Aguilar, entre otros. González Bethencourt
asegura que si Bethencourt del Río levantara la cabeza estaría orgulloso
"porque en el partido aún hay gente como él". Pero, claro, ahora
los socialistas no se juegan tanto como él se jugó en aquella época. El 18 de
julio de 1936, cuando ejercía como presidente accidental del Cabildo de
Tenerife, fue arrestado y encarcelado por Francisco Franco. Primero estuvo en
la prisión de la calle San Miguel, luego fue trasladado a la cárcel habilitada
en el barco ´Adeje´ y, finalmente, terminó su condena en la prisión de Fyffes,
cerca de lo que ahora es el instituto de El Chapatal. Quedó en libertad en el
año 1939, pero fue de nuevo encarcelado por ser masón y en base a la
Ley de la Represión de la Masonería y el
Comunismo. Fue, según los datos de González Bethencourt: “el
propio colegio de médicos el que informó de su pertenencia a la logia masónica
del templo que aún existe en la calle San Lucas. Cuando salió de prisión lo
hizo ya enfermo y poco después murió. Además, el régimen franquista le impidió
ejercer como médico”.
(Bruno Juan Álvarez Abreu)
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