Estamos nerviosos, nos
llega nuestro tío Pedro con su mujer y sus hijos, a los que no
conocemos, con ánimo de quedarse definitivamente. El avión de Venezuela
está a punto de aterrizar.
Transcurren los minutos y con el corazón en un puño
esperamos verlos aparecer. Mientras, los recuerdos... la mayoría
tristes, desfilan apresuradamente. Eran tiempos difíciles. Aún me parece
verlo, con lágrimas en los ojos, despedirse de nosotros, de su tierra.
Las circunstancias le obligaron. No había otra salida, o nos moríamos de
hambre.
La escena se repite y lo viene haciendo cada vez con
mayor frecuencia en los últimos meses. Es época de vacas flacas. Se
acabó el maná venezolano. Pedro, como tantos otros canarios, retorna a
su Patria, la nuestra, después de haberse dejado la piel en un país que
lo acogió con los brazos abiertos.
En las últimas fechas se viene comentando, sobre
todo desde instancias oficiales, el gran "problema" que se avecina con
la llegada masiva de miles de canarios que regresan de Venezuela. Se han
llegado a facilitar cifras concretas: veintitrés mil para unos, treinta
mil para otros. Por supuesto que quienes comentan esas cifras lo hacen
con la sensación, al menos, de preocupación por cómo y dónde se va a
colocar esa gente, con la escasez de trabajo y viviendas que hay en
estos momentos... Desagradecidos es lo menos que se les puede llamar a
los que así piensan y se manifiestan. ¿O es que no se dan cuenta que son
nuestros hermanos, tíos, primos, abuelos, que emigraron porque se
vieron obligados a ello, ya que en esta desgraciada colonia no había
infraestructura económica y social que lo impidiera y porque en estas
desafortunadas Islas la "madre patria", lo que ha venido haciendo desde
la conquista es explotarlas y sacar la mejor tajada posible? De manera
que no podemos acoger a nuestros hermanos que, dicho sea de paso, nos
ayudaron a mantenernos en los años difíciles con los bolívares que nos
enviaban y, sin embargo, nos bajamos los pantalones ante los cientos de
miles de intrusos que nos invaden. ¿Pero es que no somos capaces de
darnos cuenta?. Nuestro pueblo agoniza y aquí no pasa nada. Nos quieren
fagocitar, engullir, disolver, eliminar y nosotros aún nos lo pensamos
para decir ¡Bienvenidos hermanos!.
Ya en su tierra, Pedro, al poco tiempo y de casualidad escuchó:
¿Sabéis lo que os digo? Los nativos cuanto más
incultos y analfabetos se mantengan, mejor. Menos lata darán si no se
enteran de que son una nación con cultura e identidad propias. Hay que
evitar a toda costa que "las Canarias" se nos vayan de las manos como ya
lo hicieron todas las demás. Contra independencia, dependencia. La
mejor manera es anular todos los sectores comerciales e industriales en
los que ellos destacan y con los que pueden ser autónomos. ¡Golpe de
muerte a la pesca, a la agricultura, a los puertos francos, a la
industria tabaquera, al medio ambiente...! ¡Oye, que tampoco se
desarrollen las energías alternativas, pues perjudican a Endesa!.
Señores, estamos de enhorabuena, porque todos estos objetivos se han
conseguido o están a punto de liquidarse. Los canarios nos importan un
bledo, pero vamos ahora a hacerles creer a esos africanos que son
europeos para ver si así nos dan menos lata. En cualquier caso, papá Sam
y mamá OTAN nos han recomendado, mejor, nos han advertido, que de
ninguna manera dejemos libre a un territorio tan estratégico que,
además, está destinado a ser el solarium de Europa y, por lo tanto, no
interesa que allí se desarrolle algo más que no sea el turismo. Pero
oiga, eso sí, todo controlado. Nada de empresas autóctonas. El capital
no debe quedarse en las Islas. Significaría desarrollo e independencia y
eso es malo. Va contra nuestros intereses, pues tienen que ser ellos
los que nos limpien y sirvan. Además, fíjate si son ignorantes estos
canarios, que les hemos creado dos o tres focos de tensión y se están
vapuleando entre ellos, pleito va pleito viene. Los muy zoquetes, pero,
¿qué se puede esperar de esos moros...? Aunque no conviene decirlo muy
alto, no sea que se den cuenta de que están vendidos y de que fuimos
nosotros los encargados de ello. Pobrecitos canarios, peleándose entre
hermanos por chorradas, sin darse cuenta de lo que se les viene
encima... ¡Ya son nuestros!.
Publicado en 1989.
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