EL TEMPLO CATÓLICO NEOCLÁSICO DE AGÜIMES
Es la primera de las tres
iglesias parroquiales que ha tenido Agüimes fue construida en los últimos años
del siglo'XV. Aquella iglesia primitiva, más bien pequeña y de modesta
arquitectura, debió tener reminiscencias de un goticismo tardío, porque eso era
lo que trajeron los primeros pobladores después de la conquista. Y, desde muy
pronto, debió ser "iglesia parroquial", como Agüimes debió ostentar muy
tempranamente el título de "Villa", perqué así consta en la data más
antigua de su archivo, 1505, donde aparece esta doble nominación, y no como
algo reciente, sino como algo que venía de fechas anteriores. Tenía esta
iglesia, desde sus inicios, varios lienzos traídos de Flandes, y algunos
regalados por la vecina de Agüimes doña Inés Chimida, que pagó por ellos 4.400
maravedís. Y entre sus muros fue enterrada una princesa guanche, la tercera
hija de don Fernando Guanarteme, llamada Mastegena o Masequera, doña Catalina
Hernández Guanarteme, muerta en Agüimes del "mal de pestilencia" en
1526. Esta primera iglesia, de frágil estructura, apenas duró hasta 1527.
La segunda iglesia se edifica en
1534, de acuerdo con el proyecto del Visitador General don F. Ruiz, que ordena
en 1527 que "se faga el cuerpo principal de la dicha iglesia con su
portada de cantería y un campanario encima y las esquinas labraí)as"*de la
misma cantería y al cabo de la dicha iglesia un arco toral... y a las espaldas
del dicho arco se fagan sostenes de cantería para seguridad del dicho arco, y
encima de la dicha portada se faga el u eco de una claraboya para que dé lumbre
a la dicha iglesia". Este templo se mantuvo en pie casi cuatro siglos,
hasta 1888, y tenía también algunos elementos góticos de transición, como los
dobles baquetones, separados por una escocia, que se prolongaban en forma de
archivoltas por el arco de medio punto de la portada. Era de una sola nave,
pero en 1570, gracias a los desvelos de don Amador Espino, se le añadió la
capilla del evangelio, dedicada después a la Virgen del Rosario, de acuerdo con el diseño que
hizo el Maestro Mayor de la
Catedral ; y en 1620, un hijo de don Amador Espino, don Juan
Bautista, Arcediano de Canarias, edificó la capilla de la epístola en honor de la Virgen de los Remedios. Con
estas dos capillas la traza rectangular de la iglesia se transformó en planta
de cruz latina. Era el Arcediano muy amigo del canónigo Cai-rasco de Figueroa,
que le deja en su testamento "uno de los jarros de plata que yo tengo",
y le da poderes para imprimir su Godofredo Famoso y para la venta de este libro
y el Templo (Militante.
No menos importante había sido la
reforma que hizo en 1611 el cantero Melchor Pinero, sustituyendo el campanario
de espadaña por una torre al lado derecho de la fachada y haciendo importantes
trabajos en la portada techos y cuerpo de la iglesia. Más tarde se cubrió la
torre con un capitel "por el rigor del invierno y por ser esta Villa tan
ventosa". La iglesia medía desde la" puerta principal hasta las gradas
del presbiterio 24,50 m. de largo por 7,70 de ancho, con una altura de 6
metros. La altura del presbiterio, cubierto por una bóveda de media naranja,
era de 8,15 m.
Por un mandato de 1554, en el
pontificado de don Diego Deza, se compró para esta iglesia, traído de Flandes,
"un retablo de pincel en que está pintado el descendimiento de la cruz;
tiene sus puertas en que están cada tabla trasdorada". Y en 1673 se
inauguró el Sagrario Mayor de Lorenzo Campos, como consta en el acta que inscribió
de su puño y letra, al comienzo del libro tercero de Bautismos, el párroco don
Mateo Pérez Villanueva: "En veinte y cuatro de diciembre de mil y
seiscientos y noventa y tres años se puso el sagrario en esta santa Iglesia
Parroquial de la Villa
de Agüimes. Obrólo Lorenzo de Campos, Maestro Mayor de Arquitectura, natural de
La Palma. Costó
cuatro mil quinientos reales y para ello dio de lismona el lltmo. Sr. Doctor D.
Bartolomé García Ximénez, Obispo que de presente es de estas Islas, doscientos
ducados de plata de a once reales de la moneda corriente de estas islas. Lo
demás lo suplió la limosna de los vecinos de dicha villa. Y para que en todo
tiempo conste, yo como cura que soy de dicha parroquia lo firmé en dicho día,
mes y año ut supra. Soli Deo honor, et Gloria. Matheo Pérez Villanueva".
Este sagrario era la primera manifestación del estilo barroco en Agüimes y su
estreno tuvo rango de verdadero acontecimiento. Por la riqueza de su dorado y
por sus grandes proporciones, debió brillar como un ascua de oro al fondo de 'la Capilla Mayor ,
solitario y grandioso, como si fuera el más antiguo retablo arquitectónico de
la iglesia. El pueblo lo llamó la "pella de oro", y su importancia
estriba en tres motivos fundamentales: en la originalidad de su estructura, que
fue imitada en todo el archipiélago hasta el siglo'XVIII, creando un nuevo
arquetipo de sagrario; en el uso sistemático de la columna salomónica, que se
impuso definitivamente en Canarias a partir de este sagrario, y en el hecho de
ser la única construcción arquitectónica de Lorenzo Campos que ha llegado a
nosotros, por lo que hay que ir necesariamente a Agüimes si se quiere conocer
la obra del gran artista.
Buena parte del tesoro artístico
de Agüimes se hizo o se adquirió para este segundo templo. Podemos recordar el
San Sebastián de Martín de Andújar, de 1632; el Crucificado del altar mayor de
Diego de Campos, de 1718; el retablo de Animas, del mismo año, de Diego de
Campos y Diego Pérez Infante; la
Virgen de la
Esperanza de Lujan Pérez, de 1799, la lámpara mayor, de 1649;
la urna del Monumento, de 1771-1775, y la cruz procesional, de 1787. Otra parte
llegó a este templo al desaparecer en un incendio el convento de Santo Domingo,
como la custodia del Corpus, de 1775, la Virgen del Rosario y otras cuatro esculturas de
Lujan; o, al derruirse la ermita de San Antonio Abad, como el retablo y el
Crucificado del Calvario, de hacia 1764.
La tercera iglesia, que es la
actual, es uno de los templos mejor logrados del neoclasicismo canario. El
limpio contorno de sus líneas, la gravedad y elegancia de sus torres, la
mejestuosi-dad de su cúpula, la solemne presencia de sus volúmenes, su sólida
grandeza de piedra y su augusta serenidad arquitectónica imponen a la villa
señorial una nueva fisonomía y un nuevo estilo. Agüimes, el pueblo más
neoclásico de la isla, bien ha podido ser cantado con clásicos ritmos
endecasílabos. Para Pedro Jarquis es "uno de los mejores templos que se
han levantado en el Archipiélago".
La obra comenzó el 3 de abril de
1787, en virtud de una orden del obispo don Antonio Martínez de la Plaza , con una primera
partida de 13.326 reales y 31 maravedís, que se emplearon en la extracción,
labra y transporte de cantería. Y en 1 de marzo de 1793 el obispo Tavira y
Almazán, en su visita a Agüimes, apremia con el siguiente mandato:
"Hallándose con algún caudal sobrante de Fábrica, y teniendo acopiados no
pocos materiales, y confiando, como confiamos, de este Vecindario que
continuará con el zelo que hasta aquí, contribuyendo con sus limosnas y
jornales para el edificio de la nueva Iglesia Parroquial que hace tiempo está
resuelto, mandamos se dé principio del, luego que venga un Arquitecto que dé
las disposiciones convenientes y arregle el Plan que ya está trazado, y dé un
dictado sobre el paraje en que deberá edificarse, atendiendo a la comodidad de
la mayor parte del pueblo, a la mayor economía y aprovechamiento de materiales
y proporción de tierra para los sepultos, sin olvidar que Su Majestad tiene
mandado últimamente que se hagan Campos Santos, renovando la antigua práctica
de la iglesia, tan conforme a su espíritu, y tan necesaria para el decoro de
los templos y para la salud pública". En cumplimiento de este mandato, se
señaló su emplazamiento en terrenos contiguos a la segunda iglesia, se eligió
para dirigirla al alarife don Juan Pérez de León y se colocó la primera piedra
el 21 de agosto de 1796. Así consta en el acta que se levantó con motivo de tan
importante acontecimiento: "En la
Villa de Agüimes, Cámara Ep., Domingo por la tarde tercero de
agosto, veinte y uno de mil set. noventa y seis años, día de Santa Juana
Francisca, termino de cantar yo don Vicente Sánchez de Almeida, Cura de esta
Parroquia de San Sebastián de esta Villa, con licencia del Sr. Dr. Don Mig.
Mariaho dé Toledo, Dig. de Chantre de la Sta. Iglesia , Juez
Apeo, de la Sta. Cruzada ,
Provisor y Vic. Gral. de este Obpdo., por el lltmo. Sr. Dn. Antonio Tavira y
Álmazán, Dign. Obpo. de estas isías mi Señor, dada en Canaria a once de dicho
mes y año, bendije la primera piedra de esta nueva Iglesia Parroq., según el
Ritual Romano, y la coloqué en la esquina colateral del lado de la Epístola habiendo puesto
el día antes la Cruz Dn.
Franco.'Xuares Romero, Preb. primero encargado de esta obra, acompañándole todo
el clero, lo que se hizo con Repiques, cuya Función se celebró con la mayor
solemnidad y concurso de toda la Jurisdicción , a la que asistió, todo el clero qe.
se compone de los su-i getos sgtes. Presid. el referido don Franco.'Xuares
Romero, Dn. Josef de Quintana Sacristán mayor, Dn. Josef Urquía Mayordomo de la Fábrica , Dn. Antonio
García, Dn. Josef de León y Dn. Pedro Guédez, de Menores D, Franco. Pérez de
Acinad, y de Tonsura Dn. Isidro la
Isla de Tenerife en la Parroqa. de Sta. Úrsula y para qe. en todo tiempo
conste lo firmé, fecha ut supra. Vicente Sánchez".
De la primera a la última piedra
se tardarían 144 años, con dos largos intersticios de 39 y 51 años. Los planos
son del canónigo don Diego Nicolás Eduardo, que los diseñó hacia 1787, con
algunas modificaciones de Antonio Hernández y Francisco de la Torre y con un añadido del
arquitecto Massanet para los camarines de la Virgen del Rosario. Comenzadas las obras, se
trabajó casi sin interrupción desde 1796 hasta 1837. Se contaba entonces con el
noveno de los diezmos de la
Cámara Episcopal que ascendía a unos 30.000 reales, con los
60.000 que donaron los obispos Tavira y Verdugo y con las aportaciones
personales de los vecinos. Bajo la dirección de Pérez de León se hicieron los
cimientos, se levantaron los muros laterales y el testero casi hasta los tela
parte ornamental y dejándolo empobrecido. Su dirección alcanza hasta rebasar la
línea de los ojos de buey. Don Domingo Déniz la considera como obra de
"muy mal gusto", en que no figura orden ninguno, sino unas fajas de
cantería caprichosamente dispuestas, sin bases ni capiteles". La fachada,
que es toda de cantería, se salvaría por la elegancia de un frontón central y
la esbeltez de las torres. Suprimidas entonces las rentas decimales y aprobadas
las leyes desamortizadoras, quedó paralizada la obra durante 39 años, hasta
1876.
Martín. Asistió asimismo la Comunidad de este
Convento de Ntra. Sra. de las Nieves de la Orden de Predicadores, siendo su Prior el P. Fr.
Juan Velázquez de Ortega Predor. General, Alcalde Ordinario de esta Villa Dn.
Juari Xuares de Alvarado Tnte. de Milis, y B. Dn. Antonio Gordillo, y el
Maestro principal de esta Fábrica Juan Peres de León, natural de chos y se
alzaron las columnas hasta cerca de los capiteles. Pero no se comenzó la
fachada que, por indicaciones del General don Francisco Tomás Morales, nacido
en el Carrizal de Agüimes, se encargó en 1827 al Maestro Mayor don Antonio
Hernández que, con poca fortuna, modificó los planos primitivos, simplificando,
por razones económicas.
Mientras, se gestiona inútilmente
la ayuda de los poderes públicos. En 1858 aparece la figura de un clérigo
joven, don Alejandro González, hijo de Agüimes, interesándose por la
continuación del templo "a espensas de sacrificio de su parte y de parte
de todos los vecinos principales del pueblo con-quienes había contado". Se
insiste de; nuevo, en 1863, en una subvención oficial y, para unirlos al
expediente, se encargan unos planos a don Francisco de la Torre , que tendrá en cuenta
los planos anteriores y la obra realizada. Y en 1876, fracasadas todas las
peticiones de ayuda estatal, y aprovechando un momento de entusiasmo popular y
el apoyo del obispo Urquinaona, el cura don Ignacio Mederos "se decide a
continuar la construcción de la iglesia". Se constituye una Junta
Directiva para vigilar e impulsar los trabajéis. Se encarga de la dirección al
alarife don Francisco León Quevedo. Y don Francisco de la Torre tiene que rehacer los
planos, al no conservarse copia de los enviados a Madrid. Con arreglo a estos
planos se continuará la fábrica de la .iglesia hasta su total terminación.
Pero el alma de esta empresa
sería don Alejandro González, -Beneficiado entonces de la Catedral y después
Arcediano de Manila y Canónigo de Canarias, que, desde 1877 hasta 1881, se
dedicó enteramente a impulsarla. Su gran ilusión era ver construidas las
bóvedas y poder levantar el cimborrio. Hablar del cimborrio en Agüimes era y
es, como hablar de don Alejandro González. A su amparo descansan hoy sus restos
mortales. De 1876a 1888 se alzaron las arcadas de las naves, se tendieron las
bóvedas, se alzó la gran cúpula y casi se termina la torre campanario. Se
disponía del medio diezmo de los granos de 1876 y-de la venta de tierras
cedidas por los vecinos con un producto de 3.357 pesos. El obispo Urquinaona
donó para las bóvedas 8.000 reales y 10.000 para la cúpula, incrementados
después con 3.000 reales del Vicario Capitular y 2.080 del obispo Pozuelo.
Mientras tanto, el viejo templo
parroquial amenazaba ruina y el culto tiene que trasladarse a la iglesia del
convento. La situación se agrava cuando el 3 de julio de 1887 se declara un
incendio que destruye totalmente el convento y su iglesia, y la parroquia tiene
que volver a su antigua iglesia a punto de derrumbarse. El mayordomo de Fábrica
don Gregorio Rodríguez se traslada a Teror para informar al obispo don José
Pozuelo que, entre otras cosas, dispone
que si la iglesia quedara
inservible antes de terminarse el nuevo templo, "todos los servicios
parroquiales se trasladarán a las iglesias del Carrizal, Juan Grande o Sardina,
oído el Alcalde y otras personas", y dona 114 duros con 20 céntimos para
encalar el interior de la iglesia nueva. Con una suscripción del pueblo se
embaldosan el presbiterio y unas "400 varas de las naves". Se
construyen de nuevo en Las Palmas las 12 vidrieras del cimborrio, porque las
que habían regalado quedaron destruidas en el incendio del convento, donde se
habían depositado. Se pagan al carpintero Francisco León 851 pesetas con 50
céntimos por la puerta mayor, que hubo que llevar a hombros desde ingenio,
porque la carretera no llegaba todavía hasta Agüimes. Y el párroco don
Sebastián Parer ofrece 300 pesos para terminar las sacristías. El 11 de
diciembre de 1888 el Arcipreste del Sur y Cura de Ingenio don Santiago Sánchez
Dávila informa al obispado que "en su conjunto el edificio ofrece mucha
seguridad, arquitectónica belleza y magnificencia admirable y
extraordinaria". El día ¿2 autoriza el obispo la bendición solemne y
delega para ello en don Alejandro González que había regresado de Manila y era
ya Canónigo de Canarias. Señalada la fecha del 30 de diciembre, la inauguración
tuvo caracteres de verdadero acontecimiento. Desde que se puso la primera
piedra hasta su inauguración habían transcurrido 92 años, 4 meses y 9 días.
El acta de tan gran solemnidad
recoge el hecho con rigor notarial: "En esta muy leal y muy noble Villa de
Agüimes, antigua Cámara Episcopal, domingo treinta de Diciembre de mil
ochocientos ochenta y ocho, hallándose concluido en su parte material la
manipostería y arquitectura del nuevo templo; habiendo el Noble Sr. Cura
Párroco Don Sebastián Parer y Torrent presentado al Excmo. e lltmo. Sr. Doctor
Don José Pozuelo y Herrero, Dignísimo Obispo de esta Diócesis, en diez del
actual la conclusión de las obras del templo y la necesidad de proceder pronto
a su habilitación para el culto divino por haberse arruinado y derruido la
primitiva Iglesia parroquial, único Templo que existía en esta Villa desde el
tres de junio de mil ochocientos ochenta y siete, en que un voraz incendio
redujo a escombros y cenizas la hermosa y devota Iglesia de Santo Domingo,
ex-convento de Padres Predicadores, S.E. lltma. dispuso que por el Señor
Arcipreste del Sur, Doctor Don Santiago Sánchez Dávila, se hiciese un minucioso
examen del Templo y sus adherentes; lo cual hecho y dictaminado por dicho
arcipreste informe favorable, el mismo Excmo. Sr. comisionó al Sr. Canónigo de la Santa Iglesia
Catedral de Canarias Don Alejandro González Suárez, Caballero del Sto. Sepulcro
de Jerusalén y natural de esta misma Villa, como Delegado para hacer la
bendición solemne del referido Templo cuya dedicación al Culto público decretó
en la misma fecha. El dicho Sr. Canónigo cumpliendo con la comisión delegada,
acompañado del Maestro de Ceremonias de esta misma Iglesia Catedral Don Ignacio
Jiménez y Romero, se trasladó a esta Villa en el día de la fecha y revestido de
sagrados ornamentos en la
Capilla Bautismal de dicha Iglesia vieja, en unión de los
Sres. el mencionado Cura párroco de esta Villa y de Don Joaquín Romero y
Rodríguez, Presbítero y natural de la misma, que hicieron de Diácono y
Subdiácono respectivamente, se salió en procesión de la misma, presididos de la Cruz parroquial, se hizo la
bendición solemne del nuevo templo con todas las ceremonias que prescribe el
Ritual Romano, y por último se celebró la Misa solemne que cantó el mismo Sr. Canónigo
sirviéndole de diácono el referido Presbítero Don Joaquín Romero y de
Subdiácono el Presbítero don Antonio Artiles Rodríguez.
Predicó el sermón alusivo al acto
el distinguido orador sagrado Doctor don Pedro Díaz y Suárez, Vble. Párroco de
Sto. Domingo de Las Palmas, el cual cautivó la atención del numeroso y escogido
auditorio con la belleza de su discurso, exhortando al pueblo en nombre del Sr.
Delegado a que continuasen protegiendo la obra con sus trabajos y limosnas,
como hasta el presente.
Terminada la función solemne, el
mencionado Sr. Cura párroco celebró misa rezada en el altar mayor y con ella se
dio fin a la solemnidad de este día de gratísimos recuerdos para los habitantes
de esta Villa.
Y en cumplimiento de lo dispuesto
por el Excmo. e lltmo. Prelado Diocesano, se extiende la presente acta que
firman dicho Sr. Delegado y el Vble. Sr. Cura párroco de que yo el presente
Notario doy fe. Alejandro González, Sebastián Parer, Párroco, Pedro Santana,
Notario Eclesiástico.
Inaugurada la nueva iglesia, a
pesar de los buenos deseos, DO pudo terminarse hasta 52 años más tarde, en
1940. Era entonces párroco don José Cárdenes Déniz, hombre emprendedor y de
singulares dotes, que supo encauzar la generosidad inigualada de la ¡lustre
dama doña María Jesús Melián Alvarado. En 1939 se levantan la torre del reloj
hasta su total terminación y el frontón que remata el imafronte. En 1940 se
construye la balaustrada superior que bordea todo el exterior del templo, se
hacen los camarines con la gran escalera de acceso, se labra el rosetón central
y se dignifican las puertas de las sacristías. El resultado ha sido la
culminación de uno de los templos más bellos de la diócesis. De planta basilical,
consta de tres naves de igual altura, con bóvedas de medio cañón, separadas por
dos series de columnas toscanas y arcos de medio punto. En el crucero, sobre
los arcos torales y pechinas, se levanta el cimborrio, altivo y dominante,
único en Canarias, con un tambor de 12 ventanales que sostiene la gran cúpula,
coronada por un cupulino. Al fondo, la capilla mayor forma un ábside
rectangular. La luz penetra tamizada por los vitrales de las diez ventanas
laterales y los grandes ventanales del cimborrio. Todo el imafronte es de
cantería, con majestuosas torres gemelas, coronadas por la media naranja y el
lucernario, y con un frontón central de singular belleza. En su conjunto y
dentro de las líneas austeras del neoclásico, la obra es sencillamente
monumental y sorprende por su pureza estilística, por su excelsa magnitud y por
su empaque solemne.
Joaquín Artiles, en: Revista Aguayro
Año XII nº 141, mayo-junio de 1982.
(Archivo Personal de Eduardo Pedro García Rodríguez)
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