LAS INSCRIPCIONES LIBICO-BEREBERES EN CANARIAS
Existen numerosas inscripciones
de tipo líbico—beréber en las Islas Canarias, de las cuales se desconoce
actualmente, al menos con detalle, cómo se originaron en su momento. Los
habitantes que viven en las cercanías de dichos lugares los vienen llamando con
nombres como "Los Letreros” “Barranco de los Letreros", identificando
así acertadamente el carácter de los grabados desde hace mucho tiempo, incluso
desde mucho antes de que surgiera interés en su investigación por parte de
letrados de la cultura occidental.
Pero si bien el pueblo tenía y
tiene conocimiento de la existencia de estos grabados, desconoce en la
actualidad su significación e historia; hace ya demasiado tiempo que aquí no es
costumbre expresarse con estos caracteres sobre la roca volcánica, y en
consecuencia sólo yacen allí como testigos de un elemento cultural del pasado
de un pueblo.
Cuando salió a la luz una de las
primeras publicaciones de los grabados de Los Letreros en el Julan (Hierro),
(Boletín de la
Sociedad Geográfica de Francia, en 1875), aparecían descritos
los signos alfabéticos de la siguiente manera:
"Existen inscripciones
grabadas en la roca en el sentido vertical, según la inclinación de la
corriente de lava, y otras en el sentido horizontal: los signos que las
componen se hallan, por consiguiente, colocados unos sobre otros, o bien se
suceden en el sentido de la escritura ordinaria. Todos estos caracteres así
expresados, y que reproduce la fig. 11 A., forman tal vez palabras o frases.
Pero estos signos gráficos
¿pertenecen a una escritura, representarán letras de un alfabeto, o bien es
preciso considerarlos como jeroglíficos, reproduciendo palabras, frases o ideas
determinadas? ¿Pertenecen a un sistema gráfico de uno de los idiomas fenicios,
líbicos, púnicos, berberiscos o amazirgas? He aquí lo que sólo un estudio
comparativo con 'las inscripciones lapidarias encontradas en África, podrá
hacer constar.
Hoy día, después de haber
avanzado considerablemente la investigación de la escritura l íbico—beréber,
podemos afirmar lo que antaño intuía el autor de este artículo: los signos
pertenecen a un tipo de escritura alfabética, y por lo tanto son una
representación grafica de un mensaje lingüístico. También la propuesta del
estudio comparativo con las inscripciones norteafricanas es acertada, ya que
constituye el único paralelo válido para determinar el sistema gráfico a que se
asemejan los caracteres.
Asi resulta que en África Septentrional
existen inscripciones muy parecidas a las que encontramos en Canarias,
representantes de la escritura líbico—beréber, de la cual a su vez la nuestra
forma parte.
Ahora bien, el líbico—beréber
posee unas características especiales que lo diferencian de nuestra actual
escritura, y que consideramos importante mencionar, porque de éstas resultan
muchas de las dificultades a la hora de transcribir textos escritos con este
alfabeto. Nuestra escritura, la latina, apenas tiene variantes escriba un ingles, francés o español; todos usarán las
mismas letras (con muy escasas excepciones) y ellas tendrán el mismo valor en
cualquier texto. Esto no ocurre en el libicoberéber, aquí' nos encontramos que
según el ámbito geográfico donde se halla la inscripción, o la época en la que
se originó ésta, presenta diferencias en cuanto a sus signos. Estas se
manifiestan en dos aspectos: hay letras en una zona que no existen en otra y
también un signo idéntico en dos lugares puede tener, sin embargo, dos valores
completamente distintos.
En la existencia de dichas
variantes posiblemente habrá' influido el que los múltiples autores de las
inscripciones habitaban regiones muy distanciadas geográficamente, y muchas
veces con escasísimo contacto entre sí.
Para facilitar la comprensión de
lo que implica la aparición de dicha escritura en Canarias, hemos creído
conveniente separar este artículo en dos apartados: el primero será una breve
exposición de las características generales de la escritura líbico—beréber, y
el segundo de las que existen aquí en este archipiélago.
Los signos de esta escritura son
de aspecto geométrico, formados por: líneas (rectas, curvas y quebradas),
cuadrados, círculos, puntos o combinaciones de cualquiera de los anteriores.
Entre una letra y otra siempre hay un espacio (no es cursiva), siendo este
espacio el mismo, ya sea para separar dos letras o dos palabras. Se escribe de
derecha a izquierda y viceversa, y de arriba abajo y viceversa, y también una
línea horizontal puede seguir a una vertical. Según la región donde se hallan
estas inscripciones suele predominar un tipo de dirección concreta (en Canarias
la vertical). La escritura es alfabética, pero cada signo designa a una
consonante; las vocales no son representadas en la grafía.
Este tipo de inscripciones sólo
se ha encontrado hasta ahora en el Norte de África (incluimos aquí a Canarias),
por lo que la podemos considerar una escritura autóctona africana.
La mayoría de los pueblos que
usaban dichos caracteres fueron cambiándolos por otros sistemas alfabéticos en
los diferentes momentos de su historia, y en la actualidad han perdido todo
contacto con ella, hasta tal punto que ni la usan, ni conocen su significado.
Sin embargo, se conoce un grupo
social que sin interrupción ha mantenido la tradición de expresarse por medio
de esta escritura; se trata de un pueblo beréber, el tuareg, cuyo habitat se
extiende actualmente por el desierto del Sahara, ocupando políticamente parte
de Argelia, Niger, Libia y Mal í. Ellos llaman a su escritura lifinagh, y es el
tifinagh el representante de la escritura líbico—beréber, de la que se conoce
no sólo el inventario completo de signos, sino también el valor exacto de cada
uno de ellos.
Existen también unas cuantas
inscripciones bilingües líbico—púnicas y líbico—latinas, cuyas interpretaciones
nos proporcionan valiosas ayudas, aunque sólo abarcan regiones y épocas muy
limitadas.
Otro dato es que los tuareg,
conocedores del tifinagh, tampoco están capacitados para traducir textos que no
pertenecen a su escritura y lengua, corroborando así el hecho de que las
diferencias entre las diversas inscripciones son considerables.
En relación con la lengua que
representan estas inscripciones, podemos afirmar con cierta seguridad una
identidad beréber, aunque tengamos que entender este término muy ampliamente;
es decir, extenderlo a varios modos de hablar que han sido aglutinados bajo el
término lingüístico beréber, sin que ello implique una homogeneidad idiomática
tajante.
Así, el dialecto del Ahaggar
(hablado por los tuaregs), pertenece al beréber, y también el guanche tiene sus
afinidades mayores con esta lengua, y es considerado como un dialecto de ella.
Este es también el caso de las restantes inscripciones de África del Norte, que
se encuentran en zonas de habla beréber o zonas que se supone fueron
ber-berófonas en tiempos anteriores. Por último, ninguno de los invasores
europeos llegó a adoptar esta escritura, pudiéndose descartar con toda
seguridad que las inscripciones representen alguna lengua de ellos.
LAS
INSCRIPCIONES LÍBICO - BEREBERES EN CANARIAS
Suponemos que estas inscripciones
dejaron de grabarse como elemento de expresión en Canarias lo más tardar al
desaparecer la lengua guanche (a la que pensamos que representaba), ya que
ninguna escritura puede subsistir sin una lengua a la que representa. Por otro
lado, sabemos con certeza que los colonizadores españoles-no llegaron jamás a
usar esta escritura, por el simple hecho de que infravaloraban a todo elemento
ajeno a su propia "cultura. En este marco de menosprecio y represión a las
manifestaciones culturales del guanche (la prohibición de su lengua es un buen
ejemplo), se suceden varios siglos en los que ni se investiga, ni se practica
la antigua lengua y escritura del habitante del Archipiélago. Y "cuando
tardíamente surge interés en el'.estudio de los temas canarios, tampoco 'se
harán éstos para reivindicar a la cultura autóctona, sino ocurre todo lo
contrario; solamente dan importancia a las cuestiones relativas a su autoría (si
proceden de guanches o visitantes extranjeros), y su posible traducción.
En cuanto a la autoría de las
inscripciones, no ha podido ser demostrada, como tan insistentemente se ha
querido a veces, la presencia de supuestos forasteros en todas aquellas islas
donde existen los grabados y que además cumplieran dos requisitos
indispensables: tener una afinidad lingüístico—cultural con los guanches, y
haber permanecido temporadas en las islas Hierro, La Palma y Gran Canaria en
época anterior al dominio cultural y político por parte de los españoles.
Creemos así que la escritura
líbico—beréber tiene que ser valorada como una parte más de la historia
prehispánica, y solamente la reconstrucción y elaboración del conjunto de todos
los elementos culturales nos permitirá conocer el pasado isleño, con sus
evoluciones y contactos, que con otros pueblos habrá tenido antes de sufrir la
integración a la Corona
de Castilla. El estudio de los grabados líbico—bereberes en Canarias debe
llevarnos en primer lugar al conocimiento de las condiciones y estructuras
sociales en cuyo marco se producirían
las inscripciones.
Citamos a continuación a manera
de brevísima reseña las principales estaciones donde aparecen los signos
alfabéticos. Algunas de estas estaciones están en inmediata cercanía de otros
restos aborígenes; junto a tagorores, enterramientos, etc. La importancia de
vincular estos elementos radica en que sólo un estudio conjuntado puede aclarar
la significación y objetivo de la escritura, dentro del grupo social a que
suponemos pertenecía.
Las inscripciones
líbico—bereberes no se hallan representadas en todas las islas, no hay indicios
de que existan en Tenerife, Gomera y Lanzarote.
Hay un testimonio escrito de una
inscripción en Fuerteventura, pero su autenticidad es dudosa porque su
existencia no ha podido ser localizada en época reciente. Tampoco la
combinación de los signos que la componen es la usual en el resto de las
inscripciones canarias.
En la isla de La Palma se ha encontrado una
inscripción en una cueva de Tajodeque, situada en un paso a la Caldera de Taburiente
desde el Norte, y a unos 2.000 metros de altura aproximadamente.
No obstante, las manifestaciones
más numerosas de estos grabados se encuentran en el Hierro (Julan, Caleta,
Candía, y Bco. de Tejeleita) y Gran Canaria (Bco. de Balos).
Alfabeto Tuareg e inscripciones
del Sahara
No podemos descartar que los
grabados alfabéticos conocidos actualmente no sean más que una parte de los que
en su día existían, ya que gran número de ellos habrán sido destruidos con el
paso del tiempo; bien por factores de la naturaleza (erosiones, corrrientes
lávicas posteriores, etc.) o bien por el propio hombre. Este último, dicho sea
de paso, parece ser también el factor mas destructivo para los aún existentes,
que corren el riesgo de sobrevivir por muy poco tiempo, si no se procede de una
vez a protegerlos.
LOS
GRABADOS DEL JULAN
"Los Letreros del
Julan" están situados en el sudoeste del Hierro, en una zona que
constituye actualmente uno de los sectores más desérticos y deshabitados de la
isla. Las inscripciones se encuentran en una colada lávica, donde aparecen
entremezcladas con grabados de otros tipos (espiriformes, circuliformes, etc.),
ocupando ambos una superficie lo suficientemente extensa para que su real
localización haya requerido una prolongada estancia de sus autores. En la
vecindad de estos grabados quedan algunos ¡testigos de la vida de los
aborígenes, tales como cuevas de habitación, aras de sacrificio, taros, etc.
(según datos de L.D.Cuscoy). Un investigador, que realizó hace aproximadamente
un siglo una expedición a este lugar, ha dejado información de haber encontrado
en las proximidades de un tagoror "piedras grandes hincadas y en pie,
semejantes a los menhires de los países del Nome". Describe también el
hallazgo de una cueva sepulcral, donde contempló, según su propia expresión
"los restos descarnados de estos hombres pobres, sencillos y pacificos,
tan bien descritos por nuestros historiadores..." que "...dormían
ahora tranquilamente en la misma gruta, donde tal vez su madre arrulló su
primer sueño".
Estas tres estaciones forman
entre si un triángulo en la zona costera del NE
del Hierro, de tal manera que la
Caleta hace el ángulo costero, mientras la Candía y Bco. de Tejeleita
están situados en barrancos tierra adentro a una distancia de aproximadamente
10 a 15 minutos caminando. Cada una de ellas posee un número considerable de
inscripciones, las cuales a diferencia de las del Julan, carecen prácticamente
de la compañía de grabados de otros tipos.
Las inscripciones de los
barrancos se encuentran generalmente en las cornisas de las cuevas de éstos, a
excepción de unas cuantas en Tejeleita.
En este último barranco hay
varias cuevas que muestran señales de reciente uso por pastores, puesto que la
zona es rica en pastos, y además hay charcos en el fondo del barranco, que
conservan agua hasta bien entrado el verano, lo cual posibilita que fuese
habitada por grupos de humanos.
D. Padrón dice de la cueva de La Candía , que había sido
gruta sepulcral, y afirma haber hallado huesos humanos en su entrada, siendo
estos restos de un enterramiento.
GRAN
CANARIA
En esta isla se encuentran
numerosas inscripciones alfabéticas en el Bco. de Balos o también llamado de
los Letreros. Se hallan grabadas en las paredes de un macizo basáltico, que se
eleva en medio del barranco, ocupando varios paneles. Los signos
líbico—bereberes aparecen aquí' entre otros grabados, de los que predominan los
antropomorfos. A. Beltrán, quien ha realizado un exhaustivo estudio del Bco. de
Balos, manifiesta que "parece indudable que el macizo basáltico de Balos
desempeñó el papel de un santuario y que sus grabados tienen un valor
ritual"
INTERPRETACIÓN
DE LA ESCRITURA
Las posibles relaciones que
puedan existir entre escritura y enterramiento o escritura y tagoror tienen un
interés más trascendental que el mero hecho de ser un legado de la cultura
aborigen. El libico-bereber a causa de sus características particulares
(representación sólo de consonantes, diferente dirección en las lineas, falta
de evolución en cursiva, etc.) es de difícil lectura y escritura, y por ello
inapropiada para la transmisión de largos textos informativos. L. Galland,
eminente berberólogo, dice en uno de sus trabajos sobre esta escritura que se
trata "de una grafía que permaneció cerca de los orígenes o magia de la
escritura y que no exige del lector -caso que lo haya— el reconocimiento de las
fórmulas rituales o el descifrarlo". Los guanches llamaban a esta
escritura 'Tarha", que significa "señal para recuerdos", otro
dato que nos indica que su finalidad se situaba más cercana a la conservación y
fijación de ciertos hechos, que a la transmisión de mensajes nuevos y
desconocidos, papel que nuestra actual escritura cumple fundamentalmente.
Sería interesante poseer el
sistema alfabético de los signos líbico— bereberes de Canarias, pero esto es en
la actualidad imposible ya que las inscripciones existentes son escasas y
muchas de ellas se han conservado muy mal, por lo que es fácil equivocarse en
la identificación de los signos. Sin embargo, hemos tratado de entresacar las
letras que ofrecían un cierto margen de seguridad con el propósito de poder
confrontarlas con el alfabeto tifinagh.
Entre ambos grupos existen
diferencias muy evidentes; a excepción del punto único falta en Canarias todo
el resto del grupo de los signos puntiformes, además de faltar los signos con
lo cual llegamos a un número considerablemente desigual de letras que componen
dichos alfabetos. A la inversa, los signos no existen en tifinagh.
Podemos deducir de todo ello que
al variar un número de signos que corresponden casi a una tercera parte del
alfabeto en total, la transcripción mediante el tifinagh corre un alto riesgo
de resultar errónea. Y aún más, cuando hay letras que sólo aparecen en uno de
ambos alfabetos (canario o tifinagh) y que representan a fonemas que son
propios en las dos lenguas de dichas inscripciones. Por otra parte, tampoco
queremos decir con esto que las inscripciones isleñas son indescifrables
"per se", muchas otras escrituras parecían ser más difíciles de
transcribir y, sin embargo, al cabo de largas investigaciones ha podido
conocerse su alfabeto completo. Sólo queremos prevenir ante traducciones
gratuitas, tomando signos que existen en Canarias y atribuyéndoles el valor que
tienen otros signos parecidos del tifinagh, completando el texto con vocales
elegidas arbitrariamente, al mismo tiempo que traducir la palabra resultante
unas veces por el tamashek y otras por el guanche indistintamente.
Renata Springer, en Revista Aguayro
Año X nº 119, enero de 1980.
(Archivo Personal de Eduardo Pedro García Rodríguez)
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