sábado, 6 de junio de 2015

Única danza fálica de Canarias, “El Pámpano Roto"


Alfredo Ayala Ojeda nos ilustra sobre las indagaciones etnográficas que hace décadas llevaron a cabo en el Barranco Guayadeque (Wayya-adəkət), en la isla de Gran Canaria, en busca de referencias sobre el antiguo baile del "Pámpano Roto". Se trata de una antigua danza fálica de oscuro orígen ya caída en desuso.

Alfredo Ayala Ojeda. Hice acopio de material y mantuve entrevistas con Vicente Sánchez Araña, en su museo, de Santa Lucia; con Adolfo Santana que había realizado para el periódico Canarias7, un trabajo sobre el tema y con Lothar Siemens, que había realizado un interesantísimo y profundo trabajo de campo…Y con todo ello, nos lanzamos al barranco de Guayadeque…

Al alba, llegamos al escenario del Pámpano roto. Quizás, levantar este programa de poco mas de 30 minutos de duración fue uno de los grandes inconvenientes que debimos sortear porque los moradores del barranco eran muy parcos en el decir, la orografía es muy abrupta y, sobre todo por lo disperso de los núcleos habitados… pero si estábamos convencidos que nos encontrábamos en el mismísimo escenario donde se dice se desarrollaba este juego o baile que de ambas maneras se recuerda hoy en día…

El barranco de Guayadeque, situado al este de Gran Canaria, se abre en la cumbre, desde la Caldera de los Marteles, y desciende por los pagos de El Surco, Miraflor, Montaña las Tierras, Cuevas Muchas y Cueva Bermeja o Guayadeque. En su mayor amplitud cruza entre los pueblos de Ingenio y Agüimes, bordea El Carrizal y acaba en el mar, muy cerca del aeropuerto de Gran Canaria.
 [Guayadeque]

En la zona de Guayadeque, constata la arqueología un largo asentamiento aborigen que, tal vez, se remonta hasta la prehistoria. Pero tras la conquista, la ubicación de este barranco, de muy difícil acceso hasta hace muy pocos años, lo limitado de sus recursos naturales para asegurar la subsistencia a un amplio número de moradores ha propiciado un casi permanente aislamiento, próximo a la marginación.
Hoy en día, los poblamientos están alejados y dispersos; muchas de sus antiguas cuevas siguen siendo utilizadas como vivienda y la soledad continúa determinando una de las características más peculiares del barranco y sus gentes. A finales de los años sesenta, el número de sus habitantes era prácticamente el mismo que el reflejado por un documento censal del siglo XVIII.
En teoría, estas condiciones configuran a Guayadeque como un espacio muy favorable al mantenimiento de tradiciones y costumbres que en otros lugares, más abiertos y concurridos, resultaría difícil preservar. Sin embargo el barranco no revela sus secretos. Como ensimismado se enseñorea con su propio silencio y sus altivas soledades. Sobrecoge la soledad de estos parajes; pero no turban menos los testimonios que nos ofrece la arqueología y los fragmentos, recuerdo de ciertas celebraciones y creencias, que han pervivido por tradición oral hasta el presente. Apareciéndose del misterioso pasado, surge de Guayadeque la memoria de una desconcertante celebración: la única danza fálica, conocida hasta la fecha en el Archipiélago Canario. Nos estamos refiriendo al “Baile del Pámpano Roto”.
El pámpano roto... una celebración al parecer exclusiva del barranco de Guayadeque; algo todavía cercano que los mayores dicen haber oído relatar en su niñez o juventud a los mas viejos, quienes, a su vez, testimonian haber escuchado de sus padres o abuelos... Proponiéndonos así una larga cadena que libera de precisiones y compromisos; porque nadie, que se sepa, confesó nunca categóricamente haber tomado parte en el Pámpano roto. Nadie lo había vivido ya en primera persona. Pero ¿Qué es el Pámpano roto?, ¿Qué se sabe acerca de tan extraña y singular práctica?
El folclorista e investigador Lothar Siemens, allá por los años sesenta, investigó esta tradición sobre el propio terreno del barranco, cuando todavía no existía la actual carretera que lo hace accesible y rompe, al menos formalmente, su primitivo aislamiento. Lothar Siemens iniciaba así una serie de aproximaciones rigurosas al “baile del pámpano roto” y al no menos singular contexto que lo albergaba. Hoy, cuarenta años después de que Lothar Siemens hiciera su investigación, con unas comunicaciones que permiten el acceso a voluntad, pudimos verificar que los informantes continuaban manteniendo las mismas versiones, aunque su origen sigue tan oscuro como entonces.
Después de varias charlas con Bartolito, hombre dicharachero y partiendo de su relato, mantuvimos contacto con el grupo teatral “Los Agüimenses” sin cuya colaboración nos hubiera sido imposible efectuar las distintas escenas ilustrativas que, sobre las distintas versiones del pámpano roto existen en el barranco. Siguiendo puntualmente las indicaciones de nuestro informante, tratamos de reproducir estas escenas lo más exactamente posible...
El interés por “el pámpano roto“ reapareció en la década de los setenta, con los nuevos vientos democráticos que propiciaban la recuperación del acervo cultural del pueblo, largos años olvidado, mitificado o prohibido.
Fue en 1975, cuando el periodista Adolfo Santana, volvió a investigar el fascinante tema del pámpano roto. Adolfo Santana recorrió el barranco de Guayadeque, por sus más apartados pagos y habló con sus más aislados moradores. Sus indagaciones estuvieron plagadas de dificultades y silencios; pero Adolfo Santana logró entrevistar al último informante que vivió en los tiempos en que el pámpano roto todavía se celebraba. El informante, ya fallecido, Bartolito Coruña, contaba en el momento de la entrevista 93 años de edad.
Según este relato, en su época ya no se bailaba el pámpano desnudo; pero si antes, cuando se celebraba en las eras y en cuevas....
Estas declaraciones de Bartolito Coruña aportaban aspectos más primitivos, oscuros y dramáticos a la celebración del pámpano por él evocada. El anciano habló de danza a la exigua luz de un candil, bailando los participantes al son de un tambor, y atravesando, posiblemente frenéticos, la noche hasta el último jadeo y hasta el amanecer.
La danza se efectuaba en filas enfrentadas… la mujer, se cubría sus partes con siete hojas de ñamera y el hombre, con su falo erecto y las manos unidas y en la espalda, intentaba perforar las hojas hasta llegar a la mujer… si lo lograba, el emparejamiento quedaba en firme…

Por la trasera de Montaña la Tierra, mantuve otra conversación sobre tan espinoso asunto… Allí, en la entrada de su casa, hablé con don Manuel Martel, quien me volvió a contar en que consistía la danza y me repitió lo mismo que le había dicho Bartolito Coruña al amigo Adolfo Santana… Incluso, cuando atosigué a don Manuel Martel con distintas preguntas, casi ofendido me dijo: “yo se lo escuché a mi padre y mi padre, no miente”.
La existencia del pámpano roto se extendió más allá de los límites de Canarias. En 1981, el programa etnográfico “Raíces” de Televisión Española se trasladó a Guayadeque para tratar de recoger toda la información posible acerca de esta insólita celebración. Después del programa “Raíces” una larga década volvió a silenciar el espinoso asunto del pámpano roto.
Hoy, la nueva carretera y el progresivo afeamiento y deterioro del paisaje, al modernizar muchas de sus viviendas, tornaron aún más extravagante esta tradición, y dieron al barranco un aspecto todavía más ajeno e irreductible ante los tiempos nuevos.
Ante este panorama de deterioro amenazante y de renovados mecanismos del olvido que suponen los cambios bruscos sobre el medio rural, las interrogantes que plantea el pámpano roto, precisamente por su extraordinaria singularidad, van tomando un creciente interés etnográfico, folclórico y antropológico.
¿Pudo evolucionar el pámpano roto desde los ritos iniciáticos y las danzas fálicas hasta convertirse en un juego de entretenimiento en las velas de parida, sirviendo también como mecanismo para que la mujer eligiese pareja? Pero ¿cual fue su raíz y su genuina representación?, ¿es un elemento cultural aborigen autóctono? y si no lo es ¿de dónde, cómo y cuando llegó a Canarias?, ¿por qué el pámpano roto no se conoce en otra isla del Archipiélago que no sea Gran Canaria? Y ¿por qué aquí su tradición se circunscribe únicamente al barranco de Guayadeque?...
De una pregunta a otra el misterio del pámpano roto permanece impenetrable. Un gran “si...pero no...” ordena y desordena las conjeturas. Flota en el barranco de Guayadeque un silencio grave y reverencial, como de templo abandonado o destruido. Es un silencio extraño, participativo; tal vez con cierto grado de ocultamiento, de defensa incluso. Podría pensarse que sobre el barranco gravita un silencio, que es mucho más que ignorancia y desmemoria. Y bajo este silencio, también parece cubrirse el baile del pámpano roto: un misterio, que tal vez decidiesen sellar para siempre quienes mejor y más directamente lo conocían. Hemos andado y reflejado lo mejor posible los ásperos paisajes del barranco con el amor y la reverencia de quien pisa una tierra, que en gran medida lo es de sus propios ancestros. Sin triunfalismos pero con convicción, creemos poder decir que sobre el pámpano roto, hoy por hoy, esto es lo que hay. Todavía, sobre el pámpano roto, no aparece ningún asidero firme al que acogerse sin reservas. Por el momento, el baile del Pámpano roto queda como uno de los aspectos más misteriosos, turbadores y extraños de la cultura popular de las Islas Canarias.
(Alfredo Ayala Ojeda)
Documental de TVE en 1981:



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