(XV)
En el contexto de la II Guerra Mundial / El
final de la Guerra
/ La División Azul
/ Los últimos papas hasta hoy
Índice del Tema
- 1. Hitler y Roma
- 2. Lo que ocurría en Yugoslavia
- 3. El impío Pío XII
- El final de la Guerra / La División Azul
- Los últimos papas hasta hoy
1. Hitler y Roma
Al principio, la Iglesia romana se oponía a
Hitler; le asustaba esos fanáticos con camisas marrones. Aquí estamos hablando
del año 1930, cuando los nazis vencieron electoralmente y de forma estrepitosa.
No obstante, cuando el movimiento hitleriano iba avanzando y conquistando en
las urnas el voto popular, los obispos católicos empezaron a moderar sus
críticas.
El voto de los católicos era abrumador, y los
obispos no veían la manera de parar eso. Como siempre ha hecho Roma “si no
puedes con tu enemigo, únete a él”. Por su parte Hitler, conocedor del pensamiento
de la jerarquía romana, planeó sagazmente su estrategia.
Hitler anunció: “El gobierno del Reich
considera que el cristianismo (es decir, el catolicismo), es el fundamento
inamovible de la moral y del código moral de la nación, y atribuye el máximo
valor a las relaciones amistosas con la Santa Sede , y está esforzándose por
desarrollarlas”.
A los pocos días, los obispos alemanes retiraron
públicamente toda la previa oposición al partido nazi. La estrategia de Hitler
dio resultado, tal y como se la relató a Rauschning: “Tenemos que atrapar a
los sacerdotes por la notoria avaricia e indulgencia para consigo mismos. Así
podremos conciliar todas las cosas con ellos en perfecta paz y armonía... ¿Para
qué altercar? Se van a tragar cualquier cosa con tal de poder mantener sus
ventajas materiales” (H. Rauschning, The Voice of Destruction, N.Y., 1978, p.
11).
Aquí oímos una vez más la misma cantinela de
siempre. El mismo Hitler lo declaró con claridad meridiana. Roma siempre ha
buscado codiciosamente su beneficio a toda costa (Ap. 18: 3). Hasta tal punto
se tragó Roma el anzuelo que, de todas ellas, Hitler fue la principal baza del
Vaticano.
Contrariamente a lo que fue en un principio, en
él llegaron a estar puestas todas las esperanzas de que se levantase un nuevo y
neo-medieval sacro imperio romano germánico; el III Reich de Hitler, que
debiera durar mil años, por torcida alusión al Milenio bíblico (Ap. 20), y que
tanto deseaba (y desea) Roma.
Para Hitler, que como todo el mundo sabe, estuvo
involucrado en el ocultismo, al cual fue iniciado ya desde muchacho por el
abate del monasterio benedictino de Lambach, el cual era un consagrado
ocultista, el cristianismo era en realidad el catolicismo romano. Esto es
evidente por sus declaraciones. El dictador dijo una vez:
“Rechazo ese libro de
Rosenberg. Fue escrito por un protestante. No es un libro del partido...como
católico, nunca me siento cómodo en una iglesia evangélica o en sus
estructuras...en cuanto a los judíos, sólo estoy continuando la misma política
que la Iglesia
Católica ha adoptado por mil quinientos años, que ha visto a
los judíos como un peligro y los ha acorralado en ghettos, etc, porque Roma
sabía cómo eran los judíos. No pongo raza sobre religión, pero sí veo el
peligro en esta raza para la
Iglesia y el Estado, y quizás estoy haciendo un gran servicio
a la cristiandad”.
Este monstruo que fue Hitler, se identificaba con
Roma y estaba en contra, por tanto, de evangélicos y judíos. ¿No tendría esto
que dar que pensar a más de uno? Lo que Hitler decía de Roma en cuanto a su
trato con los judíos era una realidad. No sólo Roma los metió en ghettos a lo
largo de muchos centenares de años, también los condenó a la hoguera y buscó su
exterminio.
“Adolfo Hitler conversando con el
nuncio de Pío XII”
Hasta tal punto ha llegado su soberbia y audacia
que no ha tenido ningún inconveniente en hacer esto al pueblo de Dios. La
matanza de judíos que realizó Hitler y sus secuaces, era perfectamente legal de
acuerdo a las leyes canónicas del sistema romano. Toda una aberración se mire
por donde se mire. Déjeme decirle que esto no ha cambiado un ápice.
Estas leyes siguen vigentes porque son dogma
inalterable romano desde el Concilio de Trento. Desde 1212, por decreto papal,
se requería de los judíos que usaran un distintivo visible y humillante, y se
les prohibía ocupar cargos públicos. Esto fue hecho cumplir por los dominicos.
Decretos papales adicionales prohibieron a los judíos, a los no católicos, y a
los cristianos verdaderos, ser dueños de bienes raíces, vender mercancías
nuevas, vivir y morir cerca de católico-romanos.
No hace tantos años, la misma svástica,
principal símbolo nazi y antisemita, la cual los obispos alemanes, primero, y
luego todo el Vaticano saludara con reverencia extrema, no era sino un símbolo
ocultista y satánico, usado por la masonería, y que Hitler usó por recibirlo de
manos de aquel abate satanista de Lambach. Un símbolo satánico, no sólo
aceptado, sino venerado por toda la jerarquía católico romana, ¿podrá haber
mayor ceguera que esta?, posiblemente sí, pero con esta, es bastante. Existe la
ceguera fruto de una ingenua ignorancia, pero este no es el caso
definitivamente.
A. Complot anticristiano y
antijudío
En su afán por destruir el testimonio cristiano,
algunos católico-romanos alemanes recibieron órdenes de unirse a las iglesias
protestantes. Era esencial para poner en acción aquel diabólico complot que
afectaría el pensamiento de los judíos por décadas. Aquellos católicos
encubiertos trabajaron duro para ganarse la aceptación y la confianza de los
pastores protestantes y sus congregaciones.
Así, cuando las atrocidades antijudías comenzaron,
los agentes católicos, haciéndose pasar por protestantes, acusaban públicamente
a los judíos y los entregaban a la
Gestapo para enviarlos a los campos de exterminio. Aún hoy en
día, los judíos creen que los protestantes les traicionaron y que los
verdaderos cristianos son sus enemigos.
Esa misma táctica la está empleando el
jesuitismo: introducir católicos militantes en las iglesias evangélicas,
haciéndose pasar por cristianos, para destruir desde adentro.
El Vaticano tomó a mil judíos católico-romanos y
los ocultó bajo los cerros del Vaticano mientras duró la guerra, ¿por qué?, por
si acaso Hitler perdía. El Vaticano siempre se protege en caso de que sus
planes fracasen. Con ese acto mencionado, pudieron proclamar al mundo que
habían protegido a esos judíos de los nazis, y en este caso el papa Pío XII
quedó muy bien ante la prensa internacional; y muchos aún siguen creyéndolo (“Los
Padrinos”, Chick P. P. 21).
Mientras los alemanes construían sus máquinas de
guerra, los jesuitas se preparaban en los países que Hitler iba a invadir.
Montaban “quintas columnas” (*) en Francia, Bélgica, etc. La Acción Católica
era la quinta columna en aquellos países. “Los Padrinos, pág. 22, Chick
Publications”
* (Una “quinta columna” es un ejército secreto en
un país, listo para ayudar al enemigo a derrotar a su propia nación).
En Bélgica, los jesuitas Picard, Ardent y
Foucalt, predicaban un “evangelio” hitleriano-fascista que llamaban “avivamiento espiritual”. De este modo se
preparaba el camino para los tanques alemanes. En los Estados Unidos, el padre
jesuita Coughlin, llamado el apóstol de la esvástica, llegaba a través de la
radio a más de 20 millones de seguidores.
La “Public Broadcasting System”, en su
programa televisivo del 6 de abril de 1994, dijo: “El padre Charles
Coughlin, un sacerdote católico, era el portavoz antisemítico más influyente
del país. Su programa de radio llegaba a millones de personas” (America and the
Holocaust, Deceit and Indifference,, parte de “The American Experience”, serie
de PBS, 6 de abril de 1994).
Coughlin decía: “La guerra alemana es una
batalla por el cristianismo”. Este hombre era el encargado de las llamadas
“células comandos” en los principales centros urbanos, que actuaban
conforme a los métodos de los hijos de Loyola y eran entrenados por agentes
nazis. (La historia secreta de los jesuitas, pag. 137). Así fue la Acción Católica
en los Estados Unidos entre 1936 y 1942 (Enciclopedia Británica, vol. III).
En Francia, la “Acción Católica” fue
descaradamente la quinta columna, bajo el nombre de Federación Nacional
Católica. Los jesuitas decían a los católico romanos que el papa respaldaba a
Hitler y que estaban listos para servir al ejército católico nazi cuando
llegara el momento. Francia cayó a los treinta días de que los tanques alemanes
la invadieran, gracias a la “Acción Católica “ (New
Illustrated Encyclopedia of World History, p. 1048).
“El jesuita Charles Coughlin en plena efervescencia”
Seis largos y sangrientos años duró la Segunda Guerra
Mundial. Una de las grandes fuentes de inteligencia militar de Hitler corría a
través del Vaticano vía las confesiones auriculares católicas
en todo el mundo. La información era un elemento vital.
Heinrich Himmler organizó la policía secreta
alemana, la Gestapo ,
conforme a los principios de la
Orden de los Jesuitas. El mismo Hitler dijo a sus colegas: “Himmler es algo así como nuestro Ignacio de Loyola”. (“Los
Padrinos, pág. 23 Chick Publications”).
Dave Hunt también dice lo mismo al respecto: “En muchos aspectos, las SS se organizaron según el
modelo de la Orden
de los Jesuitas, que Himmler había estudiado y admirado. Es asombroso que el
juramento de las SS terminara con “que Dios me ayude” - sigue diciendo
Hunt: “Su catecismo consistía en una serie de
preguntas y respuestas: “Pregunta: ¿por qué creemos en Alemania y en el
Fuehrer? Respuesta: Porque creemos en Dios, creemos en la Alemania que él creó en
su mundo, y en el Fuehrer Adolfo Hitler, a quien él nos ha enviado”(A
Woman Rides the Beast”, Hunt. P. 286).
Hitler públicamente dijo respecto a los Jesuitas:
“Ante todo, he aprendido de los Jesuitas. Y así también lo hizo Lenin...El
mundo jamás ha conocido algo tan espléndido como la estructura jerárquica de la Iglesia Católica.
Hubo muchísimas cosas que simplemente he apreciado de los jesuitas para ser
usadas por el partido” (Manfred Barthel, The Jesuits; History and Legend of the
Society of Jesus (New York, 1984), p. 266).
Muchos sacerdotes católico-romanos vistieron el
uniforme negro de la policía secreta alemana. El padre Himmler, jesuíta y tío
de Heinrich Himmler, era uno de los oficiales superiores de ese nefasto cuerpo
policial. Fue mayormente a través de esta organización que seis y medio de
millones de judíos sufrieron tortura y muerte en los campos de exterminio, ¡una
perfecta inquisición moderna! Escuche bien esto: Los protestantes creyentes en la Biblia , que oraban por los
judíos y trataban de ayudarlos, también fueron a los campos de concentración y
exterminio.
“El arzobispo católico Stepinac con
el nazi Ante Pavelic, líder del Ustashi en Croacia”
2. Lo que ocurría en Yugoslavia
En Yugoslavia, los “hermanos separados”,
miembros de la
Iglesia Ortodoxa Griega, eran asesinados por los Ustashis,
grupo católico armado encabezado, como no, por jesuitas. Sus monstruosas
torturas y masacres son casi impublicables (Ravening Wolves, Mónica
Farrell, p. 44).
Estos fueron más asesinos si cabe que los propios
nazis. Muchos sacerdotes católicos eran miembros del escuadrón de asesinos Ustashis;
pero hagamos un poquito de historia. En su afán de, ahora sí, destruir el
comunismo, el cual traicionaralos intereses del Vaticano en su día, este último
no vaciló, ya en la década de los años veinte, en conspirar junto con un grupo
que se le vino a llamar el Intermarium, un comité internacional
clandestino que pretendía liberar las naciones “entre mares” (Báltico,
Negro, Egeo, Jónico y Adriático).
El objetivo básico consistía en aislar a los
comunistas al este de una nueva e hipotética Europa católica. Poco a poco ese Intermarium
fue recibiendo cada vez más apoyo del Vaticano, a pesar de que ya en
los años treinta, era definitivamente un grupo fascista e involucrado en el
terrorismo internacional. Entre todos sus líderes destacaba por su maldad y
sadismo Ante Pavelic.
Este hombre desarrollaría un gran servicio al
Vaticano y al propio Hitler; de hecho llegó a convertirse en un jefe títere
nazi en Yugoslavia. Su grupo, los Ustachis. Escribe Hunt:
“Este grupo de
Ustachis estaba dirigido por el líder del Intermarium, Ante Pavelic, en
asociación con el arzobispo croata Aloysius Stepinac. Estos dos archicriminales
fueron responsables de numerosos asesinatos, incluyendo el del rey Alejandro de
Yugoslavia y el de Barthou, ministro de relaciones exteriores de Francia
(1934), así como también de Radich, líder croata del partido de los campesinos
(1928)” (A Woman Rides the Beast, p. 309).
Radich sabía que el Vaticano estaba implicado en
todo esto y lo había públicamente denunciado. El resultado de su denuncia fue
su propio asesinato. La historia es muy larga y penosa para contarla entera
aquí, decir que el objetivo en Croacia era el de destruir a todos los no
católicos y no croatas. Escriben Scott y Jon Lee Anderson: “Esto
significó que la matanza de serbios y la deportación de judíos a campos de
ejecución nazis era la política oficial del estado llevada a cabo por bandas
vigilantes de escuadrones de terror croatas que viajaban por los montes y
valles en busca de familias no católicas” (Scott Anderson, Jon Lee Anderson ,
Inside the League, Dodd, Mead & Co., 1986).
“El títere pro nazi Ante Pavelic”
“El títere pro nazi Ante
Pavelic saludando a Hitler”
AntePavelic alardeaba de que Croacia había
resuelto del todo el “problema judío”. Los 50.000 judíos que había en Croacia
cuando empezó la Guerra ,
fueron rápidamente asesinados o deportados a los campos de exterminio nazis,
sobre todo a Auschwitz. Escribe Hunt: “La mayoría del clero católico en
Croacia estaba fanáticamente detrás de Pavelic y de su régimen increíblemente
impío. Pavelic hasta dio medallas a monjas y sacerdotes, revelando el hecho de
que muchos de ellos participaron activamente junto con los milicianos de la Ushtashi ” (A Woman Rides
the Beast, p. 311).
“El asesino Ante Pavelic con monjas
católicas”
La realidad, horrible por necesidad, es que tanto
en Yugoslavia, Ucrania, y en todos lo frentes, los sacerdotes, obispos y
cardenales católico-romanos, con el conocimiento total del Vaticano,
participaron y dieron su bendición a algunas de las masacres más sangrientas de
la Guerra , con
la intención de dar al catolicismo romano el control de esas regiones.
Un monje franciscano, Miroslav Filipovic, fue el
comandante del campo de exterminio de Jasenovac, luciendo uniforme de Ustashi.
El campo de concentración de Jasenovac, se distinguió por el número de
prisioneros jóvenes que allí se enviaron. En 1942 el campo tenía más de 24.000
jóvenes prisioneros de religión ortodoxa; 12.000 de ellos fueron masacrados a
sangre fría; muchos de ellos muertos por inanición (existe total documentación
al respecto).
“El asesino Miroslav Filipovic-Majstorovic,
fraile franciscano, también fascista. A la izquierda, en su hábito de fraile. A
la derecha, con su uniforme Ustashe."
“El asesino Miroslav
Filipovic-Majstorovic, celebrando misa en Banja Luka”
Durante el tiempo que el franciscano Filipovic
comandó el campo, dirigió la exterminación de no menos de 100.000 víctimas.
Poco antes, el arzobispo Stepinac ordenó a todo el clero croata a que apoyara
al nuevo estado Ustashi. Está muy bien documentada toda la forma en que el
clero romanista estuvo involucrado, ya en la participación activa, o en
bendecir el Holocausto llevado a cabo por los ustashis, teniendo entre sus
filas a numerosísimos sacerdotes.
Un cura llamado Iván Raguz, repetidamente urgía
la matanza de todos los serbios, incluyendo niños, para que: “Ni siquiera
las semillas de las bestias queden”. (“Cortinas de Humo” J.T.C.,
p. 29).
“Los Ustashis casi
siempre usaron las armas más primitivas, como trinches, espadas, martillos,
serruchos y hachas, para torturar a sus víctimas antes de ejecutarlas.
Quebraban las piernas, arrancaban la piel, cegaban cortando los ojos con
cuchillas y aún se los arrancaban de las cuencas. Esta información está bien
documentada con fotografías y testimonio juramentado de los supervivientes. No
perdonaron a mujeres ni niños. Para citar algo: En las aldeas entre Vlasenica y
Kladan, las tropas ocupantes nazis descubrieron a niños que habían sido
empalados (atravesados con palos como aves para asar) por los Ustashis, los
curas católicos abogaban por la matanza de niños” (Ibid, pp. 29, 30,
33).
Todo esto es demasiado horrible, pero fue real.
El motivo de toda esta barbarie, réplica exacta de las acaecidas en la Edad Media e instigadas
por los propios papas a través de la Inquisición y anterior (véase la comandada por
Inocencio III contra los Albigenses, por ejemplo), no era sino obligar a todos
los no católicos: Ortodoxos (serbios) y judíos a convertirse al
catolicismo romano. Escribe Hunt: “El arzobispo
Stepinac encabezaba el comité que era responsable de las “conversiones”
forzadas al catolicismo romano bajo pena de muerte, y era también el Vicario
Apostólico Militar Supremo del Ejército Ustashi, que efectuó la matanza de los
que rehusaron convertirse. A Stepinac se le conocía como el “Padre Confesor” de
los Ustashi, y continuamente otorgaba la bendición de la Santa Madre Iglesia a
sus miembros y actividades” (A Woman Rides the Beast, p. 312).
El número de víctimas asesinadas en Yugoslavia
excedieron al millón. En los juicios de crímenes de guerra se estimó que de
700.000 a 900.000 víctimas fueron torturadas y ejecutadas en los 24 campos
de exterminio dentro de Croacia (Los Angeles Times, 19 enero de 1988,
p. 22).Decenas de miles nunca llegaron a los campos; muchos eran judíos,
pero la mayoría eran serbios de fe ortodoxa a quienes se les dio la alternativa
entre convertirse al catolicismo romano o morir. La mayoría optaron por lo
segundo.
Ante la matanza de serbios y judíos, el obispo
católico de Mostar se lamentó, pero no de ésta, sino de que si “las
autoridades hubieran sabido manejar las conversiones al catolicismo con
destreza e inteligencia...el número de católicos habría aumentado al menos en
unos 500.000 o 600.000” (Anderson & Anderson, Inside the League, Dodd, Mead
& Co., 1986, pp. 27-28).
Después de la guerra, el arzobispo “padre confesor” Aloysius Stepinac fue arrestado por el gobierno yugoslavo y sentenciado a diecisiete años de prisión por sus crímenes. Al pronto, la poderosísima y sutil máquina de propaganda del Vaticano se puso en marcha presentando a Stepinac como un héroe y víctima de los comunistas. A los muy pocos años, el arzobispo estaba libre.
“El arzobispo católico Aloysius
Stepinac con nazis de Ustashi”
Andrija Artukovic, ministro del interior y
ministro de justicia bajo Ante Pavelic posteriormente, voló a los Estados
Unidos después de haber supervisado el asesinato de casi un millón de personas
(la mayoría miembros de la
Iglesia Ortodoxa ). Yugoslavia estuvo a punto de extraditar a
Artukovic para que pagara por sus crímenes, pero gracias a la institución
católico-romana por mano del cardenal Spellman, los servicios de inmigración y
de inteligencia de los Estados Unidos bloquearon su extradición a Yugoeslavia.
En 1986 se le describió como “probablemente el
criminal de guerra más importante todavía vivo y no castigado en la actualidad”
(Anderson & Anderson, op. cit. p. 296 / Los Angeles Times, 19 de
enero de 1988, 1ª parte, pp. 20, 22)).
Este Andrija, justificándose, llegó a decir: “Yo fui guiado por los principios morales de la iglesia
católica”
Ante Pavelic, el líder ustashi, logró eludir el
cerco, disfrazándose de cura católico. Llegó a Roma, donde el Vaticano lo
escondió. Allí se reunía frecuentemente con Giovanni Montini, el subsecretario
de estado del papa Pío XII, el que llegaría a ser papa también con el nombre de
Pablo VI.
Montini, había sabido por años lo que los Ustashi
estaban haciendo. Algún tiempo después, huyó a la Argentina a través de
las acostumbradas rutas clandestinas vaticanas. Una vez allí llegó a ser asesor
de seguridad de Juan Perón el dictador argentino. A punto de ser asesinado por
sus propios ex camaradas, huyó del complot contra él y se refugió en Madrid,
España, donde murió de muerte natural en diciembre de 1959. Ese día, el
entonces papa Juan XXIII pronunció su bendición personal sobre su cadáver.
“Andrija Artukovic junto a un cura
católico”
3. El impío Pío XII
Volviendo a la historia de los papas, ahora le
toca el turno a Pío XII. Su nombre común fue Eugenio Pacelli, hijo de una
ilustre familia romana. Según Gelmi, “...se le reprochó la mentalidad
clerical, las actitudes teatrales, un desacertado favoritismo, cierta
propensión al nepotismo y temperamento autoritario”.
No fue neutral en el conflicto mundial como se
cree; Pío XII, llegó al poder rogando por la victoria nazi. Simón Wiesenthal,
el judío “cazador” de nazis le ha acusado de colaborar en la fuga de criminales
de guerra nazis tras la derrota del ejército alemán; de esto veremos más.
El canciller Konrad Adenauer dijo: “Hasta ahora los alemanes no necesitaban un cardenal
propio en la curia, porque tenían al papa”.
A pesar de que su discurso público era a menudo
de advertencia contra el abuso de los derechos humanos, paradójicamente guardó
siempre un silencio cómplice con respecto al exterminio de aquellos 6 millones
de judíos en el holocausto nazi.
Independientemente de su fuero interno, él no
podía condenar algo que hubiera contradicho no sólo el sentir, sino la
actuación de su Iglesia a lo largo de los siglos (piénsese en la Inquisición ).
Los historiadores imparciales, concuerdan en
declarar que ese silencio del papa alentó a Hitler en su genocidio, por aquello
de que “quien calla, otorga”. La realidad es que Pío XII fue un buen teórico.
Hacía alarde de que él era el protector de la moral en el mundo. En su primera
encíclica, dada a conocer en octubre de 1939, decía: “En el cumplimiento de nuestro deber, no nos dejaremos
influir por consideraciones terrenas ni nos detendrán la desconfianza ni la
oposición...”. Estas palabras resultaron del todo huecas.
El mismo día que Pío XII comenzó su papado,
Mussolini echó de Italia a 69.000 judíos y este papa no dijo nada. Unas semanas
más tarde, Italia invadió Albania, y el papa Pío protestó, no a causa de la
invasión de un país, además de manera cruel, sino porque dicha invasión se realizó
en un “Viernes Santo” (Avro Manhattan, The Vatican in World Politics
–Horizon Press, 1949).
Guenter Lewy, historiador e investigador
escribió: “Cuando miles de antinazis alemanes fueron torturados hasta la
muerte en los campos de concentración de Hitler, cuando la clase docta de
Polonia fue masacrada, cuando cientos de miles de rusos murieron porque los
trataban como esclavos subhumanos, y cuando 6.000.000 de seres humanos eran
asesinados porque no eran arios, los oficiales de la iglesia católica en
Alemania alentaban al régimen que perpetraba estos crímenes. El papa en Roma,
el líder espiritual y maestro supremo de la moral de la iglesia católica
romana, permaneció callado” (Lewy, The Catholic Church and Nazy Germany
(McGraw-Hill, 1964), p. 341).
Cuando se le preguntó al papa Pío XII si no iba a
protestar por la exterminación de los judíos, este respondió “cándidamente”: “No se olvide de que millones de católicos están en los
ejércitos alemanes. ¿Acaso les voy a crear conflictos de conciencia?”
¡¿Qué les parece esta respuesta!?. En otras
palabras, cuando el mal es tan grande que rebosa la medida imaginable, es mejor
no decir nada para no “crear conflictos de conciencia”, ¡increíble!
“El impío Pío XII, en su ostentosa,
escandalosa y ridícula apariencia papal, propia de los césares romanos”
La realidad es que si Pío XII hubiera escrito una
encíclica denunciando el Holocausto y otras barbaridades nazis, muy
posiblemente, no sólo se hubieran detenido estas atrocidades, sino que hasta
Hitler hubiera sido derrocado. El valor de una encíclica papal tiene
tanto peso como una declaración ex cátedra, según Pío XII. Así mismo lo declaró
en su encíclica “Humani Generis”, en la cual advirtió que cualquiera
de sus encíclicas era tan obligatoria sobre la iglesia romana como cualquier
declaración ex cátedra.
Los millones de católicos nazis hubieran seguido las
directrices del papa antes que las órdenes del estado. Sin embargo, el papa NO
HIZO NADA.
Además, ni Hitler, ni Mussolini, ni Himmler, ni
ningún otro de los participantes claves del Holocausto fueron jamás
excomulgados; siguieron siendo católicos hasta el fin, refugiados bajo el
paraguas de la madre iglesia romana.
Lejos de ser reprendidos, los nazis fueron
recompensados por Roma. Escribe Güenter Lewy: “Este encubrimiento de la
verdad acerca de la cooperación católica fue tan audaz y exitoso que en Alemania...ni
un solo obispo tuvo que renunciar a su cargo (por cooperar con los nazis). Todo
lo contrario, al obispo Berning, que había trabajado hasta la caída de Hitler
en el Concilio del estado de Prusia de Goering, en 1949 le dieron el título
honorario de arzobispo. Von Papen, que ayudó a negociar el Concordato de 1933,
fue ascendido a camarlengo secreto papal en 1959. Semejantes recompensas para
hombres que estuvieron profundamente involucrados con el régimen nazi
representan una burla a las figuras heroicas... que murieron peleando contra
Hitler”(Ibid, p.321).
El mismo asesino arzobispo Stepinac fue elevado a
la dignidad de cardenal por el mismo Pío XII después de la guerra.
Los defensores de Pío XII, insisten en decir que
el silencio papal durante la guerra ante la realidad del
Holocausto nazi fue debido a la “necesidad de que la Iglesia permaneciera
neutral”. Pero ¿cómo la iglesia puede permanecer neutral ante algo así? La
razón es, porque la iglesia de Roma, no es la Iglesia de Jesucristo.
Millones de verdaderos cristianos en todo el
mundo estaban orando por el fin de las barbaridades; miles de ellos ayudaron a
los judíos a escapar de la muerte, poniendo en peligro sus propias vidas y las
de sus hijos. Sin embargo, agentes católicos, haciéndose pasar por
protestantes, acusaban públicamente a los judíos y los entregaban a la Gestapo. Aún hoy en
día, los judíos creen que los protestantes los traicionaron y que los
verdaderos cristianos son sus enemigos (Los Padrinos, Chick Publications,
p. 21).
No, el Vaticano no fue neutral en
absoluto; Pío XII no fue neutral en absoluto; no nos engañemos.
Conforme la guerra llegaba a su fin, la actitud visible del papa mostraba menos
“neutralidad”. Pío XII hizo que en los campamentos de refugiados se supiera que “el Vaticano daría refugio a los fugitivos fascistas” (Aarons
and Loftus, Unholy Trinity: Hows the Vatican´s Nazy Networks Betrayed Western
Intelligence to the Soviets, N.Y. 1991)).
Los periodistas investigadores Mark Aarons y John
Loftus, en su obra “Unholy Trinity: The Vatican, The Nazis and Soviet
Intelligence”, escriben: “Bajo la dirección
del papa Pío XII, oficiales del Vaticano como el monseñor Giovanni Montini (más
tarde Pablo VI), supervisaron una de las más grandes obstrucciones a la
justicia en la historia moderna...facilitando el escape de decenas de miles de
nazis (criminales de guerra) al occidente, donde se suponía que los
adiestrarían como “combatientes por la libertad”....así como también criminales
de guerra fascistas de Europa Central, de Rusia, de Bielorrusia y de Ucrania” (Ibid,
pp. 12, 13).
Secretamente, el Vaticano estuvo activamente
implicado en la escapatoria de asesinos terribles, entre ellos, numerosos
clérigos, desde sacerdotes a arzobispos. Esto es historia. El padre Vilim
Cecelja, teniente coronel en la milicia de los Ustashis, que había
organizado a 800 hombres para pelear junto con los nazis en Yugoslavia, formó
parte del séquito de Ante Pavelic cuando éste último fue bendecido por Pío XII
en Roma el 7 de mayo de 1941. Viendo venir la derrota nazi, el padre Cecelja
fue a Viena en mayo del 1944 “para preparar el extremo austríaco de
la red de escape”, y para fundar “la sucursal
austríaca de la Cruz Roja
en Croacia, lo cual le brindaría una cobertura ideal para su trabajo ilegal” (Ibid,
p. 92).
Está muy claro lo que el Vaticano hizo después de
la Guerra al
respecto. Escriben los periodistas aludidos: “Lo que el Vaticano hizo
después de la Segunda
Guerra Mundial es un crimen. La evidencia es inequívoca: La Santa Sede ayudó a huir
a fugitivos de la justicia internacional. Las rutas clandestinas se crearon con
la intención de ayudar a criminales de guerra nazis buscados a escapar de la
justicia... Hallamos que la ignorancia no es una defensa adecuada: Pío XII
estaba perfectamente enterado de los crímenes de Ante Pavelic”. (Op. cit. p.
282).
Cierto sector del Vaticano busca que “se eleve a
los altares” a Pío XII. Sin embargo, una carta enviada por el papa Pío XII al
presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, durante los días más
oscuros del Holocausto ha vuelto a encender la controversia sobre los esfuerzos
católicos por declarar santo a la anterior figura papal.
El "Jerusalem Post" ha informado que ha conseguido una copia de la carta de fecha 22 de junio de 1943, descubierta recientemente en los archivos de los Estados Unidos, en la que el Papa Pío XII expresa su oposición en cuanto a permitir que el movimiento Sionista creara una patria Judía en Palestina.
El "Jerusalem Post" ha informado que ha conseguido una copia de la carta de fecha 22 de junio de 1943, descubierta recientemente en los archivos de los Estados Unidos, en la que el Papa Pío XII expresa su oposición en cuanto a permitir que el movimiento Sionista creara una patria Judía en Palestina.
Años atrás, en el momento en que era entregada
dicha carta por el representante especial del papa en los Estados Unidos, A. G.
Cicognani, al Embajador Myron Taylor, enviado especial de Roosevelt, estando el
programa nazi para erradicar al judaísmo europeo en plena actividad, el
Vaticano se mantenía en silencio absoluto acerca de la cuestión. Esta carta en
cuestión, encontrada por el Centro Simón Wiesenthal, se cree que es la primera
expresión explícita de la política de Pío XII contra el Sionismo
manifestada al gobierno americano. Dice la carta del pontífice:
“Es cierto que una vez
Palestina fue habitada por la
Raza Hebrea , pero no hay ningún axioma en la historia que
justifique la necesidad de que un pueblo retorne al país que dejaron hace
diecinueve siglos. Si se desea un 'Hogar Hebreo', no sería muy difícil
encontrar un lugar más adecuado que la propia Palestina. Con el incremento de
la población judía allí, nuevos y graves problemas internacionales surgirían”.
¡Qué poco conocía ese papa las Sagradas
Escrituras donde claramente se nos dice que los judíos volverían a su tierra!El
Rabino Marvin Hier, decano del Centro Simón Wiesenthal, dijo que la carta “es
una acusación sumaria de Pío XII, porque dice básicamente que cuando el
papa quiso expresar un punto de vista sobre el asunto sin duda alguna, lo dijo
con toda claridad. ¿Dónde hay una carta similar dirigida a Adolf Hitler
diciéndole que el Vaticano siente repugnancia por su política contra los
Judíos? Pero en el fragor del Holocausto, el Vaticano supo cómo oponerse al
Estado de Israel”.
Hier dijo que la carta se encontró hace dos
semanas cuando investigaban sobre Pío XII, buscando encontrar apoyo
a su candidatura para la canonización. Hasta ahora, no ha habido respuesta
oficial todavía por el papado a partir de ser expuesto el contenido de la
carta. El Rabino David Rosen, Jefe de la Oficina de la Liga Anti-Difamación
de Israel y experto en las relaciones Católico-Judías, dijo que “ha sido
conocida por mucho tiempo la política vergonzosa que la Santa Sede mantuvo durante
ese período, y esto es justamente una confirmación del hecho”. Rosen dijo
que el anti-Sionismo de Pío XII fue una continuación de la vieja postura
política del Vaticano.
Continúa diciendo Hier: “...en presencia de
supervivientes, decenas de miles que viven todavía sus últimos años, y que sus
últimos años los vivieran sabiendo que la persona de la que no escucharon nada
sino silencio, ha sido designada para santo - mucha gente alrededor del mundo
dirá que un santo estaba vivo en el Vaticano durante el Holocausto. Eso es un
insulto a la memoria del Holocausto, y un insulto a los sobrevivientes”.
El 1 de noviembre de 1950, Pío XII, ex cátedra,
obligó a toda la catolicidad romana a creer que la
“Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María fue al final de su vida
asumida al cielo en cuerpo y alma”. Según este infalible papa,
el dogma de la Asunción
había sido unánimemente creído en la
Iglesia desde su mismo comienzo y de que está plenamente
apoyado en la
Escritura. Esto es totalmente falso. Ese dogma era del todo
desconocido en la iglesia primitiva y no está apoyado en ninguna manera en la Escritura. Cuando
Pío IX necesitó distraer la atención de la catolicidad romana a causa de sus
muchos problemas con el estado, lanzó el dogma mariano de la inmaculada
concepción; ahora tenemos a este Pío XII, en plena posguerra lanzando otra
cortina de humo para “unir” a la catolicidad de su tiempo con otro dogma
mariano como el de la asunción de María que nada tiene que ver ni con la
realidad ni con la verdad histórica y escritural.
“La inmaculada concepción de María
(es decir, que María fue concebida sin pecado, como Jesús), su perpetua
virginidad, y su asunción a los cielos en cuerpo y alma, son terribles y
escandalosas mentiras de la
Gran Ramera ”. Un verdadero insulto a la verdadera María”
Eugenio Pacelli, Pío XII, murió el 9 de octubre
de 1958 a los ochenta y dos años de edad.
El final de la Guerra / La División Azul
Conforme al Dr. Rivera, el cardenal Agustín
Bea en el Vaticano les dio a todos los jesuitas reunidos allí un resumen de
cuanto había acontecido antes, durante y después de la II Guerra Mundial.
A medida que la guerra iba declinando, el
ejército soviético, abastecido con las armas de los Estados Unidos, atacaba
desde el este, mientras los aliados penetraban en Alemania y destruían el
ejército hitleriano. En respuesta a una solicitud de Hitler, el general Franco
le mandó su famosa División Azul, compuesta en su mayoría por soldados
vascos (Los Padrinos, Chick Publications, p. 24).
Una división completa fue movilizada en tren a
través de las líneas aliadas. En el tren ondeaba la bandera del Vaticano. A los
aliados se les dijo que su misión era salvar curas y monjas que iban a ser
asesinados. La realidad es que la División Azul peleó al lado de los
alemanes en la defensa de Berlín.
El oro de los judíos
Cuando Adolfo Hitler se dio cuenta de que todo
estaba perdido, se suicidó y el almirante Karl Doenitz, un católico romano,
tomó el mando de la Alemania
nazi. En lugar de devolver a España la División Azul , como habían prometido los
nazis, el almirante Doenitz con el oro alemán, oro que pertenecía en gran parte
a los judíos masacrados en los campos de exterminio, lo puso en aquel tren y lo
envió a Suiza para ser puesto en los bancos suizos a nombre del Vaticano.
Esos españoles franquistas fueron traicionados, y
la mayoría de sus componentes fueron a parar a prisiones comunistas. A los
americanos se les dijo que el tren cargado de oro que atravesaba sus líneas era
un “tren caritativo” del papa, y que portaba medicamentos para los
heridos.
Al ver la bandera del papa, lo dejaron seguir sin
ser inspeccionado. Los pocos supervivientes de la División Azul
que volvieron a España fueron fusilados o puestos en manicomios para asegurarse
de que la verdadera historia acerca del oro alemán se mantuviera en secreto
ante el mundo. Pero los oficiales de la División Azul
que fueron parte de esa conspiración volvieron en gloria y fueron recompensados
(Ibid, p. 24).
“Adolfo Hitler, hijo de la Iglesia Católica ,
murió defendiendo a la cristiandad, por tanto es incomprensible que no se
puedan encontrar palabras para lamentar su muerte, cuando hubo tantas para
exaltar su vida. Sobre sus restos mortales se alza su victoriosa figura moral.
Que con la palma de los mártires Dios de a Hitler los laureles de la victoria”.
Esta oda a la estupidez y al desvarío, ¿de quién
vino? Esta barbaridad fue publicada por la prensa española el día que Hitler se
suicidó; fue difundida por la misma Santa Sede bajo la cubierta de la
prensa franquista; un comunicado del Vaticano vía Madrid (The Secret
History of the Jesuits, Paris, p. 163).
“En ese lugar se encontraron mil
millones de marcos de aquella época en algo más de 500 bolsas, 8.600 lingotes
de oro, monedas de oro francesas y suizas, decenas de maletas llenas de
diamantes, perlas y piedras preciosas, todo ello robado la las víctimas de los
campos de concentración, así como sacos llenos de dentaduras y coronas dentales
de oro que sacaban a los judíos antes y después de ser ejecutados”
Alemania estaba de nuevo en ruinas, así como el
resto de Europa. Se rindió el 8 de mayo de 1945. El Vaticano estaba de nuevo en
problemas. El hijo de Roma, el partido nazi, respaldado por el papa Pío XII,
había fracasado, y el hijo odiado, el comunismo, era ahora el triunfador. Según
el cardenal Bea, narrado por el Dr. Rivera, (Los Padrinos, p. 24), los
jesuitas, siempre preparados para dar marcha atrás, habían tomado las
siguientes medidas de precaución por si acaso perdían la guerra:
1. Hacer creer a todo el mundo que el Vaticano no
había tenido nada que ver con la guerra, y al mismo tiempo, convencer al mundo
de que el holocausto judío nunca había ocurrido.
2. Asegurarse de que los sacerdotes, monjas y
monjes rebeldes fueran internados en campos de concentración alemanes, con lo
que a la vez, convencerían al mundo de que también habían sido perseguidos.
3. Ordenar a algunas familias católicas y sacerdotes
que protegieran a los judíos en sus hogares. En el futuro constituirían un
excelente material propagandístico para películas, libros, etc.
4. Presentar un nuevo rostro al organizar el
Concilio Vaticano II.
5. Elegir a un papa pro-comunista de detrás del
Telón de Acero, para agradar a los comunistas (vencedores) y tratar de
convertirlos al catolicismo, cumpliendo con su “profecía” de Fátima,
en la cual el papa Pío XII estuvo tan involucrado. Este fue Karol Wojtyla, Juan
Pablo II.
Acabó la II Guerra Mundial
Después de la II Guerra Mundial, el
papa Pío XII rechazó abrazar al otro “hijo” del Vaticano, el
comunismo. Al llegar al poder Juan XXIII, inició el Concilio Vaticano II el
cual pretendió y logró ser un enorme cambio de imagen de la Iglesia de Roma. Por
primera vez Roma hablaba de armonía, tolerancia, buenos deseos para todos,
incluidos los protestantes a los cuales ya no llamaba herejes y anatema sino “hermanos
separados”.
Eso hizo más daño aún, porque ha engañado a
muchos evangélicos bien intencionados que han creído que Roma ha cambiado, sin
saber que Roma jamás cambia. Juan XXIII dio su respaldo y protección a Fidel
Castro, que en realidad, según el Dr. Rivera, es un “fiel católico y bien entrenado jesuita bajo juramento”
(Los Padrinos, p. 31, Chick Publications).
Los últimos papas hasta hoy
Con el nombre de JUAN XXIII (1958-1963), fue
nombrado papa Angelo Giuseppe Roncalli. Los cardenales que se reunieron en
cónclave a la muerte de Pío XII, llegaron a una solución de compromiso a la
hora de elegir al nuevo papa.
“Juan XXIII coronado con la tiara
triple, que representa poder absoluto sobre todo lo creado. ¡Qué
blasfemia!”
Se plantearon el elegir un papa de transición,
muy entrado en años y no muy conocido, que no fuera a crear problemas (¿sucesión
apostólica?). Tenía que ser alguien manejable con el fin de dirigirle al
cumplimiento del punto nº 4 del plan jesuita: El advenimiento del Concilio
Vaticano II.
En el primer año de su pontificado, Juan XXIII se
mostró como era habitual con todos los papas: conservador; no obstante, un año
más tarde, empezó a cambiar de discurso y habló de “aggiornamento”, es
decir, de la necesidad de una puesta al día, de una modernización.
Ese nuevo mensaje, que a muchos pilló por
sorpresa, obedecía a la implementación del plan B jesuita, perdida la guerra (la II Guerra Mundial).
En 1962 comenzó el Concilio Vaticano II. El papa,
tal y como estaba previsto, sólo vivió hasta ese punto. El concilio en cuestión
lo presidiría otro papa, con otro talante muy distinto, Pablo VI.
PABLO VI (1963-1978). De nombre común Giovanni
Battista Montini. Estuvo presente en la firma del concordato entre el nazi Von
Papen y el entonces cardenal Pacelli.
“Montini, luego, Pablo VI, aparece
a la derecha de la imagen, ayudando en la firma del concordato nazi, firmado
por el impío Pío XII”
Montini era perfectamente conocedor de las
masacres de los Ustashis directamente a través del contacto en el Vaticano con
Ante Pavelic, el líder asesino croata, cuando fue subsecretario de estado del
papa Pío XII.
Conocedor fue también de todo lo que los nazis
hicieron a los judíos en los campos de concentración, etc. etc., y
conociendo...calló. Los periodistas de investigación Aarons y Loftus, autores
de un magnífico libro que descubre al público innumerables secretos muy bien
guardados del Vaticano, escriben en el mismo respecto a Ante Pavelic: “estaba
viviendo dentro del Vaticano junto con otros criminales de guerra buscados”
(“Unholy Trinity...” N.Y. 1991, comentario debajo de la foto nº 12).
En esos días, Ante Pavelic, estaba disfrazado de
sacerdote mientras estaba escondido en el Vaticano, y se hizo muy amigo del
monseñor Giovanni Battista Montini, posteriormente hecho papa con el nombre de
Pablo VI.
Este fue un papa que despertó escasas simpatías
en general. Defensor del celibato tradicional, instaurado por aquel Gregorio
VII y que tantos males trajo a tantos clérigos. Sin base científica alguna, se
opuso a los anticonceptivos declarándolo así en su encíclica “Humanae
vitae” que provocó el debilitamiento de la credibilidad en la autoridad
magistral de Roma en un gran número de católico-romanos.
Siguiendo el plan jesuita, favoreció el ecumenismo.
De tal modo lo hizo, que una vez, dirigiéndose a Sri Chinmoy, uno de los
líderes hindúes más influyentes del mundo, le dijo: “La vida hindú y la
vida cristiana irán juntas. Su mensaje y mi mensaje son el mismo” (A Woman
Rides the Beast, Hunt, p. 431).
Pablo VI, fue el primero de los papas hasta hoy
en llevar en la mano la cruz torcida. Es el crucifijo, pero constituyendo una
cruz torcida en forma de arco, y un cristo clavado en ella retorcido y
grotesco. Se sabe que ese es un símbolo satanista de burla a Cristo.
“Montini, ese anticristo, fue el
primero que empezó a empuñar ese sacrílego y satanista crucifijo retorcido, la
llamada “cruz torcida”
También favoreció la apertura hacia el Este,
preparando el camino para así cumplir con el punto nº 5 del plan B jesuita:
Levantar un papa “comunista”. A la muerte de Montini, mientras se preparaba el
advenimiento de ese papa de detrás del telón de acero, se decidió elegir a un
papa de transición de nuevo (¿sucesión apostólica?); este
fue:
JUAN PABLO I (1978). Albino Luciano, cardenal de
Venecia, fue el nuevo papa, y sólo duró ¡un mes! Fue asesinado, así como una
mayoría de papas lo fueron a lo largo de la historia, porque la filosofía a
seguir siempre fue: “El fin justifica los medios”. La versión facilitada sobre
su muerte no convenció a nadie. La ausencia de una autopsia fue un dato muy
significativo. Luciano no entendió que fue elegido simplemente papa de transición,
y se propuso “escarbar” en algunos estercoleros, uno de ellos en las cuentas
del Banco Vaticano. Le costó caro. Le siguió:
JUAN PABLO II (1978-2005). El primer papa no
italiano desde 1522. Polaco, de la ciudad de Cracovia, Karol Wojtila
nació el 18 de mayo de 1920. Hijo de un oficial del ejército, perdió a su madre
a los nueve años de edad. Fue su maestra, Felicia Wladrowska quien se ocupó de
él. Fue ordenado sacerdote en 1946. Como dato curioso y a tener en
consideración diremos que antes de esa fecha sufrió una crisis vocacional a
causa del teatro. ¡De hecho llegó a ser un notable actor! A pesar de su
apariencia de persona abierta y modernista, Juan Pablo II fue defensor a
ultranza de la autoridad papal.
Llevó el título “Totus Tuus” en sus
labios y en toda su figura y mensaje hasta el mismo ataúd que acogió su cuerpo.
Ese “Todos Tuyos” (Totus Tuus) iba dirigido a la virgen. De hecho probablemente
ese ha sido el papa más idólatra mariano e idólatra en general que jamás ha
habido. Gran adorador en concreto, y entre todas, de la virgen de Guadalupe de
México, falsa María donde las haya, y clarísimo demonio de poder. La autora
católica y mejicana Valentina Alazraki en su libro “Juan Pablo II y la Virgen de Guadalupe”, dice
así:
“Si se quisiera ilustrar la
devoción que el Santo padre tiene a la Virgen de Guadalupe, bastaría recordar que sobre
el escritorio de su estudio privado, al que Juan Pablo II se sienta para
escribir sus discursos, sus cartas pastorales o sus encíclicas, se encuentra no
una imagen de la Virgen
Negra de Chestokowa, patrona de Polonia -como sería de
esperar-, sino la efigie de nuestra Guadalupana. Y es que desde los principios
mismos de su pontificado, lo puso bajo su protección y cuidado”.
“El archi idólatra mariano, Karol
Wojtyla, hablando a ese muñeco, su diosa”
“Besando la “cruz torcida”. Ese
fetiche satánico lo empezó a llevar Pablo VI, y lo llevan los jefes del
Vaticano hasta la fecha. Esa señal la conocen muy bien los luciferinos”
Durante su papado, justo al inicio de la década
de los 90, algo muy turbio salió a la luz. El 29 de mayo de 1990, se inició el
proceso por la bancarrota del Banco Ambrosiano. A lo largo de la investigación,
las tramas financieras del Vaticano se conocieron. El banco quebró
fraudulentamente en 1982, en la que fue la peor de las bancarrotas sufridas por
un banco italiano.
Su presidente, Roberto Calvi, apareció ahorcado
poco después, colgado de un puente de Londres. Su amigo y socio, Michele
Sindona murió en la cárcel al beber una taza de café con cianuro en 1986.
Alguien les asesinó.
La investigación sobre el banco, que fue muy
dificultosa por cierto, destapó una telaraña en la que se encontraba la mafia,
la masonería, financieros y políticos, hasta los servicios secretos italianos,
y el Vaticano por encima de todo ello.
La responsabilidad en la quiebra del “Banco
del papa”, en la cual el nombre del arzobispo Paul C. Marcinckus estaba a
la cabeza, se estimó en 1.200 millones de dólares, de los que devolvió 250 en
1984.
El arzobispo, en su calidad de presidente del
Instituto para las Obras de Caridad (IOR), concedió avales y recomendaciones a
Calvi. El presidente del Ambrosiano realizaba operaciones con esos avales por
medio de bancos fantasmas y daba al IOR altísimos rendimientos.
Marcinckus y los dos administradores del Banco
Vaticano, Menini y De Strobel, fueron reclamados por la magistratura italiana
para ser procesados, al considerar que el IOR había estado implicado en dicha
quiebra. No obstante, no siguió el proceso adelante, ya que la Santa Sede
intervino. Ese mismo año Marcinckus cayó en desgracia y fue relevado de su
cargo, y tras declarar que “el Vaticano es un barrio de lavanderas”,
se retiró como párroco a su Chicago natal. ¡Cuánta oscuridad encierran los
muros vaticanos!
Juan Pablo II, ha sido de los más activos.
Cumpliendo con el designio jesuita de derrocar el comunismo, que en su día
ellos favorecieran para sus intereses, fielmente actuó en esa dirección. La
portada de la revista Time del 24 de febrero de 1992, mostraba
fotografías del ex presidente Ronald Reagan y del papa en cuestión con esta
alarmante leyenda:
“SANTA ALIANZA: Cómo Reagan
y el Papa conspiraron para ayudar al movimiento Solidaridad de Polonia y
acelerar el fallecimiento del comunismo”.
El artículo principal contaba cómo Reagan había “creído
fervientemente en los beneficios, así como en las aplicaciones prácticas de la
relación de Washington con el Vaticano. Uno de sus primeros objetivos como
presidente, dice Reagan, era reconocer al Vaticano como un Estado “y hacerlo
aliado”. Y desde luego que se volvieron aliados.
Según el Dr. Alberto Rivera, en su declaración
frente cámara, recogida por Jim Arrabito (1950-1990), los Jesuitas alcanzaron a
Reagan mucho antes de ser presidente, cuando de joven era una estrella de la
pantalla, y en concreto interpretó el papel de un jugador de fútbol americano
en la película “Knute Rockne”; ese fue su primer contacto con la Orden Jesuita
(Alberto Rivera and Others speak of Jesuit Infiltration; spirituallysmart.com)
Cayó el muro de Berlín, se terminó la Guerra Fría , y el
comunismo soviético se derrumbó. Toda una historia de intriga entre la CIA y los agentes mucho más
eficaces del Vaticano. De hecho, el ex Secretario de Estado Norteamericano
Alexander Haig, reconoció que “la información del
Vaticano era absolutamente mejor y más rápida que la nuestra en todo aspecto”.
El mismo Mikhail Gorbachev, ex presidente de la Unión Soviética ,
dijo que el papa actual continuaría desempeñando “un gran papel político en
la actual transición que está ocurriendo en Europa –siguió diciendo el ex
líder comunista- los sucesos en la Europa del Este, no habrían sido posibles sin la
presencia de este papa (Juan Pablo II), sin el gran papel, incluyendo el
político, que él sabía cómo jugar en la escena mundial”(“World”, 6 de marzo de
1992); (A Woman Rides the Beast, Hunt, pp. 232,233, 234).
¿Cuándo el Señor Jesucristo mandó a sus
discípulos a que se involucraran en los asuntos de este mundo? El dijo: “Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de
ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros
no será así...” (Mateo 20: 25, 26).
Todas esas intrigas políticas, alianzas impías, y
objetivos terrenales no son propios de la verdadera Esposa de Cristo, aunque sí
son propios de la que así mismo se llama verdadera y única iglesia de Cristo:
Roma. Por ello, el plan jesuita está en marcha a través del papa. La meta es
acabar con todos sus oponentes, y establecer un Nuevo Orden Mundial donde su
líder sea un hombre visible, reconocido por todos, en todos los estamentos,
económico, social, religioso, político, militar. Inequívocamente, todo apunta
al cumplimiento profético que encontramos en el libro de Apocalipsis capítulo
trece. Es innegable que el que encarnará al Falso Profeta o segunda Bestia,
será un para romano. Nótese que a pesar de que el catolicismo está cayendo por
todas partes, la figura del papa romano, no sólo se mantiene, sino que se eleva
ante los ojos de todos.
El catolicismo ordinario será destruido, pero el
falso obispo romano será el jefe de la nueva iglesia mundial ecuménica,
humanista, falsa y atroz.
Juan Pablo II ha sido el papa que más se ha
movido en las esferas internacionales, evidentemente, preparando el camino del
Falso Profeta (Ap. 13: 11). Ese llamado “testigo de esperanza” cumplió
con su trabajo de anunciar al mundo la falsa esperanza; el surgimiento del
Anticristo. Según un religioso destinado en el Vaticano, después de Juan Pablo
II, “hay un fuerte deseo de un papado breve” (Diario
El País, 28 Enero de 2001) ¿Será ese el caso del actual papa, Ratzinger, o
quizás no será así? Sólo el tiempo lo dirá, y poco queda de este último.
BENEDICTO XVI (1927-) De nombre común Joseph
Alois Ratzinger, nacido Marktl am Inn en Baviera (Alemania), fue elegido como
el 265º papa el 19 de abril de 2005 por los cardenales que votaron en el
cónclave del 2005 tras el fallecimiento de Juan Pablo II. Ratzinger había sido
nombrado cardenal por Pablo VI en 1977 y sirvió como asesor teológico durante
el Concilio Vaticano II. En 1981 fue nombrado prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe , (el sucesor del Santo
Oficio o Santa Inquisición) por Juan Pablo II, quien lo nombró Decano del
Colegio Cardenalicio y, como tal, cardenal-obispo de Ostia en 2002.
“Ratzinger de joven haciendo el
saludo hitleriano. El perteneció a las juventudes de Hitler”
“Ratzinger con la
cruz torcida”
“Ratzinger queriendo agradar, hasta
el punto de caer en el ridículo”
Es todavía demasiado pronto para saber a ciencia
cierta que deparará ese papa al mundo, pero una cosa sí sabemos. El, al igual
que su antecesor, está trabajando arduamente hacia “la construcción de un Nuevo Orden Mundial”
(Julio César Pineda “PerfilinternacionaldeBenedictoXVI” -Globovisión. Com) y ya
todos a estas alturas sabemos lo que en realidad significa ese manido “Nuevo
Orden Mundial”; el Orden del Anticristo. En abril de 2005, Ratzinger fue
incluido en la lista de las 100 personas más influyentes del mundo por la
revista Time.
Joseph Ratzinger, se convirtió en Abril del
2005 en el primer papa alemán después de casi mil años, y no hay que olvidar
que Alemania es la cuna del nazismo, y que Adam Weishaupt quien fuera jesuita
de alto rango, iniciara de puertas para afuera allí la orden de los Illuminati.
Es sabido que esta organización – junto con muchas más y operando
piramidalmente - desde sus inicios ha promovido el establecimiento de un
gobierno de orden mundial, llamado Nuevo Orden Mundial, y que una vez
establecido dicho orden mundial, entonces Lucifer presentaría a todos al gran
mesías para todas las religiones.
Esta organización hoy en día es sumamente
influyente en todos los poderes políticos del mundo, y tiene dominio total de
la deuda externa del planeta tierra; en otras palabras las instituciones
bancarias está subordinadas a ellos, así como los gobernantes políticos de las
naciones. Esta organización se le conoce como la principal de la masonería, y
su dios es Lucifer – es decir – el diablo (aunque no lo reconozcan así); son
por tanto, luciferinos.
Ratzinger ha cambiado su discurso desde los
tiempos en que era jefe de la
Inquisición hasta ahora como papa. Actualmente, los esfuerzos
de ese hombre hacia la causa ecuménica hubieran sido increíbles de creer, sólo
unos pocos años atrás.
Benedicto XVI ha sido el primer papa en visitar la Cúpula de la Roca , uno de los lugares más
sagrados del Islam. Benedicto XVI se convirtió en el primer
papa que entrara en la mezquita de la
Cúpula de la
Roca , en la
Explanada de las Mezquitas de Jerusalén. El papa fue recibido
a la entrada de la mezquita por el Gran Mufti de Jerusalén, Mohammed Hussein.
Como se usa por tradición en los lugares santos musulmanes, el papa se
descalzó para entrar en el lugar de oración. Benedicto XVI pronunció
después un discurso en la
Explanada de las Mezquitas, ante altos responsables
religiosos musulmanes.
Todo ello redunda en algo absolutamente novedoso
en el catolicismo desde el Concilio Vaticano II, y obedece a la consecución del
plan B jesuita, que se corresponde con lo que el libro de Apocalipsis nos
muestra, acerca de la unión de las religiones en una gran iglesia mundial, y a
la cabeza ese hombre de pecado que exaltará al cristo de Satanás (Ap. 13: 11ss).
¿Será Ratzinger el Falso Profeta? Todavía no lo
sabemos. En cuanto a su vida natural le que da poco ya, así que no es probable
que llegue a serlo. No obstante, me atrevo a pensar que el próximo falso obispo
de Roma lo llegue a ser. El tiempo es extremadamente corto ya.
Sinceramente creo que todo este paseo por la vida
de esos falsos hombres de Dios, ha servido y servirá para abrir mucho los ojos
de muchos. Esa es mi constante oración al Señor.
Dios les bendiga.
© Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey,
Madrid, España. 2009
www.centrorey.org
www.centrorey.org
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