Santiago fue el
único de los discípulos del Señor que "entró" en Él. Los demás tomaron sus enseñanzas con corazón
sincero y fuerza, mas no llegaron a
estar dentro del Señor.
Les aconsejo leer también la epístola de Santiago en la Biblia. No hay
lecciones más exactas para el iniciado
espiritual que los capítulos 1 y 2 de esta epístola bíblica.
Pero aquí les doy otra versión,
diferente, escrita quizá luego de la resurrección
del Cristo. A ver qué os parece:
2. Puesto que me pediste te
enviara el libro secreto que el Señor
nos reveló, a mí y a Pedro, cumplo tu
encargo. Pero te escribo en caracteres
hebraicos y te lo envío exclusivamente a
ti. Y, puesto que eres un instrumento de salvación para los santos, cuida celosamente de no comunicar
a demasiadas gentes este texto que el
Salvador no deseaba fuera conocido por todos
sus doce discípulos. Más afortunados serán los que se salven por la fe en ese
discurso.
3. Hace diez meses, te envié
también otro libro secreto que el
Salvador me reveló. Pero, vistas las
circunstancias, considero ese libro como revelación exclusiva que el Salvador me hizo
5. Ciento cincuenta días después
de que resucitara de entre los muertos, le preguntamos: «¿Te fuiste para dejarnos?»
Mas Jesús respondió: «No, pero me
iré al lugar de donde he venido. Si queréis
acompañarme, ¡venid!».
6. Y todos le respondieron
diciendo: «Si nos lo pides, iremos».
El Salvador dijo: «En verdad os
digo: nadie entrará nunca en el reino de los cielos porque yo se lo pida, sino sólo si
estáis henchidos de él. Dejad a lago (Santiago)
y a Pedro para que yo pueda henchirlos de ese reino.» Y, tras llamar a éstos, se los levó aparte, pidiendo a
los demás que siguieran hacìendo aquello
en lo que estaban ocupados.
10. Mas yo le contesté: «No nos
hables, Señor, de la cruz y de la muerte, porque está lejos de nosotros».
Y el Señor respondió: «En verdad
os digo, que nadie se salvará si no tiene fe en mi cruz. Mas quienes tengan fe en mi cruz,
para ellos será el reino de los cielos.
Por eso os digo que os hagáis ávidos de muerte, de la misma manera que los muertos codician la vida, porque lo
que buscan les será revelado. ¿Y qué
podría perturbarlos? Mientras que vosotros, si consideráis la muerte, ella os enseñará la buena elección. En verdad os
digo, que ninguno que tema a la muerte
se salvará, pues el remo de la muerte pertenece a quienes por ellos mismos se han sumergido en la muerte. Haceos
mejor que yo: ¡Haceos semejantes al hijo
del Espíritu Santo!».
11. Y yo le
pregunté entonces: «¿Señor cómo seremos
capaces de profetizar sobre quienes nos
piden que profeticemos sobre ellos? Pues muchos nos lo piden y se vuelven hacia nosotros para escuchar
oráculos de nuestra boca».
12. El Señor respondió: «¿Acaso
no sabéis o que, con la cabeza de Juan, fue también tajada la cabeza de la profecía?».
Mas yo le dije: «¿Cómo es
posible, Señor, cortar la cabeza a la profecía?».
El Señor respondió: «Cuando
llegues a saber lo que quiere decir cabeza, y que la profecía procede de la cabeza, entonces
comprenderás el sentido de o la expresión
se le cortó la cabeza. He empezado 0 por hablaros en profecía y no habéis comprendido; ahora os hablo en claro y seguís sin entenderme. Como si fuerais vosotros quienes os sirvierais de mí a manera de parábola en las parábolas y como alguien que es claro en lo
que es claro».
13. «Apresuraos, pues, a salvaros
antes de que os veáis obligados a
hacerlo.
Estad, por tanto, atentos al
acuerdo con vosotros mismos y procurad, si fuera posible, llegar a ello antes que yo, porque
así el Padre os amará».
«Odiad la hipocresía y los malos
pensamientos: pues es del pensamiento de
donde nace la hipocresía, y la
hipocresía está lejos de la verdad.
14. «No permitáis, pues, que el
reino de los cielos se desvanezca, pues es como un plantón de palmera cuyos frutos se
extienden a su alrededor. Le renacen
hojas que, cuando echan brotes, consumen su vigor. Y lo mismo ocurre con los frutos que brotan de él: una
vez cosechados, son comidos.
Ciertamente eran buenos y, si se
pudiera producir una nueva planta, la
encontraríais.
16. «Cuidad la palabra. Pues la
primera parte de la palabra es fe, la
segunda amor, la tercera obras; de las
tres, viene la vida. Porque la palabra es como un grano de trigo; cuando alguien lo siembra
es que tiene fe en él; y cuando germina,
lo ama porque ve varios granos en lugar de uno solo. Y cuando labora, se salva porque del grano hace
alimento dejando, de nuevo, algunos otros
para sembrarlos. Y también vosotros, así, podéis recibir el Reino de los Cielos. Sólo si recibís este verdadero: conocimiento,
seréis capaces de encontrarlo».
18. «Confiad, pues, en mí,
hermanos míos; sabed qué es la gran luz. El Padre no me necesita; porque un Padre no necesita
del hijo, es el hijo el que necesita al
padre. Hacia Él voy, porque el Padre del Hijo no necesita de vosotros».
«Escuchad la palabra, aprended la
gnosis, amad la vida y nadie os perseguirá, nadie os oprimirá, sólo vosotros mismos».
19. «Oh, vosotros, miserables;
oh, vosotros, desgraciados; oh, vosotros, que reivindicáis la verdad; oh vosotros, falsificadores; oh vosotros, pecadores contra el espíritu, ¿seguiréis escuchán dome
ahora que tenéis la ventaja de
Iglesia Cristiana Gnóstica
Litelantes & Samael Aun Weor
www.iglisaw.com
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