Capítulo 1:
1 La enseñanza del Salvador y la
revelación de los misterios y las cosas escondidas en el silencio, cosas que él enseñó a su discípulo Juan.
2 Un día, cuando Juan, el hermano
de Jaime (los hijos de Zebedeo), subió al templo, sucedió que un fariseo llamado Arimanios se le acercó y le
dijo: «¿Dónde está tu Maestro, al que has estado siguiendo?».
3 Juan le dijo: «Ha vuelto al
lugar de donde vino».
4 El fariseo le dijo: «Este
Nazareno os ha engañado gravemente, ha llenado vuestros oídos de mentiras, ha cerrado vuestras mentes y os ha
apartado de las tradiciones de vuestros padres»
5 Cuando yo, Juan, oí estos
comentarios, me alejé del templo en busca
de un lugar solitario.
6 Estaba muy triste y dije para
mis adentros: ¿Cómo fue elegido el Salvador? ¿Por qué fue enviado al mundo por su Padre?
7 ¿Quién es su Padre, el que le
envió? ¿A qué clase de reino eterno iremos?
8 Porque, ¿qué nos decía cuando
nos dijo: «Este reino eterno al que iréis es una copia del imperecedero reino eterno», mas no nos enseñó
qué clase de reino era ése?
9 En el momento en que estaba
pensando en esto, he aquí que los cielos se abrieron, toda la creación bajo el cielo se iluminó
y el mundo tembló.
10 Tuve miedo y he aquí que vi
dentro de la luz un niño de pie a mi lado.
11 Mientras yo miraba él se
volvió como una persona mayor. De nuevo cambió su apariencia y fue como la de un sirviente.
12 No era que hubiese varias
personas ante mí, sino que había una
figura con varias formas dentro de la
luz.
13 Estas formas diferentes se
hicieron visibles una después de otra y aparecieron tres formas.
14 Él me dijo: «Juan, Juan, ¿por
qué dudas? ¿Por qué temes? ¿No estás familiarizado con esta figura?
15 «Entonces ¡no seas pusilánime!
Yo estoy contigo siempre.
16 Yo soy el Padre, Yo soy la Madre , Yo soy el Vástago, Yo
soy el incorruptible y el inmaculado.
17 He venido a hablarte de lo que
es, lo que era, y lo que ha de venir, para que comprendas lo que es
invisible y lo que es visible; y para enseñarte sobre la Humanidad perfecta.
18 Alza, pues, ahora tu cabeza,
para que comprendas las cosas que te diré hoy, y para que puedas relatar esas cosas a tus amigos espirituales,
que son de la raza inconmo
vible de la Humanidad perfecta».
Capítulo 2:
1 Cuando le pregunté si podría
comprender esto, él me dijo: «El Uno es un soberano que no tiene nada sobre él.
2 Es Dios y Padre de todos, el
Uno Invisible que está sobre todo, que es imperecedero, que es luz pura que ningún ojo puede ver.
3 «Es el Espíritu invisible. Uno
no debería considerarlo como un dios, o igual que un dios. Pues es más grande que un dios, porque no tiene nada
sobre él y ningún señor sobre él.
4 No existe dentro de nada que
sea inferior a él, ya que todo existe únicamente dentro de él.
5 Es eterno, toda vez que no
necesita nada. Porque es absolutamente completo: nunca ha carecido de nada para ser completo. Sino que siempre ha
sido absolutamente completo en la luz.
6 Es ilimitable, toda vez que no
hay nada ante él que lo limite. Es insondable, toda vez que no hay nada ante él que lo sondee.
7 Es inconmensurable, toda vez
que no había nada ante él que lo midiera. Es inobservable, toda vez que nada lo ha observado. Es eterno, y existe
eternamente.
8 Es inexpresable, toda vez que
nada podía comprenderlo para expresarlo. Es innombrable, toda vez que no hay nada ante él que le dé nombre.
9 «Es la luz inconmensurable,
pura, santa, brillante. Es inexpresable, y es perfecto en su
inmortalidad.
10 No es que forme parte de la
perfección, o de la bienaventuranza, o de la divinidad: es mucho más grande.
11 No es corpóreo ni incorpóreo.
No es grande ni pequeño.
12 Es imposible decir: “¿Cuánto
es?” o “¿De qué clase es?” pues nadie puede comprenderlo.
13 No es una entre muchas cosas
que existen: es mucho más grande.
14 No es que sea realmente más
grande. Sino que como es en sí mismo, no es una parte de los mundos o del tiempo, porque cualquier cosa que
es parte de un mundo fue producida una vez por otra cosa.
15 No le fue asignado tiempo,
toda vez que no recibe nada de nadie. Eso sería un préstamo.
16 El que existe primero no
necesita nada de uno que es posterior. Al contrario, el posterior alza la vista hacia el primero en su luz.
17 «Porque el Perfecto es
majestuoso: es pura e inconmensurablemente grande.
18 Es el Mundo que da un mundo, la Vida que da vida, el Bendito
que da bienaventuranza, el Conocimiento
que da conocimiento, el Bueno que da bondad, la Misericordia que da
misericordia y redención, la
Gracia que da gracia.
19 No es que sea realmente así.
Sino que da luz inconmensurable e incomprensible.
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