sábado, 28 de marzo de 2015

MUJERES AFRICANAS SINGULARES

 


DOÑA SEBASTIANA BRAVO DE LAGUNA Y DEL CASTILLO

Foto y texto del libro de Domingo de Laguna “Personajes en la vida de Canarias”.

El ayuntamiento de la Orotava adquirió a sus herederos su mansión, para fines culturales, aunque fue construida por la familia Suárez, la citada Mansión lleva el nombre de Doña Chana “CASA DE DOÑA CHANA”.


Nació en Las Pal­mas de Gran Canaria, el 27 de noviembre de 1908, hija de Don Jacinto Bravo de Laguna y Manrique de Lara, Diputado Provincial y Diputado a Cortes por Fuerteventura, representante histórico de la Casa de Cabrera, conocida por la de los Coroneles de Fuerteventura, falleció temprana­mente, el 30 de julio de 1923, y de Doña Leonor del Castillo y Matienzo, de la casa de los Condes de la Vega Grande de Guadalupe.

Estudió en el Colegio del Sagrado Corazón, en Ciudad Jardín, edifi­cio actualmente ocupado por los Salesianos, allí destacó por su piedad sincera y por sus méritos escolares y alcanzó la distinción de Hija de Ma­ría.

En 1926, conoció al que luego sería su esposo, Don Mariano de Brier y Ponte, Licenciado en Derecho y Juez Municipal de La Orotava, hijo de Don José de Brier y Casabuena y de Doña Guadalupe de Ponte y Cólogan, hermano de su cuñado Don Conrado, marido de su hermana mayor Doña María de las Nieves, en ese tiempo estudiante de Derecho en Deusto, Vizcaya. Simpatizaron pronto, y tras breves relaciones se ca­saron, el 25 de enero de 1928, en el oratorio de su casa, adjunto a la igle­sia de San Agustín, su parroquia, en Las Palmas. Ese mismo año, fijó su residencia en Tenerife, en la casa que su familia política poseía en la ca­lle Colegio de La Orotava, y allí vivió hasta 1945, año en que se trasladó a su actual morada, "La Viñita", en la Sidrona, magnífica casa, rodeada de espléndidos jardines.

Desde su llegada a la Orotava, Doña Chana, así es popularmente co­nocida, con ese afán que la caracteriza, e impulsada por su espíritu reli­gioso y cristiano, puso sus talentos al servicio del prójimo, y en 1930, formó como vocal en la organización, presidida por su cuñada Doña María Cristina Brier de Machado, y con la inolvidable y meritoria Doña Ma­ría Hernández y Díaz Flores, la Catequesis y las Conferencias de San Vi­cente de Paúl, destinadas a dar instrucción religiosa y a visitar y atender a los enfermos y necesitados.

El entonces Párroco de la Concepción y Arcipreste de Orotava, Don Manuel Díaz Llanos y Bautista, ejemplar sacerdote, de tan grato recuerdo, nece­sitó entonces una casa que sirviera de sede a la Acción Católica y para la obra parroquial, y en 1935, Doña Julia Llarena y Lercaro,  Condesa del Palmar, cedió en arriendo gratuito su edificio, sito en la esquina, en frente a la puerta principal del templo, y posteriormente, por su testa­mento, legó la casa inmediata a la parroquia, con el fin de que fuera la Acción Católica inquilino preferente. Poco después, ya presidenta Doña Sebastiana, con ayuda de las otras señoras feligresas, adaptó el edificio, que reparó y dio su actual aspecto.

La Acción Católica no solo fue, y es, lugar de proselitismo religioso, allí cumpliendo el precepto evangélico, se enseñan conocimientos, teóri­cos y útiles, clases para adultos, nociones de economía doméstica, y las jóvenes aprenden cocina, corte, etc., todas materias tan necesarias, y más en aquellos años en que las necesidades del País, no permitían llegar a ese tipo de enseñanzas; a ese menester, dedicó Doña Chana gran parte de su esfuerzo.

Presidenta de la Asociación de Lucha Contra el Cáncer, desde su creación y durante más de treinta años, hasta ser sustituida, por motivos de salud, por Doña María Remedios de Ponte y Cullen, presidió también Manos Unidas, asociación destinada a paliar las más urgentes necesida­des en el Tercer Mundo.

Con Don Mariano, su esposo, compartió siempre sus inquietudes, quiso con él, fundar un centro religioso, instituto que auxiliara a los en­fermos y desvalidos, siempre tan numerosos. Por Don Leandro Medina Pérez, entonces Arcipreste y Párroco de la Concepción, de ejemplar memoria, su­po de las hermanas de La Cruz, de severa regla, dedicadas exclusiva­mente a la ayuda y asistencia de los enfermos menesterosos y a la cate­quesis, y en contacto con ellas, y la Madre Corazón que les allanó difi­cultades, se decidieron al fin a fundar un convento en La Orotava.

Falleció Don Mariano Brier, en Madrid, el 13 de Mayo de 1973, y Doña Sebastiana, llenando el vacío de su pérdida con más trabajos, co­menzó los preparativos inmediatos para construir el convento.

Por un buen amigo supo que se vendía una casa grande y bien situa­da en la calle de Salazar; puestos en contacto con su propietario, Don Alonso de Ponte y Llarena XIII Conde del Palmar, y enterado este de la finalidad de los compradores, primero quiso regalar la casa, pero para evitar más gastos, vendió a Doña Chana la casa por el simbólico precio de quince mil pesetas, que luego donó a los Hermanos de San Juan de Dios. La casa fue reformada, restaurada y modernizada, de modo que en 1974, pudo ser inaugurado un magnífico edificio, cuya construcción y dirección fue graciosamente dirigida por Don Antonio de Zárate y Cólogan.

Este Convento de Nuestra Señora de la Candelaria, y sus Hermanas de la Cruz, en los años que funciona se han ganado el cariño, la gratitud y el respeto del pueblo de la Orotava y su Comarca.

Doña Chana, esta incansable dama, a quien le fue negada la materni­dad, y desplegó todo su afecto de mujer cristiana y piadosa en su prójimo más necesitado, es hoy desde la otra atalaya ejemplo de inteligencia y de bondad.

Garachico, Villa natal de su esposo, que cono­ce su generosidad, le rindió, en su ayuntamiento, el 15 de diciembre de 1984, homenaje por sus desvelos y servicios. La Acción Católica de Orotava, e 1de octubre de 1988, recordó con una placa su memoria, en emotivo acto, en el que Don Jacinto Barrios Acosta, entonces Párroco Arcipreste de La Orotava, dijo entre otras cosas: "…Por eso desde aquí hago una lla­mada al Excmo. Ayuntamiento ya quien, corresponda para que se le ten­ga en cuenta, y dejen constancia para la posteridad haciéndola hija adop­tiva y dedicándole una de las calles…".
(Bruno Juan Álvarez Abreu)


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