sábado, 14 de marzo de 2015

La Casa del diablo, Gran Canaria y otras



Éstas son dos anécdotas que sucedieron en una famosa casa situada en el barrio Teldense. Esta casa lleva mucho tiempo abandonada por eso ha sido  un lugar de reunión para las brujas, sesiones de quija, pero sobre todo para rituales satánicos. Es por esto que actualmente el ayuntamiento ha cerrado todas sus puertas y ventanas. Generación tras generación se ha oído hablar de escalofriantes historias contadas por personas que han entrado en la casa.
Dos de ellas son las siguientes:
  • Un grupo de chicas del colegio de las monjas, una tarde decidieron entrar a la casa para descubrir si era verdad las historias que se contaban sobre ella, todo iba bien, hasta que subieron al segundo piso. Mientras caminaban por un pasillo una de las chicas vio una especie de bola luminosa, que se dirigió hacia ellas y la cual impactó contra una de las ventanas, provocando que se proyectaran contra ellas los cristales y no hacia el exterior.
Seguidamente las chicas salieron despavoridas de la casa sin darse prácticamente cuenta de que estaban sangrando a causa de los cortes producidos por los cristales que se les proyectaron. 
  • Todo comenzó una calurosa tarde veraniega de domingo del año 1996, época en la cual tenía 16 años. Unos amigos y yo atraídos por las numerosas historias contadas, decidimos entrar en esta casa cuando aún no habían sido precintadas como se encuentran actualmente. Quedamos justamente en frente del muro de piedra que daba a la casa, el cual ya no existe, puesto que han levantado uno mucho mayor de cemento y barrotes de unos 5 ó 6 metros de alto; en aquella época solo medían unos 3 metros, pero nosotros entramos por el acceso principal de la casa.
Cuando comenzamos a subir las escaleras que daban al jardín, se nos pasó por la mente el desistir de nuestra aventura, puesto que mi amigo Javier nos dijo que había visto cómo se movía una de las cortinas de las ventanas del piso superior, y afirmaba que creyó ver a una persona. Aunque miramos hacia las ventanas mi otro amigo, Alejandro, y yo, no logramos ver nada. Por eso continuamos avanzando hacia la puerta verde y deteriorada de la casa, la cual estaba cerrada con un candado.
Dimos una vuelta por sus alrededores y dimos con una ventana que estaba entreabierta, y que daba justamente a la cocina de la casa. El primero en entrar fui yo, después lo hizo Alejandro y por último Javier. Mientras íbamos atravesando la cocina podíamos ver numerosos utensilios de cocina por el suelo, tales como platos rotos, cubiertos etc; tras la puerta de la cocina se encontraba el comedor que conectaba directamente con el hall de la casa en el cual se situaban las escaleras de madera de acceso al piso superior, la iluminación era prácticamente diáfana, aún así quería continuar y subir al piso superior.
He de decir que me dio mucho miedo el subir al segundo piso de la casa, sobre todo por las escaleras de madera, las cuales parecían que se iban a caer, y que al pisarlas rechinaban. Al llegar al piso superior ya mi miedo se intensificó mucho, más aún, pude ver en la pared del pasillo unas marcas de sangre realizadas con manos ; no sé si la sangre era humana o animal, aunque creo que más bien sería por lo segundo, puesto que nos encontramos una serie de plumas y esqueletos de gallinas y palomas.
Al ver esto un escalofrío no recorrió el cuerpo y Javier dijo de marcharnos, pero aún no me podía marchar tenía curiosidad por ver una habitación situada a la derecha, y en cuyo umbral de la puerta se encontraban los cuerpos de estos animales. Poco a poco me acerqué a mirar de refilón y pude ver que era un baño, pero un baño cuya bañera estaba sucia de polvo y de lo que parecía ser sangre seca, al mirar a un lado, pude ver el lavamanos en el cual habían una serie de velas ya utilizadas y consumidas del todo, al levantar la vista pude ver el espejo picado y estropeado por el paso del tiempo, pero eso no tenía importancia, lo que me impactó fue el ver en el espejo el número 666 realizado con lo que parecía ser sangre , la cual tenía la misma característica de la encontrada en la bañera.
Fue entonces cuando Javier salió corriendo y Alejandro comenzó a gritarme que nos teníamos que marchar. Habían comenzado a oírse unos ruidos de cadenas que se arrastraban por el suelo de madera y que provenían de la esquina que se encontraba al final del pasillo . Fue entonces cuando los dos comenzamos a correr, bajando precipitados por la escalera de madera en dirección la cocina. Tras salir de la casa aún seguíamos corriendo hasta lograr salir del jardín y llegar a la calle. Javier estaba ya en la calle y mirando al piso superior de la casa, al verlo, nosotros desviamos la vista también hacia el piso superior y pudimos ver aún aterrorizados cómo se movían las cortinas de la casa, aquello era imposible, no era normal, todas las ventanas estaban cerradas.
Desde ese día, siempre que paso delante de la casa, puedo sentir el escalofrío y la horripilante sensación de que cierta presencia hostil me observa a mí paso.
La Bruja de Haría

LANZAROTE
En las zonas alejadas de ciudades, siempre han sido mayores las creencias urbanas, véase como ejemplo el mal de ojo o los rituales de cualquier curandero de pueblo. Normalmente en las ciudades, hay más información, la cual nos aclara todo posible acontecimiento extraño, y se hace más difícil creer en brujas, fantasmas y cualquier leyenda urbana.
Hay un pueblo en la zona norte de Lanzarote, en el que a sus habitantes se les debería hacer aún más difícil no creer en brujas, y este es Haría. A lo largo de los años, el pueblo ha ido creciendo, pero siempre que nos situamos en una posisción desde la cual se vea el pueblo desde arriba, podemos notar cómo el contorno del pueblo forma la figura de una bruja. Esta figura, no es que se asemeje a una bruja, sino que es 100% exacta al contorno clásico de una bruja.
Desde luego, los habitantes del norte no creen en brujas ni mucho menos, pero sí le aporta algo de magia al pueblo, famoso por sus 10000 palmeras, sus paisajes y porque su entorno no se encuentra devastado por la mano del hombre. Un hecho que para los más escépticos puede ser fruto de la casualidad, pero que seguro tiene un punto mágico para que cada noche Haría tenga a su brujita particular.
Como punto final, si te gusta la naturaleza, Haría es tu lugar, es un pueblo donde el turismo es genuinamente rural y uno de los pocos lugares de Lanzarote que podría hacerte vivir una noche mágica fuera de lo común.
“Las Brujas de Laguna Grande”
La Gomera

La historia transcurre en La Gomera, una pequeña isla, abrupta y montañosa, y con profundos bosques… una isla que emana misterio, y que guarda un secreto a voces.
Hace muchos años atrás, en la isla no existían aún las carreteras ni ningún tipo de comunicación entre los pueblos, y las gentes vivían del campo y de la pesca. Cada semana un pescador llevaba los mejores pescados al campo para cambiarlos por las mejores carnes, o viceversa. Sin embargo, no era sencillo, pues los pueblos quedaban distanciados entre si, y para hacer el trueque había que atravesar el bosque. La gente siempre había temido el bosque, por la siniestra niebla que lo envolvía, que se deslizaba silbando entre los árboles, por su inquietante profundidad, por los sonidos que allí se escuchaban. Más de una vez la gente tenía que pasar de noche por aquellos parajes para llegar temprano por la mañana a su destino, y esto les inquietaba.
Se cuenta que una noche un campesino, montado a lomos de su burro, atravesaba el bosque. Estaba todo oscuro, hacía mucho frío y las ramas de los árboles golpeaban constantemente contra el hombre. De pronto el burro comenzó a rebuznar y a correr inquieto, y acabó por tirar al suelo a su amo. El campesino, asustado, corrió por el bosque sin parar, tratando de encontrar al animal, hasta que vio un resplandor entre los árboles, y oyó unas voces, como cánticos, a lo lejos….

Se acercó hasta que la luz era cada vez más fuerte y podía escuchar perfectamente voces de mujeres que cantaban, reían y hablaban de manera extraña. Escondido entre las ramas pudo contemplar como en un gran claro del bosque numerosas mujeres mayores, vestidas con túnicas negras y pintadas de manera extraña, corrían alrededor de una gran fogata, levantando y bajando las manos, gritando, cantando extraños ritos satánicos. Eran brujas en un aquelarre. De pronto oyó un rebuznar y vio como una de ellas decapitaba a su burro… La mujer clavó la cabeza del animal en un palo y danzó alrededor del fuego con ella, pasando el palo a las demás, mientras la sangre se deslizaba por el palo, y era absorbida por las hambrientas bocas de las brujas. Finalmente la lanzaron a las llamas y al instante el fuego desapareció absorbido por la tierra. Las brujas se sentaron en doce piedras, dispuestas en círculo alrededor de una piedra central, la de la bruja mayor. El campesino estaba hipnotizado observando el ritual cuando una mano se posó en su espalda. Se giró y vio como una de las bruja le echaba el aliento a la cara. El lo inspiró y sintió como una extraña niebla se metía en su interior, mientras la bruja le decía: “Todo aquel que conoce nuestro secreto, ha de morir”. Asustado echó a correr bosque abajo, y no paró hasta llegar al pueblo.
Una vez allí, cayó al suelo desplomado por el esfuerzo. Los vecinos acudieron a socorrerle, y lo metieron en la cama, mientras el hombre no dejaba de hablar de lo que había visto. Pasadas unas horas el campesino murió.
A partir de entonces las gentes intentaban evitar pasar por el bosque, y cuando tenían que hacerlo siempre llevaban una hoja de laurel para evitar que se aparecieran las brujas.
El bosque de la leyenda aún existe, y el claro donde antiguamente danzaban las brujas, llamado la “Laguna Grande”, también. En el se pueden ver las 13 piedras y una curiosa coincidencia: todo el suelo del bosque está lleno de hierba, excepto el círculo de piedras donde se dice que bailaban las brujas.

La Presa de las niñas
Gran Canaria
A dos horas más o menos de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria se encuentra la Presa de las Niñas. Aun no tengo ni idea de porqué se llama así, pero creo que es por ella. Por Kasandra.
Se llama así desde que mis antepasados más lejanos tienen memoria.
Todo empezó aquella noche de lluvia en Valsequillo. Mis primos y yo nos quedamos solos en la gran casa que teníamos. Era invierno y estábamos un poco resfriados, así que hicimos chocolate, apagamos las luces y empezamos a contar historias de miedo. Mi prima Iballa es la que sabe contar historias de miedo ya que es una chica de pueblo y oye bastantes historias urbanas. Yo, como soy chica de pueblo me limito a asustarme y no dormir una noche pensando en esas historias. Como he escrito, todo empezó esa noche, cuando ella se iluminó con la vieja linterna de mi tío Ruyman.
Esta historia la sé yo por mi padre. En esta historia también esta tu madre – me dijo sonriente – es la historia de Kasandra. Alguna vez nos hemos preguntado porque se llama así la presa de las niñas, pues yo tengo la respuesta a esto.
“Hace muchos años había una vieja cabaña donde vivía un señor borracho y su hija Kasandra de catorce años. Siempre le pegaba y la maltrataba, tanto físicamente como psicológicamente. Bien, pues eso se acabó cuando llegó un chico de las afueras y la enamoró. El padre descubrió lo que pasaba, y una noche de lluvia como esta, mató al chico y a su hija. A el lo ahorcó aprovechando que lo había dejado inconsciente con una cadena y a ella la violó en la propia presa mientras la ahogaba. Se dice que muchas noches de verano se escuchan la risa de los dos chiquillos. Y las noches cercanas a esta fecha de la que la estoy contando se escuchan las cadenas con las que el viejo borracho mató al joven.”
¿Y Kasandra?  pregunté yo.
       
– Kasandra… ? susurró ? se dicen que las personas que se han ahogado en la presa han sido ahogadas por ella misma, para que le hagan compañía en el otro mundo.
Mi primo, el más pequeño me abrazó llorando. Le grité a mi prima que se callase, mi primo siempre ha sido más asustadizo que yo, así que lo llevé a su cama. Cuando fui a ver a mi prima estaba mirando la lluvia en la ventana. Mañana te voy a demostrar que tengo razón….
Al día siguiente el cielo amaneció despejado y fuimos en guagua a la presa. Había un árbol con hojas secas alejado de los otros árboles. Nos acercamos y era verdad. En el árbol estaba tachado Kasandra & Yeray.
Me quedé helada, no podría ser verdad. Ahora, como mi prima creo en lo inexplicable.

(https://tamaragr.wordpress.com/author/tamaragr/)

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