martes, 3 de febrero de 2015

EL MENCEYATO DE TEGUESTE




APUNTES PARA SU HISTORIA


Capitulo XI-VI



Eduardo Tacoronte Bretillard

La Mansión de los Tacoronte, familia guanche, enclavado en el camino de los Laureles, es un Palacio señorial de dos plantas con escudo heráldico esculpido en su fachada.

D. Eduardo Tacoronte Bretillard, fue miembro fundador del primer Ateneo de La Laguna, junto con D. Juan Reyes Vega, D. Adolfo Cabrera Pinto, D. Mateo Alonso del Castillo, D. Domingo Cabrera Cruz, D. Benito Pérez Armas, Cedrés Nobrega y otros, y según la tradición, fue uno de los coautores de la bandera ateneista que se enarboló en el Ateneo lagunero en 1907, como protesta contra el dominio español y contra los desmanes de las autoridades españolas, que había enviado a Canarias la corona española, las cuales venían enfurecidas por la reciente pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, amén de la destrucción de la vieja y caduca flota española en aguas del Caribe por la flota norteamericana, tal como recoge en un interesante y documentado articulo el abogado y lider independentista canario D. Antonio Cubillo Ferreira, el cual por su indudable interés para la historia de Tegueste reproducimos en su totalidad:

La Bandera del ateneo lagunero, Tegueste, el Partido  Nacionalista Canario
“El  Partido Nacionalista Canario, fue creado en 1924 por un grupo de verdaderos patriotas Canarios en Cuba, independentistas desde luego, que establecieron una bandera azul marino con siete estrellas blancas en la forma y disposición del archipiélago. Para conocer el origen de esta enseña, tenemos que remontarnos a sus antecedentes en la isla de Tenerife en 1907 e incluso hasta el pueblo tinerfeño de Tegueste, donde se encuentra la Hacienda de los Laureles. La Hacienda de Los Laureles alberga en sus inmediaciones el viejo palacio edificado por el Barón de Chausseriaut, ciudadano francés nacido en Troye y afincado en Tenerife; prueba de ello es el escudo heráldico que está aún en una de las paredes del palacio. Este francés, que fue cónsul de Francia y de Rusia en Canarias en el siglo XIX, sólo tuvo hijas por lo que la hacienda de Los Laureles y su hermosa mansión es conocida en el pueblo no por su nombre, sino como finca y casa de “Tacoronte”, apellido de los últimos propietarios herederos de la estirpe del Barón, entre ellos, el más conocido fue Don Eduardo Tacoronte Bretillard.
Este D. Eduardo, era hijo del que fue alcalde de La Laguna, el Doctor D. Eduardo Tacoronte Hernández, nacido en San Miguel de Abona el 4.12.1845, quien casó con una de las hijas del señor cónsul, de apellido Bretillard; D. Eduardo Tacoronte Bretillard, fue miembro fundador del primer Ateneo de La Laguna, junto con D. Juan Reyes Vega, D. Adolfo Cabrera Pinto, D. Mateo Alonso del Castillo, D. Domingo Cabrera Cruz, D. Benito Pérez Armas, Cedrés Nobrega y otros, y según la tradición, fue uno de los coautores de la bandera ateneista que se enarboló en el Ateneo lagunero en 1907, como protesta contra el dominio español y contra los desmanes de las autoridades españolas, que había enviado a Canarias la corona española, las cuales venían enfurecidas por la reciente pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, amén de la destrucción de la vieja y caduca flota española en aguas del Caribe por la flota norteamericana.
La situación política en aquellos años de principios del siglo XX en Canarias, estaba enconada contra la metrópoli y en Canarias, había muchos isleños que eran partidarios de hacer como se había hecho en Cuba y Filipinas para liberarse del yugo español. La metrópoli había enviado como Capitán General de Canarias a D. Vicente Martitegui y Pérez Santamaría y como gobernador civil de Tenerife al Almirante Ulate. La situación se fue complicando y Madrid pensó, que uno de los culpables del mal ambiente contra la corona borbónica era el Ateneo lagunero, por lo que decidió tomar cartas en el asunta para evitar un movimiento separatista. Parece ser, que ante la actitud rebelde de los ateneistas y el peligro que podía representar que volviese de América del Sur, el líder independentista y obrerista, Secundino Delgado, que ya desde Caracas, con su periódico El Guanche, en 1897, había preconizado la independencia de Canarias, el mando militar envió tropas para atemorizar la ciudad de Aguere, ya que se habían gritado consignas antiespañolas, contra los Borbones y contra la metrópolí.
Los ateneistas laguneros se vieron obligados, ante la llegada de las tropas enviadas desde la capital, a arriar aquella enseña del Ateneo de siete estrellas blancas sobre fondo azul marino y las estrellas colocadas en forma de archipiélago, que habían hecho los ateneistas laguneros, y desde el balcón y en el momento en que aparecieron los soldados, se la tiraron a D. Eduardo Tacoronte Bretillard, quien estaba en la calle frente a la catedral, el cual, evolviéndola bajo su chaqueta salió corriendo hacia su casa de Tegueste donde la guardó secretamente durante muchos años. El escritor y político tinerfeño, Don Domingo Cabrera Cruz, en su libro de recuerdos titulado,” Huellas del tiempo ” editado en Caracas, dice, de la bandera del Ateneo, ” Ella simbolizaba un grito de rebeldía, una protesta contra los malos tratos de funcionarios indeseables. Protesta que ondeaba a los vientos alísios de nuestro cuadrante. El acto de arriar la bandera fue emocionante, lo presenció una multitud que invadía la plaza de la Catedral; hubo socios que lloraron, pues se trataba de un emblema que enraiza con el alma canaria. El directivo D. Eduardo Tacoronte Bretillard, profundamente emocionado, la recogió antes de llegar al suelo y, apretandola sobre su pecho, se la llevó “.
Estas frases de Don Domingo me confirman lo que me había contado de pequeño mi abuela paterna, Doña Carmen Nobrega Estrella, lagunera y esposa de mi abuelo el Profesor de Dibujo del Instituto lagunero, D. Guillermo Cubillo Aguilar, que lo vió todo cuando era joven pues estuvo allí, y que me trasmitió este recuerdo que me sirvió para cuando crée la actual bandera nacional de las Siete Estrellas Verdes en 1964, en Argel, aunque mi abuela no se acordaba de cómo iban las estrellas en la bandera cuando me lo contó, por lo que decidí adoptar la forma circular actual sobre la franja azul celeste central, ya que el azul marino me sonaba a azul falangista y porque además, las estrellas van en el cielo y no en el mar. Cuando en 1.924, se creó en Cuba el Partido Nacionalista Canario ( PNC ), alguien les recordó a los isleños en La Habana esta primera enseña del Ateneo lagunero que se había llevado Don Eduardo Tacoronte a su casa de Tegueste y entonces, como no tenían otra, la adoptaron como bandera, apareciendo en primera página en de la revista El Guanche, editada en La Habana por el PNC, como órgano oficial de los independentistas canarios.
Estos últimos años, algunos políticos autonomistas y otros enemigos de la independencia quisieron hacer creer a la gente que esta enseña del Ateneo lagunero había sido diseñada por el prócer Seundino Delgado, el cual jamás hizo bandera alguna ni tuvo nada que ver con estos acontecimiento de 1907, ya que se hallaba en aquella época entre Argentina y Méjico, donde había tenido que exilarse para huir de la persecución del general Weyler y de las autoridades coloniales españolas, y nunca había pensado en crear ninguna bandera como todos los que conocemos su trayectória sabemos.
Los actuales autonomistas canarios en su día quisieron sacar esta bandera ateneista de protesta, para contrarrestar la actual bandera nacional la Tricolor de las Siete Estrellas Verdes que es la bandera del MPAIAC y de la independencia, pero sus esfuerzos fueron vanos porque la triocolor de las Siete Estrellas Verdes, bandera del MPAIAC, significa lucha, sacrificio, honor, dignidad e independencia y nuestro pueblo no conoce otra enseña que esta y la ha adoptado ya como bandera nacional. Como es lógico, los autonomistas y los enemigos de la independencia siempre están haciendo maniobras para crear confusiones sin cuento sobre la bandera y aparecen los llamados expertos que opinan sobre unos antecedentes fantasmagóricos de la bandera llegando incluso alguno a decir que los colores vienen de la enseña del conquistador de Tenerife Fernández de Lugo y otros disparates más como que una señora de Gran Canaria recortó unos papelitos a tres colores para lanzarlos en Teror en la procesión de la virgen del Pino.
Todavía saldrán más especialistas que se inventarán otras historias ya que nuestra bandera tiene muchos enemigos por lo que representa.
Por suerte, y volviendo a la historia, el destino ha querido que la gran mansión del patrimonio histórico y artístico de Tegueste con parte de lo que fue la gran hacienda y la casa de la servidumbre, como es la finca y casa de “Tacoronte”, cayera en manos de un teguestero que después de comprar la quinta ha llevado a cabo unas rigurosas restauraciones en sus edificaciones conservando esta joya de la arquitectura tradicional canaria, como una reliquia por la que siente respeto y admiración y a la que le da el valor que se merece, para conservar el recuerdo del sitios donde se reunían en secreto los ateneistas de 1907, en el Menceyato de Tegueste, huyendo de las miradas de los esbirros de la metrópoli.
Peor suerte corrió la parte baja de esta hacienda, colindante al casco urbano de la Villa de Tegueste, que perdió una gran parte del suelo agrícola y una importantísima arboleda, llegando incluso a desaparecer árboles endémicos de la flora autóctona de la isla de Tenerife, como son los dragos milenarios, para que se edificara lo que hoy se llama Urbanización La Placeta. Se corre también el peligro, debido a la política municipal, que se pierda el famoso Camino de los Laures, uno de los más hermosos caminos de la isla que remonta a tiempos de los Guanches, camino que atravesó un día corriendo, Don Eduardo Tacoronte Bretillard, para esconder la primera bandera enseña del Ateneo lagunero, que años después aún conservaba escondida en un viejo arcón, temiendo siempre que viniera la policía o el ejército en busca de aquella primera enseña de los ateneistas laguneros y que en 1924 adoptó en Cuba, como bandera, el primer partido independentista denominado el PNC.
Este partido estaba luchando desde Cuba por la independencia de Canarias. Muerto el prócer Secundino Delgado el 4 de mayo de 1.912, en Tenerife, tras larga enfermedad, la metrópoli pensó que se había acabado la lucha por la independencia y para contentar a la burguesía canaria, en julio de ese mismo año, otorgó la ley de Cabildos y facilitó la ley de Puertos Francos de 1.852 para que la incipiente burguesía canaria no pensase en la independencia como habían hecho las burguesías de las antiguas colonias americanas. Pero los pueblos son tercos en defensa de sus libertades y viejos compañeros de Secundino Delgado y otros que habían combatido en Cuba contra los españoles, formaron el 30 de enero de 1.924, el Partido Nacionalista Canario, el PNC, cuyo primer presidente fue José Cabrera Diaz.
José Guerra Zerpa, otro de los fundadores, fue compañero de Secundino y coeditor del periódico ” El Guanche “, en Caracas en 1.897. Posteriormente y ya en una segunda época de la revista del PNC,” El Guanche “, fue su responsable, Luís Felipe Gomes Wangüemert, junto con José Miguel Pérez, fundador éste del Partido Comunista Cubano y también del Partido Comunista en Tenerife que fundó con el tinerfeño Hostilio Rodríguez de la Sierra y Melo, hijo  del abogado y político asesinado por los franquistas, D. Luís Rodríguez Figueroa.
Pero el error que habían cometido estos patriotas era pensar liberar Canarias desde el continente americano cuando Canarias está en Africa y no en América. Además, África aún no se había despertado del largo letargo colonial, cosa que iba a suceder después de la segunda Guerra Mundial, a partir de 1946.
En 1962, cuando tuve que exiliarme de Canarias por cuestiones políticas, escribí una carta desde París a la Habana, al Sr. Gomez Wangüemert, canario de origen palmero, cuya dirección me había sido facilitada por un pariente suyo palmero que tenía una imprenta en La Laguna, la Imprenta Wangüemert. Al interesarme por la historia del PNC me dijo que en efecto, los patriotas que habían fundado el PNC luchaban por la independencia de Canarias pero que al cabo de los años se dieron cuenta que Canarias no estaba en América sino en África y viendo las dificultades de la lucha poco a poco el PNC se fue diluyendo hasta desaparecer. Cuando le dije que yo me iba para Argelia, que acababa de independizarse me dijo que ese era el camino a seguir, pues Canarias es un territorio africano y solo podía liberarse dentro del contexto africano. Que él ya no estaba para salir de Cuba, donde había adquirido la nacionalidad cubana y un hijo suyo había muerto en el asalto a Palacio, en el año 1956 cuando Fidel Castro luchaba contra Batista y que me deseaba buena suerte. También me dijo que durante la dictadura de Machado en Cuba y posteriormente durante otros gobiernos cubanos y debido a las presiones españolas, los militantes del PNC tuvieron que llevar su actividad política a través del Ateneo Canario en La Habana, quien también se transformó posteriormente en un centro de la oposición contra el dictador Batista y con el tiempo y la distancia, este primer partido independentista canario se extinguió en Cuba.
Posteriormente ví a Gomez Wangüemert en 1975, en Moscú en el Congreso Mundial de la Paz y me felicitó por haber seguido sus consejos de luchar en África por la independencia de nuestra tierra y dentro de la OUA. Poco tiempo después falleció en Cuba este último fundador del PNC, partido independentista canario, que nunca quiso saber nada de autonomías, ni de federalismo con España, ni nada que no fuera la independencia, como habían logrado los cubanos y las otras colonias de España en América en el siglo XIX.” (Antonio Cubillo Ferreira, 2011).
En el Cementerio de Añazu (Santa Cruz) de Tenerife de San Rafael y San Roque, que aunque es fiel reflejo de la historia del siglo pasado de Santa Cruz de Tenerife, mantiene sus puertas cerradas al público, reposan los restos de D. Eduardo Tacoronte Bretillard, nacido en San Miguel de Abona el 4-12-1845.
Eduardo Tacoronte Aguilar
21-03-2011
En el año 2011 el Ayuntamiento de Tegueste da el nombre de una calle del municipio a Eduardo Tacoronte.

Este prócer vecino de Tegueste, destacado ciudadano, tuvo una actuación destscada en la vida de la comunidad, haciendo posible que en la actualidad el municipio cuente con algunas de sus infraestructuras más importantes

El Ayuntamiento de Tegueste en reconocimiento a su  labor ha dado el nombre de una calle en el municipio a Eduardo Tacoronte Aguilar, vecino de la Villa y quién, a través de la venta de unos terrenos, posibilitó la construcción de algunas de las infraestructuras más destacadas con las que cuenta el municipio en la actualidad como son la ciudad deportiva Los Laureles y el Instituto de Enseñanza Secundaria de Tegueste.

Por este motivo, la Corporación teguestera ha distinguido a este vecino dándole su nombre a una de las calles del municipio, situada en la vía lateral a la Ciudad Deportiva de Los Laureles. La decisión de otorgarle el nombre de una calle a Eduardo Tacoronte Aguilar fue acordada por unanimidad del pleno del Ayuntamiento. , un acuerdo que se hará realidad el próximo día 2 de abril.

En su fundamento recoge el acuerdo plenario, “la vinculación de la familia Tacoronte a Tegueste es muy destacada, no sólo por tener en el municipio una de las casas, o vivienda noble, más destacadas desde el punto de vista de nuestro patrimonio, sino también por los lazos familiares y sus vinculaciones con distintas acciones a favor del desarrollo de nuestro pueblo. Desde la madre de don Eduardo, doña Elena, a su hermana Olga, que tanta vinculación tuvo a la comunidad de las Asuncionistas, presentes desde hace muchos años en nuestro municipio, y don Alejandro, sacerdote que emprendió igualmente una importante serie de acciones humanitarias, sobre todo con los más necesitados”.

En 1963, Eduardo Tacoronte Aguilar, coronel de Artillería del Estado Mayor, residente en el Camino de Los Laureles, en la casona conocida como Casa de los Tacoronte, antigua residencia del cónsul francés Chasserieu, dona al Ayuntamiento parte de sus terrenos para el ensanche del Camino de Los Laureles:

(…) como propietario de los terrenos denominados Las Placeta, no tengo inconveniente en ceder la extensión necesaria para el mencionado ensanche, sin compensación económica alguna por mi parte.

Si nos remontamos más en el tiempo, los antepasados de Eduardo Tacoronte han tenido un papel muy destacado en la historia no sólo en Tegueste, sino también en el pueblo canario, y en particular con algunas de sus señas de identidad. Como ejemplo, hay que nombrar al padre del homenajeado, Eduardo Tacoronte Bretillard, a quién se atribuye la tradición y la historia de haber guardado y preservado la primera enseña o bandera canaria, que se izó públicamente desde el mástil del Ateneo de La Laguna.

Eduardo Tacoronte Aguilar nació en el año 1913 y falleció en Madrid (España) el 15 de agosto de 2002, a los 89 años de edad.

Francisco Viera Galván, vecino del Borgoñón
“De entre los miembros de la Corporación, Francisco Viera Galván, ocupó un puesto de primera línea en el conflicto entablado con el dueño de la hacienda de Carriazo. Figura predominante entre los vecinos –ocupó cargos de regidor y de perito repartidor de las contribuciones, fue candidato a juez de paz, costeó los gastos de la vidriera de la puerta de la sala del recién construido ayuntamiento,  siempre aparece ligado a la zona del Borgoñón, donde reside. Sus propiedades, de cierta consideración si atendemos a su condición de vecino y a la distribución de la propiedad de la tierra, la gran mayoría en manos de hacendados absentistas, se situaban todas en las inmediaciones del Borgoñón: en el Valle del Cuervo, en Santo Domingo y en El Infierno. (María Jesús Luís Yanes/Juan Elesmí de León Santana)

Tomás Martel Colombo
Dueño de la finca denominada Carriazo, por el agua del barranco del Borgoñón. La hacienda no lindaba con el barranco pero era la primera propiedad que atravesaba un tomadero situado mucho más abajo de la fuente, en el lado Oeste del barranco, que desde tiempo inmemorial, recogía el agua de lluvia que a través de canales utilizaban varios vecinos para el riego de las viñas en invierno. El agua de la fuente que sobraba del abasto publico corría por el centro del barranco hasta llenar las charcas que se situaban tanto por debajo como por arriba del tomadero, siendo las más cómodas las primeras por estar más cerca del Socorro.

En 1859 Tomás Martel Colombo construyó una atarjea desde la fuente hasta su propiedad por la parte superior del tomadero, sustrayendo las aguas que debían pasar a los charcos, y llevándolas después a su estanque con tubos de lata. Este fue el inicio del conflicto entre los vecinos y el Ayuntamiento con el propietario de la hacienda de Carriazo, sucediéndose durante una década las multas, comisiones de inspección y destrucción de obras hechas por Martel quien, según el ayuntamiento, pretendía regar en todas las estaciones, de modo que cuando no entraba agua por el tomadero debido a la falta de lluvia, se aprovisionaba directamente del curso del barranco a través de atajadizos de piedra. (María Jesús Luís Yanes/Juan Elesmí de León Santana)
La Hacienda del corsario  Amaro Pargo en Tegueste
Tal como recoge el periodista e investigador lagunero Domingo Barbuzano, fueron varias las propiedades de Amaro Rodríguez Felipe más conocido como el corsario Amaro Pargo ubicadas en el municipio de Tegueste.[1]
“El alcalde de Tegueste, José Manuel Molina, ha informado a través de un convenio urbanístico para recuperar para la Villa la hacienda del corsario Amaro Pargo, conocida en la actualidad como La Miravala, para luego darle un uso social, cultural y museístico dedicado al citado propietario, que fue también conocido como Amaro Rodríguez Felipe, afamado capitán de navío y comerciante.
Es de destacar que el corsario lagunero tuvo muchas propiedades, pero las casas que más valoró fueron la de la calle San Agustín, en La Laguna, donde vivió, y esta de Tegueste, por la que sintió especial predilección, ya que estaba cerca de donde cosechaba la uva de la que obtenía el aguardiente para venderlo en La Habana y por un oratorio que tenía la vivienda adornado con elementos de su tesoro.
La casa La Miravala disponía de bodega, cocina, oratorio, casa del mayordomo, lagar, destilería con calderas para aguardiente, portada almenada con cruz en lo alto, dos cisternas y un horno.
Es de destacar que tuvo dos casas más en la zona de El Agua de Dios y contó con tributos de dinero de hasta 977 reales por propiedades en El Socorro.
La vinculación de Amaro Pargo con El Socorro fue grande, y por ello el alcalde, José Manuel Molina, considera que es justo honrar su memoria, recuperando su casa para que los vecinos desarrollen actividades culturales y se pueda recordar al corsario con un pequeño museo con objetos de tan entrañable personaje, que fue declarado noble por la Corte.
Es de destacar que en 1743 se ejecutaban obras en la ermita de El Socorro, dirigidas por fray José Suárez, y que, una vez terminadas, dieron lugar, el 27 de septiembre de 1744, al traslado de la imagen de la Virgen de El Socorro desde el oratorio de la casa La Miravala al citado templo. Durante el acto ocurrió un prodigio, ya que la imagen fue escoltada por todas las palomas que había en la vivienda, posándose al final en el techo de la iglesia.
Aunque se desconoce la vinculación que pudo tener con la iglesia de El Socorro, no deja de ser significativo que en 1995, cuando se procedía a lijar la puerta del templo para pintarla, aparecieran varias anotaciones, entre las que sobresalió el nombre de Amaro Pargo.
El oratorio de la casa La Miravala contó con dos cálices de plata con sus paternas, una imagen de lienzo de la Virgen de El Rosario, vinagreras de plata con sus platillos y campanillas también de plata, candelero de plata, misales (romanos y de Santo Domingo), piedra de altar, casullas con albas, frontales con sus manteles, colgadura de brocatel, atriles, toallas, evangelistas de plata, crucifijos, un Lignum Crucis, láminas y colgaduras.
El corsario exportó buenos vinos, procedentes de sus viñas de vidueño y malvasía que tuvo en El Socorro, y aguardiente. Ello se demuestra con la herencia que dejó de bodegas y más de 100 pipas, toneles y cascos para dicha finalidad. En 1731 envió a La Guaira cuatro pipas y 105 frascos de vino y tres pipas y 128 frascos de aguardiente, que dejaron en el puerto venezolano los capitanes Amaro Machado de Vera y Pedro Ignacio de Olivera.
Al morir, entre muchísimas disposiciones testamentarias, dejo 61 fanegas de trigo y una viña de Tegueste, que llaman de Manrique, y la de El Calvario para la congregación de Santo Domingo.
Es de destacar que en su día vecinos de Tegueste denunciaron que la histórica casa La Miravala, estaba siendo desvalijada, ya que ha perdido elementos de su arquitectura y cantería. Los teguesteros no quieren que la casa termine en ruinas, como la que dicho personaje tuvo en El Rosario.” (Domingo Barbuzano, 2011)




[1] Ver el capitulo dedicado a Aguahuco, Punta del Hidalgo.

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