viernes, 2 de enero de 2015

MUJERES AFRICANAS SINGULARES-XC




Andrea de Morales

El nacimiento de una ciudad
De sus manos nacieron muchos de los pioneros montevideanos, porque fue la primera partera de la ciudad y de la Banda Oriental que luego fue Uruguay. Nacida en 1710, en Santa Cruz de Tenerife, allá se casó con Antonio José Modernell, fallecido antes de emprender el viaje. Andrea embarcó el 31 de enero de 1729, en el navío San Bruno, de 50 cañones, para iniciar un periplo con sus hijos Pedro y José, por entonces de corta edad. 

Las Islas Canarias del siglo XVIII eran consideradas una “proveeduría de pobladores del Nuevo Mundo". En el puerto tenerifeño había recibido un doblón de a cuatro pesos escudos (40 reales de vellón) para que “lo invirtiera en vestuario y otros menesteres", según cuenta el genealogista Juan Alejandro Apolant. El  Reino de España también se hizo cargo de manutención antes del embarque y los gastos de estiba de su equipaje.
Andrea de Morales recibió como merced un cuarto de cuadra en la esquina de las hoy calles Buenos Aires y Treinta y Tres, una estratégica esquina de la Ciudad Vieja que mira al noreste. En Montevideo se casó en segundas nupcias, en 1730, con Juan Mateo de Ceballos, con quien tuvo cuatro hijos más, una de las cuales fue abuela de Carmelo Colmán, soldado de los Treinta y Tres Orientales que lideraron la Cruzada Libertadora de 1825.

Como tantas canarias fundadoras de la ciudad, ella llegó a la inhóspita bahía rioplatense con escaso equipaje y una cultura diversa y poderosa.

Cuentan las crónicas cómo cocinaba los granos verdes en grandes sartenes, y como le agregaba el azúcar casi en el punto de cocción, hasta lograr su acaramelado. Cuentan también que los niños se los comían como si fueran golosinas, pero lo usual era que luego de molido, se lo bebiera  con leche, a la mejor usanza española. El tostado de los granos con azúcar es tradición inmemorial en las Islas Canarias, solo explicable por la influencia mora del penetrante norte africano, de donde es originario el árbol del cafeto. El torrado se transformó en un hábito de los uruguayos, visto como rareza en países de tradición cafetera.

Los bienes de Andrea de Morales figuran en el padrón de 1751, tasados en 500 pesos. Ya viuda por segunda vez, doce años después declaraba la edad de 50 años en un expediente judicial. Por entonces vivía de su oficio de partera, según consta en esos obrados. Falleció en Montevideo el 25 de septiembre de 1767. Con el honor de haber traído al mundo a tantos hijos de su ciudad adoptiva.  (Crónicas Migrantes)





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