Los baños purificadores, no solo
eran exclusivos de las mujeres en este caso de las llamadas harimaguadas,
novicias que solo salían de su recogimiento para acudir a la mar , y solían
hacerlo sobre todo al término de las menstruaciones. El agua del mar tenía como
función ser purificador de las presuntas impurezas sexuales, al tiempo que se
le atribuía cierto poder fertilizante.También actuaban en actos rituales para atraer la lluvia y los casamientos.
Por otra parte ningún hombre podía estar presente. Asi refiere [Gómez Escudero
«íhauían de ir solas auíadía díputado para esso y assí sauíendolo, ono, tenía
pena de la vida el hombre que fue auerlas oencontrarlas í hablarlas»
En cuanto a la participación de estas jóvenes en determinados rituales, Abreu Galindo recoge en su Historia el siguiente episodio:
En cuanto a la participación de estas jóvenes en determinados rituales, Abreu Galindo recoge en su Historia el siguiente episodio:
Cuando faltaban los temporales, iban en procesión, con varas en las manos, y las magadas con vasos de leche y manteca y ramos de palmas. Iban a estas montañas [Tirmac y Umiaya], y allí derramaban la manteca y leche, y hacían danzas y bailes y cantaban endechas en torno de un peñasco; y de allí iban a la mar y daban con las varas en la mar, en el agua, dando todos juntos una gran grita [Abreu (ca. 1590) 1977: 157].
Según las crónicas entre los antiguos pobladores de canarias había un fuerte rechazo a la sangre menstrual, y a toda sangre en general. No olvidemos su desprecio a los verdugos y a los carniceros. Y este desprecio no se limitaba solo a Gran Canaria: era compartido también por los guanches de Tenerife y por los beréberes del norte de Africa.,
Testimonio Azurara para Gran
Canaria y Ca da Mosto para los guanches de Tenerife.
Sabino Berthelot nos relata la humillación tan grande que sufrió el beréber Kasila, a quien el árabe y conquistador Okbah le obligó a degollar los carneros que necesitaba para su cocina, según cuenta ibn-IGiddún.
Sabino Berthelot nos relata la humillación tan grande que sufrió el beréber Kasila, a quien el árabe y conquistador Okbah le obligó a degollar los carneros que necesitaba para su cocina, según cuenta ibn-IGiddún.
Publicado por María Gómez Díaz. Enero de
2015.
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