Al principio la Iglesia cristiana, centraba las celebraciones en
Pascua. Nadie sabe con certeza dónde ni cuándo comenzaron a pensar que había
que celebrar el nacimiento de Jesús al igual que su muerte y resurrección.
En oriente celebraban tradicionalmente la Navidad el 6 de enero,
fecha conocida como la
Epifanía en occidente. La fecha del nacimiento pudo ser escogida en base a la idea de que la concepción de Cristo y
su resurrección tuvieron lugar durante la misma estación, por lo que, de ser
concebido en primavera, tuvo que nacer en invierno.
Es por ello que la fecha en la que tradicionalmente
se celebraba el solsticio de invierno se convirtió en el día para celebrar el
nacimiento de Jesús. Así, diciembre fue elegido el mes de la Navidad
Se supone, por otra parte, que los primeros líderes de la
iglesia añadieron un sentido cristiano a las festividades del solsticio de
invierno para atraer fieles.
Todo esto da lugar a un interesante juego de
palabras. En muchos idiomas, no solo en inglés, la gente suele comparar el
resurgimiento del Sol con el nacimiento del hijo de Dios.
Para nuestros antiguos pobladores de canarias, el
cielo marcaba las condiciones de vida en la Tierra. Las
estaciones, las mareas, las lluvias, incluso el comportamiento vegetal y animal
parecían seguir las directrices de las divinidades o astros. Este gran
descubrimiento, surgido en los albores de la humanidad, sirvió a las sociedades
primigenias como método de previsión de acontecimientos futuros, asegurando así
la supervivencia de las mismas. Al igual que entre otras tribus arcaicas, el
Solsticio de Invierno o Renacimiento del Sol fue una efeméride que desempeñó un
papel de vital importancia en la organización social, agrícola y ganadera de
nuestro pueblo.
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