UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERIODO COLONIAL
1491-1500
CAPITULO I-X
Eduardo Pedro García Rodríguez
1493. Preparativos para la invasión y conquista
de Chinech (Tenerife): Una vez ultimados los asuntos relativos a la conquista
de la isla Benahuare (La Palma ),
Alonso de Lugo, desde la isla de Tamaránt se desplaza a España para ultimar el
convenio o capitulaciones para la conquista de Chinet (Tenerife),
por esas fechas (octubre de 1493), la chancillería de los reyes católicos
expide un importante conjunto de cédulas tendentes a iniciar la proyectada
conquista. En éstas se concede a Alonso Fernández de Lugo el título de
gobernador de la isla una vez reducida, en la cédula de 28 de diciembre se le
faculta para que proceda en unión de un delegado regio al repartimiento de las
tierras usurpadas (aunque posteriormente esta potestad quedó totalmente en
manos de Alonso de Lugo), por otra de 29 de diciembre los reyes disponen que el
capitán general de la armada Iñigo de Artieta organice el transporte del
ejercito expedicionario, deberá ser llevado a cabo por la armada de Vizcaya,
"Para que lleve a Tenerife, antes de mediados del mes de marzo de 1494,
1.500 peones y 100 jinetes de estos reinos y 400 peones y 60 jinetes de las
islas de Canarias que ya están pobladas por cristianos, así como 1.000 cahíces
de trigo y harina, 300 cahíces de cebada, 2.000 quintales de bizcocho, artillería,
herramientas, bestias y demás mantenimientos, de acuerdo con el asiento hecho
con Alonso de Lugo, gobernador de La
Palma , sobre la conquista de Tenerife, ordenándole que no
lleve derecho alguno por dicho transporte e impidiéndole sacar parte de las
tropas una ves desembarcadas éstas en Tenerife."(E. Aznar Vallejo,
1981,:72.D.348).
Pero
el Capitán General de la escuadra castellana Iñigo de Artieta, con quien Lugo
mantenía una deuda pendiente a cuenta de los quintos que por la invasión y
conquista de la isla de Benahuare (La
Palma ), el Almirante decía pertenecerles. Iñigo de Artieta
sin negarse a cumplir la real orden, fue exponiendo una serie de excusas y
dilaciones, hasta que finalmente, Lugo tuvo que arrendar naves de particulares
para transportar las tropas mercenarias, animales y pertrechos de guerra.
Es
evidente que Alonso Fernández de Lugo, era incapaz de mantener algún tipo de
relación con los personajes de su época en la que mediaran intereses
económicos, sin que acabara siendo demandado por estos, o éste los demandase.
De esta regla no pudo sustraerse la relación entre Iñigo de Artieta y Alonso de
Lugo, así éste que siempre fue enemigo peligroso por lo artero de sus métodos,
posiblemente despechado por no haber recibido la colaboración del almirante en
sus planes para la invasión de la isla Chinet
(Tenerife), demanda ante la
Corona de Castilla a Iñigo de Artieta, así el Consejo de
Castilla expide Incitativa al conde de Cifuentes don Juan de Silva, alférez
mayor, miembro del Consejo y asistente de Sevilla, para que "entienda en
la petición de Alonso de Lugo sobre los quintos de esclavos y otras cosas de La Palma , concedidos por el rey
para la conquista de dicha isla, ya que teme que el Almirante Mayor de la Mar le exija la mitad que le
corresponde por merced real, cuando los envíe a vender a dicha ciudad y otros
puertos de Andalucía, y para que informe si dicho Almirante había percibido la
mitad de los quintos obtenidos durante la conquista de Gran Canaria y con que
títulos, para poder resolver en justicia. Mientras dure dicha información, se
ha de registrar ante el escribano que nombre dicho asistente, las presas hechas
por las que ha de dar fineza Alonso de Lugo, a quien no podrá reclamarse la
mitad de tales quintos hasta la resolución real."(Ibidem:72.D.351)
En
cuanto a la cantidad de efectivos que componían el Ejército expedicionario los
cronistas no coinciden en sus apreciaciones, así Fray Alonso de Espinosa
aventura que las tropas invasoras estaban compuesta por unos novecientos
hombres, sin que mencione a los caballos y
la artillería.
Por
su parte, el ingeniero de fortificaciones cremonés Leonardo Torriani, al
servicio de las coronas de Castilla y Aragón en su "Descripción de las
Islas Canarias" nos dice que la expedición invasora constaba de unos
mil soldados y cuarenta caballos, ambos cronistas están totalmente herrados en
sus apreciaciones como veremos a continuación, es bien conocido lo aficionados
que eran los cronistas de la conquista a dar cifras exageradas del numero de
los enemigos y a reducir el de las tropas propias tanto en numero de operativos
como en las bajas habidas de uno u otro bando, por ello vamos a tratar de
aproximarnos al numero real de mercenarios que componían el ejército invasor.
En la
mencionada cédula de 29 de diciembre de 1493, se dicta el convenio para el
transporte de las tropas desde la metrópoli a Tamaránt (Gran Canaria), en éste,
quedó estipulado como limite máximo para el embarque de la totalidad de las
huestes mercenarias reclutadas la fecha 15 de marzo de 1494 que se componían
según el asiento, de <<...mil e quinientos peones e çiento de caballo,
y además estipula que, e de las islas de Canaria, que están pobladas de
Cristianos, cuatroçientos peones e sesenta de caballo...>>. Por este
documento queda claro que, el ejército conquistador reunido en la Isleta , Tamaránt (Gran
Canaria), constaba de 1.900 peones y 160 caballos, para cuyo transporte según
testimonio del propio Alonso Fernández de Lugo se emplearon 30 navíos, a éstos
habría que sumarles los guanches aportados como auxiliares - a quienes
Lugo les debió la vida- por los Menceeyes de Naga, Güímar,
Abona y Adexe los cuales podemos cifrar a la baja en unos 600
guerreros, teniendo en cuenta que de los resto de las hordas de Lugo que
alcanzaron el lugar de Añaza (Santa Cruz) después de la derrota de
Centejo, estos lograron embarcar con engaños a 300 de los auxiliares güímareros
(los cuales fueron vendidos como esclavos), nos induce a pensar que el numero
de auxiliares fue mayor del que Proponemos, por tanto, el total estimado para
el contingente invasor es de 2.500 peones y 160 caballos, este dato queda
corroborado por el historiador don Tomás Marín de Cubas, quien posiblemente lo
tomó de A. Cedeño y que refiriéndose a la segunda entrada de los españoles dice:
."Buscáronse espías y dieron por aviso que no tenía gente junta de pelea
para venir a buscarlos a la playa, porque había gran mortandad en la tierra, o
ya fuese por estar apestados por la corrupción de más de 2000 cuerpos
que quedaron por enterrar el año pasado en la batalla de Centejo...".
1493. Las Bulas alejandrinas de
Partición, de 1493, constituyen una de las últimas aplicaciones de una vieja y
extraña teoría jurídica, elaborada explícitamente en la corte pontificia a
fines del siglo XI, enunciada por primera vez en el año 1091 por el papa Urbano
II (pero que quizá traza su paternidad a Gregorio VIII) y conforme a la cual todas las islas pertenecen a la especial
jurisdicción de San Pedro y de sus sucesores, los pontífices romanos, quienes
pueden libremente disponer de ellas”. (Weckmann, Luís. Constantino el grande y Cristóbal Colón. FCE, México, 1992. p. 24.)
En primer término, la concesión de Clemente VI de las islas Canarias en 1344 a Don Luis de la Cerda , constituye una clara
aplicación de la vieja doctrina
omni-insular. De la Cerda
se apresta a conquistar las islas, y la autoridad papal le concede la investidura
a cambio del pago anual de un censo de 400 florines de oro, y del compromiso de “convertir a
los habitantes de las islas a la fe cristiana”. El Drenario de San Pedro era el
tributo que el papado exigía de las islas en las cuáles, de acuerdo a la doctrina omni-insular, ejercía
jurisdicción. El drenario, exigido originalmente, sufrió alteraciones en su
naturaleza a través del medievo, siendo considerado limosna en unos momentos, y
verdadero tributo en otros (bien como diezmo o impuesto eclesiástico, o como
censo temporal), en palabras de
Weckmann.
En el mismo sentido, el papa Nicolás V confirma las
posesiones portuguesas frente a las costas africanas por medio de la bula Romanus Pontifex, en 1455. Los más
importantes descubrimientos portugueses son las Azores y Cabo Verde (utilizadas
más tarde como referencia de Alejandro VI para trazar la línea de partición),
cuya concesión es confirmada en la bula Inter
caetera de Calixto III en 1456.
1493. Colón
vuelve a la isla de La Gomera
(una de las de la colonia de Canarias)
al mando de diecisiete navíos, rumbo nuevamente a América en su segunda
expedición de invasión y saqueo. Aquí visita a su adorada Beatriz de Bobadilla,
y se suministra de agua, animales vivos y vegetales comestibles sobre los que
se basó la primera agricultura y ganadería en las colonias de América.
1493, Tedote, Benahuare (La Palma ) Agacensie. Benahuare (La Palma , s. XV). Junto con sus
hermanos Bentakayce y Tinisuaga, gobernaba el cantón de Tedote (hoy Santa Cruz
de La Palma ),
una de las doce demarcaciones precoloniales que existían en el momento de la
conquista en la isla de Benahuare (La
Palma ). El Tedote de ayer es equiparable territorialmente con
los actuales municipios de Tdote n Benhuare (Santa Cruz de La Palma ) y Las Breñas. La
semblanza histórica de Agacensie o Aguacensio está ligada en esta ocasión a una
de esas raras pero devastadoras tormentas que a veces asolan las Islas,
acompañadas de rápidas y abundantes precipitaciones. Agacensie y sus hermanos
fueron sorprendidos por la repentina crecida del barranco que hoy lleva su
nombre cuando estaban “holgándose con muchas mozas que pretendían casar con
ellos”. Bentakayce fue el único de los tres hermanos que sobrevivió gracias a
que su cuerpo fue lanzado contra un árbol y, malherido, consiguió salvarse
agarrándose fuertemente al mismo. Agacensie murió. Su memoria se recuerda aún
hoy en un barranco y una fuente de la comarca de Las Breñas que llevan su
nombre.
1493.
El tercer Gobernador colonial de
Gran Canaria D. Alonso de Fajardo (1493- 1497) de la casa marquesal de los
Vélez -título del Reino con grandeza creado en 1507 a favor de Pedro de
Fajardo- fue el primero que por el año 1494 trató de fortificar metódicamente
la isla y comenzó la construcción de este castillo de La Luz a una legua larga de la
ciudad donde Juan Rejón había empezado una Torre, colocando en él dos cañones
montados y pertrechados; sucesivamente, por orden de S.M. se fue agrandando y
reparando hasta dejarle como un cuadrado de 17 varas 2 pies de lado, con 40 pies de altura, de muy
sólida construcción sobre un arrecife en la parte Sur del puerto de Las
Isletas, con almacenes para mantener hasta 80 hombres y varias piezas de
Artillería, en cuya forma aunque imperfectamente acabado, tomó parte en la
gloriosa defensa de las dos invasiones principales que sufrió la isla a finales
del siglo XVI.
En un informe de Leonardo
Turriano no consideraba acertado su emplazamiento y para mejorarlo propuso
agregarle cuatro baluartes en sus ángulos. Hacía constar la inmejorable situación
del istmo de Guanarteme y después de rebatir la idea de otros téc nicos de
construir un fuerte en la punta de Santa Catalina en uno de los extremos de la
playa, para protección de ésta y defensa del puerto, optaba por proyectar en la
gola un pequeño fuerte que al par que defendía el puerto principal y el del
Arrecife -la playa de Las Canteras- cerrase el paso hacia ciudad de un posible
desembarco en Las Isletas.
Para penetrar en el castillo era
necesario atravesar la puerta, antepuerta y contrapuerta situadas en
encrucijada sin mirarse una a otra. En lo alto existía una plaza de armas donde
jugaba la Artillería ;
pasadas las tres puertas se entraba en el patio y el edificio constaba de tres
plantas; el primero se utilizaba como caballeriza, depósito de pólvora,
municiones, algibe, etc.; el segundo, intermedio, servía de alojamiento de la
guarnición, y el tercero era destinado a vivienda del Alcaide o Castellano.
1493? Benahuare (La Palma ) Mayantigo o
Aganeye (s. XV). Uno de los personajes más populares de la antigua Benahuare
después de Tanausú es quizás Mayantigo. En el momento de la invasión y
conquista era el capitán del bando de Aridane, que se extendía desde Tazacorte
“hasta donde dicen las Cuevas de Herrera, Amagar, Tijuya”.
Este
antropónimo, que según las fuentes históricas significa “pedazo de cielo”,
quería destacar los dones de “gentileza y buena apostura” que caracterizaban su
persona. Pero esto no fue siempre así, pues era costumbre entre los hawaritas
utilizar los nombres para reflejar “los hechos y sucesos” acaecidos a lo largo
de la vida de un hombre. Quiso el destino que a raíz de un enfrentamiento con
Chentire, señor de Ahenguareme (Fuencaliente), recibiera una herida en un brazo
que terminó gangrenándose, por lo que el mismo Mayantigo “con la mano derecha
se tronchó el brazo por el codo” en un desesperado esfuerzo por salvar la vida.
A partir de ese momento se le conocería como Aganeye, que quiere decir brazo
cortado.
1493? Benahuare (La
Palma ) Tanausú (el terco o el que tiene hígados, sinónimo de
valiente), según los textos de la conquista castellana-Aragonesa, acaudillaba
el bando de Aceró (lugar fuerte) identificado con La Caldera de Taburiente.
Este Caudillo hawara es objeto de una especial atención por parte de los
cronistas, reflejando la imagen de un hombre que ejerce un importante liderazgo
entre los suyos, como lo demuestran los enfrentamientos que protagoniza frente
al cabecilla del bando de Tijarafe, Atogmatoma. Tanausú hace frente a los
conquistadores en La Caldera
de Taburiente, lugar inexpugnable y con abundantes recursos para resistir un
largo asedio. El mercenario Alonso de
Lugo decide optar por la vía de la negociación, y bajo la promesa de recibir un
buen tratamiento y regalo. Tanausú resuelve negociar en la Fuente del Pino, donde será víctima de la
traidora emboscada que le tiende el futuro Adelantado. Era según algún cronista
el 3 de mayo de 1493 y el fin de la conquista de Benahuare (La Palma ), fue embarcado hacia
España como regalo a los Reyes Católicos, pero en la travesía, en un último
gesto de rebeldía, se dejará morir de hambre, llevando a cabo la primera huelga
de hambre registrada en Canarias.
1493 Febrero 28. Barcelona (f. 28). Incitativa al conde de
Cifuentes don Juan de Silva, alférez mayor, miembro del Consejo y asistente de
Sevilla, para que entienda en la petición de Alonso de Lugo sobre los quintos
de esclavos y otras cosas de La
Palma concedidos por el rey para la conquista de dicha isla,
ya que teme que el Almirante mayor de la
Mar le exija la mitad que le corresponde por merced real,
cuando los envíe a vender a dicha ciudad y otros puertos de Andalucía, y para
que informe si dicho almirante había percibido la mitad de los quintos
obtenidos durante la conquista de Gran Canaria y con qué títulos, para poder
resolver en justicia. Mientras dure dicha información, se ha de registrar ante
el escribano que nombre dicho asistente, las presas hechas, por las que ha de
dar fianzas Alonso de Lugo, a quien no podrá reclamarse la mitad de tales
quintos hasta la resolución real. El Rey y la Reina. Parra. Don
Alvaro. Don Juan de Castilla. Alcocer. Chanciller. Oropesa. (E.Aznar; 1981)
1493 Abril 15. Barcelona (f. 74). Incitativa a Juan de Robles,
corregidor de Jerez de la
Frontera , alas restantes justicias de dicha ciudad ya las de
la isla de Gran Canaria, para que den cumplimiento de justicia amaestre Andrés
de Paredes, cirujano, que reclama a Francisco de Mercado, criado del gobernador
Pedro de Vera, el importe de dos gomeros y una gomera que le compró ya que éstos
fueron declarados libres por el obispo de Canaria, por ser cristianos. Don
Alvaro. Decanus Hispalensis. Johannes. Antonius. Franciscus licenciatus.
Badajoz. (E.Aznar; 1981)
1493 Abril 20. Barcelona (f. 201). Orden a Francisco de Maldonado,
juez de residencia de Gran Canaria para que haga cumplir la sentencia dada a
favor de doña Inés Peraza, viuda de Diego de Herrera, sobre la devolución de
ciertos maravedís y ganados por parte de algunos de El Hierro. Don Alvaro.
Dechanus Yspalensis. Johannes. Antonius. Franciscus licenciatus. Badajoz.
(E.Aznar; 1981)
1493 Mayo 3. “…Al abrirse de nuevo la campaña en abril, era dueño
Alonso de Lugo no sólo de los distritos que voluntariamente se le habían
sometido en el año anterior, sino de otros obtenidos con dádivas y promesas,
entre los cualesse contaban Tedote, donde se halla hoy el asiento de la ciudad
capital, de que era soberano Bentacayce; Puntallana, regido por Tenagua;
Adehayamen o Los Sauces, gobernado por Bediesta; Tagaragre o Barlovento, donde
mandaba Temiaba; Garafía, de que era jefe otro Bediesta, e Hisceguen o
Tijarafe, que obedecía a Atogmatoma. De esta manera puede decirse que sólo
faltaba someter el distrito de Eceró, que estaba regido por el valiente
Tanausú.
Componíase este cantón de la
misma agreste comarca que hoy conocemos con el nombre de La Caldera y llamaban ellos
en su idioma Eceró, o sea lugar fuerte e inexpugnable. Ya hemos descrito en
otro lugar este gigantesco circo, uno de los más notables que existen en el
mundo, con una circunferencia de doce kilómetros y ro- deado de murallas
basálticas de cinco mil pies de elevación sobre el fondo del cráter. Un
inexpunable bosque de pinos, dragos, palmas y laureles se elevaba dentro de
aquel inmenso y apagado volcán, enredándose por todas partes las zarzas,
hibalveras y otras plantas trepadoras cuyos perfumes embalsamaban el aire
confundiéndose con el acre aroma de los pinos y laureles.
Para penetrar en este profundo y
escondido valle sólo había dos entradas, ambas peligrosas.
La una se abría por el barranco
de las Angustias, que va a desaguar al mar; la otra por undesfiladero o
estrecho paso que los naturales llamaban Adamacansis, cortado entre las rocas o
muralla basáltica del circo. Dentro de esta agreste comarca se habían
atrincherado Tanausú con sus guerreros, familias y ganados, creyendo la
posición inexpugnable y dando de este modo con su ejemplo una lección de
patriotismo a los dé-biles reyezuelos de la isla.
Esta inesperada actitud
sorprendió desagradablemente a Lugo, que vio en la resistencia de Tanausú un
llamamiento patriótico a las fuerzas vivas del país. y antes que se extendiera
y comentara esta noticia, recogió todas sus tropas y con ellas intentó escalar la Caldera y sorprender en
ella al intrépido isleño.
Cuando el general llegó al desfiladero
de Adamacansis y quiso forzar el paso, ya no era tiempo, defendido como estaba
por los palmenses y protegido por las mismas dificultades que ofrecía el
terreno. Rechazado con pérdida una y otra vez tuvo que retirarse hasta el
siguiente día, en que de nuevo repitió los asaltos auxiliado por sus fieles
canarios, eligiendo otro punto llamado Axerjo que era el sitio de confluencia
de los dos arroyos, cuyas aguas al salir de la Caldera formaban el caudal
que hoy se llama barranco de las Angustias.
Al principio y llevados en hombros de indígenas cristianos,
pasaron algunos oficiales
y soldados sin encontrar
resistencia por hallarse el paso abandonado, creyéndole de imposible tránsito;
pero avisado a tiempo Tanausú, acudió con sus mejores tropas a la defensa y,
apostándose en lugar favorable, no sólo consiguió detener a los invasores sino
obligarlos a pasar de nuevo el desfiladero, con pérdida considerable de
indígenas y españoles. Entonces el general, conociendo que esta resistencia
podía prolongarse indefinidamente con grave perjuicio de su empresa, buscó por
otros medios la victoria hostigado por la noticia de que Tanausú, orgulloso con
sus triunfos, había ordenado a las
mujeres, niños y ancianos de la tribu que se refugiasen en las cavernas
de la sierra para que, lejos de su vista, no se debilitase el valor de los
suyos. Estas circunstancias inspiraron a Lugo el proyecto de enviar
proposiciones de paz al intrépido isleño por medio de uno de sus parientes,
Juan de la Palma ,
guerrero convertido y muy adicto a la nueva causa a la que prestaba servicios
de intérprete y espía. La misión de este indígena era ofrecer a Tanausú un
tratado de alianza basado en la solemne promesa de conservarle el mando e
independencia de su distrito, reconociéndose feudatario de Sus Altezas los
reyes de Castilla y aceptando el bautismo con todos sus vasallos, después de
abandonar sus viejas y ridículas creencias. El mensajero aceptó el encargo y se
trasladó enseguida a la
Caldera , donde conferenció con su jefe explicándole el objeto
de su visita y haciéndole comprender las ventajas de aquellas condiciones que
en nada le perjudicarían, dando de este modo fin a una guerra cuyo resultado
era a su juicio muy dudoso, atendido el gran poder de los españoles.
Hízole ver, además, que estaba
solo y aislado, sin poder contar con el auxilio de los otros isleños y expuesto
a las terribles represalias de que sería víctima si algún día, por traición o
por sorpresa, era invadido su cantón.
A estas observaciones, que no
eran inexactas ni exageradas, sólo contestó Tanausú que abandonase primeramente Lugo sus estados y
luego se pondrían de acuerdo para celebrar una entrevista donde se discutirían
las bases de su amplio tratado dé alianza. Aceptada la proposición y señalado
sitio y día para aquella conferencia, se decidió por ambas partes una tregua
que les permitiese acudir a un punto neutral que lo fue el llamado Fuente del
Pino, distrito de Aridane, y allí se presentarían con cierto número de
guerreros que habían de servir de escolta a sus jefes.
Llegado el día prefijado acampó
Lugo en la Fuente
del Pino y esperó impaciente la llegada del caudillo isleño, pero como le
asaltase la idea de una traición y quisiese anticiparse a ella, dejó oculta una
parte de su ejército en los alrededores del desfiladero de Adamacansis, con
orden de apoderarse de aquel paso desde que Tanausú lo atravesara para acudir a
la cita. Esta precaución envolvía un premeditado ensayo de sorpresa, tanto más
punible cuanto más leal era la conducta que observaba el vll1iente jefe.
En efecto, fiel a su promesa
salió éste de Eceró acompañado de una escolta de guerreros escogidos y se
dirigió al lugar designado, donde ya le esperaba Lugo impaciente y re- celoso
de su tardanza. Creemos que esto fuera sólo un pretexto para preparar su traición,
que ya tenía meditada, y para cuya ejecución había emboscado un grueso cuerpo
de tropas en el vecino bosque.
Los palmenses, sin desconfianza
alguna y fiándose de la palabra empeñada, seguían avanzando desarmados llevando
su caudillo a la cabeza. Entonces es fama que el guerrero Ugranfir, su
favorito, viendo la actitud sospechosa de los españoles, le dijo: «Señor, mira
lo que te conviene, porque esa gente parece resuelta a presentar batalla» A lo que contestó el generoso príncipe: «Nada
temo; me consta que el jefe español es cristiano, noble y leal». Pero a pesar
de su nobleza y cristiandad, creyendo Lugo que con infieles no había que
guardar la santidad del juramento y convencido de que si los palmenses volvían
a sus montañas no sería fácil desalojarlos de allí, dio la señal de ataque que
con impaciencia esperaban los suyos y se lanzó sobre los crédulos indígenas que
no podían convencerse de tamaña alevosía.
Aunque en corto número y sin
armas, los engañados guerreros se defendieron heroicamente vendiendo caras sus
vidas, hasta que, acudiendo por la espalda el destacamento que había quedado en
observación a la entrada de la
Caldera , fue imposible prolongar la resistencia, rindiéndose
los que habían sobrevivido a la refriega"," en cuyo número estaba el
desgraciado Tanausú.
Sobre aquel campo de batalla de triste e infamante recuerdo
para Lugo, se tremoló el victorioso pendón, quedando la isla incorporada desde
aquel momento a la Corona
de Castilla. (Agustín Millares Torres; 1977, t. II: 280-3)
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