Capitulo IX
Eduardo
Pedro García Rodriguez
Desde que el hombre comenzó a
tener conciencia como ser diferenciado de otras especies, posiblemente, empezó
a ver a sus semejantes como a individuos de la misma familia, y no como a
posibles presas. Conforme fue aumentando su capacidad de comprensión, descubrió
que aguzando una vara por uno o por sus dos extremos le permitía herir a su presa desde cierta distancia, este
importante descubrimiento tecnológico le permitió abandonar el método de acoso,
y remate de las piezas con piedras. Cuando aprendió a usar el fuego, no dejo de
maravillarse de que un elemento tan poderoso, que era capaz de ahuyentar el
frió proporcionándole el benéfico calor, al mismo tiempo, era capaz de causarle
daño, con tremendos dolores si no lo manipulaba con respeto y veneración. Al
instalar sus campamentos en las orillas de los ríos y lagos, al ser los mejores
lugares para caza, no dejo de sorprenderse de que aquellas masas de agua que le
calmaban la sed y le proporcionaba excelentes cazaderos, cuando se desbordaban,
le podían causar enormes daños e incluso muertes, el hombre no dejo de
sorprenderse ante estas y otras manifestaciones de la naturaleza, no entendía
porque después de sonar unos enormes ruidos en el cielo caía gran cantidad de
llovía, todo ello, fue conformando en las
primitivas mentes un sentimiento de temor e Incluso de terror ante lo
que para ellos eran terribles y desconocidas fuerzas devastadoras, al mismo
tiempo que creaba en sus espíritus un sentimiento de temerosa reverencia.
Quizás a partir de ese estado evolutivo surgió el culto a los
antepasados, el chamanismo, los brujos y agoreros, y con ellos los primeros
rudimentos de la religión. Por tanto, la historia de la religión es tan antigua
como la del hombre mismo. Por lo menos, eso es lo que se desprende de los
planteamientos de arqueólogos y antropólogos. Hasta en las civilizaciones más
primitivas, se encuentran pruebas del chamanismo, la brujería y algún tipo de
adoración. De hecho, la The
New Encydopoedia Britannica dice que <<hasta
donde ha llevado la investigación a los eruditos, considerando todo lugar y
tiempo, nunca ha existido que no fuera de alguna manera religioso>>.
El antropólogo
ingles Edward Tylor (1832-1917) desarrollo una teoría denominada animismo.
<<En ella su autor propugna que experiencias sueños, visiones,
alucinaciones y la ausencia de vida en los cadáveres hicieron que la gente
primitiva concluyera que un alma (latín anima) habitaba el
cuerpo>>. Según esta teoría, puesto que la gente solía soñar con sus seres queridos que habían
muerto, supuso que el espíritu seguía viviendo después de la muerte; que salía
del cuerpo y moraba en árboles, rocas, rió, y así por el estilo. Con el tiempo
se adoro como dioses a los difuntos y a los objetos en que creían que moraba el
espíritu. Y así surgió la religión.
Ahondando mas
en el tema, el antropólogo ingles, R.R. Marett ( 1866-1943) propuso un
perfeccionamiento del animismo, llamando a su planteamiento animatismo.
Después de estudiar las creencias de los melanesios de las islas del Pacifico y
de los nativos de Afrika y los Estados Unidos, Marett concluyo que en lugar de
tener noción de un alma personal los pueblos primitivos creían que habían una
fuerza o poder sobrenatural impersonal que lo animaba todo; Aquella creencia
despertó en el hombre emociones de reverencias y temor que se convirtieron en
la base de su religión primitiva. Para Morett la religión era principalmente la
repuesta emocional a lo desconocido. Su declaración favorita era que <<mas
bien que pensar (en lo religioso), el hombre lo danzaba>>.
También en
1890, el escocés experto en folklore antiguo James Frazer (1824-1941), dio a
conocer su obra La rama dorada, y en ella afirmo que la religión se
había desarrollado en la magia. Según Frazer, al principio el hombre trata de
controlar su propia vida y su entorno mediante imitar lo que veía que pasaba en
la naturaleza. Por ejemplo, creyó que podría atraer la lluvia si rociaba agua
sobre el terreno mientras le acompañaba con golpes de tambor que imitaban el
sonido de los truenos, o que podría causar daños a sus enemigos mediante meter
alfileres en una efigie del mismo, naciendo así la magia simpática o por
alcance. Esto llevo al uso de ritos, hechizos y objetos mágicos en muchos
campos de la vida. Cuando nada surtía el efecto esperado, entonces el hombre
trataba de apaciguar a los poderes sobrenaturales o suplicaba su ayuda, en vez
de tratar de controlarlos. Los ritos y conjuros se convirtieron en sacrificios
y oraciones y así empezó la religión. En opinión de Frazer <<la
religión es ganar el favor o benevolencia de poderes superiores al
hombre>>
El estudio del
fenómeno religioso no escapa al estudio del padre del psicoanálisis Sigmund
Freud, quien dedicó un libro al tema, Toten y Tabu, en el que trata de
explicar el origen de las religiones. Fiel a su profesión, en el mencionado
libro explica que en las religiones más antiguas se desarrollaron lo que el
autor llama una neurosis en cuanto a una figura paternal. Teorizando que, como
sucede entre los caballos y animales salvajes, en la sociedad primitiva el
padre dominaba al clan, Los hijos, que a la vez odiaban y admiraban al padre,
se rebelaron contra él y lo mataron. Para adquirir el poder del padre, alega
Freud, <<estos salvajes caníbales se comieron a su victima>>; Después
por remordimiento, inventaron ritos y ceremonias como expiación por lo que
habían hecho. Por lo que con el transcurso del tiempo, la figura del padre
llega a ser Dios, los ritos y ceremonias llego a ser la religión más antigua, y
el que los hijos se comieran al padre muerto se convirtió en la comunión que es
práctica habitual en muchas religiones, especialmente en la católica, donde el
canibalismo sicretizado es practicado a diario por los más devotos, los cuales
mediante la ingesta de la hostia, lo que realmente están comiendo es el cuerpo
de Cristo, mientras que el sacerdote oficiante no solo participa del cuerpo,
sino que además, es el único que mediante el vino de la consagración bebe la
sangre, es decir el fluido vital, la esencia del dios.
El tema de las
practica religiosas de los antiguos mazigios canarios, no fue recogido por los
cronistas e historiadores de la conquista con la amplitud y profundidad
deseable. Esta actitud es comprensible si tenemos en cuenta que estos
cronistas, la mayoría de ellos frailes, estaban guiados por un etnocentrismo
exacerbado y cuyo principal interés consistía en erradicar de las islas
cualquier tipo de practica religiosa que no fuese la católica. Por ello, es
prácticamente imposible el reconstruir la religión practicada por los antiguos
imazigen canarios. No obstante, usando de algunas veladas referencias recogidas
por los cronistas, y sobre todo guiándonos por la información que nos ha sido
trasmitida por la tamusni, trataremos de acercarnos al mundo espiritual de
nuestros antepasados, cuyos conceptos morales y éticos eran muy superiores los
impuestos por los conquistadores. Fue precisamente este desarrollo moral
superior, el que permitió la implantación con inusitada rapidez en el pueblo
guanche, de la nueva religión predicada e impuesta por los invasores católicos.
Los cronistas,
nos han trasmitido algunas referencias sobre las creencias de los antiguos
mazigios canarios. Veamos algunas de ellas, las que trataremos de comentar
en páginas posteriores.
Según Azurara,
los antiguos guanches creían que había dios, Cadamosto por su parte asegura que
los primitivos tinerfeños <<adoraban al Sol, la
Luna y otros astros>>, y no tenían especiales
practicas rituales, y Diego Gomes, dice que: <<adoraban al Sol como a
un dios>>. Torriani ahonda un poco mas en el tema y dice: <<Antes
de la predicación de Blandano y Maclovio, todos eran gentiles y sin religión,
sin ley y sin justicia>> (afirmaciones ´estas totalmente simplistas
como veremos mas adelante.)
<<Decían
que el alma no tenia pena o gloria (...) a el alma tenían mortal, ni hauia pena
ni gloria>> (A. Cedeño, en costumbres del pueblo guanche.) Edi.
Benchomo.
<<tenían
algún conocimiento de la inmortalidad de las almas y del castigo de los
malos>> (Scory, en Buenaventura Bonnet, 1936: 54)
<<Los
guanches, naturales de la isla, afirman estar aquí el infierno, y que los
espíritus de sus predecesores que han sido malos están detenidos en aquel
lugar>> (Scory, en Buenaventura Bonnet, 1936: 51)
<<...que
han sido hombres de bien y valientes, van (sus espíritus) a un valle
graciosísimo en el cual esta hoy fundada la ciudad de La Laguna >> (Scory, en
Buenaventura Bonnet, Revista de Historia, 1936: 51)
Antonio
Tejera Gaspar, expone que: <<Durante el ceremonial en que se entroniza
al nuevo Mencey se establece comunicación con el mundo de los antepasados a
través del hueso de un antecesor del nuevo jefe, al entrar en relación con el
primer antecedente del linaje de quien depende el poder que le ha sido
conferido por el valor sagrado que poseen aquellos. Esta comunicación con los
muertos se renueva con ocasión de la muerte de un Mencey >>
<<Y tienen la costumbre de que, cuando muere un rey,
le extraen las viseras, y las colocan en una cesta hecha de hojas de palmera. Y
hay, allí, en aquel monte, un lugar peligroso que da sobre el mar cortado a
pico, y aceptan que voluntariamente uno de los naturales de la tierra lleva
consigo las viseras del rey y vaya a lo mas alto que pueda de aquel lugar
escarpado, se arroje al mar, de donde no puede salir mas; desde lo alto al
fondo hay mas bien 500 pies .
Están allí los demás mirando y diciendo, algunos de ellos. <<Te encomiendo
al padre>>, otros: >>Al hijo>>, otros, a su amigo muerto, y
<<dile que sus cabras están muy gordas o flacas, o si se han muerto o no.
Y todas las noticias que saben de sus reyes y parientes le envían a sus reyes y
parientes difuntos por medio de aquel que se arroja al mar>> (Diego
Gomes, en Buenavantura Bonnet, 1941: 98-99)
La figura del mensajero al más allá, queda patente en este
texto y en otro similar de Cadamosto, como tendremos oportunidad de ver. Tejera
Gaspar, deduce de la lectura de este texto que, <<resulta muy
explicito sobre la comunicación con los antepasados a través de un emisario
joven, por medio de un autosacrificio. Esta información no se hace extensiva al
resto de la población, seguramente porque a través del Mencey difunto recibirían
todas las noticias, al repetir en el mundo de los muertos, igual modelo social
que el de los vivos>>.
No entendemos que pretende decir el señor Tejera Gaspar,
cuando afirma que <<Esta información no es extensiva...a través del
Mencey difunto recibirían todas las noticias...>> . Veamos, si el
Mencey difunto se convertía en portavoz general de la comunidad, ¿para qué era
necesario el sacrificio del mensajero?. El hecho de que el mensajero que
decidía auto sacrificarse, se convertía en portavoz en el mas allá de todo el
pueblo, lo podemos contrastar con el hecho de que esta costumbre (la de enviar
mensajes al mas allá mediante los difuntos, no la del auto sacrificio) estuvo
vigente en muchos lugares de nuestras islas, hasta bien rebasada la segunda
mitad del siglo XX, y que aun hoy en día, se sigue practicando de manera
enmascarada en algunos caseríos, de nuestras islas, como tendremos oportunidad
de ver. Veamos un testimonio recogido en la isla de Ghumara. (Gomera) En los
llamados <<velorios de angelitos>>, ritual que hunde sus raíces en
lo más profundo de nuestra alma mazigia afrikana.
Acostumbraban a cantarle y bailarles a los niños
fallecidos, a son del tambor y chácaras (Tajaraste), cuando los fallecidos eran
menores de 9 años, sus padrinos y parientes les daban mensajes para que los
llevara a los más allá, teniendo en cuenta que los fallecidos, por su corta
edad, era probable que no retuvieran en la memoria todos los encargos, se le
colocaban en la mortaja y en la caja cintas de colores sujetas con alfileres
para que no se olvidaran de los encargos. <<Cuando se moría, se
amortajaba. Quien primero lo agarraba era la madrina, daba vueltas a la casa
con el niño en brazos. La segunda vuelta el padrino, después la gente
bailaba>>.
Se entendía que el niño <<iba directamente al
cielo>>. Era frecuente que el
mismo traje del bautizo sirviese de mortaja, Existía la consideración de que
era “pecado” llorar ya que ello obstaculizaba el camino recto del angelito
hasta el cielo: <<Llorar por dentro se llora, aunque por fuera se
canta>>. <<Cuando falleció en Arure María del Pino, una niña de
pelo y ojos acastañado. <<Antes cuando se morían los niños cantaban (los
parientes y vecinos) anteriormente, pero del siglo pasao, no del siglo este,
porque yo nací en el pasao y no recuerdo eso. Sí recuerdo que mi madre hacía
los cuentos: que tenía, se murió una hija que le decía María del Pino y
entonces, pues, la primera que tuvo, se reunieron a cantar (en el velatorio) y
entonces... Usted sabe que pa un (que) se le muere un hijo cantar o quiera que
sea tiene que un poco... Porque ya el
particular lo hace tranquilo. Y entonces el padrino era el más embullao, es
decir, él que era un hombre que era algo inteligente, el más inteligente que
había allí y eran compadres. Y entonces (...) bueno hay que empezar a cantar,
el primero fue el padrino y ella la habían puesto (la llamaban) María del Pino.
Entonces le puso píe de romance. Dice:
Sube al cielo María del Pino
y ruega por tu padrino
Y
entonces (...) bueno pues ahora comadre le toca a Usted. Y entonces ella dice:
Al cielo subes María
y tu
madre esternecía
que no pudo cantar más, no
siguió cantando. Esternecía quiere decir atacaa, (apenada, acongojada) no poder
hablar del sentimiento (...) Ya dicen que era grandita>>.
Pero el tambor,
<< que viene de los antiguos>>, no sólo aberrunta alegría o
tristeza. Ha sido también un medio de lucha.
En esta maravillosa vivencia recogida en Ghumara, podemos
observar una de las grandes contradicciones en que nos vemos envueltos los
mazigios canarios, pensando como pensamos en mazigio, nos vemos obligados a
expresarnos en castellano, lengua ajena a nuestros ancestros, por ello, nos es
difícil expresar a través de ella nuestros más profundos sentimientos, tanto es
así, que incluso los individuos de nuestra sociedad académicamente mejor
preparados, son incapaces de escribir correctamente un texto en castellano sin
la ayuda de un diccionario.
Cadamosto en su crónica, recoge una versión similar a la expuesta por Diego
Gomes, de la tradición del mensajero al más allá, en esta reseña podemos
apreciar que la ceremonia no se lleva a efecto en un acantilado en el mar, sino
en un valle, y a la ceremonia asiste todo el pueblo. A pesar de que la
traducción es bastante deficitaria creemos que se entiende bastante bien el
sentido de la narración.
<<. y
en además de aquella costumbre, hay otra que esta echa de esta manera, que
creado el señor, la señoría puesto sin otro impedimento, habrá, algunos de sus
subditos a su señoría la presenta, y a aquella para onorar la fiesta se ofrece
de si mismo matar, y pòr tal cosa ver, o sea el efecto de la ofrenda echa todo
el pueblo se reune en un cierto valle profundisimo, y aquello, que de
morir por el señor mismo se ofrece, a altisima rupe
accede, y después de algunas semonias echas, y alguna palabra en laude de su
señor dichas, subido en de aquella rupe altisima se tira, por aquella no queda nada más que en el fondo del aquel
Valle en pedazos combertido, donde
después del pueblo es encontrado, y el señor por tal efecto, a sus
parientes de mucho agradecido le queda.>>
Es indudable
que el Sr. Tejera Gaspar, es un fiel seguidor de los antiguos frailes
cronistas, y como tal, imbuido de un espirito católico que le hace ver incluso
la posibilidad de un purgatorio en la religión de los mazigios canarios. Esto
se desprende del siguiente texto del mencionado Sr. Tejera:
<<Quisiéramos
referirnos en este apartado a la posible existencia del viaje de los espititas,
o si se quiere, al lugar definitivo en que se hallan, puesto que si atendemos texto de Scory, citado ut supra,
las <<almas>> de los que han sido malos <<están detenidas en
aquel lugar>>, no como una situación definitiva, sino como un paso previo
antes de su ubicación final en el Sol. Para ello hemos de recurrir a unos pocos
textos muy confusos, a trabes de los que se pueden detectar algunas cuestiones
de la lectura que proponemos: los guanches y, con toda probabilidad, el resto
de las poblaciones insulares, creían que los espíritus de sus antepasados iban
a parar al Sol, astro que, como se estudia en otro lugar, consideraban como Ser
Superior por excelencia y era por tanto, objeto de adoración...>>
La astrolatría
de los canarios precoloniales pervive en nuestros días en diversas localidades
de nuestras islas, especialmente en el culto al Sol, sincretizados bajo la
advocación católica de San Juan Evangelista, siendo múltiples las fuentes que
se ocupan del particular. Algunas de estas prácticas han ido degenerando en el
trascurso del tiempo, pero se han conservado en la memoria colectiva aunque en
muchos casos quienes las practican no tienen pleno conocimiento de porque lo
hacen, si se les pregunta el por que realizan estas practica, responden que lo hacen porque lo hacían sus padres
y sus abuelos, o porque viene de los antiguos. En esta línea, si se les
pregunta el porque adoran a Cristo y a la Virgen , responden que porque es la religión de
sus padres y la de los padres de sus padres. Es bien sabido que las clases
populares Canarias, no tienen el concepto claro de un Dios omnipotente y único,
generalmente, se venera a una Virgen, un Cristo o un Santo protector personal o
colectivo, creemos que esta manera de practicar la religión en pueblo canario,
es debido a que subsiste un trasfondo de las antiguas creencias en las prácticas
actuales. Es sintomático el hecho de que cuando se acompaña a un difunto, en el
sepelio la mayoría de los hombres se quedan fuera del templo mientras se
ofician las honras fúnebres, siendo las mujeres las que participan de las
mismas.
(Chinech: El
Escobanal.)
El que el día
de San Juan, antes de salir el sol, le tira tierra a la copa de una higuera de
leche, no le criara talaraña ni se le
carcome la hoja. En este día baila el sol, porque Dios dispuso que
bailara solo este día.
(Chinech: Güimar.)
“El día
tempranito” acostumbra la gente desde muy antiguo irse a dar un baño al
mar con el fin de llegar vivos hasta el siguiente año que lo repitan. En el día
de San Juan, muchos se levantan a “ver bailar el sol” al salir por el
horizonte, no bailando en los demás días.
(Chinech: Candelaria.)
La víspera,
a la noche, los vecinos que no le hagan a San Juan su hoguera...También esta
indicada noche acostumbran los jóvenes poner tantas hojas de higuera negra,
como pretendientes tengan, atravesadas con un palito, cada una con el nombre de
ellos. El día de San Juan la que amanece mas estirada es porque aquel que
representa, la quiere mas... Tantos higos tunos con la flor en capullo como
pretendidos tenga una chica, cada uno con sus nombres y puestos en agua, el que
amanezca florido, es el que quiere a ella y si hay varios, el que tenga la flor
mas abierta... . Poner la indicada víspera tres montones de sal, representando
los meses de Diciembre, Enero y Febrero. Si el día amanecen derretidos prueba
que llueve y tanto mas, cuando más derretidos estén; y si amanecen secos, no
llueve nada... Por la mañana temprano, se levantan todos a ver bailar
el sol. En este día, es costumbre ir al mar a comer, pescar y bañarse,
llevando ganados y bestias, para lavarlos.
(Chinech: Arona.)
En la mañana
de San Juan se ve la isla de San Borondón, así como los encantamientos porque
la vista se pone mas clara. La isla de San Borondón se ve por las galletas para
afuera... En la víspera aquellos que tienen dolores en las piernas, etc. saltando
la hoguera se ponen buenas. Los pájaros cantan este día antes de salir el
sol. También cantan las zarzas. Recogen el agua antes de salir el sol para
beber y regar las casas, porque esta ese día el agua bendita. El que da fuego a
una hoguera la víspera de San Juan “gana gracia”.
Otro gran amusnau,
y sin lugar a dudas el mejor conocedor de la indosincracia de nuestros magos
isleños, que dio el pasado siglo. Hupalupa (Hermogenes Afonso de la Cruz ), nos dice: <<En
Canarias, la costumbre de hacer hogueras por el día de San Juan no vino, de
ninguna manera, con los conquistadores. Esta ya era una práctica anual muy
habitual entre los canarios precoloniales. Lo que sí es cierto, es que dicha
celebración se traslada del día 21 de junio al 23 de junio. Nuestros
antepasados, que celebraban el principio de año el día 22 de dicho mes, cuando
su Dios bailaba, y por ello hacían grandes fiestas que duraban nueve días
aunque fuese entre enemigos, tuvieron que adelantar dos días dicha celebración
del día mas largo del año – el 1º del año nuevo – hasta la festividad cristiana
de San Juan>>.
El medico y
poeta de Eguerew (La Laguana ),
Viana nos dice:
Estaba
todo aquel umbroso valle,
corte
del Rey Bencomo de Taoro,
esclarecido
assi de luminarias,...
Mostró
serena su nocturna sombra
la
quieta Tetis, y el oscuro manto
con
las estrellas claro y refulgente,
y
clarifican el umbroso valle
los
resplandores de los grandes fuegos
y de las encendidas luminarias.
El historiador
canario, Tomas Marín de Cubas, nos confirma la fecha exacta de la fiesta
solsticial de nuestros antepasados: <<contaban el año llamado Acano
por las lunaciones de veinte y nueve soles desde el día que aparecía nueva
empesaban por el estío, quando el sol entra en Cancro a veinte y uno de
junio en adelante la primera conjunción, y por nueves días continuos
hazian grandes bailes y convites, y casamientos ...>>
<<Los
amasikes del Alto Atlas y del Anti-Atlas celebran la Achura , una
antigua ceremonia que debía tener lugar primitivamente en la primavera o en el
solsticio de verano. Durante esta ceremonia, que ya cristianizada comienza el
23 de junio con las hogueras y toda una serie de rituales en torno a estos
fuegos, se conmemora la muerte de una divinidad representada por un viejo asli
“novio”, al que ellos hacen, un poco antes del amanecer, solemnes
funerales. Mas tarde, una vez realizados los ritos en demanda de lluvias, hacen
retornar al mencionado novio, bajo el aspecto de un asli joven y ardiente que
se unirá a una tasli “novia” que personifica los deseos de fecundidad. A esta
unión le seguirá una gran fiesta de amor, siendo el momento en que se celebran
los matrimonios del clan. (Laoust 1921) >>. Mas adelante, nuestro
entrañable amusnau continua: <<LaTafaska de la Achura es para los
africanos del norte, para los amasikes, mauros, magos o mahoreros, la herencia
cultural – trasmitida por sus pasados – de una fiesta solsticial de inigualable
belleza religiosa: Puntualmente, cada 21 de
junio, nuestros aborígenes africanos ofrecían el sacrificio de un animal
al sol, a la luz, al fuego, a la fertilidad de las tierras y ganados, a la
fertilidad de las mujeres, a la vida; en definitiva, a la sabia
naturaleza>>.
Don Francisco Hernández Graja, de Túnez (Arona, Chinech), que dedico gran parte de su
vida a ejercer como pastor (sobre 1890) dice: Que los guanches acostumbraban un
día del año en el mes de junio, que cree que era el mismo día de San Juan, la
víspera, hacer una hoguera y echar dentro reses degolladas con un faime (cuchillo)
de madera de sabina, hasta que el humo saliera derecho al cielo que creían
en esto como si fuera cosa de religión. Que no sabe mas, pero que esto lo
oyo muchas veces a los pastores viejos.
En este culto
participa siempre una victima, generalmente un cordero, al cual después del
sacrificio, es desprovisto de una de las
partes de su cuerpo (cabeza o rabo que sepamos) que se echa al fuego con el
objeto de que el estimado desprendido por la quema del miembro, sea beneficioso
para la purificación del ganado. En otras ocasiones se echaba al fuego al
animal entero, según se desprende de algunos Pireos encontrados por
Benthencourt Alfonso y otros investigadores, los cuales contenían huesos de
cabritos y cochinos que habían sido quemados enteros.
Hupalupa, en
su continuo e incansable caminar por nuestros campos en busca de nuestras
raíces por boca de los ancianos, detentadores de la Tamusni tuvo la
oportunidad de entrevistar en una apartada finca de Igueste de Candelaria a un
mago, don Florencio Dorta Dorta, cuyo testimonio recogido por Hupalupa con el
corazón, como solo él podía poner en las
cosas de “sus magos”, creo que encierra buena parte de la filosofía popular de
nuestras gentes.
<<Don
Florencio, un encantador anciano amasik de 81 años de edad, natural del pueblo
de Tejina de Guía – en el extremo suroeste de la isla de Tenerife-, cuando yo le pregunte si
Florencio Dorta Dorta eran sus datos
personales, me contesto que “el no se llamaba así, lo llaman así. Don
Florencio se pasa todo el día desde que se levanta hacia las 4 o 5 de la
mañana, haciendo cachimbas, arados y chácaras y pega gran parte del tiempo
haciendo sonar esas chácaras que toca tan bien. Eso es lo que le gusta y le
hace vivir. Su esposa y él, además están permanentemente contándose cuentos y
cosas que ocurrieron en los tiempos de su juventud u otras que escucharon de
los mas viejos; Los relatos que se decían cuando la gente de antes pegaban a
hacer la tafeña ‘grano tostado’ y cuyas largas charlas y envites dialécticos de tradición oral, continuaban así mismos
cuando sé molía para obtener el preciado manjar del pueblo amasik: el gofio. En
ese aspecto, nuestro mago pueblo ha sabido conservar una culta costumbre de los
amasikes desde la protohistoria africana.
Cuando
hablamos del Sol, Florencio Dorta Dorta, mago tinerfeño, cuya sabia cultura
oral -la de los magos- aun no ha sido
valorada como se merece, no hizo vibrar. Y yo me pregunte, -¿para qué voy a
hacer este libro si resulta que mi pueblo esta asumiendo de antemano muchísimas
más verdades que su pobre contenido? ¿Qué le voy a enseñar yo a un mago como
don Florencio? Ellos no son lectores porque su gran libro es el cerebro; en sus
sabias y viejas páginas se conserva la información directa y también genética
que sus mayores les trasmitieron.
La víspera de
San Juan –nos dice don Florencio- reuníamos tomillos pa jacer la fogalera en la
lomada de Herques; La fogalera era empezando a oscurecer, pos pal día de San
Juan había que levantarse temprano. Cuando la fogalera de tomillos estaba bien
ardiendo, pa jeringar a los de enfrente –los que hacían la otra hoguera en
Herques, Tejina de Guía-, pegábamos a dar vueltas en redondo, a la derecha
siempre, con muchos rejijides; Ellos contestaban de allá igual.
Dispués, antes
de acostarnos, los chicos poníamos tres jigos picos (pencas indias) sin
enflorecer dentro de agua, tras la puerta de nuestra casa, y cada jigo era una
chica; a la mañana siguiente, cuando volvíamos de ver el baile del sol,
mirábamos los jigos: Estaban enflorecidos unos más otros menos. La jembra del
mas enflorecido era la que me quería.
En todo el año
no hay una mañana tan bonita como la mañana de San Juan, -continua don
Florencio-. El Sol baila por la mañana tempranito. Baila el Sol y el
Sol –cuando yo era chico-hacia otras cosas que ahora mismo no me acuerdo, pero
las hacia. Que mañana tan bonita la de San Juan en Guía, en Tejina de Guía
y en todos esos pagos. El Sol bailaba de frente en redondo y toda la
gente lo miraba desde las casas pa verlo bailar. El Sol asoma allá abajo a la
altura de Herques, y de salir del horizonte a verlo bailar demora
de un cuarto a media hora; después pegaba a dar vueltas y bailaba enredador; bailaba
como una fiera. A veces llegábamos tarde cuando él estaba afinando a
bailar, y ya no lo veíamos bailar. Cuando diamos a ver bailar el Sol, también
aparecía la isla de San Borondon por el naciente del Sol. Donde único baila
el Sol en aquellos pagos. Aquí yo no he podido ver bailar el Sol.
El culto que
nuestros antepasados precoloniales rendían a Achaman, seguía marcando una
costumbre del pueblo amasik de Canarias hasta casi cinco siglos luego de la conquista española.
La transcultura colonial se vio
imposibilitada a extirpar la subconsciente información que guardaban y
conservan los magos. Don Florencio, se convertía –al menos para mí- en esencia
ancestral de nuestro pueblo:
-Mire Vd., prosigue don
Florencio, nosotros semos moros. -¿Cómo va a ser eso?, le conteste yo.-Si,
semos moros. Vd. también es moro, porque las islas son del Africa y el Africa
es de los moros. Lo que pasa es que ese Gobierno llego aquí nos abraco a todos
y ahora tenemos otras modas. Pero siempre semos moros. Y esto no es España,
esto es Africa, yo vide que los moros son igual que nosotros semos. Y me fije
también que se arrodillaban y miraban al Sol.
-Pero don Florencio, ¿Vd. quiere
decir que adoraban al Sol igual que lo hacían Uds. Antes?. –Si, me
contesta sorprendentemente para mí, -Si yo vide que eso era lo mismo que ver
bailar el Sol, cuando éramos niños, además –me dice con medio enfado-, no me
llame don Florencio, llaméeme Florencio, pos el don es comprado con perras.
La comteporanea creencia de los
canarios en el baile del Sol, es una manifestación cultural mas que nos indica
nuestro indiscutible acercamiento hacia la astrolatría de nuestros antepasados
precoloniales.>>
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ResponderEliminarCreo que la ilustración no corresponde a los indígenas canarios. Parece más bien representar a neandertales o algún punto lejano de la evolución del homo sapiens sapiens.
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