UNA HISTORIA RESUMIDA DE
CANARIAS
PERIODO COLONIAL
1481-1490
CAPITULO-VIII
Eduardo
Pedro García Rodríguez
1483 Octubre 20. Vitoria (f.214). Citación contra Pedro de Munjaras
y su sobrino Sancho de Urquiaga, capitán, vecinos de la villa de Durango, y
Juan de Bilbao, armador y botiner, hijo de Martín Ibáñez, vecino de la villa de
Bilbao Michel de Deva, el corcobado, maestre de la nao grande, Domingo Alós,
maestre de la nao pequeña, Martín de Lasao, alguacil, su cuñado y Jalón,
piloto, vecinos de Deva, Pedro de Ares, el largo, piloto, vecino de Bilbao,
Juan de Orif Machin de Orio, Sancho de Bilbao, Caraballos y Esteban,
condestables de dichas naos, Miguel, hijo de Perucho de Munjáras, Pedro de
Sevilla, Torres y Rodrigo vecinos de la villa de Palos, Charran Vizcaíno, Pedro
Vizcaíno, Lope Maestres; la, Juan Pérez, mercader y Juan Pérez, marinero, que
asaltaron un navío cargado de mercáncías valoradas en 420.000 maravedís, de
Diego Femández de Valladolid, vecino de Sevilla, a la altura del cabo de San
Vicente de Lagos, cuando se dirigia desde la ria de Sevilla a las islas de Gran
Canaria y de la Madera ;
para que respondan de ello ante el Consejo Real. El Rey y la
Reina. Alvarez de Toledo. Andreas. Antonius. Gundisalvus
licenciatus. Alfonso. (E. Aznar; 1981)
1483
mayo.
Es bautizada por
el rito católico Margarita Hernández o
Fernández, se supone que fue su padrino el invasor Gonzalo de Aguilar.
En honor a su
padre, don Hernando de Guadarteme, la última reina de Canaria, conocida por tal
motivo con el título, que no nombre, de guayarmina, fue bautizada, después de
la capitulación de Ansite y de la inmolación de su esposo Bentejuí, con el
nombre de Margarita Hernández o Fernández, como indistintamente se escribía en
la época. Se dice que la ceremonia fue oficiada por el canónigo Fernando
Álvarez, quien muchos años después sería uno de los declarantes a su favor en
la llamada información guadartémica, en la que también tomó parte,
curiosamente, su probable padrino el conquistador Gonzalo de Aguilar.
Algún tiempo
después de recibir las aguas bautismales, Margarita sería desposada en segundas
nupcias, esta vez cristianas, con el hidalgo extremeño Miguel de Trejo y
Carvajal del que algunos estudios dicen que fue conquistador y otros que poblador. Nosotros, en ese dilema,
disentimos de la opinión de Miguel Santiago que plantea que dicho personaje
vino a Gran Canaria como soldado de fortuna en la expedición de Miguel de
Mújica. Recordemos sin embargo que en dicha armada, que llega a las Isletas en
24 de octubre de 1482, tan solo seis meses antes de la capitulación final,
venían tanto hombres de pelea, ballesteros y espingarderos, como los primeros
pobladores castellanos de la isla.
La declaración
de su quinto nieto, el regidor perpetuo de Gran Canaria Blas de Carvajal, en su
probanza de hidalguía, de que su ascendiente don Miguel de Trejo había sido
“conquistador de armas y a caballo” en la conquista de esta isla no nos parece
creíble , por no estar contrastada dicha circunstancia en ninguna de las
crónicas u otras fuentes primarias relacionadas con la conquista y por tratarse
de una opinión interesada que se expresa más de un siglo después de concluida
la guerra que supuso la incorporación de Gran Canaria a la Corona de Castilla.
Del retrato que,
de Margarita Hernández, nos hace Manuel Lobo en su obra, Las Princesas de
Canarias (Ed. Anroart, 2012), disentimos con respeto en algunos puntos.
Consideramos en primer lugar que, en 1483, este personaje había pasado a ser la
reina de la isla. Tras el rapto de su madre, la joven princesa Semidán fue
nombrada guayarmina regente de Canaria, una vez casada con el príncipe
Bentejuí, en espera de la edad núbil de su prima Masequera, la legítima
heredera de un trono insular al que se accede por sucesión matrilineal. Es por
ello que la muchacha va a ser conocida como Guayarmina, que significa reina
(literalmente: almendra bella) en la antigua lengua, porque fue
efectivamente la última reina de la isla.
En segundo
lugar, disentimos en cuanto a su edad. Pensamos que su nacimiento tuvo lugar a
fines de la década de los 60 y no de los 70, pues ya estaba en edad núbil en
1483 cuando debió desposarse con el príncipe teldense. A pesar de que sus
rasgos eran bien distintos, cronistas e historiadores la confunden, sin
embargo, con demasiada frecuencia con su prima Masequera, una princesa nativa
que sin duda debía ser más pequeña que ella pues, siendo como era la legítima
heredera del trono, aún no había podido acceder al mismo. Recordemos, no
obstante, que, en Ajódar, Faya Tasarte se la promete en matrimonio a Tenesor
para conseguir que abandone el bando castellano y se convierta con ello en “Señor
de toda la tierra” (recogido así, literalmente, en la Información
guadartémica).
Fue, en nuestra
opinión, el de Guayarmina y Bentejuí, un casamiento forzado por las
circunstancias, a pesar de que la desposada era tan solo una muchacha. Estas
circunstancias se relacionan con la pérdida de la legitimidad para gobernar de
su padre, Tenesor Semidán, tras el rapto de su esposa Abenchara, quien, como
guayarmina, otorgaba la legitimidad de su reinado; y, más tarde, con la
desaparición del propio Tenesor tras su “captación diplomática” (Joaquín
Blanco dixit) por los emisarios del fuerte de Agaete, situación que obligaba a
nombrar con urgencia a una nueva reina regente y, por ende, a un nuevo
guadarteme consorte.
Por cierto,
creemos que debiera revisarse la escritura de dicho título real pues en todas
las citas en documentos originales del siglo XV que hemos podido consultar el término
aparece escrito con d y no con n. Guadarteme o guadnarteme, en
nuestra diletante opinión, el título otorgado a los reyes canarios,
significaría literalmente en la antigua lengua “río grande”, en
referencia a la corriente de agua más importante de la isla, la que hizo de
divisoria entre Gáldar y Telde cuando se produjo la secesión entre ambos reinos
y que se corresponde en la actualidad con el barranco de Tenoya.
En tercer lugar
tenemos fundadas dudas acerca de la fecha del matrimonio de Margarita Hernández
con el extremeño Miguel de Trejo y Carvajal. Miguel Santiago y Rodríguez en su
excepcional artículo Los viajes de don Fernando Guanarteme a la Península … concluye
que Margarita debió haberse casado hacia 1484-85 por el hecho de que dio a luz
en Córdoba a su hija María Carvajal cuando acudió en compañía de su padre a la
corte castellana allá por el año 1486. Ya hemos señalado en el artículo
anterior el motivo por el cual Margarita a pesar de su avanzado estado de
gestación, y su hermana, Catalina, a pesar de su corta edad, acompañaron a su
padre en su tercer viaje a la
Península iberica, un viaje cuya fundamentación no ha sido
resuelta hasta fechas recientes (hasta la publicación de Los Semidanes de
Canarias de Roberto Hernández Bautista) y que no es otra que la de
interceder colectivamente por la liberación de Abenchara, la llamada en la
corte Juana la canaria, quien sufría de nuevo un injusto cautiverio.
Algunos autores
consideran que su matrimonio fue muy posterior (de fines del siglo XV o incluso
de principios del XVI) por el hecho, insuficientemente documentado, de que
Gonzalo de Aguilar fue, según se dice, curador de Margarita en 1494 cuando
Fernando Guanarteme se disponía, al frente de una compañía indígena, a tomar
parte en la conquista final de Tenerife. Eso significaría, de confirmarse la
existencia de dicho protocolo, que muchos citan pero no conocen, que entonces
aún no estaba casada y que era menor de 25 años. Lo segundo se cumple
apuradamente pues según nuestras cuentas rondaría en esa fecha los 25 años; lo
primero, lo relativo a un casorio tan tardío, es lo que pretendemos descartar
con nuestros argumentos.
Pensamos que
Gonzalo de Aguilar fue en realidad su padrino de bautismo, en la ceremonia que
se habría oficiado en mayo de 1483, tras la capitulación, y presuponemos por
esta razón que la joven indígena, antes de su casamiento, pudo quedar
legalmente a su cargo como curador en alguna de las ocasiones en que su padre
abandonó la isla, como bien pudo ocurrir con ocasión de su segundo viaje a la Península en el verano
de 1483, cuando fue al rescate de Abenchara, o como bien pudo plantearse en los
años inmediatamente posteriores cuando Fernando Guadarteme fue instado a
participar en distintas correrías en las islas de Tenerife o La Palma en busca y captura de
esclavos guanches y de ganado, como aquella en la que habría desertado el nuevo
esposo de Abenchara por temor a ser él el esclavizado.
Nos decantamos
pues por pensar, coincidiendo con Miguel Santiago, que su casamiento se produjo
en época inmediatamente posterior a la conquista de Gran Canaria y que María,
la niña que nació en Málaga o en Córdoba en 1486-1487, era hija legítima de su
matrimonio con Miguel de Trejo y Carvajal, ostentando la primogenitura,
condición que en el sexo femenino era absolutamente irrelevante en esa época.
Lo cierto es que fue llamada doña María de Carvajal en la edad adulta.
Como prueba de
la especial relación que hay entre las familias Trejo y Aguilar debemos reseñar
que aquella niña, también llamada María de Castilla por el lugar donde naciera,
casó de mayor con Bartolomé de Aguilar, hijo del Gonzalo de Aguilar “el viejo”,
del que planteamos que pudo ser padrino y curador de su madre antes de su
casamiento a mediados de los años 80 de aquella centuria.
Decimos de
Margarita que constituye un personaje histórico más que controvertido,
denostado, con el que no ponemos en práctica la obligada empatía de un hombre
de Historia, por muy diversas razones que aquí solo vamos a apuntar: por sus
radicalmente opuestos matrimonios: con Bentejuí, también llamado Tasartico, el
último rey canario, y con Miguel de Trejo, un advenedizo hidalgo cacereño de
incierta ejecutoria; por su renuncia a sus derechos vernáculos en favor de su
marido cuando declara en la información guadartémica que “renuncia a todas
las leyes que hablan y son a favor de las mujeres y de todas las demás que de
cualquier manera me puedan aprovechar”; por su ambiciosa deslealtad cuando,
al mes de la muerte de su hermana Catalina, trata de usurpar los derechos de
sus descendientes apropiándose en exclusiva de la herencia de su padre don
Fernando Guadarteme; por su enfrentamiento velado con las primas Tenesoya y
Arminda, que al contrario que ella, que reniega de los suyos y de sus
costumbres inveteradas, mantienen el orgullo por la gentilidad canaria, etc.,
etc., etc.
Su hijo
Bernardino de Carvajal, continuando la atribulada saga, fue, por vengar la
muerte de su hijo mayor, el asesino del Alcalde Real Hernando de Pineda, y los
Carvajales, en general, conforman en la Gran Canaria de aquellos siglos una estirpe de
regidores, militares, escribanos, clérigos y otros prebostes de pretendida y no
demostrada nobleza cuyos mayores baluartes para no pagar la moneda forera son
las hazañas militares y méritos diplomáticos de su ascendiente indígena don
Fernando de Guadarteme. Por más que hemos indagado no hemos podido documentar
ningún hecho de armas de Miguel de Trejo o de sus descendientes canarios que
sea merecedor de la bendición de la Historia. Es por ello que las probanzas de
hidalguía de los Carvajal se refieren siempre a su gentil ascendiente el rey
canario quien hizo, como declara su hija, “grandes servicios a sus
majestades”.
El sexismo
imperante en la época no les permite a los Carvajal de Gran Canaria reconocer la
hidalguía de su estirpe por parte femenina pues son con toda probabilidad los
descendientes de la última reina de Canaria. Si bien Catalina
Hernández pudo rebelarse de la opresión patriarcal abandonando la casa
familiar de su esposo Pedro de Vega y casándose con otros maridos al modo en
que lo hacían las mujeres nobles indígenas, su hermana Margarita, sin embargo,
acepta el encierro en su casa familiar de Gáldar y reniega de sus franquezas
indígenas, lo que no debió ser nada fácil para una nativa de estirpe real en
una sociedad que estuvo marcada por la relevancia de la mujer hasta el punto de
que la sucesión al trono se establecía matrilinealmente.
Quizá por todas
estas razones no sale muy bien parada la figura de Margarita Fernández en
nuestros escritos. Buena muestra de ese desamparo es el ultílogo que le
dedicamos en el Romance de las Guayarminas, poemario que forma parte de la
publicación Cantos de Mestizaje:
¿Qué fue de
la reina viuda,
tras sepultar
en la cista,
en su mirlada
envoltura,
al último rey
de la isla?
Enlutada como
un mirlo
en un charco
será ungida,
la mujer de
Tasartico
que llamaran
Margarita.
Otro esposo
le dan pronto,
natural de
Granadilla,
extremeño litigioso
que le va a
amargar la vida.
El de Trejo y
Carvajal
patriarca de
esa familia,
del oprobio
colonial
es probado
paradigma.
Fallecido el
Guadarteme
y dos de sus
nobles hijas,
para sus
arcas pretende
el legado en
exclusiva.
En la
presencia del Juez
en su nombre
testifica
que es tan
solo su mujer
la única
heredera viva,
olvidando que
su hermana,
la difunta
Catalina,
es origen de
tres sagas
que los
vientos diseminan.
Las dehesas
de Guayedra
los perjuros
se adjudican,
aunque pronto
las revendan
al postor que
más envida.
Para finalizar,
habría que preguntarse, a pesar de su relevancia social en tiempos pasados, a
qué se debe el escaso éxito del apellido Carvajal en la población actual de
Canarias. En el Padrón de 2011, no llegan a 100 las personas nacidas en las
islas que lo portan como primero o segundo apellido. No nos atrevemos a hacer
conjeturas al respecto. Solo atestiguamos en nuestro árbol que este apellido es
sustituido por el más próspero y prestigioso Quintana y reseñamos como
curiosidad que un descendiente de don Alonso de Carvajal el viejo, llamado
Mateo de Carvajal y Quintana
edifica una mansión en Guía en la que lucen aún hoy en día en su fachada los
blasones de los apellidos Guadarteme y Quintana.
En nuestro
poemario El drago milenario dedicamos también unas octavas a Margarita
Hernández Guadarteme a partir de las cuales se denuncia la brutal aculturación
de los nativos de las islas:
¡Cuántas son
las jóvenes indígenas
esposadas a
hidalgos muertos de hambre
ansiosos por
unirse a la familia
de los aún
poderosos Semidanes!
La más señera
muestra es Guayarmina,
de cristiana,
Margarita Fernández,
que pierde su
regio nombre canario
con bautismo
y matrimonio en el acto.
Y este es tan
solo un caso constatado
por venir de
nativa aristocracia
pues se
impone el bautismo cristiano
a toda la
población de Canarias.
Se evidencia
lo que siempre nos negaron:
no hubo nunca
exterminio de la raza
sino cruel y
salvaje imposición
de
costumbres, de lengua y religión.
Del cuadro
elegido haremos a continuación algunos comentarios en orden descendente sin más
pretensiones que las de la curiosidad histórica:
- En la
descendencia de Guayarmina, observamos cómo su nieto, Alonso de Carvajal, casa
con una descendiente del Alférez Mayor de la Conquista , el aragonés
Alonso Jáimez de Sotomayor y del caballero conquistador Esteban Zambrano, en
una suerte de endogamia criolla que se precia no obstante de su mestizaje con
la sangre real canaria.
- Del tal Alonso
de Carvajal conseguimos en la ya citada milagrosa carpeta del archivo diocesano
un extracto de su testamento que nos ha permitido el entronque con la siguiente
generación:
“Año 1594.
Testamento de Alonso de Carvajal. Casó la primera vez con Emerenciana Jaizme y
con esta tuvo por hijos a: Bernardino Carvajal, Francisco Jaizme, Melchora de
San Juan que casó con Juan Rodriguez Origuela, Maria Jaizme, muger de Gaspar de
Quintana, y Emerenciana, doncella. En segundas casó con Maria Calva Quintana
hija de Gonzalo de Quintana y tuvieron por hijos a Gonzalo, Hernando, Juan,
Mateo, Marcos, Lucas y el póstumo”.
-Su bisnieta
María Jáimez, el siguiente peldaño de la escala por la que descendemos, enlaza
efectivamente con Gaspar de Quintana,
descendiente directo del conquistador Juan de Soria y de su esposa indígena
María González. Si bien Miguel Rodríguez Díaz de Quintana en su meritorio
trabajo sobre Margarita Fernández y su descendencia (Asociación Canaria
de Estudios Históricos Rey Fernando Guanarteme) no cita que Gaspar de Quintana
y su esposa tuviesen ninguna hija de nombre María, pues señala que solo
tuvieron descendientes varones (Hernando, Alonso, Antón, Juan, Marcos y Gonzalo
de Quintana), hemos de hacer sin embargo una enmienda a los textos citados, que
se conservan en el Museo canario, para probar el advenimiento de nuestra
ascendiente:
Partida de
Bautismo. Iglesia de Santiago Apóstol de Gáldar, Libro 1 - Folio 20 Vto. –
María (al margen). Año 1600, "Hija de Gaspar de Quintana y de Maria
Jaymes, su legitima mujer, fue baptisada en la dicha Yglesia por mi el
susodicho; fueron sus padrinos Juan de Aguilar y Luisa de Ospedal su muger en
fe de lo qual lo firme de mi nombre fecho ut supra, tiene oleo y chrisma. Jhoan
de Figueredo Muxica."
Como probable
justificación del error, podría pensarse que quien transcribe el documento
original confunde las abreviaturas de dos nombres que empiezan con M: Marcos y
María. No es la primera vez que hemos advertido un error similar. Destacamos
por otra parte de dicho evento natalicio que otro Aguilar, descendiente del
conquistador Gonzalo de Aguilar, ejerce de padrino en un bautizo de la familia
Carvajal.
- Observemos en
el siguiente escalón que María de Quintana se casa, cumplidos los 37 años, en
lo que parece un matrimonio de conveniencia, con Agustín Domínguez, natural de
Teror, que tiene 30, “siendo testigos Esteban Zambrano, Juan Quesada y don
Alonso de Carvajal”. Sobre los Domínguez de Teror hay un interesante
estudio que refiere la filiación indígena de este apellido publicado en este
mismo blog, escrito por Javier Gil Pérez agua que “el poblador Diego Falcón,
nacido en 1508 en Cáceres, se establece en Teror sobre los años 30 habiéndose
casado con María Domínguez, descendiente de antiguos canarios, según consta”.
-En el siguiente
escalón aparecen los apellidos Frías y Bencomo. Los padres de Antonio (Juan de
Frías y Ana Benítez) han nacido en Arico, Tenerife, y son más que probables
descendientes de conquistadores grancanarios de dicha isla y conquistados
guanches pertenecientes a las familias reales indígenas de Tenerife como
acredita el apellido Bencomo. No olvidemos, siguiendo a Roberto Hernández en su
libro Los Semidanes de Canarias (Anroart 2013) que “Juan de Frías fue
conquistador de Tenerife y recibió por ello tierras en Buenavista. Casado con Ana
de León, hija de Adargoma, tuvieron una hija llamada Lucía de Frías que casó
con el grancanario Francisco Delgado (descendiente del Faycan Guanache) y otro
de sus hijos, también llamado Juan de Frías, llegó a ser alguacil en La Orotava ”.
- En María de
Quintana, la esposa del tinerfeño Antonio de Frías, encontramos inicialmente un
punto débil de la cadena genealógica pues su certificado de matrimonio en 1705
no indica quiénes fueron sus padres sino tan solo se dice de ella que era viuda
de Miguel Rodríguez. Por suerte localizamos su primer matrimonio en el Libro 2
Folio 124 de 1688 de la
Iglesia de Gáldar en el que, ahora sí, se señala que María
era hija de Gaspar de Quintana y Juana Sánchez.
-Aparecen ya en
el siglo XVIII el entronque con los Miranda, otro ilustre apellido galdense de
los tiempos de la refundación de la ciudad de las guayarminas, tras la
conquista. Un Francisco de Miranda aparece en la relación de conquistadores que
Manuel Lobo publica en su obra magna (La conquista de Gran Canaria. Ediciones
del Cabildo de Gran Canaria, 2013), beneficiario por ello en 1485 de tierras,
solares y aguas en repartimiento según Cebrián Latasa (Diccionario de
conquistadores, Ed. Gobierno de Canarias, 2003). Es probablemente el mismo
personaje que en 1526 firma el escrito colectivo de los vecinos de la Villa de Gáldar para
protestar por el nombramiento de alcalde y vara real para el “barrio comarcano”
de Guía.
-Un Miranda
igualmente ilustre, no por las artes de la guerra sino de la pintura, fue en el
siglo XVIII nuestro paisano Juan de Miranda, de segundo apellido Sejas, el gran
pintor neoclásico, también conocido como el Murillo canario. Nacido en las
Palmas en 1723 fue primo hermano del Francisco Miranda que aparece en el cuadro
genealógico que estamos comentando. Nos enorgullecemos por tanto de tener como
colateral en nuestro drago de familia al más preclaro pintor neoclásico de las
Islas Canarias.
-A partir de
aquí ya en el siglo XIX se impone en el cuadro la culta saga de los Bautista de
Guía cuyo linaje ya ha sido objeto de estudio en el primero de los artículos de
esta serie de Curiosidades. Terminaremos este, el sexto de la serie,
rememorando de nuevo a nuestro bisabuelo Francisco Bautista Miranda que fue
elegido alcalde de Gáldar, a través de sufragio censitario, en dos diferentes
períodos: en las postrimerías del siglo XIX y a principios del siglo XX, siendo
su retrato adjunto el primero de los que se muestran en la galerí a de alcaldes
que se expone en la
Casa Consistorial junto al Drago centenario. (Faneque
Hernández Bautista)
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