jueves, 27 de noviembre de 2014

“LAS BRUJAS DE LA LAGUNA GRANDE”


Leyendas canarias



LA GOMERA
La historia transcurre en La Gomera, una pequeña isla, abrupta y montañosa, y con profundos bosques… una isla que emana misterio, y que guarda un secreto a voces.
Hace muchos años atrás, en la isla no existían aún las carreteras ni ningún tipo de comunicación entre los pueblos, y las gentes vivían del campo y de la pesca. Cada semana un pescador llevaba los mejores pescados al campo para cambiarlos por las mejores carnes, o viceversa. Sin embargo, no era sencillo, pues los pueblos quedaban distanciados entre si, y para hacer el trueque había que atravesar el bosque. La gente siempre había temido el bosque, por la siniestra niebla que lo envolvía, que se deslizaba silbando entre los árboles, por su inquietante profundidad, por los sonidos que allí se escuchaban. Más de una vez la gente tenía que pasar de noche por aquellos parajes para llegar temprano por la mañana a su destino, y esto les inquietaba.
Se cuenta que una noche un campesino, montado a lomos de su burro, atravesaba el bosque. Estaba todo oscuro, hacía mucho frío y las ramas de los árboles golpeaban constantemente contra el hombre. De pronto el burro comenzó a rebuznar y a correr inquieto, y acabó por tirar al suelo a su amo. El campesino, asustado, corrió por el bosque sin parar, tratando de encontrar al animal, hasta que vio un resplandor entre los árboles, y oyó unas voces, como cánticos, a lo lejos….

Se acercó hasta que la luz era cada vez más fuerte y podía escuchar perfectamente voces de mujeres que cantaban, reían y hablaban de manera extraña. Escondido entre las ramas pudo contemplar como en un gran claro del bosque numerosas mujeres mayores, vestidas con túnicas negras y pintadas de manera extraña, corrían alrededor de una gran fogata, levantando y bajando las manos, gritando, cantando extraños ritos satánicos. Eran brujas en un aquelarre. De pronto oyó un rebuznar y vio como una de ellas decapitaba a su burro… La mujer clavó la cabeza del animal en un palo y danzó alrededor del fuego con ella, pasando el palo a las demás, mientras la sangre se deslizaba por el palo, y era absorbida por las hambrientas bocas de las brujas. Finalmente la lanzaron a las llamas y al instante el fuego desapareció absorbido por la tierra. Las brujas se sentaron en doce piedras, dispuestas en círculo alrededor de una piedra central, la de la bruja mayor. El campesino estaba hipnotizado observando el ritual cuando una mano se posó en su espalda. Se giró y vio como una de las bruja le echaba el aliento a la cara. El lo inspiró y sintió como una extraña niebla se metía en su interior, mientras la bruja le decía: “Todo aquel que conoce nuestro secreto, ha de morir”. Asustado echó a correr bosque abajo, y no paró hasta llegar al pueblo.
Una vez allí, cayó al suelo desplomado por el esfuerzo. Los vecinos acudieron a socorrerle, y lo metieron en la cama, mientras el hombre no dejaba de hablar de lo que había visto. Pasadas unas horas el campesino murió.
A partir de entonces las gentes intentaban evitar pasar por el bosque, y cuando tenían que hacerlo siempre llevaban una hoja de laurel para evitar que se aparecieran las brujas.
El bosque de la leyenda aún existe, y el claro donde antiguamente danzaban las brujas, llamado la “Laguna Grande”, también. En el se pueden ver las 13 piedras y una curiosa coincidencia: todo el suelo del bosque está lleno de hierba, excepto el círculo de piedras donde se dice que bailaban las brujas. (tamaragr)


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