UNA HISTORIA RESUMIDA DE
CANARIAS
PERIODO COLONIAL
1471-1480
CAPITULO II
Eduardo
Pedro Garcia Rodriguez
1477 Libre el
señor de pignorar vasallos, tratantes de esclavos de Palos y Moguer formaron
flota, en 1477, de carabelas y una carraca nueva, yendo a la isla de
Titoreygatra, en busca de esclavos. Complaciente con la clientela, Fernán de
Peraza capturó vasallos, sirviendo el pedido. Cobrados y embarcados, fueron
vendidos en Andalucía, quedando el stock "cativos en ferros, como si
fuesen moros", según costumbre. Inopinadamente excitado por el poder
político, a 28 de septiembre de 1477, el Obispo de Rubico, so pretexto de que
los naturales de las Yslas de Canaria, reducidos a esclavitud, "asy con el
favor del señor de las dichas islas, como de otras personas", eran
cristianos o estaban en vías de serlo, cumpliendo "todos los mandamientos
de la madre santa iglesia.., como verdaderos cristianos", recibiendo
"los sacramentos e le avían pagado e pagaban sus diezmos", primera
obligación del creyente, ordenó a los justicias en general y a los de Palos y
Moguer, en particular, el secuestro de las "piezas", para ponerlas en
manos de "buenas personas", a la espera de pasaje, que les
reintegrase a sus islas, en especial a los gomeros. Sin temor a incurrir en
contradicción, por no haber quien pudiese contestarle, el Católico, estante en
Jerez, exigió a 12 de noviembre el quinto, en metálico o gomeros, amenazando al
mercader moroso con embargo y subasta de bienes, sin más consuelo que el de
poder demandar a Fernán, para que restituyese lo cobrado. Sagrados los ingresos
de la corona, se llegó al extremo de que Juan Guerra y Juan Alfonso, habiendo
pagado puntualmente, al regreso de Tamaránt (Canaria) innominada, "otras
partes qualesquier" y la
Gomera , con carga de oro y esclavos, se vieron entre rejas,
porque funcionario venal, ingresó el quinto en su bolsillo.
Estando en la real gracia, los
señores de islas ya colonizadas pidieron licencia, para crear mayorazgo.
Vinculando bienes habidos y por haber, nombraron las siete islas, sin excluir
las mayores. Que fuese aprobado por la corona, incide en el supuesto de que los
topónimos comprendían diferentes territorios, sin afectar las conquistas de los
reyes, a la propiedad de Inés. Acusando al primogénito, Pedro García de
Herrera, de haber intentado alzarse con las Canarias, estableciendo
"monipodio con los vasallos, e buscando formas como prendiesen al dicho su
padre e deseándonos matar e buscando fuerças para ello", sus progenitores
le declararon "indigno... de aver el tal mayorazgo, por muchas cabsas de
yngratitud que ha cometydo, contra Dios que le fizo e contra mí que soy su
madre e aun cometió contra su padre...". Desheredado, nombraron sucesor al
segundón, Fernán, que recibió La Gomera Hierro , a título de adelanto. (L. Al.
Toledo)
1477. Se resolvió por parte de las coronas castellano-aragonesa
sobre el Señorío de las islas ya invadidas y colonizadas, orientales de tal
manera que el esclavista Diego de Herrera y su esposa recibieron cinco cuencos
de maravedis, el Título de Condes de la Gomera y fueron despojados de los supuestos
derechos de invasión y conquista sobre Chinet (Tenerife), Tamaránt (Canaria) y
Benahuare (La Palma ).
1477. Aumenta la
presión depredatoria por parte del “señor” feudal sobre los habitantes de la
isla de La Gomera. Esto
provoca el malestar de los naturales y colonos habitantes de la isla, llegando
a sublevarse, al menos los del cantón de Mulagua, llegando a la isla Hernán
Peraza “el Joven”, hijo de los “Señores” feudales en ese momento de la isla.
Durante este año y los dos siguientes el criollo Hernán Peraza “el Joven”
vendió como esclavos a multitud de gomeros.
1477 Febrero 19. Toledo (f. 284). Orden a los concejos y vecinos de
Andalucía, para que permitan a Pedro de La Algaba sacar bizcocho y otros mantenimientos,
necesarios para la armada que debe aparejar en las costas de dicho reino con
destino a la conquista de Canaria. Las vicisitudes de este capitán de los
invasores nos las describe don Tomás Marín de Cubas en los siguientes
términos: “A los fines del año segundo
de la invasión de Canaria, llegó el navío en que venía por nuevo gobernador de la Isla Don Pedro de Algaba,
y su mujer doña Leonor Suárez de Fonseca, y dos niños, Andrés y Jerónimo
Valdés, y un cuñado capitán de infantería de poco más de veinte y dos años,
casado con hermana mayor de Doña Leonor que es Alonso Fernández de Lugo, natural de Carmona, donde quedaba Doña
Luisa de Fonseca, y todos andaluces de Tierra del Condado Costóle mucho al
Gobernador Algaba apaciguar la discordia entre el clérigo y Juan Rejón; mostró
su Cédula y á voz de pregonero se mandó que en lo tocante á la disposición ó
fábrica de la población, ciudad, lugares, castillos, pertrechos y defensa
tocase al Gobernador Algaba, y las entradas y salidas y guerras con los
canarios solamente é independiente pertenezcan á Juan Rejón, á quien todos los
soldados estén sujetos y obedientes á la voluntad y asistan, y así fue luego
obedecido y el Deán cuidase en la reducción á la fe y cosas de la Iglesia : Hacíanse las
entradas de los canarios á voluntad de Juan Rejón, enviando al Alférez Alonso
Jaimez con la gente que era menester. Tuvo el Deán estrecha amistad con el
gobernador Algaba y nunca cesó en sus temosidades contra Juan Rejón procurando
motivos á tener la misma jurisdicción que antes, debiéndose hacer paces y
sufrirles á los canarios sus fingimientos.
Habiendo sobrevenido en toda la Isla de Canaria mucha
esterilidad y falta de bastimentos, de tal suerte que sin remedio era perecer
aunque los amontados ó enemigos no carecían de carne y pescado, los cristianos
procurábamos ir á mariscar, pescar y traer palmitos derribando más de doce mil
palmas muy grandes y medianas sin dejar las pequeñas; por más de tres meses
todas las semanas iban 300 hombres de á pie con hachas y costales y seis de á
caballo para custodia, al pago de Tamaraceite y otras partes; llegó esta falta
á un grave extremo; venía alguna vez á Canaria un navío flamenco llamado de
Bertin, que en Lanzarote trataba en orchillas, nos dejaba algún bizcocho aunque
era muy poco. Consultóse en el Real y fue de acuerdo enviar á Lanzarote el Deán
y el Gobernador á pedir pescado, hasta que viniese el socorro que se esperaba
de España, á Diego de Herrera y á Doña Inés Peraza y algunos granos de trigo,
cebada y carne. Los dos hombres
vecinos de Lanzarote Luis Casañas y Pedro de Aday, sólo ellos ofrecieron cargar
el navío de su cosecha, y todos muy gozosos nombraron que fuese Juan Rejón á
Lanzarote y llevase los dos hombres, mas no
se advirtió que éstos eran los que habían depuesto de Herrera y de Doña
Inés. Llegó el navío al Puerto de Arrecife en Lanzarote, salió un hombre á
tierra con un recado á Diego Herrera, que encontró en el camino á Hernán Peraza
su hijo, y queriéndole hacer volver le concedió
llegase á ver á su padre; halló en tierra á Hernán Peraza, que iba acompañado
de gente para retirar la fragata, á Juan
Rejón y á los dos hombres de Lanzarote, de lo cual se indignó Peraza y proveyó
el matarlos, y ellos se retiraron. Luego llegó el recado de Diego Herrera que
luego procurasen irse á su tierra ó que vendría á matarlos, cuando le vieron
venir muy apresurado con mucha gente de pelea, y llegó braveando contra los
castellanos de Rejón, que le salió al encuentro muy risueño con los brazos abiertos (que ésto era costumbre de Rejón) y
cariñosamente aparte le dijo cómo no
intentaba enojarle ni darle disgusto, ni pasar de allí, sí la grande falta que
padecían en Canaria quería repararla remediándola ofreciendo la paga en
maravedíes luego que llegase el socorro; de esto se ofendió más Herrera y se
descompuso de cólera contra muchos que ofendió y el sagrado decoro, á grandes
voces riñó Hernán Peraza primero y respondió Rejón muy colérico, cuando le dijo
Herrera que á no embarcarse más que de prisa le mataría, y previniendo unos las
armas y otro la barca, le dice Rejón: "Sois un mal caballero, y mal
servidor de Sus Altezas y muy presto sabrán vuestro mal descomedimiento, y no
os quedaréis sin castigo, advirtiéndoos que yo vuelvo presto", y llegando
á la fragata le disparó dos veces; matóle á un escudero é hirió dos hombres, y
dio la vuelta Rejón á Canaria,
Los del Real que le vieron venir,
unos que era muy de prisa no juzgaban buen despacho, otros que era el socorro,
muy alegres fueron todos á recibirles al Puerto, y sabido el caso y viendo el
enojo de Rejón que prevenía gente de pelea y la vuelta á Lanzarote, admirados
el Gobernador Algaba, el Deán y Alonso Jáimez, y otros con intentos contrarios
entre sí, unos en favor otros en contra, del descomedimiento atribuyendo el mal
recado á culpa de Juan Rejón, hubo nuevos enconos fomentados del clérigo; y
reconocidas las quejas que todos traían de Lanzarote y el mal recado faltando á
lo capitulado con Sus Altezas cuando hicieron Diego Herrera y Doña Inés el
traspaso de las Islas de dar favor y ayuda al Rey de Castilla y sacar de
Canaria los cautivos cristianos á su costa, faltaban á todo y dijo Juan Rejón:
"Señores: esta afrenta se ha hecho á Sus Altezas y no á los que estamos en
el Real de Canaria y el castigo no admite
dilación ni sufrimiento y he de
volver á castigarle y corregir el mal término"; y el Deán y el Gobernador
dijeron: 'Vm, no irá ni se lo hemos de permitir", "y si vosotros,
Sres., no queréis, yo quiero ir", volvió á decir Rejón, "Pues luego
vos sois aquí el todo" replicó Algaba, y Rejón dijo que sí; y en ésto
quedó esta plática y muy enconados sus émulos contra Rejón; y así se fueron
caminando el Deán y Algaba juntos diciendo aparte que era muy importante para
la quietud de todos y vivir pacíficos que saliese de Canaria hombre tan
sedicioso y malévolo, y que era negocio de llevarlo con maña; y hablando el
Deán algo alto y con Juan Rejón dijo que era muy cierto el descomedimiento de
Diego Herrera como decían estos señores, que era y es muy digno de castigo y
después se tomará de ello la satisfacción; y luego dijo Algaba: "Señores,
sobre ésto no hay más, ustedes me harán favor mañana de honrar mi mesa que les
quiero servir con buena voluntad". Aceptado el convite se hallaron solos los
tres en casa de Algaba en su mesa el día siguiente; después de buenas comidas,
y por sobremesa salieron seis hombres de una recámara y otros dos que pusieron
á Rejón hierro á los pies y él se dejó prender sin resistencia alguna,
diciéndoles ser muy fea la acción, pues para prenderle no era necesario tanto
ruido ni tanta gente armada cuando había sido tan fiel servidor de Sus Altezas,
y que era muy contento ir á España preso. Dijo el Deán al ponerle preso:
"Así se castiga los locos desatinados"; y díjole también Algaba:
"?Luego vos no sabéis á quien habéis injuriado?. ¿Cómo os habéis venido á
Canaria sin título real por S.M?, I; Habeis de tener como le traigo; no os
conozco á vos ni al Asistente de
Sevilla Melo; pues ¿quien sois
vos, ni el asistente de Sevilla Melo; pues ¿quines soi vos ni el?
Sabida en la calle la prisión de Rejón, acudió
mucha gente á las puertas del Gobernador; entráronse dentro al patio su Alférez
Alonso Jáimel con otros Capitanes diciendo: "Vm. nos suelte á Rejón y
donde no hacerlo nosotros le soltaremos, pues iqué modo de traición es prender
á un hombre convidándole á comer á modo del traidor de Judas que vendió á S.M.
Hubo voces de favor al Rey, y pudo pasar muy adelante si Juan Rejón no se
asomara á la calle por una ventanilla de la recámara, y dijo: "Sres., yo
quiero y soy gustoso de ir preso á España, y quizás alguno de estos señores le
pesará más que á mí de lo que se ha hecho; yo estoy salvo, quiero dar mis
descargos y pretendo volver presto y con honor y buena fama", y luego todos
se aquietaron y se quedó la plaza de San Antón llena de gente á ver el fin.
Con grande prisa le fulminaron
proceso antes que hubiese más alboroto, y el día siguiente le embarcaron para
España en el mismo navío. La causa y acusación fue de sedicioso, alborotador,
cruel, usurpador de bienes temporales y espirituales, y era causa ó instrumento
de no estar los canarios ya cristianos, y para hacer tantos robos y crueldades
nunca admitió parecer ni consejo del Deán Bermúdez, y cómo intentó ir á prender
á Diego Herrera. Llegó el navío á Sanlúcar de Barrameda, y Rejón preso á
Sevilla con guardas; oyóse el proceso, dióse descargo á Sus Altezas solamente
de palabra, y les pareció muy mala la prisión; dijo lo procedido en Lanzarote
con Diego Herrera y resolvieron de saber todo con fundamento para el remedio
previniendo Armada para que viniese á las Islas.
Los amigos y parciales de Rejón
sintieron su falta y ausencia y llegábanse á Alonso Jáimez que andaba muy
acompañado; y luego el Deán maquinó alborotos contra Jáimez, y él les dijo á
sus camaradas se sirviesen de dejarle solo, pues allí todos estaban á servir á
Sus Altezas como hermanos y seguir lo comenzado en mucha paz. El Gobemador
Algaba estimó mucho a Jáimez, y hacía las entradas en los canarios cuando el
Deán y Algaba lo mandaban; los canarios amigos viendo la falta de Rejón se
amontaron, y fue de allí adelante la conquista muy sangrienta por faltarles ya
el temor que tenían á Rejón.
Salieron los nuestros del Camino
Real de Satautejo donde fueron resistidos mas de camino trajeron algunas cabras
y seis canarios presos para saber de ellos el estado de las cosas. Segunda vez
volvieron á la parte que llaman Moya, y habiendo llegado fatigadísimos del sol
y mucha sed, hallaron á Guadarteme de Gáldar, que aunque con poca gente,
pelearon muy bien y con valor aunque se retiraron después; y los castellanos
recogieron gran presa de ganados y muy alegres llegando á los llanos de
Tamaraceite, les salió al encuentro una legua del Real el valiente y afamado
Doramas, caudillo de valientes camaradas, peleó con mucho empeño, matónos cinco
caballos y algunos cristianos, y mal heridos á otros: los de la presa dieron á
huir á las carreras que no dejaron atrás sola una cabra y llegaron al Real y á
no ser de los soldados más fuertes y de valor hubiera sido peor esta salida que
las demás y de más peligro.
1477 Octubre 15. Las reyes castellano-Aragonés, Isabel y Fernando,
en Sevilla, pactan con los invasores Diego García de Herrera y su esposa Inés
Peraza el supuesto derecho real de conquista de las tres islas canarias mayores
todavía sin conquistar: Tamarant (Gran Canaria), Chinet (Tenerife) y Benahuare
(La Palma ); así
como la compra de las otras dos mayores: Titoreygatra (Lanzarote) y Erbania
(Fuerteventura), por una indemnización.
Con el cierre de este pacto, las
cinco Islas Canarias mayores quedan incorporadas de modo inmediato {sin señorío
privado intermedio) a Castilla; o sea, pasan a ser «realengo» castellano. El
traficante de esclavos Diego García de Herrera queda hecho conde de Gomera y Hierro.
Su hijo Guillén Peraza heredará en mayorazgo, en 1516, tal condado; y el Padre
Las Casas fue probablemente quien le llevó el título; al menos, fue el primero
que le dio nuevas del título expedido y le llamó «señoría» en la Gomera -de paso para La Española- el 21 de
noviembre de 1516 (Hist., I, 19; BAE, XCV, 75a). “El diferente proceso
de invasión y conquista de las Islas Canarias y la división
políto-administrativa de las mismas por parte de los invasores en dos grupos:
las denominadas como Islas de Señorío Feudal Titoreygatra (Lanzarote), Erbania
(Fuerteventura), Gomera y Esero (Hierro) e Islas llamadas de Realengo Tamaránt
(Gran Canaria), Benahuare (La
Palma ) y Chinet (Tenerife), tiene su repercusión en la
propiedad usurpada por los invasores del territorio insular.
En las primeras es el señor
feudal quien se autoadjudica la
propiedad de la tierra y a él corresponde su reparto; en las de realengo
es la Corona
de la metrópoli la que se arroga la propiedad de las tierras usurpadas a la
población autóctona y también se autoadjudica el reparto de las mismas entre
los mercenarios invasores y los colono.
En las islas de señorío feudal el
proceso de reparto y puesta en cultivo intensivo de la tierra tiene algunas
semejanzas con el que con posterioridad se pondrá en práctica en las islas de
denominadas de realengo. Datas, mercedes y rozas, no sólo tras la invasión y
conquista sino en siglos posteriores, son los mecanismos utilizados por el
colono invasor para la transmisión del
dominio útil a cambio de un canon o censo perpetuo ya sea en dinero o en
especie. La propiedad de los montes, donde los hay, y de las tierras baldías
pertenece al señor y es a él a quien corresponde regular su aprovechamiento. El
incremento demográfico debido a los flujos migratorios más que al proceso
biológico y la escasez de tierra lleva a los colonos vecinos de estas islas a
solicitar de los señores feudales territoriales la ampliación de las áreas de
cultivo. Estas reclamaciones no siempre son atendidas y con ello las tensiones sociales
entre los colonos no hacen más que crecer hasta que determinadas circunstancias
coyunturales propicien el estallido violento. A los cabildos, única institución
municipal colonial de gobierno en cada isla, también se les asignan unos
escasos bienes, los Propios.
En conclusión, la tierra por
merced o data del señor feudal, entra en el circuito comercial y será objeto de
transacciones, compraventas, permutas y divisiones hereditarias. Esta propiedad
libre, aunque no exenta de gravámenes, con sus procesos de concentración y
fragmentación, se incrementa al mismo tiempo que desciende el patrimonio
territorial del señor feudal, pero también se ve sometida aun proceso de
reducción como consecuencia de la retirada de tierra del mercado debida al
fenómeno de la vinculación y de la amortización eclesiástica.” (Vicente J.
Suárez Grimón; 1991)
1477. Isabel y Fernando, de Castilla y Aragón, por Real Cédula, de
Sevilla, a 24 de noviembre de 1.477, se reservan para sí la disposición de los
fondos recaudados para la evangelización y conversión de Guinea y Canarias por
el nuncio Fray Alfonso de Bolaños con la predicación de la bula Regimini
gregis de 1476; y ello lo deciden aunque el nuncio Bolaños mande otra cosa.
Es evidente {visto a través de
los sucesos y documentos que seguirán) que los Reyes Católicos intentan desviar
los fondos destinados por la bula a la “evangelización” y conversión hacia la
conquista de las islas todavía no conquistadas. ¿Se opuso a ello Fray Bolaños?
Parece que sí.
1477 Marzo. Madrid (f. 378). Carta a Diego de Herrera y Fernando
Peraza, recordándoles la reserva real sobre la conquista de África y Guinea y
la prohibición de ir a Guinea para hacer guerra, rescatar o comerciar, bajo
pena de confiscación del navío y sus mercancías, y ordenándoles que entreguen a
Gonzalo de Coronado, regidor de Écija y receptor de Guinea, la carabela
portuguesa, con sus armas y mercancías, que los vecinos de Lanzarote capturaron
a causa de la guerra con Portugal y que ellos les arrebataron, ordenándoles,
así mismo, que no hagan mal ni daño a los vecinos. El Rey y la Reina. Ávila. Reg: Diego
Sánchez. .(E.Aznar Vallejo. 1981)
1477
Marzo 9. Madrid (f.378, 2°). Carta al concejo y vecinos de Lanzarote,
recordándoles la reserva real sobre la conquista de África y Guinea y la
prohibición de ir a Guinea para hacer guerra, rescatar o comerciar, bajo pena
de confiscación del navío y sus mercancías, y ordenándoles que entreguen a
Gonzalo de Coronado, regidor de Écija y receptor de Guinea, el quinto del valor
de la carabela portuguesa apresada, así como el de las armas, ropas y
mercancías que llevaba, en recompensa de los buenos servicios prestados por los
vecinos en la captura de dicha carabela, conforme a las normas dictadas por el
rey en la guerra con Portugal. El Rey y la Reina. Reg : Diego
Sánchez. .(E.Aznar Vallejo. 1981)
1477 Septiembre 20. Sevilla (f. 587). Orden a Pedro Osorio, alcaide
de la fortaleza de Palos, para que tenga en secuestro a los canarios que se
lleven a vender a dicha villa, ya que son cristianos o están en camino de
convertirse. Se le concede poder cumplido para realizar esta misión y se ordena
al concejo y vecinos de la villa que le presten todo favor y ayuda. El Rey y la Reina. Ariño. Reg:
Diego Sánchez. .(E.Aznar Vallejo. 1981)
1477 Septiembre 28. Sevilla (f. 521). Orden a las justicias de las
villas de Palos, Moguer, Huelva, Gibraleón, Lepe y demás lugares de la costa de
la mar, para que secuestren y pongan en poder de personas llanas y abonadas a
los canarios vendidos en dichas villas, ya que algunos son cristianos y otros
están en camino de convertirse, la que no harán si se producen cautiverios. El
Rey y la Reina. Ariño.
Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar Vallejo. 1981)
1477 Octubre 3. Sevilla (f.
53). Confirmación de los privilegios que tenían el obispo de Rubicón y de las
islas de Canaria, y las iglesias y personas de su obispado, conforme a los
otorgados por los anteriores monarcas a todas las iglesias, prelados y personas
eclesiásticas de sus reinos y señoríos. El Rey y la Reina. Santander.
Respaldada: Rodericus. Antonius. Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar Vallejo. 1981)
1477 Octubre 15.
El convenio firmado en Sevilla entre los
Herreras y la corona castellana dejaba en poder del Reino de Castilla los
supuestos derechos de conquista, posesión y dominio de Tamaránt (Gran Canaria),
Chinech (Tenerife) y Benahuare (La
Palma ).
La principal razón que empujó a la Reina Isabel de
Castilla a invadir y conquistar las Islas Canarias aún no
sometidas: fue la de alejar del Estrecho de Gibraltara las incursiones agarenas, que durante siete siglos pusieron en
jaque a las fuerzas vivas de Castilla y al restos de las monarquías cristianas
de la Península
Ibérica. La posición estratégica de las Islas Canarias
situadas en el noroeste de África era vital para mantener a salvo las
fronteras castellano-aragonesa.
Existe otra razón que no siempre se argumenta como
motivo por el que se lleva a cabo la conquista de canarias pero que no debemos
olvidar. El supuesto derecho de la
Corona castellana a la posesión de las Islas Canarias iba en
menoscabo de los intereses de los nobles. Se inauguraba así una nueva
política consistente en ir socavando el poder de los nobles en favor de la Corona.
Sin pérdida de tiempo la maquinaría de guerra se puso
en marcha. Se reclutaron 600 hombres de infantería armados
con picas, ballestas, espadas, estos soldados procedían en su mayor parte
del tercio de tropas mercenarias o asesinos a sueldo que por su color del
uniformen llamaban los pardillos. También se alistaron algunos hidalgos que servían
a caballo y armados con lanzas, yelmo y cota de malla. La caballería se
completaba con varios nobles empobrecidos que deseaban aumentar su maltrecho
patrimonio con la captura y venta de esclavos y la repartición de las nuevas
tierras invadidas y conquistadas. Para transportar el ejército invasor se
utilizaron 6 grandes carabelas y 2 pequeñas fustas.
La expedición partió en la mañana del 13 de Junio de 1478
del puerto de Santa María. Al frente de la misma el mercenario Juan Rejón, militar de gran pericia en la
guerra. Después de 10 días navegando por el Atlántico la escuadrilla avistó
Gran Canaria en la tarde del 23 de Junio de 1478. Dirigieron su rumbo al
fondeadero de La Isleta , echaron el ancla en la madrugada del 24 de Junio,
coincidiendo con la festividad de San Juan Bautista.
Rejón viendo que en el litoral no apreciaban presencia de
canarios, da la orden de desembarco. Saltan a la playa 600 soldados y los 30
hombres que componen la caballería. Cada soldado lleva consigo víveres para
emprender una corta jornada de camino. La ocupación de la playa se lleva sin
ninguna incidencia. Producido el desembarco Rejón manda que los demás
pertrechos y víveres permanezcan en las naves y que estas les sigan su camino
por la costa, hasta encontrar un lugar idóneo donde levantar el campamento.
Antes de emprender la marcha el capitán Juan Rejón arenga a
su tropa de mercenarios. Les recuerda que son soldados de Castilla, que como
tales deben ser disciplinados, prudentes y valientes. Después de este
recordatorio, todo estaba preparado para iniciar la marcha. Los hombres
perfectamente armados y pertrechados con lo necesario para la jornada.
Suenan los clarinetes, al aire se desplegan los estandartes
y pendones. El Capitán da la orden de en marcha. Al frente de la marcha iba la
caballería diseminada en parejas de a dos para reconocer el terreno. Le seguía
el grueso del ejército con los falconetes al frente. La idea de Rejón es de llegar a Gando y reconstruir la
fortaleza de los Herreras y apoderarse del Guanartemato de Telde, que
según le había informado sus espías estaba en manos de un usurpador.
Rejón inspecciona el lugar indicado por el viejo canario.
Cruza el riachuelo con la caballería. Al General le gustó el lugar y manda a
levantar el campamento. Lleva a su tropa al margen izquierdo del río, cuyo
cauce esta sembrado de sauces, juncos y dragos.
El lugar es perfecto, al frente del campamento estaba el
mar, a la derecha las palmas, cuyos troncos fueron utilizador para hacer una
empalizada, a la izquierda el margen del riachuelo y a la espalda un a espesa
arboleda. El lugar exacto donde se levantó el campamento es donde hoy se
encuentra el templo de la secta católica de San Antonio Abad, su plaza y calles
de alrededores. Llamaron al campamento Real de Las
Palmas, esta fue la cuna del primer asentamiento estable europeo fundado
en la mañana del 24 Junio de 1478.
1477 Octubre 18.
Jerez de la Frontera
(f.109). Incitativa a los doctores Andrés de Villalón y Nuño Ramírez de Zamora,
oidores de la Audiencia
y miembros del Consejo Real, para que determinen en la demanda del obispo de
Rubicón y de las islas de Canaria contra Fernán Peraza, hijo de Diego de
Herrera, señor de La Gomera
y otras islas de Canaria, por haber cautivado a ciertos canarios cristianos,
pretextando que iba a armar una carraca y haciendo entrar en la Gomera carabelas de Palos y
Moguer, que llevaron a los vecinos de la isla a dichas villas. Episcopus
Pacensis, Prior de Ucles. Juanes. Antonius. Petrus licenciatus. Ruiz del
Castillo. Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar Vallejo. 1981)
1477 Noviembre 18. Sevilla (f.324). Comisión a Gómez de Nebro,
contador del sueldo, para que tome a Juan de la Guerra y Juan Alfonso
Izquierdo las cuentas de las presas de oro y esclavos que hicieron en las islas
de Canaria y de La Gomera
y en otras partes, y. que condujeron a las villas de Palos y de Moguer, sin
haber pagado el quinto real, otorgándole poder cumplido para encarcelar a Juan
de la Guerra y
Juan Alfonso Izquierdo mientras duren las pesquisas, cobrar el quinto de éstas
y otras presas, y dar cartas de pago y finiquito de lo que cobre. El Rey.
Gonzalez. Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar Vallejo. 1981)
1477 Noviembre 24. Sevilla (f. 354). Carta a Pedro de Setién,
mercader, vecino de Burgos, tesorero general de la limosna de la indulgencia
para la conversión y redención de las islas de Guinea y Canaria, para que
reciba y cobre todos los maravedis de tal limosna y no haga ningún gasto sin
antes ponerlo en conocimiento del rey, aunque para ello tenga orden de fray
Alonso de Bolaños, nuncio y comisario de tal indulgencia, o de fray Juan de
Bobadilla, su delegado; los gastos hechos sin tal requisito no serán válidos y
tendrán que ser reembolsados por Pedro de Setién. Se ordena a Francisco
González de Berrera, escribano de cámara, que notifique esta carta y dé fe de
haberlo hecho. El Rey y la
Reina. Ariño. Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar Vallejo. 1981)
1477 Noviembre 24. Sevilla (f. 355). Carta, a petición de Pedro de
Setién, mercader vecino de Burgos, tesorero mayor de las indulgencias para la
conversión de las islas de Canaria, para que, se permita la predicación de las
bulas de Sixto IV, ratificando otras de sus predecesores, para la conversión de
los infieles de las islas de Canarias y otras islas del Mar Océano, y la
recaudación de las limosnas de tales indulgencias, ya que esto se hace con
consentimiento real, y para que todas las limosnas sean recibidas por el dicho
Pedro de Setién. El Rey y la
Reina. A riño. Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar Vallejo. 1981)
1478. Ante el cariz que tomaba el establecimiento de los invasores
europeos y dada la imposibilidad de expulsarlos de la isla, los canarios
desarrollaron una nueva estrategia adaptativa. Después de un infructuoso
acuerdo con los portugueses afines de 1478, abandonan los asentamientos del litoral
y se repliegan a poblados más resguardados de las incursiones castellanas,
contando con recursos alimentarios almacenados en los Cenobios
(graneros-fortaleza) de diferentes puntos de la isla para el desarrollo
redistributivo. A tenor de la centralización de su sistema político, inician un
proceso de pactos y treguas con los invasores acercándose ocasionalmente al
Real.
1478. Los Reyes Católicos siguiendo sus planes de expansión en
África planean la conquista de los bandos o reinos de Tamaránt (Gran Canaria)
que no han querido hacer pactos de paces ni convertirse al catolicismo. No se
trata de una guerra de conquista apoyada en indulgencias y privilegios de
cruzada contra infieles enemigos del catolicismo que hayan hecho mal a los
reinos cristianos; se trata de una guerra de conquista apoyada subrepticiamente
en indulgencias de “evangelización”, guerra proyectada contra infieles reacios
a la misma “evangelización” que se les ha ofrecido y para que, sometidos por la
fuerza de las armas, estén en condiciones óptimas -así se entiende- para
aceptarla y convertirse. Lo aprueban el cardenal legado Rodrigo de Borja, Fray
Juan de Zamora, (O.F.M.), comisario de Canarias, y Fray Andrés de Zumis,
también de la secta católica de los franciscanos (O.F.M)., nuncio de Guinea. S
e abre así la veda a la caza y esclavización de los guanches por parte de las
coronas de Castilla y de Aragón y de la iglesia católica.
1478. La ocupación
parcial de una zona continental por parte de los invasores europeos fue casi
contemporánea de la conquista de las grandes islas Canarias, Tamaránt (Gran
Canaria) Benahuare (La Palma )
y Chinet (Tenerife). Tanto portugueses como españoles lograron asegurarse bases
comerciales y militares desde Orán a la Mina. Santa Cruz de Mar pequeña había sido fundada
para servir de protección a las actividades de saqueo y supuestamente
comerciales.
La modalidad de comercio pacífico
daba a menudo malos resultados económicos. La posibilidad de caer prisionero
era considerable. La actitud depredatoria de los castellanos aumentaba las
desconfianzas de los imazighen y el establecimiento de relaciones normales se
hacía cada vez más difícil.
El contacto con la ruta comercial
de las caravanas sería el más poderoso incentivo comercial para los pueblos
europeos, en particular portugueses y castellanos, pues ellos conducían a los
puertos del Atlántico el codiciado oro en polvo de Tivar, o sea de los mercados
de la curva del Niger, Tombuctú y Gao principalmente, así como otros valiosos
productos africanos: esclavos sudaneses, malagueta, marfil, plumas de avestruz,
etcétera, personas y artículos que se podían adquirir con poco costo y
consiguiente gran provecho, a cambio de tejidos burdos, plata, granos,
etcétera.
1478. Se produce un acontecimiento fortuito en el cual se descubre
en Sevilla a un grupo de cristianos nuevos que hacían ceremonias extrañas a la
religión cristiana. Esto convence a la reina, quien ordena a los embajadores de
España en Roma que pidan al papa la creación de una Inquisición para Castilla y Aragón. El papa Sixto IV
expide una bula en noviembre de 1478 que autoriza a los reyes de España a
nombrar inquisidores y removerlos a perpetuidad. Empezó sus actuaciones en
1480. Los Reyes Católicos querían un tribunal que recibiese las órdenes de la Corona , aunque por su
carácter religioso estuviera nominalmente bajo la autoridad de la Santa Sede. El “Santo
Oficio” de la Inquisición
actuaría contra los que, siendo o no cristianos, atentaran contra la fe o se
apartaran de ella «heretizando».
Una de las primeras actuaciones
en la colonia fue la del obispo de la secta católica D. Diego de Muros en 1499.
Muros se refería expresamente, en su proclama, al judaísmo, y sin duda ésta es
la razón del establecimiento de la Inquisición. (Luís Alberto Anaya Hernández y
Francisco Fajardo Spinola; 1991)
1478. Diego de Herrera
una vez que obtuvo el título de señor de las partes de Berbería mandó construir
en 1478 una torre en el lugar que consideró más idóneo: la bahía de Puerto
Cansado, magnífica ensenada situada a unos 45 kilómetros al NE
de Cabo Juby, protegida del fuerte mar por una barra de arena y con escasa
profundidad en marea baja, que dificultaba las operaciones de las embarcaciones
de gran porte. Esto le confería a la torre un gran valor estratégico que se
vería corroborado más tarde durante los asaltos y asedios que sufrió a lo largo
de su existencia. A través de esta fortificación se llevó a cabo un
considerable tráfico de esclavos y comercial con las tribus continentales de la
región, del que, por supuesto, siempre salían beneficiados los cristianos: oro
y esclavos a cambio de plata y pan. Sin embargo, hay que señalar que la empresa
a la postre no resultaría todo lo rentable que se deseaba. A nuestro entender,
el principal fallo consistió en extrapolar las torres-fortalezas que tan buen
resultado habían dado en la conquista de Canarias: Rubicón, del Conde, Gando,
Añazu, etcétera, a una región continental con unas características totalmente
diferentes a las insulares. Posiblemente envalentonados con los éxitos de las
rápidas cabalgadas esclavistas, no calcularon bien las fuerzas de los pueblos
saqueados. Lo cierto es que tras unos años de costoso mantenimiento hubo que
abandonar la empresa, dejando atrás un amplio rastro de sangre, sudor y
lágrimas en el que, como era lógico, se llevaron la peor parte los guanches,
los cuales eran forzados y llevados allí como carne de cañón, con el pretexto
de que se desenvolvían bien en aquellos terrenos, eran buenos guerreros y
además lograban entenderse al hablar con sus hermanos imazighen. Sus protestas
no fueron escuchadas y murieron más de la mitad de los que allá fueron.
"También relevantes jefes canarios y tinerfeños cayeron en aquellas
costas. Maninidra, el guapo Maninidra, como le llamaban, quedó exánime en el
combate. "Por cuanto Pedro Maninidra murió por los moros en defensa de la Santa Fe
Católica..." decía el adelantado en una data a sus hijos. "Otro noble
guanche, Pedro de Adeje, llamado de Llerena al recibir el bautismo, también
murió en esa acción: fue hermano o primo del mencey de Adeje, y su mujer, María
de Lugo, se avecindó en Buenavista".
1478. Cuando
comenzó la denominada Guerra de Canaria declarada unilateralmente por el reino
de Castilla, para invadir y conquistar
la isla de Tamaránt, por iniciativa de los Reyes Isabel De
Castilla y Fernando de Aragón
(1478-1483), la comarca posiblemente llamada Ajodar y hoy conocida como
Aldea de San Nicolás al ser montañosa
sirvió de refugio a los canarios con lo que se convirtió en un centro de
operaciones militares. Y, en la fortaleza natural de Ajódar, probablemente
ubicada en la actual montaña de Los Hogarzos (1.010 m ), la resistencia
guanche infligió una humillante derrota al ejército invasor, en el invierno de
1483, con la muerte del capitán Miguel de Mújica y su compañía de 200
ballesteros vizcaínos que habían sido traídos de la Guerra de Granada, para
acabar con la resistencia Guanche.
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