Nadie puede esperar que todo el mundo piense y actúe como uno mismo. Muchas personas no aceptan al que es diferente por el simple hecho de serlo y en ocasiones, lo tratan de una manera despectiva.
En nuestra vida cotidiana, todos podemos ver constantes muestras de desconsideración y falta de respeto de unas personas hacia otras. Estos ejemplos, los podemos apreciar en cualquier ámbito de nuestras vidas, en cualquier lugar en donde unas personas tengan que relacionarse con otras; en el colegio, en el trabajo, en el tráfico, etc. El egoísmo, la soberbia o la falta de educación, hacen que la convivencia sea más difícil y desagradable.
El respeto es una de las bases de la moral y la ética, consiste en valorar a los demás, considerar y reconocer la dignidad de cada persona como tal, es el reconocimiento de los derechos que son innatos a toda la humanidad.
Es por lo tanto, la esencia de las relaciones humanas y de la vida en comunidad.
El respeto es, por lo tanto, un derecho y también una obligación. Es un derecho en tanto en cuanto todos podemos y debemos exigir un trato de los demás acorde con nuestra dignidad como personas. Y también es una obligación, ya que nosotros también debemos actuar de la misma manera con los demás.
Para tener una concepción respetuosa de la vida, hay que empezar por respetarse a uno mismo, es lo que llamamos el autorrespeto. Este es el primer paso para respetar a los demás, por lo tanto no debemos hacer cosas que atenten contra nuestra propia dignidad.
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