Por estas fechas cercana a la
noche de los difuntos se celebraba el Baile de los Muertos, que consistía en
amortajar al niño fallecido y, colocado sobre una mesa en la habitación más
espaciosa de la casa, se reunían en dicho lugar los padres, padrinos, familiares
y vecinos para festejar el suceso con el citado baile y beber unos vasos de
vino. Han quedado en el olvido maneras de dar el pésame como la siguiente: "Dios guarde el calafote frío, de la
calavera mundana". Y el familiar del difunto respondía: "Quien estas
palabras viene a calabriar, allí está la silla, váyase a sentar". También
estaba la creencia de la aparición de las almas en pena, para las que había
fórmulas de perdón para que no volvieran.
Publicado por Maria Gómez Díaz
Octubre de 2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario