Eduardo P. García Rodríguez
El
domingo 7 de octubre hemos podido ver un
anuncio a toda página en un periódico local referente a un “Concierto de la Hispanidad ,” a cargo de un decadente cantante español
mimado en tiempos de la dictadura española por la no menos decadente burguesía
franquista. Dicho evento está organizado por el Ayuntamiento de Añazu (Santa
Cruz) con el pretexto de que es a
beneficio de Cáritas, brazo “caritativo” de la nefasta secta católica. El fondo
del anuncio no tiene desperdicio, conforma la bandera de España donde de manera
discreta figura el escudo coronado por la corona real española del Ayuntamiento
capitalino, cuyo alcalde y equipo de gobierno dicen ser nacionalistas
(naturalmente nacionalistas españoles) al pie de dicho anuncio se puede leer
“Día Nacional de España”.
Nada
sorprendente por otra parte, teniendo en cuenta que tanto en la ciudad de Añazu
como en otras ciudades y pueblos de estas colonizadas islas, los callejeros
están repletos de nombres de reconocidos masacradores de pueblos y de
tronchadores de libertades, a quienes determinados criollos canarios de
servicio, puestos en la política por el sistema colonial, disfrutan de orgasmos
mentales rindiendo pleitesía, sumiso y acatamiento
a los dictados de sus amos de Madrid, a cambió de sustentase con las míseras
migajas que éstos dejan caer de su mesa.
Nos
cuesta creer que en pleno siglo XXI se siga celebrando la demencial e inhumana
destrucción de pueblos y culturas por bandas de forajidos sin escrúpulos ni
conciencia, atrocidades cometidas además en nombre de un dios que dicen ser
fuente de amor y redentor del genero
humano, y lo que es más inconcebible, que las masacres efectuadas contra estos
pueblos, estuviesen respaldadas por quienes se han autoerigidos en
representantes de dicho dios en la tierra.
Por
otra parte cabe preguntarse, ¿Qué día de España pretenden celebrar estos
criollos? ¿La Hispania
fenicia? La Iberia
romana es decir, la colonia romana de la Península Ibérica
o la España
surgida a partir de 1812? Pues entre ambos periodos históricos sólo existían
los diferentes reinos de la península ibérica, dos de los cuales decidieron
constituirse en imperios invadiendo y ocupando por la fuerza de las armas a los
reinos vecinos e incluso otros situados fuera de la península ibérica, así Aragón
extendió sus dominios hacía el Mediterráneo mientras que Castilla lo hizo hacía
el sur de la península y al vecino continente africano, teniendo que pugnar en
las invasiones y saqueo de África con otro reino ibérico, Portugal.
Una de
las falacias históricas que
machaconamente nos vienen transmitiendo tanto los historiadores oficiales y
oficialistas como los medios de comunicación de masas, es que esa entelequia
denominada España nació con el matrimonio celebrado entre el rey de Aragón
Fernando II y Isabel I de Castilla, nada más lejos de la realidad, dicho
matrimonio no pasó de ser una unión religiosa y que en nada afectó a la
supuesta unificación de ambos reinos, pues ambos eran gobernados por sus
propias leyes y fueros de manera independientes uno del otro, de hecho cuando
falleció la reina de Castilla Isabel I, de nefasta memoria, Fernando de Aragón
actuó como administrador y gobernador de Castilla en nombre de su hija Juana la
loca. Así vemos como Fernando de Aragón se titulaba “Don Fernando por la gracia
de Dios, rey de Aragón y de las Sicilias ambas, de Mallorca, de Cerdania e de
Córcega, de Atenas e de Neopatria, conde de Ruisellón y de Cerdania, marqués
d'Oristán e de Goziano, señor de las Indias y del mar Oceano, administrador e governador destos reinos de
Castilla e de Granada por la serenísima reina doña Juana, archiduquesa de
Austria, duquesa de Borgoña, mi muy cara e amada hija.”
Las provisiones que se despachaban para
Castilla eran encabezadas de la siguiente manera: “Doña Juana, por la gracia de
Dios, reina de Castilla, de León, de Granada e de Toledo, de Galicia, de
Sevilla, de Córdova, de Murcia, de Jaen, de los Algárvez, de Algezira, Señora
de Gibraltar e de las islas de Canaria e de Viscaya e de Molina, archiduquesa
de Austria e duquesa de Borgoña, princesa de Aragón.”
El Rey
Fernando antes de asumir la administración y gobernación de Castilla en nombre
de su hija tuvo que efectuar juramento publico en los siguientes términos: “La
reina N. S. doña Isabel, que santa gloria aya, fallesció desta presente vida en
esta villa de Medina del Canpo, martes xxvj di as alas siete oras, e después de
comer este día se hizíeron en la plaça dos andamios, arrimados a la iglesia de
Sant Antolín, sin aver ninguno dellos ningund paramento ni xergamento, y este
día, a las tres oras se pusieron sobre en el uno ciertas tronpetas y atavales y
luego a esta ora el rey don Fernando salió de palacio cavalgando en un cavallo
morzillo, con una loba de luto e un capirote por media cabeça, la cara toda de
fuera e debaxo su bonete negro y no de luto, su rostro sosegado, sin fazer
señal de llorar, y llegó al cadahalso ansí cavalgando y con él cavalgando el
duque de Calabria, sin luto, con un capuz negro, y el duque de Alva y el
marqués de Denia y e lo adelantado de Murcia e otros cavalleros y comendadores
mayores y obispos, todos a pie, delante el Rey. Estavan allí dos reyes d'armas,
con sus cotas d'armas vestidas y subieron en el cadahalso un libro misal e una Cruz
y luego se puso a la varanda del cadahalso el secretario Gaspar de Orizio con
uno de los reyes d'armas, con unas escrituras en la mano, y pregonava el rey
d’armas.y el secretario dezía e dixo así: Notorio es que la reina doña Isabel
N. S., que santa gloria aya, todos sabéis que es fallescida de esta presente
vida e que muchos de los que aquí están la vieron fallescer, la qual al tienpo
de su postrimera voluntad fizo su testamento, el qual es este. y lo tomó el rey
d'armas en la mano y lo alçó que todos lo viesen, y entre otros capítulos que
en el estavan, está uno que dize en esta guisa.» yten mando que quando Dios N.
.S. le plega de me levar desta presente vida e quede por mi universal heredera
de todos mis reinos e señoríos mi muy cara e amada hija doña Juana,
archiduquesa de Austria, duquesa de Borgoña e que den luego que yo sea
fallescida desta vida presente se intitule e llame Reina de Castilla y que por
talla tengan y ayuntados los duques y condes y marqueses, concejos, etc. Y le
den y guarden aquella ovidiencia e felidad e señorío e acatamiento e dominio
que de derecho devan como a su reina e señora natural y por aquellos omenajes y
juramentos que a mi me fesieron al tienpo que yo cebcebí en estos mis reinos e
cumplan e guarden sus cartas e mandados de la dicha reina doña Juana, mi cara e
amada hija y que luego alcen por ella pendones.» y luego quel rey d'armas a
esta palabra llegó el duque d'Alva en el cadalso alço un pendón con dos escudos
d'armas en que no avia más de castillos e leones e alço este pendón. El rey
d'armas dixo tres vezes, a altas bozes, Castilla,. Castilla, por la reina doña
Juana nuestra señora» y luego tocaron las trompetas y atavales y así fecho
esto, tornó el secretario a leer y el rey d'armas a decir asimismo en este su
testamento estaba un capítulo que dize;
Por
quanto los procuradores de las cibdades destos mis reinos en las cortes de
Toledo que se començaron en el año de DIJ y se acavaron en año de DIJ
suplicaron que por que podría ser que al tienpo que yo desta presente vida
fallesciese la princesa doña Juana, mi muy amada y cara hija, no estaría en
estos mis reinos e después de venida en ellos no podría o no querría entender
en la governacion de ellos o venida le sería nescesario ir a otras partes, que
sería nescesario quien gobernase e tuviese en justicia estos mis reinos e que
para evitar escándalos que devería de proveer en ellos de governador al rey mi
señor e vistos el merescido y esclarecidas virtudes de su señoría y como
sienpre los tuvo en paz e sosiego e vista la mucha isperencia que su señoría de
la governación destos reinos tiene e como siempre la a procurado e acrescentado
el patrimonio de la corona real e que esto hera muy nescesarío e cunplidero
para su servicio de Dios e pro de los dichos mis reinos e así lo he por bien, e
mando e a su señoría suplico aya por bien de acebtar el cargo de la governación
dellos e de los gobernar en paz e sosiego e justicia como su señoría siempre lo
a fecho e soy cierta que lo hará, etc., y luego fué el secretario, con el
testamento en la mano, en presencia de todos los grandes e perlados y requirió
al rey si acebtava la governación, el cual la acebtó y luego bolvió el
secretario a las varandas del dicho cadahalso y el rey d'armas a dezir: citen
soplico el rey Mi S. que al tienpo que le plega de acebtar la dicha governación
publicamente, en presencia de todos los perlados e grandes e príncipes que allí
estuvieren, jure en todo el tienpo que tuviere en dicha governación no dé ni
empeñe ni venda ni entregue cibdad, ni villa, ni logar, ni fortaleza, ni
señorío, ni mercedes de juro, ni cargo de justicia, ni governación ni otro
oficio, ni patrimonio juredición, ni señorío ninguno a ninguna persona perpetua
ni por vida, ni de otra manera de los que a la corona real pertenescan de
proveer.» y luego el secretario fué adonde estaba el rey y todos los grandes
perlados y levaron un libro misal y la
Cruz y en ella iso e en libro le tomaron el dicho juramento e
des que ovo jurado el secretario rezó todo lo que avía de jurar, segund se
contenía en el dicho testamento y ansí lo juró. E luego tocaron las tronpetas y
atavales y después de echo el dicho juramento bolvió el dicho secretario a leer
y el rey d'armas a dezir:…”
Como
podemos ver de la pretendida unificación política y territorial de Castilla y
Aragón mediante el matrimonio de Isabel y Fernando, nada de nada.
En
cuanto al pretendido día nacional de España, no deja de ser un silogismo los
hasta ahora tan cacareados “dia de la hispanidad” “día de la raza” “encuentro de dos culturas”
y otras sandeces semejantes, lo que en realidad pretenden celebrar estos
criollos descerebrados es la fatídica fecha del 12 de octubre, fecha en que una
jauría de aventureros sin escrúpulos después de haber asolado las Islas
Canarias cayeron como manadas de lobos hambriento sobre un continente cuyos
habitantes naturales conocían como Abia Yala,
y que después fue rebautizado por las hordas cristianas como
América.
En este día los pueblos
americanos recuerdan el inicio de los más grandes desmanes, humillaciones y atrocidades
que la historia de la humanidad haya conocido en aquella parte del planeta, hoy
bautizada por la santa iglesia católica como América Latina.
Las naciones
originarias no han cesado de mostrar y demostrar al mundo entero que, hasta
nuestros días, se siguen cometiendo una serie de atrocidades en contra de los
pueblos indígenas.
Hasta la saciedad han
tratado de hacerles creer que la llegada de los hombres europeos significó un
encuentro de dos culturas y que por esa razón se declaró al 12 de Octubre como
el “Día de la Raza”, falacia con la que aún les siguen insistiendo en las
escuelas.
La verdad es que les
creyeron bestias sin alma, un poquito superiores a los animales, y les
sometieron al más salvaje trato y oprobio que hasta nuestros días continúa en
sus nuevas versiones.
Empezaron violando a
sus madres, hermanas e hijas, luego
intentaron exterminarlos físicamente, les impusieron una lengua ajena cuando
decidieron que fueran a las escuelas, les impusieron una religión bárbara
destruyendo sus sagrados templos, les impusieron leyes bastardas, extrajeron
perversamente su oro, plata, etc., les llevaron
los vicios como el alcohol, las drogas, la prostitución, la holganza,
etc. Les aportaron enfermedades contagiosas y mortales de todo tipo, les impusieron
nombres y vestimenta de occidente, hasta la música les impusieron. Y a estos
horripilantes crímenes de lesa humanidad los invasores llamaron cínicamente
“fusión de culturas”.
Tal como recoge la
investigadora Rosalía Paiva: “Los europeos no pudieron desarraigar la cultura
aborigen, pese a que destruyeron templos, dioses, diosas y otras expresiones
culturales. Debido a este fracaso, se planteó otra estrategia: la
cristianización por ello intentaron buscar una justificación filosófica y moral
para la conquista. La encontraron en Aristóteles que decía: "Algunos seres
desde el momento en que nacen, están destinados, unos a obedecer y otros a
mandar". Según esta visión, no todos los hombres son iguales, sino
distintos por naturaleza. Aristóteles afirmaba: "La naturaleza... hace
distintos los cuerpos de los hombres libres y de los esclavos, dando a éstos el
vigor necesario para las obras penosas y haciendo a los primeros incapaces para
los trabajos duros".
O sea, que los indios
sabían hacer, estaban capacitados, pero no sabían cómo; quien se lo debía decir
era el europeo. Ante todo esto, la iglesia católica creía que los errores
paganos debían ser desarraigados y la verdad cristiana impuesta a toda costa.
Hubo numerosos teólogos, como Juan Guinés de Sepúlveda, que estuvieron de
acuerdo con la conversión forzada de los indios, mientras que otros como
Bartolomé de Las Casas, sólo aceptaban la persuasión como único medio para la
evangelización. Pero nadie reconoció en aquella época el derecho de los
indígenas a mantener su propia religión.
Juan Guinés de
Sepúlveda decía que los indios no fueron creados por Dios y que no son personas
ya que viven fuera de la "ley natural", debido a su comportamiento.
Dicha ley establece que lo perfecto domina a lo imperfecto, por lo que, la
supuesta superioridad de los españoles será el derecho a dominar y a conquistar
al indígena.
En caso de la más
mínima resistencia se recurría a la violencia. Esto ocurría con vertiginosa
frecuencia, ya que los conquistadores justificaban a través de la religión la
explotación, la esclavitud y los malos tratos. Toda esta violencia y esta
masacre terminó por convertir a los aborígenes en indios, ya que ellos mismo se
convencieron de la pseudosuperioridad del europeo. Las atrocidades realizadas
por estos últimos no se pueden explicar solo por la codicia y el poder, sino
también por una construcción de los indios por los españoles, como seres
inferiores, a medio camino entre lo humano y lo animal, como pregonaba
Sepúlveda.
El conquistador no
quiere ser asimilado, pero tampoco asimilar. Busca imponerse manteniendo su
propia identidad, no quiere ser identificado con los hombres y pueblos que ha
sometido. Los conquistadores ibéricos trataron de imponer su cultura y de
extirpar la aborigen, ya que era vista como "demoníaca".”
En todo este proceso
fue motor impulsor el concepto plenamente asumido por el catolicismo de que el
poder del Sumo Pontífice romano, en los siglos XV y XVI, era supuestamente el
máximo e “infalible”, en lo temporal y terrenal, para los reinos cristianos y
fieles europeos. En la administración del Derecho Internacional del “mundo
cristiano”, el Pontífice de turno, Calixto III, el 13 de mayo de 1456 había
asignado mediante una Bula Intercaetera, exclusivamente al reino de Portugal,
todas las islas y tierras firmes que “navegando por las regiones orientales y
meridionales del Mar Tenebroso (océano Atlántico), descubrieran y conquistaran desde
África, hasta los indios”. El pontífice romano era la única autoridad, en la Europa cristiana, para “donar”
territorios de pueblos “infieles”, para incorporarlos al “rebaño de
Jesucristo”.
En el siglo XVI gregoriano, el
arrepentido cristiano, fraile dominico Bartolomé de las Casas, fue uno de los
primeros en denunciar ante Europa, a través de sus escritos, las atrocidades y
atropellos que cometían contra los pueblos y civilizaciones “indias” los
mentados “descubridores” y “encontradores” de mundos y culturas.
Con acertada reivindicación
histórica, a partir de mediados del siglo XX, las diversas organizaciones
“indias” que se van gestando a nivel continental y mundial, denuncian al “12 de
octubre” como el día del inicio de la invasión, genocidio y ecocidio sobre
nuestra Madre Tierra.
Por su parte el Vaticano, hoy
pequeño pero rico y poderoso Estado Independiente desde el 11 de febrero de
1929, gobernado en la actualidad por el Papa
Benedicto XVI, nacido Joseph Alois Ratzinger el 16 de abril
de 1927 en Marktl am Inn, Babiera Alemania, ex miembro de la juventudes
hilerianas, sostiene y celebra el 12 de
octubre de 1492 como el “inicio de la evangelización en el nuevo mundo”.
El fruto de esta “evangelización”
es bien patente, todos los pueblos que fueron invadidos y colonizados por
portugueses y españoles, conforman los denominados del tercer mundo, por el contrario
los que fueron colonizados por países no católicos, como Francia, Inglaterra u
Holanda etc., son considerados como del primer mundo, en los primeros impera en
la mayoría de sus poblaciones la pobreza extrema, el analfabetismo la
corrupción generalizada y la explotación despiadada de la mayoría de sus
habitantes por reducidas castas dominantes criollas, mientras que en los
segundos disfrutan generalmente de un aceptable bienestar políticos, social,
cultural y económico, por consiguiente, a los hechos nos remitimos.
Ciudad colonial de Eguerew 8 de
octubre de 2007.
Fuentes
consultadas: Actas del Cabildo de Tenerife, t.II, 1508-1513.
argentina.indymedia.org/news/2005/10/333815.php
Rosalía Paiva, en: Sol de Paz
Pachakuti
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