RETAZOS DE CULTURA GUANCHE
Según el
Dr. Juan Bethencourt Alfonso, en Historia del Pueblo Guanche
Recopilado
por Eduardo P. García Rodríguez
La comunidad guanche era de economía
fundamentalmente ganadera, contaba con la cabra[1],
la oveja[2],
el cerdo, el perro[3] y el conejo; carnes que
comían en fresco, en cecina y salada. Además, aprovechaban los derivados de
estos ganados como leche, queso, sebo y manteca de cerdo.
Cazaban palomas,
tórtolas, codornices, gaviotas, cuervos, mirlos, pájaros y otras aves, con
especialidad los pichones de pardelas, de los cuales aprovechaban su carne y su
grasa.
De las abejas salvajes y
abejones, que en las islas proliferaban de forma abundante, recolectaban miel.
Consumían gran cantidad
de dátiles, higos de leche, madroños, bicácaros, adernos, creses, yoyas o
mocanes, piñones, chiburques, moras de zarza y de moralillo, lentejas
silvestres y arvejas o chícharos guanches, estas últimas variedades destinadas
a potajes o a hacer gofio mezcladas con cebada y trigo salvaje.
Tomaban ajos porros,
trufas, ñames, taragontías, zanahorias, cantagallos, raíz de helecho convertida
en harina, acelgas, berros y tarambuches[4],
que era una especie de nabo. Verduras como la cerraja, cerrajón, apio, cardos,
relinchones, hinojo, taferte (tafete), vinagrera y otras muchas, las cuales
degustaban con gran placer. Del fruto del mocán (Visnea canariensis)
elaboraban una miel transparente y deliciosa.
El hombre prehispánico
canario desconocía el arte de la navegación, pero se acercaba al mar para
aprovechar sus productos[5].
Capturaba gran cantidad de pescado (viejas[6],
salemas, lisas, etc.), que en parte comía en fresco y parte jareaba o salaba.
En las rocas y bajíos de la costa recolectaba toda clase de moluscos, parte de
los cuales conservaba en salmuera y otros en seco. Entre los más apreciados
estaban las lapas (Patella piperata), la almeja canaria u orejon (Haliotis
canariensis), mejillones, burgados, el buzo o púrpura (Thais
haemastosoma) y patas de cabra; sin hacer desprecio de los pulpos (Octopus
vulgaris), erizos y cangrejos. Igualmente, recogían de los charcos de la
orilla abundante cantidad de sal[7].
Pescaba el natural de
Tenerife con anzuelos hechos de espinas de pescado, de cuernos de cabra y de
ramas; arqueándolos y dándoles forma al fuego. De cebo empleaba peces pequeños,
mariscos y crustáceos.
Otro de los sistemas de
pesca era el de embarbascar, consistente en arrojar raspas de leche de
cardón o de tabaiba silvestre en la boca de un caletón o entrante marino, donde
había penetrado un cardume de peces y espantarles luego con piedras, para que
al ponerse en contacto con la leche de las mencionadas plantas euphórbicas se
adormecieran y quedaran ciegos, siendo luego relativamente fácil proceder a su
captura con fija, a mano o con cestos. Generalmente los pescadores no entraban
en las aguas embarbascadas, porque la acción irritante de la leche sobre las
partes genitales les dañaba.
Conocía el fuego y el
gofio presidía la mesa, que lo comía amasado con agua, con miel o con leche; ya
fuese de trigo, de cebada, de creses, de cosco o vidrio, de barrilla, etc.,
productos vegetales reducidos a polvo por la molienda después de tostados.
Algunas veces se consumían en chafeña o tafeña, es decir, tostadas las semillas
pero sin molerlas.
Siguiendo al doctor don
Juan Béthencour Afonso[8],
podemos decir que todos los isleños canarios hablaban la misma lengua. No
existían verdaderos dialectos y la discrepancia entre el habla de unas y otras
islas se debe a la deficiencia y errores de los vocabularios, siendo el
elemento más constitutivo del habla el berberisco, seguido del celta.
Los guanches utilizaban,
además del lenguaje fónico emitido por sus cuerdas vocales, el silbo, que lo
articulaban haciendo pasar el aire a través de sus labios y ayudándose, en
ocasiones, con los dedos puestos sobre ellos. Este lenguaje fue común en todas
las islas, pero su reducto más significativo nos queda en la isla de la Gomera.
También utilizaron, como
instrumento propagador de sus sonidos articulados el bucio[9],
que producía mayor amplitud de sonido que el silbo.
Según el padre Espinosa,
los guanches que él conoció corrían por andenes y despeñaderos que otros no
podían pasar andando y cuando una cabra se les escapaba, le daban alcance y la
cogían a mano y por pies[10].
[1] La cabra “ara” era de pequeño
tamaño, pelo cerdoso de color negro o pardo, cuernos pequeños, derechos y
paralelos, la ubre pequeña y recogida.
[2] Se caracterizaba por tener el pelo
liso, la denominaban “ haña”.
[3] La existencia del perro, “Cancha”, en
la vida del aborigen de Tenerife está debidamente documentada por los restos
arqueológicos como acompañante del hombre guanche.
[4] Juan BÉTHENCOUR ALFONSO: op.
cit., t. II, p. 235: Se hacían frecuentes regalos los reyes y magnates de uno a
otro reino en consonancia con sus gustos. Cuéntase que los mejores madroños
del reino de Güímar se los reservaban para el rey Añaterve, los adernos
más ricos para el de Abona; las trufas para el de Adeje, los Tarambuches
para el de Daute y los higos bicariños para el de Anaga.
[5] Ibídem, p. 455. La pesca y el marisqueo fueron
actividades complementarias de la agricultura y ganadería, comprobadas por los
restos encontrados en cuevas de habitación, necrópolis y en los concheros de
nuestras costas. A unos sesenta metros de la desembocadura del barranco de
Sibora, próxima al pueblo de Los Silos, se halla la Baja del Barranco; donde se
dirigían a nado los guanches del tagoror de Daute a pescar y recoger mariscos.
[6] Ibídem, t. II. p. 455. De los hígados de las viejas
guisados, triturados y amasados con gofio hacían los guanches unas tortas, que
asaban en las brasas y consumían con gran exquisitez.
[7] Ibídem., t. II, p. 456. Los
guanches explotaban las salinas con personal adiestrado para ello, que
disponían todas las operaciones de recolección, salazón y conservación en
salmuera de infinidad de productos, para su posterior consumo en épocas de
escasez.
[8] Nació en las tierras sureñas de
Chasna el 5 de febrero de 1847, sus abuelos eran ricos terratenientes afincados
en Vilaflor, con propiedades en la dicha Villa, San Miguel y Arona. Estudió el
bachillerato en La Laguna
y Medicina y Cirugía en Madrid, obteniendo el título en 1872. A su muerte, ocurrida
en 1913, nos legó sus obras manuscritas: Costumbres populares canarias de
nacimiento, matrimonio y muerte. Materiales para el folklore Canario y La Historia del Pueblo
Guanche.
[9] Ibid., t. I, p. 154. Es el bucio la concha de algunas
especies de moluscos gasterópodos que viven en los mares de las islas, siendo
el más frecuente el Tritón nodiferum, a los que seccionado el vértice de
la espiral para formar boquilla. En manos hábiles resulta un instrumento
potente y robusto. Los guanches lo utilizaban para, al igual que el silbo,
comunicarse a grandes distancias con el lenguaje buciado.
[10] Fray ALONSO DE ESPINOSA: Del origen y milagros
de Nuestra Señora de Candelaria, que apareció en la isla de Tenerife,
con la descripción de esta isla, ed. Goya, Tenerife, 1952, p. 32
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