1990.
Le concedieron el Premio Nacional del Circo
(España), la primera vez que se otorgaba a
Cristina del Pino Segura Gómez (Pinito del Oro)
Última de 19 hermanos, Pinito del Oro nació en la
capital grancanaria, donde actuaba el Circo Segura esta numerosa familia.
Aunque se pensó inicialmente que no servía para el circo, su destreza con las
acrobacias la llevarían a lo más alto en el mundo del circo. Siempre trabajó
sin red y firmaba sus contratos con una nota que decía: “Es mi deseo, y mía
toda la responsabilidad, trabajar sin red”, por lo que ninguna compañía se
atrevió a hacerle un seguro de vida.
Pinito del Oro ha sido sobre la arena del circo
la figura más admirada de la historia, merecedora en tres ocasiones del máximo
reconocimiento mundial como “reina del circo” y apodada como “la novia del
aire”, tanto en España como en el mundo.
Nacida en el barrio de Guanarteme, entró en una
saga ya reconocida en el mundo del circo y bautizada como ‘Los Seguritas’,
propietarios de el ‘Gran Circo Segura’. La familia, extensa y volcada en el
mundo del circo, había dado muchas grandes figuras... por lo cual el padre,
conocido como ‘El rey de las alturas’, decidió ponerle un nombre artístico
diferenciador, eligiendo por un lado el de la patrona de Gran Canaria y, por
otro, elevando el valor del metal de la que fuera gran trapecista Rita de la Plata.
En la capital grancanaria vivió hasta los 12
años, en que comenzó a actuar como alambrista circense en el circo familiar. Un
trágico accidente dio lugar a que falleciera su hermana, Esther, al salirse de
la carretera el camión que transportaba a la familia.
Poco después, al encontrar el trapecio de su
hermana, lo colocó y comenzó a hacer ejercicios y soltó las manos quedando
suspendida en pie sobre la barra.
Pinito desarrolló una extremada sensibilidad,
pese a su infancia nómada y a las dificultades para mantener una formación
escolar continuada, ya que su madre se esforzaba en llevarla a los colegios de
los lugares donde se instalaba el circo. Igualmente, su padre la animaba a la
lectura, convirtiéndose en una persona con una cultura muy amplia, capaz de
expresarse perfectamente.
La dureza de las condiciones de vida de su
infancia y juventud motivaron que se hiciera “triste y antipática, recorriendo
durante varios años numerosas ferias en villorrios, frecuentando fondas sin
agua corriente, con polvo en las carreteras, moscas... Realizando dos, tres,
cuatro y hasta cinco funciones en una noche, acabando al amanecer porque la
feria permitía que hubiera público en las funciones”.
Nunca usó red. Actuó siempre de pie en el
trapecio, en el que volaba en todas direcciones y se sentaba sobre una silla
apoyada con las dos patas traseras sobre la barra del trapecio. Viajó a Estados
Unidos en 1950, donde actuó durante 9 años en el Ringling Circus, en el Madison
Square Garden en Nueva York, y, en 1957, en Barcelona, representando a este
país fue designada Reina del I Festival Internacional del Circo, título que
revalidó en 1958, en Oporto (Portugal), y en 1960, en Madrid.
De sus éxitos recuerda sobre todo la primera
página del New York Times, donde fue la noticia más relevante en su debut en la
capital económica de Estados Unidos, “La española que ha triunfado en Nueva
York” ponía en enorme cuerpo de titulares. En el circo Ringling Bross se
convertiría en la primera figura, junto a otros magníficos artistas. Fueron las
temporadas más brillantes de este circo: Marimba, Hawai, Mouhaha, Cohete a la Luna , Mexicanorama... eran
los nombres de los espectáculos que cada temporada transformaban la vida de
Nueva York. Su llegada a Nueva York era en si mismo un espectáculo, con sus
numerosos vagones de tren cargados de aparejos y animales de todo tipo. Era
otra época en la que brillaban con fuerza los nombres de otros famosos circos
norteamericanos fueron el Clyde Beatty, Cristiani y Royal Repensky... En
aquella época, en Europa el Hagenbeck, en Hamburgo, el Kröne, el Knie de Suiza,
el Cirque D’Hiver, el Medrano de París, y el Price de Madrid, al que vendría a
actuar de la mano del empresario Juan Carcellé.
Pinito del Oro se retiró del circo por primera
vez en diciembre de 1960, en Santa Cruz de Tenerife, pocos días después
falleció su padre, una coincidencia, como lo fue el fallecimiento de su madre
el día después de su debut ante el público sobre el alambre. Seis años después,
sin entrenar y sin la formación física adecuada, regresa al trapecio. El
nacimiento de sus hijos, Juan José y María Isabel, había motivado la retirada
de la artista, pero cuando eran unos niños deseaban ver a su madre realizar los
ejercicios que la hicieron mundialmente famosa. La oferta recibida era muy
atractiva y ella se sentía con fuerza y capaz. De hecho, sorprendió a quienes
la vieron evolucionar nuevamente sobre el trapecio, usándolo con la misma
naturalidad y espectacularidad que cuando lo había abandonado. Sin embargo, un
nuevo accidente le hizo recapacitar y sentir la necesidad de dedicarse a sus
hijos.
Su cuerpo, tras esa mirada transparente y
agradable, tiene las huellas de accidentes gravísimos que estuvieron a punto de
costarle la vida, con dos caídas que le provocaron sendas fracturas de cráneo y
mandíbula, y varias operaciones en las manos que recuperaron milagrosamente
esos miembros prácticamente destrozados. En una ocasión, en 1947, estando
cabeza abajo sobre una barra del trapecio, ésta se rompió. Otro accidente, en
1950, se produjo cuando se partió un peldaño de la escala.
En abril de 1970 se retiró definitivamente,
coincidiendo con la clausura del Circo Price de Madrid. Veinte años más tarde,
en 1990, le concedieron el Premio Nacional del Circo, la primera vez que se
otorgaba en España, si bien en 1960 había recibido el ‘Oscar’ del circo: el
Premio Internacional del Circo. Es autora de los libros ‘Cuentos de circo’,
‘Técnica del trapecio’, ‘La víspera’, ‘Nacida para el circo’ y ‘El italiano’,
así como una obra inédita sobre mujeres que han logrado alcanzar el éxito a
pesar de su condición de mujer.
Pinito del Oro fue la trapecista de más vuelo,
altura y precisión. Siendo rigurosos, su actividad se define como trapecio de
equilibrio a vuelo, algo en lo que ella creó e inventó lo que jamás se había
visto ni ha vuelto a verse desde su marcha.
(Míchel Jorge
Millares en: Revista Canarii, Fundacion Canarias 2021)
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