La víspera de san Juan, al
anochecer, se prendían las hogueras y, en torno a ellas, se tocaban los bucios,
instrumento musical que en Canarias se ha utilizado, entre otros muchos fines,
para llamar la atención de alguien, en este caso de los promotores de la
transmisión vital. Hogueras que se formaban en lugares altos, de amplia
resonancia y visibilidad hasta el punto que la de Los carrizales, pueblito próximo a Teno Alto, se encendían toda vez que
contemplaban de qué modo empezaban a arder las de la isla de La Gomera. Y al día
siguiente, 24 de junio: “se soltaban” o “se ponían a padriar” a los machos al
objeto de que las crías no nacieran a destiempo: “antes los soltábamos del 24
de San Juan parriba”; de esa manera, unos cinco meses más tarde, las cabras y sus
recentales, después de las primeras lluvias, encontraban suficiente alimento y
pastizal.
Maria
Gómez Díaz
Junio
de 2014.
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