UNA HISTORIA
RESUMIDA DE CANARIAS
ÉPOCA COLONIAL: DECADA 1921-1930
CAPITULO-IX
Eduardo Pedro
Garcia Rodríguez
1924 enero 7.
Delfina Fumero Rodríguez. Entre rosas y nostalgia por el Vilaflor de antaño
A
través de la voz suave y pausada de Delfina Fumero Rodríguez se recorre aquel
Vilaflor de calles empedradas, de olor a resina y a tierra húmeda. Nació el día
después de reyes de 1924, en la misma casa donde dispuso, hasta su
fallecimiento en 2007, su pequeña tienda, en la antigua calle del Convento, la
actual Avenida Hermano Pedro. Hija de María Rodríguez Alayón, María la de la Fonda, quien regentó
cantina y fonda, y de Germán Fumero Alayón, el viejo vate chasnero, una de las
personas más ilustres y más ilustradas que ha dado este Sur, y que en Vilaflor
lo fue todo a través de su longevidad: alcalde, juez municipal, responsable del
correo, sochantre, además de escritor y gran animador de la vida cultural de su
pueblo.
A
Delfina Fumero se le recuerda por su maestría en confeccionar rosas, y los
piques con recortes de piel que les cedían los zapateros. Labor que comenzó en
la infancia, tendría diez, once años, sería, formando las denominadas rosas
de ojete, que eran pequeñas. Bello quehacer de rosetera, que le enseñó su
abuela Ana Martín. Las primeras que empecé hacer fueron estas, las empecé
hacer con mi abuela, pero mi abuela lo que lo hacía con la mano zurda pero yo
aprendí con la derecha. Porque es la más chiquitita, lo más fácil de hacer,
entonces yo era pequeña como mi bisnieta ahora, y entonces mi abuela me enseñó.
Porque anteriormente una Señora de San Miguel traía el hilo y se lo daba a las
personas de aquí, a las mujeres, se llamaba doña Constanza Gómez, entonces ella
tenía una venta, le hacían las rosas y después traían las cosas empleadas de lo
que la señora tenía en su venta, no las pagaba a casi nada, a quince céntimos
la docena o cosa así. Constanza Gómez les abonaba el trabajo con lo que
estas mujeres de Vilaflor necesitaran para su casa, pues sacaban a lo mejor
tela pa hacer una sabana o sacaban dos toallas, esas cosas así.
En
su tiempo era una ocupación a la que se dedicaban muchas mujeres del pueblo. Tenía
una tía que se llamaba Juana, otra que se llamaba Gregoria, otra se llamaba
Candelaria y otra Ángela, hermanas de mi madre, mi madre no se dedicó mucho a
hacer rosetas. En ese entonces todas las chicas teníamos ilusión de hacer
rosetas.
Sus
recuerdos brotan con presteza, al igual que el baile de la aguja entre los
alfileres. Y entre el enhebrar, el zurcido o las vueltas del hilo, rememora las
obligaciones de una vida cotidiana hostil, como los trabajos de sus abuelos, Ana
Martín y Timoteo Rodríguez. Pues la vida era muy mal porque cuando mi abuelo
trabajaba haciendo las viñas le pagaban dos pesetas todo el día, de sol a sol,
tenía mi abuela que ir dos veces a llevarle algo de comer, y eso muy mal,
porque usté sabe que anteriormente se ganaba muy poco aquí, cuando la gente
estaba dedicada también a hacer carbón.
O
la escasez de los alimentos. No había muchas ventas ni nada, ni mucho que
comprar, porque yo me acuerdo cuando mi madre empezó con la fonda, de ir a San
Miguel a buscar melocotones y a buscar una latita de melocotones y esas cosas,
porque aquí en el pueblo no había nada de eso. Hoy a lo mejor tiene más la
gente en las despensas que lo que había antes en una venta desas. Eso a lo
mejor íbamos por una cuenta de aceite o por medio litro de aceite, no se
compraban las latas como ahora.
Y
las dificultades del transcurrir el día a día, acrecentada por la ausencia de
cualquier tipo de comodidad a la que se esta acostumbrado en la actualidad. Ni
teníamos luz, ni teníamos agua en la casa, la calle estaba empedrada tenía cada
uno que salir a barrer su trocito de calle. Íbamos a lavar la ropita al
Chorrillo. Y allí en aquellos lavaderos íbamos a lavar y fíjese que edad tenía
yo que tenía que poner una piedra pa poder alcanzar a lavar, con ese jabón azul
que venía de la rueda.
Y
para abastecerse del agua para la casa también había que acarrearla de El
Chorrrillo, con una lata desas, los hombres llevaban, el que tenía una
bestia, la llevaba, le ponía tres barriles, pero los que no teníamos, teníamos
que ir con una lata. La primera que yo fui con una lata de cinco litros de
aceite, pues iba y traía cinco litros de agua, con una lata desas venía
haciendo así porque era pequeña. Iba aquí con una vecina pariente y a veces una
la traía ella así debajo de esto, porque yo que si se me cae, que si no; pero
si teníamos que ir muchos años, muchos años al Chorrillo.
Y
tender la ropa en las paredes de las huertas, y cocinar con leña, y alargar el
café tostando garbanzos y lentejas y quemando algún fisquito de azúcar para que
adquiriese un tono más oscuro. Ese café que servía de pretexto para reunirse. Se
tostaba el café y aparte se tostaban los garbazos, y después en un molinillo
que teníamos allí pequeño molíamos el café, lo poníamos en la cafetera, le
íbamos echando el agüita y se iba filtrando y entonces nos sentábamos,
estábamos más unidos los vecinos.
Vivíamos
con más cariño de los vecinos, de los amigos, nos visitábamos más, de noche
decíamos vamos a ir casa de tía Encarnación, que es una vecina que después es
mi cuñada, y nos visitábamos, ahora pasa uno la puerta cerrada, si nos vemos en
la calle, adiós, adiós, cómo estás, si hay un enfermo lo vamos a visitar, si
pasa algo vamos a acompañar, pero no es como antes.
Los recuerdos de Delfina Fumero Rodríguez, el duro andar por el que transitó su vida, se tornan ejemplos de lucha y supervivencia. Modelos que hay que tomar para sosegar la prisa actual. Esforzados trabajos para transcurrir en el día a día de una vida cotidiana sin ningún tipo de comodidades. Pero con el enorme gozo de ir cruzando la vida por entre verdes pinares, entre olores a resina, a leña quemada en el fogal o a las madres del mosto, y arropados con el calor humano que aportaban las relaciones personales. (Marcos Brito, 2014)
1924 Enero 18. Por la tarde, llegaron a Winiwuada (Las Palmas) la
escuadrilla del raid aéreo Larache-Canarias realizando el amaraje en el Puerto
de La Luz el
hidroavión y aterrizando, con toda normalidad, los tres Breguets en Gando.
El
raid se inició, después de algunos aplazamientos debidos al mal tiempo, el seis
de enero de 1924 desde el aeródromo de An-Amara, en Larache, desde donde
despegan, rumbo a Casablanca, los tres, Breguet Tenerife, Gran Canaria y
Archipiélago Canario.
Al
mando de la escuadrilla venía Delgado Backembury, que pertenecía a la dotación
de hididroaeroplano. Los pilotaba el capitán
Ramón Franco Bahamonde, -hermano de de otro militar Francisco Franco el
cual en el año de 1936 se reveló contra el gobierno legalmente constituido de
la república española, instaurando una de las mayores dictaduras fascistas de
la historia moderna-. Como navegante encargado de la radiotelegrafía venía el
capitán Alejandro Más de Oaminde. También viajaba un fotógrafo afecto al
Servicio Militar de Aeronáutica,
Leopoldo Afonso, y los mecánicos Mateo y Panizo.
La
travesía, en mar abierta, de 270 kilómetros se presentaba como la más
peligrosa. Sin embargo no hubo el más ligero incidente, tomando tierra los tres
aviones a la hora y cuarenta y cinco minutos de haber despegado de Cabo Juby.
La
escuadrilla tenía previsto permanecer cinco días en Winiwuada (Las Palmas)
antes de emprender la última etapa del raid para cubrir los 1.500 kilómetros
de vuelo previstos entre Larache y Canarias.
El
día 22 de enero el comandante de la escuadrilla, Delgado Backembury , quiere
venir, de Winiwuada (Las Palmas) a Chinet (Tenerife) para inspeccionar desde el
hidroavión Dornier, en pleno vuelo, las condiciones que para el aterrizaje
ofrece el campo de El Bailadero (Arico ).
El
avión que tenía que salir a las ocho de la mañana del Puerto de la Luz, no pudo hacerlo por el
mal tiempo.
Tres
días después, el 25, llegaba Guillermo Delgado, acompañado de los pilotos
Estévez y Pardo por vía marítima. Tras cumplimentar a la primera autoridad
militar colonial duque de Santa Elena, se dirigió a Arico, donde inspeccionó
las condiciones del aeródromo de El Bailadero, que consideró apto para el
despegue y aterrizaje de los Breguets, dando instrucciones al personal militar
allí destacado para que, desde tierra, facilitaran el aterrizaje de los
aeroplanos.
1924 enero 18.
Esta fecha quedara marcada
en los anales de la historia aeronauta canaria como el verdadero punto de
partida de nuestra aviación. Ese día los tres Breguet XIV adquiridos por el
pueblo canario toman tierra en el entonces páramo de Gando procedentes de
Tetuán, acompañados por un Dornier Wal pilotado por el Capitán Ramón Franco
llevando a bordo como navegante-radiotelegrafista al capitán Mas de Gaminde
(que años después seria el primer General Jefe de la Zona Aerea de
Canarias), observador-Comandante Guillermo Delgado Backenbury (jefe de la
expedición), fotógrafo civil Luís Alonso y mecánico soldado Pamo.
Las tripulaciones de los Breguet estaban compuestas de
la siguiente forma:
Breguet nº 63 Tenerife:
Piloto - Capitán Rafael Martínez Estévez
Observador - Teniente Antonio Rexachs y Fernández Perga
Breguet nº 100 Archipiélago Canario:
Piloto - Capitan Joaquín Pardo García
Observador - Capitan Felix Bermúdez de Castro
Breguet nº 103 Gran Canaria:
Piloto - Teniente Juan Martínez de Pison
Mecánico - Cabo Juan Bosch.
Una vez en Gando los Breguets realizaron varios vuelos de exhibición siendo invitado a uno de ellos, el alcalde de Las Palmas Sr. Ortiz Wiot voló en el Gran Canaria. Después de este vuelo el Gran canaria se accidento en una toma de tierra lo que le impidió seguir con el programa establecido.
Breguet nº 63 Tenerife:
Piloto - Capitán Rafael Martínez Estévez
Observador - Teniente Antonio Rexachs y Fernández Perga
Breguet nº 100 Archipiélago Canario:
Piloto - Capitan Joaquín Pardo García
Observador - Capitan Felix Bermúdez de Castro
Breguet nº 103 Gran Canaria:
Piloto - Teniente Juan Martínez de Pison
Mecánico - Cabo Juan Bosch.
Una vez en Gando los Breguets realizaron varios vuelos de exhibición siendo invitado a uno de ellos, el alcalde de Las Palmas Sr. Ortiz Wiot voló en el Gran Canaria. Después de este vuelo el Gran canaria se accidento en una toma de tierra lo que le impidió seguir con el programa establecido.
El 30 del mismo mes los
expedicionarios se trasladaron a Tenerife aterrizando en el Bailadero, campo
preparado a tal efecto cerca de Arico.
El Dornier Wal bautizado
Maria Antonieta con el coronel Bens a bordo amerizo en el puerto de Santa Cruz
mientras que el comandante Delgado arribó a aquella isla el día 24 con el fin
de llevar a cabo los preparativos para la llegada de los aviones.
Aquellos acontecimientos pueden considerarse como punto de partida y fecha histórica de un vuelo que, según proyecto del aquel entonces Director de Aeronáutica Francisco Echagüe serviría de experimento para futuras empresas. (Historia de la aviación en Canarias)
Aquellos acontecimientos pueden considerarse como punto de partida y fecha histórica de un vuelo que, según proyecto del aquel entonces Director de Aeronáutica Francisco Echagüe serviría de experimento para futuras empresas. (Historia de la aviación en Canarias)
1924 Enero 30. A las doce y trece minutos del día, hacen su
aparición los Breguets en el horizonte de Chinet (Tenerife) culmina así el raid
Larache-Canarias. Dos aeroplanos y un hidro avión de la Aviación Militar
Española son los primeros aparatos que llegan a la isla.
"El
raid aéreo Larache-Canarias había de hacer escalas en Casablanca, Agadir, Cabo
]uby, Winiwuada (Las Palmas) y Chinet (Tenerife). Las etapas más difíciles a
primera vista, resultaban las comprendidas entre Cabo Juby y Winiwuada (Las
Palmas) y esta isla y (Tenerife) por tener los aviones que salvar el mar con
todos los riesgos que suponía una avería sobre el mismo.
Para
aprovisionar a los aviones en los aeródromos de Chnet (Tenerife) y Winiwuada
(Las Palmas) el día 20 de noviembre había salido desde el puerto de Ceuta un
falucho con gasolina y accesorios de repuesto.
La
sangrienta guerra colonial de Marruecos o más exactamente del Rif obligó al
Gobierno español al empleo de la aviación para combatir a los independentistas
rifeños.
Como
por entonces se vio en España la necesidad de contar con aparatos suficientes
para aplastar a los alzados en aquella parte del continente africano, se llevan
acabo en diversas provincias españolas y en la colonia canaria suscripciones
por las respectivas Juntas Patrióticas con objeto de donar a la Aviación Militar
española los medios aéreos precisos.
Aviones
que fueron empleados para masacrar a la población civil de los territorios
ocupados con gas mostaza, los aviones españoles bombardearon el Rif con ese
arma química a partir de 1923, pese a que estaba ya prohibido
internacionalmente desde el Tratado de Versalles de 1919.
«Los
rifeños ni tan siquiera sabían con qué les bombardeaban. Los más ancianos
hablaban de un humo amarillo y que de pronto les comenzaba a arder la piel o
que la gente se asfixiaba. Era inhumano».
La
utilización del gas mostaza, conocido también como iperita, es uno de los
capítulos más sombríos del conflicto marroquí y tan sólo historiadores como
Juan Pando en su reciente libro Historia secreta de Annual han documentado su
uso.
Los
asesores alemanes concluyeron que el gas mostaza era la sustancia química
idónea para bombardear las cabilas del Rif y de la Yebala, ya que además de
sus efectos sobre la población, podía impregnar sus campos y sus escasos
depósitos de agua. Durante los años siguientes. También fueron empleadas bombas
de fosgeno y cloropicrina, lanzadas desde aviones y artillería terrestre.
La campaña de bombardeos
con gases tóxicos, que se prolongaría hasta 1927, alcanzó su mayor intensidad
en el período 1924-1926, durante la dictadura de Miguel Primo de
Rivera. La estrategia
consistía en lanzar las bombas de gas en las áreas más pobladas y a las horas
en las que más víctimas podían producir, de modo que el bombardeo de los zocos
de las aldeas se convirtió en una rutina.»
La triste novedad aportada
por España fue su empleo indiscriminado y sistemático contra civiles, sobre
mercados, arrasando pueblos, contaminando cultivos, matando ganado, envenenando
ríos.»
«Entre 1921 y 1927, el
ejército español empleó sistemáticamente en el Rif fosgeno, difosgeno,
cloropicrina y, sobre todo, Iperita, un producto más conocido con el nombre de
gas mostaza. La primera prueba la aportaron en 1990 dos investigadores
alemanes, Rudibert Kunz y Rolf Dieter Müller, en su obra Gas venenoso contra
Abdelkrim. Alemania, España y la guerra del gas en el Marruecos español (1922-1927),
sobre las ventas de Berlín al Gobierno español de armas químicas y la posterior
ayuda alemana para construir la fábrica de La Marañosa.»
«(…) En marzo de 1925 el
mando militar español informó de que todas las áreas en poder del enemigo
habían sido bombardeadas con gas mostaza. Pero el cambio de estrategia de Primo
de Rivera a mediados de 1925, que dejaba de lado la opción de la retirada para
asumir plenamente la de reconquista, dificultó el uso de las bombas químicas.
No era posible enviar a las tropas a las áreas contaminadas por el gas mostaza,
a no ser que se les enviaran máscaras, atuendo especial y equipos para empapar
con agua. Según un informe de noviembre de 1925 elaborado por el director
británico de investigaciones sobre la guerra química, el mando militar español
no había mostrado el suficiente cuidado a la hora de proteger a sus soldados.»
Se funda el Partido
Nacionalista Canario
El periodista, tipógrafo y líder
sindical, José Cabrera Díaz, funda en Cuba y asume la presidencia del Partido
Nacionalista Canario (PNC). El partido se proclama heredero del pensamiento de
Secundino Delgado.
El
partido nacionalista más antiguo de Canarias, fundado el 30 de enero de 1924 en
La Habana
(Cuba), conmemorará esta efeméride en la plaza que alberga el busto de su
principal ideólogo, Secundino Delgado (1867-1912). Durante el acto, los
principales representantes del partido compartirán unas palabras que recordarán
la fundación de esta histórica agrupación nacida bajo la presidencia de José
Cabrera Díaz (1875-1939) y con los ideales por los que luchó doce años antes
Secundino Delgado.
Debido
a la pobreza que sufría el Archipiélago que causó la emigración canaria a
América, surgió en las Islas a principios del siglo XX un movimiento asociativo
fomentado principalmente por Cabrera Díaz, que cala en el pueblo, especialmente
entre la clase trabajadora.
Desde
1900 se fueron formando diferentes entidades corporativas de corte nacionalista
y tras las detenciones tanto de Delgado como de Cabrera Díaz, y su posterior
emigración a Cuba, llegó la fundación del Partido Nacionalista Canario, doce
años después de la muerte de Secundino Delgado.
Ya en
Canarias, y tras un periodo de letargo, se “reconstituye” oficialmente el
partido en marzo de 1980, con un documento firmado por los Bernardo Cabrera,
Juan Pedro Dávila, Ramón Jerez y Bernardo Prinz.
1924 enero 30.
Han sido varios los
proyectos de pistas de aterrizajes que se han quedado en este Sur sin una
ejecución definitiva, en varios casos se dispuso algún llano para el posible
aterrizaje de avionetas, hasta que en 1978 se inauguró el Aeropuerto Tenerife
Sur. El tantas veces añorado aeródromo poseyó varios proyectos para su
construcción, desde el acondicionamiento de diversas pistas de aterrizaje, como
en El Camisón de Los Cristianos o en Llano de Roja, en El Médano, donde se
inauguró, en septiembre de 1962, el Aeródromo Tomás Zerolo. O la pista
dispuesta en El Bailadero, en los alrededores de donde está ubicada la Casa del Caminero, en Arico,
lugar en el que aterrizaron dos aviones Breguets el 30 de enero de 1924.
A finales del mes de enero
de 1924 cuatro aviones del ejercito español, entre ellos un hidroavión,
realizaron el vuelo entre Tetuán-Larache-Cabo Juby y las Islas Canarias.
Aterrizaron en Gran Canaria, donde permaneció un avión por avería, dirigiéndose
los otros tres a Santa Cruz de Tenerife, en cuya bahía amerizó el hidroavión,
continuando los otros dos aeroplanos rumbo hacía Arico, desde cuyo lugar se
informaba de su aterrizaje.
A las 12 y 25 minutos, se
divisó uno de los aviones, y minutos después, a las 12 y media, comenzó a
distinguirse en la misma dirección, el otro aparato. A las doce y media en
punto, pasaba sobre el campo de El Bailadero el aeroplano Archipiélago Canario,
pilotado por el capitán Pardo, y en el que iba de observador, el capitán de
artillería, señor Bermúdez de Castro. El avión, después de una admirable
maniobra, enfiló el campo por el sur, aterrizando en el centro del mismo y
parando frente al sitio donde se hallaban reunidas las autoridades.
A continuación aterrizó el
avión Tenerife, que en el momento de tomar tierra, capotó el aparato,
sufriendo algunos desperfectos en le hélice y tren de aterrizaje. El piloto del
avión, señor Martínez Esteve, y el observador, señor Bosch, resultaron
afortunadamente ilesos. Los dos aeroplanos tardaron de esta capital al campo de
El Bailadero, ocho minutos.
A los aviadores y
autoridades presentes se les obsequió con un espléndido banquete en el
domicilio del señor Rodríguez y Díaz-Llanos. En las crónicas publicadas
sobre este acontecimiento se da cuenta del gran recibimiento que les profesó el
pueblo de Arico y las gestiones para dicha deferencia mantuvo el Alcalde,
Domingo Pérez Acosta. El pueblo se hallaba artísticamente engalanado,
luciendo originales adornos pues de esta forma la población exteriorizaba el
júbilo que aquel fausto acontecimiento le causaba. Asimismo se subraya: Merecen
los mayores plácemes todos los habitantes de Arico y muy especialmente don
Francisco Rodríguez Román y el maestro de obras don Juan Manuel Suárez, que
tomaron parte muy activa en la confección de los adornos. Además de resaltar
la gran labor del secretario municipal, Sixto Machado Martínez.
Por la tarde los aviadores y
la tripulación se trasladaron por carretera a Santa Cruz de Tenerife. Para
arreglar el aparato Tenerife se desplazaron a Arico varios mecánicos que se
encontraban desmontando otro avión averiado en el aeropuerto de Gando, en Gran
Canaria. El hidroavión regresó en vuelo a Sevilla y el resto de aviones se
desmontaron y se enviaron a la
Península en barco. (Marcos Brito, 2012)
1924 enero 30.
Aterrizaje de dos aviones en El Bailadero, Arico
Han
sido varios los proyectos de pistas de aterrizajes que se han quedado en este
Sur sin una ejecución definitiva, en varios casos se dispuso algún llano para
el posible aterrizaje de avionetas, hasta que en 1978 se inauguró el Aeropuerto
Tenerife Sur. El tantas veces añorado aeródromo poseyó varios proyectos para su
construcción, desde el acondicionamiento de diversas pistas de aterrizaje, como
en El Camisón de Los Cristianos o en Llano de Roja, en El Médano, donde se
inauguró, en septiembre de 1962, el Aeródromo Tomás Zerolo. O la pista
dispuesta en El Bailadero, en los alrededores de donde está ubicada la Casa del Caminero, en Arico,
lugar en el que aterrizaron dos aviones Breguets el 30 de enero de 1924.
A
finales del mes de enero de 1924 cuatro aviones del ejercito español, entre
ellos un hidroavión, realizaron el vuelo entre Tetuán-Larache-Cabo Juby y las
Islas Canarias. Aterrizaron en Gran Canaria, donde permaneció un avión por
avería, dirigiéndose los otros tres a Santa Cruz de Tenerife, en cuya bahía
amerizó el hidroavión, continuando los otros dos aeroplanos rumbo hacía Arico,
desde cuyo lugar se informaba de su aterrizaje.
A
las 12 y 25 minutos, se divisó uno de los aviones, y minutos después, a las 12
y media, comenzó a distinguirse en la misma dirección, el otro aparato. A las
doce y media en punto, pasaba sobre el campo de El Bailadero el aeroplano
Archipiélago Canario, pilotado por el capitán Pardo, y en el que iba de
observador, el capitán de artillería, señor Bermúdez de Castro. El avión,
después de una admirable maniobra, enfiló el campo por el sur, aterrizando en
el centro del mismo y parando frente al sitio donde se hallaban reunidas las
autoridades.
A
continuación aterrizó el avión Tenerife, que en el momento de tomar
tierra, capotó el aparato, sufriendo algunos desperfectos en le hélice y tren
de aterrizaje. El piloto del avión, señor Martínez Esteve, y el observador,
señor Bosch, resultaron afortunadamente ilesos. Los dos aeroplanos tardaron de
esta capital al campo de El Bailadero, ocho minutos.
A
los aviadores y autoridades presentes se les obsequió con un espléndido
banquete en el domicilio del señor Rodríguez y Díaz-Llanos. En las crónicas
publicadas sobre este acontecimiento se da cuenta del gran recibimiento que les
profesó el pueblo de Arico y las gestiones para dicha deferencia mantuvo el
Alcalde, Domingo Pérez Acosta. El pueblo se hallaba artísticamente
engalanado, luciendo originales adornos pues de esta forma la población
exteriorizaba el júbilo que aquel fausto acontecimiento le causaba.
Asimismo se subraya: Merecen los mayores plácemes todos los habitantes de
Arico y muy especialmente don Francisco Rodríguez Román y el maestro de obras
don Juan Manuel Suárez, que tomaron parte muy activa en la confección de los
adornos. Además de resaltar la gran labor del secretario municipal, Sixto
Machado Martínez.
Por
la tarde los aviadores y la tripulación se trasladaron por carretera a Santa
Cruz de Tenerife. Para arreglar el aparato Tenerife se desplazaron a Arico
varios mecánicos que se encontraban desmontando otro avión averiado en el
aeropuerto de Gando, en Gran Canaria. El hidroavión regresó en vuelo a Sevilla
y el resto de aviones se desmontaron y se enviaron a la Península en barco.
(Marcos Brito, 2014)
1924 Marzo 12.
Rodrígo
Soriano periodista republicano español desterrado
en compañía de Miguel de Unamuno llega a la isla Erbania (Fuerteventura)
en la colonia española de Canarias. En
la metrópoli a finales de siglo XIX y principios del XX, el binomio
políticaperiodismo era prácticamente indisoluble a la hora de informar de la
actualidad.
Uno de aquellos brillantes
y agresivos oradores que gastaban su discurso tanto en el papel de los
politizados periódicos de la época como en su tribuna del Parlamento era
Rodrigo Soriano, quien también era uno de aquellos periodistas españoles que el
paso del tiempo no le trajo la justicia del reconocimiento como gran profesional.
Nacido en San Sebastián
(País Vasco) en 1868, y perteneciente a una aristocrática familia guipuzcoana,
comenzó la carrera periodística como crítico de arte de La Época, de
Madrid (España). En 1897 era colaborador de El País, La Lidia y Euskal-Erria.
También trabajó para La Ilustración Española.
La pérdida de las colonias españolas (excepto Canarias, Sahara y Guinea)
radicalizó sus planteamientos políticos y se pasó al partido
republicano. Entonces fundó el periódico Vida Nueva. Poco después se
trasladó a Valencia (España) y entró en la redacción de El Pueblo. Allí,
al lado de su gran amigo Vicente Blasco Ibáñez, llevó a cabo ruidosas campañas
y contribuyó a la reorganización del Partido Republicano. En 1901 fue elegido
diputado por primera vez por Valencia, donde fue reelegido sin interrupciones
hasta 1909, siendo luego varias veces diputado por Madrid. En el Parlamento
español, como en la prensa, Rodrigo Soriano se distinguió por su temible
acometividad, lo que le propició una inmensa popularidad en los tiempos de la Unión Republicana,
en el contexto de la
Restauración, pero también le ocasionó serios disgustos y
crudos enfrentamientos.
Con el paso de los años y
de la experiencia, sin perder esta característica, la oratoria de Soriano se
hizo más serena y razonadora, lo que no fue óbice para que fuese escuchado con
igual atención que antes. A su palabra elocuente y elegante unía grandes dosis
de erudición.
La moderación de su
discurso no impidió que se le abrieran varios frentes, tanto
periodísticos como políticos. Una de sus más turbulentas disputas
la mantuvo con Blasco Ibáñez, con quien rompió bruscamente. Incluso llegaron a
batirse en duelo. En Valencia, sorianistas y blasquistas se enzarzaron en una
guerra sin cuartel que desencadenó violentas escaramuzas callejeras, con varios
heridos y algunos muertos.
Al separarse de Blasco
Ibáñez, fundó en Valencia el diario El Radical, colaboró con La Lucha y más
tarde, en Madrid (España), fue fundador y director de España Nueva (1906-
1924). Este periódico, que con el tiempo pasó de las tendencias republicanas a
las sindicalistas, centró buena parte de su actividad profesional.
Llegó a tener incidentes
con tres importantes militares en la historia de aquel país: los generales
Linares y el nefasto Weyler, y con el entonces coronel Miguel Primo de Rivera.
1924 abril 2.
Dificultades para la
subsistencia de la municipalidad.
A
la capital de Fuerteventura, que aún seguía luchando por mantener el cobro de
sus arbitrios sobre la importación y exportación por el muelle municipal, el
antiguo Muelle Chico, llegando incluso a un acuerdo compensatorio con el
Cabildo de Fuerteventura que lo reputaba como parte de su recurso financiero,
la dictadura no le trajo más que quebraderos de cabeza.
Durante
el año 1924 en la isla se comenzó a pensar en una reformulación de los
distritos municipales, planteándose soluciones cercanas a las mancomunidades y
a la agrupación para abaratar costes en la financiación de servicios, en el más
pacífico de los casos, pasándose a las anexiones pactadas y, en el peor de los
casos, a la agrupación forzosa de términos.
Por
entonces Puerto de Cabras, con 931 habitantes en el padrón vigente, era el
municipio de menos población en Fuerteventura, si exceptuamos Betancuria, que
tenía 691 y, por lo tanto, uno de los que debía dejar de existir si nos
atenemos a los planteamientos del Estatuto Municipal. Es lo que tiene
planificar en la distancia, sin contemplar particularidades locales y, en
nuestro caso, insulares.
Si
la Ley Municipal
de 1877, que siguió vigente en muchos aspectos hasta la época que tratamos, le
otorgaba a nuestro municipio 8 concejales y 8 vocales para la Junta Municipal de
Asociados, elegidos por los vecinos mayores de edad y contribuyentes; el
Estatuto de 1924 lo situaba casi en el régimen de Concejo abierto, donde serían
ediles la mitad de los electores, renovándose por mitad del censo cada tres
años.
Frente
a esta situación otros municipios del interior, de economía fundamentalmente
agraria, como Casillas del Ángel o Tetir, con unos efectivos demográficos que
se situaban entre los 1.000 y 2.000 habitantes, dispondrían de ayuntamiento con
8 concejales de elección popular y 3 concejales de representación corporativa
(asociaciones registradas en la localidad), renovándose unos y otros por
mitades cada tres años.
La
aplicación de esta normativa dolía mucho a unos burgueses de base comercial que
habían comenzado a articular el comercio insular construyendo un muelle
municipal en 1894 y con la decidida apuesta por construir una red de carreteras
de estructura radial con centro en Puerto de Cabras. Una sociedad que, además,
había asentado en su ciudad la tropa de guarnición en la isla, las fuerzas de la Guardia Civil, la
sede del Partido Judicial, del Registro de la Propiedad, del Cabildo y
de la Delegación
Insular de Gobierno…
Por
eso se reunieron el 2 de abril de 1924 para, retando al Gobierno Civil,
constituirse en ayuntamiento con los concejales que hasta ese momento componían
la corporación, derivando el nombramiento de los ediles corporativos a ulterior
resolución de aquella autoridad. Y siguieron las formalidades a que se refiere
el Estatuto Municipal como si Puerto de Cabras tuviera más de 1.000 habitantes,
disolviendo la Junta
Municipal de Asociados, formando la Comisión Permanente
y nombrando las comisiones específicas de costumbre.
Pero
las cosas no pintaban tan claras y se comenzó a tejer la urdimbre que
permitiera sobrevivir al municipio más pequeño de la isla en territorio, no así
en población, economía y administración.
Surgió
así el proyecto alentado desde la delegación insular del gobierno según el cual
Fuerteventura quedaría dividida en tres grandes municipios que tendrían
capitalidad en Puerto de Cabras, Antigua y Gran Tarajal. El primero, acariciado
por el Puerto desde el principio, uniría los territorios de Casillas del Ángel,
Tetir y La Oliva;
el segundo sería el fruto de la agregación de Betancuria a La Antigua, mientras que el
tercero se formaría sumando las jurisdicciones de Tuineje y Pájara. Proyecto
que, seriamente discutido en el seno de las corporaciones implicadas, no cuajó.
Pero
la cazuela estaba al fuego y Puerto de Cabras no estaba dispuesto a que se le
pasara el arroz, y siguió adelante con sus presiones sobre Tetir y sobre
Casillas del Ángel. La suma de sus poblaciones y de sus territorios –pensaban
los munícipes de Puerto- les situarían por encima de los 3.000 habitantes y en
el tercer lugar en cuanto al tamaño de su término, con lo que suponía de más
concejales populares y corporativos, mayor presupuesto… más peso político.
No
es extraño que tras estas iniciativas presionase el “manriquismo” frente a los
“Caballeros de la Orden
del Sur” pues La Oliva
se mantuvo y perseveró años después en un segundo intento frustrado de fusión a
Puerto de Cabras.
Para
alivio de los promotores de esta iniciativa, en 1925 llegaron los primeros
resultados de su empeño: en junio claudicó el ayuntamiento de Tetir que optó
por disolverse y agregar su término al de Puerto de Cabras, extinguiendo así su
municipio.
A
regañadientes y con claras condiciones, Casillas del Ángel hizo lo propio en
septiembre de 1926.
Puerto
de Cabras, ahora sí, estaba en disposición de seguir la batalla por la defensa
de la capitalidad económica y administrativa de Fuerteventura y con su nuevo
peso en la esfera insular pudo sobrellevar la paulatina pérdida de ingresos que
le supuso la cesión del cobro de arbitrios sobre importación y exportación en
beneficio del Cabildo Insular… Había logrado sobrevivir a la situación de
desventaja político administrativa planteada por el Estatuto Municipal: ya
podía sentarse en el “foro del debate insular” con un poco más de autoridad.
(Tomado de: blog de Francisco J. Cerdeña Armas)
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